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¿BUENO
O
MALO?
T. B. Maston
William M. Pinson, (h.)
Traducido por Rubén Zorzoli y Alicia de Zorzoli
Una guía para adolescentes y
sus líderes para vivir bajo
un modelo cristiano.
Edición Revisada
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
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O
MALO?
T. B. Maston
William M. Pinson, (h.)
Traducido por Rubén Zorzoli y Alicia de Zorzoli
Una guía para adolescentes y
sus líderes para vivir bajo
un modelo cristiano.
Edición Revisada
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Agencias de Distribución
ARGENTINA: Rivadavia 3464. 1203 Buenos Aires
BRASIL: Rúa Silva Vale 781, Rio de Janeiro
BOLIVIA: Cajón 514, Cochabamba
COLOMBIA: Apartado Aireo 55294, Bogotá 1
COSTA RICA: Apartado 285, San Pedro
CHILE: Casillo 1253, Santiego
ECUADOR: Casilla 3236. Guayaquil
EL SALVADOR: 10 Calle Pte. 124 San Salva,.
ESPAÑA: Arimón 22. Barcelona 22
ESTADOS UNIOOS: Apartado 4255. El Paso. Texas 79914
GUATEM ALA: 12 Calla 9-54,Zona 1 Guatemala
HO N DUR AS:'^ Calle 9 Avenida. Tegucigalpa
MEXICO: Vizcaínas 16 Ote.. México 1. D. F
Apartado 29-223, México 1. D. F.
Hidalgo 713. Guadalajara, Jalisco
Matamoros 344 Pte.. Torreón. Coabuila
NICARAGUA: Apartado 5776, Managua
PANAM A: Apartado 5363, Panamá 5
PARAGUAY: Pettirossi 595, Asunción
PERU: Apartado 3177. Lima
REPUBLICA DOM INICANA: Apartado 880. Santo Domingo
URUGUAY: Casilla 14052 Montevideo
VENEZUELA: Apartado 152. Valencia
Título original: Right or Vlrong? R evised Edition
Copyright © 1971 by Broadman Press. Versión castellana,
edición revisada, © Copyright Casa Bautista de Publicaciones,
1975.
Primera edición: 1957
Segunda edición: 1975
Tercera edición: 1977
Cuarta edición: 1981
Clasifíquese: Vida Cristiana
ISBN: 0-311-46061:5
C.B.P. Art. No.: 46061
2 M 10 81
Printed in U.S.A.
I N D I C E
Prefacio ....................................................................... 5
Parte 1 — Principios
Capítulo 1
Los Jóvenes y las Decisiones.................................... 7
Capítulo 2
Niveles de Vida .......................................................... 13
Capitulo 3
Mayordomía Cristiana................................................ 21
Capítulo 4
La Voluntad de Dios .................................................. 29
Capitulo 5
¿Bueno o Malo? Tres Preguntas ............................. 37
Capítulo 6
¿Bueno o Malo? Tres Pruebas................................. 45
Capitulo 7
¿Bueno o Malo? Tres Fuentesde Luz ..................... 53
Capítulo 8
Principios y Prácticas ................................................ 61
Parte II — Problemas
Capitulo 9
Marihuana .................................................................. 65
Capítulo 10
El Alcohol .................................................................... 71
Capítulo 11
Otras Drogas ............................................................... 79
Capitulo 12
Tabaco .......................................................................... 87
Capítulo 13
Juegos de Azar ............................................................ 95
3 —
Capítulo 14
Deshonestidad ............ 101
Capítulo 15
Sexo .............................................................................. 109
Capítulo 16
Los Padres ............................................................... 119
Capítulo 17
Diversiones .................................................................. 127
Capítulo 18
Popularidad ................................................................. 135
Parte III — Conclusiones
Capítulo 19
Religión: Positiva yNegativa ................................. 145
Capitulo 20
Victoria sobre lasTentaciones................................... 153
— 4 —
P R E F A C I O
¿No hay ocasiones en que encuentras que es difícil
saber si determinada actividad es buena o mala? Las
discusiones de este libro representan un esfuerzo por
presentar algunos principios básicos, que puedes usar
para decidir por ti mismo lo que es bueno o lo que es
malo para tu vida. En la Parte II estos principios se
aplican a algunos de los problemas más comunes de la
juventud.
A través de estos ensayos o discusiones los autores
han tomado por sentado que eres un cristiano inteligen­
te, que quieres saber lo que es bueno y que estarás
dispuesto a buscarlo con diligencia. También se ha da­
do por sentado que existe lo bueno y lo malo; que uno
puede conocer lo bueno y lo malo, y que lo bueno siem­
pre será lo mejor para uno. Esta última suposición quie­
re decir que siempre debemos buscar lo bueno, y una
vez que lo hayamos encontrado, gustosamente debemos
tratar de hacerlo.
Aunque este material fue escrito para ti y otros jó­
venes cristianos, se espera que sea útil para los padres,
maestros y consejeros.
Se confia en que leerás cuidadosamente la Parte I,
la cual trata acerca de los principios básicos, antes de
considerar los problemas de la Parte II. Se espera que
después que hayas considerado en oración los temas
discutidos en la Parte II vas a leer cuidadosamente
los dos últimos capítulos de la Parte III.
Tal vez debe explicarse que en este libro no se ha
tratado de examinar todas las fases de la vida cristiana.
Las discusiones se han limitado principalmente a asun­
tos o problemas que creemos que son más agudos en
las vidas de los jóvenes cristianos. Hay áreas importan­
tes en la vida cristiana más positivas que éstas, que
no se tratan para nada. Tampoco se discuten temas
— 5 —
tales como la guerra, la revolución, contaminación am­
biental, pobreza, prejuicios raciales y otros problemas
sociales complejos. Estos temas o problemas están fue­
ra del propósito del presente volumen.
Este libro, que fue publicado por primera vez en
1955, ha sido distribuido mucho más de lo que el autor
y la editorial se imaginaron originalmente. También
ha sido traducido a por lo menos los siguientes idio­
mas: árabe, chino, portugués y español.
En los años que pasaron desde la primera edición,
los problemas de los jóvenes han cambiado considera­
blemente. Él autor tuvo una convicción muy profun­
da de que el libro debía ser revisado y puesto al dia. Al­
gunos temas con los cuales se enfrentan los jóvenes
contemporáneos son nuevos, otros son más agudos o
menos importantes que hace quince años. El autor ori­
ginal pidió al Dr. William Pinson que le acompañara
en la revisión del libro.
Quiera el Señor usar estos breves capítulos para ayu­
darte a encontrar respuestas personales, satisfactorias
y que honren a Cristo, a los problemas y complejos in­
terrogantes de tu vida. Esta es nuestra oración. ¿Ayu­
darás a responder esta oración dedicándote a la lectura
y estudio de este libro con una mente abierta y con
un corazón deseoso de seguir todo tipo de luz que ven­
ga a ti desde nuestro Padre celestial?
Reconocemos nuestra deuda a muchos jóvenes y no
jóvenes que han contribuido en varias maneras a este
libro. Expresamos nuestro aprecio en particular a la
señora de Melvin Bridgford, que preparó la copia final
para la editorial.
A menos que se indique otra cosa, todas las referen­
cias bíblicas provienen de la versión “Dios llega al
Hombre’’, conocida como la Versión Popular del Nuevo
Testamento.
T. B. Maston y
William M. Pinson, (h.)
— 6
PARTE 1
P R I N C I P I O S
Capítulo 1
LOS JOVENES Y LAS DECISIONES
A esta altura de tu vida ya has descubierto que
vivir es hacer decisiones. ¿Te estás dando cuenta tam­
bién que cada vez más, tú estás haciendo tus propias
decisiones? Anteriormente dependías grandemente de
tus padres o algún otro adulto para que decidieran
por ti. Si eres como la mayoría de los jóvenes, habrás
soñado con el momento en que serias libre para hacer
tus propias decisiones. Habrás pensado en ese como “el
día glorioso”. Puede ser un día glorioso, pero lo será
solamente si estás preparado correctamente para él.
Decisiones Principales
En este libro nos dedicaremos a las decisiones que
tú y otros jóvenes hacen en un terreno particular: el
campo de lo bueno y lo malo. Antes que entremos a
considerar específicamente lo “bueno o malo”, quere­
mos tratar brevemente el hecho de tomar decisiones
en general. Comencemos con algunas sugestiones en
cuanto a tres decisiones principales. Otras pueden ser
muy importantes, pero creemos que estarás de acuerdo
con nosotros en que estas son las tres decisiones prin­
cipales de la vida.
Una de estas es, en realidad, la decisión más im­
portante de la vida para todos — niños, jóvenes y adul­
tos. Adaptando una pregunta que se encuentra en la
- - 7
8 ¿BUENO O MALO?
Biblia, puede expresarse así: “ ¿Qué harás con Jesús
que se dice el Cristo?” La respuesta que uno da deter­
minará el destino de su vida aquí y en el porvenir. De
igual manera, la decisión con respecto de la relación
de la persona con Cristo influirá sobre cualquier otra
decisión, incluso las otras dos principales. Si no has
tomado esta decisión que determinará tu destino, es­
peramos que abras tu corazón y tu vida e invites al
Cristo resucitado a entrar a vivir en él.
Asumimos que ya has tenido esta experiencia inicial
cristiana. Puedes, sin embargo, haber perdido a veces
el calor de tal experiencia. Si te has alejado del Señor
y has perdido el gozo y la paz que el cristiano debe te­
ner, ¿no pedirás en este mismo momento a Dios que
te perdone por todas aquellas cosas que se han inter­
puesto entre tú y él? ¿No quisieras pedirle que restaure
en ti un sentido de su presencia y la fortaleza que ne­
cesitas para vivir una vida victoriosa para él?
Otra de las tres decisiones principales es la elección
de la ocupación de tu vida. Tenemos solamente una vida
para vivir; qué trágico si cometemos un error con ella.
Uno de los errores más comunes cometidos por los jó­
venes es entrar en la ocupación de sus vidas sin una
decisión deliberada e inteligente. No debes sentirte de­
masiado preocupado si todavía no te has decidido con
respecto a la vocación o profesión de tu vida. No es
nada desafortunado para tu edad. Sin embargo, nece­
sitas comprender que ahora estás poniendo el funda­
mento para la decisión que tomarás más tarde con res­
pecto a tu trabajo.
La tercera de estas decisiones principales es la elec­
ción del compañero de tu vida: aquél con el cuál tra­
tarás de encontrar y cumplir la voluntad de Dios. Esta
decisión es tan importante como la de la elección de
tu trabajo. Se espera que tú busques la voluntad de
Dios en este sentido, con tanta diligencia y oración
como para cualquier otra área de la vida. Quizás to­
davía no has tomado esta decisión. Sin embargo, ahora
te encuentras en el proceso de tomar decisiones que
darán forma, si no determinarán, esa decisión.
LOS JOVENES Y LAS DECISIONES 9
Decisiones Conexas
Otras decisiones importantes están relacionadas de
alguna manera a cada una de estas tres principales.
En algunos casos las primeras afectan claramente las
principales. Algunas de estas “decisiones conexas” se­
rán tratadas en la Parte II.
Miremos en primer lugar a algunas decisiones que
tienen relación con la elección del compañero. Hay de­
cisiones que se toman antes y otras después a aquella
tan importante. Por ejemplo: ¿cómo serán nuestras re­
laciones con el sexo opuesto durante el periodo de salir
juntos? Esto será discutido en la Parte II.
También habrá decisiones relacionadas con o des­
pués del casamiento. El hecho de que hayamos elegido
sabia o correctamente el compañero de nuestra vida,
no nos asegura automáticamente un hogar cristiano
modelo. Después del casamiento habrá que tomar de­
cisiones que determinarán la felicidad de los miembros
de la familia y la contribución del hogar como tal a
las vidas de los miembros de la familia, a la comunidad,
a la iglesia y a la causa de Cristo. ¿Será el nuestro un
hogar verdaderamente cristiano, o lo será simplemente
de nombre? ¿Será fiel a la iglesia? ¿Se mantendrá la
adoración familiar en forma constante? ¿Se hará un
esfuerzo sincero por demostrar el espíritu cristiano en
las relaciones con los demás dentro del hogar? Y con
respecto a los hijos que lleguen al hogar, ¿serán dedi­
cados a los propósitos de Dios?
Otras decisiones importantes se relacionan con la
elección del trabajo. Algunas de estas son anteriores,
mientras que otras son posteriores a la decisión mis­
ma. Por ejemplo: cualquier decisión que tomes con res­
pecto a los principales valores y motivaciones en tu
vida, te ayudará a determinar tu actitud con respecto
a la ocupación de tu vida. Habrá una diferencia muy
grande si tú muestras un interés primordial en tu pro­
pio mejoramiento financiero y en otros campos, o si te
interesas primeramente en el servicio a Dios y a los
que te rodean.
10 ¿BUENO O MALO?
Cuando una persona ya ha decidido la vocación
para su vida, hay otras decisiones relacionadas a ésta,
que determinarán cuán efectivo será en esa vocación.
Entre ellas se encuentran la preparación que haga pa­
ra tal carrera, y la disciplina que demuestre para tra­
bajar con diligencia en tal ocupación. Desde el punto
de vista cristiano, también hay que considerar los pro­
pósitos de servicio a través de dicha vocación.
Algunas decisiones de tremenda importancia tienen
que ver con la decisión con respecto a Cristo. La ma­
yoría de ellas se toman después de haber aceptado a
Cristo. Hay decisiones que un cristiano continúa rea­
lizando a través de toda su vida. Para hacerlo más per­
sonal: ¿vas a aceptar a Cristo no solamente como Sal­
vador sino también como Señor? ¿Qué clase de cris­
tiano serás? ¿Serás simplemente un cristiano nominal,
con tu nombre en la lista de la iglesia y casi nada más?
¿O tratarás en todo lo posible de ser un verdadero cris­
tiano? ¿Harás que tu amor por Cristo y tu devoción
a su causa sean centrales en tu vida? Usando un tér­
mino deportivo, ¿quieres jugar en el equipo de prime­
ra división de Dios? El necesita más de aquellos que
demos lo mejor por y para él.
Si no lo has hecho ya, ¿no permitirás que tu rela­
ción con Cristo impregne toda tu vida de manera que
sea un factor decisivo en las demás decisiones de tu
vida? ¿Qué piensas con respecto a las decisiones dia­
rias en tu vida, algunas de las cuales se discutirán en
la Parte n ? ¿Estás en el proceso de efectuar estas de­
cisiones, o las harás a la luz del discernimiento que
viene de tu fe cristiana, tu relación con Cristo y tu de­
voción a su causa? Si tu respuesta es afirmativa, estás
en el camino de ser un cristiano real, en contraste a
un cristiano nominal.
Decisiones: Mayores y Menores
Hemos sugerido que hay tres decisiones principales
o mayores. También hemos sugerido que otras decisio­
nes están más o menos relacionadas con éstas. Lo que
LOS JOVENES Y LAS DECISIONES 1
1
ahora queremos sugerir es que hay muchas decisiones
que parecen menores, y que pueden ser mayores por su
impacto en nuestras vidas y en las otras decisiones que
tomemos.
Por ejemplo, puede parecer sin importancia si asis­
tes a la universidad o no, o a cuál irás en particular.
Sin embargo, existe la posibilidad de que una decisión
tal determine toda la dirección de tu vida, incluyendo
la elección de tu compañero, tu trabajo y la calidad
de vida que vivas para Cristo. Hasta una decisión re­
ferente a una materia particular en la universidad pue­
de ser muy importante en potencia. Puede ser para ti
el comienzo de un viaje que durará toda tu vida. Pue­
de parecer poco importante si lees un folleto o un libro
cualquiera, ir a cierta conferencia, asistir a la escuela
dominical, o al culto de adoración, a una discusión de
jóvenes en cierto domingo particular, o ir a un retiro
o asamblea juvenil; pero cualquiera de estas cosas pue­
de ser un factor primordial en la formación de tu vida.
Puede parecer poco importante si tienes o no una cita
con cierto individuo, o si asistes a cierta actividad so­
cial o no. Pero aquello que parece sin importancia pue­
de tener grandes consecuencias. Ocurre lo mismo con
respecto a las decisiones diarias con lo bueno o lo malo.
¿Recuerdas alguna ocasión cuando tú o tu familia
estaban viajando y se encontraron frente a una bifur­
cación de caminos? Ambos caminos pueden haber pa­
recido ser iguales. Parecería como si fuera lo mismo
tomar cualquiera de los dos; sin embargo, eso era sólo
una apariencia exterior. Al principio ambas rutas es­
taban separadas solamente por una distancia muy cor­
ta; pero al final estaban a muchos kilómetros de dis­
tancia. Lo mismo ocurre en la vida. Una decisión puede
parecer de poca importancia ahora, pero el saldo final
puede ser de grandes proporciones.
Las decisiones y el destino
Te encuentras en el proceso de tomar decisiones
que determinarán tu destino; en más de una forma.
1
2 ¿BUENO O MALO?
Una de esas formas es el modelo que formen en tu
vida. Cuando las decisiones se analizan cuidadosamente,
tienden a revelar las motivaciones y propósitos preva­
lecientes de nuestras vidas. Revelarán si somos egoístas
y egocéntricos, si nos centramos en los demás, o si es­
tamos en el nivel más alto al estar centrados en Cristo.
Por supuesto no hay ninguna vida tan centrada en
Cristo como debiera ser; pero ¿están mostrando nues­
tras decisiones que nos movemos en esa dirección? Pa­
ra hacerlo más personal: ¿tienes un deseo sincero de
honrar a Cristo en las decisiones que tomas en cada
aspecto de tu vida, incluyendo el área de lo bueno y
malo? Es algo maravilloso experimentar que cuanto
más se vive para Cristo y los demás, más rica y feliz
será vivir.
El momento de tomar decisiones en nuestra vida
es semejante a la trama de un tapiz. Está compuesta
por innumerables hebras. El dibujo o símbolo no se dis­
tingue claramente hasta que esté casi terminado el ta­
piz. De igual manera, el esquema final de nuestras vi­
das puede no resultar muy evidente hasta que nos en­
contramos cerca del fin. Pero podemos estar seguros
de que cada hebra que se ha introducido en la vida
afecta el resultado final.
Cuando el artesano del tapiz comienza a hacer su
trabajo, tiene un bosquejo o visualiza aquello que quie­
re lograr. Nuestro Padre celestial es el Gran Artesano.
El sabe lo que quiere hacer de nuestras vidas. Sin em­
bargo, debe depender de nuestra cooperación con él.
¿Qué es lo que sueñas para tu vida? ¿Cómo desearlas
que se te viera al llegar al final del camino, cuando el
tapiz de tu vida esté próximo a estar terminado? ¿Con­
tribuirán las decisiones que estás tomando hoy a esa
clase de resultado final?
Capítulo 2
NIVELES DE VIDA
¿Has tenido que tomar recientemente una decisión
respecto al alcohol, las drogas, el sexo o algún problema
similar? Si es así, ¿hiciste lo que otros estaban ha­
ciendo, o formaste tu propia decisión personal en una
manera deliberada e inteligente? ¿Podrías defender la
decisión que hiciste? Si es así, ¿qué argumentos pre­
sentarías? ¿Has desarrollado la madurez, la fuerza y
la estabilidad suficientes para permanecer firme en tus
decisiones una vez que las has tomado? ¿Puedes ha­
cer esto sin ofender innecesariamente a aquellos que
no están de acuerdo contigo?
Será una gran bendición para ti si has asimilado
en tu vida algunos principios fundamentales que te
darán una base no solamente para una decisión sino
para todas las decisiones. Estos principios, si están es­
trechamente relacionados o unificados, constituirán tu
filosofía de la vida.
Mientras pensamos juntos en este capítulo acerca
de los diferentes niveles de vida, ¿procurarás determi­
nar el nivel en el que crees que un cristiano debe vivir,
y por ende, el nivel sobre el cuál debes basar tus deci­
siones?
El Nivel del Instinto
Este es el nivel en que viven los animales y muchas
actividades humanas se encuentran en el mismo nivel.
El comportamiento de un jovencito, por ejemplo, es
mayormente instintivo: tiene ciertos impulsos o ham­
bres innatos que determinan, hasta cierto grado, lo que
hace; tiene el impulso natural de comer, beber, jugar y
— 13 —
14 ¿BUENO O MALO?
buscar las maneras de satisfacer estos y otros deseos.
No hay nada malo en los deseos o hambres natu­
rales de los niños; sin embargo, pueden expresarse en
maneras dañinas. Mientras el niño es inmaduro y no
puede distinguir entre la expresión sabia y no sabia de
sus instintos o hambres, la sociedad considera que los
padres son principalmente responsables por lo que hace.
Por ejemplo, los padres que descuidadamente dejan una
botella con veneno donde un niño puede alcanzarla, y
tomarlo, generalmente son condenados por sus vecinos
debido a su descuido. No se juzga que el acto del niño
sea un acto moral, porque él no sabia cuáles serían las
consecuencias.
Una parte del proceso de maduración consiste en
ayudar al niño a comprender, de una manera creciente,
los limites apropiados dentro de los cuales puede ex­
presar sabiamente sus impulsos o instintos naturales.
El adulto que no reconoce y no observa estos límites
adecuados, generalmente es considerado como un indi­
viduo irresponsable, que presenta peligro para sí mis­
mo y para la sociedad. Esto no quiere decir que los
instintos y los impulsos naturales no sigan siendo fac­
tores importantes en nuestra vida. La mayor parte de
la conducta, aún de hombres y mujeres cristianos ma­
duros, se basa sobre los instintos.
Sin embargo, algunas personas sugieren que a todo
impulso natural se le debe dar expresión libre. Insis­
ten en su opinión de que lo instintivo es lo bueno. Al­
gunos aún llegan al punto de insistir en que si se res­
tringe o limita alguno de sus impulsos naturales, da­
ñará su personalidad. Dicen que si un hombre ha de
desarrollar una personalidad creativa, “tiene que ser
libre”.
Tal razonamiento revela una confusión entre la li­
bertad y el abuso de ella. Una de las maneras más se­
guras de perder la libertad consiste en dar expresión
sin límite a todo impulso natural de la vida; la más
grave restricción de la libertad viene de la esclavitud
del pecado.
El hombre, junto con los demás seres creados, en­
NIVELES DE VIDA 15
cuentra su mayor libertad cuando cumple su función
o funciones debidas. Aún la poderosa máquina diesel
que tira la larga hilera de vagones de carga tiene la
mayor libertad cuando permanece en los rieles de acero
que fueron hechos para ella; si salta de los rieles, se
queda inmóvil. De una manera semejante, el hombre
encuentra la mayor libertad cuando cumplé más plena­
mente las funciones o los propósitos para los cuales Dios
lo ha creado. Llega a descubrir la verdadera libertad
cuando vive dentro de la influencia restrictiva de las
leyes de Dios.
Consideraríamos necia y pecaminosa a una madre si
razonara de la siguiente manera: “Es natural que mi
hijo se lleve cualquier cosa a la boca; no he de prohi­
bírselo, sino que debo permitirle actuar con libertad.”
Las madres sabias reconocen que el niño tiene que ser
guiado hasta que conozca lo que puede y lo que no
puede comer.
A medida que crecemos en edad, continuamos en
muchas maneras siendo niños. Tenemos instintos que
son buenos en sí mismos, pero que pueden expresarse
en maneras pecaminosas o perjudiciales. Una de las
evidencias de la madurez es nuestro propio dominio
progresivo sobre estos instintos, llegando a dominarlos
de tal modo que encuentran expresión solamente en
una forma saludable. Si se expresan en tales maneras,
contribuirán al enriquecimiento de nuestras vidas, y al
bien de todos y de la sociedad.
El Nivel de la Costumbre
La mayoría de lo que hacemos, lo hacemos porque
es lo que generalmente se acepta, lo que se acostumbra,
lo que se aprueba. Es aprobado por nuestra familia,
nuestra iglesia, nuestra comunidad, o nuestro grupo
de amigos.
Muchos jóvenes que se jactan de su independencia
frecuentemente son los más abyectos esclavos de su
grupo. Pueden sentirse libres del dominio de los padres
y de los adultos. Pueden ridiculizar la “moral” o las eos-
16 ¿BUENO O MALO?
tumbres de la comunidad, pero raras veces ejercen
alguna verdadera Independencia del grupo de su pro­
pia edad. Al defender ciertas lineas de conducta, nun­
ca usan otras expresiones con más frecuencia que las
que siguen: “Todo el mundo lo está haciendo”, “Se
espera de uno” o “Tienes qu e---------------------------para
ser aceptado por los amigos o para ser popular.” Tales
aseveraciones revelan que esas personas viven sólo al
nivel de la costumbre, aunque ésta puede ser estable­
cida por un sector limitado de la sociedad.
Admitamos que los jóvenes cristianos deberían dar
una consideración seria a lo que otros creen que es
bueno o malo. Deberían dar una importancia especial
al criterio de sus padres, y a la posición de la iglesia, y
pesar cuidadosamente las costumbres y tradiciones de
su comunidad y el punto de vista de su grupo.
