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“Del Ejército de la Victoria al Ejército de la paz”
1. 1
Defensa y sociedad
“Del Ejército de la Victoria al Ejército de la paz”
(Evolución de la imagen del Ejército español)
Fernando Ramos
Universidad de Vigo
Introducción
Cuando Federico de Prusia, llamado “Rey soldado”,
llevó a cabo las famosas reformas en su Ejército y
alcanzó con ellas fulgurantes éxitos, acudieron
comisiones de los principales reinos europeos a la Corte
prusiana para enterarse en qué consistían y estudiarlas
para aplicarlas también en sus respectivos países. De
España se envió también al general don Juan Martín
Álvarez de Sotomayor, después Capitán general, a quien
manifestó el Rey Federico que, si bien se explicaba el
interés de las demás naciones por sus reformas
castrenses, no comprendía el caso de España, ya que esas
reformas estaban en su mayor parte inspiradas o
simplemente copiadas de una obra española: Reflexiones
Este hecho, rigurosamente
de Santa Cruz de Marcenado.
histórico, publicado en Alemania y en España, dice con
triste elocuencia muchas cosas que no es necesario
comentar, porque harto se comentan por si solas. Y era
bien sabido que el Rey Federico tenía siempre alineados
junto a su mesa de trabajo, los once tomos de las
quot;Reflexionesquot;.
Inicialmente, parece prudente ponerse de acuerdo sobre
qué cosa concreta queremos decir con algunas palabras.
Utilizamos aquí quot;Ejércitoquot; en sentido global de Fuerzas
Armadas, de institución permanente de la nación,
independientemente de los elementos que la integran, formada
por los ejércitos de Tierra, Mar y Aire, que tiene a su
cargo, por mandato constitucional la defensa del orden
institucional y el espacio territorial del país al que
pertenece
Entendido como un todo el quot;Ejércitoquot;; es decir, las
fuerzas armadas, es evidente que sus componentes esenciales
son de muy distinta naturaleza: por un lado, los
profesionales “de carrera” (generales, jefes, oficiales y
suboficiales) y, por otro, la tropa profesionalizada, con un
horizonte limitado, tras una serie de reenganches sucesivos.
2. 2
Defensa y sociedad
Es acerca de los primeros, de quienes constituyen el escalón
de mando y la profesión permanente de la milicia, a quien se
refiere al habla común cuando se refiere al quot;Ejércitoquot;. Es
sin duda a este sector decisivo al que nos referimos, al
aludir a su mayor o menos grado de politización e
intervención en las cosas propias de la política.
La creación de los ejércitos nacionales y el concepto
mismo de la causa nacional; es decir, un ejército de
ciudadanos-soldados, como defensores del interés de la nación
toda, es una de las grandes aportaciones de la Revolución
Francesa. Los ciudadanos soldados vencieron a los mercenarios
austríacos por una razón esencial: aquéllos defendían la
Revolución, una causa común; los segundos peleaban por la
paga.
En nuestro caso, el sistema nacional de reclutamiento
español ha sido siempre injusto, cuando no vergonzoso. En
1836, Mendizábal crea el sistema de “redención” por el que, a
cambio de 8.000 reales, los hijos de los terratenientes se
libraban de servir a la nación. Los soldados saldrán de la
masa de campesinos pobres, mal nutridos, analfabetos, mal
vestidos y peor instruidos morirán en acciones absurdas bajo
la dirección de oficiales incompetentes.
El intento del general Luque, de imponer, en 1912, la
obligación de que todos los ciudadanos en edad militar
cumpliese el servicio personalmente naufragó antes de ser
ensayada. Las clases pudientes lograron que se impusiera el
sistema de “cuotas”. Según la cantidad que se pudiera pagar
(1.000 o 2.000 pesetas) solamente se cumplían cinco o diez
meses. Los demás debían servir durante tres años. Diez mil de
estos pobres soldados perderán la vida en las campañas
africanas sin la menor utilidad.
Antes de que eclosionara el fenómeno que García
Trevijano califica como quot;la desnacionalización de Españaquot;, el
asunto militar ya no estaba de moda y, en todo caso, merecía
un amplio rechazo en segmentos de la población, especialmente
los jóvenes, como revela el elevadísimo número de objetores e
insumisos que se produjeron durante los últimos años de
vigencia del servicio militar obligatorio.
