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LA JAULA
VACÍA
El amor te libera
UNCIÓN CON
CLARA INTENCIÓN
Por qué necesitamos del
Espíritu Santo
LA SOCIEDAD
DEL DINERO
ELECTRÓNICO
¡Adiós mi plata!
CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
Conéctate
A nuestros amigos
Disponemos de una amplia gama
de libros, casetes, compactos y
videos que alimentarán tu espíritu,
te infundirán ánimo, ayudarán a tu
familia y proporcionarán a tus hijos
amenas experiencias educativas.
Escribe a una de las direcciones que se
indican a continuación o visítanos en:
www.conectate.org
México:
Conéctate
Apartado 11
Monterrey, N.L., 64000
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Correo 21
Santiago
conectatechile@mi-mail.cl
(0) 94697045
Colombia:
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Apartado Aéreo 85178
Santafé de Bogotá, D.C.
conectate@andinet.com
Estados Unidos:
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P.O. Box 462805
Escondido, CA 92046–2805
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(1-877) 862 32 28 (número gratuito)
Europa:
Activated Europe
Bramingham Pk. Business Ctr.
Enterprise Way
Luton, Beds. LU3 4BU
Inglaterra
activatedEurope@activated.org
(07801) 442317
DIRECTOR
Gabriel Sarmiento
DISEÑO
Giselle LeFavre
ILUSTRACIONES
Doug Calder
PRODUCCIÓN
Francisco López
AÑO 5, NÚMERO 4
Abril de 2004
© 2004, Aurora Production AG.
Es propiedad. Impreso en Tailandia.
http://es.auroraproduction.com
A menos que se indique otra cosa,
todas las frases textuales de las
Escrituras que aparecen en Conéctate
provienen de la versión Reina–Valera
de la Biblia, © Sociedades Bíblicas
Unidas, 1960.
Hace unos meses en esta misma columna
reproduje unas concluyentes palabras de
Mahatma Gandhi (1869–1948), que afirmó:
«No conozco a nadie que haya hecho más por la humanidad que
Jesucristo». Gran parte de la humanidad —tanto la que abraza
el cristianismo como la adherida a otras creencias— coincidiría
con dicha afirmación. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿qué
cambios y renovaciones se habrían frustrado en el mundo de no
haber divulgado los discípulos de Cristo lo que vieron, oyeron
y aprendieron estando con Él. Todo lo acontecido habría caído
fácilmente en el olvido.
Debemos tener presente que el ministerio público de Jesús
—de escasos tres años y medio de duración— no quedó docu-
mentado en artículos de periódico ni dio la vuelta al mundo en
grandes noticieros de TV, como habría sucedido en la actualidad.
¿Cuántas personas calculamos groso modo que presenciaron
alguna vez un milagro de Cristo u oyeron hablar de Él? ¿Cin-
cuenta mil? ¿Cien mil? ¿Cuántos lo vieron morir en la cruz? Unos
trescientos o cuatrocientos tal vez. ¿A cuántos se les apareció
luego de resucitar en la mañana de Pascua? Según 1 Corintios
15:4-6, el número apenas superó los quinientos.
Si bien Jesús hizo lo que nadie más podía hacer —morir por
nuestros pecados—, Sus discípulos también hicieron lo que sola-
mente ellos podían hacer: mantener vivo Su mensaje.
¿Qué habría pasado si después de la muerte de Cristo, Simón
Pedro y sus condiscípulos ex pescadores hubieran vuelto de forma
permanente a su anterior actividad, la pesca (Juan 21:2,3)? ¿Qué
habría sucedido de haber retomado Mateo su oficio de cobra-
dor de impuestos? ¿Qué habría sido de la doctrina cristiana si el
escéptico de Tomás hubiera seguido aferrado a sus suspicacias?
¿Qué habría pasado si los discípulos hubieran desoído las instruc-
ciones finales que Jesús les comunicó poco antes de Su ascen-
sión —que esperaran la promesa del Padre, el Espíritu Santo— y
por tanto no hubieran recibido «poder desde lo alto» (Lucas
24:49)? ¿Cuántos millones habrían muerto sin conocer al Salva-
dor? ¿Habría perdurado siquiera el Evangelio hasta el día de hoy?
Al conmemorar la resurrección de Jesús esta Semana Santa,
celebremos también el poder del Espíritu Santo y aclamemos a
quienes mantuvieron vivo el Evangelio dando a conocer a Jesús
entre sus congéneres. En aquellos tiempos la misión les fue con-
fiada a ellos; ¡hoy depende de nosotros!
Gabriel Sarmiento
En nombre de Conéctate
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
—¿Cuánto? —volvió a
preguntar el hombre.
El muchacho lo miró
como si estuviera loco y
le dijo:
—Diez dólares.
El hombre metió la
mano en el bolsillo y sacó
un billete de diez dóla-
res. Lo puso en la mano
del muchacho y tomó la
jaula. En un abrir y cerrar
de ojos, el muchachito
desapareció.
El señor llevó la jaula
hasta un prado donde
había un árbol. Segui-
damente abrió la jaula y
soltó los pájaros.
Al día siguiente
—el día de Pascua— les
mostró a unos amigos
la jaula vacía y les contó
su encuentro con el
muchacho y los pájaros.
A continuación relató la
siguiente alegoría:
Cierto día, Satanás y
Jesús conversaban.
—Pues sí —se rego-
deaba Satanás—. Acabo
de atrapar a un mundo
entero de gente. Les tendí
una trampa y los agarré a
todos.
—¿Qué vas a hacer
con ellos? —le preguntó
Jesús.
—¡Me voy a divertir un
rato! —respondió Sata-
nás con impía satisfac-
ción—. Voy a enseñarles a
mentir, a engañar, a robar
y a matar. ¡Me lo voy a
pasar en grande!
—¿Y qué vas a hacer
cuando termines con
ellos? —preguntó Jesús.
—Los mataré
— replicó orgullosa-
mente Satanás.
—¿Cuánto quieres por
ellos? —indagó el Señor.
—Bah, ¿para qué los
quieres? No sirven para
nada. Acabarán odián-
dote. Solo te traerán
angustia y pesar, y al final
terminarán por matarte.
No te conviene para nada
esa gente.
—¿Cuánto? —volvió a
preguntar Jesús.
Satanás lo miró y
repuso con aire despec-
tivo:
—¡Tu VIDA!
—¡TRATO HECHO!
Seguidamente, Jesús
pagó lo convenido. •
EL DÍA ANTES DE LA
PASCUA, un hombre que
había salido de paseo vio
a un muchachito que se
dirigía hacia él portando
una vieja jaula oxidada.
Lo detuvo y le preguntó
qué tenía en ella.
—Tres pájaros —con-
testó—. Me los voy a
llevar a casa para diver-
tirme un rato. Los voy
a molestar y sacarles
las plumas para que se
pongan a pelear.
—Pero a la larga te
cansarás de los pajaritos
—dijo el hombre—. ¿Qué
harás con ellos entonces?
—Ah, tengo unos gatos
—respondió el mucha-
chito—. Les gustan los
pájaros. Se los daré para
que se los coman.
El caballero enmude-
ció por un momento.
—¿Cuánto quieres por
ellos, hijo?
—¿Qué? —preguntó el
muchacho incrédulo—.
¿Para qué los quiere? Son
pájaros de campo nada
más. No cantan, y ni
siquiera son bonitos.
«¿Para qué los quiere? Son pájaros de campo nada más. No
cantan, y ni siquiera son bonitos».
ANÓNIMO
LA JAULA VACiA
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 3
EN PASCUA SE CONME-
MORA la resurrección de
Jesús. Su cruel muerte por
crucifixión coincidió con
la celebración de la Pascua
judía. Lo que los judíos
llevaban más de 1.000 años
representando por medio
del sacrificio de corderos y
la cena de Pascua fue pre-
cisamente lo que sufrió el
Cordero de Dios. Al mismo
tiempo que por toda la
tierra de Israel selecciona-
ban y mataban el cordero
pascual, Jesús era crucifi-
cado.
Amén de esto, la misma
forma en que Jesús murió
significó el cumplimiento
de muchas otras profecías
del Antiguo Testamento con
asombrosa precisión.
«Como cordero fue lle-
vado al matadero; y como
oveja delante de sus tras-
quiladores, enmudeció, y
no abrió Su boca» (Isaías
53:7). Durante el juicio de
Jesús ante Poncio Pilato
—en el que estaba en juego
Su vida—, no pronunció
palabra alguna para defen-
derse (Mateo 27:12-14).
Unos 1.000 años antes
que se instituyera la cru-
cifixión como método de
ejecución en el Imperio
Romano, el rey David
escribió del Mesías: «Todos
Mis huesos se descoyun-
taron [...]. Horadaron Mis
manos y Mis pies» (Salmo
22:14,16). En la muerte por
crucifixión, el propio peso
de la víctima le dislocaba
La
DAVID BRANDT BERG
✯
4 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
los brazos. A la mayoría de
los condenados los ataban
a la cruz. En cambio, a
Jesús lo clavaron a la Suya
traspasándole las manos y
los pies.
Los romanos tenían
además por costumbre
quebrar las piernas de los
condenados que no hubie-
ran muerto a pesar de
llevar horas colgados de la
cruz. Al perder el punto de
apoyo de los pies, el peso
del cuerpo hacía colapsar
las vías respiratorias y los
pulmones, lo cual acele-
raba la muerte. Cuando
los verdugos romanos se
aprestaban a romperle
las piernas a Jesús, des-
cubrieron que ya estaba
muerto. Así se cumplió
otra profecía bíblica:
«[Dios] guarda todos Sus
huesos; ni uno de ellos
será quebrantado» (Salmo
34:20).
En lugar de romperle las
piernas para garantizar
su defunción, uno de los
soldados romanos le clavó
una lanza en el costado
atravesándole el corazón.
«Al instante salió sangre
y agua», reza el Evangelio
(Juan 19:34). Así se cum-
plió la Escritura: «He sido
derramado como aguas
[...]; mi corazón fue como
cera, derritiéndose en
medio de Mis entrañas»
(Salmo 22:14). Cabe pensar
que de una herida de lanza
saldría sangre, no agua.
¿De dónde provino esta?
Los médicos han descu-
bierto que quienes mueren
con gran angustia sufren
una enorme acumulación
de agua alrededor del
corazón. Imagínate: Jesús
murió de pena, por ti y por
mí.
