Jornada sobre talento senior Círculo de Empresarios-Fundación Transforma España
Geriatria
1. COMPROMISO SOCIAL DE LA GERONTOLOGÍA
CON EL ENVEJECIMIENTO DE LAS PERSONAS1
Carmen Delia Sánchez Salgado2
Catedrática y directora de la Escuela graduada de Trabajo Social,
Universidad de Puerto Rico, Recinto De Río Piedras
El envejecimiento mundial es un fenómeno general que puede visualizarse como
uno de los mayores triunfos de la humanidad, pero también como uno de los mayores
desafíos para la sociedad del siglo XXI. La transición demográfica en América Latina y
el Caribe revela una región que está envejeciendo paulatina, pero inexorablemente,
siendo un proceso generalizado en el que todos los países marchan hacia sociedades
más envejecidas. La situación difiere de un país a otro: unos países están en una
etapa de envejecimiento avanzado, mientras que otros se sitúan en el otro extremo, en
una fase aún temprana de este proceso. En América Latina y el Caribe viven
actualmente alrededor de 45 millones de personas mayores de 60 años. La proporción
de población de 60 años y más alcanzó el 10 % para el 2010 y alcanzará el 15% para
1
Ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Gerontología del 16 al 18 de noviembre del 2010, San
José Costa Rica
2
Catedrática y Directora de la Escuela Graduada de Trabajo Social, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río
Piedras
1
2. el 2025 (Naciones Unidas, 2008). Por cada 100 personas de 15 a 59 años, existen 16
personas de 60 años, lo cual nos provee una idea de las personas que precisan
cuidados (tasas de dependencia) y las posibilidades demográficas de gestionar y
planificar servicios de asistencia. Pero cuidado con este indicador, pues no
necesariamente incluye a aquellas personas de edad mayor que continúan activos,
completamente capaces e independientes. Como vemos en las gráficas, el
envejecimiento se hace más evidente a escala de hogar, nivel al que se aprecia una
importante presencia de personas de edad, ya sea como jefe de hogar o como
miembros secundarios. Uno de cada cuatro hogares en América Latina y el Caribe
incluye a una persona de 60 años o más (CEPAL, 2008). Lo que es indiscutible es que
la región latinoamericana envejece aceleradamente en un contexto de pobreza
(particularmente República Dominicana, Honduras, Guatemala, El Salvador) por lo cual
los desafíos para la región son diferentes que para otros países. Este envejecimiento
poblacional es un proceso ineludible, pero también rápido y heterogéneo.
Se considera el envejecimiento de la población como uno de los mayores retos a
los que se enfrentan las sociedades actuales. Como todo fenómeno social, el
envejecimiento supone diversos determinantes y consecuencias a las que la sociedad
debe responder. Desde la perspectiva de la gerontología, definida como el estudio
científico del proceso de envejecimiento y de los problemas especiales del adulto
anciano y su entorno, esta situación nos plantea el reto y la urgencia de promover
acciones que reflejen nuestro compromiso con el sector poblacional que está
significativamente afectado por este envejecimiento: la población de edad mayor. A
medida que la gerontología ha avanzado hacia un estilo multidisciplinario, ha propuesto
2
3. preguntas más complejas y relevantes acerca del proceso de envejecimiento y ha
ampliado sus campos de acción.
Existen tres temas centrales al definir la misión y el propósito de la gerontología
contemporánea. Estos son: vejez, envejecimiento y viejo/a (Treas y Passuth, 1988).
Estos tres temas, que ya están conceptualmente vinculados a los trabajos de las
diversas disciplinas representadas en la gerontología, se adaptan y aplican a un
estudio más completo de la vejez, de manera que también son útiles para entender el
compromiso social de la gerontología con la población que envejece. Vejez según
descrita por Treas y Passuth (1988), se refiere a una dimensión episódica del proceso
de vida, reconociendo que los eventos típicamente ocurren (o no ocurren) en
momentos específicos durante el ciclo de la vida. Envejecimiento representa el paso
dinámico de tiempo, y viejo/a describe a la gente que la sociedad define como vieja.
Las tendencias actuales dentro de la economía política – el rápido
envejecimiento poblacional de países tanto desarrollados como en vías de desarrollo y
los esfuerzos de la economía globalizadora y las elites políticas de privatizar
(desmantelar) los programas gubernamentales de cuidado de la salud y apoyo
financiero, obliga a la gerontología a desarrollar una actitud más crítica, importante e
influyente en asuntos relacionados a la población que envejece. Esto, entre otras
cosas, requiere que la gerontología examine asuntos macro estructurales.
A través de la historia cada cultura ha ido construyendo una imagen de la vejez y
el envejecimiento, diversa, dependiendo de cómo también han ido cambiando las
generaciones de personas viejas. Actualmente aparece una mirada más crítica que va
más allá del modelo médico, para incluir el disfrute, la vida activa, en otras palabras
3
4. una visión más positiva hacia un envejecimiento exitoso. La Organización Mundial de
la Salud sostiene que los países podrán afrontar el envejecimiento poblacional, si los
gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil (esto nos incluye como
gerontólogos/as), promulgan políticas y programas de “envejecimiento activo” que
mejoren en la salud, la participación y la seguridad de los cuidadano/as de mayor edad
(OMS, 1998). La gerontología en las últimas décadas se ha caracterizado por el énfasis
y la dedicación en los aspectos positivos que la vejez lleva consigo (Fernández
Ballesteros, 2000). No solo ha emergido el enfoque gerontológico de envejecimiento
satisfactorio, sino que las investigaciones dan énfasis a los aspectos positivos del
envejecimiento como resultado de una larga expectativa de vida saludable (potencial
de aprendizaje, satisfacción de vida, entre otros). Este abordaje no solo se refiere a
aspectos de naturaleza micro social sino también macro sociales (Fernández
Ballesteros, 2000). Desde la gerontología, nuestro compromiso y horizonte debe ser
guiado en función del mejoramiento de la calidad de la vida de las personas de edad
mayor, que sustente la visión de un envejecimiento activo, con la incorporación del
enfoque de derechos que promueve la construcción de ciudadanía y de una sociedad
inclusiva para todas las edades.
