Ciudad sin sueño, Federico García Lorca. Por Adrià Clemente.
El árbol de la ciencia, de Pío Baroja
1. Pío
Baroja
El árbol de la
ciencia
A cargo de Pere Pajerols
Martínez
2. 1. Época y contexto literario
1.1. Crisis de Fin de Siglo
1.2. La situación en España
1.3. La Generación del 98
Imágenes de una época
2. El autor y su obra
2.1. El autor
2.2. La obra
2.3. La novela barojiana
3. Estudio de la obra: El árbol de la ciencia
3.1. Introducción
3.2. Argumento
3.3. El narrador
3.4. Espacios y ambientes
3.5. Estructura
3.6. Personajes
3.7. El tema de España
3.8. El diálogo
3.9. Estilo y técnica narrativa
3.10. El sentido existencial de la novela
El árbol de la ciencia y el árbol de la vida: interpretación
ANEXOS
4. 1. Época y contexto
literario
El último tercio del siglo XIX estuvo marcada por una crisis
cultural que se manifestará en las mentalidades y en las
expresiones artísticas de la época.
5. 1. Época y contexto
literario
El último tercio del siglo XIX estuvo marcada por una crisis
cultural que se manifestará en las mentalidades y en las
expresiones artísticas de la época.
Surgen movimientos artísticos y corrientes de pensamiento, cuyo
principio común es una ruptura con el mundo del siglo XX.
6. 1. Época y contexto
literario
El último tercio del siglo XIX estuvo marcada por una crisis
cultural que se manifestará en las mentalidades y en las
expresiones artísticas de la época.
Surgen movimientos artísticos y corrientes de pensamiento, cuyo
principio común es una ruptura con el mundo del siglo XX.
En España esta efervescencia cultural da lugar a dos grandes
movimientos: Modernismo y Generación del 98.
7. 1.1. La Crisis de Fin de Siglo
El último tercio del siglo XIX estuvo marcado por una
profunda crisis del mundo burgués.
Agitación política y económica. La rivalidad imperialista y
las crisis económicas originan una escalada de tensión entre
las potencias coloniales.
Conflictividad social. La consolidación de proletariado
cuestiona la hegemonía social y política de la burguesía
liberal.
La crisis de valores culturales. El racionalismo y el
positivismo entran en crisis con la irrupción de corrientes de
pensamiento irracionalistas (Nietzsche, Schopenhauer) que
cuestionan el sistema de valores tradicionales.
La bohemia artística. Surgen movimientos antiburgueses
como reacción a la mercantilización de la cultura y a las
convenciones sociales.
Superación del Realismo. Surgen movimientos literarios y
artísticos que se presentan como una superación del
naturalismo decimonónico.
11. • 1885
Comienza la regencia
de María Cristina.
• 1889
Se funda la Segunda
Internacional Obrera.
12. • 1890
Se establece el
sufragio universal en
España.
• 1892
Se inicia la política
exterior expansionista
de Alemania.
13. • 1895
Comienzan las
guerras de
independencia en
Cuba y Filipinas.
• 1895
Los hermanos
Lumière inventan el
cinematógrafo.
14. • 1899
Acuerdo entre Francia
y el Reino Unido para el
reparto de África.
Guerra entre británicos
y bóers para el dominio
de Suráfrica.
• 1900
Pío Baroja escribe sus
primeros libros.
15. Estética:
El pintor posimpresionista Renuncia a los
francés, Henri de Toulouse- convencionalismos
Lautrec, pese a proceder de una pictóricos en busca de
familia acomodada, representa a nuevas fórmulas de
la perfección el prototipo de expresión.
artista bohemio que rechazó los
convencionalismos sociales. Las nuevas corrientes
pictóricas como el
impresionismo y el
posimpresionismo
suponen un abandono
de la estética realista.
Símbolos
• Se representan a
prostitutas, lo que
supone un rechazo de Henri de Toulouse-Lautrec: El salón de rue des Moulins,
la moral burguesa. 1894.
• Un espacio urbano
frecuentado por la
bohemia como
prostíbulos, cabarés y
bares, que eran la
inspiración de su obra.
Fuente: Bachillerato 2. Lengua castellana y literatura.
SM.
16. 1.2. La situación en España
El desastre colonial de 1898. Con la pérdida de Cuba y
Filipinas, el mundo de la cultura reflexionó sobre el atraso
de España.
Atraso económico: industrialización tardía.
Atraso educativo: analfabetismo, Universidad
decadente.
Atraso político: sistema corrupto, adulteración de la
democracia, caciquismo.
Conflictividad social: conflictividad obrera, auge de los
nacionalismos, resistencia conservadora.
Voluntad de regeneración. Surgen minorías
intelectuales que reclaman la modernización del país y
reformas profundas.
24. Significado del dibujo:
Descripción: Tras la Restauración
borbónica, el sistema
Se trata de un dibujo político se basaba en una
satírico editado en 1897 alternancia en el poder
con el título “Mapa del entre los partidos
caciquismo en España”. conservador y
En él aparecen una progresista.
serie de caricaturas de Para garantizar este
personajes de la época sistema, los caciques
caracterizados como (que eran los personajes
caciques. más poderosos e
Se trata de una influyentes de cada
denuncia del sistema región), manipulaban los
político de la época, resultados de las
que propiciaba elecciones.
numerosas Estas prácticas corruptas
irregularidades fueron denunciadas por
electorales. los intelectuales de la
época.
Fuente: Bachillerato 2. Lengua castellana y literatura.
SM.
25. 1.3. La Generación del 98
La generación del 98 designa a un grupo de escritores
que compartían una profunda preocupación por la
situación de España tras la pérdida de las colonias.