Además, en aquel
momento se sintió como
un pecador perdido. Pasó
por una experiencia por la
que, gracias a Dios, noso-
tros nunca tendremos que
pasar: no sólo la cruci-
fixión, no sólo la agonía
física, sino el dolor y la
angustia mental y espiri-
tual de sentirse abando-
nado por Dios. Al morir,
«Jesús clamó a gran voz,
diciendo: “Elí, Elí, ¿lama
sabactani?” Esto es: “Dios
mío, Dios mío, ¿por qué
me has desamparado?”»
(Mateo 27:46).
¿Lo había desamparado
Dios? Sí, momentánea-
mente. Tuvo que hacerlo
para que Jesús muriera
como un pecador, sin Dios.
Imagínate: murió angus-
tiado como una persona
no salvada. Dios tuvo que
volverle la espalda tempo-
ralmente a Su propio Hijo
para que pereciera como
un pecador.
¿Respondió Dios a Jesús
cuando estaba en la cruz?
En la Escritura no consta
ninguna respuesta. En
aquel momento sintió que
Dios lo había abando-
nado, justo cuando más lo
necesitaba.
Jesús murió sufriendo
la angustia de un pecador
perdido, sin salvación, sin
Dios, que muere por sus
propios pecados; sólo que
en Su caso murió por los
nuestros, por los pecados
del mundo entero. Estuvo
dispuesto a sufrir todo
aquello para propiciar
nuestro perdón y darnos
la vida eterna. ¡Qué
demostración de amor!
«Se dispuso con los
impíos Su sepultura,
mas con los ricos fue en
Su muerte» (Isaías 53:
9). Jesús fue condenado
injustamente junto a dos
delincuentes comunes
(Mateo 27:38). Pese a ello,
luego de morir, un hombre
acaudalado que se con-
taba entre Sus seguidores
—José de Arimatea— puso
el cuerpo de Jesús en una
tumba nueva que tenía
(Mateo 27:57-60).
Una vez sepultado,
las autoridades religio-
sas judías pretendieron
asegurarse de que los
discípulos no hurtaran
el cuerpo y adujeran que
había resucitado. Así que
se selló la tumba, y unos
soldados romanos mon-
taron guardia delante de
ella (Mateo 27:62-66).
Tres días después,
cuando María Magdalena
y la otra María se presen-
taron en el sepulcro de
madrugada, se les apare-
ció un ángel que retiró la
piedra de la entrada. «De
miedo de él los guardas
temblaron y se quedaron
como muertos. Mas el
ángel […] dijo a las muje-
res: “No temáis […]. No
está aquí, pues ha resuci-
tado, como dijo”». Entonces
el ángel indicó a las muje-
res donde había yacido el
cuerpo de Jesús (Mateo 28:
1-8). ¡Había resucitado de
los muertos! •
Dios
tuvo que
volverle la
espalda
temporal-
mente a
Su propio
Hijo
para que
pereciera
como un
pecador.
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 5
SEGÚN MUCHAS
RELIGIONES,
PARA AGRADAR
AUTÉNTICAMENTE A
DIOS Y ACERCARNOS
A ÉL ES NECESARIO
SUFRIR. ¿ES VERDAD
TAL AFIRMACIÓN?
SI LA NEGACIÓN DE MÍ
MISMO, EL SACRIFICIO
Y EL SUFRIMIENTO
NO CONDUCEN A LA
SALVACIÓN, ¿QUÉ
PUEDO HACER PARA
SALVARME?
RESPUESTAS
A
TUS
INTERROGANTES
Respuesta: De ninguna
manera. Dios te ama y
desea que seas feliz y dis-
frutes de la vida. Creó este
mundo tan hermoso para
transmitirnos Su amor y
motivarnos a amarle. Una
de las mejores maneras de
manifestarle nuestro amor
y nuestro agradecimiento
por todo lo que ha hecho
por nosotros es ser alegres
y alabarlo continuamente.
Sin embargo, muchos
lamentablemente igno-
ran que Dios quiere que
sean felices. Para muchos,
religión es sinónimo de
tristeza y sufrimiento. Son
innumerables las personas
para quienes la devoción
y la piedad consisten en
una negación absoluta de
toda felicidad humana
y de todo acto de placer.
Algunos consideran que
todo goce físico es nece-
sariamente perverso o
pecaminoso. Alguna
pobre gente llega incluso a
torturarse pensando que
eso la acerca a Dios. Llega
a extremos como sentarse
sobre clavos, atravesarse
Respuesta: ¡Nada!
No puedes salvarte a ti
mismo. A pesar de ello,
la creencia fundamental
de casi todas las religio-
nes es que el hombre es
intrínsecamente bueno y
justo y capaz de alcanzar
la salvación por sí mismo.
Así pues, luego de un
cuidadoso análisis puede
llegarse a la conclusión
de que en el mundo no
existen sino dos clases de
religiones: aquellas en las
que uno mismo lo hace
todo, y las que propug-
nan la salvación exclusi-
vamente por gracia, por
obra de Dios.
La mayoría de las
religiones del mundo
enseñan a sus seguidores
que pueden salvarse por
méritos propios mediante
la piedad y las buenas
acciones, por su santi-
dad, sus sufrimientos, la
negación de sí mismos o
el estricto acatamiento
de las leyes y tradiciones
las mejillas con broche-
tas, caminar descalza
sobre tizones encendi-
dos, azotarse e inclusive
hacerse crucificar. Se
somete voluntariamente
a toda suerte de torturas
físicas porque piensa
que cuanto más sufra
más religiosa o santa se
volverá. Gracias a Dios, la
Biblia no dice que sea así.
Es cierto que hay
ocasiones en las que
debemos sacrificarnos o
sufrir penalidades; pero
según la Escritura no
hay razón para que nos
mortifiquemos a fin de
hacer méritos delante
de Dios. Cuando las
adversidades de la vida
nos causan sufrimiento,
suele ser por una buena
razón: como consecuen-
cia de un acto abnegado
que hemos realizado en
consideración al prójimo,
o por la necesidad de que
aprendamos algo que no
aprenderíamos de otra
manera; pero no consi-
deramos que el dolor nos
haga ganar puntos.
{Quiere ser nuestro
siempre con
6 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
Todos los
hombres son
pecadores.
Eclesiastés 7:20
Romanos 3:10
Romanos 3:23
La salvación
es por gracia
(misericordia
inmerecida), no
por obras.
Romanos 3:20a
Romanos 11:6
Efesios 2:8,9
2 Timoteo 1:9
Tito 3:5
La salvación
sólo se obtiene a
través de Jesús.
Juan 3:36b
Juan 10:1,9
Juan 14:6
Hechos 4:12
1 Corintios 3:11
1 Timoteo 2:5
1 Juan 5:12
Creer en Jesús.
Juan 3:16
Juan 11:25,26
Hechos 16:31
Romanos 10:9,10
1 Juan 5:1a
LECTURAS
ENRIQUECEDORAS
La salvación, el acceso al Cielo
La salvación, el acceso al Cielo
Recibir a Jesús.
Apocalipsis 3:20
Juan 1:12
Gálatas 4:6
Efesios 3:17
La salvación es
eterna. No pode-
mos perderla
jamás, aunque
cometamos
errores.
Juan 6:37
Juan 10:28
Romanos 8:38,39
Hebreos 13:5b
2 Timoteo 2:13
1 Juan 5:13
Si bien no
podemos perder
la salvación,
el Señor nos
castiga si
volvemos a
obrar mal.
Salmo 89:30-34
1 Corintios 3:11-15
Hebreos 12:5-8
Apocalipsis 3:19
de su credo. Mas según la
Biblia, no ha nacido aún
un ser humano que haya
accedido a la salvación
por su bondad. «No hay
hombre justo en la Tierra,
que haga el bien y nunca
peque» (Eclesiastés
7:20). Si fuéramos capa-
ces de salvarnos solitos
podríamos prescindir de
Dios. A eso precisamente
apuntan algunos falsos
dogmas hoy en día.
Por muchos y muy bien
intencionados que sean
nuestros esfuerzos para
acercarnos a Él y alcanzar
la iluminación o la sal-
vación mediante nuestra
piedad, buenos actos,
sufrimiento y demás,
siempre fracasaremos.
«Todos pecaron y todos
están privados de la gloria
de Dios» (Romanos 3:23,
N.C.).
Ojo, que no todo son
malas noticias. A pesar de
nuestros fallos, dificulta-
des e imperfecciones, Dios
quiere que cada uno de
nosotros tenga una rela-
ción estrecha y personal
con Él. Quiere ser nuestro
amigo más íntimo. Quiere
que podamos contar siem-
pre con Su amor, fidelidad,
afecto y consideración.
Desea ser nuestro mejor
amigo y ayudador. Por
eso envió a Jesús para que
hiciera por nosotros lo
que no éramos capaces
de hacer a pulso: expiar
nuestros pecados.
Lamentablemente,
todos hemos elegido mal
en una u otra ocasión.
Hemos actuado a veces
de modo egoísta, áspero o
insensible, haciendo daño
no sólo a los demás, sino
también a Dios mismo, que
siendo nuestro Padre celes-
tial se entristece al vernos
tomar el camino errado.
Todos somos peca-
dores por naturaleza, y
nuestros pecados nos
separan de Dios (Isaías
59:2). La única forma de
reconciliarnos con Él es
expiar nuestros pecados,
y el único capaz de hacer
eso es Jesús, que sí fue
perfecto. Él —nos enseña
el Evangelio— entregó
Su vida «en rescate por
todos» (Mateo 20:28).
Dios te ama tanto que
ofrendó a Su único Hijo
para que muriera en tu
lugar. Jesús te ama tanto
que accedió a ello volun-
tariamente.
Total que si has estado
intentando ganarte el
Cielo a pulso, ¡desiste! No
tienes más que aceptar a
Jesús como Salvador. Haz
sinceramente una plega-
ria como la que sigue:
Jesús, gracias por
entregar la vida por mí,
para el perdón de todos
mis errores y pecados.
Te abro ahora la puerta
de mi corazón y te pido
que entres. Perdóname y
concédeme como regalo
la vida eterna. Amén. •
}
amigo más íntimo. Quiere que podamos contar
Su amor, fidelidad, afecto y consideración.
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 7
Poco antes de Su crucifixión y
resurrección, Jesús prometió
a Sus discípulos que les
enviaría un Consolador, el
Espíritu Santo, para que los
fortaleciera, les otorgara
poder, los orientara y los
dirigiera en su vida espiritual
y relación con Él.
Mientras Jesús estuvo físicamente
con Sus discípulos, ellos lo amaban
y sabían que Él los amaba a ellos.