Sin embargo no hemos llegado al nivel más alto
de la vida moral si sólo aceptamos lo acostumbrado, sin
pensar o reflexionar, como la última palabra para nues­
tras vidas. Somos responsables principalmente ante
Dios, y debemos decidir por nosotros mismos lo que es
bueno, y lo que es malo para nosotros. La conducta mo­
ral debería basarse sobre el pensamiento y el criterio
personal. Uno puede decidir que las normas acostum­
bradas son correctas, pero no debe aceptarlas única­
mente porque se acostumbren.
Si uno viviera únicamente en el nivel de la costum­
bre, nunca elevándose por encima de él, no se haría
la pregunta: “¿Será bueno? ¿será malo?” ; sencillamente
aceptaría lo acostumbrado como autoridad final para
él. Sin embargo, aunque la gente quisiera vivir en el
nivel de la costumbre, la sociedad es ya demasiado com­
plicada para un procedimiento tan sencillo. Hay con­
flicto entre las costumbres. Por ejemplo, la iglesia don­
de uno es miembro puede tomar una posición, la co­
munidad en general otra, y aún otras «iglesias tener
otra posición. Por supuesto, pedemos tomar nuestra po­
sición basándonos únicamente en nuestra lealtad a un
grupo determinado, sin considerar lo bueno o lo malo
de la costumbre o tradición; sin embargo, no hemos
NIVELES DE VIDA 17
llegado al nivel más alto de la vida moral, hasta que
hayamos considerado el asunto por nosotros mismos y
hayamos llegado a una posición que pueda defenderse.
El Nivel de la Conciencia
Las personas más inteligentes, jóvenes y adultas, y
las que contribuyen más a la elevación del nivel mo­
ral del mundo, son aquellas que han pensado y han
llegado a definidas convicciones personales acerca de
lo que es bueno y lo que es malo para sus vidas. Si­
guen su propia conciencia. Esto no quiere decir nece­
sariamente que no acepten la mayoría de las normas
tradicionales de su hogar y de su iglesia; quizás lo
hacen, pero sólo después que han considerado esas nor­
mas cuidadosamente, y han llegado a la convicción de
que son correctas o verdaderas.
Tal consideración de lo que es bueno o malo, con­
tribuye a la estabilidad del carácter. Un individuo que
tiene convicciones personales no será llevado por cada
viento que sopla; ni se dejará llevar por la corriente.
Habrá veces cuando tendrá que oponerse a su grupo,
cuando tendrá que nadar corriente arriba, pero esto lo
hará, sabiendo que sólo aquellos que tienen suficiente
valor o fuerza de carácter para nadar contra las co­
rrientes de la vida podrán cambiar la dirección de
dichas corrientes.
Esto no quiere decir que los jóvenes cristianos de­
ben jactarse de ser diferentes o peculiares. Tampoco
quiere decir que deben hacerse dogmáticos, y sentir
que ellos, de una manera única o en grado especial,
saben y hacen lo bueno. Existe una línea de distinción,
fina pero importante, entre la profundidad de convic­
ción y el dogmatismo; la primera la debemos tener, lo
segundo evitarlo.
Si somos sabios, aún respecto a nuestras propias
convicciones, retendremos cierto elemento de lo tenta­
tivo; es decir, debemos conservar la mente abierta. Qui­
zás recibamos nuevos discernimientos, y lo que hoy con­
sideramos bueno, mañana lo podemos considerar malo.
18 ¿BUENO O MALO?
Esto no será necesariamente una señal de inestabilidad;
puede ser evidencia de crecimiento.
El Nivel Cristiano
El nivel cristiano de la vida es el más elevado. Sólo
cuando el hombre vive la vida cristiana llega a ser un
hombre más completo, y realiza en si mismo la poten­
cialidad divinamente ordenada para su vida. Sin em­
bargo, no hay conflicto necesario entre el nivel cris­
tiano de vida y los otros niveles que hemos mencionado.
La principal diferencia es que la persona que vive
en el nivel cristiano hace de los principios o ideales
cristianos la prueba final para cada decisión acerca
de lo que es bueno y lo que es malo para su vida. Por
ejemplo, puede aceptar las costumbres de la familia,
la iglesia o la comunidad; pero lo hará porque encuen­
tra que se conforman a las normas cristianas. Quien
procura ser un verdadero cristiano y aplicar el espíritu
y las enseñanzas del Señor Jesús a su vida puede se­
guir su conciencia; su conciencia será una conciencia
cristiana. Tendrá un punto de apoyo superior a la con­
ciencia de uno que no es cristiano. El verdadero cris­
tiano acepta los básicos principios morales y espiritua­
les de Dios como autoritativos para su conciencia.
Otra caracteristica importante del nivel cristiano de
la vida es el hecho de que el cristiano no sólo tiene su
conciencia para dirigirlo, sino que también tiene al Es­
píritu Santo para educar y dirigir su conciencia. El Es­
píritu es dado al cristiano para guiarlo en toda verdad
(Juan 16:13). En cualquier tiempo que le falte sabi­
duría puede pedirla “a Dios, el cual da a todos abun­
dantemente y sin reproche” (Santiago 1:5 RVR).
La Biblia y el Espíritu Santo son dos fuerzas o fac­
tores en la vida del cristiano de que el no cristiano
carece. Es verdad que el no cristiano puede leer la Bi­
blia y recibir mucha ayuda de ella, pero no tiene y no
puede tener la dirección del Espíritu Santo para inter­
pretar la Biblia y aplicar sus verdades a los problemas
y las necesidades de su vida. Estos dos, la Biblia y el
NIVELES DE VIDA 19
Espíritu Santo, deben ser factores principales en de­
terminar para el cristiano lo que considera como bueno
o malo. Si los sigue sinceramente, darán a su vida un
carácter y cualidad distintos de los del no cristiano.
Su vida no será conformada al mundo sino será trans­
formada o transfigurada (Romanos 12:2) y llegará a
ser una influencia transformadora en el mundo. Vivirá
en el mundo, pero estará espiritualmente separado de él.
Hti"
■Cristiano
-delaConciencia
•delaCostumbre
■del Instinto
foto
por
Luoma
Capítulo 3
MAYORDOMIA CRISTIANA
La aceptación de los principios básicos de la mayor-
domía cristiana te ayudará a decidir si una actividad
particular es buena o mala. Los siguientes elementos
son algunos de los que entran en un concepto adecuado
de la mayordomía cristiana. Piensa en ellos en relación
a algunos de los temas o problemas discutidos en la
Parte II, tales como el alcohol, las drogas y la des­
honestidad.
El Mayordomo
El punto más adecuado para iniciar un estudio de
la mayordomía es con el mayordomo mismo. Nosotros,
los que somos cristianos, no somos nuestros; hemos si­
do comprados por precio (1 Corintios 6:19, 20), y ese
precio fue la muerte de Cristo en la cruz. Pablo habló
de sí mismo como siervo o esclavo de Cristo (Romanos
1:1; Filipenses 1:1; Tito 1:1 y en otros pasajes). Tam­
bién sugirió que la única manera en que uno puede
libertarse de Satanás y de la esclavitud del pecado es
haciéndose esclavo de Cristo y de la justicia (Romanos
6:15-23).
Sin embargo, cuán glorioso es que los que somos es­
clavos de Cristo hemos sido hechos mayordomos en su
casa; nos ha confiado su trabajo. Podemos ser colabo­
radores o compañeros de trabajo con Dios en su obra
en el mundo (1 Corintios 3:9). ¡Qué privilegio y qué
responsabilidad!
Al pensar en nuestra mayordomía, nunca olvidemos
que pertenecemos a Dios. El tiene el derecho de man­
dar, pero por causa de su bondad nos ha invitado a
— 21 —
cooperar con él en nuestro propio crecimiento y en el
servicio a otros.
Mayordomia de las Posesiones Materiales
Dado que pertenecemos a Dios, inevitablemente todo
lo que tenemos pertenece a él. Esto significa que si es­
tamos bien convencidos de que somos mayordomos, no
será difícil persuadirnos de la mayordomia de nuestros
bienes materiales.
Entonces, si todo lo que tenemos pertenece a Dios,
naturalmente debemos contribuir liberalmente al sos­
tenimiento de la causa de Cristo. No debemos dar me­
nos del diezmo, pero también es importante y normal
reconocer que el resto de nuestros ingresos y todos los
bienes materiales pertenecen a Dios y han de usarse
de tal modo que honren a Dios. Este aspecto de la ma-
yordomía se relaciona casi directamente con algunos
de los temas que discutiremos más tarde, tales como
el juego. También va incluida en cualquier concepto
adecuado de la mayordomia cristiana la forma en que
ganamos nuestro dinero.
Mayordomia del Cuerpo
Si pertenecemos a Cristo, entonces nuestros cuerpos
pertenecen a él y constituyen parte de nuestro privile­
gio y responsabilidad en la mayordomia. Pablo lo dice
en una manera clara al afirmar: “el cuerpo es para el
Señor, y el Señor es para el cuerpo... ¿No saben que
el cuerpo de cada uno de ustedes es parte del cuerpo
de Cristo? ... ¿No saben ustedes que su cuerpo es tem­
plo (tabernáculo o morada) del Espíritu Santo?” (1
Corintios 6:13, 15, 19).
En su carta a la iglesia de Roma, Pablo, basándose
sobre lo que había dicho en los once capítulos anterio­
res, exhortó a los cristianos romanos como sigue: “Así
que, hermanos míos, les ruego por la misericordia de
Dios, que se entreguen ustedes mismos como ofrenda
viva, consagrada y agradable a Dios. Esto es el culto
22 ¿BUENO O MALO? MAYORDOMIA CRISTIANA 23
espiritual que deben ofrecer” (Romanos 12:1). El cuerpo
puede y debe ser santo; puede y debe ser aceptable a
Dios; puede y debe ser usado para servir a Dios y ben­
decir al prójimo.
Una comprensión correcta de la mayordomia de
nuestros cuerpos nos ayudará a llegar a decisiones sa­
bias respecto a lo bueno o a lo malo de muchas de las
actividades a que hacemos frente día tras día. Podemos
pensar que el nivel físico es una base algo baja sobre
la cuál tomar decisiones, pero, baja o no, muchos de
nuestros problemas podrían resolverse sobre ese nivel.
Una de las cosas gloriosas acerca de la mayordomia
cristiana es el hecho de que las cosas materiales y fí­
sicas pueden ser usadas para fines espirituales. Por
ejemplo, el cuerpo es un instrumento absolutamente
esencial al hacer la obra del Señor en el mundo. Esto
dignifica y glorifica el cuerpo del cristiano.
Mayordomia de la Personalidad
El cuerpo es una parte, pero solamente una parte,
de la personalidad. En un sentido, sería más correcto
considerar al cuerpo como un instrumento o canal por
medio del cual la personalidad de uno encuentra ex­
presión en relación con sus prójimos. Por lo menos, la
personalidad no puede identificarse con la apariencia
física. Por “personalidad” queremos incluir cosas tales
como la capacidad mental innata de una persona, su
disposición, temperamento, talentos, aptitudes y otras
cosas que lo hacen un individuo o persona distinta.
Algunas de estas cosas son parte de nosotros por cau­
sa de nuestra herencia o nuestro ambiente; por ejem­
plo, una persona puede nacer con limitada capacidad
mental, mientras otra puede ser decididamente supe­
rior. Ellas no son responsables por su mucha o poca
capacidad, pero son responsables ante Dios y ante la
sociedad por lo que hacen con lo que tienen. Lo mismo
puede decirse de otros aspectos de nuestra personali­
dad; esto es parte de nuestra mayordomia total.
24 ¿BUENO O MALO?
Mayordomia del Tiempo
Esta es otra fase importante de la vida de mayor­
domia. Si pertenecemos a Dios (y si somos hijos de él,
le pertenecemos), entonces somos responsables ante él
por lo que hacemos con el tiempo que nos da. Esto no
quiere decir que todo el tiempo debe usarse en servicio
cristiano específico; se requiere algún tiempo para co­
mer y dormir. También sabemos que nuestros cuerpos
necesitan cierta cantidad de sol y de juego o recreación
si han de encontrarse en la mejor condición para ser­
vir. Además, alguna recreación y compañerismo social
son necesarios si hemos de tener personalidades bien
equilibradas y mantener actitudes sanas hacia la vida.
Una sabia mayordomia del tiempo significa que evi­
taremos el uso de cualquier parte de nuestro tiempo
en actividades que destruyen lo mejor en nosotros, que
perjudican a otros, o que reflejan descrédito sobre la
causa de Cristo.
A medida que maduramos como cristianos, tendre­
mos una convicción cada vez más profunda de que una
proporción siempre creciente de nuestro tiempo debe
usarse en servir al prójimo y a Dios. Tarde o tem­
prano reconoceremos que lo que vamos a hacer para
Dios y la humanidad debe hacerse pronto; esto nos da
un sentido de urgencia santa.
Tendremos cuidado de no malgastar el tiempo. Se­
guiremos reconociendo la necesidad de dedicar una
parte suficiente de tiempo para el descanso, recreo y
compañerismo social, pero consideraremos que todo esto
constituye una preparación para un servicio más efec­
tivo. Ya no serán fines de valor en sí mismos, sino me­
dios de valor porque contribuyen a un servicio más
efectivo a Dios y al hombre.
Mayordomia de la Influencia
Aquí estamos llegando a una fase de la mayordomia
que es algo más intangible, pero de tremendo signifi­
cado: somos responsables ante Dios por nuestra in-
MAYORDOMIA CRISTIANA 25
fluencia. Nuestra influencia cuenta para bien o para
mal, en menor o en mayor grado, sobre todo lo que
tocamos.
Esta fase de la mayordomia, lo mismo que las otras
fases, incluye un gran privilegio y una grande respon­
sabilidad. Tal vez no podamos predicar como nuestro
pastor, cantar como nuestro solista favorito o enseñar
tan bien como el mejor maestro de nuestra escuela do­
minical, pero podemos vivir una vida cristiana con­
sistente. Este es uno de los mejores dones de Dios, y
está al alcance de todos sus hijos, si tienen uno o diez
talentos. Debemos recordar que más personas son ga­
nadas para Cristo por las vidas de los cristianos que
por todos los sermones que se predican, los himnos que
se cantan o las lecciones que se enseñan. Si así lo de­
seamos, podemos tener parte en el método más efec­
tivo que Dios tiene para traer a la gente a sí mismo.
Todo hijo de Dios, cualquiera que sea su edad, ejer­
ce influencia sobre otros. Siempre hay probabilidades
de qüe cada uno de nosotros esté influyendo sobre al­
gún otro, cristiano o no, más que ninguna otra per­
sona que se relacione con esa vida. ¡Qué trágico será
si nuestra influencia lo aleja de Dios! ¡Qué glorioso si
nuestra influencia es usada por Dios para guiarlo a él
o llevarlo a un compañerismo más íntimo! ¿Puedes ver
la relación de esto con las decisiones en el área de lo
bueno y lo malo?
Mayordomia del Evangelio
Otro aspecto importante de la mayordomia es la ma-
yordomía del evangelio. Todas las demás fases de la ma­
yordomia encuentran su consumación y cumplimiento
en la mayordomia de las cosas espirituales.
¿Qué se quiere decir por la mayordomia del evan­
gelio? El evangelio es la buena nueva. Es la buena
nueva de que Cristo Jesús vino al mundo “a buscar y
a salvar lo que estaba perdido” (Lucas 19:10); “que
todo aquel que en él cree, no perezca, sino que tenga
vida eterna” (Juan 3:16); que él “puede salvar para
26 ¿BUENO O MALO?
siempre a los que se acercan a Dios por medio de é l...
(Hebreos 7:25); y que el “viene a mí no lo echaré fue­
ra” (Juan 6:37).
Estas buenas nuevas son entregadas a los hijos de
Dios, a los discípulos de Cristo, quien nos manda que
vayamos, y al ir, que seamos sus testigos (Mateo 28:
18-20; Hechos 1:8).
Podemos ir con la seguridad de que “todos los que
invocan el nombre del Señor serán salvados”. Pero de­
bemos recordar las palabras que siguen: “Pero, ¿cómo
van a invocarlo si no han creído en él? ¿y cómo van a
creer en él si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van
a oir si no hay quien les de el mensaje? ¿Y cómo van
a dar el mensaje (los hombres) si no hay quien los en­
víe?” (Romanos 10:13-15a).
Esto significa que algunos mayordomos cristianos
deben ir, y otros deben ayudarles a ir, pero cada uno
tiene su responsabilidad particular de compartir el evan­
gelio con todo el mundo. Además de lo que antecede,
cada mayordomo cristiano tiene una responsabilidad
directa e inmediata de compartir las buenas nuevas
con aquellos con quienes se relaciona día tras dia. De­
be hacer esto por medio de la palabra; pero es de
igual o aún mayor importancia, que haga que otros
conozcan las buenas nuevas de Cristo por medio de
la vida que lleva delante de ellos en la sala de clase,
en el autobús, en el campo deportivo, en el hogar, lo
mismo que en la iglesia. Nuestro tiempo, nuestros ta­
lentos, nuestra influencia, nuestros cuerpos, nuestra
personalidad total, nuestros bienes naturales: todo de­
be dedicarse al propósito de lograr que Cristo sea una
realidad viva en nuestras propias vidas, en las vidas
de otros, en cada esfera de nuestra sociedad.
Fue Pedro quien amonestó a aquellos a quienes es­
cribía a que fueran buenos administradores de los di­
ferentes dones dados por Dios, o “buenos administra­
dores de las variadas bendiciones de Dios” (1 Pedro 4;
10). Fue Pablo quien habló de los “encargados de en­
señar los secretos (cosas entendidas por los cristianos,
pero escondidas a los no iniciados) de Dios”, y luego
foto
por
Víctor
Torrens
MAYORDOMIA CRISTIANA 27
agregó: “Pues bien, el que tiene un encargo, debe de­
mostrar que es digno de confianza” (1 Corintios 4:1, 2).
Este es un programa amplio para la juventud cris­
tiana; pero la juventud está acostumbrada a progra­
mas amplios y se siente retada por ellos. La juventud
cristiana debe responder a las exigencias del evan­
gelio si el movimiento cristiano ha de hacer el impacto
debido sobre nuestro mundo. Si ese impacto no se
hace, es posible que nuestra nación, la civilización
occidental, y aún nuestro mundo pueda derrumbarse.
En otras palabras, nuestra respuesta al reto de la ma-
yordomía cristiana puede tener significación mundial.
¿Somos y seguiremos siendo buenos y cumplidos ma­
yordomos?
A
LA
MANO
PARA
HACER,
HAZLO
SEGUN
TUS
FUERZAS.”
F
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O-
10
Capítulo 4
LA VOLUNTAD DE DIOS
En este libro estamos interesados principalmente
con las decisiones referidas a lo que es bueno y lo
que es malo. Estas son decisiones morales: son mo­
rales porque afectan a las personas, incluyendo a los
que hacen las decisiones. También, para un cristiano,
una decisión moral es aquella que afecta la causa de
Cristo.
Esto significa, entre otras cosas, que un cristiano
en el momento de tomar una decisión, debe buscar
honrar a Cristo. Cuando él ha hecho tanto por nos­
otros, deberíamos hacer todo lo que podamos para él
y su causa. Una cosa que podemos hacer es tratar
de captar su Espíritu y seguir su ejemplo. El no vino
para hacer su propia voluntad, sino la voluntad de
Aquel que lo envió. Vino a revelar al Padre; nosotros
tenemos que revelarlo a él. Un medio importante para
revelarlo es la cualidad de vida que vivamos para él.
Una expresión de la misma son las decisiones diarias
que nosotros tomamos.
Otros y la Voluntad de Dios
Admitiremos que no siempre es fácil conocer la
Voluntad de Dios. Gente por igual sincera puede di­
ferir profundamente en cuanto a si una actividad es
buena o mala. Del mismo modo, una actividad puede
ser considerada correcta en una comunidad y mala
en otra. Esto quiere decir, por lo menos superficial­
mente, que lo bueno y lo malo, y por lo tanto la vo­
luntad de Dios, bajo ciertas condiciones, puede ser
— 29 —
30 ¿BUENO O MALO?
relativa. Hay un sentido en el cual esto es correcto.
Una actividad que es inocente o buena en sí misma
puede llegar a ser positivamente mala debido a la ac­
titud de la gente hacia ella. El principio paulino de
comer la carne ofrecida a los ídolos, lo cuál se discu­
tirá en el capitulo 5, se aplica a tales situaciones.
Pero no olvidemos que una actividad que es mala en
si misma nunca puede llegar a ser buena debido a la
actitud de la gente hacia ella. Aquello que es bueno
puede tornarse en malo, pero aquello que es malo nun­
ca puede llegar a ser bueno.
Esta explicación puede en apariencia contradecir
algunas cosas que hemos dicho anteriormente acerca
del derecho y de la responsabilidad individual de deci­
dir por sí mismo lo que es bueno y malo para que se
haga. Puede haber una paradoja involucrada, pero es
una paradoja muy significativa. El cristiano maduro
no debería permitir que otros dictaminen qué es lo
bueno para él; esta es una decisión personal. Por otro
lado, debe ser tan sensible al bienestar moral y espi­
ritual de los demás que les dejará decidir hasta cierto
punto qué es lo malo para él. Aún si él crea que una
actividad particular es completamente buena, no de­
berá participar en ella si ha de ser una ofensa o causa
de tropiezo para otros. Esto será asi porque, habiendo
captado algo del espíritu de su Maestro, piensa pri­
mordialmente en los demás más bien que en sí mismo.
La Centralidad de la Voluntad de Dios
Creemos que la única fuente correcta o competente
para determinar lo bueno o lo malo para el cristiano
es la voluntad de Dios. Creemos que lo bueno no es
necesariamente lo que la razón humana dicta, sino lo
que Dios manda. No es lo que el hombre intuye, sino
lo que la voz divina dice; no es lo que la sociedad san­
ciona, sino lo que la soberanía de Dios aprueba.
Esto quiere decir que la pregunta más importante
y fundamental que cualquier cristiano puede hacerse
cuando afronta una decisión acerca de lo bueno y lo
LA VOLUNTAD DE DIOS 31
malo es “¿Cuál es la voluntad de Dios?” Esto no quie­
re decir que necesariamente habrá conflicto entre la
voluntad de Dios y lo que el propio sentido común de
uno puede sugerir o lo que su hogar, su iglesia o aún
su grupo o pandilla podría aprobar. Sí significa que
el cristiano debe tomar su decisión principalmente so­
bre la base de lo que considera ser la voluntad de
Dios. Las otras consideraciones de lo que es bueno
serán suplementarias y evaluadas a la luz de lo que
uno interpreta como la voluntad de Dios.
La Naturaleza de la Voluntad de Dios
Antes que busquemos responder a la pregunta:
“¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?”, haga­
mos dos o tres afirmaciones acerca de la naturaleza
de la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios lo incluye todo: las decisiones
principales discutidas en el capítulo 1 como también
las otras decisiones de la vida. Incluye la totalidad
de nuestras vidas. Es mucho más amplia, profunda y
significativa que lo que mucha gente cree.
La voluntad de Dios es una experiencia continua.
Con frecuencia una decisión nos prepara para otra, y
si somos sensibles a la dirección del Señor, tendremos
una comprensión cada vez mayor de su voluntad. Es­
to, cuando se entiende bien, tiende a darnos un cons­
tante sentido de tentativa, de expectación, de un es­
tado de mente abierta.
Podemos pensar hoy que cierta actividad está de
acuerdo con la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Si somos obedientes a él, podemos descubrir mañana
que nos ha guiado a una nueva comprensión, y que lo
que una vez considerábamos bueno, entendemos aho­
ra que es malo.
La voluntad de Dios siempre es lo mejor, no sólo
para él y su causa, sino para nosotros también. Si en
verdad deseamos hacer su voluntad, podemos descu­
brir que tendremos que dejar algunas de las cosas que
ahora hacemos; sin embargo, de una cosa podemos
32 ¿BUENO O MALO?
estar seguros: lo que él exige que dejemos, no es lo
mejor para nosotros.
Ya que la voluntad de Dios siempre es lo mejor,
debemos procurar conocerla; y, una vez que la sepa­
mos, gustosamente debemos cooperar con ella. Si ha­
cemos esto, parecerá a veces que pagamos mucho por
nuestra obediencia; puede ser así, pero nos costará
mucho más a la larga, dejar de cooperar con la vo­
luntad de Dios. Dios tiene sus mártires, pero Satanás
tiene mucho más. Los de Dios están gozosos, mártires
que cantan; mientras los de Satanás están tristes y
afligidos.
Un misionero expresó esta idea como sigue: “Dios
ha ordenado las cosas de tal manera que no nos es
posible hacer por él un verdadero sacrificio.” Puede cos­
tar y en verdad cuesta algo seguir a Jesús, pero tam­
bién recibimos recompensa en su servicio. El Señor
Jesús expresó la misma idea al decir lo que, en mu­
chos sentidos, es el principio básico o ley de la vida:
“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por mi causa, la encontrará”
(Mateo 16:25).
