Halía, una chica musulmana, se enamora a primera vista de un cristiano mientras iba a rezar a la mezquita. Aunque intenta olvidarlo por las diferencias religiosas, vuelven a encontrarse y empiezan a salir en secreto. Cuando sus padres se enteran intentan separarlos, por lo que huyen juntos de La Meca a Medina. El chico finalmente se convierte al Islam para poder casarse con Halía. Ahora viven en La Meca casados con un hijo y esperando otro, viviendo la vida que siempre soñaron.
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Un día en el Islam: la historia de amor de Halía y Abdul
1. Un día en el Islam
Hola soy Halía, una chica musulmana de lo más normal, bueno, para mi familia no lo
soy; os voy a contar mi historia. Un día me disponía a ir a rezar y en el camino hacia la
mezquita me encontré con un cristiano, no sabía qué hacía allí pero nuestras miradas se
cruzaron y fue amor a primera vista, y encima, para colmo, de tan embobada que me
quedé, me tropecé y me caí, ¡qué vergüenza!, pero tuve que seguir mi camino.
La verdad es que nunca había estado enamorada de esa manera, me sentía muy especial
al sentir aquel cosquilleo en el estómago. Como de mi casa a la mezquita hay un largo
camino pude pensar en lo ocurrido, intenté olvidarme de él, porque ya sabéis, una
musulmana nunca puede casarse con un cristiano, ya que los hijos tienen que salir con la
religión del padre.
Lo dicho, intenté olvidarme de aquel chico. Cuando salí, creía que me había olvidado de
él pero, para mi suerte, me lo volví a encontrar y me empezó a seguir hasta mi casa,.
Allí finalmente se armó de valor y me preguntó que si quería quedar con él para dar una
vuelta; yo soy una musulmana orgullosa de mi religión y jamás rompería una regla del
Corán, pero en este caso se puede decir que el corazón fue más fuerte que el cerebro, ya
que acepté tímidamente.
Quedamos la tarde del día siguiente y, cuando paseábamos por el parque, surgió el amor
y me besó. Allí me di cuenta de que quería pasar el resto de mi vida a su lado. Sé que
todo esto parece un poco alocado pero así surgió todo, quedamos un día, y otro, y
otro… y ahí fue cuando supimos realmente que nos amábamos de forma leal y en ese
momento empezamos a salir coma pareja, yo lógicamente no les quise decir nada a mis
padres, ya que había roto una regla del Corán; ellos no se sentirían nada orgullosos de
mí al saber todo esto, por lo que decidí no contárselo a nadie.
Un día misteriosamente se enteraron y mis padres quisieron atraparme para que dejara a
mi chico que por cierto se llama Abdul. Como nos amábamos tanto no queríamos
separarnos ya que por esos momentos ya estábamos empezando a hablar sobre formar
una familia juntos y todo era perfecto, excepto por la diferencia de religión, así que para
que mis padres no me obligaran a hacer eso emprendimos una huida. Una cosa que no
había dicho es que yo vivía en la Meca y mi huida emprendió desde la Meca hasta la
ciudad de Medina. Todo esto de la huida parecía la Hégira de Mahoma y cada vez que
2. lo pienso me hace mucha gracia y lo veo como un homenaje a Alá por lo tanto me
siento muy orgullosa.
Sé que todo esto parece demasiado pero mis padres son unos musulmanes muy
drásticos. Una vez en Medina Abdul decidió cambiarse de religión ya que era la única
manera en la que podíamos casarnos. A día de hoy, ocho años más tarde, vivimos en la
Meca, en una humilde casita sin nada en especial, estamos casados, tenemos un hijo y
estamos esperando el segundo. Y, ahora sí, esta es la Vida que siempre soñé tener.