Disfrutaban de Su presencia y oían
Su reconfortante voz. Sin embargo,
todavía no lo conocían tan bien como
llegaron a conocerlo más tarde en
espíritu.
Pero cuando se cumplió la promesa
del Espíritu Santo el día de Pentecos-
tés, los discípulos descubrieron que
aunque el cuerpo de Jesús se había
apartado de ellos, Su Espíritu estaba
muy presente y les infundía más poder
que nunca: No sólo estaba con ellos,
sino en ellos.
✻
Antes de ascender al Cielo Jesús
exhortó a Sus seguidores a que no se
fueran de Jerusalén, sino que espe-
rasen la promesa del Padre, «la cual
1:14).
UNCIÓN
CON CLARA
INTENCIÓN
DAVID
BRANDT
BERG
8 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
tés, estaban todos
unánimes juntos»
(Hechos 2:1). En
aquel momento
los discípulos de Cristo sumaban unas
120 personas entre hombres y muje-
res (Hechos 1:15). Se hallaban todos
juntos y tenían un solo propósito, un
mismo sentir, un mismo espíritu.
Jesús les indicó que esperasen en
Jerusalén para que cuando se produ-
jera el bautismo del Espíritu Santo
estuvieran en condiciones de conquis-
tar a muchas otras personas para Él.
Esa fue la principal finalidad del día
de Pentecostés. En los planes de Dios
no solo figuraban las grandes seña-
les y prodigios y las manifestaciones
sobrenaturales. Las manifestaciones
del Espíritu Santo no fueron más que
un medio para conseguir un fin.
«De repente vino del cielo un
estruendo como de un viento recio
que soplaba, el cual llenó toda la casa
donde estaban sentados; y se les apa-
recieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de
ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar en otras
lenguas [idiomas que nunca habían
aprendido ni hablado], según el Espí-
ritu les daba que hablasen» (Hechos
2:2-4).
Dado que aquello se produjo
durante una importante festividad
anual —la Fiesta de la Siega—, Jerusa-
lén estaba llena de judíos provenientes
«de todas las naciones bajo el cielo»
(Hechos 2:5). «Hecho este estruendo,
se juntó la multitud; y estaban confu-
sos, porque cada uno les oía hablar en
su propia lengua» (Hechos 2:5,6).
«Estaban todos atónitos y perplejos,
diciéndose unos a otros: “¿Qué quiere
decir esto?” Mas otros, burlándose,
decían: “Están llenos de mosto”»
(Hechos 2:12,13).
«Entonces Pedro, poniéndose en
pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: “Varones judíos, y todos los
que habitáis en Jerusalén, esto os sea
notorio, y oíd mis palabras. Porque
éstos no están ebrios, como vosotros
suponéis, puesto que es la hora tercera
del día. Mas esto es lo dicho por el
profeta Joel: ‘Y en los postreros días,
dice Dios, derramaré de Mi Espíritu
sobre toda carne’ [...]. Y todo aquel
que invocare el nombre del Señor, será
salvo”» (Hechos 2:14-17,21).
«Los que recibieron su palabra
fueron bautizados; y se añadieron
aquel día como tres mil personas»
(Hechos 2:41). ¡Miles de personas
aceptaron a Jesús y se salvaron! Eso
fue lo más importante que sucedió el
día de Pentecostés. La principal fina-
lidad del Espíritu Santo es ungirnos
para dar testimonio.
«Perseverando unánimes cada día
en el templo, y partiendo el pan en
las casas, comían juntos con alegría y
sencillez de corazón, alabando a Dios,
y teniendo favor con todo el pueblo. Y
el Señor añadía cada día a la Iglesia los
que habían de ser salvos» (Hechos
2:46,47).
Entonces se dio otra de esas magní-
ficas situaciones creadas por Dios. Él
tomó a alguien a quien la gente estaba
acostumbrada a ver en la puerta del
templo: un cojo que se sentaba día tras
día a pedir limosna en las escalinatas.
Se presentaron Pedro y Juan, y Dios
obró otro gran milagro. El hombre se
curó instantáneamente, y la gente se
llenó de asombro (Hechos 3:10).
«Viendo esto Pedro, respondió al
{ }
Se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo.
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 9
pueblo: “Varones israelitas, ¿por qué os
maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis
los ojos en nosotros, como si por
nuestro poder o piedad hubiésemos
hecho andar a éste? El Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios
de nuestros padres, ha glorificado a Su
Hijo Jesús [...]. Y por la fe en Su nombre,
a éste, que vosotros veis y conocéis, le
ha confirmado Su nombre; y la fe que
es por Él ha dado a éste esta completa
sanidad en presencia de todos
vosotros”» (Hechos 3:12,13,16).
«Muchos de los que habían oído
la Palabra, creyeron»; y otras 5.000
personas aceptaron a Jesús como
Salvador (Hechos 4:4).
¿Qué tenían aquellos primeros discí-
pulos llenos del Espíritu para conven-
cer a tantas personas de que Jesús era,
en efecto, quien había afirmado ser, es
decir, el Mesías? «Viendo el denuedo de
Pedro y de Juan, y sabiendo que eran
hombres sin letras y del vulgo, se mara-
villaban; y les reconocían que habían
estado con Jesús» (Hechos 4:13).
Pedro, Juan y los demás no se deja-
ron amilanar por sus orígenes humil-
des ni por ninguna otra cosa. Hicieron
caso omiso de ello y se lanzaron a
testificar entusiastamente. Tenían un
poder de persuasión enorme que les
acarreó impresionantes resultados. Era
evidente que habían estado con Jesús.
Tenían la unción del Maestro para
hacer Su obra.
✻
¿TE HAS LLENADO DEL
ESPÍRITU DEL AMOR DE DIOS?
Antes que viniera Cristo a la Tierra,
Dios solo ungía con Su Espíritu a
ciertos dirigentes, reyes y profetas. En
la actualidad, en cambio, Su Espíritu
Santo está accesible a todas las perso-
nas que reciben al Señor. «En los pos-
treros días, dice Dios, derramaré Mi
Espíritu sobre toda carne» (Joel 2:28).
Desde el día de Pentecostés, en que
los primeros discípulos fueron inves-
tidos con poder de lo alto, el Señor
pone Su Espíritu a disposición de
cada cristiano. Ahora todos pueden
tener el Espíritu Santo y ser guiados
individualmente por el Señor. Hoy en
día todos podemos disfrutar de Él,
independientemente del lugar geográ-
fico en que nos encontremos. En todo
momento podemos estar dotados de Su
pleno poder. El Espíritu Santo se puede
comunicar con todos nosotros simul-
tánea y equitativamente.
A todo el que reconoce que Jesús
es su Salvador se le dispensa cierta
medida del Espíritu; sin embargo, la
plena infusión o investidura del Espí-
ritu, lo que se llama el bautismo del
Espíritu Santo, suele ser una experien-
cia posterior a la salvación. Por eso
preguntó el apóstol Pablo al conocer
a ciertos discípulos: «¿Recibisteis el
Espíritu Santo cuando creísteis?»
(Hechos19:2). Si estás salvado, ese
poder de Dios está a tu entera dispo-
sición; no tienes más que pedirlo. Al
igual que la salvación, se trata de un
don de Dios. «Vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan» (Lucas11:13).
En resumen, si te llenas del Espíritu
Santo tendrás una relación más estre-
cha con Jesús y estarás en condiciones
de entender mejor Su Palabra. Además,
te infundirá la fogosidad que te hace
falta para dar a conocer tu fe a los
demás. Si aún no lo has hecho, puedes
llenarte del Espíritu Santo ahora
mismo haciendo la siguiente oración:
Jesús, te pido que me llenes hasta
rebosar del Espíritu Santo para poder
amarte más, seguirte más de cerca y
tener más valor para divulgar Tu amor
y Tu salvación. Amén. •
10 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU EN LA ACTUALIDAD
HEATHER BRADLEY (EE.UU.)
Un día, estando de paseo con mi hijo Gabriel, de 6 años, le ofrecimos unos
afiches a una señora que se estaba subiendo a su auto. Los aceptó gustosa y
nos pusimos a conversar.
Unos minutos después, Gabriel le señaló la plegaria de salvación que figu-
raba en la parte posterior del afiche y le preguntó si quería hacerla con él. La
señora accedió. Después de orar, casi se le salían las lágrimas.
Entonces nos confió que padecía una leucemia incurable. Dos semanas
antes los médicos le habían pedido que fuera a verlos para detallarle cuánto
tiempo le quedaba de vida, pero ella no quiso saberlo. Les respondió: «Dios es
el único que lo sabe».
Le propusimos orar ahí mismo por su salud y fortaleza, y para que la leuce-
mia entrara en remisión si es que el Señor consideraba que eso era lo mejor.
Se mostró muy agradecida.
¡Nunca sabemos cuándo podemos estar ofreciéndole a alguien su última
oportunidad de aceptar a Jesús y alcanzar la vida eterna!
JUSTIN DONNELL (EE.UU.)
Un día sonó el teléfono de la línea gratuita que tiene La Familia en los Esta-
dos Unidos, y yo contesté. El hombre dijo llamarse Jay. Hablaba muy raro,
como si estuviera drogado. Explicó que tenía una pistola contra la sien, que
estaba harto de todo y que iba a suicidarse.
Dijo también que hacía tiempo había conocido a una joven de La Familia
que tenía un brillo peculiar en los ojos. Al comentárselo, ella le había respon-
dido que era el amor de Dios. Eso se le quedó grabado y, en efecto, había lle-
gado a sentir ese amor. Un momento antes, cuando estaba a punto de apretar
el gatillo, había recordado a la chica. Nos llamaba como último recurso.
Le dije a Jay que Jesús lo amaba, que deseaba entrar en su corazón y ser
parte de su vida. Le expliqué que Él podía concederle la paz que anhelaba
con tanto afán y que no había encontrado en ninguna parte. Le dije algunos
versículos fundamentales de la Biblia sobre la salvación, y él se conmovió y
emocionó al descubrir que Jesús lo amaba y lo perdonaba. Me preguntó cómo
podía encontrar a Jesús y Su Espíritu de paz. Allí mismo, por teléfono, rezó
conmigo para aceptarlo en su corazón. Rompiendo a llorar, me dijo: «¡Acabas
de salvarme la vida!»
A PUNTO DE SUICIDARSE
¿LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD?
