1. PSICOLOGÍA INFANTIL Y DEL
ADOLESCENTE
YOLVIS YULIETH FAJARDO BLANCO
CC 42401456
UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA
PSICOLOGIA
2013
2. Introducción
En el presente trabajo nos daremos cuenta de que
estamos entrando a un mundo nuevo, probablemente
desconocido por muchos hasta ahora. Estamos
seguros que si muchas padres hubiesen poseído los
conocimientos que en este trabajo se podrán apreciar
muchos problemas que actualmente se ven habrían
sido solucionados sin mayor problemas; ya sean
conflictos y sufrimiento tanto de niños como
adolescentes.
3. Trastornos de la infancia
La Infancia: Cada niño nace en el centro del seno de su familia. El
íntimo contacto precoz entre la madre y el niño, inmediatamente
después de su crecimiento tendrá un elevado significado
emocional para la necesidad mutua de intercambio.
La madre tocas las manos y el cuerpo de su hijo recién
nacido, acaricia cariñosamente la cara del neonato. De cierta
manera mantiene una conversación directa con su hijo cara a cara.
Por su parte el niño respira una sensación visible de tranquilidad
cuando capta sobre el pecho de su madre el latido cardiaco y la
voz, que le resulta sumamente familiar por su experiencia
prenatal.
4. Trastornos del sueño
De 0 a 12 meses
Cada niño posee un ritmo propio de sueño que, habitualmente, no coincide
con el requerido por la madre o por los hábitos sociales. El niño tiene sus
propios métodos para realizar el tránsito del estado de vigilia al de sueño, por
ejemplo mediante actividades autoeróticas. Sin embargo el desconocimiento
de las necesidades naturales del bebé puede crear las primeras dificultades
con le funcionamiento normal de los procesos de satisfacción de los impulsos
y/o necesidades.
Antes del año, el bebé una vez satisfechas sus necesidades corporales y
cuando no interfieren otros problemas, puede quedarse rápidamente
dormido, ya que el sueño va íntimamente ligado a la impresión de saciedad.
Durante los primeros meses, el despertar está estrechamente vinculado a la
sensación de hambre, y el adormecimiento a la de satisfacción. A fines del
primer año los estados de vigilia son frecuentes ya que se amplían los
intereses de los niños, quien se torna cada vez más activo.
Se entiende que los trastornos del ritmo habitual del sueño suelen estar
relacionados con dificultades en la alimentación o con trastornos de relación.
5. De 12 A 24 Meses
Independientemente de que durante el primer año de vida
el bebé halla establecido un buen ritmo de sueño producido
sin problemas, a lo largo del segundo año aparecerán
dificultades para conciliar el mismo.
El niño suele estar excitado ante el nuevo campo de
posibilidades que le ofrecen sus recientes
adquisiciones, sobretodo las relativas al dominio de la
marcha: surgen también inquietudes relacionadas con la
problemática de la individuación. Ante este estado de
cosas, dormir ya no es la solamente la respuesta automática
a una necesidad corporal, sino que el niño precisa
abstraerse de sus intereses para conciliar el sueño. Como
esto no es fácil y produce un grado importante de
ansiedad, el niño trata de mantenerse despierto utilizando
todos los medios a su alcance.
6. De 2 A 5 Años
Durante la fase de sueño hay una ruptura con el mundo
exterior y una disminución de las funciones vegetativas y de
relación.
La cantidad de horas que duerme el niño, así como la
profundidad de su sueño y su distribución durante las 24 horas
del día, depende de las diferentes etapas del desarrollo, ya
que la evolución del sueño es paralela al proceso de
maduración orgánico-funcional.
Las muestras de ansiedad, relacionadas con el sueño durante
el segundo año, se dan en forma de dificultad para irse a la
cama, porque ello supone separarse de la madre. Si la
estimulación durante la vigilia no es adecuada, y no va
acompañada de un buena relación, el sueño se verá
interrumpido y aparecerán diversos trastornos.