El documento describe varios aspectos relacionados con el envejecimiento de la población y el tratamiento del cáncer en personas mayores. Señala que la fracción de personas mayores está aumentando en muchos países y que el envejecimiento per se no es la causa fundamental del cáncer, pero un período más largo de exposición a carcinógenos aumenta el riesgo. También discute los desafíos relacionados con el diagnóstico temprano del cáncer en personas mayores y los factores que deben considerarse en el tratamiento del cáncer en esta
Cuidados de enfermeria en RN con bajo peso y prematuro.pdf
Envejecimiento y cáncer
1.
2. En muchos países, esta fracción de la población se
incrementa marcadamente con el tiempo. En Canadá,
por ejemplo, representa el 15 % del total, y en EE.UU.
el 16 % (población blanca) y el 10 % (población negra).
Por su parte, en Ecuador, es el 10 % y en Costa Rica el 6
%; iguales cifras se reportan en Colombia. En muchos
países europeos, asiáticos y en Australia, se observa
también que los ancianos constituyen un sector
importante de la población.3
3. El problema del diagnóstico precoz de la enfermedad (que
incluye los programas de pesquisaje) tiene características
particulares e interesantes. Entre las más importantes, podemos
señalar:
El envejecimiento per se no parece ser la causa fundamental de la
enfermedad; generalmente se acepta que a medida que se
prolonga la vida del individuo, aumenta proporcionalmente el
período de exposición a numerosos cancerígenos, lo cual
incrementa el riesgo para el cáncer.6
La presencia de síntomas de varias enfermedades crónicas puede
enmascarar las manifestaciones tempranas de las neoplasias
malignas.7
En muchos casos, los ancianos no reciben todos los beneficios de
los programas de detección precoz para el cáncer. Ello se debe a
diversas razones (insuficiencia del seguro médico para cubrir las
acciones diagnósticas del pesquisaje, autoaislamiento del
individuo, inadecuada educación sanitaria y la existencia de una
política de salud que, en líneas generales, está más dirigida a la
terapéutica que a la prevención de la enfermedad).7,8
4.
5. El paciente anciano presenta una serie de rasgos en la estructura,
organización y función de su organismo, que deben ser
conocidas por el oncólogo terapeuta. Las más importantes son:
Los cambios psicológicos más frecuentes son los cuadros
depresivos, disociativos, estados sensoriales deficitarios,
pérdidas de memoria, dificultades en la concentración y en la
capacidad cognoscitiva. Las secuelas de enfermedades cerebrales
previas y los efectos secundarios negativos sobre el sistema
nervioso central de psicofármacos o de otros medicamentos
utilizados durante largos períodos, dificulta la disposición del
paciente para un tratamiento oncoespecífico con toxicidad más o
menos significativa, pero siempre considerable.11
6. El crecimiento y la diseminación del tumor son más lentos. Ello
puede resultar enmascarado por la comorbilidad y la
polifarmacia. Existe un soporte experimental considerable a
partir de datos obtenidos de estudios en animales, los cuales
reportan un crecimiento tumoral más lento, menos metástasis y
mayor supervivencia en los ratones más viejos.13
Se ha demostrado que existe un incremento considerable de las
interacciones droga-droga, debido a la frecuente polifarmacia,
justificada ésta por el mayor número de condiciones comórbidas
imperantes.14
El entorno social y familiar puede no resultar favorable en el
momento de enfrentar la enfermedad, su tratamiento y
toxicidad. Los fenómenos de segregación a nivel familiar o social,
la sensación de soledad y abandono, el recuerdo de la muerte de
familiares y amigos por cáncer, la viudez, la reclusión en
instituciones para ancianos y otras situaciones similares, deben
ser tomadas en cuenta y aliviadas o modificadas, según las
necesidades específicas de cada caso.12
7. Los cambios que ocurren a nivel de la mucosa gastrointestinal no
redundan significativamente en la capacidad de absorción de los
fármacos antitumorales. Este grupo de pacientes muestra una
variabilidad similar a la de los individuos más jóvenes en lo que
respecta a este parámetro. Igualmente ocurre con los cambios
que tienen lugar en la circulación sistémica con la edad: no se ha
demostrado la existencia de diferencias significativas en cuanto a
la farmacocinética y la farmacodinamia de las drogas
antitumorales, en relación con lo que ocurre en los individuos
jóvenes.15
La toxicidad de las drogas antineoplásicas se incrementa debido
a los trastornos existentes en los sistemas relacionados con el
metabolismo y la excreción de éstas: hígado y sistema urinario.
Por otra parte, ocurren con mayor frecuencia trastornos
metabólicos, así como enfermedades consuntivas y déficits
nutricionales, que repercuten negativamente en la tolerancia a
estos tratamientos.16
8.
9. La edad cronológica por sí misma no es una
contraindicación formal para recibir un tratamiento
quirúrgico. Algunos autores plantean que solamente
después de los 80 años es que los riesgos de la cirugía se
incrementan considerablemente, pero los pacientes
septuagenarios tienen una morbilidad quirúrgica
semejante a la de los pacientes más jóvenes.19 Existe
consenso sobre el hecho de que la mayor mortalidad
quirúrgica depende fundamentalmente de la presencia o
ausencia de estados de comorbilidad. Así, en los pacientes
añosos en quienes no existen enfermedades asociadas, la
mortalidad quirúrgica resulta similar a la de los jóvenes
sometidos al mismo tipo de intervención quirúrgica.9,20
10. Particularmente la radioterapia tiene la ventaja de no
causar una mortalidad aguda significativa y no parece
interferir negativamente con la mayoría de los problemas
médicos del anciano. Por otra parte, los tratamientos
radiantes implican necesidad de traslado cotidiano durante
períodos prolongados, lo cual puede resultar fatigoso para
el anciano, quien presenta, con frecuencia, alteraciones
mentales y trastornos del estado general.
No existen muchos estudios sobre la efectividad de la
radioterapia en los ancianos aunque la respuesta de los
tumores malignos a esta modalidad parece ser similar a la
que se obtiene en los individuos más jóvenes.21
11. Las diferencias observadas en numerosos pacientes desde el
punto de vista individual, en términos de efectividad y respuesta
al tratamiento, están en dependencia de los cambios biológicos
propios del anciano.
Además de la comorbilidad frecuente y las interacciones droga-
droga que tienen lugar en muchos casos, otros fenómenos como
la disminución de las concentraciones de albúmina plasmática,
por ejemplo, pueden modificar el grado de respuesta tumoral e
incrementar la toxicidad a algunas drogas antineoplásicas.23
Mientras que la absorción intestinal no suele modificarse
significativamente, la distribución de las drogas, su metabolismo
hepático y la excreción renal (sobre todo del methotrexate), se
afectan en mayor medida, aunque se insiste en que estos cambios
dependen siempre del estado general del individuo y que no
deben hacerse grandes generalizaciones.14,15