Una señora le pide a un cura que esconda un depilador eléctrico caro debajo de su sotana para pasarlo por la aduana, ya que teme que supere su límite. El cura acepta pero advierte que no sabe mentir. Cuando el inspector le pregunta si tiene algo que declarar, el cura responde que de la cabeza a la cintura no tiene nada, haciendo reír al inspector cuando este le pregunta qué tiene de la cintura para abajo.
2. Una señora regresaba a Caracas
en avión después de unas
vacaciones y, en el asiento de al
lado, viajaba un cura.
Antes del aterrizaje, ella le dice:
- Padre, ¿Puedo pedirle un favor?
3. - Sí, hija mía, ¿Qué quieres?
- Mire, Padre, compré en Miami
un depilador eléctrico súper
sofisticado, muy caro y tengo
miedo de que supere mi límite en
la Aduana. ¿Podría usted
esconderlo debajo de su sotana?
4. - Sí puedo, hija mía, solamente
debo advertirte que no sé
mentir.
La señora piensa "¡Ay, ojalá que
nadie le pregunte nada al cura!"
- Está bien, Padre, gracias por su
ayuda... Y le entrega el
depilador.
5. Al llegar al destino, en el
aeropuerto, el Inspector de
Aduana le pregunta al
sacerdote:
- ¿Algo que declarar, Padre?
A lo que el cura responde:
- De la cabeza a la cintura, nada
que declarar, hijo mío.
6. Medio extrañado, el inspector le
pregunta:
- ¿Y de la cintura para abajo, qué
tiene?
Allí abajo tengo un instrumento para
mujeres que nunca he usado.
El inspector muerto de la risa, le dice:
- Adelante, ¡el próximo de la fila!
7. Medio extrañado, el inspector le
pregunta:
- ¿Y de la cintura para abajo, qué
tiene?
Allí abajo tengo un instrumento para
mujeres que nunca he usado.
El inspector muerto de la risa, le dice:
- Adelante, ¡el próximo de la fila!