Es curioso observar que, en nuestros días, cualquiera de
los ejércitos europeos del entorno mantienen mayores
contenidos de liturgia militarista que el español. Incluso en
los Estados Unidos, sus diversos ejércitos conservan fórmulas
y formas que hace tiempo dejaron de practicarse en España. El
Ejército español es, hoy por hoy, una institución en proceso
3. 3
Defensa y sociedad
de reforma y revisión casi contínua, que ha ido abandonando
parte de sus propias tradiciones seculares.
Ejército y conservadurismo
Los ejércitos son, por su propia naturaleza,
conservadores, entendiendo por tales no un posicionamiento
político, sino un arraigo en lo establecido, lo que los hace
muy renuentes a los cambios no ya de los principios que
aseguran defender, sino de sus propias estructuras. Desde esa
apreciación, era conservador, y mucho, el Ejército soviético,
como lo es el Norteamericano. Desde tal perspectiva, en el
caso de España, en el proceso de reforma de la institución
militar algunos cambios fueron espectaculares.
Algunos gravísimos errores del pasado han posibilitado
que el Ejército aparezca como una institución ajena,
prácticamente al margen de la sociedad, aunque sea, en
definitiva, el último garante de la paz y de la existencia de
la sociedad misma. El Ejército garantiza, quot;última ratio
regisquot;, la autoridad del Estado. Los teóricos del
antimilitarismo reclaman que esa autoridad sea devuelva
directamente a la sociedad, considerando que no se justifica
la existencia de una organización que, en extremo, respalde y
garantice esa autoridad. El Ejército es, en suma, la última
garantía del sistemaa.
Tradicionalmente, el rechazo instintivo que la
institución militar ha provocado en amplias masas de la
población se debe a que Ejército se asocia a guerra ésta a
calamidad, muerte, ruína. En defensa de la teoría (que
sostienen casi todos los pensadores militares) de que el
oficio verdadero del soldado es la paz, el teniente general
Díez Alegría, en su libro quot;Ejército y sociedadquot;, recordaba
que las más graves y apocalípticas decisiones que se hayan
tomado fueron adoptadas por civiles, no por soldados. En
defensa de la ética de las armas, el citado autor retoma un
expresivo párrafo de la quot;España invertebradaquot;, de Ortega y
Gasset, en la que el pensador escribe: quot;Padece Europa una
a
Frente a este apreciación, un libro colectivo, editado por Pedro
Ibarra, en la colección Fundamentos, en defensa de la insumisión y de la
desaparición de los ejércitos, sostiene que el militarismo constituye una
práctica de leyes y principios cotidianos, según los cuales los
quot;militaristasquot; (teniendo aquí por tales a quienes justifican la
existencia de ejércitos) pretenden que la paz solo es posible si el
Estado cede el monopolio de la fuerza al Ejército. Como alternativa
proponen, para alcanzar sus objetivos antimilitaristas, una aguda
ofensiva quot;ideológicaquot; de lo contrario.
4. 4
Defensa y sociedad
perniciosa propaganda en desprestigio de la fuerza. Sus
raíces, hondas y sutiles, provienen de aquellas bases de la
cultura moderna que tienen un valor más circunstancial,
limitado y digno de superación. Ello es que se ha conseguido
imponer a la opinión pública europea una idea falsa de lo que
es la fuerza de las armas. Se la ha presentado como cosa
infrahumana y torpe residuo de la animalidad persistente en
el hombre. Se ha hecho de la fuerza lo contrapuesto al
espíritu o, cuando más, una manifestación espiritual de
carácter inferiorquot;.
Precisamente, para Ortega, la fuerza espiritual de las
armas, según sus propias palabras, radica en su carácter
persuasivo. El autor de la rebelión de las masas llegó a
afirmar que las propias legiones romanas, que tantas guerras
provocaron, globalmente, habían servido para evitar más
guerras que las propias guerras en las que habían
intervenido. En todo caso, Ortega también afirmaba comprender
a los antimilitaristas.
Clausewitz, subraya que la guerra es un acto político.
quot;Es un acto de fuerza para obligar al contrario a cumplir
nuestra voluntadquot;. Sensu contrario, el Ejército debe disuadir
al adversario de intentar obtener algo de nosotros por medios
violentos. Los utopistas no lo entienden así. Ni siquiera les
tranquilizan estas palabras del general Díez Alegría en la
obra ya citada: quot;Ha constituido siempre un axioma la
subordinación del Ejército al poder civil. No es preciso
gastar mucho tiempo para demostrar la necesidad de que este
postulado se cumpla. En otra forma resultaría imposible el
gobierno de la nación y la existencia misma del Estadoquot;.