El Conocimiento de la Voluntad de Dios
¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios cuan­
do tenemos que tomar una decisión respecto a lo que
es bueno y lo que es malo? No siempre es fácil, pero si
sinceramente deseamos conocer la voluntad de Dios y
estamos dispuestos a cumplirla, tendremos suficiente
luz para la decisión inmediata. Cuando sea necesario
tomar otras decisiones, se nos dará luz adicional.
Todos sabemos que la principal fuente tangible del
conocimiento de la voluntad de Dios es la Biblia. En
ella encontramos un registro de la revelación que Dios
hace de sí mismo al hombre, una revelación o descu­
brimiento propio que tuvo su clímax en el Hijo que
fue “la representación misma de lo que Dios es...”
(Hebreos 1:3). Fue Jesús mismo quien dijo: “El que
me ve a mi, ve al Padre ...” (Juan 14:9) y, “Yo y el
Padre somos uno solo” (Juan 10:30).
LA VOLUNTAD DE DIOS 33
Encontramos revelada en la Biblia no sólo la natu­
raleza y el carácter de Dios sino también su actitud
hacia el hombre y su voluntad para él. No queremos
decir que podemos encontrar determinada cita con su
respuesta para cada momento de decisión: la Biblia no
es un libro de reglamentos; sin embargo, si la estudia­
mos cuidadosamente y con oración, dispuestos a obe­
decer, recibiremos mucha ayuda directa y aún más
ayuda indirecta. Es un factor tan importante en el co­
nocimiento de Dios y su voluntad que podemos decir
que un cristiano no puede conocer la voluntad de Dios
como debe conocerla, en tiempo de decisión, si no se ha
preparado para ello por medio del estudio continuo de
la Palabra de Dios; si no ha buscado, por medio del
estudio de esa Palabra, conocer la mente de Cristo.
¿Qué puede hacer el cristiano cuando no encuentra
en la Biblia una palabra específica para determinada
decisión? Tiene la promesa de la dirección del Espí­
ritu Santo, entre cuyas funciones una es la de ense­
ñarnos o revelarnos la verdad.
Una manera en que el estudio de la Biblia nos
ayuda es que hace más sensibles nuestros oídos espi­
rituales. A medida que nos hacemos más espirituales
podemos oir más fácilmente “el apacible silbo” del Es­
píritu de Dios cuando procura hablarnos y dirigimos.
Si hemos de conocer la voluntad de Dios, es esencial
que estemos dispuestos a cumplirla. Fue Jesús quien
dijo: “Si alguien está dispuestos a hacer lo que Dios
quiere, reconocerá si mi enseñanza viene de Dios o si
hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Después de
que hemos hecho un esfuerzo sincero por conocer la
voluntad de Dios, puede quedar un elemento de inse­
guridad; en tales tiempos, si estamos dispuestos a acep­
tar su voluntad y empezamos a movernos en la direc­
ción que creemos ser la voluntad de Dios, podemos es­
tar seguros de que el Señor no permitirá que nos des­
viemos mucho. Aun estando en el proceso de interpre­
tar su voluntad, debemos mantener nuestra mente y
nuestro corazón abiertos para recibir más luz, nuestra
34 ¿BUENO O MALO?
cara dirigida hacia el camino abierto de una revela'
ción mayor de parte de Dios.
Responsabilidad hada la Voluntad de Dios
Algunos jóvenes discernientes pueden decir: “Lo que
antecede parece decir que, después de todo, la fuente
de lo bueno se encuentra en el individuo. Usted nos ha
traído de nuevo a un énfasis individual.” Lo último es
verdad, pero lo primero no necesariamente sigue.
La voluntad de Dios es el determinante final de lo
que es bueno y es malo, la fuente última de autoridad
para el cristiano. El problema que hemos estado tra­
tando dentro de los párrafos que inmediatamente pre­
ceden es el contenido de su voluntad. Hemos sugerido,
o por lo menos implicado, que el individuo tiene el
derecho y la responsabilidad de decidir por sí mismo
lo que es la voluntad de Dios para él. No puede pasar
esta responsabilidad a otra persona o a otra agrupación
a que pertenezca: la familia, los amigos o la iglesia. Si
es sabio, dedicará seria consideración a lo que éstos y
otros tienen que decir, pero la decisión final le perte­
nece a él mismo.
No hay otro concepto cristiano más fundamental
al protestantismo en general que esta idea de la res­
ponsabilidad del individuo: el cristiano individual ha
de decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo.
Tiene acceso directo a Dios sin la necesidad de la in­
tervención de un sacerdote o de la iglesia. Esto está
incluido en la idea del “sacerdocio del creyente”.
Esto significa que tú, mientras vas madurando, ten­
drás que decidir por ti mismo qué debes hacer con
respecto a los temas discutidos en la Parte II. Estas
cosas las debes decidir a la luz de lo que consideres
que es la voluntad de Dios para tu vida.
Sin embargo, nunca olvidemos que el derecho de
decidir por nosotros mismos lo que es la voluntad de
Dios, para nuestras vidas, incluye una tremenda res­
ponsabilidad. Seremos responsables ante nuestro Pa­
dre celestial y ante la vida, como él lo ha ordenado,
LA VOLUNTAD DE DIOS 35
de las decisiones que tomemos. Esto debe impartir a
cada uno de nosotros un profundo sentido de necesidad
de la dirección divina.
Debemos orar para que nuestras decisiones estén de
acuerdo con la santa voluntad de Dios, porque sabe­
mos que su voluntad siempre será lo mejor para nos­
otros, para aquellos a quienes amamos, para nuestros
amigos, nuestra iglesia, nuestro mundo y la causa de
Cristo.
Es prudente, de manera especial mientras somos jó­
venes e inmaduros, buscar el consejo y la ayuda de
nuestros padres y otras personas adultas cuando esta­
mos frente a una decisión respecto a la voluntad de
Dios, en cualquier aspecto de nuestras vidas. Sin em­
bargo, debemos recordar que la responsabilidad final
de esa decisión es nuestra, y que si se comete un error,
tendremos que pagar el precio.
Capítulo 5
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS
Al llegar a este capítulo y a los dos siguientes, será
útil que los consideres en relación a los cuatro prime­
ros. Por ejemplo, el capítulo 1 trataba sobre las decisio­
nes en general, mientras que estos capítulos sugerirán
algunas ayudas específicas que te prepararán para las
decisiones a que se refieren los capítulos con los pro­
blemas en la Parte II. También se sugerirán algunas
pruebas simples y prácticas, o maneras que te ayu­
darán a conocer la voluntad de Dios, y a ser un buen
mayordomo de tu influencia para la causa de Dios. A
través de todo nuestro estudio juntos necesitamos tener
en mente el nivel en el cual vivimos como cristianos.
También será útil si consideras estos capítulos (5
al 7) como una unidad; ellos se pertenecen mutua­
mente. Representan simplemente diferentes maneras de
acercamiento a los mismos problemas; intentos de res­
ponder a las mismas preguntas. Sin embargo, hay un
sentido en el cual estos capítulos se suplementan.
El beneficio que recibirás del estudio de estos capí­
tulos, y de todo el libro, será determinado principal­
mente por el deseo sincero que tengas de obtener ayu­
da. Ninguno de nosotros puede recibirla en ninguna
fase de la vida o en cualquier tiempo de decisión, a
no ser que busquemos el bien honradamente y sin mie­
do, con una profunda determinación de hacerlo, no obs­
tante lo que pueda ser. Dios mismo no puede revelar
su voluntad y no la revelará a una mente cerrada y a
un corazón indispuesto.
Ahora, demos atención a tres preguntas que han
ayudado a muchas personas en tiempos de decisión. Es-
37
38 ¿BUENO O MALO?
tas preguntas pueden aplicarse no sólo a los problemas
que trataremos en la Parte II, sino también a otros
problemas o decisiones que pueden presentársenos. Ayu­
darán no solamente a los cristianos jóvenes, sino tam­
bién a los de más edad, que tal vez no tendrán los mis­
mos problemas; pero que no dejan de tenerlos, muchos
de los cuales son de proporciones serias.
El Efecto Sobre Nosotros Mismos
Cuando estamos considerando si debemos hacer
cierta cosa o no, empecemos en el nivel más bajo, ha­
ciéndonos la pregunta: “Si participo de esta actividad,
¿cómo me afectará a mí mismo como individuo?” La
persona prudente hará una serie de preguntas que le
ayudarán a contestar esta pregunta original.
Algunas de las preguntas adicionales son: “ ¿Cómo
afectará esta participación a mi cuerpo? ¿Contribuirá
a la buena salud y a la edificación de un cuerpo fuerte,
o tenderá a minar mi salud y debilitar mi cuerpo?"
Puede parecer que lo físico es un nivel muy bajo para
que el cristiano empiece allí su búsqueda de lo que es
bueno, y en cierto sentido lo es, pero hay otro sentido
en que no lo es.
El cuerpo es mucho más importante de lo que mu­
chos de nosotros comprendemos; constituirá una ven­
taja o una desventaja para nosotros durante toda nues­
tra vida, cualquier que sea la vocación que sigamos. Un
cuerpo saludable es un siervo o instrumento maravi­
lloso; un cuerpo enfermizo o débil puede ser un te­
rrible amo. No debemos participar en nada que ponga
en peligro nuestra salud o impida el desarrollo y la
maduración normales de nuestro ser.
Otra pregunta es: “ ¿Cómo afectará mi participación
en esta actividad a mi mente, mi naturaleza social y mi
personalidad total?” “¿Esta participación enriquecerá
o empobrecerá mi vida?” Las fases mental, social y
espiritual de nuestra personalidad son aun más im­
portantes, en algunos sentidos, que nuestro cuerpo. He­
mos dedicado más espacio a este último principalmente
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 39
porque ese es el punto de partida en nuestra búsqueda
de lo recto y porque con tanta frecuencia se descuida
o se mal interpreta lo físico.
Como cristianos, tenemos que pensar más allá de
una consideración de los efectos de nuestra participa­
ción sobre nuestro cuerpo, nuestra mente, y nuestra
naturaleza moral. Estos son importantes, pero hay otra
fase de nuestra personalidad total que es aún más
importante. No sólo somos cuerpos físicos con mentes
y naturalezas sociales, sino seres espirituales hechos
a la imagen de Dios, que encontramos nuestro más
elevado cumplimiento en el compañerismo con él. Nues­
tro cuerpo, nuestra mente, y naturaleza social deben
ser instrumentos para ser usados por el ser espiritual
con el fin de alcanzar metas espirituales. Debemos
preguntarnos: “¿Cómo afectará mi participación en es­
ta actividad a mi vida espiritual? ¿Profundizará o dis­
minuirá mi interés en las cosas espirituales? ¿Aumen­
tará o disminuirá mi sentido de compañerismo con mi
Padre celestial?”
También debemos considerar los efectos sobre nues­
tra relación con nuestra iglesia y sobre nuestra vida
devocional y de oración. Consideraremos estas cosas si
en serio deseamos ser verdaderos cristianos y no sola­
mente otro cristiano ordinario, mediocre o nominal.
El Efecto Sobre Otros
Reconocemos que iniciamos esta discusión sobre el
nivel más bajo para el cristiano; podemos subir a un
nivel más alto por medio de la pregunta: “ ¿Cómo
afectará mi participación en esta actividad a otros y
a mi influencia sobre otros?” Otras preguntas suple­
mentarias que podrían hacerse son: “¿Es posible que
mi participación pueda ser causa de tropiezo para al­
gún cristiano más débil? ¿Pcdrá ser un factor inne­
cesario de tentación para alguien que no es tan maduro
como yo? ¿Hará más fácil o más difícil que yo testi­
fique de Cristo ante mis amigos inconversos? Los in­
conversos ¿esperan que yo haga estas cosas?.” ¿Estás
40 ¿BUENO O MALO?
de acuerdo en que el cristiano debe hacerse estas y
otras preguntas en tiempos decisivos?
Muchas veces los cristianos jóvenes y aún los de
mayor edad dicen: “Yo no veo ningún mal e n ----------
-------- ---------; no creo que el hacerlo me haga daño.”
¿Pero es ése el nivel en que un cristiano debe tomar
una decisión acerca de lo que es bueno para él? Mu­
cho más importante que la pregunta: “ ¿Me daña o
me dañará?” es la otra pregunta: “¿Daña o dañará
a otros y a mi influencia para bien sobre otros?.”
El principio de Pablo acerca de comer carne o ali­
mento ofrecido a los ídolos nos ofrece dirección pro­
vechosa sobre este punto (Romanos 14:13-23; 1 Co­
rintios 8:1-13). Pablo dice tres cosas principales: (1)
No habla nada malo en comer carne, en sí mismo; (2)
Sin embargo, si uno comia la carne y así pecaba contra
la conciencia de un hermano más débil, pecaba contra
Cristo; (3) Pablo decidió personalmente que si el co­
mer la carne hacía tropezar a un hermano más débil,
no volvería a comer carne.
Esto puede parecer duro, pero los cristianos debe­
mos estar dispuestos a recibir lo duro. Si uno sigue sin­
ceramente el principio de Pablo, puede descubrir y sin
duda descubrirá que tendrá que dejar algunas activi­
dades que antes ha considerado como muy aceptables.
También podemos encontrar que podríamos parti­
cipar en una actividad en un lugar y no en otro, por
causa de diferencias en la actitud de la gente acerca
de nuestra participación. Permítenos enfatizar, sin em­
bargo, lo que dijimos en un capítulo anterior: la ac­
titud de la gente hacia lo que hacemos no hará ni
puede hacer bueno aquello que en sí mismo es malo.
Lo bueno puede llegar a ser malo, pero lo malo nunca
puede llegar a ser bueno.
Es muy importante hacer esta distinción. La acti­
tud de la gente no determina lo que es bueno, en úl­
timo análisis; su actitud puede determinar si cada ac­
tividad es prudente o buena para nosotros en cierta
situación. Como cristianos, debemos dar una conside­
ración seria al criterio de la gente que nos rodea, prin­
cipalmente porque nos interesa el bien moral y espi­
ritual de aquellos con quienes ños relacionamos. Pa­
blo lo expresó como sigue: “No eches a perder la obra
de Dios por causa de lo que comes. Claro está que to­
dos los alimentos son limpios; pero lo malo es comer
algo que haga caer en pecado a otros” (Romanos 14:20).
Podemos sustituir por la palabra “comer” cualquier ac­
tividad acerca de la cual tratamos de tomar una deci­
sión. El hombre, obra o creación de Dios, es mucho
más importante que la participación de uno en cual­
quier actividad.
El Efecto Sobre la Causa de Cristo
El nivel más alto sobre el cual un cristiano puede
tomar una decisión se alcanza cuando se pregunta:
“ ¿Cómo afectará mi participación en esta actividad a
la causa de Cristo?” Ciertamente, esta es una norma
muy elevada. Sin embargo, ¿no crees que todo cristiano
debe estar dispuesto a hacerse esta pregunta y since­
ramente procurar contestarla con honradez?
Algunas preguntas semejantes que podríamos ha­
cernos son: “¿Puede el Señor bendecir y usar para su
gloria mi participación en esta actividad?” Pablo dijo
a los cristianos corintios: “Si pues, coméis o bebéis, o
hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la igle­
sia de Dios” (1 Corintios 10:31, 32 RVR).
Si Pablo estuviera escribiendo a tu iglesia o a la
mía en el día de hoy, ¿piensas que pondría algunas
otras palabras en lugar de “comer” y “beber” ? Pablo
relacionaba sus enseñanzas a las necesidades y a los
problemas inmediatos de la gente, y creemos que ha­
ría lo mismo hoy en día si estuviera escribiendo a
iglesias contemporáneas.
¿No debemos preguntarnos: “¿Será esta actividad
de tropiezo u ofenderá a la iglesia de Dios?” Pablo su­
giere que el hijo de Dios, al determinar lo que es
bueno para él, debe pensar más allá de si mismo y aún
de otros individuos y debe considerar el efecto de sus
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 41
42 ¿BUENO O MALO?
acciones sobre la iglesia que es el cuerpo de Cristo.
Buenas preguntas que podemos hacernos serían: “¿Ha­
rá mi participación en la actividad que estoy consi­
derando, más difícil o más fácil, que mi iglesia haga
su trabajo en mi comunidad y en el mundo? ¿Reflejará
crédito o descrédito en mi iglesia y en la causa de
Cristo en general?”
Cuando Cristo ha hecho tanto por nosotros, ¿no de­
bemos estar dispuestos y aún deseosos de evitar cual­
quier cosa que estorbaría o dañarla su causa entre
los hombres? Los días que vivimos demandan devo­
ción sin limite y vida desinteresada. Estamos persua­
didos de que muchos, y esperamos que la mayoría de
la juventud cristiana, estén dispuestos a responder a
ese reto.
Conclusión
Las tres preguntas que hemos sugerido, además de
las preguntas suplementarias, representan progresiva­
mente niveles más altos. Lo más glorioso es que Dios
ha ordenado las cosas de tal manera que, cuando se
interpretan bien, no hay verdadero conflicto en las
conclusiones a que llegamos en estos tres niveles. Por
ejemplo, si tomamos nuestras decisiones sobre el nivel
más alto —su efecto sobre la causa de Cristo—, descu­
briremos que no sólo es lo mejor para la causa de Cris­
to, sino también es lo mejor para otros y aún para nos­
otros mismos. El salmista expresó algo semejante a
esta idea cuando dijo: “ . ..Jehová: No quitará el bien
a los que andan en integridad” (Salmo 84:11). El Se­
ñor no pide ni espera que un hijo suyo se prive de
una sola cosa que representa para él lo mejor. Dios
puede desear y pedir que dejemos muchas cosas, pero-
serán cosas o actividades que no constituyen para nos­
otros lo mejor.
¿Por qué no hacer un experimento antes de se­
guir a las tres pruebas en el capítulo siguiente? Sobre
la base de las tres preguntas principales de este capí­
tulo, decide si es bueno o no que participes en deter-
minada actividad. Prueba las preguntas, relacionán­
dolas con alguna actividad acerca de la cual no tienes
gran duda. Luego, aplícalas a una actividad acerca de
la cual si tienes dudas.
Si has de recibir alguna dirección efectiva del uso
de estas preguntas, recuerda que tienes que desear sa­
ber lo que es bueno; tienes que buscar sinceramente
la verdad.
¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 43
Capítulo 6
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS
En estos capítulos estamos procurando descubrir
principios o métodos por medio de los cuales podamos
saber si determinada actividad es buena o mala. En
el capítulo anterior aplicamos la prueba del efecto:
el efecto sobre nosotros mismos, sobre otros y sobre
la causa de Cristo. En este capítulo vamos a sugerir
otras tres pruebas. Sugerimos de nuevo que tu serás
ayudado al grado en que sinceramente lo desees y es­
tés dispuesto a aceptar el reto presentado por las
pruebas.
La Prueba de lo Secreto
Imaginemos que, mientras lees esto, estás en el pro­
ceso de decidir si es bueno o malo que hagas trampas
o “soples”. O puedes pensar en otra actividad que sea
más aplicable a tu caso: ¿Cómo puede ayudarte la
prueba de lo secreto?
Las siguientes preguntas adicionales pueden ayu­
darte a contestar esa pregunta: ¿Hay algunas personas
que desearías que no supieran que cometes tal acto?
¿Qué dices acerca de tu madre? ¿Te sentirías apenado
si ella lo supiera? ¿Qué dices de tu padre, tu maestro
de la escuela dominical, tu consejero, tu pastor, tu me­
jor amigo, el mejor cristiano que conoces? ¿Preferi­
rías que uno o más de ellos no lo supieran? Si es así,
¿No estás de acuerdo en que por lo menos debes tener
duda acerca de tu participación en esa actividad? No
estamos diciendo que sería buena o mala, sino que se­
ria dudosa.
Podemos estar seguros de que lo recto y lo bueno
45
46 ¿BUENO O MALO?
nunca tienen miedo de la luz; por otro lado, lo malo
procura evitar la luz o esconderse de ella. No es mero
accidente que la mayoría de los crímenes se cometen
en la noche. Fue el Señor Jesús quien dijo: “Todos
los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan
a la luz, para que no se descubra lo malo que están
haciendo. Pero los que viven de acuerdo con la verdad
se acercan a la luz, para que se vea que Dios está en lo
que están haciendo” (Juan 3:20, 21).
¿Recuerdas cómo reaccionabas cuando eras niño y
habías hecho algo que sabías que tu madre no apro­
baría? ¿No huías de ella lo más posible? ¿Te sentías
incómodo ante su presencia? Esto era no sólo porque
tenías miedo de que ella descubriera lo que habías
hecho, sino también porque había algo interior que te
condenaba, y no te sentías bien ante su presencia.
Ahora, ¿qué de la actividad que vienes consideran­
do? ¿Pasará la prueba de lo secreto? ¿Estarías dispues­
to a sacarla a la plena luz de la verdad? Para ser más
tangible la prueba, ¿estarías dispuesto, después de eje­
cutar tal acción, a que el hecho se exhibiera en una
pantalla en tu escuela con todo el grupo reunido, en
un culto de adoración de tu iglesia?
Tal vez podamos mantener en secreto nuestra par­
ticipación, respecto a otros, pero hay uno que lo sabe:
Dios, a quien llamamos “nuestro Padre”. El ve, oye y
sabe todo. ¿Desearíamos que él lo supiera?
La Prueba de la Universalidad
Esta es otra prueba sencilla que puede ayudarnos
en tiempos de decisión. Será igualmente provechosa
para los jóvenes y para las personas mayores que sin­
ceramente buscan la verdad.
Podemos comprender mejor esta prueba y su sig­
nificado si nos hacemos otras preguntas. ¿Todavía es­
tás pensando en la actividad o participación que se te
pidió que consideraras al principio del capítulo? Pien­
sa en ella a medida que procedemos con la considera­
ción de esta prueba.
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 47
Algunas de las preguntas que podríamos hacemos
con provecho son: “¿Estaría yo de acuerdo en que to­
do el mundo hiciera esta misma cosa?” Algunas ve­
ces, cuando tratamos estos asuntos en una conferencia,
alguien contesta: “Por supuesto, estaría muy de acuer­
do”. Cuando uno contesta en esta forma, se le deben
hacer otras preguntas más específicas como las que
siguen, que harán más penetrante la pregunta gene­
ral: “ ¿Estarías de acuerdo en que lo hiciera tu madre,
tu padre, tu maestro o tu pastor?” “ ¿Aprobarlas que
ellos participaran?” “¿Perderías algo del respeto que
les tienes si los vieras hacerlo?”
Tal vez uno hace algunas excepciones y dice: “No,
yo no esperaría que mi madre hiciera esto.” Me sen­
tiría horrorizado si viera a mi padre hacer eso.” “No
puedo imaginar a mi pastor participando en esa ac­
tividad.” Si uno tiene dudas respecto a la participa­
ción en alguna actividad de parte de esas personas, ¿no
podríamos decir que esa actividad no puede pasar la
prueba de la universalidad? ¿No debe este hecho dejar
una seria duda respecto a la participación de uno?
Seamos muy personales. Es muy probable que si yo
reacciono muy desfavorablemente respecto a la parti­
cipación de otra persona en determinada actividad, al­
guien pueda reaccionar de la misma manera respecto
a la mía.
También debemos hacer una aplicación general de
la prueba de la universalidad. Preguntémonos: “¿Qué
clase de familia, iglesia, comunidad o mundo tendría­
mos, si todo el mundo ejecutara ese mismo acto?” Po­
siblemente has visto en algún templo una cartulina
que lleva una pregunta penetrante y legitima, que pue­
de aplicarse no sólo a la iglesia sino también a la fami­
lia y al mundo. La cartulina dice: “ ¿Qué clase de igle­
sia sería la mía si cada miembro de ella fuera exacta­
mente como yo?”
Conociendo que si todos ejecutaran ese acto, nues­
tra familia, nuestra iglesia, nuestra comunidad y nues­
tro mundo, no serían muy buenos, ¿no significaría que
sería mala para nosotros? Si, por otra parte, podemos
48 ¿BUENO O MALO?
honradamente decir: “si todos hicieran esta cosa, ten­
dríamos una magnífica y mejor familia, mejor iglesia,
mejor comunidad y mejor mundo”, entonces, ¿no se­
ría bueno y prudente que nosotros lo hiciéramos?”
La Prueba de la Oración
No hay prueba más elevada para cualquier activi­
dad que la pregunta: “¿Puedo orar acerca de ella?”
“¿Puedo invitar a Dios a que me acompañe?” “¿Puedo
pedirle que me bendiga mientras hago esto?”
¿No debe el cristiano sentir libertad para orar acer­
ca de cualquier cosa que hace? Si no considera que
sea muy apropiado invitar al Señor para que lo acom­
pañe o lo bendiga mientras hace determinada cosa,
¿no es esto una buena indicación de que aquella acti­
vidad sería imprudente o mala para él?