El término envejecimiento activo fue adoptado por la Organización Mundial de
la Salud para fines de la década del 90, con la intención de trasmitir un mensaje más
completo que el de “envejecimiento saludable” y reconocer los factores que junto a la
atención sanitaria afectan la manera de envejecer de individuos y poblaciones (Kalache
y Kickbusch, 1997). El envejecimiento activo es el proceso de optimización de las
oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de
4
5. vida a medida que las personas envejecen. Permite a las personas realizar su
potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo de vida y
participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades,
mientras que les proporciona protección, seguridad y cuidados adecuados cuando
necesitan asistencia (Regalado, 2002). El envejecimiento activo trata de ampliar la
esperanza de vida saludable y la calidad de vida para todas las personas a medida que
envejecen, incluyendo a aquellas personas frágiles, incapacitadas o que requieren
asistencia.
Para abordar el tema del compromiso social de la gerontología con el
envejecimiento de las personas entiendo necesario enmarcarlo dentro de las directrices
que emanan de la Asamblea Mundial de Envejecimiento celebrada en el año 2002
en Madrid, España. La “Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento” (AMSE) trajo
como resultado el Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento para dirigir
las acciones de los países hacia la población vieja. Este Plan de Acción actualmente
está siendo adoptado por los diversos países para atender los retos planteados por el
envejecimiento de sus poblaciones.
Los parámetros del Plan de Acción Internacional nos ofrecen las bases para
articular nuestro compromiso y acciones en beneficio de las personas adultas mayores
al igual que para capacitación y formación de profesionales en gerontología y geriatría.
Como es evidente, la transformación demográfica es un desafío que hace
impostergable pronunciar el compromiso y quehacer de las profesiones e instituciones
dedicadas a la atención gerontológica, que a fin de cuenta integran lo que conocemos
como la Gerontología.
5
6. La “gerontología social” se ha distinguido por tener como foco de estudio los
aspectos no fisiológicos y no biológicos del envejecimiento. A pesar de estas
diferencias en cuanto a aspectos de interés, la gerontología se ha caracterizado por su
enfoque multi e interdisciplinario y la aplicación del mismo al estudio del envejecimiento
y la vejez y a los problemas que confrontan los adultos de edad mayor en esa etapa de
la vida.
Me parece prudente señalar que las áreas principales donde estamos inmersos
como gerontólogos y gerontólogas, y desde donde podemos accionar el compromiso
social de la gerontología hacia las personas según envejecen, se concentran en siete
áreas principales, de acuerdo a una publicación de 1996 de la Asociación para la
Gerontología en la Educación Superior (“The Association for Gerontology in Higher
Education” (AGHE). Estas son: (1) Servicio directo (Provisión de servicios sociales,
psicológicos, de salud y jurídicos a nivel individual y de grupo); (2) Planificación y
evaluación de programas (Diseño, implementación y evaluación de programas
dirigidos a adultos de edad mayor); (3) Gerencia y administración (Supervisión de los
aspectos operacionales, de personal, de gastos y de evaluación de organizaciones,
instituciones y agencias orientadas a la satisfacción de las necesidades de los adultos
de edad mayor y de sus familias; (4) Mercadeo y desarrollo de productos:
(Evaluación de las necesidades, los deseos y las tendencias consumistas de los
adultos de edad mayor, el diseño de estrategias para atraer la atención de dicho sector
poblacional y la diseminación de información a los adultos de edad mayor sobre un
producto o servicio); (5) Defensa de derechos humanos o “advocacy” (Activismo
comunitario, a nivel de gobierno y del sector privado en pro de los derechos de los
6
7. adultos de edad mayor y de mejores servicios y política pública más adecuada); (6)
Educación y entrenamiento (Planificación, enseñanza y evaluación de programas
educativos para los adultos de edad mayor y sus familias y participación en talleres
educativos, escenarios de salud, universidades, otros escenarios educacionales e
instituciones para adultos de edad mayor); (7) Investigación ( Diseño y conducción de
investigación, tanto básica como aplicada, sobre el envejecimiento y las circunstancias
asociadas con la vejez). Cuando elaboro más adelante los temas específicos del
compromiso social de la gerontología con el envejecimiento de las personas, sugiero
que podamos visualizar este compromiso desde las diversas áreas mencionadas.
El Plan de Acción Mundial considera tres (3) direcciones prioritarias, siendo que
para cada dirección se identifican una serie de tópicos principales, que a su vez se
traducen en un conjunto de objetivos. Para cada objetivo se proponen medidas de
acción. Las tres orientaciones prioritarias son: las personas de edad y el desarrollo;
fomentar la salud y el bienestar hasta llegada la vejez; y crear entornos propicios
y favorables. El grado de seguridad de que gocen las personas de edad en sus vidas
depende muy considerablemente de los progresos que hagan las sociedades en esas
tres direcciones. Por tanto, es necesario enmarcar también el compromiso social de la
gerontología en estas vertientes. En este Plan de Acción se señalaron ciertas áreas
para la capacitación y educación de profesionales (entiéndase también disciplinas) que
tendrían a su cargo el estudio del envejecimiento de la población y de la vejez y la
atención de los adulto/as de edad mayor. Se instó a los gobiernos y las autoridades a
quienes les competía, el que se estimulara la atención a la capacitación adecuada en
gerontología y geriatría del personal que atiende a la población de adultos mayores así
7
8. como otros profesionales interesados. Se menciona que deben instituirse programas de
educación continuada para los profesionales de la salud y los servicios sociales con
miras a aplicar un enfoque integrado de la salud, el bienestar y la atención de las
personas de edad, así como de los aspectos sociales y psicológicos del
envejecimiento.