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 11
VIVENCIAS
Un desconocido
en el campus
TERRI MOORE
ACABABA DE TERMINAR la última
clase de la tarde en el Fullerton Junior
College y me dirigía a la playa de
estacionamiento, donde había dejado
el auto. Albergaba la esperanza de que
el cálido sol californiano me aliviara
el cansancio y me sosegara. Y pare-
cía estar surtiendo efecto. Estaba
contenta de que el día casi hubiera
llegado a su fin y pudiera irme a casa,
distenderme y disfrutar de un tiempo
a solas. Pero antes de llegar al estacio-
namiento, tuve un encuentro aparen-
temente insignificante, que a la postre
cambiaría mi vida para siempre.
Un muchacho me ofreció un folleto
que hablaba de Jesús. A decir verdad,
el chico no era particularmente bien
parecido, y enseguida me di cuenta de
que encima era bien tímido. ¿Qué lo
motivaba a acercarse a personas des-
conocidas como yo? ¿Qué sabía él de
mí o de mi vida? ¿Qué le importaba?
Su mensaje era sencillo: Jesús me
amaba. Se me hizo patente que lo que
me decía le brotaba de lo profundo
del corazón; creía en ello con toda el
alma. Lo que despertó mi admiración
fue la convicción que lo impulsaba a
superar su timidez.
Al mismo tiempo, me molestaba
que hubiera alterado mi momento de
tranquilidad y se lo hice saber con un
desaire. Ahora entiendo que el orgullo
me impidió ser un poco más cortés o
demostrar un poco más de interés en
el mensaje sobre el amor de Dios que
procuraba transmitirme. Le dije que
no tenía tiempo para esas cosas y le di
a entender que aquello me importaba
un bledo. Pero a pesar de la áspera
coraza que le presenté, mi corazón
lo escuchaba. En el fondo creía cada
palabra que me decía.
¡Qué forma de descorazonar a aquel
pobre joven! Estoy segura de que luego
de la humillación que le propiné debió
de resultarle mucho más difícil abor-
dar a otra persona. Desde entonces me
pesa. También me apena el hecho de
que nunca supo hasta qué punto me
llegó al alma lo que me dijo aquel día.
En todo el trayecto hasta llegar a casa
y luego durante varios días me quedé
pensando en él.
Aunque era tímido y sencillo, com-
prendí que tenía algo que a mí me fal-
taba, algo hermoso y estupendo que lo
movía a sonreír y a seguir hablándome
a pesar de la humillación a la que lo
sometí. Me avergüenza decirlo, pero
tengo que admitir que yo ya conocía
a Jesús en aquel momento. Ya había
descubierto el amor del Señor, pero
era muy orgullosa para hablar de Él
con aquel muchacho o con nadie para
el caso. De golpe deseé haber tenido
tanto amor y compasión por los demás
como tenía aquel desconocido. De
repente deseé tener más fervor para
que el Señor pudiera valerse también
de mí.
Me puse a indagar más sobre el
Espíritu Santo y descubrí que lo único
que tenía que hacer para obtener la
unción era pedirla con fe. Así que una
noche, a solas en mi habitación, recé
por el don del Espíritu Santo. Lo pedí
con toda el alma. Rogué que Dios me
concediera la fuerza para ser lo que
sabía que no era capaz de ser por mí
misma. Le pedí que me llenara hasta
12 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
rebosar del Espíritu, y lo hizo. Me puse
a alabar al Señor desde lo profundo
de mi ser e hice contacto con Él como
nunca. Me pareció que nunca iba a
poder dejar de derramar mi corazón
delante de Él de esa forma, y no quería
parar. Fue la experiencia más apasio-
nante que he tenido.
De todo aquello aprendí también
que Dios no se fija en nuestro exterior,
sino que mira nuestro corazón. Él sabe
exactamente qué necesita cada uno
de nosotros y está a la espera de que se
lo pidamos para poder ayudarnos. Ya
sea que te parezcas a aquel muchacho
tímido, que necesitaba superar sus
inhibiciones para comunicarse mejor
con los demás, o que te asemejes a mí,
que era tan orgullosa que fingía no
necesitar la ayuda de Dios ni de nadie,
Su poder transformador está apenas
a una oración de distancia. Él puede
ayudarte a lograr cosas que nunca
creíste posibles y puede capacitarte
para ser todo lo que podrías ser, todo
ello por medio del Espíritu Santo.
Por eso, si aún no has descubierto
ese poder milagroso, no dejes que el
orgullo te impida acceder a él. Y si ya
lo tienes, da ocasión a Dios de servirse
de ti para prestar ayuda a algún ser
necesitado. Deja que Su amor y Su
verdad se reflejen en ti. Podría trans-
formar una vida para siempre, como
me sucedió a mí. •
TERRI MOORE ES MISIONERA DE LA
FAMILIA.
ORACIÓN PARA LA PASCUA
¡Qué extraordinario es Tu amor, Jesús! ¡Es indes-
criptible! ¡Y pensar en todo lo que estuviste dispuesto a
sufrir por mí!
¡Qué alegría debiste de sentir cuando resucitaste y
te diste de cuenta de que tu odisea había terminado!
¡Habías logrado la victoria! Habías cumplido Tu misión.
Habías hecho posible que el mundo se salvara. Des-
pués de pasar por los horrores del Infierno y de la
muerte por nosotros, todo estaba consumado.
Resurgiste victorioso, feliz, libre de las ligaduras y las
garras de los hombres malvados, sabiendo que nunca
tendrías que volver a pasar por lo mismo y que nos
habías librado a nosotros de tener que hacerlo. Ahora
podemos decir como el apóstol Pablo: «¿Dónde está,
oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victo-
ria?» (1 Corintios 15:55).
Al pensar en la aparente gran derrota que sufriste
y en cómo se tornó en la mayor de las victorias, me
lleno de asombro, de esperanza y de paz. No me cabe
duda de que Tu amor me ayudará a superar cualquier
tribulación a la que me enfrente, desde ahora hasta la
eternidad. Amén. •
«Tenemos este tesoro [el Espíritu Santo] en vasos
de BARRO, para que la excelencia del PODER sea
de Dios y no de nosotros» (2 Corintios 4:7).
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 13
E£ECTRONICO
nuevo sistema económico.
Los gobiernos lo van a adop-
tar como medio para acabar
con la delincuencia y recortar
gastos fiscales reduciendo la
burocracia. El mundo empre-
sarial lo acogerá como medio
de pago inmediato y para la
automatización de inventa-
rios y registros contables, con
lo cual recortarán gastos y
aumentarán así sus ganancias.
Las masas terminarán por
asimilarlo a causa de su celeri-
dad, conveniencia, seguridad
y comodidad. Las aparentes
ventajas serán múltiples.
El Anticristo también tendrá
otras fórmulas de preparar
al mundo para el nuevo sis-
tema: sacará provecho a las
guerras, la agitación social y
al gran miedo que abriga el
público a fenómenos como el
terrorismo y las epidemias de
nuevas enfermedades incura-
bles. Todos esos acontecimien-
tos van a hacer que la gente
reclame cambios con pasión. A
la larga accederá a dejar atrás
lo anacrónico y extenderse a lo
nuevo. Esto ya ha sucedido en
gran medida en el terreno de
la tecnología, y ahora se está
dando en el ámbito comercial.
El Anticristo introducirá un
el mundo no ha cambiado gran
cosa en los miles de años que
han transcurrido desde que se
acuñaron las primeras mone-
das. A muchas personas aún
no las convence la idea de una
tarjeta informatizada o un chip
que les dé acceso a sus bienes
impalpables. Todavía prefieren
el efectivo.
A medida que se acerca el
momento señalado, el Anti-
cristo tendrá que ir dando
impulso a la economía plás-
tica o electrónica, para lo cual
deberá demostrar al mundo
que necesita de su sistema
financiero basado en la «marca
de la Bestia» o el «666» (Apo-
calipsis 13:16-18). Para eso es
previsible que se valga de una
sucesión de crisis que desatará
en diversas naciones del orbe.
Una de ellas llegará a ser un
colapso económico casi total, la
madre de todas las recesiones.
Se servirá de dicho desplome
para vencer la inercia del statu
quo. Sin una intervención
tan radical, la gente muda de
hábitos con demasiada lentitud
para los fines y el cronograma
de su gobierno.
Hay otros factores y aconte-
cimientos que también darán
vigencia y legitimidad a ese
APUNTES
SOBRE
EL
TIEMPO
DEL
FIN
JOSEPH CANDEL
DIN€RO
E£ECT RONICO
LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
que nos conducen a una
sociedad sin papel moneda van
de la mano con otras tenden-
cias que propician el adveni-
miento del régimen mundial
del Anticristo. Oímos hablar
muy seguido del Nuevo Orden
Mundial y la comunidad global,
palabras de moda que tienen
por objeto preparar al mundo
para un nuevo sistema político
y económico internacional, una
sociedad controlada por redes
informáticas y ordenadores que
contengan bases de datos con
información sobre práctica-
mente todo el mundo, tal como
parece sugerir el capítulo 13 del
Apocalipsis, escrito hace casi
2.000 años.
El cambio del comercio con-
vencional al comercio electró-
nico ha sido lento y gradual. A
la gente le gusta la celeridad y
la conveniencia del comercio
electrónico, pero a la vez se
siente cómoda con la forma en
que ha llevado su economía y
negocios toda la vida. Durante
cientos de años el mundo se
ha manejado con dinero en
efectivo, es decir, con monedas
y billetes que dan a la gente la
sensación de que poseen un
valor concreto. En ese aspecto,
LA SOCIEDAD
DEL
, ,
14 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
nuevo sistema monetario del
cual se valdrá para enderezar
los entuertos económicos del
mundo. Los que quieran formar
parte de esa nueva economía y
sociedad se verán obligados a
aceptar la «marca de la Bestia»
en la mano derecha o en la
frente. Esta marca será pro-
bablemente un diminuto chip
informático (microcircuito)
que contenga todos los datos de
filiación, movimientos econó-
micos y la historia clínica del
portador. Así papá Estado y el
Nuevo Orden Mundial podrán
vigilar los movimientos de cada
habitante del planeta.
Es más, ya hay personas que
han tomado la iniciativa de
implantarse un microcircuito.
Los implantes en humanos
comenzaron sigilosamente en
los Estados Unidos en mayo de
2002 con la familia Jacobs. Esa
familia —en apariencia total-
mente normal— y varios otros
voluntarios se implantaron
unos chips únicos de identifica-
ción —los VeriChip— debajo de
la piel. El VeriChip, producido
y comercializado por Applied
Digital Solutions, tiene aproxi-
madamente el tamaño de la
punta de un bolígrafo y puede
leerse mediante un escáner
de mano fabricado para tal
efecto. ¿Cuánto tiempo pasará
antes que los implantes en
seres humanos sean comunes
y corrientes a fin de facilitar las
transacciones comerciales y
bancarias?