Manifiesto de 1901: Azorín, Pío Baroja y Ramiro de
Maeztu; también Miguel de Unamuno, Antonio Machado
o Ramón María del Valle-Inclán.
Rasgos en común:
- Su componentes compartían inquietudes políticas e
intelectuales.
- Desolación después del desastre del 98.
- España como tema recurrente: costumbres, historia,
paisaje, etc.
- Temas existenciales y filosóficos: el sentido de la vida,
la muerte, la existencia de Dios, etc.
Renovación de la prosa: alejamiento de la novela
Realista y búsqueda de claridad y sencillez.
26. Al consumarse en 1898 la pérdida del imperio colonial
español en América y en Extremo oriente se pedía a los
españoles que no volviesen a ser ni Cides ni Quijotes, y los
que en aquellas horas de humillación y de derrota sentíamos
la necesidad de hacer patria, de “regenerarla”, según el
lenguaje de aquel tiempo, no tardamos en ver que no se
lograría sin que los regeneradores se infundiesen un poco,
cuando menos, del espíritu del Cid y del idealismo de don
Quijote.
Ramiro de Maeztu: Don Quijote, don Juan y la Celestina.
27. Solo nos unían el tiempo y el lugar y acaso un común dolor:
la angustia de no respirar en aquella España, que es la
misma de hoy. El que partiéramos casi al mismo tiempo, a
raíz del desastre colonial, no quiere decir que lo hiciéramos
de acuerdo.
Miguel de Unamuno: Nuevo Mundo, 1928.
28. CASTILLA
Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo,
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
29. Descripción:
La generación del 98 no sólo estuvo compuesta por
escritores. En este grabado podemos ver a Valle-
Inclán o Pío Baroja, junto a otras personalidades
como el médico Gregorio Marañón o el filósofo
Ortega y Gasset.
El pintor:
Ignacio Zuloaga (1870 – 1945) se trasladó a París,
donde conoció a Degas, Gauguin y Toulousse-Lautrec,
aprendiendo la técnica del impresionismo, aunque mas
tarde buscó un lenguaje propio. Influenciado por la
generación del 98, un tema de sus cuadros son los
paisajes y las gentes de Castilla.
30. IMÁGENES DE UNA ÉPOCA
A través de la mirada del
pintor Ignacio Zuloaga
40. 2.1. El autor
- Nace en San Sebastián en 1872 y muere en Madrid en 1956.
- Aunque estudió Medicina e incluso llegó a ejercer, pronto se
dedicará a su verdadera pasión: escribir.
- Visión pesimista y escepticismo político y religioso.
- Pensamiento muy influenciado por la obra de Nietzsche o
Schopenhauer.
- Traslada a sus obras sus vivencias y preocupaciones:
soledad, amargura, pesimismo, escepticismo político, etc.
- Uno de los autores más destacados de la Generación del 98 y
el gran renovador de la novela española.
41. 2.2. La obra
• Autor muy prolífico (más de sesenta novelas).
• Algunas de sus novelas se agrupan en trilogías.
• Se pueden distinguir dos etapas:
• Primera etapa: Camino de perfección, El árbol de la
ciencia y la trilogía La lucha por la vida; también Zalicaín
el aventurero o Las Inquietudes de Shanti Andía.
• Obras de temática histórica: Memorias de un hombre de
acción.
• Memorias en siete volúmenes.
42. 2.3. La novela barojiana
Concepción de la novela. Falta aparente de unidad,
multitud de personajes y de tramas argumentales (novela
abierta).
Visión subjetiva. La visión del narrador impregna el relato.
Autobiografismo. Muchos de sus temas provienen de su
propia experiencia vital.
Protagonistas. Recurre a un personaje central que destaca
por su inconformismo: hombres de acción (el “superhombre·
nietzscheano) o inadaptados.
Temas. Reflejo de las clases más bajas, recreación de
ambientes urbanos o rurales.
Paisajes. Las descripciones adquieren mucha importancia.
Estilo. Sencillez y claridad; frases cortas, diálogos rápidos y
naturalistas.
44. 3.1. Introducción
• Tercera de las obras incluidas en la trilogía La raza.
• Escrita en 1911, aunque se sitúa en la última década del
siglo XIX.
• La temática de la novela proviene en buena parte de sus
experiencias personales: carácter autobiográfico de la obra.
• Traslada a los personajes reflexiones filosóficas en las que
se percibe la influencia de los autores que interesaron al
autor: Kant, Schopenhauer, Nietzsche.
• Obra impregnada del pesimismo existencial y la
desconfianza en el ser humano propia del autor.
• Novela más representativa del autor, ya que recoge las
inquietudes de su generación.
45. 3.2. Argumento
Argumento principal: la experiencia vital de Andrés
Hurtado y los intentos frustrados del protagonista por
orientarse en una realidad absurda, injusta y hostil.
El hilo conductor de la novela es la evolución espiritual
del protagonista, y los ambientes, personas y situaciones
con que se va encontrando.
Estructura abierta: ausencia de una estructura
argumental básica (planteamiento, nudo y desenlace);
gran variedad de sucesos y situaciones muy diversos,
vagamente conectados.
Historias intercaladas y argumentos secundarios:
Lamela, Villasús, el episodio del Tío Garrota, etc.
46. Entorno familiar y - Orfandad materna y desavenencias con el padre, los hermanos, etc.
estudios - Carácter “reconcentrado y triste”.
- Se siente “solo y abandonado”.
- Sed de conocimiento, necesidad de encontrar “una orientación, algo
que dé sentido a su vida”.
- Primer desengaño: la situación precaria de la Universidad acabará
con sus ansias de conocimiento.