La gente envejece y experimenta la vejez de manera diferente de acuerdo a sus
recursos disponibles a través del ciclo de vida. La raza, clase social, género son
algunas de las variables que gobiernan el acceso a recursos. Existen considerables
variaciones en el estado de salud, la participación y los niveles de independencia entre
personas de una misma edad cronológica en la edad mayor. Una tarea crítica de la
gerontología es interpretar los efectos de estas variables y sus interrelaciones en las
vidas de la gente de edad mayor.
En el área prioritaria de personas de edad y desarrollo, un objetivo que cabe
destacarse es aquel que plantea: El Reconocimiento de la contribución social, cultural,
económica y política de las personas de edad. No podemos echar a un lado que la
cooperación de los adultos mayores nos acerca a una atención asertiva de sus
demandas, en la que éstas sean escuchadas y traducidas en servicios con calidad,
accesibilidad y eficacia. Ante el acelerado crecimiento de la población de edad mayor,
se plantea el reto de ejercer ciudadanía, las organizaciones de personas mayores se
están dejando escuchar, están hablando y exigiendo más. Como gerontólogo/as no
podemos desatender estos reclamos.
La gerontología tiene el compromiso de velar y promover políticas o
legislaciones que promocionen y protejan los derechos básicos y libertades
8
9. fundamentales de las personas adultas mayores, en especial aquellas con
enfermedades o discapacidades. Ciertamente, el derecho a la integridad personal y a
ser tratado con humanidad y respeto constituye per se un derecho fundamental de
cualquier ser humano. No obstante, en el caso de las personas adultas mayores se
debe observar una mayor vigilancia de su cumplimiento precisamente por la posición
de vulnerabilidad en la que comúnmente se encuentran estas personas. Es
precisamente esta posición de vulnerabilidad la que ha hecho que distintos estándares
internacionales consideren a las personas mayores como un grupo que requiere una
protección especial de su integridad física, psíquica y moral. A medida que los adultos
mayores experimentan cambios en sus habilidades físicas y cognitivas, pueden requerir
mayor asistencia en sus actividades del diario vivir y en la toma de decisiones. La
mayoría de los adultos mayores desea permanecer lo más independientemente
posible. Como profesionales de la gerontología tenemos el compromiso de establecer
un balance entre los deseos del adulto mayor, su seguridad y la independencia. Por
tanto es necesario desarrollar estrategias para encontrar este balance a la vez que se
promueve un envejecimiento en un entorno comunitario.
Otro objetivo del área de Persona de Edad y Desarrollo que requiere mención
particular por su relación también con la gerontología, es aquel que promulga la:
Promoción de programas que permitan a todos los trabajadores obtener una protección
social/seguridad social básica, que comprenda, cuando corresponda, pensiones,
seguro de invalidez y prestaciones de salud. Esto implica elaborar y aplicar políticas
encaminadas a asegurar que todas las personas dispongan de una protección
económica y social suficiente en la vejez que asegure la igualdad entre los géneros en
9
10. los sistemas de protección social/seguridad social. El sistema de seguridad social debe
respaldar el envejecimiento poblacional y la longevidad, lo que hace importante
redefinir los sistemas de retiro para incluir familias y comunidad. La disminución de los
niveles de pobreza, así como la consecución de políticas eficientes de protección
social, asoman como puntales de la seguridad y la dignidad en la edad avanzada. La
protección social, como instancia rectora debe asegurar la cobertura, calidad y
sostenibilidad de la atención a grupos en situación de vulnerabilidad y extrema
pobreza, incluyendo a las personas adultas mayores, bajo un esquema de integralidad
y de responsabilidades compartidas entre las familias, comunidades, organizaciones de
la sociedad civil y gobiernos locales.
En este contexto, se entiende que la seguridad económica y la integración social
son sólo un aspecto más de la amplia gama de derechos que deben gozar las
personas de edad. La seguridad económica implica disponer de los medios para
satisfacer las necesidades físicas básicas mediante una combinación apropiada de
suministro de ingreso mínimo, apoyo de la familia y la comunidad y medidas de
autoayuda. Incluye además, aprovechar las oportunidades de empleo y ascenso con un
salario que guarde proporción con su experiencia sin barreras por motivos de edad;
seguir trabajando mientras se esté en condiciones de hacerlo, sin coacción alguna para
que se jubilen y a determinar la forma en que han de retirarse de la vida laboral. La
integración social implica que tanto las personas, familias, comunidad y políticas
públicas deben promover una sociedad integrada desde el punto de vista de la edad en
la que se elimine la discriminación y la segregación involuntaria por motivos de edad y
se aliente la solidaridad y el apoyo mutuo de las generaciones. Desde todos los
10
11. espacios que estén a nuestra disposición, la gerontología es un puntal para dar apoyo
a estas medidas.