Al Ejército se la ha llamado el quot;gran mudoquot;, como si
alguien quisiera considerar virtud extraordinaria lo que debe
ser (fuera de los periódicos quot;estados de opiniónquot;, que pulsan
para el mando la moral en las unidades) rutina ordinaria. Se
le ha llamado el gran desconocido, lo que en sentido amplio
no es exacto.
La memoria histórica de los pueblos
La propia experiencia vivida nutre la memoria histórica
de los pueblos. La imagen de una institución se configura
lentamente a lo largo de los siglos en un proceso continuado
y se transmite de generación en generación, de modo que
algunos tópicos, no siempre resultado de hechos ciertos,
sino de rumores y leyendas, se convierten en prejuicios
inevitables. Pero lo que nadie puede poner en duda es que
España ha vivido durante cuarenta años la consecuencia de
5. 5
Defensa y sociedad
una experiencia traumática con respecto a sus propias fuerza
armadas: El Ejército de la Victoria, de una victoria sobre
otros españoles, llegó a ser el sostén esencial del régimen
que un general victorioso, alzado contra la legalidad
constitucional, impuso a sus conciudadanos.
Cruces, medallas y laureadas perpetuaron la victoria de
unos sobre otros. Navarra incorpora a su escudo la laureada
colectiva por su aportación al bando de Franco durante la
contienda. Años después, las autoridades forales tendrán la
delicadeza de renunciar a este símbolo, reservado para el
heroísmo militar en defensa de la comunidad, y no para la
guerra civil.
Y además, toda discrepancia era severamente castigada.
No se toleraba el menor atisbo de opinión contraria. El
exceso de oficiales, dado el elevado número de
quot;provisionalesquot; (algunos apenas con unos años de bachiller)
que se quedan en las unidades, trataba de aliviarse a través
de la compuerta de los destinos civiles. Un conocido
periodista gallego fue recluido en el calabozo del Regimiento
de Caballería Talavera XIII, porque escribe un diálogo entre
dos paisanas de la aldea, una de las cuales relata a otra que
quot;su hijo estudiaba para coronel porque quiere entrar en
Haciendaquot;. La broma no se toleraba.
Manuel Fernández Areal, director de Diario Regional de
Valladolid, fue sometido incluso a un consejo de guerra y
condenado a pena de reclusión, en su calidad de oficial de
milicias, por publicar un artículo proponiendo la sustitución
del Ejército de recluta por profesionales.
La realidad del Ejército de la Victoria fue un
permanente recordatorio de la tragedia civil: la bandera más
condecorada, la de quot;Regulares 2quot;, lo es, en gran medida,
además de su participación en las guerras africanas, por la
campaña de la denominada quot;Cruzada de Liberación Nacionalquot;. De
este modo, el palmarés de nuestros regimientos se tiñó con la
sangre de unos españoles derramada por otros españoles.
Franco instituyó quot;la banda y el cordón de la victoriaquot;: jefes
y oficiales lucirán una banda o un cordón que recuerda la
guerra civil permanentemente. Hasta la llegada de la
democracia, no será suprimido este símbolo de la lucha
fratricida.
En los cuarteles se rendía homenaje a los caídos, ante
monolitos, cuyas leyendas e inscripciones recordaban
6. 6
Defensa y sociedad
únicamente a las bajas del bando nacional. Para muchos, el
Ejército nacional será para siempre el ejército del
franquismo. Ese poso será difícil de borrar. La
identificación entre franquismo y Ejército va a perdurar
durante años. El Ejército asume la salvaguarda permanente del
régimen y es el cuidador de sus esencias.
Un determinado modelo de ejército
El psicólogo Norman Dixon1 advierte que estos rituales
litúrgicos, repetidos más o menos en todos los ejércitos,
tienen propensión a atraer a determinados tipos de individuos
que pueden llegar a una amenaza si llegan a ocupar
determinados puestos de mando. Acentuando las características
de este tipo de militarismo, el más negativo de todos, Dixon
señala: quot;Estas personas pueden sentirse atraídas por las
organizaciones militares debido a que éstas han creado, por
necesidades de propia subsistencia, mecanismos perfeccionados
como rituales y actividades rutinarias, la disciplina, las
estructuras jerárquicas de mando y una serie de rígidos
convencionalismos que solamente permiten dar salida a la
agresividad sin producir ansiedad, sino que además llegan de
hecho a reducir ansiedades cuyo origen puede estar en
momentos anteriores a la vida del sujetoquot;.