De algo tenemos plena
certeza: Desde hace ya años se
viene gestando una economía
desprovista de papel moneda
y una sociedad totalmente
vigilada y controlada. La fibra
óptica, los satélites y las bases
de datos informáticas ofrecen
la posibilidad de controlar el
mundo de una forma franca-
mente pasmosa.
Muchos gobiernos y empre-
sas privadas a lo largo y ancho
del planeta ya han instituido
políticas tendentes a la elimi-
nación del dinero en efectivo y
los cheques, en tanto que otros
países están poniendo a prueba
diversos métodos para realizar
transacciones comerciales sin
papel moneda.
La ciudad de Swindon, en
Inglaterra, comenzó a supri-
mir el dinero en efectivo en
julio de 1995. En una iniciativa
conjunta, los bancos National
Westminster y Midland y la
empresa British Telecommuni-
cations probaron en el mercado
un sustituto del papel moneda
hecho de plástico/silicona.
El sistema emplea tarjetas
Mondex, que son similares a las
tarjetas de débito pero contie-
nen sofisticados chips infor-
máticos. Las transferencias
monetarias pueden hacerse
por teléfono o mediante un
pequeño dispositivo inalám-
brico denominado billetera.
En el 2003 Francia dio un
paso más hacia un futuro sin
dinero en efectivo al lanzar a
escala nacional unas tarjetas
inteligentes apodadas Moneo.
El concepto que impulsa a esta
nueva generación de tarjeta
plástica implantada con un
microchip es muy sencilla:
terminar con el cambio chico
y acelerar las transacciones de
escaso monto.
En Japón ya circulan 650.000
carteras electrónicas a las
que llaman tarjetas Edy y que
pueden emplearse en unas
2.100 tiendas, principalmente
en Tokio. El plan es que a la
larga dichas tarjetas —que
contienen los datos y deta-
lles económicos de su titu-
lar— puedan emplearse en
todos lados. Lo que diferencia a
estas tarjetas de las tarjetas de
crédito o débito es que no hace
falta pasarlas por un lector y el
cajero no necesita verificar la
identidad del titular. Lo único
que tiene que hacer este es
colocarla ante un sensor que
lee la información.
La próspera Singapur tiene
pensado terminar con el ana-
crónico papel moneda en el año
2008.
«[El régimen del Anticristo]
hacía que a todos, pequeños y
grandes, ricos y pobres, libres
y esclavos, se les pusiese una
marca en la mano derecha,
o en la frente; y que ninguno
pudiese comprar ni vender,
sino el que tuviese la marca
o el nombre de la bestia, o el
número de su nombre» (Apo-
calipsis 13:16,17). Por primera
vez en la Historia existe en el
mundo la alta tecnología nece-
saria para hacer realidad esta
escalofriante visión que tuvo
el apóstol Juan hace casi 2.000
años.
¿Estás preparado para estos
grandes acontecimientos del
fin? Puedes prepararte ahora
aceptando a Jesús en tu cora-
zón y estudiando lo que dice
la Biblia sobre los aconteci-
mientos de los postreros días,
entre los que figura la dictadura
global del Anticristo. Así no te
tomarán por sorpresa cuando
se produzcan, y no te dejarás
seducir por el Anticristo. •
Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 15
CONSTANTE COMO EL SOL
DE JESÚS, CON CARIÑO
F e L I C i d A D
LA FELICIDAD DEL ESPÍRITU es
muy superior a la de la carne. La llevas
siempre contigo. Ni la noche más solitaria
ni las nubes más grises pueden privarte
de ella.
La felicidad de la carne es
efímera. Depende de tu estado de
ánimo, de las circunstancias, de lo
visible y lo tangible. En cambio, la
del espíritu viene del conocimiento de que soy tu
Salvador y me intereso por ti. Esas verdades nunca
cambian.
La felicidad que Yo brindo es constante como el sol.
¿Acaso cuando el sol se oculta en el horizonte te angustias
pensando que ha desaparecido para siempre? No. Es constante.
Siempre está. Aunque cae la noche y no puedes verlo, nunca dudas
de su existencia ni de que volverá a salir a la
mañana siguiente. Así es la felicidad del espíritu:
omnipresente, como el sol.
Cuando cae la noche sobre
tu espíritu y pierdes de vista la
felicidad que Yo he prometido, es el
momento de confiar y descansar hasta la
mañana siguiente, cuando volverás a ver y
sentir la luz y la calidez de Mi amor. Nunca
dudes de que llegará la alborada.
❃

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  • 3. —¿Cuánto? —volvió a preguntar el hombre. El muchacho lo miró como si estuviera loco y le dijo: —Diez dólares. El hombre metió la mano en el bolsillo y sacó un billete de diez dóla- res. Lo puso en la mano del muchacho y tomó la jaula. En un abrir y cerrar de ojos, el muchachito desapareció. El señor llevó la jaula hasta un prado donde había un árbol. Segui- damente abrió la jaula y soltó los pájaros. Al día siguiente —el día de Pascua— les mostró a unos amigos la jaula vacía y les contó su encuentro con el muchacho y los pájaros. A continuación relató la siguiente alegoría: Cierto día, Satanás y Jesús conversaban. —Pues sí —se rego- deaba Satanás—. Acabo de atrapar a un mundo entero de gente. Les tendí una trampa y los agarré a todos. —¿Qué vas a hacer con ellos? —le preguntó Jesús. —¡Me voy a divertir un rato! —respondió Sata- nás con impía satisfac- ción—. Voy a enseñarles a mentir, a engañar, a robar y a matar. ¡Me lo voy a pasar en grande! —¿Y qué vas a hacer cuando termines con ellos? —preguntó Jesús. —Los mataré — replicó orgullosa- mente Satanás. —¿Cuánto quieres por ellos? —indagó el Señor. —Bah, ¿para qué los quieres? No sirven para nada. Acabarán odián- dote. Solo te traerán angustia y pesar, y al final terminarán por matarte. No te conviene para nada esa gente. —¿Cuánto? —volvió a preguntar Jesús. Satanás lo miró y repuso con aire despec- tivo: —¡Tu VIDA! —¡TRATO HECHO! Seguidamente, Jesús pagó lo convenido. • EL DÍA ANTES DE LA PASCUA, un hombre que había salido de paseo vio a un muchachito que se dirigía hacia él portando una vieja jaula oxidada. Lo detuvo y le preguntó qué tenía en ella. —Tres pájaros —con- testó—. Me los voy a llevar a casa para diver- tirme un rato. Los voy a molestar y sacarles las plumas para que se pongan a pelear. —Pero a la larga te cansarás de los pajaritos —dijo el hombre—. ¿Qué harás con ellos entonces? —Ah, tengo unos gatos —respondió el mucha- chito—. Les gustan los pájaros. Se los daré para que se los coman. El caballero enmude- ció por un momento. —¿Cuánto quieres por ellos, hijo? —¿Qué? —preguntó el muchacho incrédulo—. ¿Para qué los quiere? Son pájaros de campo nada más. No cantan, y ni siquiera son bonitos. «¿Para qué los quiere? Son pájaros de campo nada más. No cantan, y ni siquiera son bonitos». ANÓNIMO LA JAULA VACiA Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 3
  • 4. EN PASCUA SE CONME- MORA la resurrección de Jesús. Su cruel muerte por crucifixión coincidió con la celebración de la Pascua judía. Lo que los judíos llevaban más de 1.000 años representando por medio del sacrificio de corderos y la cena de Pascua fue pre- cisamente lo que sufrió el Cordero de Dios. Al mismo tiempo que por toda la tierra de Israel selecciona- ban y mataban el cordero pascual, Jesús era crucifi- cado. Amén de esto, la misma forma en que Jesús murió significó el cumplimiento de muchas otras profecías del Antiguo Testamento con asombrosa precisión. «Como cordero fue lle- vado al matadero; y como oveja delante de sus tras- quiladores, enmudeció, y no abrió Su boca» (Isaías 53:7). Durante el juicio de Jesús ante Poncio Pilato —en el que estaba en juego Su vida—, no pronunció palabra alguna para defen- derse (Mateo 27:12-14). Unos 1.000 años antes que se instituyera la cru- cifixión como método de ejecución en el Imperio Romano, el rey David escribió del Mesías: «Todos Mis huesos se descoyun- taron [...]. Horadaron Mis manos y Mis pies» (Salmo 22:14,16). En la muerte por crucifixión, el propio peso de la víctima le dislocaba La DAVID BRANDT BERG ✯ 4 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
  • 5. los brazos. A la mayoría de los condenados los ataban a la cruz. En cambio, a Jesús lo clavaron a la Suya traspasándole las manos y los pies. Los romanos tenían además por costumbre quebrar las piernas de los condenados que no hubie- ran muerto a pesar de llevar horas colgados de la cruz. Al perder el punto de apoyo de los pies, el peso del cuerpo hacía colapsar las vías respiratorias y los pulmones, lo cual acele- raba la muerte. Cuando los verdugos romanos se aprestaban a romperle las piernas a Jesús, des- cubrieron que ya estaba muerto. Así se cumplió otra profecía bíblica: «[Dios] guarda todos Sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado» (Salmo 34:20). En lugar de romperle las piernas para garantizar su defunción, uno de los soldados romanos le clavó una lanza en el costado atravesándole el corazón. «Al instante salió sangre y agua», reza el Evangelio (Juan 19:34). Así se cum- plió la Escritura: «He sido derramado como aguas [...]; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de Mis entrañas» (Salmo 22:14). Cabe pensar que de una herida de lanza saldría sangre, no agua. ¿De dónde provino esta? Los médicos han descu- bierto que quienes mueren con gran angustia sufren una enorme acumulación de agua alrededor del corazón. Imagínate: Jesús murió de pena, por ti y por mí. Además, en aquel momento se sintió como un pecador perdido. Pasó por una experiencia por la que, gracias a Dios, noso- tros nunca tendremos que pasar: no sólo la cruci- fixión, no sólo la agonía física, sino el dolor y la angustia mental y espiri- tual de sentirse abando- nado por Dios. Al morir, «Jesús clamó a gran voz, diciendo: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” Esto es: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”» (Mateo 27:46). ¿Lo había desamparado Dios? Sí, momentánea- mente. Tuvo que hacerlo para que Jesús muriera como un pecador, sin Dios. Imagínate: murió angus- tiado como una persona no salvada. Dios tuvo que volverle la espalda tempo- ralmente a Su propio Hijo para que pereciera como un pecador. ¿Respondió Dios a Jesús cuando estaba en la cruz? En la Escritura no consta ninguna respuesta. En aquel momento sintió que Dios lo había abando- nado, justo cuando más lo necesitaba. Jesús murió sufriendo la angustia de un pecador perdido, sin salvación, sin Dios, que muere por sus propios pecados; sólo que en Su caso murió por los nuestros, por los pecados del mundo entero. Estuvo dispuesto a sufrir todo aquello para propiciar nuestro perdón y darnos la vida eterna. ¡Qué demostración de amor! «Se dispuso con los impíos Su sepultura, mas con los ricos fue en Su muerte» (Isaías 53: 9). Jesús fue condenado injustamente junto a dos delincuentes comunes (Mateo 27:38). Pese a ello, luego de morir, un hombre acaudalado que se con- taba entre Sus seguidores —José de Arimatea— puso el cuerpo de Jesús en una tumba nueva que tenía (Mateo 27:57-60). Una vez sepultado, las autoridades religio- sas judías pretendieron asegurarse de que los discípulos no hurtaran el cuerpo y adujeran que había resucitado. Así que se selló la tumba, y unos soldados romanos mon- taron guardia delante de ella (Mateo 27:62-66). Tres días después, cuando María Magdalena y la otra María se presen- taron en el sepulcro de madrugada, se les apare- ció un ángel que retiró la piedra de la entrada. «De miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel […] dijo a las muje- res: “No temáis […]. No está aquí, pues ha resuci- tado, como dijo”». Entonces el ángel indicó a las muje- res donde había yacido el cuerpo de Jesús (Mateo 28: 1-8). ¡Había resucitado de los muertos! • Dios tuvo que volverle la espalda temporal- mente a Su propio Hijo para que pereciera como un pecador. Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 5