Retomando el tema del envejecimiento activo, la gerontología debe
comprometerse con promover y auspiciar prácticas, políticas y legislaciones que
permitan implementar programas destinados a crear puestos de trabajo donde se
incorporen políticas de igualdad de oportunidades y donde se integre la participación de
trabajadore/as de todas las edades. A la luz del aumento en las expectativas de vida y
el mejoramiento en las condiciones de salud de las personas adultas mayores, se hace
necesario examinar la participación en actividades de carácter productivo de parte de
los adultos mayores. La población de edad mayor cada día participa más en
actividades productivas de varias maneras. Algunos continúan en trabajos
remunerados y otros participan de actividades sin paga que contribuyen al bien
público. Tanto el trabajo remunerado como el voluntario representan dos formas
importantes de actividad productiva en contextos formales. A pesar de que por décadas
ha habido poca participación en la fuerza laboral de adultos mayores, esta tendencia
puede cambiar en el futuro a la luz del aumento en las expectativas de vida y mejoría
en salud de la población vieja. La participación en actividades productivas está
vinculada al bienestar psicológico de las personas (Hao, 2008). Por tanto, la
gerontología tiene el compromiso de propiciar y estimular que el adulto mayor tenga
mayor participación en actividades productivas. Es necesario que las políticas y
programas permitan a las personas seguir trabajando de acuerdo a sus capacidades y
preferencias a medida que envejecen. De igual manera, que se puedan generar
incentivos para la participación de los adultos mayores en trabajos remunerados o
11
12. voluntarios así como ofrecer capacitación para el desarrollo de habilidades y creación
de proyectos laborales.
Es nuestra responsabilidad promover instancias en las cuales se ofrezca a la
persona de edad mayor, la oportunidad de plantearse metas y accionar para
alcanzarlas; propiciar que conserven o se incorporen a empleos dignos y remunerados;
instar su incursión en aquellos campos que le permitan enriquecer el espíritu, adquirir y
desarrollar destrezas motoras, procurarse el disfrute de su tiempo libre o mostrar el
bagaje cultural del que son poseedores. De igual manera, que se les considere como
medios para la promoción de valores morales y cívicos, indispensables para una
armónica convivencia entre los grupos intergeneracionales.
Por otra parte, un aspecto indispensable para fomentar y mantener un nivel de
independencia y autonomía es el establecimiento de incentivos y oportunidades para
que las personas participen en su propio desarrollo físico, mental, emocional, social y
económico. De esta forma las personas de edad avanzada se incorporan y continúan
participando en actividades. El derecho a la educación que tienen las personas adultas
mayores puede ser plenamente ejercido mediante la adopción de políticas y
legislaciones específicas en las que se fomente y facilite el acceso de estas personas a
la alfabetización y se desarrollen sistemas flexibles e incentivos para que éstas
completen su educación básica y secundaria, reconociendo el capital en experiencia
que tienen estos adultos mayores.
La educación de adultos en un pilar para el logro de lo antes planteado. La
educación de adultos en términos generales se refiere a la participación en una
variedad de actividades de aprendizaje tomadas en cualquier etapa después de la
12
13. salida de una educación formal acreditada o no, a tarea parcial o completa. La
necesidad de seguir aprendiendo es básica en estas nuevas generaciones de adultos
mayores. La influencia y el impulso a la educación ligada a mejores condiciones de
vida es un factor que motiva a un gran número de adultos mayores. La educación
aparece en varios estudios como el primer factor protector de un envejecimiento con
calidad, relacionándose directamente con un buen funcionamiento cognitivo (Rowe y
Kahn, 1997). Se relaciona también indirectamente con mejores habilidades
psicosociales para enfrentar los problemas que ocurren al envejecer, mejorando la
capacidad de respuesta ante las situaciones estresantes que ocurren a lo largo de la
vida y aumentando la percepción de autoeficacia. La educación en sí misma cumple
una función de empoderamiento de los sujetos, cuando se suscita o propicia en éstos
el pleno desarrollo de sus capacidades para decidir por sí mismos. Aplicando este
enfoque de empoderamiento a los adultos mayores, se basa en el hecho de que ellos
pueden aprender, pueden cambiar y pueden tomar el control de sus vidas. Este
empoderamiento implica entonces, aprender nuevas habilidades en el contexto de la
vida cotidiana de las personas, que les lleve principalmente a creer en la posibilidad de
influenciar su propio mundo. Debe ser una educación que cumpla un rol promotor, que
apunte a cambiar perspectivas, a ampliar su percepción del mundo tal y como se
pretende con los jóvenes estudiantes con nueva información o conocimientos, pero
también con el desarrollo de nuevas capacidades y habilidades que pueda permitirles
situarse en el mundo actual y empoderarse de él. La educación dirigida a adultos
mayores no solo debe apuntar a mejorar la calidad de vida y auto realización sino que
debe impulsar tanto al educador como al educando a examinar las relaciones entre
13
14. poder, control y conocimiento. En todas las edades la educación cumple una
importante función socializadora, pero en la etapa de la vejez se convierte en un nuevo
espacio social de intercambio e integración de las personas mayores. La educación de
adultos, es entonces un acto político que contribuye a la construcción de la ciudadanía
y el empoderamiento de los sujetos mayores, en una acción emancipadora (Yuni y
Urbano, 2005).
La vejez constituye la continuidad de una serie de logros y la madurez de una
experiencia. Por tanto, la participación de las personas adultas mayores en el
desarrollo aporta elementos de interrelación con sus conciudadanos que a todos
enriquece y es nuestra responsabilidad desde la gerontología, apoyar esta
participación.