Nuestro Ejército se correspondía tradicionalmente con
ese quot;modelo dixonianoquot;; es decir, la vieja costumbre de
destacar lo superfluo y hacer de lo complementario lo más
relevante. Eso ocurre cuando los ejércitos, en lugar de
entrenarse para el combate, la instrucción de las armas, la
formación cultural y humana de sus soldados, la preparación
global de su personal, solamente atiende a las formaciones de
orden cerrado, la instrucción rutinaria en el patio, los
desfiles y las procesiones, cosa harto frecuente en el
pasado.
La superación de la desconfianza
Durante la fase pre constitucional y la primera andadura
de nuestra Carta Magna se sucedieron las actitudes
abiertamente rebeldes de algunos mandos, antes y después del
23 F, así como los manifiestos de jóvenes capitanes, además
de abundantes desaires y muestras de indisciplina ante el
teniente general Gutiérrez Mellado, pieza esencial de la
controvertida reforma. Algunos altos mandos llegaron a
reclamar y defender, durante ese periodo, la quot;autonomía
7. 7
Defensa y sociedad
militarquot;, como si el Ejército no fuera, en definitiva, una
institución más del Estado, sometida al poder civil como
cualquier otra.
En la Pascua Militar de 1978, se produjo un hecho
significativo que, de manera particularmente descarnada,
reflejó la mentalidad de una parte significativa de la cúpula
militar española, que seguía viviendo el espíritu de la
llamada “Cruzada” cuarenta años después. El hecho es
especialmente llamativo, teniendo en cuenta de que alguna de
las más notables estirpes militares españolas tienen su
origen en “guerrilleros” y héroes populares, surgidos
directamente del pueblo, sin formación militar alguna.
El 5 de enero de aquel año, en acto celebrado en el
Cuartel General del Ejército, hablaba el jefe de dicho
organismo, general Vega Rodríguez, en presencia del
vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa,
Gutiérrez Mellado.
Tras referirse a la “disciplina intelectual” que obliga
a los militares a imponerse sobre sus propios puntos de vista
personalmente, para cumplir las órdenes que le son dadas,
afirmó literalmente, refiriéndose al recurrente tema de la
guerra civil2:
…”Pero incluso en el bando opuesto a nosotros se han
destacado personas que, a lo mejor, si hubiesen sentido
vocación a una edad temprana, hubiesen sido unos magníficos
generales y quizá no hubieran pensado de la manera que
pensaban y me estoy refiriendo a Modesto, Líster, etc., que
indiscutiblemente tenían algunas virtudes militares que tanto
nos interesa tener, sobre todo en los más altos escalafones”…
Por primera vez en la historia, un soldado de Franco
tenía un gesto de reconocimiento y gallardía hacia el talento
militar de sus adversarios. Pero, pese a la evidente razón de
este comentario, sus palabras causaron un enorme escándalo.
El general Iniesta Cano, uno de los más característicos
miembros del entonces denominado “bunquer” franquista, se
santiguó, como dando a entender que lo que estaba escuchando
era un disparate.
Uno de los más tristes y penosos episodios de la aquel
largo periodo fue el cruel trato que recibieron los mutilados
republicanos. A finales de los años setenta, todavía
sobrevivían 9.000 de ellos, condenados a la muerte civil. Ni
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Defensa y sociedad
eran reconocidos como sus compañeros del bando nacional, ni
tampoco podían acogerse a las prestaciones de la Seguridad
Social en calidad de lisiados. El Tribunal Supremo, en
sintonía con la doctrina oficial del régimen, llegó a
desestimar sus reclamaciones para ser equiparados a los
soldados del bando franquista.
De la mentalidad imperante en las Fuerzas Armadas de
entonces, dos significativa evidencia dos hechos: el
procesamiento y arresto del comandante Julio Busquet, por
haber publicado un estudio de sociología militar (sobre el
militar de carrera en España) o la expulsión de cuatro
cadetes del Ejército de Tierra, acusados, entre otras cosas,
de mantener contacto con universitarios o leer revistas de
economía u otras publicaciones de carácter general, de
circulación legal en el país.