- Con su paso por los hospitales entrará en contacto con la miseria, el
dolor y la crueldad humana. Nuevo “motivo de depresión”.
El entorno social - El contacto con la degradación de los bajos fondos madrileños
aumentan su pesimismo.
- Solo la compañía de Lulú le proporciona cierta paz.
- Busca en la filosofía una explicación o un consuelo: primeras
conversaciones con Iturrioz (la vida como una lucha en la que solo
sobreviven los más fuertes).
Enfermedad y - Experiencia decisiva que incrementa la desorientación y el
muerte de Luisito: escepticismo de Andrés: muerte del débil.
primera experiencia - Primer desengaño ante la ciencia.
decisiva. - Consolidación de una visión pesimista de la vida y la existencia
expuesta en sus conversaciones con Iturrioz (cuarta parte).
- Defensa del árbol de la vida: a pesar de todo, Andrés confía en la
ciencia, ya que solo el conocimiento científico puede contribuir a
transformar la vida o, al menos, a comprenderla.
- Decide marcharse de Madrid.
Primer intento de - Conoce la sordidez, el oscurantismo, y la miseria moral y espiritual de
encarrilar su vida: la España profunda.
experiencia como - Primera experiencia sexual con Dorotea.
médico rural y - Resultado de la experiencia: sensación de hastío y desesperanza.
retorno a Madrid
- Retorno a Madrid: la experiencia del “desastre” de 1898 acrecienta su
visión negativa de la situación española.
- Reaparecen personajes, entre ellos, Lulú.
Último intento de - La amistad sincera se transforma en enamoramiento.
salvación. - ¿Enamoramiento real o simple afinidad?
Matrimonio; muerte - Vida de casado, breve período de felicidad: “Andrés estaba cada vez
del hijo y de la mujer más encantado de su mujer, de su vida, de su casa”, “cada vez
(Segunda trabajaba con más gusto”.
experiencia - Pero pronto se desata una serie de sucesos trágicos: embarazo,
decisiva). muerte del niño y, tres días más tarde, muerte de Lulú.
Única salida para - Andrés se desmorona definitivamente.
alguien que “no - Segundo desengaño ante la ciencia: por segunda vez, la ciencia no
tenía fuerza para ha sido capaz de salvar la vida humana.
vivir”. - El suicidio como única salida.
- Paradoja del desenlace: Andrés se suicida con Duquesnel. La
ciencia, que no consigue salvar la vida de las personas que ama, sirve,
sin embargo, para provocar su propia muerte. Se confirma
irónicamente lo que Iturrioz dice en la cuarta parte: “El árbol de la
ciencia mata”. (p.166).
47. 3.3. El narrador
El narrador: narrador en tercera persona, externo y
no omnisciente. Puede identificarse con el autor.
Subjetivismo: el narrador es subjetivo (valora los
hechos) y asume el punto de vista del protagonista.
Tiempo del relato: cierta indeterminación; sabemos
que la acción transcurre durante la última década del
siglo XIX (1898 como fecha emblemática).
Estructura lineal: los acontecimientos están
narrados en orden cronológico, aunque al inicio hay
algún retroceso temporal para presentar el pasado
familiar de Andrés (muerte de la madre, por
ejemplo).
48. 3.4. Espacios, ambientes
Variedad de escenarios: el carácter itinerante del
protagonista permite la descripción de distintas
realidades y ambientes: el ambiente estudiantil, los
suburbios de Madrid, el mundo rural.
Crítica social: retrata con crudeza los aspectos más
sombríos, miserables y degradados de la sociedad
española.
El paisaje: la descripción del paisaje adquiere
importancia por sí misma.
Técnica impresionista: en lugar de una descripción
detallada, trazos dispersos, impresiones vivísimas.
Lirismo: utilización simbólica del paisaje.
49. 3.5. Estructura
• Estructura externa:
- Siete partes que suman 53 capítulos generalmente breves.
- El número de capítulos de cada parte es variable: 11, 9, 5,
5, 10, 9 y 4, respectivamente.
• Estructura interna:
- Dos etapas de la vida del protagonista, separadas por un
intermedio reflexivo (parte IV).
- En torno a este intermedio, las etapas (integradas cada
una por tres partes) presentan entre sí una clara simetría:
50. Primera Segunda Tercera Cuarta Quinta Sexta Séptima
parte parte parte parte parte parte parte
Primeras experiencias: Experiencia Intermedio Nuevas experiencias: Experiencia
etapa de formación decisiva reflexivo búsqueda de un lugar decisiva
Madrid Pueblo Pueblo Madrid
Familia y La Enfermedad Médico Vuelta a la Matrimonio,
estudios sociedad y muerte del en ciudad muerte de
madrileña hermano Alcolea (reaparece hijo y mujer,
(Lulú) Lulú) suicidio
51. 3.6. Los personajes
• Personajes principales (Andrés y Lulú): personajes
inadaptados; su carácter evoluciona y se va perfilando
progresivamente.
•Caracterización de Lulú: retrato físico y moral; poca
idealización, mezcla de virtudes y defectos (gran humanidad).
• Personajes secundarios: gran variedad de personajes.
• Técnicas utilizadas:
- Descripción impresionista: se apuntan solo los rasgos
más característicos.
- Deformación grotesca: caricatura, ridiculización;
incluso animalización
- Lenguaje realista: coloquialismos, jergas, etc.
• Explotadores y oprimidos: visión darwinista de la sociedad.
52. Andrés Hurtado
• Técnica de caracterización progresiva: el personaje
se perfila poco a poco, en contacto con su entorno, se va
revelando tal cual es a través de su comportamiento, sus
reflexiones, etc.
