2. Invertir en igualdad para las mujeres y
niñas es desarrollo para la sociedad
Ana Güezmes García, Representante de ONU Mujeres en México
Desde la firma de la Carta de las Naciones Unidas en 1945, así como la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, adoptada en 1948, las Naciones Unidas se han convertido en el escenario más importante de la
comunidad internacional para establecer los compromisos jurídicos y políticos para la igualdad de derechos
entre mujeres y hombres.
En 1975 la primera Conferencia Mundial de la Mujer de las Naciones Unidas, se lleva a cabo en México en
ocasión del Año Internacional de la Mujer. La Conferencia, conjuntamente con el Decenio de las Naciones
Unidas para la Mujer (1976-1985) proclamado por la Asamblea General cinco meses después a instancias de
la Conferencia, inició una nueva era de esfuerzos a escala mundial para promover el adelanto de las
mujeres. Se dio inicio a un proceso, aún necesario, que comprendería las deliberaciones, la negociación, el
establecimiento de objetivos, la identificación de obstáculos y el examen del progreso alcanzado. Así, a la
primera
Conferencia le siguieron las de Copenhague (1980), Nairobi (1985) y Beijing (1995).
La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, que concluyó el 15 de septiembre, marcó un importante
punto de inflexión para la agenda mundial de la igualdad de género. La Declaración y Plataforma de Acción
de Beijing, adoptada de forma unánime por 189 países, constituye un programa para la acción y ruta para
desarrollar políticas públicas con compromiso de alcance histórico y al mismo tiempo medibles cada cinco
años. En ella se reconoce que la plena realización de los derechos de las mujeres y las niñas es la piedra
angular del desarrollo sostenible, la democracia y la paz.
La conferencia de Beijing se basó en los acuerdos políticos alcanzados en las tres conferencias mundiales
sobre la mujer celebradas anteriormente y consolidó cinco décadas de avances jurídicos dirigidos a
garantizar la igualdad de las mujeres y los hombres tanto en las leyes como en la práctica. Participaron en las
negociaciones más de 6.000 delegadas/os gubernamentales y más de 4.000 representantes acreditadas/os
de organizaciones no gubernamentales. Un foro de ONG celebrado en Huairou de forma paralela contó con
la presencia de más de 30.000 activistas. Entre los estándares de derechos humanos, se destaca la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW),
adoptada en 1979 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que a la fecha es de obligatorio
cumplimiento para los 188 países que la han ratificado. Todos los países de América Latina y el Caribe lo han
hecho, región además pionera en desarrollar un instrumento jurídico internacional vinculante específico que
reconoce el derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia. La Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (1994), mejor conocida como
Convención Belén do Para.
Sin embargo, a pesar de los progresos alcanzados en el último siglo y el reconocimiento de la igualdad en las
leyes, las esperanzas de igualdad sustantiva, en los hechos, están lejos de verse realizadas. El cambio está
ocurriendo, pero no al ritmo suficiente. Por ello, la igualdad de género y los derechos de las mujeres
constituyen una agenda global, un desafío para cada país, para los hombres y mujeres y para la sociedad
global en su conjunto. "La Plataforma de Acción de Beijing es una promesa incumplida para l as mujeres y
3. niñas", declara Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres. "Nuestro objetivo es claro:
renovar el compromiso, fortalecer la acción e incrementar los recursos para alcanzar la igualdad de género,
el empoderamiento de las mujeres y el cumplimiento de los derechos humanos de mujeres y niñas".
La igualdad y la no discriminación, no podemos olvidarlo, es justicia y desarrollo, para también un factor de
liderazgo y competitividad. Hoy la evidencia es clara: los países, las sociedades , y las empresas que tienen
mayor igualdad de género gozan de niveles más altos de crecimiento y mejor desempeño. Sin igualdad entre
hombres y mujeres, ninguna sociedad puede lograr el ansiado desarrollo sostenible en su triple dimensión:
económica, social y ambiental. El Secretario General de las Naciones Unidas ha declarado que apoyar el
progreso más rápido de las mujeres no es sólo moralmente correcto, sino que tiene buen sentido político y
económico. Para lograr la igualdad, es necesario eliminar todas las formas de discriminación, abrir puertas al
potencial de las mujeres y desarrollar medidas para incluir a las mujeres en mayores condiciones de
vulnerabilidad como las niñas y mujeres migrantes, rurales, indígenas, afrodescendientes, las que viven con
alguna discapacidad y en condiciones de pobreza, entre otras.
México tiene una oportunidad histórica: ha invertido en el avance educativo de las mujeres; ha desarrollado
políticas públicas, incluyendo leyes presupuestales referentes en el mundo; cuenta con mecanismos
institucionales para el avance de las mujeres, y las mujeres tienen liderazgo y determinación para participar
plenamente en la economía, la política y la sociedad. La Reforma al Artículo Primero Constitucional en
materia de derechos humanos, es ahora la mejor garantía para avanzar con los compromisos del Estado
Mexicano para la protección de los derechos humanos de las mujeres y las niñas. El Plan Nacional de
Desarrollo por primera vez contiene una estrategia transversal para incorporar la igualdad sustantiva en los
programas sectoriales; y la armonización con los estándares de derechos humanos es parte de la agenda de
Estado. La paridad es principio Constitucional y se reflejará en las elecciones del año 2015, año que en las
Naciones Unidas se hará el examen de los avances y desafíos de la Plataforma de Beijing y los países
acordarán la agenda de desarrollo sostenible posterior al 2015.
México puede romper el círculo de la pobreza y la desigualdad si genera las condiciones necesarias para que
niñas, adolescentes y jóvenes vivan libres de violencia y discriminación y puedan acceder con mejores
oportunidades a educación, tecnología y, posteriormente, a empleos de calidad y contar con sistemas
públicos de cuidados. Sin duda es tiempo de que la igualda d sea una realidad para las niñas, adolescentes,
jóvenes y mujeres en México y el mundo. Hoy y todos los días, la igualdad entre mujeres y hombres es
progreso para toda la sociedad, es desarrollo sostenible para México. Las expectativas son altas, y así debe
ser.
Recuperado de: http://www.cinu.mx/opinion/2014/09/invertir-en-igualdad-para-las-/
CINU: Centro de Información de las Naciones Unidas.