El impacto causado en la clase militar por el fenómeno
de la UMD (Unión Militar Democrática), de la que la sociedad
tiene conocimiento público en el verano de 1975, fue
rápidamente conjurado por la estructura de represión judicial
que cae con toda severidad sobre los oficiales que reclaman
simplemente la homologación de España con el resto de los
países de la mayor parte de Europa.
Superada la transición política, la actitud leal a la
Constitución del conjunto de las Fuerzas Armadas, provocó que
la sociedad comenzara a mirar hacia los cuarteles con una
nueva confianza. Pese a la drástica reducción de efectivos
que supuso, la modernización del Ejército de Tierra devolvió
la ilusión profesional a amplios sectores de oficiales, a
quienes se ofrecía una nueva perspectiva en su carrera, que
culminaría cuando comenzaron a salir al exterior en misiones
de paz.
quot;Los militares (hablamos de los militares profesionales)
se han definido siempre como un grupo propio, aislado. quot;Se
consideraban servidores del Estado _escribe el historiador y
militar Gabriel Cardona_, o más propiamente del Rey, pero de
rango superior al de los funcionarios civiles. La
aparatosidad de los uniformes compensaba la escasez de
sueldoquot;.
9. 9
Defensa y sociedad
El concepto de defensa nacional hoy
Conviene recordar que el concepto de defensa nacional se
fundamenta en el ordenamiento constitucional y vincula a toda
la sociedad en la salvaguarda de la soberanía e intereses
nacionales. La Ley Orgánica de Criterios Básicos de la
Defensa Nacional y la Organización Militar (L. O. 6/1980,
modificada parcialmente por la L. O. 1/1984) define la
defensa nacional como “la disposición, integración y acción
coordinada de todas las energías y fuerzas morales y
materiales de la nación ante cualquier forma de agresión,
debiendo todos los españoles participar en el logro de tal
fin. Tiene por finalidad garantizar de modo permanente la
unidad, soberanía e independencia de España, su integridad
territorial y el ordenamiento constitucional, protegiendo la
vida de la población y los intereses de la Patria” (art. 2).
“Será regulada de tal forma que, tanto en su preparación y
organización, como en su ejecución, constituya un conjunto
armónico que proporcione una efectiva seguridad nacional”
(art. 3). Y en el primer artículo determina que “la defensa
nacional y la organización de las Fuerzas Armadas son
competencia exclusiva del Estado”.
La defensa nacional no afecta sólo a las Fuerzas Armadas
y a la organización militar. Es un concepto integrador que
concierne a todos los componentes del Estado: a los
ciudadanos en tanto que individuos, a la sociedad articulada
a través de todos sus elementos constitutivos, y a los
poderes públicos. En su artículo 30, la Constitución dice que
“los españoles tienen el derecho y el deber de defender a
España”.
La Constitución implica a todos en la protección de unos
valores e intereses que son patrimonio común, en concordancia
con la aspiración de España, proclamada en el preámbulo del
texto constitucional, de “colaborar en el fortalecimiento de
unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos
los pueblos de la Tierra”. Los propios ciudadanos son base
fundamental de la defensa nacional, afirma la citada Ley
Orgánica de Criterios Básicos en su artículo 14.2. “Por ello
—añade— el Gobierno cuidará de desarrollar el patriotismo y
los principios y valores reflejados en la Constitución”.
La Constitución asigna a las Fuerzas Armadas un puesto
entre los pilares básicos del orden constitucional y las
vincula al sentido mismo del Estado, que el Rey representa.
En su artículo 8, dentro del título preliminar, les
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Defensa y sociedad
encomienda la misión de “garantizar la soberanía e
independencia de España, defender su integridad territorial y
el ordenamiento constitucional”. Establece asimismo que
corresponde al Rey —jefe del Estado y símbolo de su unidad y
permanencia (art. 56.1)— el mando supremo de las Fuerzas
Armadas (art. 62 h), así como, previa autorización de las
Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz (art.
63.3). Y al Gobierno (art. 97), dirigir “la política interior
y exterior, la Administración civil y militar y la defensa
del Estado”.
Así, pues, la defensa nacional concierne a todos los
españoles y constituye la misión específica de las Fuerzas
Armadas. Bien es cierto que, hoy en día, los ejércitos de los
países democráticos tratan de orientarse más como
instituciones al servicio de la paz internacional, bajo el
mandato de las Naciones Unidas que como meros defensores de
su propio ámbito territorial.