• Otra técnica utilizada para perfilar el carácter del
personaje es la técnica del contraste:
Ejemplos:
- Andrés vs Aracil (realista, materialista, pragmático,
perfectamente adaptado a la vida, consigue abrirse
camino y progresar);
- Andrés vs su entorno familiar (su padre: diferentes
ideas políticas, caracteres incompatibles); (1)
- Andrés vs Iturrioz (representan dos corrientes filosóficas
opuestas: empirismo vs Kant, Schopenhauer).
53. Lulú
También se utiliza la técnica de caracterización
progresiva y la de contraste.
Retrato físico pormenorizado; realismo, no
idealización: mezcla de virtudes y defectos, lo que da
al personaje una gran humanidad
Personaje confrontado con su entorno (como
Andrés): ambiente sórdido, de extrema pobreza,
familia venida a menos, etc.
Relación con Andrés: simpatía – afecto - amistad
sincera - ¿enamoramiento?
Esposa abnegada y afectuosa; deseo de tener el hijo
que la matará.
54. Explotadores y oprimidos
Dos grupos opuestos de personajes:
- Explotadores: Don Pedro, los médicos y curas de
los hospitales, Julio Aracil, doña Virginia, don
Martín (Tío Miserias), etc.
- Oprimidos: despiertan compasión y ternura: las
Minglanillas, Rafaél Villasús y sus hijas Pura y
Ernestina, don Cleto Meana, Dorotea, las prostitutas,
etc.
Visión darwinista de la sociedad: “La vida es una
lucha constante, una cazería cruel en que nos vamos
devorando unos a otros”.
55. 3.7. El tema de España
• Espíritu de la Generación del 98: retrato crítico de la
sociedad de española.
• El desastre del 98: símbolo de la descomposición del país:
- Atraso cultural: estado del la universidad.
- Atraso político: caciquismo, corrupción, falta de interés
por la política, etc.
- Atraso social: inmovilismo, estancamiento, falta de
solidaridad, incultura.
• Crítica de la injusticia social: descripción de ambientes
marginales y degradados.
• Escepticismo político: la explotación de las clases pobres
y oprimidas como algo natural e inevitable (darwinismo).
56. 3.8. El diálogo
Uso magistral del diálogo a lo largo de toda la
obra.
Peso del diálogo en algunos capítulos (a veces,
hacen avanzar por si mismos la acción).
La IVª Parte: estructura casi dialogada, teatral, casi
sin intervenciones del narrador, lo que la hace
diferente de las demás partes.
Diálogos breves y ágiles, se suceden los turnos de
palabra casi sin interpolaciones del narrador.
Diálogos más extensos y densos entre Andrés y
Iturrioz, Andrés y Lulú, aunque igualmente rápidos.
Naturalidad expresiva: el lenguaje de los
personajes da sensación de autenticidad, lleno de
términos coloquiales y vulgarismos.
57. 3.9. Estilo y técnica narrativa
Sencillez y claridad: prosa natural, directa, sencilla y
espontánea.
Prosa rápida y viva:
- Frases cortas y párrafos breves.
- Tendencia a la yuxtaposición y a la parataxis.
- Diálogos directos, breves y ágiles.
Técnica impresionista: descripciones escuetas, hechas
de pinceladas que se concentran en los rasgos más
característicos.
Naturalidad expresiva: el lenguaje de los personajes
(también del narrador) es auténtico, lleno de
coloquialismos.
58. 3.10. El sentido existencial de la
novela
Novela filosófica: los conflictos existenciales y filosóficos
del protagonista se convierten en el eje principal de la
obra: preocupación por el sentido de la vida.
Influencia de las corrientes filosóficas europeas: las
lecturas de Andrés (Schopenhauer, Nietzsche o Kant)
influyen en su visión pesimista de la vida.
El dilema entre la vida y el conocimiento: Andrés
defiende la búsqueda de la verdad (árbol de la ciencia),
pero solo consigue más sufrimiento.
La figura de Iturrioz: defiende una actitud más vitalista e
y activa ante la vida (irracionalismo); prima lo útil por
encima de lo verdadero, lo bueno o lo justo.
59. El árbol de la ciencia y el árbol
de la vida
(Interpretación del conflicto
existencial de la novela)
60. Andrés se interesa por la filosofía, por la búsqueda de la verdad. Lee a
Kant y Schopenhauer…
Yo busco una filosofía que sea primeramente una cosmogonía,
una hipótesis racional de la formación del mundo; después,
una explicación biológica del origen de la vida y del hombre.
[…]
—¿Y en dónde has ido a buscar esa síntesis?
—Pues en Kant, y en Schopenhauer sobre todo.
—Mal camino —repuso Iturrioz—; lee a los ingleses; la
ciencia en ellos va envuelta
en sentido práctico.
61. ...porque se encuentra perdido y necesita una orientación, comprender.
Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con
la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula,
sin luz a donde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué
dirección se le da?
Sin embargo, cuanto más busca la verdad, más absurda y sin sentido le
parece la vida. Por eso pensar no le alivia, sino que le produce más dolor
aún.
Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar
sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse
y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en
un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin
accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el
pensamiento se llena de terrores como compensación a la
esterilidad emocional de la existencia.
62. Aún así, Andrés hace una defensa apasionada de la ciencia, del
conocimiento: aunque la verdad sea dolorosa, prefiere la verdad a
quedarse en la mentira.
—Estás perdido —murmuró Iturrioz—. Ese intelectualismo no te
puede llevar a nada bueno.
—Me llevará a saber, a conocer. ¿Hay placer más grande que
éste?
