Las dos cartas a Timoteo fueron escritas por Pablo probablemente entre los años 65-67 desde Roma, donde se encontraba preso por segunda vez. En ellas, Pablo ofrece instrucciones a Timoteo, su discípulo amado, sobre cómo dirigir la iglesia de Éfeso y combatir las falsas doctrinas. La primera carta se enfoca en temas como el culto y las cualidades de los ministros, mientras que la segunda contiene el testamento espiritual de Pablo y exhorta a Timoteo a permanecer fuerte en la fe a pesar
3.
Tesalónica (hoy Salónica), capital de Macedonia,
recibió la luz del Evangelio en el segundo viaje
apostólico de S. Pablo. No pudiendo detenerse allí a
causa de la sedición de los judíos, el Apóstol se
dirige a ellos mediante esta carta, escrita en Corinto
hacia el año 52 -es decir, que es la primera de todas
las epístolas- para confirmarlos en los fundamentos
de la fe y la vocación de la santidad, y consolarlos
acerca de los muertos con los admirables anuncios
que les revela sobre la resurrección y la segunda
venida de Cristo.
I Carta a los
Tesalonicenses
4.
Esta segunda carta fue también escrita en Corinto, poco después de
la anterior, como lo acredita la permanencia de Silvano y Timoteo ,
para tranquilizar a los tesalonicenses que, por lo que se ve , eran
engañados por algunos sobre el alcance de aquella carta, cuyo
contenido, lejos de rectificarlo,. Porque no faltaban quienes
descuidaban sus deberes cotidianos, creyendo que el día de Cristo
había pasado ya, y que por consiguiente, el trabajo no tenía valor ,
o que las persecuciones que sufrían pudiesen ser ya las del "día
grande y terrible del Señor" sin que ellos hubiesen sido librados
por el advenimiento de Cristo y la reunión con El . S. Pablo los
confirma en su esperanza y les da las aclaraciones necesarias
refiriéndose en forma sucinta a lo que largamente les había
conversado en su visita. De ahí que, para nosotros, el lenguaje de
esta carta tenga hoy algún punto oscuro que no lo era entonces
para los tesalonicenses . "¿No debe esto despertarnos una santa
emulación para no saber hoy menos que aquellos antiguos?".
II Carta a los
Tesalonicenses
5.
Los habitantes de Galacia, provincia del Asia Menor, fueron
ganados al Evangelio por S. Pablo en su segundo y tercer viaje
apostólico. Poco después llegaron judíos o judío-cristianos que
se les enseñaban "otro Evangelio", es decir, un Jesucristo
deformado y estéril, exigiendo que se circuncidasen y
cumpliesen la Ley mosaica, y pretendiendo que el hombre es
capaz de salvarse por sus obras, sin la gracia de Cristo. Además
sembraban desconfianza contra el Apóstol, diciendo que él no
había sido autorizado por los primeros Apóstoles y que su
doctrina no estaba en armonía con la fe de aquéllos. Para
combatir la confusión causada por esos doctores judaizantes, S.
Pablo; escribió esta carta probablemente desde Éfeso, según
suele creerse, entre los años 49 y 55 Su doctrina principal es: El
cristiano se salva por la fe en Jesucristo, y no por la Ley
mosaica.
Carta a los Gálatas
7.
Esta segunda epístola fue escrita poco después de la
primera, a fines del año 57, en Macedonia, durante el
viaje del Apóstol de Éfeso a Corinto. Tito,
colaborador de S. Pablo, le trajo buenas noticias de
Corinto, donde la primera carta había producido
excelentes resultados. La mayoría acataba las
amonestaciones de su padre espiritual. No obstante,
existían todavía intrigas que procedían de judíos y
judío-cristianos. Para deshacerlas les escribió el
Apóstol por segunda vez antes de llegarse
personalmente a ellos.
II carta
8.
El Apóstol escribió esta epístola durante su tercer viaje
apostólico, en Efeso, a principios del año 57. Entre los
cristianos de Corinto se habían producido disensiones y
partidos que se combatían mutuamente: uno de Apolo,
otros de Pedro y de Pablo, y hasta uno que se proclamaba
partido de Cristo. Además, cundían entre ellos grandes
abusos y escándalos, procesos y pleitos, desórdenes en los
ágapes, ciertas libertades de las mujeres en la Iglesia, y
otras cuestiones que llamaban la atención de San Pablo.
Ningún otro documento apostólico pinta tan clásicamente
las dificultades de la Iglesia en medio de un mundo
pagano.
I carta
9.
San Pablo escribió esta Carta desde Corinto, a principios del año 58,
con el ánimo de preparar su viaje a Roma, acreditando sus títulos ante
esos fieles, que no lo conocían aún. Muchos la consideran posterior a la
Epístola a los Gálatas pero es sin duda anterior a la Carta a los Efesios
y demás Epístolas llamadas de la cautividad, que fueron escritas al
final del tiempo de los Hechos, durante la primera prisión del Apóstol
en Roma (años 61-63), es decir, después de su paso definitivo a los
gentiles . El Apóstol explica en la primera parte , como lo hace también
a los gentiles de Galacia, el misterio de la justificación mediante la fe
que Jesucristo nos mereció gratuitamente, igualando en ella a judíos y
gentiles y revela el misterio de la conversión final de Israel según los
anuncios del Antiguo Testamento, confirmados por Jesús en el
Evangelio. En la segunda parte trata otras cuestiones de vida
espiritual, y añade, en la doxología final, una referencia al "misterio
oculto desde tiempos eternos" que expondrá especialmente en las
Cartas a los Efesios y a los Colosenses.
Carta a los Romanos
10.