Pasar la prueba de la oración no quiere decir ne­
cesariamente que siempre estemos orando acerca de
esa actividad, pero sí significa que podemos, de buena
conciencia, orar acerca de ella. Podemos sentirnos per­
fectamente a gusto al tratarla con nuestro Padre; ha­
blar con él acerca de ella será normal y natural y no
creará ninguna tensión en nuestras relaciones.
Hace algunos años Carlos M. Sheldon escribió un
libro que llegó a ser uno de los que más se vendían,
con el título: “En sus pasos” . Todavía se lee mucho y si
no lo has leído, sugerimos que lo hagas. En ese libro,
el autor recomienda que el cristiano en todo tiempo de
decisión debe preguntar: “¿Qué haría Jesús?” Es una
pregunta muy buena y penetrante.
Sin embargo, algunas personas han criticado el li­
bro de Sheldon y especialmente el tema central; dicen
que eso es simplificar demasiado los problemas de la
vida. Algunos han sugerido que una pregunta más pro­
pia y más provechosa sería: “ ¿Qué desearía Jesús que
yo hiciera?” Argumentan que Jesús fue Dios lo mismo
que hombre y que vivió una vida perfecta, cosa que nos­
otros no podemos hacer.
De hecho, tal vez no haya tanta diferencia en esas
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 49
dos preguntas como algunas personas desean que pen­
semos. Recordarás que Pablo dijo: “Sigan ustedes mi
ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo” (1 Corin­
tios 11:1). Si Pablo siguió a Cristo —y lo hizo—, ¿no
era natural que el aconsejara a los cristianos corintios
y a nosotros a seguir a Cristo? También, es posible que
en la mayoría, si no en todas las situaciones de la vida,
Jesús desearía que nosotros hiciéramos lo que él haría
en situaciones similares. Pero, si pensamos que la pre­
gunta debe ser: “¿Qué haría Jesús?” o “¿Qué desearla
Jesús que yo hiciera?”, seguramente estaremos de
acuerdo en que debemos hacernos la pregunta o las
preguntas.
Posiblemente alguno de los lectores estará diciendo:
“No hay nadie que pueda pasar una prueba tan difícil.
Vivir una vida en tal nivel es imposible.” Pero pensa­
mos que no crees eso. Hay muchas actividades que
pueden pasar la prueba de la oración, lo mismo que
las otras pruebas antes mencionadas. Por ejemplo, co­
nocemos a un hombre que por siete años jugó al fútbol;
no era cristiano durante los años de la escuela secun­
daria, pero su hermana da testimonio que durante ese
tiempo él nunca fue a jugar sin que ella orase por él.
El nos cuenta que desde el tiempo en que se convirtió
hasta que dejó de jugar siendo universitario, nunca
jugó sin antes hablar con el Señor en relación con
el partido. Pidió al Señor que lo bendijera a él y a sus
compañeros, para que jugaran bien y limpiamente, y
que ayudara a los que eran cristianos, para que de al­
guna manera, aún en medio del partido, revelaran un
verdadero espíritu cristiano.
Hay muchas otras actividades que pueden pasar las
tres pruebas. También debemos recordar que si una
actividad no puede pasarlas, no es buena para nosotros.
Conclusión
¿Has seguido practicando la sugestión hecha al prin­
cipio de este capitulo, de aplicar estas pruebas a al­
guna actividad en particular? Si no lo has hecho asi,
50 ¿BUENO O MALO?
¿por qué no pruebas un experimento semejante al que
sugerimos al final del capitulo anterior? Escoge alguna
actividad acerca de la cual tienes que tomar una deci­
sión y aplícales estas pruebas a ella. Ve cual será el re­
sultado. No tengas miedo de hacerlo; puede ser una
experiencia muy grata. El Señor te ayudará si sincera­
mente buscas su dirección y sabiduría.
Algunos pueden quejarse de que la aplicación de
estas pruebas eliminaría el gozo de la vida. Creemos,
sin embargo, que lo opuesto es la verdad.
Los cristianos con el gozo más profundo y verdadero
son aquellos que tienen un sentido de la presencia per­
manente de Dios. Tienen un claro sentido de la presen­
cia de Dios en sus vidas, y una profunda convicción
de encontrarse dentro de su voluntad. Cualquier cosa
que no pueda pasar las pruebas que hemos sugerido,
tarde o temprano destruirá aún la felicidad y el gozo
que deseamos. Los buenos hombres y mujeres de Dios,
sus hijos obedientes, son la gente más feliz.
Alguien ha dicho sabiamente que la mayoría de los
cristianos tienen apenas suficiente religión para sen­
tirse compungidos; es suficiente para que ellos no se
sientan bien en el pecado, pero no es suficiente para
impedir que pequen. Los únicos que prueban las pro­
fundidades de las bendiciones de Dios son aquellos que
tienen suficiente valor y fuerza de carácter para sacri­
ficar las cosas más bajas de la vida. La vida sobre los
niveles más altos es reservada para aquellos que pue­
den sacrificarla en los niveles inferiores. ¿Dónde de­
seamos vivir: sobre las montañas y elevados planos de
visión, de reto y de servicio, o en los valles de oscuridad,
desaliento y derrota? Puede ser que ahora mismo te
encuentres en el proceso de decidir. Aun una decisión
que se considera de menor importancia, puede fijar la
dirección de tu vida en el futuro.
No olvides que Satanás parece tener algunos jóve­
nes felices, pero no tiene ningún anciano feliz. ¿No
será justo decir que aún los jóvenes de Satanás sien­
ten un hondo descontento y hambre por una vida más
significativa y más feliz? Siempre es sabio mirar pro-
¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 51
fundo y lejos, en cualquier tiempo de decisión, por in­
significante que parezca.
foto por P.M.Schrock
foto por Luoma
Capítulo 7
¿BUENO O MALO?
TRES FUENTES DE LUZ
En los últimos dos capítulos hemos dado atención
a algunas preguntas o pruebas específicas que pueden
ayudarnos a decidir lo que es bueno o malo cuando
estamos frente a una decisión inmediata. Para suple-
mentar éstos, deseamos sugerir tres fuentes de luz
que están al alcance del cristiano:
Luz de Adentro
Este capítulo, como en el caso de los dos últimos,
será más práctico y de más ayuda si piensas en alguna
actividad o problema particular al leerlo. Procura de­
terminar si esa actividad es buena o mala, prudente o
imprudente.
Una fuente de luz en tiempos de decisión es la luz
que tenemos adentro. Dios nos ha creado con ciertas
capacidades innatas. Si somos suficientemente nor­
males como para ser moralmente responsables, tene­
mos capacidad para pensar, razonar, juzgar, evaluar y
ejercer voluntad. También poseemos, como parte de
nuestras dotes naturales, un sentido de lo recto o una
convicción de que existe lo bueno y lo malo.
Dios, que sabe lo que es mejor para nosotros, nos
ha dejado la responsabilidad de determinar lo que es
bueno y lo que es malo para nosotros. Se entiende que,
mientras no llegamos a la madurez, esta responsabili­
dad es compartida por nuestros padres, maestros y otras
personas. Sin embargo, la meta final de toda ense­
ñanza y preparación moral y espiritual es que el indi-
— 53 —
54 ¿BUENO O MALO?
viduo llegue a la plena madurez. Esto, a su vez, quiere
decir que tendrá la aptitud debida para tomar decisio­
nes sabias, y que será responsable por lo que hace. Dios,
habiendo dado al hombre una capacidad innata para
la vida moral, espera que el hombre acepte las respon­
sabilidades que tal habilidad o capacidad infiere. Es
decir, que aun durante el proceso de llegar a la ma­
durez, Dios espera que usemos todo recurso interior
de que disponemos para determinar por nosotros mis­
mos lo que es bueno y lo que es malo. El no nos revela
su voluntad de una manera milagrosa, sin la coopera­
ción nuestra.
Cuando tenemos que tomar una decisión particular,
debemos pensar en todo aspecto del problema. Como
se sugirió antes, debemos pensar tan objetivamente
como nos sea posible, de su efecto total sobre nosotros,
sobre otros y sobre la causa de Cristo. Las pruebas que
mencionamos en los capítulos anteriores deben apli­
carse sin miedo. El uso sincero de los recursos que te­
nemos será bendecido por el Señor con darnos la di­
rección divina que necesitamos. El asunto puede re­
sumirse como sigue: cuando uno tiene que tomar una
decisión respecto a lo bueno y lo malo, no hay ningún
substituto para el consagrado sentido común.
Cuando sentimos la dirección en que debemos ir, la
respuesta a ese sentimiento es interior y personal. En
otras palabras, Dios nos da el poder de decisión, y po­
demos decir “sí” o “no” a la luz que recibimos. El no
se sobrepone a nuestra voluntad; pero nunca debemos
olvidar que la libertad de escoger lleva consigo la res­
ponsabilidad por la elección.
Luz de Ajuera
En tiempos de decisión podemos recibir luz no só­
lo de adentro, sino que también podemos recibir con­
siderable ayuda de afuera si tenemos ojos que ven, oí­
dos que oyen, mentes que interpretan y voluntades que
responden a la luz que recibimos.
Por “luz de afuera” queremos decir, entre otras
¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 55
cosas, la ayuda que podemos recibir de otros, especial­
mente de aquellos que tienen más edad y más expe­
riencia, o que son moral y espiritualmente más ma­
duros. Esas personas de más experiencia han tenido
que tomar decisiones semejantes y saben, por medio
de la observación y la experiencia, los resultados que
pueden esperarse de ciertas líneas de conducta. Gene­
ralmente tienen la ventaja de una perspectiva más
amplia y una comprensión más profunda de la vida y
sus problemas que aquellos que tienen menos experien­
cia. Se espera que esta afirmación no te inducirá a
depender demasiado de otros. A medida que maduras
—y actualmente te encuentras en ese proceso— gra­
dualmente tienes más responsabilidad al tomar tus pro­
pias decisiones. Esto, a su vez, no significa que debes
insistir en una independencia prematura, sin embargo,
sí significa que debes estar dispuesto a aceptar las res­
ponsabilidades del proceso de la maduración.
Por otro lado, debemos recordar que, por poca o
mucha que sea nuestra madurez, otros pueden ayu­
darnos. Ninguno de nosotros tiene toda la luz que ne­
cesita para las muchas decisiones de la vida; y aún
la luz que tenemos ha venido, en gran parte, de nues­
tros padres y otros que han determinado nuestro pen­
samiento y han inculcado en nuestras vidas ideas o
ideales básicos.
Nuestros padres, maestros, consejeros, pastores y
otros, que han tenido más experiencia, desearían sal­
varnos de muchos errores. No quiero decir que debe­
mos tratar de consultar a alguno o a todos ellos, cada
vez que hay que tomar una decisión. No queremos des­
arrollar un sentido neurótico de dependencia de otros;
no queremos convertirnos en “adictos a los consejeros”
(los que buscan consejo de cada consejero que se les
presenta).
Mucho del mejor consejo que recibimos de nuestros
padres, maestros consejeros y otros adultos, lo recibi­
remos a medida que los escuchamos en el hogar, en el
salón de clase o en el templo. Una parte la recibiremos
56 ¿BUENO O MALO?
mediante la Instrucción formal; gran parte vendrá de
conversaciones casuales.
Esto no indica que no debemos buscar la ayuda de
nuestros padres y amigos adultos cuando en verdad la
necesitamos; lo podemos y debemos hacer, admitiendo
con franqueza nuestras limitaciones y nuestra necesi­
dad de luz adicional.
No olvidemos en tales tiempos que hemos buscado
el consejo de ese individuo porque creemos que es más
maduro que nosotros. También tenemos confianza en
su integridad básica y en su genuino interés por nos­
otros.
Como resultado de nuestra confianza en aquel de
quien hemos solicitado consejo, ciertamente daremos
consideración seria a cualquier luz que recibamos de
él. Esto debe ser verdad especialmente respecto al con­
sejo que se recibe de los padres; ellos, con muy raras
excepciones, se interesan por nosotros y en nuestro
bienestar más que ninguna otra persona. Desearían
usar la luz que ellos han recibido, a medida que han
viajado por el camino de la vida, para alumbrar nues­
tro camino y salvarnos de algunos de los errores que
ellos cometieron en tiempos anteriores.
A veces alguien puede sentirse defraudado porque
los adultos de quienes solicita consejo no le dan una
dirección más positiva. En la mayoría de los casos lo
hacen deliberadamente; el buen consejero desea guiar­
te en formar tu propia decisión con la menor sugestión
o dirección posible. Quiere ofrecerte luz que te ayudará
a comprender el camino, pero desea que descubras por
ti mismo tanto de esa luz como te sea posible, y que
luego tomes tu decisión sin una recomendación posi­
tiva de su parte. Si puede lograr guiarte a tal decisión
personal, sabe que será más significativa que una de­
cisión que hicieras siguiendo sugestiones suyas. Hay
también individuos, con quienes nunca te has encon­
trado, que pueden serte útiles en tiempos de decisión.
Son los autores de artículos, panfletos y libros. Algu­
nos de ellos se pueden encontrar en la biblioteca de tu
iglesia.
¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 57
Hay otra fuente de luz de afuera que salvarla a
muchos jóvenes de errores trágicos si conservaran sus
ojos y sus oídos abiertos y sus mentes en estado de
alerta. La luz de que hablamos es aquella que nos viene
de observar en las vidas de otros los resultados de
ciertas líneas de conducta.
Por ejemplo, si estás tratando de decidir si es bueno
o malo para ti el usar drogas, beber, tener relaciones
sexuales, observa los resultados en las vidas de aquellos
que participan en tales actividades. Observa los resul­
tados inmediatos y también aquellos a largo alcance.
¿Qué diremos de algunos de nuestros conocidos: nota­
mos algún efecto bueno o malo en ellos cuando empe­
zaron a participar en una o más de esas actividades?
¿Cómo han afectado a su personalidad? ¿Qué podre­
mos decir de su aprecio por las cosas mejores de la
vida? ¿Cuál parece haber sido el efecto sobre su rela­
ción con su iglesia y su Señor?
Sin embargo, para comprender todo el asunto y po­
der juzgar bien los resultados, tenemos que ver más
allá de nuestro grupo en el colegio secundario o en la
universidad, si queremos saber de los resultados que
vienen con el tiempo. Aun debemos estudiar la influen­
cia que la participación de uno en dada actividad pue­
de tener sobre el hogar o sobre la sociedad en general.
Debemos visitar los barrios pobres y las cárceles de
nuestras ciudades. En una visita semejante al jefe de
la policía dijo que estaba seguro de que la “tía María”
había sido arrestada por lo menos 700 veces por bo­
rrachera. En un tiempo habla sido una dama muy res­
petada en la comunidad, pero se había convertido en
la esclava del licor, como sucede con centenares de mi­
les de hombres y mujeres. ¡Qué contraste entre “tía
María” y los hermosos anuncios de las revistas y car­
teles publicitarios! “Tía María” echaría a perder esos
cuadros, pero debe estar en ellos si han de ser justos.
Los jóvenes necesitan ver a la “tía María” en esos cua­
dros. Si lo hicieran, ella les ayudaría a saber lo que de­
ben hacer respecto a las bebidas.
Esta es sólo una ilustración de lo que queremos decir
58 ¿BUENO O MALO?
por luz de afuera. La observación Inteligente nos li­
brará de muchos errores.
Luz de Arriba
Esta es otra fuente de luz que está a disposición
de todos los hijos de Dios. Podemos y debemos utilizarla
en tiempos de decisión. Permítasenos sugerir otra vez
que el Señor espera que utilicemos los recursos que te­
nemos, para escoger lo bueno y rechazar lo malo; sin
embargo, esto no es lo mismo que decir que tenemos
dentro de nosotros mismos todos los recursos que ne­
cesitamos para las decisiones de la vida. Un paso ne­
cesario para tomar una decisión sabia acerca de cual­
quier problema importante es un reconocimiento co­
rrecto de nuestras propias limitaciones. Debemos re­
conocer que, sin la dirección del Espíritu Santo, no po­
demos pensar tan bien como debiéramos. Debemos re­
conocer nuestra necesidad de la dirección del Señor y
buscar esa dirección aun a medida que usemos todo
recurso que esté a nuestra disposición en un esfuerzo
para determinar lo que es bueno y lo que es malo. En
otras palabras, a medida que hacemos las preguntas, a
medida que aplicamos las pruebas sugeridas en capí­
tulos anteriores, debemos hacerlo en un espíritu de
oración. También, a medida que buscamos el consejo
y la dirección de otros, debemos pedir al Espíritu de
Dios que los dirija a ellos y a nosotros.
Aun cuando hemos procurado con oración recibir
toda luz posible de adentro y de afuera, posiblemente
estemos todavía en duda. En tales ocasiones, recorde­
mos lo que dice Santiago: “Sí a alguno de ustedes le
falta sabiduría, pídala a Dios, y Dios se la dará; pues
él da a todos son limitaciones, y sin echarles nada en
cara” (Santiago 1:5).
Una importante fuente de luz que viene de arriba
es la Biblia; ella no es un libro de reglas, pero cuando
habla específicamente, lo que dice es autoritativo. En­
contraremos en la Biblia principios básicos que pro­
veen el fundamento para sabias elecciones cristianas.
¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 59
Si nos saturamos de su espíritu, si inculcamos sus idea­
les en nuestras vidas, tendremos el discernimiento mo­
ral y espiritual que necesitamos para escoger bien.
En respuesta a nuestras oraciones, nuestro estudio
de la Biblia y nuestra sincera búsqueda, tal vez Dios
no llenará nuestras almas de luz, pero sí nos dará su­
ficiente luz para tomar el paso siguiente. Sigamos la
luz que tengamos, aún cuando nos parezca poca, con
la plena confianza de que Dios nos dará más luz a
medida que se necesite. Esto será verdad respecto a los
problemas que vamos a tratar en la Parte II. También
puede y debe ser verdad, si hacemos nuestra parte,
acerca de otras decisiones que tendremos que tomar a
medida que viajamos por el camino de la vida.
Capítulo 8
PRINCIPIOS Y PRACTICAS
Los capítulos de la Parte I, que tratan de los prin­
cipios de la conducta cristiana, se han escrito en ora­
ción y con la esperanza de que te sean de ayuda; es­
peramos que no los hayas pasado por alto. Si aceptas
los principios, los aplicas con honradez a la vida y uti­
lizas las fuentes de ayuda que se han sugerido, es casi
seguro que decidirás por ti mismo lo que es bueno y
lo que es malo para tu vida.
En los capítulos de la Parte II procuraremos apli­
car esos principios generales a algunos de los proble­
mas prevalecientes entre la juventud. Naturalmente, no
podemos tratar todos los principios que sean pertinen­
tes a cada problema. Se espera que estudies estos ca­
pítulos lenta y deliberadamente para poder repasar y
aplicar los principios básicos, incluyendo las preguntas
y las pruebas sugeridas.
Un Repaso a los Principios
Antes de proceder a una discusión de problemas es­
pecíficos, puede ser de algún valor repasar algunas
de las conclusiones o principios más significativos de
la Parte I. Son como sigue:
1. Vivir es hacer decisiones (capítulo 1)
2. Mientras vivimos, hasta cierto punto guiados por
el instinto, por la costumbre y por la conciencia, el
nivel sobre el cual el cristiano debe vivir es el nivel
cristiano (capítulo 2).
3. El cristiano no se pertenece a sí mismo. El —su
cuerpo, su mente, su personalidad total— pertenecen
— 61 —
62 ¿BUENO O MALO?
a Dios, pero Dios ha querido hacerlo mayordomo. Sien­
do siervo y mayordomo, todo lo que tiene de bienes
materiales, su tiempo, y sus talentos, pertenecen a Dios
y deben usarse bajo la dirección divina para servir a
Dios y al prójimo (capítulo 3).
4. La última fuente de autoridad para el hombre
no se encuentra en sí mismo ni en el grupo social o la
comunidad a que pertenece, sino en la voluntad de
Dios, que puede conocer, y que encontrará que siempre
es lo mejor para él (capítulo 4).
5. Cuando tenemos que tomar una decisión respec­
to a lo bueno o lo malo, podemos encontrar ayuda si
contestamos tres preguntas: ¿cómo mi participación
en esta actividad me afectará a mí, a otros y a la causa
de Cristo? (capítulo 5); si hacemos tres pruebas sen­
cillas: la prueba de lo secreto, la prueba de la univer­
salidad, y la prueba de la oración (capítulo 6); y si uti­
lizamos tres fuentes de luz, la luz de adentro, la luz de
afuera y la luz de arriba (capítulo 7).
La Importancia de los Principios
A medida que has leído los capítulos y has repasado
los principios, ¿los has pensado bien y los has enten­
dido? Una pregunta más importante es: ¿los aceptas
como válidos para el cristiano?
Estás de acuerdo con los principios presentados en
los capítulos anteriores o no, es muy importante para
ti que tengas un núcleo de principios cristianos que te
sirvan como base de operación. Muy pronto tendrás que
depender de ti mismo, si no es que ya lo haces en la
actualidad; toda decisión tendrá que ser tuya. Una
parte esencial de la preparación es la formación de una
filosofía cristiana de la vida, una filosofía fundada so­
bre sanos principios cristianos.
Ciertamente nos gustaría pensar que cada uno de
los jóvenes está de acuerdo con nosotros respecto a los
problemas que trataremos en la Parte II, aunque sa­
bemos que no será así. Queremos decir francamente que
lo que nos interesa todavía más, es que tú aceptes los
PRINCIPIOS Y PRACTICAS 63
principios básicos de la Parte I. Nuestro punto de vista
es que si tienes una base fundamental para las decisio­
nes de la vida y honradamente buscas lo bueno, en­
tonces a medida que madures, tarde o temprano lle­
garás a una posición correcta respecto a la mayoría
de los problemas que se presentan y a las decisiones
que tendrás que tomar.
Una de las preocupaciones principales es que con­
sideres cuidadosamente todo problema o decisión. Pre­
ferimos que pienses, sin estar de acuerdo con nosotros,
antes que estar de acuerdo sin pensar.
Sin embargo, nuestra preocupación principal es que
seas honrado en la búsqueda de lo bueno o lo malo;
sabemos que si es así, entonces Dios te dará la direc­
ción y seguridad, y no permitirá que te desvies mucho.
La mente que busca y el corazón dispuesto conocerán
lo que es bueno y lo que es malo. Debemos recordar que
esta búsqueda sigue durante toda la vida. Será muy
lamentable si decidimos que ya tenemos todo el conoci­
miento y la luz que necesitamos respecto a cualquiera
de los problemas de la vida. Dios mismo no puede di­
rigir a una mente cerrada; él revela luz adicional a
aquellos que se dirigen hacia el camino abierto. Los
principios pueden ser fijos y seguros; una comprensión
y aplicación de ellos es un proceso que continúa.
Cambio de Punto de Vista
En la Parte II que trata con áreas especificas de
decisión, hemos pensado tratarlas desde otros puntos
de vista. Por esto, usaremos preguntas con más fre­
cuencia, y menos afirmaciones de una posición posi­
tiva, aunque no dejaremos de hacer esto también cuan­
do parezca prudente y necesario hacerlo.
Este cambio de punto de vista y énfasis se ha he­
cho deliberadamente; una razón para el cambio es que
queremos que apliques por ti mismo los principios bá­
sicos a los problemas específicos que consideraremos.
Queremos que contestes por ti mismo la pregunta:
“¿Esta actividad es buena o mala para mi como cris-
64 ¿BUENO O MALO?
tiano?” Pensamos que no tendrás mucha dificultad en
conocer nuestra posición. Es mucho más importante
que tomes una decisión sabia y personal, antes que
comprender o estar de acuerdo con nuestra posición.
En los capítulos de la Parte II trataremos de pro­
veerte los hechos necesarios para tomar una decisión
sabia. En algunos casos hay preguntas que te ayudarán
a guiarte en relacionar los principios de la Parte I
con estos asuntos. No están incluidos todos los pro­
blemas importantes. Son ejemplos de algunos de los
asuntos más comunes que encaran los jóvenes. Si hay
otros problemas que son más urgentes para ti, puedes
usar los mismos principios para tratar con ellos: (1)
Estudia el caso; (2) Aplica los principios cristianos;
(3) Toma la decisión.
Si consideras cada problema hasta llegar a una
posición definida, cristiana, y que se puede defender,
debes tomar tiempo para pensar, meditar y orar.
Se espera que estés dispuesto a dar el tiempo que
sea necesario. Es posible que una posición respecto a
tu relación con alguna de estas actividades sea la de­
cisión más importante que tengas que tomar en este
tiempo. Una decisión correcta respecto a ese proble­
ma puede proveer la base para otras muchas en los
años por venir.
Sin embargo, no olvides que nosotros en un tiempo
tuvimos que afrontar lo que muchos de vosotros están
en el período de resolver. También, a través de los años
hemos tenido interés en la juventud y hemos dado
mucho tiempo a conferencias personales y en grupos
acerca de estos problemas. Procura, lo mejor que pue­
das, pensar en estos capítulos como charlas personales
que tenemos contigo, o como conferencias que pre­
sentamos a un grupo de jóvenes cristianos.