Ejemplo de ello es Kant, que demostró que Dios y la libertad eran inventos
humanos, mentiras creadas por nosotros sin ninguna realidad.
Kant prueba que son indemostrables los dos postulados más
trascendentales de las religiones y de los sistemas filosóficos:
Dios y la libertad.
63. Iturrioz comparte la visión pesimista de la vida y el hombre de Andrés.
Lo que hace a la sociedad malvada es el egoísmo del hombre, y
el egoísmo es un hecho natural, es una necesidad de la vida.
Sin embargo, él tiene una actitud más despreocupada y activa ante la vida:
la verdad no importa, solo importa lo que es útil.
Para él la verdad disminuye el deseo de vivir; a veces, en cambio, la
mentira es útil y beneficiosa para la vida: el hombre feliz es aquel que vive
engañado.
- Yo en el fondo estoy convencido de que la verdad en bloque es
mala para la vida. Esa anomalía de la naturaleza que se llama la
vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira.
- En eso estoy conforme, dijo Andrés. La voluntad, el deseo de
vivir es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre
es mayor la comprensión. A más comprender corresponde menos
desear
64. Y para demostrar su tesis, recurre al mito bíblico del Génesis: antes de
comer del árbol de la ciencia (es decir: antes de interesarse por la
búsqueda de la verdad), el hombre vivía feliz, porque vivía sin hacerse
preguntas. En cambio, desde el momento que prefirió conocer la verdad,
fue infeliz.
- Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles,
el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal […]
¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
- No recuerdo, la verdad.
- Pues al tenerle a Adán delante, le dijo: Puedes comer todos los
frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia
del bien y del mal, porque el día que tú comas su fruto morirás de
muerte. Y Dios, seguramente, añadió: Comed del árbol de la
vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo
alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese
fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá. ¿No
es un consejo admirable?
65. En definitiva, Iturrioz cree que la obsesión de Andrés por comprender y
por la verdad no llevan a nada.
—No sé, no sé —murmuró—. Creo que vuestro intelectualismo
no os llevará a nada. ¿Comprender? ¿Explicarse las cosas? ¿Para
qué?
Ya que a él no le importa la verdad, sino lo que es útil para la vida. Hay
cosas, como Dios o la religión, que aunque sean una mentira creada por
nosotros, son útiles para la vida y la sociedad, y nos ayudan a vivir mejor.
Para llegar a dar a los hombres una regla común, una
disciplina, una organización, se necesita una fe, una ilusión,
algo que aunque sea una mentira salida de nosotros mismos
parezca una verdad llegada de fuera.
67. Caracterización de los
personajes
“Nosotros no buscamos el delinear la figura, grande y destacada, con una
línea fuerte que la separe del medio en que vive, sino que queremos
hacerla vivir en su ambiente”, Baroja.
“Hurtado era republicano; Montaner, defensor de la familia real;
Hurtado era enemigo de la burguesía; Montaner partidario de la clase
rica y de la aristocracia. (…) La hostilidad entre Hurtado y Montaner
todavía se manifestaba delante del escaparate de una librería.
Hurtado era partidario de los escritores naturalistas, que a Montaner
no le gustaban; Hurtado era entusiasta de Espronceda; Montaner, de
Zorrilla: no se entendían en nada.” (Parte 1)
“Entre padre e hijo existía una incompatibilidad absoluta, completa; no
podían estar conformes en nada. Bastaba que uno afirmara una cosa
para que el otro tomara la posición contraria. No le gustaba ir a los
paseos donde hubiera gente, como a su hermano Pedro…”
68. La técnica del contraste
“Casares se acercó a Lulú a invitarla a bailar.
- Oiga usted, negra -le dijo.
- ¿Qué quiere usted, blanco? -le preguntó ella con descaro.
- ¿No quiere usted darse una vueltecita conmigo?
- No, señor.
- ¿Y por qué?...
- Porque no me sale… de dentro -contestó ella de una manera achulada.
- Tiene usted mala sangre, negra -le dijo Casares.
- Sí, que usted la debe tener buena, blanco -replicó ella.
- ¿Por qué no ha querido usted bailar con él? -le preguntó Andrés.
- Porque es un boceras; un tío antipático que cree que todas las mujeres
están enamoradas de él. ¡Que se vaya a paseo!” (p. 102)
69. Retrato de Lulú
“Lulú era una muchacha muy graciosa, pero no bonita; tenía los ojos
verdes, oscuros, sombreados por ojeras negruzcas; unos ojos que a
Andrés le parecieron muy humanos; la distancia de la nariz a la boca y
de la boca a la barba era en ella demasiado grande, lo que le daba
cierto aspecto simio; la frente, pequeña; la boca, de labios finos,
puntiagudos; la nariz, un poco respingona, y la cara pálida, de mal
color.
Lulú demostró a Hurtado que tenía gracia, picardía e ingenio de sobra;
pero le faltaba el atractivo principal de una muchacha: la ingenuidad,
la frescura, la candidez. Era un producto marchito por el trabajo, por
la miseria y la inteligencia. Sus dieciocho años no parecían juventud.”
(p. 97).
70. Lulú y Andrés
“- ¿Usted cree que no la quiero a usted, Lulú?
- Sí…, un poco…; ve usted que no soy una mala muchacha, pero nada
más.
- ¿Y si hubiera algo más? Si yo la quisiera a usted con cariño, con amor,
¿qué me contestaría usted?
- No, no es verdad. Usted no me quiere. No me diga usted eso.