La adopción por parte de España de una estrategia
estrictamente defensiva (conforma al mandato constitucional),
compatible con la participación de nuestros soldados en
misiones de paz en el exterior constituye el eje del nuevo
Concepto Estratégico de la Defensa. Los analistas estiman que
la única zona de posible conflicto que amenaza a España se
halla en el Norte de África, estrechamente relacionada con la
situación general en el Mediterráneo y las pretensiones
marroquíes sobre Ceuta y Melilla. Analistas y opinión
pública, según revelan las encuestas del CIS (Centro de
Investigaciones Sociológicas) coinciden.
El fracaso de una política de reclutamiento
A propósito del actual fracaso de ejército profesional
en España, ya que no se consigue cubrir las previsiones de
recluta, y en consecuencia, las plantillas mínimas de buques
y unidades, se afirma que, pese a la alegría con que fueron
recibidas las perspectivas profesionales anunciadas, los
jóvenes se quejan de no encontrar lo que se les prometió y se
critica la excesiva improvisación del Gobierno que ha seguido
una política contradictoria en este aspecto. Por otro lado,
pese a su aprovechamiento propagandístico, en torno a las
misiones de paz de nuestros soldados en el exterior, las
funciones que éstos realmente realizan en tales casos son
propias de una ONG y podría ser ejercida con la misma
eficacia por cualquier grupo de voluntarios, adecuadamente
organizados.
11. 11
Defensa y sociedad
En 1998, Defensa activó una gran campaña publicitaria
para estimular el alistamiento, con una inversión de 1.600
millones de pesetas. El resultado fue decepcionante. En la
siguiente campaña se invirtieron 1.950 millones de pesetas.
El Ministerio de Defensa puso en funcionamiento una caravana
que recorrió ciudades, eventos deportivos, playas, etc. para
llevar a los jóvenes información sobre el nuevo Ejército
Profesional. Tampoco hubo respuesta. Desde entonces, el
dinero público se ha gastado con largueza y año tras año,
pero sin los resultados esperados: los aspirantes siguen
estando muy por debajo de las previsiones y, lo que es peor,
de las necesidades reales de la defensa nacional.
Las soluciones alternativas, dispuestas para afrontar
tales carencias, han causado enorme perplejidad en la opinión
pública española: La falta de soldados obligó incluso a
sustituir centinelas por vigilantes jurados en la Academia
Militar de Zaragoza, el centro de enseñanza más importante
del Ejército de Tierra. La insólita medida fue justificada
desde el ministerio como quot;externalización de serviciosquot;.
Ante esta situación, José Luis Soláns Rodríguez,
escribe: Como sigamos así llegaremos a una nación defendida
por vigilantes jurados (…) Todo esto parece el broche de una
serie de medidas “políticamente correctas” pero al parecer de
lo más negativo para la defensa y economía de la nación.
Hemos asistido a una carrera vertiginosa entre los dos
principales partidos políticos, el PSOE primero y el PP
después, para ver quién acababa antes con el Servicio Militar
Obligatorio. Los medios de comunicación nos han dado a
conocer unas increíbles manifestaciones del ministro de
Defensa, sobre todo, viniendo de un profesional de las FAS,
en las que dijo haber terminado con la “puta mili”, y
vanagloriándose de que casi un millón y medio de españoles,
que tenían que haber prestado el Servicio Militar, ya no lo
tenían que realizar por haber llegado a la fecha límite de
extinción del servicio.
Ante la necesidad de encontrar soldados donde fuera,
además de reducir sensiblemente el nivel de exigencia
intelectual para ingresar en los ejércitos, se incorporaron
los primeros hijos de emigrantes españoles, 304 jóvenes de
doble nacionalidad, procedentes de Argentina y Uruguay que se
habían alistado al ejército español. Se trataba de una
experiencia piloto del Ministerio de Defensa para captar
militares en América hispana y poder completar así el cupo
establecido. Pero alguno de los alistados causó baja de
12. 12
Defensa y sociedad
inmediato y confesó que lo que realmente le interesa es ser
futbolista.
La imagen del ejército en la sociedad actual
Pese a los problemas descritos, hoy en día, la imagen que
tienen los españoles de sus fuerzas armadas, del Ejército, se
ha modificado de manera radical y, según revelan
repetidamente las encuestas al respecto3, hay dos variantes
esenciales: es peor entre las mujeres que entre los hombres,
y mejora según la edad de los encuestados.
