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1.
2.
3. María Eugenia Vaz Ferreira
(Montevideo, 1875-1924) Poetisa uruguaya cuya obra parte del
romanticismo y desemboca en el modernismo. Estudió música y fue
pianista de cierta fama. Fruto de su atormentada existencia, tuvo el
sistema nervioso en constante desequilibrio y murió joven en una
clínica de alienados. Sus primeros versos aparecieron publicados en
diversas revistas de la época, donde ya expresó la intensidad de su
sentimiento y la pulcritud en la composición. Su primer libro, escrito
hacia 1903 y titulado Fuego y mármol, quedó inédito. Sólo su libro La
isla de los cánticos, publicado en 1924, ha sido suficiente para que
se la considere como una de las creadoras líricas más importantes
de Hispanoamérica. Esta obra recoge los versos que la poetisa
entregó a su hermano el filósofo Carlos para que fueran editados. Es
autora también de las obras dramáticas La piedra filosofal y Los
peregrinos, estrenadas en los años 1908 y 1909.
4. Canto verbal La rima vacua
El ataúd flotante Las quimeras
Elegía crepuscular Oda a la belleza
Hacia la noche Regreso
Heroica Tu rosa y mi corazón
Historia póstuma Vaso furtivo
Holocausto Voz del retorno
Invocación
La estrella misteriosa
5. Nos sorprende, nos sorprende mucho, como es posible que en varias antologías recientes que hemos
leído de la poesía femenina no se haga mención de María Eugenia Vaz Ferreira y su obra poética. Pero
no se puede juzgar contra aquellos que han tratado de presentar a la mujer hispana en el mundo
literario. Es el Uruguay quien ha sabido guardar este secreto con bello recelo.
Sí, María Eugenia Vaz Ferreira es uno de los más interesantes y apreciados secretos del Uruguay.
Resulta ser que el hermano de esta poetisa, Carlos Vaz Ferreira, fue uno de los profesores de literatura
más distinguidos en sus tiempos. Debido a una gran polémica que causó la publicación póstuma de
poemas por Delmira Agustini, el señor Vaz Ferreira sólo permitió una publicación de las obras de su
hermana después que ella falleció. El silencio perdurando hasta que él falleciera. Como si fuera un
cuento de hadas, las obras de María Eugenia Vaz Ferreira realmente durmieron por más de 30 años. Lo
cual dio lugar a que en muchos casos haya sido desconocida la que una vez fue la primera pluma
femenina sudamericana.
Rebelde desde su juventud, María Eugenia Vaz Ferreira escribió y vivió a su gusto y capricho. Tenía
una personalidad tan segura de sí misma y un talento tan único, en las letras y la música, que tenía que
ser reconocida. Extravagante al máximo en su forma de ser, no hubo hombre que la hiciera feliz y a
ninguno se le rindió. Prefirió regresar a la “propicia tierra” con “la virginidad de las estatuas”.
Tuvo que trabajar por necesidad y se ganó la vida escribiendo y enseñando. Fue una mujer de carácter
sumamente fuerte y a la vez alegre. Según hemos leído, cuando era profesora se burlaba hasta de las
otras maestras, no por razones profesionales, sino por cosas que sólo se pueden considerar de
muchachos. En las fiestas era un verdadero peligro. Porque como era una de las personas más jocosas
de aquel Montevideo, sí el chiste se elevaba a la poesía, le hacía pasar una pena a cualquiera. Pocos
años antes de morir perdió la razón, su estado mental y salud fueron empobreciendo hasta llegar a un
estado deplorable antes de su muerte. Su hermano, que la adoraba, quedó muy afectado de la terrible
enfermedad que María Eugenia sufrió.
6. El Uruguay del 900 muestra cambios en sus actividades económicas que
impactan fuertemente en el ámbito social.
Nuestro país se ve inserto en un proceso de “modernización” que se ve
reflejado a través de un conjunto de elementos culturales.
Junto a la llegada del ferrocarril británico llegaron una serie de valores
culturales cosmopolitas:
la práctica del football,
la llegada del biógrafo (cine) 1896,
balnearios de estilo frances,
ramblas de estilo catalán, etc.
Este proceso de modernización también se pudo ver en la literatura.
A comienzos del siglo XX, la cercanía con Brasil hacía de Melo, (...) una
prolongación de Río Grande del Sur. (...) Una tierra de naranjos, pero también
de caudillos políticos y de reyertas entre contrabandistas. Un lugar en el que,
campo afuera, imperaba la ley del más fuerte o del más rico"(2)