- Sí, sí, es verdad, -y acercando la cabeza de Lulú a él, la besó en la
boca.” (p. 284)
“Andrés comenzó a ir con frecuencia a la casa, sólo por oir a Lulú. Era,
sin duda, una mujer inteligente, cerebral, como la mayoría de las
muchachas que vienen trabajando en las grandes ciudades, con una
aspiración mayor por ver, por enterarse, por distinguirse, que por
sentir placeres sensuales. A Hurtado le sorprendía; pero no le
producía la más ligera idea de hacerle el amor. Hubiera sido imposible
para él pensar que pudiera llegar a tener con Lulú más que una cordial
amistad.” (p. 110).
71. Los secundarios
“Letamendi era un señor flaco, bajito, escuálido, con melenas grises y
barba blanca. Tenía cierto tipo de aguilucho: la nariz corva, los ojos
hundidos y brillantes. Vestía siempre levita algo entallada y llevaba un
sombrero de copa de alas planas, de esos sombreros clásicos de los
melenudos profesores de la Sorbona.” (p.69).
“Don Cleto Meana era el filósofo de la casa, era un hombre bien educado
y culto, que había caído en la miseria. (…) Era un viejecito bajito y
flaco, muy limpio, muy arreglado, de barba gris recortada; llevaba el
traje raído; pero sin manchas, y el cuello de la camisa impecable.”
(p.126)
Ya Ortega lo había visto y señalado con profundidad en 1916: “Llueven
torrencialmente las figuras sin que nos dé tiempo a intimar con ellas.
Ut quid perditio haec? ¿Para qué este desperdicio? La posibilidad
material de hacinar tal cúmulo de personajes revela que no trata el
autor a cada uno como es debido. En efecto: analícese cualquiera de
sus libros, y se verá cómo la mayor parte de estos personajes no
ejecutan ante nosotros acto alguno. En dos o tres páginas resume el
autor su historia y juzga su personalidad. Hecho esto, los vuelve a la
nada, y el libro, más que una novela, parece el pellejo de una novela.
¿No es absurdo parecer semejante? Baroja suplanta la realidad de sus
personajes por la opinión que él tiene de ellos.”
72. El atraso de España
“El viejo profesor recordaba las conferencias del Instituto de Francia, de
célebres químicos, y creía, sin duda, que explicando la obtención del
nitrógeno y del cloro estaba haciendo un descubrimiento, y le gustaba
que le aplaudieran. Satisfacía su pueril vanidad dejando los
experimentos aparatosos para la conclusión de la clase, con el fin de
retirarse entre aplausos como un prestidigitador. Los estudiantes le
aplaudían riendo a carcajadas.” (p. 42)
“Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo
completo. El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se
metían en sus casas, como los trogloditas en sus cuevas. No había
solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación. Los
hombres iban al trabajo y a veces al casino. Las mujeres no salían
más que los domingos a misa.” (p.211)
73. Animalización y cosificación
La madre era una chatorrona gorda, con el colmillo retorcido y la
mirada de jabalí”. (p. 61)
“Cuando Lamela le mostró un día a su amada, Andrés se quedó
estupefacto. Era una solterona fea, negra, con una nariz de cacatúa y
más años que un loro”. (p. 78)
“La madre, doña Leonarda, era mujer poco simpática; tenía la cara
amarillenta, de color de membrillo; la expresión dura, falsamente
amable; la nariz corva; unos cuantos lunares en la barba, y la sonrisa
forzada.” (p. 97)
“Doña Virginia era una mujer alta, rubia, gorda, con una cara de
angelito de Rubens que llevaba cuarenta y cinco años revoloteando
por el mundo. Tenía la tez iluminada y rojiza, como la piel de un
cochinillo asado, y unos lunares en el mentón que le hacían parecer
una mujer barbuda.” (p. 105)
“El Chuleta (…) era chato, muy delgado, algo giboso, de aspecto
enfermizo, con unos pelos azafranados en la barba y ojos de besugo.”
(p. 125)
74. La descripción de paisajes
Alcolea del Campo (Parte 4, cap. II): Calor sofocante,
luminosidad, aridez, sequedad, desierto, asfixia, sopor,
soñolencia, sensación de irrealidad, desolación, ciudad
muerta…
Hacía en la calle un calor espantoso; el aire venía en ráfagas
secas como salidas de un horno. No se podía mirar a derecha y a
izquierda; las casas, blancas como la nieve, rebozadas de cal,
reverberaban esta luz vívida y cruel hasta dejarle a uno ciego.
Entraron en el casino. Los viajantes pidieron café y jugaron al
dominó. Un enjambre de moscas revoloteaba en el aire. Terminada la
partida volvieron a la fonda a dormir la siesta.
Al salir a la calle, la misma bofetada de calor le sorprendió a
Andrés; en la fonda los viajantes se fueron a sus cuartos. Andrés hizo
lo propio, y se tendió en la cama aletargado. Por el resquicio de las
maderas entraba una claridad brillante, como una lámina de oro; de las
vigas negras, con los espacios entre una y otra pintados de azul,
colgaban telas de araña plateadas. En el patio seguía cantando el
canario con su gorjeo chillón, y a cada paso se oían campanadas
lentas y tristes...
75. Se despidieron de él, y el secretario y Andrés comenzaron a subir un cerro rojo,
que tenía en la cumbre una torre antigua, medio derruida.
Hacía un calor horrible, todo el campo parecía quemado, calcinado; el cielo
plomizo, con reflejos de cobre, iluminaba los polvorientos viñedos, y el sol se ponía tras
de un velo espeso de calina, a través del cual quedaba convertido en un disco
blanquecino y sin brillo.