En el área prioritaria de fomento de la salud y el bienestar nuestro
compromiso debe estar orientado a estimular a las personas a vigilar y mejorar su
propia salud. La adopción de estilos de vida saludables y la participación activa en el
propio autocuidado son importantes en todas las etapas del curso vital. Particularmente
esta etapa de la vida en la cual predomina el mito en torno a la idea de que en la vejez
ya es demasiado tarde para adoptar un estilo de vida saludable. Las actividades de
promoción de la salud y el acceso universal de las personas de edad a los servicios de
salud durante toda la vida son el pilar del envejecimiento con salud.
La Organización Mundial de la Salud define la salud como un estado de
completo bienestar físico, mental y social, y no meramente como la ausencia de
enfermedades o padecimientos. Llegar a la vejez gozando de buena salud y bienestar
requiere un esfuerzo personal durante toda la vida y un entorno en el que ese esfuerzo
14
15. pueda tener éxito. La responsabilidad nuestra desde la gerontología es estimular a las
personas a llevar un modo de vida saludable y recabar de los gobiernos que se creen
entornos favorables a la salud y al bienestar en la vejez.
La gerontología también tiene un compromiso en gestar políticas sociales y
legislación en esta dirección. Debemos desarrollar estrategias para el dialogo con los
políticos o hacedores de política pública, de manera que podamos sensibilizarles para
promover legislación dirigida a atender las necesidades de la población adulta mayor.
En el área particular de la salud pública, las legislaciones son instrumentos útiles para
desarrollar las metas que han sido establecidas en las políticas nacionales de
envejecimiento de cada país. No obstante, la legislación no reemplaza a la política,
más bien es parte de ésta y ambos instrumentos son necesarios para una protección y
promoción efectiva de la salud y otros derechos básicos de las personas adultas
mayores. Así, la legislación es un instrumento esencial para desarrollar servicios de
rehabilitación basados en la comunidad, establecer los derechos humanos, referir a las
obligaciones internacionales del Estado con relación a la prestación de servicios
sanitarios, acceso a medicamentos, sistemas de monitoreo de derechos en
instituciones y hogares, entre otros.
La gerontología tiene el compromiso de lograr que los adultos mayores
conozcan sobre sus derechos. El ejercicio de los derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales y el disfrute de las libertades fundamentales, al igual
que un cierto nivel de salud física y mental son requisitos necesarios para que las
personas adultas mayores alcancen un verdadero bienestar y su plena realización
como ciudadanos. De hecho, cierto nivel de salud física y mental es necesario para
15
16. poder participar activamente en la vida civil, social, política y económica de un país y al
mismo tiempo ejercer ciertos derechos humanos y libertades tales como la libertad de
religión o asociación, la libertad de movimiento, la libertad para elegir con quien vivir, el
derecho a votar, el derecho a la alimentación, a la educación o a un medio ambiente
sano, entre otros.
Sin embargo, existe un limitado conocimiento de las normas generales y
estándares internacionales de derechos humanos en el contexto del envejecimiento.
Esto contribuye muchas veces a que estos derechos no se respeten tanto por
autoridades gubernamentales (incluido el personal de salud), como por miembros de la
sociedad civil, o incluso por familiares de las personas adultas mayores.
Parte de nuestro compromiso desde la gerontología es promover y asegurarnos
que se informe, disemine y divulguen los derechos y libertades de tal forma que sean
conocidos y ejercidos, en especial, por las personas adultas mayores y las
organizaciones que las representan. Los instrumentos internacionales y regionales de
derechos humanos pueden ser usados para llevar a cabo acciones concretas que
prevengan las discapacidades físicas, mentales, sensoriales o de cualquier otro tipo y
conlleven a la rehabilitación de las personas adultas mayores y a su envejecimiento
saludable.
Ante el envejecimiento acelerado de la población urge un cambio hacia la
prevención y control de enfermedades que se han convertido en causas principales de
muerte en este grupo poblacional. Parte de los programas de salud dirigidos a esta
población deben estar orientados a mantener la calidad de vida y no tanto a atender
enfermedades de carácter agudo. Para fomentar un envejecimiento activo, la
16
17. gerontología tiene el compromiso de velar porque los sistemas sanitarios se orienten a
la promoción de la salud, prevención de enfermedades y acceso equitativo tanto a la
atención primaria como a una asistencia de larga duración de calidad. Para lograr una
eficaz protección social en salud se requiere de una política y financiamiento que
garantice un conjunto de prestaciones y un paquete básico de atención en salud. Como
ejes de la oferta de servicios de salud adecuados para las personas mayores se deben
considerar la promoción de una cobertura universal en salud, la incorporación del
envejecimiento como componente esencial de las legislaciones y políticas nacionales
de salud y el establecimiento de un servicio integral de salud que responda a las
necesidades de las personas mayores a través del fortalecimiento y reorientación de
los servicios existentes y creando aquellos que fueran necesarios. Los principios
rectores en la consecución de estos objetivos son la información, formación y
capacitación; un sistema de gestión adaptado y actualizado, y accesibilidad del entorno
físico.
El derecho a la mejor atención médica a través de servicios de salud debe ser
entendido como la obligación que tiene el Estado de adoptar (progresivamente)
medidas, legislaciones y políticas públicas que permitan proporcionar a todas las
personas, sin discriminación, servicios de atención primaria de salud, intervención
temprana para impedir o posponer la aparición de enfermedades y discapacidades,
servicios de inmunización contra las enfermedades infecciosas, prevención y
tratamiento de enfermedades endémicas y educación sobre prevención de
enfermedades.