Tradicionalmente, los mayores de 45 años suelen tener
mejor concepto del Ejército que los menores de esa edad.
Quienes fueron soldados, pese a reconocer críticamente las
disfunciones históricas de la institución, compensan con los
recuerdos de juventud, la camaradería, las bromas y los
desahogos de aquellos días la impresión o incluso las
experiencias negativas personales. En 1996, la mayoría de
quienes pasaron por los cuarteles, de ser sinceras sus
respuestas, no tenían inconveniente en que sus hijos
repitieran la experiencia.
Actualmente, la mayoría de los españoles 8(85,2 por
ciento) se siente muy o bastante orgulloso de ser español,
frente al 12 por ciento que dice sentirse poco o nada, según
un estudio del CIS, realizado en febrero de 2002, último
conocido al respecto. Sólo una pequeña parte de los
encuestados creía entonces que había algún país que
representara una amenaza militar para España y de ellos la
mitad citaba a Marruecos.
La encuesta analiza la opinión de los españoles sobre la
quot;Defensa Nacional y el Ejércitoquot; y, al hilo de ello, el
sentimiento de los españoles sobre distintos símbolos
nacionales. De esta manera, si el orgullo de ser español es
mayoritario, el porcentaje es menor cuando se analiza
comportamiento ante los símbolos nacionales, aunque sigue
siendo mayoritaria la percepción favorable.
Así, el estudio del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) revela que el 22,4 por ciento de los
españoles siente una emoción muy fuerte cuando ve la bandera
española en un acto o ceremonia y el 25,4 por ciento cuando
escucha el himno nacional. Junto a ello, hay un 39,1 por
ciento que siente algo de emoción con la bandera y un 37,3
por ciento con el himno. En total, un 61,5 por ciento siente
13. 13
Defensa y sociedad
emoción al ver la enseña nacional y el 62,7 por ciento al
escuchar el himno. Por el contrario, un 35,4 por ciento
siente muy poca o ninguna emoción cuando ve la bandera
española en un acto o ceremonia y el 25,8 ciento lo mismo
ante el himno. Similares porcentajes se recogen cuando se
pregunta el sentimiento ante un acto o ceremonia carácter
militar como un desfile, una jura de bandera o cualquier otro
acto castrenseb.
La encuesta señala que casi un 70 por ciento considera
justificado que el Gobierno ordene una acción militar en caso
de invasión España. Además, es también muy amplia la opinión
(el 84,1 por ciento de los consultados) favorable a que
España participe en misiones de paz bajo mandato de la ONU.
La difusión de la cultura militar
Las oficinas de prensa de los diversos departamentos
militares, instituciones y servicios cumplen, con creciente
profesionalización, la labor de divulgar la propia actividad
de las instituciones dedicadas a la defensa nacional y tratan
de responder a las preguntas de los periodistas o servir de
elemento de contraste de las informaciones más delicadas.
b
Otro dato que revela el estudio es que la gran mayoría de los
encuestados (el 90 por ciento) estaría dispuesta a arriesgar su vida por
la de otra persona y son mayoría los que lo harían por principios como
la paz o la libertad, siendo menor el número de los que se sacrificaría
por la patria. Así, casi un 80 por ciento estaría dispuesto a arriesgar
su vida por la paz, el 75 por la libertad y el 50 por ciento por la
justicia. Un 43,9 por ciento lo haría por su patria, nación o país. Esta
idea está en consonancia con lo que los encuestados aseguran que harían
en caso de que España fuera atacada militarmente. Un 20,5 por ciento
asegura que estaría dispuesto a participar voluntariamente en la defensa
del país, un 25,3 por ciento dice que quot;probablemente síquot;, un 18,1 por
ciento que quot;probablemente noquot; y el 30 por ciento que quot;no, con toda
seguridadquot;.
En el mes de febrero de 2002, cuando se llevó a cabo la encuesta
del CIS, la mayoría de los españoles consideraban que la inestabilidad en
los países del Norte de África (Marruecos, Argelia, etc.) eran los focos
posibles conflicto internacional que podrían afectar más a la seguridad
España. Un 41 por ciento opinaba que eran los conflictos en la antigua
Yugoslavia y tan sólo el 1,6 por ciento los de Unidos con otras zonas.