PARTE II
P R O B L E M A S
Capítulo 9
MARIHUANA
Sara era linda y popular. Siempre estaba riendo y
divirtiéndose con el grupo más “en onda” en la escuela.
Una noche alguien llevó cigarrillos de marihuana a
una fiesta; al principio, Sara rehusó fumarlos. Sus
amigos insistieron en que los probara y al fin ella cedió.
Un muchacho le enseñó como inhalar y no dejar es­
capar el humo. Sara había llegado a la fiesta preocu­
pada por sus estudios y por una discusión que había
tenido con su madre, pero cuando comenzó a sentir
el efecto, sus dificultades parecieron desvanecerse.
Después de esa fiesta el grupo comenzó a fumar mari­
huana con regularidad, y Sara también. Su vida se
envolvió más y más con la droga. Ahora ella está co­
menzando a preferir el estado que produce la mari­
huana a la vida normal. Sus calificaciones están des­
cendiendo; a veces llega al punto de tener que robar
para comprar la droga. Aparte del grupo adicto, tiene
muy pocos amigos.
Un Asunto Importante
El uso de la marihuana es realmente un asunto im­
portante. En los últimos años su utilización ha cre­
cido rápidamente, especialmente entre la juventud. Na­
die sabe a ciencia cierta cuanta gente fuma marihuana,
— 65 —
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  • 1.
  • 2. ¿BUENO O MALO? T. B. Maston William M. Pinson, (h.) Traducido por Rubén Zorzoli y Alicia de Zorzoli Una guía para adolescentes y sus líderes para vivir bajo un modelo cristiano. Edición Revisada CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
  • 3. ¿BUENO O MALO? T. B. Maston William M. Pinson, (h.) Traducido por Rubén Zorzoli y Alicia de Zorzoli Una guía para adolescentes y sus líderes para vivir bajo un modelo cristiano. Edición Revisada CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
  • 4. CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES Agencias de Distribución ARGENTINA: Rivadavia 3464. 1203 Buenos Aires BRASIL: Rúa Silva Vale 781, Rio de Janeiro BOLIVIA: Cajón 514, Cochabamba COLOMBIA: Apartado Aireo 55294, Bogotá 1 COSTA RICA: Apartado 285, San Pedro CHILE: Casillo 1253, Santiego ECUADOR: Casilla 3236. Guayaquil EL SALVADOR: 10 Calle Pte. 124 San Salva,. ESPAÑA: Arimón 22. Barcelona 22 ESTADOS UNIOOS: Apartado 4255. El Paso. Texas 79914 GUATEM ALA: 12 Calla 9-54,Zona 1 Guatemala HO N DUR AS:'^ Calle 9 Avenida. Tegucigalpa MEXICO: Vizcaínas 16 Ote.. México 1. D. F Apartado 29-223, México 1. D. F. Hidalgo 713. Guadalajara, Jalisco Matamoros 344 Pte.. Torreón. Coabuila NICARAGUA: Apartado 5776, Managua PANAM A: Apartado 5363, Panamá 5 PARAGUAY: Pettirossi 595, Asunción PERU: Apartado 3177. Lima REPUBLICA DOM INICANA: Apartado 880. Santo Domingo URUGUAY: Casilla 14052 Montevideo VENEZUELA: Apartado 152. Valencia Título original: Right or Vlrong? R evised Edition Copyright © 1971 by Broadman Press. Versión castellana, edición revisada, © Copyright Casa Bautista de Publicaciones, 1975. Primera edición: 1957 Segunda edición: 1975 Tercera edición: 1977 Cuarta edición: 1981 Clasifíquese: Vida Cristiana ISBN: 0-311-46061:5 C.B.P. Art. No.: 46061 2 M 10 81 Printed in U.S.A. I N D I C E Prefacio ....................................................................... 5 Parte 1 — Principios Capítulo 1 Los Jóvenes y las Decisiones.................................... 7 Capítulo 2 Niveles de Vida .......................................................... 13 Capitulo 3 Mayordomía Cristiana................................................ 21 Capítulo 4 La Voluntad de Dios .................................................. 29 Capitulo 5 ¿Bueno o Malo? Tres Preguntas ............................. 37 Capítulo 6 ¿Bueno o Malo? Tres Pruebas................................. 45 Capitulo 7 ¿Bueno o Malo? Tres Fuentesde Luz ..................... 53 Capítulo 8 Principios y Prácticas ................................................ 61 Parte II — Problemas Capitulo 9 Marihuana .................................................................. 65 Capítulo 10 El Alcohol .................................................................... 71 Capítulo 11 Otras Drogas ............................................................... 79 Capitulo 12 Tabaco .......................................................................... 87 Capítulo 13 Juegos de Azar ............................................................ 95 3 —
  • 5. Capítulo 14 Deshonestidad ............ 101 Capítulo 15 Sexo .............................................................................. 109 Capítulo 16 Los Padres ............................................................... 119 Capítulo 17 Diversiones .................................................................. 127 Capítulo 18 Popularidad ................................................................. 135 Parte III — Conclusiones Capítulo 19 Religión: Positiva yNegativa ................................. 145 Capitulo 20 Victoria sobre lasTentaciones................................... 153 — 4 — P R E F A C I O ¿No hay ocasiones en que encuentras que es difícil saber si determinada actividad es buena o mala? Las discusiones de este libro representan un esfuerzo por presentar algunos principios básicos, que puedes usar para decidir por ti mismo lo que es bueno o lo que es malo para tu vida. En la Parte II estos principios se aplican a algunos de los problemas más comunes de la juventud. A través de estos ensayos o discusiones los autores han tomado por sentado que eres un cristiano inteligen­ te, que quieres saber lo que es bueno y que estarás dispuesto a buscarlo con diligencia. También se ha da­ do por sentado que existe lo bueno y lo malo; que uno puede conocer lo bueno y lo malo, y que lo bueno siem­ pre será lo mejor para uno. Esta última suposición quie­ re decir que siempre debemos buscar lo bueno, y una vez que lo hayamos encontrado, gustosamente debemos tratar de hacerlo. Aunque este material fue escrito para ti y otros jó­ venes cristianos, se espera que sea útil para los padres, maestros y consejeros. Se confia en que leerás cuidadosamente la Parte I, la cual trata acerca de los principios básicos, antes de considerar los problemas de la Parte II. Se espera que después que hayas considerado en oración los temas discutidos en la Parte II vas a leer cuidadosamente los dos últimos capítulos de la Parte III. Tal vez debe explicarse que en este libro no se ha tratado de examinar todas las fases de la vida cristiana. Las discusiones se han limitado principalmente a asun­ tos o problemas que creemos que son más agudos en las vidas de los jóvenes cristianos. Hay áreas importan­ tes en la vida cristiana más positivas que éstas, que no se tratan para nada. Tampoco se discuten temas — 5 —
  • 6. tales como la guerra, la revolución, contaminación am­ biental, pobreza, prejuicios raciales y otros problemas sociales complejos. Estos temas o problemas están fue­ ra del propósito del presente volumen. Este libro, que fue publicado por primera vez en 1955, ha sido distribuido mucho más de lo que el autor y la editorial se imaginaron originalmente. También ha sido traducido a por lo menos los siguientes idio­ mas: árabe, chino, portugués y español. En los años que pasaron desde la primera edición, los problemas de los jóvenes han cambiado considera­ blemente. Él autor tuvo una convicción muy profun­ da de que el libro debía ser revisado y puesto al dia. Al­ gunos temas con los cuales se enfrentan los jóvenes contemporáneos son nuevos, otros son más agudos o menos importantes que hace quince años. El autor ori­ ginal pidió al Dr. William Pinson que le acompañara en la revisión del libro. Quiera el Señor usar estos breves capítulos para ayu­ darte a encontrar respuestas personales, satisfactorias y que honren a Cristo, a los problemas y complejos in­ terrogantes de tu vida. Esta es nuestra oración. ¿Ayu­ darás a responder esta oración dedicándote a la lectura y estudio de este libro con una mente abierta y con un corazón deseoso de seguir todo tipo de luz que ven­ ga a ti desde nuestro Padre celestial? Reconocemos nuestra deuda a muchos jóvenes y no jóvenes que han contribuido en varias maneras a este libro. Expresamos nuestro aprecio en particular a la señora de Melvin Bridgford, que preparó la copia final para la editorial. A menos que se indique otra cosa, todas las referen­ cias bíblicas provienen de la versión “Dios llega al Hombre’’, conocida como la Versión Popular del Nuevo Testamento. T. B. Maston y William M. Pinson, (h.) — 6 PARTE 1 P R I N C I P I O S Capítulo 1 LOS JOVENES Y LAS DECISIONES A esta altura de tu vida ya has descubierto que vivir es hacer decisiones. ¿Te estás dando cuenta tam­ bién que cada vez más, tú estás haciendo tus propias decisiones? Anteriormente dependías grandemente de tus padres o algún otro adulto para que decidieran por ti. Si eres como la mayoría de los jóvenes, habrás soñado con el momento en que serias libre para hacer tus propias decisiones. Habrás pensado en ese como “el día glorioso”. Puede ser un día glorioso, pero lo será solamente si estás preparado correctamente para él. Decisiones Principales En este libro nos dedicaremos a las decisiones que tú y otros jóvenes hacen en un terreno particular: el campo de lo bueno y lo malo. Antes que entremos a considerar específicamente lo “bueno o malo”, quere­ mos tratar brevemente el hecho de tomar decisiones en general. Comencemos con algunas sugestiones en cuanto a tres decisiones principales. Otras pueden ser muy importantes, pero creemos que estarás de acuerdo con nosotros en que estas son las tres decisiones prin­ cipales de la vida. Una de estas es, en realidad, la decisión más im­ portante de la vida para todos — niños, jóvenes y adul­ tos. Adaptando una pregunta que se encuentra en la - - 7
  • 7. 8 ¿BUENO O MALO? Biblia, puede expresarse así: “ ¿Qué harás con Jesús que se dice el Cristo?” La respuesta que uno da deter­ minará el destino de su vida aquí y en el porvenir. De igual manera, la decisión con respecto de la relación de la persona con Cristo influirá sobre cualquier otra decisión, incluso las otras dos principales. Si no has tomado esta decisión que determinará tu destino, es­ peramos que abras tu corazón y tu vida e invites al Cristo resucitado a entrar a vivir en él. Asumimos que ya has tenido esta experiencia inicial cristiana. Puedes, sin embargo, haber perdido a veces el calor de tal experiencia. Si te has alejado del Señor y has perdido el gozo y la paz que el cristiano debe te­ ner, ¿no pedirás en este mismo momento a Dios que te perdone por todas aquellas cosas que se han inter­ puesto entre tú y él? ¿No quisieras pedirle que restaure en ti un sentido de su presencia y la fortaleza que ne­ cesitas para vivir una vida victoriosa para él? Otra de las tres decisiones principales es la elección de la ocupación de tu vida. Tenemos solamente una vida para vivir; qué trágico si cometemos un error con ella. Uno de los errores más comunes cometidos por los jó­ venes es entrar en la ocupación de sus vidas sin una decisión deliberada e inteligente. No debes sentirte de­ masiado preocupado si todavía no te has decidido con respecto a la vocación o profesión de tu vida. No es nada desafortunado para tu edad. Sin embargo, nece­ sitas comprender que ahora estás poniendo el funda­ mento para la decisión que tomarás más tarde con res­ pecto a tu trabajo. La tercera de estas decisiones principales es la elec­ ción del compañero de tu vida: aquél con el cuál tra­ tarás de encontrar y cumplir la voluntad de Dios. Esta decisión es tan importante como la de la elección de tu trabajo. Se espera que tú busques la voluntad de Dios en este sentido, con tanta diligencia y oración como para cualquier otra área de la vida. Quizás to­ davía no has tomado esta decisión. Sin embargo, ahora te encuentras en el proceso de tomar decisiones que darán forma, si no determinarán, esa decisión. LOS JOVENES Y LAS DECISIONES 9 Decisiones Conexas Otras decisiones importantes están relacionadas de alguna manera a cada una de estas tres principales. En algunos casos las primeras afectan claramente las principales. Algunas de estas “decisiones conexas” se­ rán tratadas en la Parte II. Miremos en primer lugar a algunas decisiones que tienen relación con la elección del compañero. Hay de­ cisiones que se toman antes y otras después a aquella tan importante. Por ejemplo: ¿cómo serán nuestras re­ laciones con el sexo opuesto durante el periodo de salir juntos? Esto será discutido en la Parte II. También habrá decisiones relacionadas con o des­ pués del casamiento. El hecho de que hayamos elegido sabia o correctamente el compañero de nuestra vida, no nos asegura automáticamente un hogar cristiano modelo. Después del casamiento habrá que tomar de­ cisiones que determinarán la felicidad de los miembros de la familia y la contribución del hogar como tal a las vidas de los miembros de la familia, a la comunidad, a la iglesia y a la causa de Cristo. ¿Será el nuestro un hogar verdaderamente cristiano, o lo será simplemente de nombre? ¿Será fiel a la iglesia? ¿Se mantendrá la adoración familiar en forma constante? ¿Se hará un esfuerzo sincero por demostrar el espíritu cristiano en las relaciones con los demás dentro del hogar? Y con respecto a los hijos que lleguen al hogar, ¿serán dedi­ cados a los propósitos de Dios? Otras decisiones importantes se relacionan con la elección del trabajo. Algunas de estas son anteriores, mientras que otras son posteriores a la decisión mis­ ma. Por ejemplo: cualquier decisión que tomes con res­ pecto a los principales valores y motivaciones en tu vida, te ayudará a determinar tu actitud con respecto a la ocupación de tu vida. Habrá una diferencia muy grande si tú muestras un interés primordial en tu pro­ pio mejoramiento financiero y en otros campos, o si te interesas primeramente en el servicio a Dios y a los que te rodean.
  • 8. 10 ¿BUENO O MALO? Cuando una persona ya ha decidido la vocación para su vida, hay otras decisiones relacionadas a ésta, que determinarán cuán efectivo será en esa vocación. Entre ellas se encuentran la preparación que haga pa­ ra tal carrera, y la disciplina que demuestre para tra­ bajar con diligencia en tal ocupación. Desde el punto de vista cristiano, también hay que considerar los pro­ pósitos de servicio a través de dicha vocación. Algunas decisiones de tremenda importancia tienen que ver con la decisión con respecto a Cristo. La ma­ yoría de ellas se toman después de haber aceptado a Cristo. Hay decisiones que un cristiano continúa rea­ lizando a través de toda su vida. Para hacerlo más per­ sonal: ¿vas a aceptar a Cristo no solamente como Sal­ vador sino también como Señor? ¿Qué clase de cris­ tiano serás? ¿Serás simplemente un cristiano nominal, con tu nombre en la lista de la iglesia y casi nada más? ¿O tratarás en todo lo posible de ser un verdadero cris­ tiano? ¿Harás que tu amor por Cristo y tu devoción a su causa sean centrales en tu vida? Usando un tér­ mino deportivo, ¿quieres jugar en el equipo de prime­ ra división de Dios? El necesita más de aquellos que demos lo mejor por y para él. Si no lo has hecho ya, ¿no permitirás que tu rela­ ción con Cristo impregne toda tu vida de manera que sea un factor decisivo en las demás decisiones de tu vida? ¿Qué piensas con respecto a las decisiones dia­ rias en tu vida, algunas de las cuales se discutirán en la Parte n ? ¿Estás en el proceso de efectuar estas de­ cisiones, o las harás a la luz del discernimiento que viene de tu fe cristiana, tu relación con Cristo y tu de­ voción a su causa? Si tu respuesta es afirmativa, estás en el camino de ser un cristiano real, en contraste a un cristiano nominal. Decisiones: Mayores y Menores Hemos sugerido que hay tres decisiones principales o mayores. También hemos sugerido que otras decisio­ nes están más o menos relacionadas con éstas. Lo que LOS JOVENES Y LAS DECISIONES 1 1 ahora queremos sugerir es que hay muchas decisiones que parecen menores, y que pueden ser mayores por su impacto en nuestras vidas y en las otras decisiones que tomemos. Por ejemplo, puede parecer sin importancia si asis­ tes a la universidad o no, o a cuál irás en particular. Sin embargo, existe la posibilidad de que una decisión tal determine toda la dirección de tu vida, incluyendo la elección de tu compañero, tu trabajo y la calidad de vida que vivas para Cristo. Hasta una decisión re­ ferente a una materia particular en la universidad pue­ de ser muy importante en potencia. Puede ser para ti el comienzo de un viaje que durará toda tu vida. Pue­ de parecer poco importante si lees un folleto o un libro cualquiera, ir a cierta conferencia, asistir a la escuela dominical, o al culto de adoración, a una discusión de jóvenes en cierto domingo particular, o ir a un retiro o asamblea juvenil; pero cualquiera de estas cosas pue­ de ser un factor primordial en la formación de tu vida. Puede parecer poco importante si tienes o no una cita con cierto individuo, o si asistes a cierta actividad so­ cial o no. Pero aquello que parece sin importancia pue­ de tener grandes consecuencias. Ocurre lo mismo con respecto a las decisiones diarias con lo bueno o lo malo. ¿Recuerdas alguna ocasión cuando tú o tu familia estaban viajando y se encontraron frente a una bifur­ cación de caminos? Ambos caminos pueden haber pa­ recido ser iguales. Parecería como si fuera lo mismo tomar cualquiera de los dos; sin embargo, eso era sólo una apariencia exterior. Al principio ambas rutas es­ taban separadas solamente por una distancia muy cor­ ta; pero al final estaban a muchos kilómetros de dis­ tancia. Lo mismo ocurre en la vida. Una decisión puede parecer de poca importancia ahora, pero el saldo final puede ser de grandes proporciones. Las decisiones y el destino Te encuentras en el proceso de tomar decisiones que determinarán tu destino; en más de una forma.
  • 9. 1 2 ¿BUENO O MALO? Una de esas formas es el modelo que formen en tu vida. Cuando las decisiones se analizan cuidadosamente, tienden a revelar las motivaciones y propósitos preva­ lecientes de nuestras vidas. Revelarán si somos egoístas y egocéntricos, si nos centramos en los demás, o si es­ tamos en el nivel más alto al estar centrados en Cristo. Por supuesto no hay ninguna vida tan centrada en Cristo como debiera ser; pero ¿están mostrando nues­ tras decisiones que nos movemos en esa dirección? Pa­ ra hacerlo más personal: ¿tienes un deseo sincero de honrar a Cristo en las decisiones que tomas en cada aspecto de tu vida, incluyendo el área de lo bueno y malo? Es algo maravilloso experimentar que cuanto más se vive para Cristo y los demás, más rica y feliz será vivir. El momento de tomar decisiones en nuestra vida es semejante a la trama de un tapiz. Está compuesta por innumerables hebras. El dibujo o símbolo no se dis­ tingue claramente hasta que esté casi terminado el ta­ piz. De igual manera, el esquema final de nuestras vi­ das puede no resultar muy evidente hasta que nos en­ contramos cerca del fin. Pero podemos estar seguros de que cada hebra que se ha introducido en la vida afecta el resultado final. Cuando el artesano del tapiz comienza a hacer su trabajo, tiene un bosquejo o visualiza aquello que quie­ re lograr. Nuestro Padre celestial es el Gran Artesano. El sabe lo que quiere hacer de nuestras vidas. Sin em­ bargo, debe depender de nuestra cooperación con él. ¿Qué es lo que sueñas para tu vida? ¿Cómo desearlas que se te viera al llegar al final del camino, cuando el tapiz de tu vida esté próximo a estar terminado? ¿Con­ tribuirán las decisiones que estás tomando hoy a esa clase de resultado final? Capítulo 2 NIVELES DE VIDA ¿Has tenido que tomar recientemente una decisión respecto al alcohol, las drogas, el sexo o algún problema similar? Si es así, ¿hiciste lo que otros estaban ha­ ciendo, o formaste tu propia decisión personal en una manera deliberada e inteligente? ¿Podrías defender la decisión que hiciste? Si es así, ¿qué argumentos pre­ sentarías? ¿Has desarrollado la madurez, la fuerza y la estabilidad suficientes para permanecer firme en tus decisiones una vez que las has tomado? ¿Puedes ha­ cer esto sin ofender innecesariamente a aquellos que no están de acuerdo contigo? Será una gran bendición para ti si has asimilado en tu vida algunos principios fundamentales que te darán una base no solamente para una decisión sino para todas las decisiones. Estos principios, si están es­ trechamente relacionados o unificados, constituirán tu filosofía de la vida. Mientras pensamos juntos en este capítulo acerca de los diferentes niveles de vida, ¿procurarás determi­ nar el nivel en el que crees que un cristiano debe vivir, y por ende, el nivel sobre el cuál debes basar tus deci­ siones? El Nivel del Instinto Este es el nivel en que viven los animales y muchas actividades humanas se encuentran en el mismo nivel. El comportamiento de un jovencito, por ejemplo, es mayormente instintivo: tiene ciertos impulsos o ham­ bres innatos que determinan, hasta cierto grado, lo que hace; tiene el impulso natural de comer, beber, jugar y — 13 —
  • 10. 14 ¿BUENO O MALO? buscar las maneras de satisfacer estos y otros deseos. No hay nada malo en los deseos o hambres natu­ rales de los niños; sin embargo, pueden expresarse en maneras dañinas. Mientras el niño es inmaduro y no puede distinguir entre la expresión sabia y no sabia de sus instintos o hambres, la sociedad considera que los padres son principalmente responsables por lo que hace. Por ejemplo, los padres que descuidadamente dejan una botella con veneno donde un niño puede alcanzarla, y tomarlo, generalmente son condenados por sus vecinos debido a su descuido. No se juzga que el acto del niño sea un acto moral, porque él no sabia cuáles serían las consecuencias. Una parte del proceso de maduración consiste en ayudar al niño a comprender, de una manera creciente, los limites apropiados dentro de los cuales puede ex­ presar sabiamente sus impulsos o instintos naturales. El adulto que no reconoce y no observa estos límites adecuados, generalmente es considerado como un indi­ viduo irresponsable, que presenta peligro para sí mis­ mo y para la sociedad. Esto no quiere decir que los instintos y los impulsos naturales no sigan siendo fac­ tores importantes en nuestra vida. La mayor parte de la conducta, aún de hombres y mujeres cristianos ma­ duros, se basa sobre los instintos. Sin embargo, algunas personas sugieren que a todo impulso natural se le debe dar expresión libre. Insis­ ten en su opinión de que lo instintivo es lo bueno. Al­ gunos aún llegan al punto de insistir en que si se res­ tringe o limita alguno de sus impulsos naturales, da­ ñará su personalidad. Dicen que si un hombre ha de desarrollar una personalidad creativa, “tiene que ser libre”. Tal razonamiento revela una confusión entre la li­ bertad y el abuso de ella. Una de las maneras más se­ guras de perder la libertad consiste en dar expresión sin límite a todo impulso natural de la vida; la más grave restricción de la libertad viene de la esclavitud del pecado. El hombre, junto con los demás seres creados, en­ NIVELES DE VIDA 15 cuentra su mayor libertad cuando cumple su función o funciones debidas. Aún la poderosa máquina diesel que tira la larga hilera de vagones de carga tiene la mayor libertad cuando permanece en los rieles de acero que fueron hechos para ella; si salta de los rieles, se queda inmóvil. De una manera semejante, el hombre encuentra la mayor libertad cuando cumplé más plena­ mente las funciones o los propósitos para los cuales Dios lo ha creado. Llega a descubrir la verdadera libertad cuando vive dentro de la influencia restrictiva de las leyes de Dios. Consideraríamos necia y pecaminosa a una madre si razonara de la siguiente manera: “Es natural que mi hijo se lleve cualquier cosa a la boca; no he de prohi­ bírselo, sino que debo permitirle actuar con libertad.” Las madres sabias reconocen que el niño tiene que ser guiado hasta que conozca lo que puede y lo que no puede comer. A medida que crecemos en edad, continuamos en muchas maneras siendo niños. Tenemos instintos que son buenos en sí mismos, pero que pueden expresarse en maneras pecaminosas o perjudiciales. Una de las evidencias de la madurez es nuestro propio dominio progresivo sobre estos instintos, llegando a dominarlos de tal modo que encuentran expresión solamente en una forma saludable. Si se expresan en tales maneras, contribuirán al enriquecimiento de nuestras vidas, y al bien de todos y de la sociedad. El Nivel de la Costumbre La mayoría de lo que hacemos, lo hacemos porque es lo que generalmente se acepta, lo que se acostumbra, lo que se aprueba. Es aprobado por nuestra familia, nuestra iglesia, nuestra comunidad, o nuestro grupo de amigos. Muchos jóvenes que se jactan de su independencia frecuentemente son los más abyectos esclavos de su grupo. Pueden sentirse libres del dominio de los padres y de los adultos. Pueden ridiculizar la “moral” o las eos-
  • 11. 16 ¿BUENO O MALO? tumbres de la comunidad, pero raras veces ejercen alguna verdadera Independencia del grupo de su pro­ pia edad. Al defender ciertas lineas de conducta, nun­ ca usan otras expresiones con más frecuencia que las que siguen: “Todo el mundo lo está haciendo”, “Se espera de uno” o “Tienes qu e---------------------------para ser aceptado por los amigos o para ser popular.” Tales aseveraciones revelan que esas personas viven sólo al nivel de la costumbre, aunque ésta puede ser estable­ cida por un sector limitado de la sociedad. Admitamos que los jóvenes cristianos deberían dar una consideración seria a lo que otros creen que es bueno o malo. Deberían dar una importancia especial al criterio de sus padres, y a la posición de la iglesia, y pesar cuidadosamente las costumbres y tradiciones de su comunidad y el punto de vista de su grupo. Sin embargo no hemos llegado al nivel más alto de la vida moral si sólo aceptamos lo acostumbrado, sin pensar o reflexionar, como la última palabra para nues­ tras vidas. Somos responsables principalmente ante Dios, y debemos decidir por nosotros mismos lo que es bueno, y lo que es malo para nosotros. La conducta mo­ ral debería basarse sobre el pensamiento y el criterio personal. Uno puede decidir que las normas acostum­ bradas son correctas, pero no debe aceptarlas única­ mente porque se acostumbren. Si uno viviera únicamente en el nivel de la costum­ bre, nunca elevándose por encima de él, no se haría la pregunta: “¿Será bueno? ¿será malo?” ; sencillamente aceptaría lo acostumbrado como autoridad final para él. Sin embargo, aunque la gente quisiera vivir en el nivel de la costumbre, la sociedad es ya demasiado com­ plicada para un procedimiento tan sencillo. Hay con­ flicto entre las costumbres. Por ejemplo, la iglesia don­ de uno es miembro puede tomar una posición, la co­ munidad en general otra, y aún otras «iglesias tener otra posición. Por supuesto, pedemos tomar nuestra po­ sición basándonos únicamente en nuestra lealtad a un grupo determinado, sin considerar lo bueno o lo malo de la costumbre o tradición; sin embargo, no hemos NIVELES DE VIDA 17 llegado al nivel más alto de la vida moral, hasta que hayamos considerado el asunto por nosotros mismos y hayamos llegado a una posición que pueda defenderse. El Nivel de la Conciencia Las personas más inteligentes, jóvenes y adultas, y las que contribuyen más a la elevación del nivel mo­ ral del mundo, son aquellas que han pensado y han llegado a definidas convicciones personales acerca de lo que es bueno y lo que es malo para sus vidas. Si­ guen su propia conciencia. Esto no quiere decir nece­ sariamente que no acepten la mayoría de las normas tradicionales de su hogar y de su iglesia; quizás lo hacen, pero sólo después que han considerado esas nor­ mas cuidadosamente, y han llegado a la convicción de que son correctas o verdaderas. Tal consideración de lo que es bueno o malo, con­ tribuye a la estabilidad del carácter. Un individuo que tiene convicciones personales no será llevado por cada viento que sopla; ni se dejará llevar por la corriente. Habrá veces cuando tendrá que oponerse a su grupo, cuando tendrá que nadar corriente arriba, pero esto lo hará, sabiendo que sólo aquellos que tienen suficiente valor o fuerza de carácter para nadar contra las co­ rrientes de la vida podrán cambiar la dirección de dichas corrientes. Esto no quiere decir que los jóvenes cristianos de­ ben jactarse de ser diferentes o peculiares. Tampoco quiere decir que deben hacerse dogmáticos, y sentir que ellos, de una manera única o en grado especial, saben y hacen lo bueno. Existe una línea de distinción, fina pero importante, entre la profundidad de convic­ ción y el dogmatismo; la primera la debemos tener, lo segundo evitarlo. Si somos sabios, aún respecto a nuestras propias convicciones, retendremos cierto elemento de lo tenta­ tivo; es decir, debemos conservar la mente abierta. Qui­ zás recibamos nuevos discernimientos, y lo que hoy con­ sideramos bueno, mañana lo podemos considerar malo.