17
18. Entre las acciones específicas de la atención primaria se debe considerar la
promoción en salud y medicina preventiva, atención médica, rehabilitación con base
comunitaria y atención de salud mental comunitaria. Esto en unión a acciones
específicas tales como: el examen periódico de salud, evaluación geriátrica integral con
instrumentos validados y estandarizados, inmunizaciones, cernimiento, apoyo social y
comunitario, control de enfermedades crónico degenerativas y rehabilitación. Nuestras
acciones como gerontólogo/as deben dirigirse a la promoción a través de la educación
para el autocuidado y los estilos de vida saludables. También se debe dar énfasis
particular a la atención de salud de la mujer adulta mayor, por las características
biológicas y sociales que le atañen.
Es indispensable además, la capacitación en gerontología y geriatría, del
personal que atienda a la población de adultos mayores así como otros profesionales
interesados. Deben instituirse programas de educación continuada para los
profesionales de la salud y los servicios sociales con miras a aplicar un enfoque
integrado de la salud, el bienestar y la atención de las personas de edad, así como de
los aspectos sociales y psicológicos del envejecimiento.
Como es evidente, la transformación demográfica es un desafío para la
Gerontología, que hace impostergable articular el quehacer de las instituciones
dedicadas a la atención gerontológica, que fortalezcan la actuación de los diferentes
actores sociales en las diversas temáticas que les atañen, sin olvidar que la
cooperación de los adultos mayores nos acerca a una atención asertiva de sus
demandas, en la que éstas sean escuchadas y traducidas en servicios con calidad,
accesibilidad y eficacia.
18
19. En el área prioritaria de Creación de un entorno propicio y favorable el Plan
de Acción hace hincapié en el hecho de que sean cuales fueren las circunstancias en
que se encuentren las personas de edad mayor, todas ellas tienen derecho a vivir en
un entorno que realce sus capacidades. Si bien algunas personas de edad necesitan
un alto grado de atención y apoyo físico, la mayoría quiere seguir siendo activas y
productivas, incluso mediante actividades voluntarias, y son capaces de hacerlo.
Nuestro compromiso entonces es promover que se adopten políticas que
habiliten a las personas de edad y respalden sus aportaciones a la sociedad. Esto
incluye el acceso a los servicios básicos, tales como el agua potable y los alimentos
adecuados. Es necesario, también, promover políticas que fortalezcan el desarrollo y la
independencia durante toda la vida y presten apoyo a las instituciones sociales sobre la
base de los principios de la reciprocidad y la interdependencia.
El envejecimiento poblacional nos enfrenta a un cambio en la carga de cuidados.
Los patrones de dependencia van a cambiar en un contexto donde disminuye la ayuda
familiar y donde no hay mayores cambios en la distribución de la división sexual del
trabajo. Debido a la disminución en las tasas de fertilidad, se reduce el número de
parientes disponibles en las redes familiares. El cuidado y atención del adulto mayor se
transformará en un desafío inminente para las políticas públicas. La gerontología social
se enfrenta entonces a este reto y tiene un compromiso de promover que se ofrezca
asistencia y servicios continuados, de diversas fuentes a las personas de edad y apoyo
a las personas que prestan cuidos. Esto implica tomar medidas para proporcionar
asistencia comunitaria, apoyo a la atención familiar y apoyo a las personas encargadas
19
20. de prestar asistencia, impartiéndoles capacitación, suministrándoles información así
como utilizando mecanismos psicológicos, económicos, sociales y legislativos.
La familia y las redes sociales han sido un importante sostén en la vejez, tanto
transfiriendo directamente recursos económicos, como proveyendo apoyo y asistencia
en caso de enfermedades y de disminución de las capacidades físicas. Por otra parte,
los adultos mayores también han sido una importante fuente de ayuda a la familia, no
solo en el cuidado de nieto/as, sino también transfiriendo recursos económicos y/o
permitiendo el allegamiento de hijos y sus familias en sus viviendas. La gerontología
tiene un fuerte compromiso de apoyar y fomentar las redes sociales del sector
poblacional envejecido, particularmente apoyo a las familias. Los viejo/as y los jóvenes
son intricadamente interdependientes y las familias son el mecanismo primario que
permite que las generaciones permanezcan unidas. La importancia de la familia como
fuente de apoyo para sus miembros dependientes, particularmente las generaciones
viejas, ha sido ampliamente reconocida por los organismos internacionales. La
naturaleza y el contenido de este apoyo varían ampliamente dentro y entre sociedades.
Existe un reconocimiento de que cualquier mejoramiento en el bienestar general de la
población anciana debe iniciarse dentro del contexto de la familia. Las personas
ancianas no han sido abandonadas por su familia como comúnmente se piensa. Por el
contrario, están integradas en un sistema de parentesco con lazos filiales intensos. La
familia mantiene una posición de prominencia dentro del espacio vital psicológico de las
personas ancianas, principalmente por virtud de su habilidad para proveer seguridad
emocional y material (Sánchez, 2000).
20
21. Las generaciones actuales no han sido adecuadamente preparadas para la
posibilidad de tener que asumir más responsabilidad por sus miembros ancianos según
las generaciones se van juntando. Esto plantea una nueva situación a la cual la familia
se tiene que enfrentar. Por lo tanto, es necesario el apoyo a las familias y
comunidades en sus esfuerzos por cuidar de sus seres queridos de más edad
especialmente los que requieran de atención especial mejorando el acceso a las
ayudas técnicas. También es precisa una capacitación sistemática para quienes
brindan apoyo a las personas adultas mayores. En este sentido la gerontología debe
jugar un rol prominente.