Sin embargo, la mayoría, el 70 por ciento, consideraba que no hay ningún
país que represente actualmente una amenaza militar para España. Entre el
17 por ciento que opinaba que sí existía algún país que represente una
amenaza militar, la mitad citaba a Marruecos y el 23 por ciento a los
países árabes o islámicos.
14. 14
Defensa y sociedad
La Revista Española de Defensa es una interesante, pero
no completada experiencia. La falta de adecuado lanzamiento y
publicidad de apoyo limita el conocimiento de ésta bien
construida publicación a muy limitados círculos de
interesados, si bien las reducciones económicas ha rebajado
los planteamientos con que fue inicialmente concebida, pese a
lo cual no se ha resentido su contenido. Junto a los asuntos
más específicamente de la defensa nacional, incluye artículos
y trabajos de pensamiento, cultura, divulgación y
documentación histórica sobre materias militares de rigurosa
factura.
Menos conocidas, fuera de los ámbitos profesionales, son
las publicaciones específicas quot;Ejércitoquot;, la Revista General
de Marina o la de Aeronáutica. Estas tres revistas precisan
una puesta al día acelerada, sobre todo si las comparamos con
revistas parecidas de países de nuestro entorno cultural.
Además de las publicaciones específicas de los respectivos
estados mayores de los tres ejércitos, el Servicio Histórico
Militar posee un interesante fondo, poco conocido fuera de
los círculos especializados, pero de enorme interés para
quien desee conocer aspectos inéditos de una institución
mucho más rica y variada de lo que, a primera vista, pudiera
parecer.
España cuenta ya con un no muy numeroso, pero
sobresaliente número de pensadores militares, que escriben,
analizan y divulgan, incluso desde la crítica, temas de
defensa. Resultan de enorme interés los trabajos del coronel
e historiador Carlos Blanco, cuyo libro sobre Franco y el
general Vicente Rojo –personaje éste por el que siente
notable atracción-, trasciende a su objetivo de contraponer
la figura del aventurero africanista (Franco) con el militar
de estudio y reflexión, Rojo. Son asimismo de enorme interés
las aportaciones del ex militar y profesor universitario
Gabriel Cardona, cuyo libro quot;Historia del Ejércitoquot; es una
espléndida aproximación a lo que el autor denomina quot;un grupo
social diferentequot;. Lo mismo cabe decir de las aportaciones
del coronel Gonzalo Parente o del general Cuartero, entre
otros.
Pero España no ha recuperado todavía totalmente, pese a
notables esfuerzos individuales, en el ámbito de la cultura y
el pensamiento militar, el avance y la originalidad de la
Colección de Bibliografía Militar, en la que destacaba la
altura intelectual de los entonces jóvenes capitanes Emilio
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Defensa y sociedad
Alamán Ortega y, sobre todo, Vicente Rojo Luch, a quienes la
guerra colocará en diferentes trincheras.
Los propios historiadores militares del bando nacional
reconocen que la nómina de pensadores leales a la República
es netamente superior a la de los “africanistas” que se
alzaron contra el régimen legalmente vigente en España.
Como escribe Gonzalo Cerezo4, “La CBM ayuda a ver que,
en diferentes momentos de la historia española y,
particularmente en el horizonte que descubre la Colección,
los militares españoles sentaron las bases para la
construcción de doctrinas originales, coincidiendo con otros
impulsos de renovación que surgían en la sociedad de su
tiempo”.
En nuestros días, la Editorial Ejército ha continuado,
la labor iniciada por la Colección Bibliográfica Militar, que
en los últimos cincuenta años ha publicado medio centenar de
obras de desiguales contenidos. No obstante, la renovación
iniciada en 1978 supuso un revulsivo interesante sobre las
etapas anteriores, que hoy en día sigue precisando renovados
esfuerzos actualizadores.
1
DIXON, Norman F., Sobre la psicología de la incompetencia militar”,
Anagrama, Barcelona, segunda edición, 1991, pág. 215 y ss.
2
FERNÁNDEZ, Carlos, Los militares en la transición política”, Argos
Vergara, Barcelona, 1982, pág. 196.
3
“La supresión del servicio militar obligatorio. La experiencia de la
mili”. Informe publicado en el diario EL CORREO GALLEGO, viernes, 24 de
mayo de 1996, pág 22.
4
CEREZO, Gonzalo, Una aventura intelectual olvidada, Revista Española de
Defensa, abril de 1988, págs. 62 y ss.