  • 12. 18 ¿BUENO O MALO? Esto no será necesariamente una señal de inestabilidad; puede ser evidencia de crecimiento. El Nivel Cristiano El nivel cristiano de la vida es el más elevado. Sólo cuando el hombre vive la vida cristiana llega a ser un hombre más completo, y realiza en si mismo la poten­ cialidad divinamente ordenada para su vida. Sin em­ bargo, no hay conflicto necesario entre el nivel cris­ tiano de vida y los otros niveles que hemos mencionado. La principal diferencia es que la persona que vive en el nivel cristiano hace de los principios o ideales cristianos la prueba final para cada decisión acerca de lo que es bueno y lo que es malo para su vida. Por ejemplo, puede aceptar las costumbres de la familia, la iglesia o la comunidad; pero lo hará porque encuen­ tra que se conforman a las normas cristianas. Quien procura ser un verdadero cristiano y aplicar el espíritu y las enseñanzas del Señor Jesús a su vida puede se­ guir su conciencia; su conciencia será una conciencia cristiana. Tendrá un punto de apoyo superior a la con­ ciencia de uno que no es cristiano. El verdadero cris­ tiano acepta los básicos principios morales y espiritua­ les de Dios como autoritativos para su conciencia. Otra caracteristica importante del nivel cristiano de la vida es el hecho de que el cristiano no sólo tiene su conciencia para dirigirlo, sino que también tiene al Es­ píritu Santo para educar y dirigir su conciencia. El Es­ píritu es dado al cristiano para guiarlo en toda verdad (Juan 16:13). En cualquier tiempo que le falte sabi­ duría puede pedirla “a Dios, el cual da a todos abun­ dantemente y sin reproche” (Santiago 1:5 RVR). La Biblia y el Espíritu Santo son dos fuerzas o fac­ tores en la vida del cristiano de que el no cristiano carece. Es verdad que el no cristiano puede leer la Bi­ blia y recibir mucha ayuda de ella, pero no tiene y no puede tener la dirección del Espíritu Santo para inter­ pretar la Biblia y aplicar sus verdades a los problemas y las necesidades de su vida. Estos dos, la Biblia y el NIVELES DE VIDA 19 Espíritu Santo, deben ser factores principales en de­ terminar para el cristiano lo que considera como bueno o malo. Si los sigue sinceramente, darán a su vida un carácter y cualidad distintos de los del no cristiano. Su vida no será conformada al mundo sino será trans­ formada o transfigurada (Romanos 12:2) y llegará a ser una influencia transformadora en el mundo. Vivirá en el mundo, pero estará espiritualmente separado de él. Hti" ■Cristiano -delaConciencia •delaCostumbre ■del Instinto
  • 13. foto por Luoma Capítulo 3 MAYORDOMIA CRISTIANA La aceptación de los principios básicos de la mayor- domía cristiana te ayudará a decidir si una actividad particular es buena o mala. Los siguientes elementos son algunos de los que entran en un concepto adecuado de la mayordomía cristiana. Piensa en ellos en relación a algunos de los temas o problemas discutidos en la Parte II, tales como el alcohol, las drogas y la des­ honestidad. El Mayordomo El punto más adecuado para iniciar un estudio de la mayordomía es con el mayordomo mismo. Nosotros, los que somos cristianos, no somos nuestros; hemos si­ do comprados por precio (1 Corintios 6:19, 20), y ese precio fue la muerte de Cristo en la cruz. Pablo habló de sí mismo como siervo o esclavo de Cristo (Romanos 1:1; Filipenses 1:1; Tito 1:1 y en otros pasajes). Tam­ bién sugirió que la única manera en que uno puede libertarse de Satanás y de la esclavitud del pecado es haciéndose esclavo de Cristo y de la justicia (Romanos 6:15-23). Sin embargo, cuán glorioso es que los que somos es­ clavos de Cristo hemos sido hechos mayordomos en su casa; nos ha confiado su trabajo. Podemos ser colabo­ radores o compañeros de trabajo con Dios en su obra en el mundo (1 Corintios 3:9). ¡Qué privilegio y qué responsabilidad! Al pensar en nuestra mayordomía, nunca olvidemos que pertenecemos a Dios. El tiene el derecho de man­ dar, pero por causa de su bondad nos ha invitado a — 21 —
  • 14. cooperar con él en nuestro propio crecimiento y en el servicio a otros. Mayordomia de las Posesiones Materiales Dado que pertenecemos a Dios, inevitablemente todo lo que tenemos pertenece a él. Esto significa que si es­ tamos bien convencidos de que somos mayordomos, no será difícil persuadirnos de la mayordomia de nuestros bienes materiales. Entonces, si todo lo que tenemos pertenece a Dios, naturalmente debemos contribuir liberalmente al sos­ tenimiento de la causa de Cristo. No debemos dar me­ nos del diezmo, pero también es importante y normal reconocer que el resto de nuestros ingresos y todos los bienes materiales pertenecen a Dios y han de usarse de tal modo que honren a Dios. Este aspecto de la ma- yordomía se relaciona casi directamente con algunos de los temas que discutiremos más tarde, tales como el juego. También va incluida en cualquier concepto adecuado de la mayordomia cristiana la forma en que ganamos nuestro dinero. Mayordomia del Cuerpo Si pertenecemos a Cristo, entonces nuestros cuerpos pertenecen a él y constituyen parte de nuestro privile­ gio y responsabilidad en la mayordomia. Pablo lo dice en una manera clara al afirmar: “el cuerpo es para el Señor, y el Señor es para el cuerpo... ¿No saben que el cuerpo de cada uno de ustedes es parte del cuerpo de Cristo? ... ¿No saben ustedes que su cuerpo es tem­ plo (tabernáculo o morada) del Espíritu Santo?” (1 Corintios 6:13, 15, 19). En su carta a la iglesia de Roma, Pablo, basándose sobre lo que había dicho en los once capítulos anterio­ res, exhortó a los cristianos romanos como sigue: “Así que, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios, que se entreguen ustedes mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Esto es el culto 22 ¿BUENO O MALO? MAYORDOMIA CRISTIANA 23 espiritual que deben ofrecer” (Romanos 12:1). El cuerpo puede y debe ser santo; puede y debe ser aceptable a Dios; puede y debe ser usado para servir a Dios y ben­ decir al prójimo. Una comprensión correcta de la mayordomia de nuestros cuerpos nos ayudará a llegar a decisiones sa­ bias respecto a lo bueno o a lo malo de muchas de las actividades a que hacemos frente día tras día. Podemos pensar que el nivel físico es una base algo baja sobre la cuál tomar decisiones, pero, baja o no, muchos de nuestros problemas podrían resolverse sobre ese nivel. Una de las cosas gloriosas acerca de la mayordomia cristiana es el hecho de que las cosas materiales y fí­ sicas pueden ser usadas para fines espirituales. Por ejemplo, el cuerpo es un instrumento absolutamente esencial al hacer la obra del Señor en el mundo. Esto dignifica y glorifica el cuerpo del cristiano. Mayordomia de la Personalidad El cuerpo es una parte, pero solamente una parte, de la personalidad. En un sentido, sería más correcto considerar al cuerpo como un instrumento o canal por medio del cual la personalidad de uno encuentra ex­ presión en relación con sus prójimos. Por lo menos, la personalidad no puede identificarse con la apariencia física. Por “personalidad” queremos incluir cosas tales como la capacidad mental innata de una persona, su disposición, temperamento, talentos, aptitudes y otras cosas que lo hacen un individuo o persona distinta. Algunas de estas cosas son parte de nosotros por cau­ sa de nuestra herencia o nuestro ambiente; por ejem­ plo, una persona puede nacer con limitada capacidad mental, mientras otra puede ser decididamente supe­ rior. Ellas no son responsables por su mucha o poca capacidad, pero son responsables ante Dios y ante la sociedad por lo que hacen con lo que tienen. Lo mismo puede decirse de otros aspectos de nuestra personali­ dad; esto es parte de nuestra mayordomia total.
  • 15. 24 ¿BUENO O MALO? Mayordomia del Tiempo Esta es otra fase importante de la vida de mayor­ domia. Si pertenecemos a Dios (y si somos hijos de él, le pertenecemos), entonces somos responsables ante él por lo que hacemos con el tiempo que nos da. Esto no quiere decir que todo el tiempo debe usarse en servicio cristiano específico; se requiere algún tiempo para co­ mer y dormir. También sabemos que nuestros cuerpos necesitan cierta cantidad de sol y de juego o recreación si han de encontrarse en la mejor condición para ser­ vir. Además, alguna recreación y compañerismo social son necesarios si hemos de tener personalidades bien equilibradas y mantener actitudes sanas hacia la vida. Una sabia mayordomia del tiempo significa que evi­ taremos el uso de cualquier parte de nuestro tiempo en actividades que destruyen lo mejor en nosotros, que perjudican a otros, o que reflejan descrédito sobre la causa de Cristo. A medida que maduramos como cristianos, tendre­ mos una convicción cada vez más profunda de que una proporción siempre creciente de nuestro tiempo debe usarse en servir al prójimo y a Dios. Tarde o tem­ prano reconoceremos que lo que vamos a hacer para Dios y la humanidad debe hacerse pronto; esto nos da un sentido de urgencia santa. Tendremos cuidado de no malgastar el tiempo. Se­ guiremos reconociendo la necesidad de dedicar una parte suficiente de tiempo para el descanso, recreo y compañerismo social, pero consideraremos que todo esto constituye una preparación para un servicio más efec­ tivo. Ya no serán fines de valor en sí mismos, sino me­ dios de valor porque contribuyen a un servicio más efectivo a Dios y al hombre. Mayordomia de la Influencia Aquí estamos llegando a una fase de la mayordomia que es algo más intangible, pero de tremendo signifi­ cado: somos responsables ante Dios por nuestra in- MAYORDOMIA CRISTIANA 25 fluencia. Nuestra influencia cuenta para bien o para mal, en menor o en mayor grado, sobre todo lo que tocamos. Esta fase de la mayordomia, lo mismo que las otras fases, incluye un gran privilegio y una grande respon­ sabilidad. Tal vez no podamos predicar como nuestro pastor, cantar como nuestro solista favorito o enseñar tan bien como el mejor maestro de nuestra escuela do­ minical, pero podemos vivir una vida cristiana con­ sistente. Este es uno de los mejores dones de Dios, y está al alcance de todos sus hijos, si tienen uno o diez talentos. Debemos recordar que más personas son ga­ nadas para Cristo por las vidas de los cristianos que por todos los sermones que se predican, los himnos que se cantan o las lecciones que se enseñan. Si así lo de­ seamos, podemos tener parte en el método más efec­ tivo que Dios tiene para traer a la gente a sí mismo. Todo hijo de Dios, cualquiera que sea su edad, ejer­ ce influencia sobre otros. Siempre hay probabilidades de qüe cada uno de nosotros esté influyendo sobre al­ gún otro, cristiano o no, más que ninguna otra per­ sona que se relacione con esa vida. ¡Qué trágico será si nuestra influencia lo aleja de Dios! ¡Qué glorioso si nuestra influencia es usada por Dios para guiarlo a él o llevarlo a un compañerismo más íntimo! ¿Puedes ver la relación de esto con las decisiones en el área de lo bueno y lo malo? Mayordomia del Evangelio Otro aspecto importante de la mayordomia es la ma- yordomía del evangelio. Todas las demás fases de la ma­ yordomia encuentran su consumación y cumplimiento en la mayordomia de las cosas espirituales. ¿Qué se quiere decir por la mayordomia del evan­ gelio? El evangelio es la buena nueva. Es la buena nueva de que Cristo Jesús vino al mundo “a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lucas 19:10); “que todo aquel que en él cree, no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16); que él “puede salvar para
  • 16. 26 ¿BUENO O MALO? siempre a los que se acercan a Dios por medio de é l... (Hebreos 7:25); y que el “viene a mí no lo echaré fue­ ra” (Juan 6:37). Estas buenas nuevas son entregadas a los hijos de Dios, a los discípulos de Cristo, quien nos manda que vayamos, y al ir, que seamos sus testigos (Mateo 28: 18-20; Hechos 1:8). Podemos ir con la seguridad de que “todos los que invocan el nombre del Señor serán salvados”. Pero de­ bemos recordar las palabras que siguen: “Pero, ¿cómo van a invocarlo si no han creído en él? ¿y cómo van a creer en él si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oir si no hay quien les de el mensaje? ¿Y cómo van a dar el mensaje (los hombres) si no hay quien los en­ víe?” (Romanos 10:13-15a). Esto significa que algunos mayordomos cristianos deben ir, y otros deben ayudarles a ir, pero cada uno tiene su responsabilidad particular de compartir el evan­ gelio con todo el mundo. Además de lo que antecede, cada mayordomo cristiano tiene una responsabilidad directa e inmediata de compartir las buenas nuevas con aquellos con quienes se relaciona día tras dia. De­ be hacer esto por medio de la palabra; pero es de igual o aún mayor importancia, que haga que otros conozcan las buenas nuevas de Cristo por medio de la vida que lleva delante de ellos en la sala de clase, en el autobús, en el campo deportivo, en el hogar, lo mismo que en la iglesia. Nuestro tiempo, nuestros ta­ lentos, nuestra influencia, nuestros cuerpos, nuestra personalidad total, nuestros bienes naturales: todo de­ be dedicarse al propósito de lograr que Cristo sea una realidad viva en nuestras propias vidas, en las vidas de otros, en cada esfera de nuestra sociedad. Fue Pedro quien amonestó a aquellos a quienes es­ cribía a que fueran buenos administradores de los di­ ferentes dones dados por Dios, o “buenos administra­ dores de las variadas bendiciones de Dios” (1 Pedro 4; 10). Fue Pablo quien habló de los “encargados de en­ señar los secretos (cosas entendidas por los cristianos, pero escondidas a los no iniciados) de Dios”, y luego foto por Víctor Torrens MAYORDOMIA CRISTIANA 27 agregó: “Pues bien, el que tiene un encargo, debe de­ mostrar que es digno de confianza” (1 Corintios 4:1, 2). Este es un programa amplio para la juventud cris­ tiana; pero la juventud está acostumbrada a progra­ mas amplios y se siente retada por ellos. La juventud cristiana debe responder a las exigencias del evan­ gelio si el movimiento cristiano ha de hacer el impacto debido sobre nuestro mundo. Si ese impacto no se hace, es posible que nuestra nación, la civilización occidental, y aún nuestro mundo pueda derrumbarse. En otras palabras, nuestra respuesta al reto de la ma- yordomía cristiana puede tener significación mundial. ¿Somos y seguiremos siendo buenos y cumplidos ma­ yordomos?
  • 17. A LA MANO PARA HACER, HAZLO SEGUN TUS FUERZAS.” F r l ,'.i ic f .'c O- 10 Capítulo 4 LA VOLUNTAD DE DIOS En este libro estamos interesados principalmente con las decisiones referidas a lo que es bueno y lo que es malo. Estas son decisiones morales: son mo­ rales porque afectan a las personas, incluyendo a los que hacen las decisiones. También, para un cristiano, una decisión moral es aquella que afecta la causa de Cristo. Esto significa, entre otras cosas, que un cristiano en el momento de tomar una decisión, debe buscar honrar a Cristo. Cuando él ha hecho tanto por nos­ otros, deberíamos hacer todo lo que podamos para él y su causa. Una cosa que podemos hacer es tratar de captar su Espíritu y seguir su ejemplo. El no vino para hacer su propia voluntad, sino la voluntad de Aquel que lo envió. Vino a revelar al Padre; nosotros tenemos que revelarlo a él. Un medio importante para revelarlo es la cualidad de vida que vivamos para él. Una expresión de la misma son las decisiones diarias que nosotros tomamos. Otros y la Voluntad de Dios Admitiremos que no siempre es fácil conocer la Voluntad de Dios. Gente por igual sincera puede di­ ferir profundamente en cuanto a si una actividad es buena o mala. Del mismo modo, una actividad puede ser considerada correcta en una comunidad y mala en otra. Esto quiere decir, por lo menos superficial­ mente, que lo bueno y lo malo, y por lo tanto la vo­ luntad de Dios, bajo ciertas condiciones, puede ser — 29 —
  • 18. 30 ¿BUENO O MALO? relativa. Hay un sentido en el cual esto es correcto. Una actividad que es inocente o buena en sí misma puede llegar a ser positivamente mala debido a la ac­ titud de la gente hacia ella. El principio paulino de comer la carne ofrecida a los ídolos, lo cuál se discu­ tirá en el capitulo 5, se aplica a tales situaciones. Pero no olvidemos que una actividad que es mala en si misma nunca puede llegar a ser buena debido a la actitud de la gente hacia ella. Aquello que es bueno puede tornarse en malo, pero aquello que es malo nun­ ca puede llegar a ser bueno. Esta explicación puede en apariencia contradecir algunas cosas que hemos dicho anteriormente acerca del derecho y de la responsabilidad individual de deci­ dir por sí mismo lo que es bueno y malo para que se haga. Puede haber una paradoja involucrada, pero es una paradoja muy significativa. El cristiano maduro no debería permitir que otros dictaminen qué es lo bueno para él; esta es una decisión personal. Por otro lado, debe ser tan sensible al bienestar moral y espi­ ritual de los demás que les dejará decidir hasta cierto punto qué es lo malo para él. Aún si él crea que una actividad particular es completamente buena, no de­ berá participar en ella si ha de ser una ofensa o causa de tropiezo para otros. Esto será asi porque, habiendo captado algo del espíritu de su Maestro, piensa pri­ mordialmente en los demás más bien que en sí mismo. La Centralidad de la Voluntad de Dios Creemos que la única fuente correcta o competente para determinar lo bueno o lo malo para el cristiano es la voluntad de Dios. Creemos que lo bueno no es necesariamente lo que la razón humana dicta, sino lo que Dios manda. No es lo que el hombre intuye, sino lo que la voz divina dice; no es lo que la sociedad san­ ciona, sino lo que la soberanía de Dios aprueba. Esto quiere decir que la pregunta más importante y fundamental que cualquier cristiano puede hacerse cuando afronta una decisión acerca de lo bueno y lo LA VOLUNTAD DE DIOS 31 malo es “¿Cuál es la voluntad de Dios?” Esto no quie­ re decir que necesariamente habrá conflicto entre la voluntad de Dios y lo que el propio sentido común de uno puede sugerir o lo que su hogar, su iglesia o aún su grupo o pandilla podría aprobar. Sí significa que el cristiano debe tomar su decisión principalmente so­ bre la base de lo que considera ser la voluntad de Dios. Las otras consideraciones de lo que es bueno serán suplementarias y evaluadas a la luz de lo que uno interpreta como la voluntad de Dios. La Naturaleza de la Voluntad de Dios Antes que busquemos responder a la pregunta: “¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?”, haga­ mos dos o tres afirmaciones acerca de la naturaleza de la voluntad de Dios. La voluntad de Dios lo incluye todo: las decisiones principales discutidas en el capítulo 1 como también las otras decisiones de la vida. Incluye la totalidad de nuestras vidas. Es mucho más amplia, profunda y significativa que lo que mucha gente cree. La voluntad de Dios es una experiencia continua. Con frecuencia una decisión nos prepara para otra, y si somos sensibles a la dirección del Señor, tendremos una comprensión cada vez mayor de su voluntad. Es­ to, cuando se entiende bien, tiende a darnos un cons­ tante sentido de tentativa, de expectación, de un es­ tado de mente abierta. Podemos pensar hoy que cierta actividad está de acuerdo con la voluntad de Dios para nuestras vidas. Si somos obedientes a él, podemos descubrir mañana que nos ha guiado a una nueva comprensión, y que lo que una vez considerábamos bueno, entendemos aho­ ra que es malo. La voluntad de Dios siempre es lo mejor, no sólo para él y su causa, sino para nosotros también. Si en verdad deseamos hacer su voluntad, podemos descu­ brir que tendremos que dejar algunas de las cosas que ahora hacemos; sin embargo, de una cosa podemos
  • 19. 32 ¿BUENO O MALO? estar seguros: lo que él exige que dejemos, no es lo mejor para nosotros. Ya que la voluntad de Dios siempre es lo mejor, debemos procurar conocerla; y, una vez que la sepa­ mos, gustosamente debemos cooperar con ella. Si ha­ cemos esto, parecerá a veces que pagamos mucho por nuestra obediencia; puede ser así, pero nos costará mucho más a la larga, dejar de cooperar con la vo­ luntad de Dios. Dios tiene sus mártires, pero Satanás tiene mucho más. Los de Dios están gozosos, mártires que cantan; mientras los de Satanás están tristes y afligidos. Un misionero expresó esta idea como sigue: “Dios ha ordenado las cosas de tal manera que no nos es posible hacer por él un verdadero sacrificio.” Puede cos­ tar y en verdad cuesta algo seguir a Jesús, pero tam­ bién recibimos recompensa en su servicio. El Señor Jesús expresó la misma idea al decir lo que, en mu­ chos sentidos, es el principio básico o ley de la vida: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará” (Mateo 16:25). El Conocimiento de la Voluntad de Dios ¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios cuan­ do tenemos que tomar una decisión respecto a lo que es bueno y lo que es malo? No siempre es fácil, pero si sinceramente deseamos conocer la voluntad de Dios y estamos dispuestos a cumplirla, tendremos suficiente luz para la decisión inmediata. Cuando sea necesario tomar otras decisiones, se nos dará luz adicional. Todos sabemos que la principal fuente tangible del conocimiento de la voluntad de Dios es la Biblia. En ella encontramos un registro de la revelación que Dios hace de sí mismo al hombre, una revelación o descu­ brimiento propio que tuvo su clímax en el Hijo que fue “la representación misma de lo que Dios es...” (Hebreos 1:3). Fue Jesús mismo quien dijo: “El que me ve a mi, ve al Padre ...” (Juan 14:9) y, “Yo y el Padre somos uno solo” (Juan 10:30). LA VOLUNTAD DE DIOS 33 Encontramos revelada en la Biblia no sólo la natu­ raleza y el carácter de Dios sino también su actitud hacia el hombre y su voluntad para él. No queremos decir que podemos encontrar determinada cita con su respuesta para cada momento de decisión: la Biblia no es un libro de reglamentos; sin embargo, si la estudia­ mos cuidadosamente y con oración, dispuestos a obe­ decer, recibiremos mucha ayuda directa y aún más ayuda indirecta. Es un factor tan importante en el co­ nocimiento de Dios y su voluntad que podemos decir que un cristiano no puede conocer la voluntad de Dios como debe conocerla, en tiempo de decisión, si no se ha preparado para ello por medio del estudio continuo de la Palabra de Dios; si no ha buscado, por medio del estudio de esa Palabra, conocer la mente de Cristo. ¿Qué puede hacer el cristiano cuando no encuentra en la Biblia una palabra específica para determinada decisión? Tiene la promesa de la dirección del Espí­ ritu Santo, entre cuyas funciones una es la de ense­ ñarnos o revelarnos la verdad. Una manera en que el estudio de la Biblia nos ayuda es que hace más sensibles nuestros oídos espi­ rituales. A medida que nos hacemos más espirituales podemos oir más fácilmente “el apacible silbo” del Es­ píritu de Dios cuando procura hablarnos y dirigimos. Si hemos de conocer la voluntad de Dios, es esencial que estemos dispuestos a cumplirla. Fue Jesús quien dijo: “Si alguien está dispuestos a hacer lo que Dios quiere, reconocerá si mi enseñanza viene de Dios o si hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Después de que hemos hecho un esfuerzo sincero por conocer la voluntad de Dios, puede quedar un elemento de inse­ guridad; en tales tiempos, si estamos dispuestos a acep­ tar su voluntad y empezamos a movernos en la direc­ ción que creemos ser la voluntad de Dios, podemos es­ tar seguros de que el Señor no permitirá que nos des­ viemos mucho. Aun estando en el proceso de interpre­ tar su voluntad, debemos mantener nuestra mente y nuestro corazón abiertos para recibir más luz, nuestra
  • 20. 34 ¿BUENO O MALO? cara dirigida hacia el camino abierto de una revela' ción mayor de parte de Dios. Responsabilidad hada la Voluntad de Dios Algunos jóvenes discernientes pueden decir: “Lo que antecede parece decir que, después de todo, la fuente de lo bueno se encuentra en el individuo. Usted nos ha traído de nuevo a un énfasis individual.” Lo último es verdad, pero lo primero no necesariamente sigue. La voluntad de Dios es el determinante final de lo que es bueno y es malo, la fuente última de autoridad para el cristiano. El problema que hemos estado tra­ tando dentro de los párrafos que inmediatamente pre­ ceden es el contenido de su voluntad. Hemos sugerido, o por lo menos implicado, que el individuo tiene el derecho y la responsabilidad de decidir por sí mismo lo que es la voluntad de Dios para él. No puede pasar esta responsabilidad a otra persona o a otra agrupación a que pertenezca: la familia, los amigos o la iglesia. Si es sabio, dedicará seria consideración a lo que éstos y otros tienen que decir, pero la decisión final le perte­ nece a él mismo. No hay otro concepto cristiano más fundamental al protestantismo en general que esta idea de la res­ ponsabilidad del individuo: el cristiano individual ha de decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo. Tiene acceso directo a Dios sin la necesidad de la in­ tervención de un sacerdote o de la iglesia. Esto está incluido en la idea del “sacerdocio del creyente”. Esto significa que tú, mientras vas madurando, ten­ drás que decidir por ti mismo qué debes hacer con respecto a los temas discutidos en la Parte II. Estas cosas las debes decidir a la luz de lo que consideres que es la voluntad de Dios para tu vida. Sin embargo, nunca olvidemos que el derecho de decidir por nosotros mismos lo que es la voluntad de Dios, para nuestras vidas, incluye una tremenda res­ ponsabilidad. Seremos responsables ante nuestro Pa­ dre celestial y ante la vida, como él lo ha ordenado, LA VOLUNTAD DE DIOS 35 de las decisiones que tomemos. Esto debe impartir a cada uno de nosotros un profundo sentido de necesidad de la dirección divina. Debemos orar para que nuestras decisiones estén de acuerdo con la santa voluntad de Dios, porque sabe­ mos que su voluntad siempre será lo mejor para nos­ otros, para aquellos a quienes amamos, para nuestros amigos, nuestra iglesia, nuestro mundo y la causa de Cristo. Es prudente, de manera especial mientras somos jó­ venes e inmaduros, buscar el consejo y la ayuda de nuestros padres y otras personas adultas cuando esta­ mos frente a una decisión respecto a la voluntad de Dios, en cualquier aspecto de nuestras vidas. Sin em­ bargo, debemos recordar que la responsabilidad final de esa decisión es nuestra, y que si se comete un error, tendremos que pagar el precio.