La disponibilidad y uso de los recursos de apoyo en la vejez, dependen de las
relaciones que las personas establecen en su entorno. En la medida que los adultos
mayores cuenten con recursos de apoyo familiar, dados tanto por la presencia
inmediata de miembros en su hogar, como por los intercambios que establecen con
familiares que viven fuera del hogar, demandarán de diferentes recursos de apoyo de
la sociedad, públicos o privados. Ello, bajo el supuesto que culturalmente, para los
adulto/as mayores, la familia es vista como la principal entidad encargada del cuidado y
proveedora de ayuda material (servicios) y apoyo psicosocial a sus miembros. El patrón
cultural latinoamericano consiste en que la familia atiende a las personas de mayor
edad cuando éstas lo necesitan y sólo deja de hacerlo en circunstancias especiales.
Se deben aunar esfuerzos para facilitar que este patrón continúe en la medida en que
la familia pueda asumir esta responsabilidad. Actualmente, los incentivos para que la
familia cuide de sus miembros ancianos con apoyo del Estado, son casi inexistentes.
Debe existir una responsabilidad compartida entre la familia y el Estado, pero esta
21
22. responsabilidad compartida implica un compartir continuo y no limitarse a situaciones
de crisis. Las necesidades de la familia con miembros dependientes varían de tiempo
en tiempo e idealmente se debe responder a estas variantes con políticas de apoyo
cuando lo necesiten y de sustitución cuando sea necesario. Ya que la evidencia
empírica señala que la mayoría de las personas de edad avanzada no vive aisladas de
su familia ni en instituciones para ancianos, debemos asumir que cualquier problema,
crisis o cambio que afecte a éstas personas, habrá de afectar también a su familia,
particularmente cuando nos enfrentamos a generaciones viejas atendiendo a otros
viejos dentro de una misma familia. En el contexto de un débil estado de bienestar,
como sucede en muchos países latinoamericanos, la familia es el pilar fundamental de
su bienestar en la vejez. Con la familia el adulto mayor tiene relaciones cara a cara
frecuentes y en general el funcionamiento familiar se evalúa de buena manera. La
calidad de estas relaciones familiares se asocia fuertemente con el nivel de bienestar
que tienen los adultos/as mayores. En general, se ha encontrado que el bienestar de
los adultos mayores se relaciona más con los aspectos de calidad de las relaciones
familiares que con las características de conformación familiar. El papel de las
personas de edad se está modificando, donde pasa de ser una persona pasiva que
necesita cuidados y protección a ser un miembro activo en la familia, concediendo
protección y cuidados a generaciones más jóvenes.
Aún con la reducción del número de parientes, esto puede redundar en una
mayor cercanía con los parientes disponibles. Así por ejemplo, Hoff (2007) sostiene
que los cambios en la estructura familiar pueden significar un fortalecimiento de las
relaciones abuelos-nietos, pues como se tienen menos nietos, los adultos mayores
22
23. pueden concentrar más sus relaciones, brindando mayor cuido y acompañamiento a
éstos.
Definitivamente se ha evidenciado que las relaciones familiares son uno de los
factores predictores de bienestar en la vejez. Es preciso mencionar algunas
consideraciones dirigidas al fortalecimiento de la familia, que como gerontólogos/as
podemos propiciar. En primer lugar, es necesario reconocer que ciertos tipos de
familias son más vulnerables que otras y por lo tanto, merecen más atención. Por
ejemplo, familias con varias generaciones de personas adultas mayores dependientes.
El aumento en la longevidad puede significar que aquellos miembros de la familia que
proveen atención a los familiares dependientes pueden también estar en edades
avanzadas y sujetos a limitaciones funcionales. Llevar a cabo tareas de apoyo puede
resultar difícil. Bajo estas circunstancias, la disponibilidad de ayuda suplementaria es
indispensable para que las personas de edad mayor puedan permanecer dentro del
contexto de la familia y la comunidad. Segundo, debe prestarse atención a la
adopción de políticas sociales intergeneracionales. Como resultado del envejecimiento
de la familia, los miembros jóvenes necesitarán y demandarán más servicios diseñados
a ayudarse en sus roles de proveedores de cuidado y atención a los miembros de
mayor edad en la familia.
La gerontología tiene un compromiso con el fortalecimiento de la solidaridad
intergeneracional. Cabe señalar que las personas adultas mayores realizan actividades
de distinta índole en su propio beneficio y el de la comunidad a través de
organizaciones compuestas exclusivamente por adultos mayores u organizaciones
intergeneracionales. Sin embargo, la discriminación por la edad se manifiesta de
23
24. distintas maneras, entre ellas, en la falta de reconocimiento que las generaciones más
jóvenes le hacen a este grupo poblacional en cuanto a su contribución al desarrollo del
país y su cultura. En este sentido deben buscarse estrategias que promueva “una
sociedad para todas las edades”. Recalco nuevamente la importancia de la educación
al respecto. Deben generarse programas de educación en los cuales las personas
adultas mayores tengan acceso a formarse, así como a poner a disposición de
generaciones más jóvenes sus conocimientos y experiencias posibilitando la
conservación de las tradiciones y de las raíces culturales de las comunidades.
Otro objetivo de mucha relevancia en el compromiso de la Gerontología hacia la
población vieja, en el área de prioridad de Creación de un entorno propicio y
favorable, aquel que plantea la eliminación de todas las formas de abandono, abuso
y violencia contra las personas de edad. Se establecen como medidas, sensibilizar a
los profesionales y educar al público en general, valiéndose de los medios de difusión y
campañas de concienciación, sobre la cuestión de los abusos contra las personas de
edad y sus diversas características y causas. Nuestra participación en lograr estas
medidas es crucial. Otras recomendaciones son el promulgar leyes y establecer
medidas legales para eliminar los abusos contra las personas de edad; alentar a los
profesionales de la salud y de servicios sociales y al público en general a que informen
sobre los casos en que se sospeche la existencia de malos tratos a personas de edad.
