Los colores claros como el blanco y el amarillo crean un ambiente alegre y expansivo, y deben usarse en zonas pequeñas para hacerlas parecer más amplias, mientras que los colores oscuros como el azul y el marrón crean una sensación de comodidad en habitaciones grandes. El amarillo simboliza la luz del sol y transmite optimismo, el azul evoca serenidad y frescura cuando se combina con blanco, y el blanco crea una sensación de amplitud ideal para espacios pequeños.