Toda esta epístola es un insondable abismo de misterios divinos
que hemos de conocer porque nos revelan el plan de Dios sobre
nuestro destino, e influyen de un modo decisivo en nuestra vida
espiritual situándonos en la verdadera posición, infinitamente feliz,
que nos corresponde gracias a la Redención de Cristo. Frente a
tales misterios, dice el Card. Newman, "la conducta de la mayoría
de los católicos dista muy poco de la que tendrían si creyeran que
el cristianismo era una fábula". Efeso, capital de Asia Menor, donde
más tarde tuvo su sede el Apóstol S. Juan, es la ciudad en la que S.
Pablo, en su tercer viaje apostólico, predicó el Evangelio durante
casi tres años. La carta, escrita en Roma en el primer cautiverio (61-
63), se dirige tal vez no sólo a los efesios sino también a las demás
Iglesias, lo que se deduce por la ausencia de noticias personales y
por la falta de las palabras "en Efeso" , en los manuscritos más
antiguos. Algunos han pensado que tal vez podría ser ésta la
enviada a Laodicea según Col. 4, 16.
Carta a los Efesios
11.
El Apóstol escribe esta carta desde Roma donde estaba
preso, hacia el año 62, con el fin de explayarles, como a los
Efesios, aspectos siempre nuevos del Misterio de Cristo, y
de paso desenmascarar a los herejes que se habían
introducido en la floreciente comunidad cristiana, "con
apariencia de piedad" , inquietándola con doctrina falsas
tomadas del judaísmo y paganismo (necesidad de la Ley,
de la observancia de los novilunios y de la circuncisión,
culto exagerado de ángeles, gnosticismo, falso ascetismo).
A este respecto véase, con sus notas, la Epístola a los
Gálatas, especialmente el cap. 2.
Carta a los Colosenses
12.
La cristiandad de Filipos, ciudad principal de
Macedonia, y primicias de la predicación de S. Pablo
en Europa, había enviado una pequeña subvención
para aliviar la vida del Apóstol durante su prisión en
Roma. Conmovido por el gran cariño de sus hijos en
Cristo, el Apóstol, desde lo que él llama sus cadenas
por el Evangelio, les manda una carta de
agradecimiento, que es, a la vez, un modelo y un
testimonio de la ternura con que abrazaba a cada una
de las Iglesias por él fundadas. La Epístola fue escrita
en Roma hacia el año 63.
Carta a los Filipenses
13.
Una mera carta privada, casi una esquela; pero sin
embargo una joya de la Sagrada Escritura. Tal es esta
Epístola, escrita por S. Pablo en Roma, por el año 63. Su
objeto es interceder por el esclavo Onésimo que había
huido de la casa de su amo Filemón de Colosas. La huida
contribuyó a salvar el alma del fugitivo que se hizo
esclavo de Jesucristo y entonces volvió voluntariamente a
su dueño, sin preocuparse de la servidumbre material
pues ya era libre en el alma, según lo que Pablo enseña en
I Cor. 7, 20-24. La carta es un documento clásico para
demostrar la posición de la Iglesia primitiva respecto de
los esclavos
Carta a Filemón
14.
La presente carta, contemporánea de la primera a Timoteo, fue
dirigida, hacia el año 65, a Tito compañero apostólico de Pablo
en varios viajes y más tarde obispo de la Isla de Creta. Tito,
nacido de padres paganos, era "hijo querido según la fe", lo que
quiere decir que el Apóstol mismo lo había ganado para Cristo.
La situación religiosa en la isla era muy triste: los cretenses se
entregaban a muchos vicios, eran mentirosos, perezosos,
inmorales; sin hablar de los herejes que allí se habían infiltrado.
Por lo cual Pablo escribe aquí otra de sus Epístolas llamadas
pastorales, para consolar a su hijo en la fe, dándole a la vez
instrucciones para el ejercicio del ministerio episcopal. Vemos
una vez más cómo el Apóstol relaciona íntimamente, desde el
principio, la piedad con el exacto conocimiento de la verdad,
porque una cosa depende de la otra.
Carta a Tito
16.
Timoteo, hijo de padre pagano y madre judía, era el discípulo
más querido de Pablo, socio en su segundo viaje apostólico y
compañero durante el primer cautiverio en Roma. Después de
ser puesto en libertad, Pablo le llevó al Asia Menor, donde le
confió la dirección de la Iglesia de Efeso. Esta primera carta,
escrita probablemente hacia el año 65, quiere alentar al Obispo
Timoteo en su lucha contra las falsas doctrinas y darle
instrucciones referentes al culto y a las cualidades de los
ministros de la Iglesia, por lo cual constituye una lección
permanente de espíritu pastoral, dada por el mismo Espíritu
Santo, junto con la segunda a Timoteo, que es un doloroso
cuadro de la apostasía, y la de Tito, análoga a la presente y que
contempla más el ordenamiento particular de cada Iglesia, que
hoy llamaríamos diócesis.
I Carta a Timoteo
17.
El entrañable amor de S. Pablo a su "hijo carísimo" es el móvil
ocasional de esta segunda carta, escrita en Roma en el año 66 ó
67, que contiene, podemos decir, el testamento espiritual de
Pablo como Apóstol y Mártir. Estaba de nuevo en cadenas, esta
vez en la cárcel mamertina, y sentía la proximidad del martirio,
por lo cual pide a Timoteo que se llegue a Roma tan pronto
como le fuese posible, y con tal motivo exhorta a sus discípulos
a la constancia en la fe, les anuncia la apostasía y los previene
contra las deformaciones de la doctrina y la defección de
muchos pretendidos apóstoles.
Desilusionado al ver que "todos buscan sus propios intereses ,
Pablo se complace en destacar que al menos en Timoteo la fe no
es fingida. A nadie tenía tan unido en espíritu como a él .
II Carta a Timoteo