  • 21. Capítulo 5 ¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS Al llegar a este capítulo y a los dos siguientes, será útil que los consideres en relación a los cuatro prime­ ros. Por ejemplo, el capítulo 1 trataba sobre las decisio­ nes en general, mientras que estos capítulos sugerirán algunas ayudas específicas que te prepararán para las decisiones a que se refieren los capítulos con los pro­ blemas en la Parte II. También se sugerirán algunas pruebas simples y prácticas, o maneras que te ayu­ darán a conocer la voluntad de Dios, y a ser un buen mayordomo de tu influencia para la causa de Dios. A través de todo nuestro estudio juntos necesitamos tener en mente el nivel en el cual vivimos como cristianos. También será útil si consideras estos capítulos (5 al 7) como una unidad; ellos se pertenecen mutua­ mente. Representan simplemente diferentes maneras de acercamiento a los mismos problemas; intentos de res­ ponder a las mismas preguntas. Sin embargo, hay un sentido en el cual estos capítulos se suplementan. El beneficio que recibirás del estudio de estos capí­ tulos, y de todo el libro, será determinado principal­ mente por el deseo sincero que tengas de obtener ayu­ da. Ninguno de nosotros puede recibirla en ninguna fase de la vida o en cualquier tiempo de decisión, a no ser que busquemos el bien honradamente y sin mie­ do, con una profunda determinación de hacerlo, no obs­ tante lo que pueda ser. Dios mismo no puede revelar su voluntad y no la revelará a una mente cerrada y a un corazón indispuesto. Ahora, demos atención a tres preguntas que han ayudado a muchas personas en tiempos de decisión. Es- 37
  • 22. 38 ¿BUENO O MALO? tas preguntas pueden aplicarse no sólo a los problemas que trataremos en la Parte II, sino también a otros problemas o decisiones que pueden presentársenos. Ayu­ darán no solamente a los cristianos jóvenes, sino tam­ bién a los de más edad, que tal vez no tendrán los mis­ mos problemas; pero que no dejan de tenerlos, muchos de los cuales son de proporciones serias. El Efecto Sobre Nosotros Mismos Cuando estamos considerando si debemos hacer cierta cosa o no, empecemos en el nivel más bajo, ha­ ciéndonos la pregunta: “Si participo de esta actividad, ¿cómo me afectará a mí mismo como individuo?” La persona prudente hará una serie de preguntas que le ayudarán a contestar esta pregunta original. Algunas de las preguntas adicionales son: “ ¿Cómo afectará esta participación a mi cuerpo? ¿Contribuirá a la buena salud y a la edificación de un cuerpo fuerte, o tenderá a minar mi salud y debilitar mi cuerpo?" Puede parecer que lo físico es un nivel muy bajo para que el cristiano empiece allí su búsqueda de lo que es bueno, y en cierto sentido lo es, pero hay otro sentido en que no lo es. El cuerpo es mucho más importante de lo que mu­ chos de nosotros comprendemos; constituirá una ven­ taja o una desventaja para nosotros durante toda nues­ tra vida, cualquier que sea la vocación que sigamos. Un cuerpo saludable es un siervo o instrumento maravi­ lloso; un cuerpo enfermizo o débil puede ser un te­ rrible amo. No debemos participar en nada que ponga en peligro nuestra salud o impida el desarrollo y la maduración normales de nuestro ser. Otra pregunta es: “ ¿Cómo afectará mi participación en esta actividad a mi mente, mi naturaleza social y mi personalidad total?” “¿Esta participación enriquecerá o empobrecerá mi vida?” Las fases mental, social y espiritual de nuestra personalidad son aun más im­ portantes, en algunos sentidos, que nuestro cuerpo. He­ mos dedicado más espacio a este último principalmente ¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 39 porque ese es el punto de partida en nuestra búsqueda de lo recto y porque con tanta frecuencia se descuida o se mal interpreta lo físico. Como cristianos, tenemos que pensar más allá de una consideración de los efectos de nuestra participa­ ción sobre nuestro cuerpo, nuestra mente, y nuestra naturaleza moral. Estos son importantes, pero hay otra fase de nuestra personalidad total que es aún más importante. No sólo somos cuerpos físicos con mentes y naturalezas sociales, sino seres espirituales hechos a la imagen de Dios, que encontramos nuestro más elevado cumplimiento en el compañerismo con él. Nues­ tro cuerpo, nuestra mente, y naturaleza social deben ser instrumentos para ser usados por el ser espiritual con el fin de alcanzar metas espirituales. Debemos preguntarnos: “¿Cómo afectará mi participación en es­ ta actividad a mi vida espiritual? ¿Profundizará o dis­ minuirá mi interés en las cosas espirituales? ¿Aumen­ tará o disminuirá mi sentido de compañerismo con mi Padre celestial?” También debemos considerar los efectos sobre nues­ tra relación con nuestra iglesia y sobre nuestra vida devocional y de oración. Consideraremos estas cosas si en serio deseamos ser verdaderos cristianos y no sola­ mente otro cristiano ordinario, mediocre o nominal. El Efecto Sobre Otros Reconocemos que iniciamos esta discusión sobre el nivel más bajo para el cristiano; podemos subir a un nivel más alto por medio de la pregunta: “ ¿Cómo afectará mi participación en esta actividad a otros y a mi influencia sobre otros?” Otras preguntas suple­ mentarias que podrían hacerse son: “¿Es posible que mi participación pueda ser causa de tropiezo para al­ gún cristiano más débil? ¿Pcdrá ser un factor inne­ cesario de tentación para alguien que no es tan maduro como yo? ¿Hará más fácil o más difícil que yo testi­ fique de Cristo ante mis amigos inconversos? Los in­ conversos ¿esperan que yo haga estas cosas?.” ¿Estás
  • 23. 40 ¿BUENO O MALO? de acuerdo en que el cristiano debe hacerse estas y otras preguntas en tiempos decisivos? Muchas veces los cristianos jóvenes y aún los de mayor edad dicen: “Yo no veo ningún mal e n ---------- -------- ---------; no creo que el hacerlo me haga daño.” ¿Pero es ése el nivel en que un cristiano debe tomar una decisión acerca de lo que es bueno para él? Mu­ cho más importante que la pregunta: “ ¿Me daña o me dañará?” es la otra pregunta: “¿Daña o dañará a otros y a mi influencia para bien sobre otros?.” El principio de Pablo acerca de comer carne o ali­ mento ofrecido a los ídolos nos ofrece dirección pro­ vechosa sobre este punto (Romanos 14:13-23; 1 Co­ rintios 8:1-13). Pablo dice tres cosas principales: (1) No habla nada malo en comer carne, en sí mismo; (2) Sin embargo, si uno comia la carne y así pecaba contra la conciencia de un hermano más débil, pecaba contra Cristo; (3) Pablo decidió personalmente que si el co­ mer la carne hacía tropezar a un hermano más débil, no volvería a comer carne. Esto puede parecer duro, pero los cristianos debe­ mos estar dispuestos a recibir lo duro. Si uno sigue sin­ ceramente el principio de Pablo, puede descubrir y sin duda descubrirá que tendrá que dejar algunas activi­ dades que antes ha considerado como muy aceptables. También podemos encontrar que podríamos parti­ cipar en una actividad en un lugar y no en otro, por causa de diferencias en la actitud de la gente acerca de nuestra participación. Permítenos enfatizar, sin em­ bargo, lo que dijimos en un capítulo anterior: la ac­ titud de la gente hacia lo que hacemos no hará ni puede hacer bueno aquello que en sí mismo es malo. Lo bueno puede llegar a ser malo, pero lo malo nunca puede llegar a ser bueno. Es muy importante hacer esta distinción. La acti­ tud de la gente no determina lo que es bueno, en úl­ timo análisis; su actitud puede determinar si cada ac­ tividad es prudente o buena para nosotros en cierta situación. Como cristianos, debemos dar una conside­ ración seria al criterio de la gente que nos rodea, prin­ cipalmente porque nos interesa el bien moral y espi­ ritual de aquellos con quienes ños relacionamos. Pa­ blo lo expresó como sigue: “No eches a perder la obra de Dios por causa de lo que comes. Claro está que to­ dos los alimentos son limpios; pero lo malo es comer algo que haga caer en pecado a otros” (Romanos 14:20). Podemos sustituir por la palabra “comer” cualquier ac­ tividad acerca de la cual tratamos de tomar una deci­ sión. El hombre, obra o creación de Dios, es mucho más importante que la participación de uno en cual­ quier actividad. El Efecto Sobre la Causa de Cristo El nivel más alto sobre el cual un cristiano puede tomar una decisión se alcanza cuando se pregunta: “ ¿Cómo afectará mi participación en esta actividad a la causa de Cristo?” Ciertamente, esta es una norma muy elevada. Sin embargo, ¿no crees que todo cristiano debe estar dispuesto a hacerse esta pregunta y since­ ramente procurar contestarla con honradez? Algunas preguntas semejantes que podríamos ha­ cernos son: “¿Puede el Señor bendecir y usar para su gloria mi participación en esta actividad?” Pablo dijo a los cristianos corintios: “Si pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la igle­ sia de Dios” (1 Corintios 10:31, 32 RVR). Si Pablo estuviera escribiendo a tu iglesia o a la mía en el día de hoy, ¿piensas que pondría algunas otras palabras en lugar de “comer” y “beber” ? Pablo relacionaba sus enseñanzas a las necesidades y a los problemas inmediatos de la gente, y creemos que ha­ ría lo mismo hoy en día si estuviera escribiendo a iglesias contemporáneas. ¿No debemos preguntarnos: “¿Será esta actividad de tropiezo u ofenderá a la iglesia de Dios?” Pablo su­ giere que el hijo de Dios, al determinar lo que es bueno para él, debe pensar más allá de si mismo y aún de otros individuos y debe considerar el efecto de sus ¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 41
  • 24. 42 ¿BUENO O MALO? acciones sobre la iglesia que es el cuerpo de Cristo. Buenas preguntas que podemos hacernos serían: “¿Ha­ rá mi participación en la actividad que estoy consi­ derando, más difícil o más fácil, que mi iglesia haga su trabajo en mi comunidad y en el mundo? ¿Reflejará crédito o descrédito en mi iglesia y en la causa de Cristo en general?” Cuando Cristo ha hecho tanto por nosotros, ¿no de­ bemos estar dispuestos y aún deseosos de evitar cual­ quier cosa que estorbaría o dañarla su causa entre los hombres? Los días que vivimos demandan devo­ ción sin limite y vida desinteresada. Estamos persua­ didos de que muchos, y esperamos que la mayoría de la juventud cristiana, estén dispuestos a responder a ese reto. Conclusión Las tres preguntas que hemos sugerido, además de las preguntas suplementarias, representan progresiva­ mente niveles más altos. Lo más glorioso es que Dios ha ordenado las cosas de tal manera que, cuando se interpretan bien, no hay verdadero conflicto en las conclusiones a que llegamos en estos tres niveles. Por ejemplo, si tomamos nuestras decisiones sobre el nivel más alto —su efecto sobre la causa de Cristo—, descu­ briremos que no sólo es lo mejor para la causa de Cris­ to, sino también es lo mejor para otros y aún para nos­ otros mismos. El salmista expresó algo semejante a esta idea cuando dijo: “ . ..Jehová: No quitará el bien a los que andan en integridad” (Salmo 84:11). El Se­ ñor no pide ni espera que un hijo suyo se prive de una sola cosa que representa para él lo mejor. Dios puede desear y pedir que dejemos muchas cosas, pero- serán cosas o actividades que no constituyen para nos­ otros lo mejor. ¿Por qué no hacer un experimento antes de se­ guir a las tres pruebas en el capítulo siguiente? Sobre la base de las tres preguntas principales de este capí­ tulo, decide si es bueno o no que participes en deter- minada actividad. Prueba las preguntas, relacionán­ dolas con alguna actividad acerca de la cual no tienes gran duda. Luego, aplícalas a una actividad acerca de la cual si tienes dudas. Si has de recibir alguna dirección efectiva del uso de estas preguntas, recuerda que tienes que desear sa­ ber lo que es bueno; tienes que buscar sinceramente la verdad. ¿BUENO O MALO? TRES PREGUNTAS 43
  • 25. Capítulo 6 ¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS En estos capítulos estamos procurando descubrir principios o métodos por medio de los cuales podamos saber si determinada actividad es buena o mala. En el capítulo anterior aplicamos la prueba del efecto: el efecto sobre nosotros mismos, sobre otros y sobre la causa de Cristo. En este capítulo vamos a sugerir otras tres pruebas. Sugerimos de nuevo que tu serás ayudado al grado en que sinceramente lo desees y es­ tés dispuesto a aceptar el reto presentado por las pruebas. La Prueba de lo Secreto Imaginemos que, mientras lees esto, estás en el pro­ ceso de decidir si es bueno o malo que hagas trampas o “soples”. O puedes pensar en otra actividad que sea más aplicable a tu caso: ¿Cómo puede ayudarte la prueba de lo secreto? Las siguientes preguntas adicionales pueden ayu­ darte a contestar esa pregunta: ¿Hay algunas personas que desearías que no supieran que cometes tal acto? ¿Qué dices acerca de tu madre? ¿Te sentirías apenado si ella lo supiera? ¿Qué dices de tu padre, tu maestro de la escuela dominical, tu consejero, tu pastor, tu me­ jor amigo, el mejor cristiano que conoces? ¿Preferi­ rías que uno o más de ellos no lo supieran? Si es así, ¿No estás de acuerdo en que por lo menos debes tener duda acerca de tu participación en esa actividad? No estamos diciendo que sería buena o mala, sino que se­ ria dudosa. Podemos estar seguros de que lo recto y lo bueno 45
  • 26. 46 ¿BUENO O MALO? nunca tienen miedo de la luz; por otro lado, lo malo procura evitar la luz o esconderse de ella. No es mero accidente que la mayoría de los crímenes se cometen en la noche. Fue el Señor Jesús quien dijo: “Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a la luz, para que no se descubra lo malo que están haciendo. Pero los que viven de acuerdo con la verdad se acercan a la luz, para que se vea que Dios está en lo que están haciendo” (Juan 3:20, 21). ¿Recuerdas cómo reaccionabas cuando eras niño y habías hecho algo que sabías que tu madre no apro­ baría? ¿No huías de ella lo más posible? ¿Te sentías incómodo ante su presencia? Esto era no sólo porque tenías miedo de que ella descubriera lo que habías hecho, sino también porque había algo interior que te condenaba, y no te sentías bien ante su presencia. Ahora, ¿qué de la actividad que vienes consideran­ do? ¿Pasará la prueba de lo secreto? ¿Estarías dispues­ to a sacarla a la plena luz de la verdad? Para ser más tangible la prueba, ¿estarías dispuesto, después de eje­ cutar tal acción, a que el hecho se exhibiera en una pantalla en tu escuela con todo el grupo reunido, en un culto de adoración de tu iglesia? Tal vez podamos mantener en secreto nuestra par­ ticipación, respecto a otros, pero hay uno que lo sabe: Dios, a quien llamamos “nuestro Padre”. El ve, oye y sabe todo. ¿Desearíamos que él lo supiera? La Prueba de la Universalidad Esta es otra prueba sencilla que puede ayudarnos en tiempos de decisión. Será igualmente provechosa para los jóvenes y para las personas mayores que sin­ ceramente buscan la verdad. Podemos comprender mejor esta prueba y su sig­ nificado si nos hacemos otras preguntas. ¿Todavía es­ tás pensando en la actividad o participación que se te pidió que consideraras al principio del capítulo? Pien­ sa en ella a medida que procedemos con la considera­ ción de esta prueba. ¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 47 Algunas de las preguntas que podríamos hacemos con provecho son: “¿Estaría yo de acuerdo en que to­ do el mundo hiciera esta misma cosa?” Algunas ve­ ces, cuando tratamos estos asuntos en una conferencia, alguien contesta: “Por supuesto, estaría muy de acuer­ do”. Cuando uno contesta en esta forma, se le deben hacer otras preguntas más específicas como las que siguen, que harán más penetrante la pregunta gene­ ral: “ ¿Estarías de acuerdo en que lo hiciera tu madre, tu padre, tu maestro o tu pastor?” “ ¿Aprobarlas que ellos participaran?” “¿Perderías algo del respeto que les tienes si los vieras hacerlo?” Tal vez uno hace algunas excepciones y dice: “No, yo no esperaría que mi madre hiciera esto.” Me sen­ tiría horrorizado si viera a mi padre hacer eso.” “No puedo imaginar a mi pastor participando en esa ac­ tividad.” Si uno tiene dudas respecto a la participa­ ción en alguna actividad de parte de esas personas, ¿no podríamos decir que esa actividad no puede pasar la prueba de la universalidad? ¿No debe este hecho dejar una seria duda respecto a la participación de uno? Seamos muy personales. Es muy probable que si yo reacciono muy desfavorablemente respecto a la parti­ cipación de otra persona en determinada actividad, al­ guien pueda reaccionar de la misma manera respecto a la mía. También debemos hacer una aplicación general de la prueba de la universalidad. Preguntémonos: “¿Qué clase de familia, iglesia, comunidad o mundo tendría­ mos, si todo el mundo ejecutara ese mismo acto?” Po­ siblemente has visto en algún templo una cartulina que lleva una pregunta penetrante y legitima, que pue­ de aplicarse no sólo a la iglesia sino también a la fami­ lia y al mundo. La cartulina dice: “ ¿Qué clase de igle­ sia sería la mía si cada miembro de ella fuera exacta­ mente como yo?” Conociendo que si todos ejecutaran ese acto, nues­ tra familia, nuestra iglesia, nuestra comunidad y nues­ tro mundo, no serían muy buenos, ¿no significaría que sería mala para nosotros? Si, por otra parte, podemos
  • 27. 48 ¿BUENO O MALO? honradamente decir: “si todos hicieran esta cosa, ten­ dríamos una magnífica y mejor familia, mejor iglesia, mejor comunidad y mejor mundo”, entonces, ¿no se­ ría bueno y prudente que nosotros lo hiciéramos?” La Prueba de la Oración No hay prueba más elevada para cualquier activi­ dad que la pregunta: “¿Puedo orar acerca de ella?” “¿Puedo invitar a Dios a que me acompañe?” “¿Puedo pedirle que me bendiga mientras hago esto?” ¿No debe el cristiano sentir libertad para orar acer­ ca de cualquier cosa que hace? Si no considera que sea muy apropiado invitar al Señor para que lo acom­ pañe o lo bendiga mientras hace determinada cosa, ¿no es esto una buena indicación de que aquella acti­ vidad sería imprudente o mala para él? Pasar la prueba de la oración no quiere decir ne­ cesariamente que siempre estemos orando acerca de esa actividad, pero sí significa que podemos, de buena conciencia, orar acerca de ella. Podemos sentirnos per­ fectamente a gusto al tratarla con nuestro Padre; ha­ blar con él acerca de ella será normal y natural y no creará ninguna tensión en nuestras relaciones. Hace algunos años Carlos M. Sheldon escribió un libro que llegó a ser uno de los que más se vendían, con el título: “En sus pasos” . Todavía se lee mucho y si no lo has leído, sugerimos que lo hagas. En ese libro, el autor recomienda que el cristiano en todo tiempo de decisión debe preguntar: “¿Qué haría Jesús?” Es una pregunta muy buena y penetrante. Sin embargo, algunas personas han criticado el li­ bro de Sheldon y especialmente el tema central; dicen que eso es simplificar demasiado los problemas de la vida. Algunos han sugerido que una pregunta más pro­ pia y más provechosa sería: “ ¿Qué desearía Jesús que yo hiciera?” Argumentan que Jesús fue Dios lo mismo que hombre y que vivió una vida perfecta, cosa que nos­ otros no podemos hacer. De hecho, tal vez no haya tanta diferencia en esas ¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 49 dos preguntas como algunas personas desean que pen­ semos. Recordarás que Pablo dijo: “Sigan ustedes mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo” (1 Corin­ tios 11:1). Si Pablo siguió a Cristo —y lo hizo—, ¿no era natural que el aconsejara a los cristianos corintios y a nosotros a seguir a Cristo? También, es posible que en la mayoría, si no en todas las situaciones de la vida, Jesús desearía que nosotros hiciéramos lo que él haría en situaciones similares. Pero, si pensamos que la pre­ gunta debe ser: “¿Qué haría Jesús?” o “¿Qué desearla Jesús que yo hiciera?”, seguramente estaremos de acuerdo en que debemos hacernos la pregunta o las preguntas. Posiblemente alguno de los lectores estará diciendo: “No hay nadie que pueda pasar una prueba tan difícil. Vivir una vida en tal nivel es imposible.” Pero pensa­ mos que no crees eso. Hay muchas actividades que pueden pasar la prueba de la oración, lo mismo que las otras pruebas antes mencionadas. Por ejemplo, co­ nocemos a un hombre que por siete años jugó al fútbol; no era cristiano durante los años de la escuela secun­ daria, pero su hermana da testimonio que durante ese tiempo él nunca fue a jugar sin que ella orase por él. El nos cuenta que desde el tiempo en que se convirtió hasta que dejó de jugar siendo universitario, nunca jugó sin antes hablar con el Señor en relación con el partido. Pidió al Señor que lo bendijera a él y a sus compañeros, para que jugaran bien y limpiamente, y que ayudara a los que eran cristianos, para que de al­ guna manera, aún en medio del partido, revelaran un verdadero espíritu cristiano. Hay muchas otras actividades que pueden pasar las tres pruebas. También debemos recordar que si una actividad no puede pasarlas, no es buena para nosotros. Conclusión ¿Has seguido practicando la sugestión hecha al prin­ cipio de este capitulo, de aplicar estas pruebas a al­ guna actividad en particular? Si no lo has hecho asi,