La gerontología tiene la responsabilidad de ejercer liderato en propiciar un sistema
integral de apoyo para los adultos mayores. Un sistema integral de apoyo que fomente
el envejecimiento activo, asegurará como mínimo que las personas adultas mayores
tengan acceso a un ambiente saludable con relación a los servicios sanitarios, sociales,
24
25. económicos, de seguridad física y protección contra el abuso y el maltrato.
Abordándose las necesidades y los derechos de las personas adultas mayores, éstas
verán garantizadas su protección, su dignidad y su asistencia en el caso de que ya no
puedan mantenerse y protegerse a sí mismas. Esto incluye la creación de entornos
físicos y sociales apropiados para lograr una vida sana y autónoma el mayor tiempo
posible, proporcionando consejos sobre seguridad en el hogar y espacios públicos
(vida sin barreras).
La promoción de una imagen positiva del envejecimiento es otro aspecto
esencial del Plan de Acción al cual la gerontología debe prestar atención. El
reconocimiento de la autoridad, la sabiduría, la dignidad y la prudencia que son fruto de
la experiencia de toda una vida ha caracterizado normalmente el respeto con que se ha
tratado a la ancianidad en el curso de la historia. En algunas sociedades, a menudo se
desatienden esos valores y se representa a las personas de edad
desproporcionadamente como rémoras para la economía, debido a sus crecientes
necesidades en materia de servicios de salud y apoyo. Aunque el goce de la salud en
los años de la vejez es, naturalmente, una cuestión cada vez más importante para las
personas de edad, la concentración de la atención pública en la magnitud y el costo de
los servicios de atención a la salud, las pensiones y otros servicios ha promovido una
imagen negativa del envejecimiento. Las creencias sexistas y gerofóbicas reflejan el
énfasis de la sociedad en la productividad, el atractivo sexual y físico. La gerofobia es
el término que se usa para describir los prejuicios negativos y estereotipos hacia las
personas ancianas por razón única de su edad (Butler, Lewis y Suderland, 1991). Estas
actitudes negativas se cree surgen del miedo de las generaciones jóvenes al
25
26. envejecimiento y su rechazo a lidiar con los retos económicos y sociales que están
relacionados al incremento en la población vieja. Las imágenes que destacan el
atractivo, la diversidad y la creatividad de las personas de edad y su contribución vital a
la sociedad deben competir con ella por despertar la atención del público. Las mujeres
de edad se ven particularmente afectadas por los estereotipos engañosos y negativos:
en lugar de representarlas de manera que reflejen sus aportaciones, sus puntos
fuertes, su inventiva y sus calidades humanas, suelen ser representadas como débiles
y dependientes, lo que refuerza las prácticas excluyentes.. El prejuicio por edad a que
se enfrenta la mujer según envejece está compuesto por el sexismo y el doble mensaje
que considera vieja a la mujer a más temprana edad que el hombre (Sánchez, 2003).
El envejecimiento activo fomenta la autoestima y la dignidad de las personas y el
ejercicio pleno de todos sus derechos humanos. Es necesario que desde la
gerontología promulguemos que la sociedad en general desarrolle una cultura de
respeto por las personas adultas mayores por sus contribuciones a la familia, los
amigos, la comunidad y la sociedad. Que se deje de transmitir una imagen
estereotipada de la vejez expresada como pasividad, enfermedad, deterioro o carga
social que en general los medios de comunicación mantienen y reproducen.
La vejez y la población vieja, producto del envejecimiento es hoy día uno de los
asuntos fundamentales a los que se enfrentan las diversas naciones del mundo. Qué
haremos o que no haremos, va a determinar que tipo de sociedad envejecida
tendremos en las próximas décadas. Nuestro compromiso con la población vieja ,
como gerontólogos y gerontólogas es pensar en nuevas maneras de ayudar a ampliar
el debate sobre la manera de prepararnos para una sociedad envejecida en forma
26
27. comprensiva que tome en consideración las diversas disciplinas y grupos de interés
que moldeen los asuntos relacionados a la vejez. Urge que continuemos conformando
espacios que promuevan la realización de diálogos nacionales, regionales e
internacionales en torno a esta temática.
Aquellos que laboraron en el campo de la vejez cuando apenas era una
profesión aislada, deben disfrutarse el respecto y reconocimiento de sus trabajos por la
sociedad actual. Por otro lado, los adelantos actuales crean nuevos retos y
oportunidades a medida que miramos hacia la nueva vejez.
A manera de conclusión, deseo mencionar que las directrices que ofrecen los
organismos internacionales como las Naciones Unidas (Plan de Acción Madrid) para el
establecimiento de políticas de atención a las personas adultas mayores plantea un
reto a todos los que estamos inmersos en el campo de la gerontología. Si bien cada
realidad permite definir los marcos contextuales para nuestra tarea, es preciso
compromiso y voluntad para accionar en el tema de las personas adultas mayores.
Las acciones específicas son necesarias y son desafíos urgentes a los cuales hay que
hacer frente.
Desearía culminar esta presentación dejándoles con este pensamiento: En una
sociedad envejecida no es la persona de edad la que debe adaptarse a la
sociedad sino las estructuras sociales a ellas. Por tanto la gerontología social tiene
el gran compromiso de estar al servicio de las personas de edad mayor. Ese es nuestro
principal reto y responsabilidad.
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