  • 6. SEGÚN MUCHAS RELIGIONES, PARA AGRADAR AUTÉNTICAMENTE A DIOS Y ACERCARNOS A ÉL ES NECESARIO SUFRIR. ¿ES VERDAD TAL AFIRMACIÓN? SI LA NEGACIÓN DE MÍ MISMO, EL SACRIFICIO Y EL SUFRIMIENTO NO CONDUCEN A LA SALVACIÓN, ¿QUÉ PUEDO HACER PARA SALVARME? RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES Respuesta: De ninguna manera. Dios te ama y desea que seas feliz y dis- frutes de la vida. Creó este mundo tan hermoso para transmitirnos Su amor y motivarnos a amarle. Una de las mejores maneras de manifestarle nuestro amor y nuestro agradecimiento por todo lo que ha hecho por nosotros es ser alegres y alabarlo continuamente. Sin embargo, muchos lamentablemente igno- ran que Dios quiere que sean felices. Para muchos, religión es sinónimo de tristeza y sufrimiento. Son innumerables las personas para quienes la devoción y la piedad consisten en una negación absoluta de toda felicidad humana y de todo acto de placer. Algunos consideran que todo goce físico es nece- sariamente perverso o pecaminoso. Alguna pobre gente llega incluso a torturarse pensando que eso la acerca a Dios. Llega a extremos como sentarse sobre clavos, atravesarse Respuesta: ¡Nada! No puedes salvarte a ti mismo. A pesar de ello, la creencia fundamental de casi todas las religio- nes es que el hombre es intrínsecamente bueno y justo y capaz de alcanzar la salvación por sí mismo. Así pues, luego de un cuidadoso análisis puede llegarse a la conclusión de que en el mundo no existen sino dos clases de religiones: aquellas en las que uno mismo lo hace todo, y las que propug- nan la salvación exclusi- vamente por gracia, por obra de Dios. La mayoría de las religiones del mundo enseñan a sus seguidores que pueden salvarse por méritos propios mediante la piedad y las buenas acciones, por su santi- dad, sus sufrimientos, la negación de sí mismos o el estricto acatamiento de las leyes y tradiciones las mejillas con broche- tas, caminar descalza sobre tizones encendi- dos, azotarse e inclusive hacerse crucificar. Se somete voluntariamente a toda suerte de torturas físicas porque piensa que cuanto más sufra más religiosa o santa se volverá. Gracias a Dios, la Biblia no dice que sea así. Es cierto que hay ocasiones en las que debemos sacrificarnos o sufrir penalidades; pero según la Escritura no hay razón para que nos mortifiquemos a fin de hacer méritos delante de Dios. Cuando las adversidades de la vida nos causan sufrimiento, suele ser por una buena razón: como consecuen- cia de un acto abnegado que hemos realizado en consideración al prójimo, o por la necesidad de que aprendamos algo que no aprenderíamos de otra manera; pero no consi- deramos que el dolor nos haga ganar puntos. {Quiere ser nuestro siempre con 6 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
  • 7. Todos los hombres son pecadores. Eclesiastés 7:20 Romanos 3:10 Romanos 3:23 La salvación es por gracia (misericordia inmerecida), no por obras. Romanos 3:20a Romanos 11:6 Efesios 2:8,9 2 Timoteo 1:9 Tito 3:5 La salvación sólo se obtiene a través de Jesús. Juan 3:36b Juan 10:1,9 Juan 14:6 Hechos 4:12 1 Corintios 3:11 1 Timoteo 2:5 1 Juan 5:12 Creer en Jesús. Juan 3:16 Juan 11:25,26 Hechos 16:31 Romanos 10:9,10 1 Juan 5:1a LECTURAS ENRIQUECEDORAS La salvación, el acceso al Cielo La salvación, el acceso al Cielo Recibir a Jesús. Apocalipsis 3:20 Juan 1:12 Gálatas 4:6 Efesios 3:17 La salvación es eterna. No pode- mos perderla jamás, aunque cometamos errores. Juan 6:37 Juan 10:28 Romanos 8:38,39 Hebreos 13:5b 2 Timoteo 2:13 1 Juan 5:13 Si bien no podemos perder la salvación, el Señor nos castiga si volvemos a obrar mal. Salmo 89:30-34 1 Corintios 3:11-15 Hebreos 12:5-8 Apocalipsis 3:19 de su credo. Mas según la Biblia, no ha nacido aún un ser humano que haya accedido a la salvación por su bondad. «No hay hombre justo en la Tierra, que haga el bien y nunca peque» (Eclesiastés 7:20). Si fuéramos capa- ces de salvarnos solitos podríamos prescindir de Dios. A eso precisamente apuntan algunos falsos dogmas hoy en día. Por muchos y muy bien intencionados que sean nuestros esfuerzos para acercarnos a Él y alcanzar la iluminación o la sal- vación mediante nuestra piedad, buenos actos, sufrimiento y demás, siempre fracasaremos. «Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios» (Romanos 3:23, N.C.). Ojo, que no todo son malas noticias. A pesar de nuestros fallos, dificulta- des e imperfecciones, Dios quiere que cada uno de nosotros tenga una rela- ción estrecha y personal con Él. Quiere ser nuestro amigo más íntimo. Quiere que podamos contar siem- pre con Su amor, fidelidad, afecto y consideración. Desea ser nuestro mejor amigo y ayudador. Por eso envió a Jesús para que hiciera por nosotros lo que no éramos capaces de hacer a pulso: expiar nuestros pecados. Lamentablemente, todos hemos elegido mal en una u otra ocasión. Hemos actuado a veces de modo egoísta, áspero o insensible, haciendo daño no sólo a los demás, sino también a Dios mismo, que siendo nuestro Padre celes- tial se entristece al vernos tomar el camino errado. Todos somos peca- dores por naturaleza, y nuestros pecados nos separan de Dios (Isaías 59:2). La única forma de reconciliarnos con Él es expiar nuestros pecados, y el único capaz de hacer eso es Jesús, que sí fue perfecto. Él —nos enseña el Evangelio— entregó Su vida «en rescate por todos» (Mateo 20:28). Dios te ama tanto que ofrendó a Su único Hijo para que muriera en tu lugar. Jesús te ama tanto que accedió a ello volun- tariamente. Total que si has estado intentando ganarte el Cielo a pulso, ¡desiste! No tienes más que aceptar a Jesús como Salvador. Haz sinceramente una plega- ria como la que sigue: Jesús, gracias por entregar la vida por mí, para el perdón de todos mis errores y pecados. Te abro ahora la puerta de mi corazón y te pido que entres. Perdóname y concédeme como regalo la vida eterna. Amén. • } amigo más íntimo. Quiere que podamos contar Su amor, fidelidad, afecto y consideración. Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 7
  • 8. Poco antes de Su crucifixión y resurrección, Jesús prometió a Sus discípulos que les enviaría un Consolador, el Espíritu Santo, para que los fortaleciera, les otorgara poder, los orientara y los dirigiera en su vida espiritual y relación con Él. Mientras Jesús estuvo físicamente con Sus discípulos, ellos lo amaban y sabían que Él los amaba a ellos. Disfrutaban de Su presencia y oían Su reconfortante voz. Sin embargo, todavía no lo conocían tan bien como llegaron a conocerlo más tarde en espíritu. Pero cuando se cumplió la promesa del Espíritu Santo el día de Pentecos- tés, los discípulos descubrieron que aunque el cuerpo de Jesús se había apartado de ellos, Su Espíritu estaba muy presente y les infundía más poder que nunca: No sólo estaba con ellos, sino en ellos. ✻ Antes de ascender al Cielo Jesús exhortó a Sus seguidores a que no se fueran de Jerusalén, sino que espe- rasen la promesa del Padre, «la cual 1:14). UNCIÓN CON CLARA INTENCIÓN DAVID BRANDT BERG 8 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
  • 9. tés, estaban todos unánimes juntos» (Hechos 2:1). En aquel momento los discípulos de Cristo sumaban unas 120 personas entre hombres y muje- res (Hechos 1:15). Se hallaban todos juntos y tenían un solo propósito, un mismo sentir, un mismo espíritu. Jesús les indicó que esperasen en Jerusalén para que cuando se produ- jera el bautismo del Espíritu Santo estuvieran en condiciones de conquis- tar a muchas otras personas para Él. Esa fue la principal finalidad del día de Pentecostés. En los planes de Dios no solo figuraban las grandes seña- les y prodigios y las manifestaciones sobrenaturales. Las manifestaciones del Espíritu Santo no fueron más que un medio para conseguir un fin. «De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les apa- recieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas [idiomas que nunca habían aprendido ni hablado], según el Espí- ritu les daba que hablasen» (Hechos 2:2-4). Dado que aquello se produjo durante una importante festividad anual —la Fiesta de la Siega—, Jerusa- lén estaba llena de judíos provenientes «de todas las naciones bajo el cielo» (Hechos 2:5). «Hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confu- sos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua» (Hechos 2:5,6). «Estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: “¿Qué quiere decir esto?” Mas otros, burlándose, decían: “Están llenos de mosto”» (Hechos 2:12,13). «Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: “Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: ‘Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne’ [...]. Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”» (Hechos 2:14-17,21). «Los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas» (Hechos 2:41). ¡Miles de personas aceptaron a Jesús y se salvaron! Eso fue lo más importante que sucedió el día de Pentecostés. La principal fina- lidad del Espíritu Santo es ungirnos para dar testimonio. «Perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos» (Hechos 2:46,47). Entonces se dio otra de esas magní- ficas situaciones creadas por Dios. Él tomó a alguien a quien la gente estaba acostumbrada a ver en la puerta del templo: un cojo que se sentaba día tras día a pedir limosna en las escalinatas. Se presentaron Pedro y Juan, y Dios obró otro gran milagro. El hombre se curó instantáneamente, y la gente se llenó de asombro (Hechos 3:10). «Viendo esto Pedro, respondió al { } Se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo. Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 9