  • 28. 50 ¿BUENO O MALO? ¿por qué no pruebas un experimento semejante al que sugerimos al final del capitulo anterior? Escoge alguna actividad acerca de la cual tienes que tomar una deci­ sión y aplícales estas pruebas a ella. Ve cual será el re­ sultado. No tengas miedo de hacerlo; puede ser una experiencia muy grata. El Señor te ayudará si sincera­ mente buscas su dirección y sabiduría. Algunos pueden quejarse de que la aplicación de estas pruebas eliminaría el gozo de la vida. Creemos, sin embargo, que lo opuesto es la verdad. Los cristianos con el gozo más profundo y verdadero son aquellos que tienen un sentido de la presencia per­ manente de Dios. Tienen un claro sentido de la presen­ cia de Dios en sus vidas, y una profunda convicción de encontrarse dentro de su voluntad. Cualquier cosa que no pueda pasar las pruebas que hemos sugerido, tarde o temprano destruirá aún la felicidad y el gozo que deseamos. Los buenos hombres y mujeres de Dios, sus hijos obedientes, son la gente más feliz. Alguien ha dicho sabiamente que la mayoría de los cristianos tienen apenas suficiente religión para sen­ tirse compungidos; es suficiente para que ellos no se sientan bien en el pecado, pero no es suficiente para impedir que pequen. Los únicos que prueban las pro­ fundidades de las bendiciones de Dios son aquellos que tienen suficiente valor y fuerza de carácter para sacri­ ficar las cosas más bajas de la vida. La vida sobre los niveles más altos es reservada para aquellos que pue­ den sacrificarla en los niveles inferiores. ¿Dónde de­ seamos vivir: sobre las montañas y elevados planos de visión, de reto y de servicio, o en los valles de oscuridad, desaliento y derrota? Puede ser que ahora mismo te encuentres en el proceso de decidir. Aun una decisión que se considera de menor importancia, puede fijar la dirección de tu vida en el futuro. No olvides que Satanás parece tener algunos jóve­ nes felices, pero no tiene ningún anciano feliz. ¿No será justo decir que aún los jóvenes de Satanás sien­ ten un hondo descontento y hambre por una vida más significativa y más feliz? Siempre es sabio mirar pro- ¿BUENO O MALO? TRES PRUEBAS 51 fundo y lejos, en cualquier tiempo de decisión, por in­ significante que parezca. foto por P.M.Schrock
  • 29. foto por Luoma Capítulo 7 ¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ En los últimos dos capítulos hemos dado atención a algunas preguntas o pruebas específicas que pueden ayudarnos a decidir lo que es bueno o malo cuando estamos frente a una decisión inmediata. Para suple- mentar éstos, deseamos sugerir tres fuentes de luz que están al alcance del cristiano: Luz de Adentro Este capítulo, como en el caso de los dos últimos, será más práctico y de más ayuda si piensas en alguna actividad o problema particular al leerlo. Procura de­ terminar si esa actividad es buena o mala, prudente o imprudente. Una fuente de luz en tiempos de decisión es la luz que tenemos adentro. Dios nos ha creado con ciertas capacidades innatas. Si somos suficientemente nor­ males como para ser moralmente responsables, tene­ mos capacidad para pensar, razonar, juzgar, evaluar y ejercer voluntad. También poseemos, como parte de nuestras dotes naturales, un sentido de lo recto o una convicción de que existe lo bueno y lo malo. Dios, que sabe lo que es mejor para nosotros, nos ha dejado la responsabilidad de determinar lo que es bueno y lo que es malo para nosotros. Se entiende que, mientras no llegamos a la madurez, esta responsabili­ dad es compartida por nuestros padres, maestros y otras personas. Sin embargo, la meta final de toda ense­ ñanza y preparación moral y espiritual es que el indi- — 53 —
  • 30. 54 ¿BUENO O MALO? viduo llegue a la plena madurez. Esto, a su vez, quiere decir que tendrá la aptitud debida para tomar decisio­ nes sabias, y que será responsable por lo que hace. Dios, habiendo dado al hombre una capacidad innata para la vida moral, espera que el hombre acepte las respon­ sabilidades que tal habilidad o capacidad infiere. Es decir, que aun durante el proceso de llegar a la ma­ durez, Dios espera que usemos todo recurso interior de que disponemos para determinar por nosotros mis­ mos lo que es bueno y lo que es malo. El no nos revela su voluntad de una manera milagrosa, sin la coopera­ ción nuestra. Cuando tenemos que tomar una decisión particular, debemos pensar en todo aspecto del problema. Como se sugirió antes, debemos pensar tan objetivamente como nos sea posible, de su efecto total sobre nosotros, sobre otros y sobre la causa de Cristo. Las pruebas que mencionamos en los capítulos anteriores deben apli­ carse sin miedo. El uso sincero de los recursos que te­ nemos será bendecido por el Señor con darnos la di­ rección divina que necesitamos. El asunto puede re­ sumirse como sigue: cuando uno tiene que tomar una decisión respecto a lo bueno y lo malo, no hay ningún substituto para el consagrado sentido común. Cuando sentimos la dirección en que debemos ir, la respuesta a ese sentimiento es interior y personal. En otras palabras, Dios nos da el poder de decisión, y po­ demos decir “sí” o “no” a la luz que recibimos. El no se sobrepone a nuestra voluntad; pero nunca debemos olvidar que la libertad de escoger lleva consigo la res­ ponsabilidad por la elección. Luz de Ajuera En tiempos de decisión podemos recibir luz no só­ lo de adentro, sino que también podemos recibir con­ siderable ayuda de afuera si tenemos ojos que ven, oí­ dos que oyen, mentes que interpretan y voluntades que responden a la luz que recibimos. Por “luz de afuera” queremos decir, entre otras ¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 55 cosas, la ayuda que podemos recibir de otros, especial­ mente de aquellos que tienen más edad y más expe­ riencia, o que son moral y espiritualmente más ma­ duros. Esas personas de más experiencia han tenido que tomar decisiones semejantes y saben, por medio de la observación y la experiencia, los resultados que pueden esperarse de ciertas líneas de conducta. Gene­ ralmente tienen la ventaja de una perspectiva más amplia y una comprensión más profunda de la vida y sus problemas que aquellos que tienen menos experien­ cia. Se espera que esta afirmación no te inducirá a depender demasiado de otros. A medida que maduras —y actualmente te encuentras en ese proceso— gra­ dualmente tienes más responsabilidad al tomar tus pro­ pias decisiones. Esto, a su vez, no significa que debes insistir en una independencia prematura, sin embargo, sí significa que debes estar dispuesto a aceptar las res­ ponsabilidades del proceso de la maduración. Por otro lado, debemos recordar que, por poca o mucha que sea nuestra madurez, otros pueden ayu­ darnos. Ninguno de nosotros tiene toda la luz que ne­ cesita para las muchas decisiones de la vida; y aún la luz que tenemos ha venido, en gran parte, de nues­ tros padres y otros que han determinado nuestro pen­ samiento y han inculcado en nuestras vidas ideas o ideales básicos. Nuestros padres, maestros, consejeros, pastores y otros, que han tenido más experiencia, desearían sal­ varnos de muchos errores. No quiero decir que debe­ mos tratar de consultar a alguno o a todos ellos, cada vez que hay que tomar una decisión. No queremos des­ arrollar un sentido neurótico de dependencia de otros; no queremos convertirnos en “adictos a los consejeros” (los que buscan consejo de cada consejero que se les presenta). Mucho del mejor consejo que recibimos de nuestros padres, maestros consejeros y otros adultos, lo recibi­ remos a medida que los escuchamos en el hogar, en el salón de clase o en el templo. Una parte la recibiremos
  • 31. 56 ¿BUENO O MALO? mediante la Instrucción formal; gran parte vendrá de conversaciones casuales. Esto no indica que no debemos buscar la ayuda de nuestros padres y amigos adultos cuando en verdad la necesitamos; lo podemos y debemos hacer, admitiendo con franqueza nuestras limitaciones y nuestra necesi­ dad de luz adicional. No olvidemos en tales tiempos que hemos buscado el consejo de ese individuo porque creemos que es más maduro que nosotros. También tenemos confianza en su integridad básica y en su genuino interés por nos­ otros. Como resultado de nuestra confianza en aquel de quien hemos solicitado consejo, ciertamente daremos consideración seria a cualquier luz que recibamos de él. Esto debe ser verdad especialmente respecto al con­ sejo que se recibe de los padres; ellos, con muy raras excepciones, se interesan por nosotros y en nuestro bienestar más que ninguna otra persona. Desearían usar la luz que ellos han recibido, a medida que han viajado por el camino de la vida, para alumbrar nues­ tro camino y salvarnos de algunos de los errores que ellos cometieron en tiempos anteriores. A veces alguien puede sentirse defraudado porque los adultos de quienes solicita consejo no le dan una dirección más positiva. En la mayoría de los casos lo hacen deliberadamente; el buen consejero desea guiar­ te en formar tu propia decisión con la menor sugestión o dirección posible. Quiere ofrecerte luz que te ayudará a comprender el camino, pero desea que descubras por ti mismo tanto de esa luz como te sea posible, y que luego tomes tu decisión sin una recomendación posi­ tiva de su parte. Si puede lograr guiarte a tal decisión personal, sabe que será más significativa que una de­ cisión que hicieras siguiendo sugestiones suyas. Hay también individuos, con quienes nunca te has encon­ trado, que pueden serte útiles en tiempos de decisión. Son los autores de artículos, panfletos y libros. Algu­ nos de ellos se pueden encontrar en la biblioteca de tu iglesia. ¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 57 Hay otra fuente de luz de afuera que salvarla a muchos jóvenes de errores trágicos si conservaran sus ojos y sus oídos abiertos y sus mentes en estado de alerta. La luz de que hablamos es aquella que nos viene de observar en las vidas de otros los resultados de ciertas líneas de conducta. Por ejemplo, si estás tratando de decidir si es bueno o malo para ti el usar drogas, beber, tener relaciones sexuales, observa los resultados en las vidas de aquellos que participan en tales actividades. Observa los resul­ tados inmediatos y también aquellos a largo alcance. ¿Qué diremos de algunos de nuestros conocidos: nota­ mos algún efecto bueno o malo en ellos cuando empe­ zaron a participar en una o más de esas actividades? ¿Cómo han afectado a su personalidad? ¿Qué podre­ mos decir de su aprecio por las cosas mejores de la vida? ¿Cuál parece haber sido el efecto sobre su rela­ ción con su iglesia y su Señor? Sin embargo, para comprender todo el asunto y po­ der juzgar bien los resultados, tenemos que ver más allá de nuestro grupo en el colegio secundario o en la universidad, si queremos saber de los resultados que vienen con el tiempo. Aun debemos estudiar la influen­ cia que la participación de uno en dada actividad pue­ de tener sobre el hogar o sobre la sociedad en general. Debemos visitar los barrios pobres y las cárceles de nuestras ciudades. En una visita semejante al jefe de la policía dijo que estaba seguro de que la “tía María” había sido arrestada por lo menos 700 veces por bo­ rrachera. En un tiempo habla sido una dama muy res­ petada en la comunidad, pero se había convertido en la esclava del licor, como sucede con centenares de mi­ les de hombres y mujeres. ¡Qué contraste entre “tía María” y los hermosos anuncios de las revistas y car­ teles publicitarios! “Tía María” echaría a perder esos cuadros, pero debe estar en ellos si han de ser justos. Los jóvenes necesitan ver a la “tía María” en esos cua­ dros. Si lo hicieran, ella les ayudaría a saber lo que de­ ben hacer respecto a las bebidas. Esta es sólo una ilustración de lo que queremos decir
  • 32. 58 ¿BUENO O MALO? por luz de afuera. La observación Inteligente nos li­ brará de muchos errores. Luz de Arriba Esta es otra fuente de luz que está a disposición de todos los hijos de Dios. Podemos y debemos utilizarla en tiempos de decisión. Permítasenos sugerir otra vez que el Señor espera que utilicemos los recursos que te­ nemos, para escoger lo bueno y rechazar lo malo; sin embargo, esto no es lo mismo que decir que tenemos dentro de nosotros mismos todos los recursos que ne­ cesitamos para las decisiones de la vida. Un paso ne­ cesario para tomar una decisión sabia acerca de cual­ quier problema importante es un reconocimiento co­ rrecto de nuestras propias limitaciones. Debemos re­ conocer que, sin la dirección del Espíritu Santo, no po­ demos pensar tan bien como debiéramos. Debemos re­ conocer nuestra necesidad de la dirección del Señor y buscar esa dirección aun a medida que usemos todo recurso que esté a nuestra disposición en un esfuerzo para determinar lo que es bueno y lo que es malo. En otras palabras, a medida que hacemos las preguntas, a medida que aplicamos las pruebas sugeridas en capí­ tulos anteriores, debemos hacerlo en un espíritu de oración. También, a medida que buscamos el consejo y la dirección de otros, debemos pedir al Espíritu de Dios que los dirija a ellos y a nosotros. Aun cuando hemos procurado con oración recibir toda luz posible de adentro y de afuera, posiblemente estemos todavía en duda. En tales ocasiones, recorde­ mos lo que dice Santiago: “Sí a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios, y Dios se la dará; pues él da a todos son limitaciones, y sin echarles nada en cara” (Santiago 1:5). Una importante fuente de luz que viene de arriba es la Biblia; ella no es un libro de reglas, pero cuando habla específicamente, lo que dice es autoritativo. En­ contraremos en la Biblia principios básicos que pro­ veen el fundamento para sabias elecciones cristianas. ¿BUENO O MALO? TRES FUENTES DE LUZ 59 Si nos saturamos de su espíritu, si inculcamos sus idea­ les en nuestras vidas, tendremos el discernimiento mo­ ral y espiritual que necesitamos para escoger bien. En respuesta a nuestras oraciones, nuestro estudio de la Biblia y nuestra sincera búsqueda, tal vez Dios no llenará nuestras almas de luz, pero sí nos dará su­ ficiente luz para tomar el paso siguiente. Sigamos la luz que tengamos, aún cuando nos parezca poca, con la plena confianza de que Dios nos dará más luz a medida que se necesite. Esto será verdad respecto a los problemas que vamos a tratar en la Parte II. También puede y debe ser verdad, si hacemos nuestra parte, acerca de otras decisiones que tendremos que tomar a medida que viajamos por el camino de la vida.
  • 33. Capítulo 8 PRINCIPIOS Y PRACTICAS Los capítulos de la Parte I, que tratan de los prin­ cipios de la conducta cristiana, se han escrito en ora­ ción y con la esperanza de que te sean de ayuda; es­ peramos que no los hayas pasado por alto. Si aceptas los principios, los aplicas con honradez a la vida y uti­ lizas las fuentes de ayuda que se han sugerido, es casi seguro que decidirás por ti mismo lo que es bueno y lo que es malo para tu vida. En los capítulos de la Parte II procuraremos apli­ car esos principios generales a algunos de los proble­ mas prevalecientes entre la juventud. Naturalmente, no podemos tratar todos los principios que sean pertinen­ tes a cada problema. Se espera que estudies estos ca­ pítulos lenta y deliberadamente para poder repasar y aplicar los principios básicos, incluyendo las preguntas y las pruebas sugeridas. Un Repaso a los Principios Antes de proceder a una discusión de problemas es­ pecíficos, puede ser de algún valor repasar algunas de las conclusiones o principios más significativos de la Parte I. Son como sigue: 1. Vivir es hacer decisiones (capítulo 1) 2. Mientras vivimos, hasta cierto punto guiados por el instinto, por la costumbre y por la conciencia, el nivel sobre el cual el cristiano debe vivir es el nivel cristiano (capítulo 2). 3. El cristiano no se pertenece a sí mismo. El —su cuerpo, su mente, su personalidad total— pertenecen — 61 —
  • 34. 62 ¿BUENO O MALO? a Dios, pero Dios ha querido hacerlo mayordomo. Sien­ do siervo y mayordomo, todo lo que tiene de bienes materiales, su tiempo, y sus talentos, pertenecen a Dios y deben usarse bajo la dirección divina para servir a Dios y al prójimo (capítulo 3). 4. La última fuente de autoridad para el hombre no se encuentra en sí mismo ni en el grupo social o la comunidad a que pertenece, sino en la voluntad de Dios, que puede conocer, y que encontrará que siempre es lo mejor para él (capítulo 4). 5. Cuando tenemos que tomar una decisión respec­ to a lo bueno o lo malo, podemos encontrar ayuda si contestamos tres preguntas: ¿cómo mi participación en esta actividad me afectará a mí, a otros y a la causa de Cristo? (capítulo 5); si hacemos tres pruebas sen­ cillas: la prueba de lo secreto, la prueba de la univer­ salidad, y la prueba de la oración (capítulo 6); y si uti­ lizamos tres fuentes de luz, la luz de adentro, la luz de afuera y la luz de arriba (capítulo 7). La Importancia de los Principios A medida que has leído los capítulos y has repasado los principios, ¿los has pensado bien y los has enten­ dido? Una pregunta más importante es: ¿los aceptas como válidos para el cristiano? Estás de acuerdo con los principios presentados en los capítulos anteriores o no, es muy importante para ti que tengas un núcleo de principios cristianos que te sirvan como base de operación. Muy pronto tendrás que depender de ti mismo, si no es que ya lo haces en la actualidad; toda decisión tendrá que ser tuya. Una parte esencial de la preparación es la formación de una filosofía cristiana de la vida, una filosofía fundada so­ bre sanos principios cristianos. Ciertamente nos gustaría pensar que cada uno de los jóvenes está de acuerdo con nosotros respecto a los problemas que trataremos en la Parte II, aunque sa­ bemos que no será así. Queremos decir francamente que lo que nos interesa todavía más, es que tú aceptes los PRINCIPIOS Y PRACTICAS 63 principios básicos de la Parte I. Nuestro punto de vista es que si tienes una base fundamental para las decisio­ nes de la vida y honradamente buscas lo bueno, en­ tonces a medida que madures, tarde o temprano lle­ garás a una posición correcta respecto a la mayoría de los problemas que se presentan y a las decisiones que tendrás que tomar. Una de las preocupaciones principales es que con­ sideres cuidadosamente todo problema o decisión. Pre­ ferimos que pienses, sin estar de acuerdo con nosotros, antes que estar de acuerdo sin pensar. Sin embargo, nuestra preocupación principal es que seas honrado en la búsqueda de lo bueno o lo malo; sabemos que si es así, entonces Dios te dará la direc­ ción y seguridad, y no permitirá que te desvies mucho. La mente que busca y el corazón dispuesto conocerán lo que es bueno y lo que es malo. Debemos recordar que esta búsqueda sigue durante toda la vida. Será muy lamentable si decidimos que ya tenemos todo el conoci­ miento y la luz que necesitamos respecto a cualquiera de los problemas de la vida. Dios mismo no puede di­ rigir a una mente cerrada; él revela luz adicional a aquellos que se dirigen hacia el camino abierto. Los principios pueden ser fijos y seguros; una comprensión y aplicación de ellos es un proceso que continúa. Cambio de Punto de Vista En la Parte II que trata con áreas especificas de decisión, hemos pensado tratarlas desde otros puntos de vista. Por esto, usaremos preguntas con más fre­ cuencia, y menos afirmaciones de una posición posi­ tiva, aunque no dejaremos de hacer esto también cuan­ do parezca prudente y necesario hacerlo. Este cambio de punto de vista y énfasis se ha he­ cho deliberadamente; una razón para el cambio es que queremos que apliques por ti mismo los principios bá­ sicos a los problemas específicos que consideraremos. Queremos que contestes por ti mismo la pregunta: “¿Esta actividad es buena o mala para mi como cris-
  • 35. 64 ¿BUENO O MALO? tiano?” Pensamos que no tendrás mucha dificultad en conocer nuestra posición. Es mucho más importante que tomes una decisión sabia y personal, antes que comprender o estar de acuerdo con nuestra posición. En los capítulos de la Parte II trataremos de pro­ veerte los hechos necesarios para tomar una decisión sabia. En algunos casos hay preguntas que te ayudarán a guiarte en relacionar los principios de la Parte I con estos asuntos. No están incluidos todos los pro­ blemas importantes. Son ejemplos de algunos de los asuntos más comunes que encaran los jóvenes. Si hay otros problemas que son más urgentes para ti, puedes usar los mismos principios para tratar con ellos: (1) Estudia el caso; (2) Aplica los principios cristianos; (3) Toma la decisión. Si consideras cada problema hasta llegar a una posición definida, cristiana, y que se puede defender, debes tomar tiempo para pensar, meditar y orar. Se espera que estés dispuesto a dar el tiempo que sea necesario. Es posible que una posición respecto a tu relación con alguna de estas actividades sea la de­ cisión más importante que tengas que tomar en este tiempo. Una decisión correcta respecto a ese proble­ ma puede proveer la base para otras muchas en los años por venir. Sin embargo, no olvides que nosotros en un tiempo tuvimos que afrontar lo que muchos de vosotros están en el período de resolver. También, a través de los años hemos tenido interés en la juventud y hemos dado mucho tiempo a conferencias personales y en grupos acerca de estos problemas. Procura, lo mejor que pue­ das, pensar en estos capítulos como charlas personales que tenemos contigo, o como conferencias que pre­ sentamos a un grupo de jóvenes cristianos. PARTE II P R O B L E M A S Capítulo 9 MARIHUANA Sara era linda y popular. Siempre estaba riendo y divirtiéndose con el grupo más “en onda” en la escuela. Una noche alguien llevó cigarrillos de marihuana a una fiesta; al principio, Sara rehusó fumarlos. Sus amigos insistieron en que los probara y al fin ella cedió. Un muchacho le enseñó como inhalar y no dejar es­ capar el humo. Sara había llegado a la fiesta preocu­ pada por sus estudios y por una discusión que había tenido con su madre, pero cuando comenzó a sentir el efecto, sus dificultades parecieron desvanecerse. Después de esa fiesta el grupo comenzó a fumar mari­ huana con regularidad, y Sara también. Su vida se envolvió más y más con la droga. Ahora ella está co­ menzando a preferir el estado que produce la mari­ huana a la vida normal. Sus calificaciones están des­ cendiendo; a veces llega al punto de tener que robar para comprar la droga. Aparte del grupo adicto, tiene muy pocos amigos. Un Asunto Importante El uso de la marihuana es realmente un asunto im­ portante. En los últimos años su utilización ha cre­ cido rápidamente, especialmente entre la juventud. Na­ die sabe a ciencia cierta cuanta gente fuma marihuana, — 65 —