Desde lo alto del cerro se veía la llanura cerrada por lomas grises, tostada por el
sol; en el fondo, el pueblo inmenso se extendía con sus paredes blancas, sus tejados
de color de ceniza, y su torre dorada en medio. Ni un boscaje, ni un árbol, sólo viñedos
y viñedos, se divisaban en toda la extensión abarcada por la vista; únicamente dentro
de las tapias de algunos corrales una higuera extendía sus anchas y oscuras hojas. Con
aquella luz del anochecer, el pueblo parecía no tener realidad; se hubiera creído que un
soplo de viento lo iba a arrastrar y a deshacer como nube de polvo sobre la tierra
enardecida y seca.
En el aire había un olor empireumático, dulce, agradable.
(…)
El viento levantaba ráfagas de polvo en la carretera; las campanas comenzaban a
tocar de nuevo. Andrés entró en la fonda a cenar, y salió por la noche. Había
refrescado; aquella impresión de irrealidad del pueblo se acentuaba.
A un lado y a otro de las calles, languidecían las cansadas lámparas de luz
eléctrica.
Salió la luna; la enorme ciudad, con sus fachadas blancas, dormía en el silencio;
en los balcones centrales encima del portón, pintado de azul, brillaban los geranios; las
rejas, con sus cruces, daban una impresión de romanticismo y de misterio, de tapadas y
escapatorias de convento; por encima de alguna tapia, brillante de blancura como un
témpano de nieve, caía una guirnalda de hiedra negra, y todo este pueblo, grande,
desierto, silencioso, bañado por la suave claridad de la luna, parecía un inmenso
sepulcro.
76. Indignación y escepticismo
De la conversación con aquellas mujeres sacaba Andrés cosas
extrañas.
Entre los dueños de las casas de lenocinio había personas
decentes: un cura tenía dos, y las explotaba con una ciencia
evangélica completa. ¡Qué labor más católica, más conservadora
podía haber que dirigir una casa de prostitución!
Solamente teniendo al mismo tiempo una plaza de toros y una
casa de préstamos podía concebirse algo más perfecto. De aquellas
mujeres, las libres iban al registro, otras se sometían al
reconocimiento en sus casas.
Andrés tuvo que ir varias veces a hacer estas visitas
domiciliarias.
En alguna de aquellas casas de prostitución distinguidas
encontraba señoritos de la alta, sociedad, y era un contraste
interesante ver estas mujeres de cara cansada, llena de polvos de
arroz, pintadas, dando muestras de una alegría ficticia, al lado de
gosomos fuertes, de vida higiénica, rojos, membrudos por el sport.
Espectador de la iniquidad social, Andrés reflexionaba acerca de los
mecanismos que van produciendo esas lacras: el presidio, la miseria,
la prostitución.
-La verdad es que si el pueblo lo comprendiese -pensaba
Hurtado---, se mataría por intentar una revolución social, aunque ésta
no sea más que una utopía, un sueño (continúa)-----
77. Darwinismo social
Andrés creía ver en Madrid la evolución progresiva de la gente
rica que iba hermoseándose, fortificándose, convirtiéndose en casta;
mientras el pueblo evolucionaba a la inversa, debilitándose,
degenerando cada vez más.
Estas dos evoluciones paralelas eran sin duda biológicas; el
pueblo no llevaba camino de cortar los jarretes de la burguesía, e
incapaz de lucha, iba cayendo en el surco.
Los síntomas de la derrota se revelaban en todo. En Madrid, la
talla de los jóvenes pobres y mal alimentados que vivían en tabucos
era ostensiblemente más pequeña que la de los muchachos ricos, de
familias acomodadas que habitaban en pisos exteriores.
La inteligencia, la fuerza física, eran también menores entre la
gente de] pueblo que en la clase adinerada. La casta burguesa se iba
preparando para someter a la casta pobre y hacerla su esclava.
78. Acción o contemplación
Andrés ya no quiso atender a Iturrioz, que comenzaba a fantasear por
entretenimiento. Se levantó y se apoyó en el barandado de la azotea.
Sobre los tejados de la vecindad revoloteaban unas palomas; en un
canalón grande corrían y jugueteaban unos gatos.
Separados por una tapia alta había enfrente dos jardines: uno era de un
colegio de niñas, el otro de un convento de frailes.
El jardín del convento se hallaba rodeado por árboles frondosos; el del
colegio no tenía más que algunos macizos con hierbas y flores, y era una cosa
extraña que daba cierta impresión de algo alegórico, ver al mismo tiempo jugar
a las niñas corriendo y gritando, y a los frailes que pasaban silen-ciosos en filas
de cinco o seis dando la vuelta al patio.
—Vida es lo uno y vida es lo otro —dijo Iturrioz filosó-ficamente,
comenzando a regar sus plantas.
Andrés se fue a la calle.
¿Qué hacer? ¿Qué dirección dar a la vida? —se pregunta-ba con angustia.
Y la gente, las cosas, el sol, le parecían sin realidad ante el problema planteado
en su cerebro.
79. El caos de la vida
“la vida era una corriente tumultuosa e inconsciente, donde todos los actores
representaban una comedia que no comprendían, y los hombres llegados a un
estado de intelectualidad, contemplaban la escena con una mirada compasiva y
piadosa.”
“La vida en general, y sobre todo la suya, le parecía una cosa fea, turbia, dolorosa
e indominable”
A los pocos días de frecuentar el hospital, Andrés se inclinaba a creer que
el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le
parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una
desgracia y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia de la locura. Lamela,
sin pensarlo, viviendo con sus ilusiones, tomaba las proporciones de un sabio.