  • 10. pueblo: “Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a Su Hijo Jesús [...]. Y por la fe en Su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado Su nombre; y la fe que es por Él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”» (Hechos 3:12,13,16). «Muchos de los que habían oído la Palabra, creyeron»; y otras 5.000 personas aceptaron a Jesús como Salvador (Hechos 4:4). ¿Qué tenían aquellos primeros discí- pulos llenos del Espíritu para conven- cer a tantas personas de que Jesús era, en efecto, quien había afirmado ser, es decir, el Mesías? «Viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se mara- villaban; y les reconocían que habían estado con Jesús» (Hechos 4:13). Pedro, Juan y los demás no se deja- ron amilanar por sus orígenes humil- des ni por ninguna otra cosa. Hicieron caso omiso de ello y se lanzaron a testificar entusiastamente. Tenían un poder de persuasión enorme que les acarreó impresionantes resultados. Era evidente que habían estado con Jesús. Tenían la unción del Maestro para hacer Su obra. ✻ ¿TE HAS LLENADO DEL ESPÍRITU DEL AMOR DE DIOS? Antes que viniera Cristo a la Tierra, Dios solo ungía con Su Espíritu a ciertos dirigentes, reyes y profetas. En la actualidad, en cambio, Su Espíritu Santo está accesible a todas las perso- nas que reciben al Señor. «En los pos- treros días, dice Dios, derramaré Mi Espíritu sobre toda carne» (Joel 2:28). Desde el día de Pentecostés, en que los primeros discípulos fueron inves- tidos con poder de lo alto, el Señor pone Su Espíritu a disposición de cada cristiano. Ahora todos pueden tener el Espíritu Santo y ser guiados individualmente por el Señor. Hoy en día todos podemos disfrutar de Él, independientemente del lugar geográ- fico en que nos encontremos. En todo momento podemos estar dotados de Su pleno poder. El Espíritu Santo se puede comunicar con todos nosotros simul- tánea y equitativamente. A todo el que reconoce que Jesús es su Salvador se le dispensa cierta medida del Espíritu; sin embargo, la plena infusión o investidura del Espí- ritu, lo que se llama el bautismo del Espíritu Santo, suele ser una experien- cia posterior a la salvación. Por eso preguntó el apóstol Pablo al conocer a ciertos discípulos: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?» (Hechos19:2). Si estás salvado, ese poder de Dios está a tu entera dispo- sición; no tienes más que pedirlo. Al igual que la salvación, se trata de un don de Dios. «Vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan» (Lucas11:13). En resumen, si te llenas del Espíritu Santo tendrás una relación más estre- cha con Jesús y estarás en condiciones de entender mejor Su Palabra. Además, te infundirá la fogosidad que te hace falta para dar a conocer tu fe a los demás. Si aún no lo has hecho, puedes llenarte del Espíritu Santo ahora mismo haciendo la siguiente oración: Jesús, te pido que me llenes hasta rebosar del Espíritu Santo para poder amarte más, seguirte más de cerca y tener más valor para divulgar Tu amor y Tu salvación. Amén. • 10 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
  • 11. LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU EN LA ACTUALIDAD HEATHER BRADLEY (EE.UU.) Un día, estando de paseo con mi hijo Gabriel, de 6 años, le ofrecimos unos afiches a una señora que se estaba subiendo a su auto. Los aceptó gustosa y nos pusimos a conversar. Unos minutos después, Gabriel le señaló la plegaria de salvación que figu- raba en la parte posterior del afiche y le preguntó si quería hacerla con él. La señora accedió. Después de orar, casi se le salían las lágrimas. Entonces nos confió que padecía una leucemia incurable. Dos semanas antes los médicos le habían pedido que fuera a verlos para detallarle cuánto tiempo le quedaba de vida, pero ella no quiso saberlo. Les respondió: «Dios es el único que lo sabe». Le propusimos orar ahí mismo por su salud y fortaleza, y para que la leuce- mia entrara en remisión si es que el Señor consideraba que eso era lo mejor. Se mostró muy agradecida. ¡Nunca sabemos cuándo podemos estar ofreciéndole a alguien su última oportunidad de aceptar a Jesús y alcanzar la vida eterna! JUSTIN DONNELL (EE.UU.) Un día sonó el teléfono de la línea gratuita que tiene La Familia en los Esta- dos Unidos, y yo contesté. El hombre dijo llamarse Jay. Hablaba muy raro, como si estuviera drogado. Explicó que tenía una pistola contra la sien, que estaba harto de todo y que iba a suicidarse. Dijo también que hacía tiempo había conocido a una joven de La Familia que tenía un brillo peculiar en los ojos. Al comentárselo, ella le había respon- dido que era el amor de Dios. Eso se le quedó grabado y, en efecto, había lle- gado a sentir ese amor. Un momento antes, cuando estaba a punto de apretar el gatillo, había recordado a la chica. Nos llamaba como último recurso. Le dije a Jay que Jesús lo amaba, que deseaba entrar en su corazón y ser parte de su vida. Le expliqué que Él podía concederle la paz que anhelaba con tanto afán y que no había encontrado en ninguna parte. Le dije algunos versículos fundamentales de la Biblia sobre la salvación, y él se conmovió y emocionó al descubrir que Jesús lo amaba y lo perdonaba. Me preguntó cómo podía encontrar a Jesús y Su Espíritu de paz. Allí mismo, por teléfono, rezó conmigo para aceptarlo en su corazón. Rompiendo a llorar, me dijo: «¡Acabas de salvarme la vida!» A PUNTO DE SUICIDARSE ¿LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD? Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 11
  • 12. VIVENCIAS Un desconocido en el campus TERRI MOORE ACABABA DE TERMINAR la última clase de la tarde en el Fullerton Junior College y me dirigía a la playa de estacionamiento, donde había dejado el auto. Albergaba la esperanza de que el cálido sol californiano me aliviara el cansancio y me sosegara. Y pare- cía estar surtiendo efecto. Estaba contenta de que el día casi hubiera llegado a su fin y pudiera irme a casa, distenderme y disfrutar de un tiempo a solas. Pero antes de llegar al estacio- namiento, tuve un encuentro aparen- temente insignificante, que a la postre cambiaría mi vida para siempre. Un muchacho me ofreció un folleto que hablaba de Jesús. A decir verdad, el chico no era particularmente bien parecido, y enseguida me di cuenta de que encima era bien tímido. ¿Qué lo motivaba a acercarse a personas des- conocidas como yo? ¿Qué sabía él de mí o de mi vida? ¿Qué le importaba? Su mensaje era sencillo: Jesús me amaba. Se me hizo patente que lo que me decía le brotaba de lo profundo del corazón; creía en ello con toda el alma. Lo que despertó mi admiración fue la convicción que lo impulsaba a superar su timidez. Al mismo tiempo, me molestaba que hubiera alterado mi momento de tranquilidad y se lo hice saber con un desaire. Ahora entiendo que el orgullo me impidió ser un poco más cortés o demostrar un poco más de interés en el mensaje sobre el amor de Dios que procuraba transmitirme. Le dije que no tenía tiempo para esas cosas y le di a entender que aquello me importaba un bledo. Pero a pesar de la áspera coraza que le presenté, mi corazón lo escuchaba. En el fondo creía cada palabra que me decía. ¡Qué forma de descorazonar a aquel pobre joven! Estoy segura de que luego de la humillación que le propiné debió de resultarle mucho más difícil abor- dar a otra persona. Desde entonces me pesa. También me apena el hecho de que nunca supo hasta qué punto me llegó al alma lo que me dijo aquel día. En todo el trayecto hasta llegar a casa y luego durante varios días me quedé pensando en él. Aunque era tímido y sencillo, com- prendí que tenía algo que a mí me fal- taba, algo hermoso y estupendo que lo movía a sonreír y a seguir hablándome a pesar de la humillación a la que lo sometí. Me avergüenza decirlo, pero tengo que admitir que yo ya conocía a Jesús en aquel momento. Ya había descubierto el amor del Señor, pero era muy orgullosa para hablar de Él con aquel muchacho o con nadie para el caso. De golpe deseé haber tenido tanto amor y compasión por los demás como tenía aquel desconocido. De repente deseé tener más fervor para que el Señor pudiera valerse también de mí. Me puse a indagar más sobre el Espíritu Santo y descubrí que lo único que tenía que hacer para obtener la unción era pedirla con fe. Así que una noche, a solas en mi habitación, recé por el don del Espíritu Santo. Lo pedí con toda el alma. Rogué que Dios me concediera la fuerza para ser lo que sabía que no era capaz de ser por mí misma. Le pedí que me llenara hasta 12 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
  • 13. rebosar del Espíritu, y lo hizo. Me puse a alabar al Señor desde lo profundo de mi ser e hice contacto con Él como nunca. Me pareció que nunca iba a poder dejar de derramar mi corazón delante de Él de esa forma, y no quería parar. Fue la experiencia más apasio- nante que he tenido. De todo aquello aprendí también que Dios no se fija en nuestro exterior, sino que mira nuestro corazón. Él sabe exactamente qué necesita cada uno de nosotros y está a la espera de que se lo pidamos para poder ayudarnos. Ya sea que te parezcas a aquel muchacho tímido, que necesitaba superar sus inhibiciones para comunicarse mejor con los demás, o que te asemejes a mí, que era tan orgullosa que fingía no necesitar la ayuda de Dios ni de nadie, Su poder transformador está apenas a una oración de distancia. Él puede ayudarte a lograr cosas que nunca creíste posibles y puede capacitarte para ser todo lo que podrías ser, todo ello por medio del Espíritu Santo. Por eso, si aún no has descubierto ese poder milagroso, no dejes que el orgullo te impida acceder a él. Y si ya lo tienes, da ocasión a Dios de servirse de ti para prestar ayuda a algún ser necesitado. Deja que Su amor y Su verdad se reflejen en ti. Podría trans- formar una vida para siempre, como me sucedió a mí. • TERRI MOORE ES MISIONERA DE LA FAMILIA. ORACIÓN PARA LA PASCUA ¡Qué extraordinario es Tu amor, Jesús! ¡Es indes- criptible! ¡Y pensar en todo lo que estuviste dispuesto a sufrir por mí! ¡Qué alegría debiste de sentir cuando resucitaste y te diste de cuenta de que tu odisea había terminado! ¡Habías logrado la victoria! Habías cumplido Tu misión. Habías hecho posible que el mundo se salvara. Des- pués de pasar por los horrores del Infierno y de la muerte por nosotros, todo estaba consumado. Resurgiste victorioso, feliz, libre de las ligaduras y las garras de los hombres malvados, sabiendo que nunca tendrías que volver a pasar por lo mismo y que nos habías librado a nosotros de tener que hacerlo. Ahora podemos decir como el apóstol Pablo: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victo- ria?» (1 Corintios 15:55). Al pensar en la aparente gran derrota que sufriste y en cómo se tornó en la mayor de las victorias, me lleno de asombro, de esperanza y de paz. No me cabe duda de que Tu amor me ayudará a superar cualquier tribulación a la que me enfrente, desde ahora hasta la eternidad. Amén. • «Tenemos este tesoro [el Espíritu Santo] en vasos de BARRO, para que la excelencia del PODER sea de Dios y no de nosotros» (2 Corintios 4:7). Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 13
  • 14. E£ECTRONICO nuevo sistema económico. Los gobiernos lo van a adop- tar como medio para acabar con la delincuencia y recortar gastos fiscales reduciendo la burocracia. El mundo empre- sarial lo acogerá como medio de pago inmediato y para la automatización de inventa- rios y registros contables, con lo cual recortarán gastos y aumentarán así sus ganancias. Las masas terminarán por asimilarlo a causa de su celeri- dad, conveniencia, seguridad y comodidad. Las aparentes ventajas serán múltiples. El Anticristo también tendrá otras fórmulas de preparar al mundo para el nuevo sis- tema: sacará provecho a las guerras, la agitación social y al gran miedo que abriga el público a fenómenos como el terrorismo y las epidemias de nuevas enfermedades incura- bles. Todos esos acontecimien- tos van a hacer que la gente reclame cambios con pasión. A la larga accederá a dejar atrás lo anacrónico y extenderse a lo nuevo. Esto ya ha sucedido en gran medida en el terreno de la tecnología, y ahora se está dando en el ámbito comercial. El Anticristo introducirá un el mundo no ha cambiado gran cosa en los miles de años que han transcurrido desde que se acuñaron las primeras mone- das. A muchas personas aún no las convence la idea de una tarjeta informatizada o un chip que les dé acceso a sus bienes impalpables. Todavía prefieren el efectivo. A medida que se acerca el momento señalado, el Anti- cristo tendrá que ir dando impulso a la economía plás- tica o electrónica, para lo cual deberá demostrar al mundo que necesita de su sistema financiero basado en la «marca de la Bestia» o el «666» (Apo- calipsis 13:16-18). Para eso es previsible que se valga de una sucesión de crisis que desatará en diversas naciones del orbe. Una de ellas llegará a ser un colapso económico casi total, la madre de todas las recesiones. Se servirá de dicho desplome para vencer la inercia del statu quo. Sin una intervención tan radical, la gente muda de hábitos con demasiada lentitud para los fines y el cronograma de su gobierno. Hay otros factores y aconte- cimientos que también darán vigencia y legitimidad a ese APUNTES SOBRE EL TIEMPO DEL FIN JOSEPH CANDEL DIN€RO E£ECT RONICO LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS que nos conducen a una sociedad sin papel moneda van de la mano con otras tenden- cias que propician el adveni- miento del régimen mundial del Anticristo. Oímos hablar muy seguido del Nuevo Orden Mundial y la comunidad global, palabras de moda que tienen por objeto preparar al mundo para un nuevo sistema político y económico internacional, una sociedad controlada por redes informáticas y ordenadores que contengan bases de datos con información sobre práctica- mente todo el mundo, tal como parece sugerir el capítulo 13 del Apocalipsis, escrito hace casi 2.000 años. El cambio del comercio con- vencional al comercio electró- nico ha sido lento y gradual. A la gente le gusta la celeridad y la conveniencia del comercio electrónico, pero a la vez se siente cómoda con la forma en que ha llevado su economía y negocios toda la vida. Durante cientos de años el mundo se ha manejado con dinero en efectivo, es decir, con monedas y billetes que dan a la gente la sensación de que poseen un valor concreto. En ese aspecto, LA SOCIEDAD DEL , , 14 Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4
  • 15. nuevo sistema monetario del cual se valdrá para enderezar los entuertos económicos del mundo. Los que quieran formar parte de esa nueva economía y sociedad se verán obligados a aceptar la «marca de la Bestia» en la mano derecha o en la frente. Esta marca será pro- bablemente un diminuto chip informático (microcircuito) que contenga todos los datos de filiación, movimientos econó- micos y la historia clínica del portador. Así papá Estado y el Nuevo Orden Mundial podrán vigilar los movimientos de cada habitante del planeta. Es más, ya hay personas que han tomado la iniciativa de implantarse un microcircuito. Los implantes en humanos comenzaron sigilosamente en los Estados Unidos en mayo de 2002 con la familia Jacobs. Esa familia —en apariencia total- mente normal— y varios otros voluntarios se implantaron unos chips únicos de identifica- ción —los VeriChip— debajo de la piel. El VeriChip, producido y comercializado por Applied Digital Solutions, tiene aproxi- madamente el tamaño de la punta de un bolígrafo y puede leerse mediante un escáner de mano fabricado para tal efecto. ¿Cuánto tiempo pasará antes que los implantes en seres humanos sean comunes y corrientes a fin de facilitar las transacciones comerciales y bancarias? De algo tenemos plena certeza: Desde hace ya años se viene gestando una economía desprovista de papel moneda y una sociedad totalmente vigilada y controlada. La fibra óptica, los satélites y las bases de datos informáticas ofrecen la posibilidad de controlar el mundo de una forma franca- mente pasmosa. Muchos gobiernos y empre- sas privadas a lo largo y ancho del planeta ya han instituido políticas tendentes a la elimi- nación del dinero en efectivo y los cheques, en tanto que otros países están poniendo a prueba diversos métodos para realizar transacciones comerciales sin papel moneda. La ciudad de Swindon, en Inglaterra, comenzó a supri- mir el dinero en efectivo en julio de 1995. En una iniciativa conjunta, los bancos National Westminster y Midland y la empresa British Telecommuni- cations probaron en el mercado un sustituto del papel moneda hecho de plástico/silicona. El sistema emplea tarjetas Mondex, que son similares a las tarjetas de débito pero contie- nen sofisticados chips infor- máticos. Las transferencias monetarias pueden hacerse por teléfono o mediante un pequeño dispositivo inalám- brico denominado billetera. En el 2003 Francia dio un paso más hacia un futuro sin dinero en efectivo al lanzar a escala nacional unas tarjetas inteligentes apodadas Moneo. El concepto que impulsa a esta nueva generación de tarjeta plástica implantada con un microchip es muy sencilla: terminar con el cambio chico y acelerar las transacciones de escaso monto. En Japón ya circulan 650.000 carteras electrónicas a las que llaman tarjetas Edy y que pueden emplearse en unas 2.100 tiendas, principalmente en Tokio. El plan es que a la larga dichas tarjetas —que contienen los datos y deta- lles económicos de su titu- lar— puedan emplearse en todos lados. Lo que diferencia a estas tarjetas de las tarjetas de crédito o débito es que no hace falta pasarlas por un lector y el cajero no necesita verificar la identidad del titular. Lo único que tiene que hacer este es colocarla ante un sensor que lee la información. La próspera Singapur tiene pensado terminar con el ana- crónico papel moneda en el año 2008. «[El régimen del Anticristo] hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre» (Apo- calipsis 13:16,17). Por primera vez en la Historia existe en el mundo la alta tecnología nece- saria para hacer realidad esta escalofriante visión que tuvo el apóstol Juan hace casi 2.000 años. ¿Estás preparado para estos grandes acontecimientos del fin? Puedes prepararte ahora aceptando a Jesús en tu cora- zón y estudiando lo que dice la Biblia sobre los aconteci- mientos de los postreros días, entre los que figura la dictadura global del Anticristo. Así no te tomarán por sorpresa cuando se produzcan, y no te dejarás seducir por el Anticristo. • Conéctate AÑO 5, NÚMERO 4 15
  • 16. CONSTANTE COMO EL SOL DE JESÚS, CON CARIÑO F e L I C i d A D LA FELICIDAD DEL ESPÍRITU es muy superior a la de la carne. La llevas siempre contigo. Ni la noche más solitaria ni las nubes más grises pueden privarte de ella. La felicidad de la carne es efímera. Depende de tu estado de ánimo, de las circunstancias, de lo visible y lo tangible. En cambio, la del espíritu viene del conocimiento de que soy tu Salvador y me intereso por ti. Esas verdades nunca cambian. La felicidad que Yo brindo es constante como el sol. ¿Acaso cuando el sol se oculta en el horizonte te angustias pensando que ha desaparecido para siempre? No. Es constante. Siempre está. Aunque cae la noche y no puedes verlo, nunca dudas de su existencia ni de que volverá a salir a la mañana siguiente. Así es la felicidad del espíritu: omnipresente, como el sol. Cuando cae la noche sobre tu espíritu y pierdes de vista la felicidad que Yo he prometido, es el momento de confiar y descansar hasta la mañana siguiente, cuando volverás a ver y sentir la luz y la calidez de Mi amor. Nunca dudes de que llegará la alborada. ❃