“Kant ha sido el gran destructor de la mentira grecosemítica. Él se encontró con esos dos
árboles bíblicos de que usted hablaba antes y fue apartando las ramas del árbol de la vida
que ahogaban al árbol de la Ciencia. Tras él no queda en el mundo de las ideas, más que
un camino estrecho y penoso: la Ciencia. Detrás de él, sin tener quizá su fuerza y su
grandeza viene otro destructor, otro oso del Norte, Schopenhauer, que no quiso dejar en
pie los subterfugios que el maestro sostuvo amorosamente por falta de valor. Kant pide por
misericordia que esa gruesa rama del árbol de la vida, que se llama libertad,
responsabilidad, derecho, descanse junto a las ramas del árbol de la ciencia para dar
perspectivas a la mirada del hombre. Schopenhauer, más austero, más probo en su
pensamiento, aparta esa rama, y la vida aparece como una cosa oscura y ciega, potente y
jugosa sin justicia, sin bondad, sin fin; una corriente llevada por una fuerza x, que él llama
voluntad y que, de cuado en cuando, en medio de la materia organizada, produce un
fenómeno secundario, una fosforescencia cerebral, un reflejo, que es la inteligencia. Ya se
ve claro en estos dos principios: vida y verdad, voluntad e inteligencia.
80. Dos opciones vitales
Iturrioz: “La consecuencia a la que yo iba era ésta, que ante la
vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o
la abstención y la contemplación indiferente de todo o la acción
limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el
quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general
es absurdo”.
-Es lo que tiene de bueno la filosofía -dijo Andrés con amargura-; le
convence a uno de que lo mejor es no hacer nada.
81. Visión antirromántica del amor
“ –Y usted, don Andrés, que es un sabio, que ha encontrado esas teorías sobre el
amor, ¿qué es eso del amor?
–¿El amor?
–Sí.
–Pues el amor, y le voy a parecer a usted un pedante, es la confluencia del
instinto fetichista y del instinto sexual.
–No comprendo.
–Ahora viene la explicación. El instinto sexual empuja el hombre a la mujer y la
mujer al hombre, indistintamente; pero el hombre que tiene un poder de
fantasear, dice: esa mujer, y la mujer dice: ese hombre. Aquí empieza el
instinto fetichista; sobre el cuerpo de la persona elegida porque sí, se forja otro
más hermoso y se le adorna y se le embellece, y se convence uno de que el
ídolo forjado por la imaginación es la misma verdad. (…) A través de una nube
brillante y falsa, se ven los amantes el uno al otro, y en la oscuridad ríe el
antiguo diablo, que no es más que la especie.
–¡La especie! ¿Y qué tiene que ver ahí la especie?
–El instinto de la especie es la voluntad de tener hijos, de tener descendencia.
La principal idea de la mujer es el hijo. La mujer instintivamente quiere primero
el hijo; pero la naturaleza necesita vestir este deseo con otra forma más
poética, más sugestiva, y crea esas mentiras, esos velos que constituyen el
amor.
–¿De manera que el amor en el fondo es un engaño?
–Sí; es un engaño como la misma vida (…)”
82. La parálisis del puebo
En Alcolea
Los días iban sucediéndose a los días y cada uno traía la misma desesperanza, la seguridad de
no saber qué hacer, la seguridad de sentir y de inspirar antipatía, en el fondo sin motivo, por
una mala inteligencia. (…) Llegar a la abstención pura, completa en la pequeña vida social de
Alcolea, le parecía la perfección. (…) prefería pasar el tiempo en su cuarto en aquel mausoleo
blanqueado y silencioso (…) ¡La inacción le irritaba! (…) Sin saber qué hacer paseaba como un
lobo por aquel cuarto. Muchas veces intentó dejar de leer esos libros de filosofía, pensó que le
irritaban. Quiso cambiar de lecturas.(…) Comenzó a leer un libro de Astronomía. (…)
Comenzaba a sentir una irritación profunda contra todo. (…) Este dilema se presentaba ante él.
Si quería vivir con una mujer, tenía que casarse, someterse. (…)De no casarse, Andrés podía
transigir e ir con los pedido a casa de la Fulana o de la Zutana, donde las mujeres de la vida
airada viven como en los antiguos burdeles medievales (…) Andrés decidió limitar la
alimentación. Tomar sólo vegetales y no probar la carne. Al cabo de un mes del nuevo
régimen, Hurtado estaba mejor, la comida escasa, el baño, le iban haciendo un
hombre sin nervios. Ahora se sentía como divinizado por su ascetismo, comenzaba a
vislumbrar ese estado de “ataraxia” cantado por los epicúreos y los pirronianos. Ya
comenzaba a no tener espíritu agresivo. (…) Por las noches se refugiaba en la cocina, cerca del
fogón bajo y Dorotea la vieja y la niña hacían sus labores al amor de la lumbre
83. Ataraxia
Vida de casado (Cap.III, VIIª Parte):
“Pasaron muchos meses y la paz del matrimonio no se turbó.
Andrés estaba desconocido. El método de vida, el no tener que sufrir el
sol, ni subir escaleras, ni ver miserias, le daba una impresión de tranquilidad,
de paz.
Explicándose como un filósofo, hubiera dicho que la sensación de
conjunto de su cuerpo, la cenesthesia era en aquel momento pasiva, tranquila,
dulce. Su bienestar físico le preparaba para ese estado de perfección y de
equilibrio intelectual que los epicúreos y los estoicos griegos llamaron ataraxia,
el paraíso del que no cree.
Aquel estado de serenidad le daba una gran lucidez y mucho método en
sus trabajos. Los estudios de síntesis que hizo para la revista médica tuvieron
gran éxito. El director le alentó para que siguiera por aquel camino. No quería
ya que tradujera, sino que hiciera trabajos originales para todos los números”.