1. Nace en sala Capriasca, Suiza, el 29 de
mayo de 1892. Muere en Mar Del Plata,
Argentina, el 25 de octubre de 1938.
2. En San Juan concurrió al jardín de infantes y desarrolló la primera
parte de su infancia.
Alfonsina se desempeñó como mesera en el negocio familiar, pero
dado que este trabajo no le gustaba se independizó y consiguió empleo
como actriz.
Storni ejerció como maestra en diferentes establecimientos educativos
y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período.
Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció
durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su
vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.
Fue diagnosticada con cáncer de mama, del cual fue operada.
Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club
Argentino de Mujeres.
Su cuerpo fue velado inicialmente en esa ciudad balnearia y
finalmente en Buenos Aires. Actualmente, sus restos se encuentran
enterrados en el Cementerio de la Chacarita.
3. El dulce daño (1918)
Irremediablemente (1919)
Languidez (1920)
Ocre (1925)
Poemas de amor (1926)
Mundo de siete pozos (1934)
Mascarilla y trébol (1938)
Antología poética (1938)
Poesías completas (1968)
4. TU DULZURA
Camino lentamente por la senda de acacias,
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.
Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
lléneseme la boca de mieles perfumadas.
Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
mucho temo volverme corriendo al caserío
prendidas en mis labios mariposas doradas.
5. DOLOR
Quisiera esta tarde divina de octubre hundirse en las aguas y no suspirar;
pasear por la orilla lejana del mar; ver que se adelanta, la garganta al aire,
que la arena de oro, y las aguas verdes, el hombre más bello, no desear amar...
y los cielos puros me vieran pasar.
Perder la mirada, distraídamente,
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera, perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
como una romana, para concordar y, figura erguida, entre cielo y playa,
con las grandes olas, y las rocas muertas sentirme el olvido perenne del mar.
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles
6. INDOLENCIA
A pesar de mí misma te amo; eres tan vano
como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
«¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;
no te vendas a nada, ni a un perfil de romano»
Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano,
de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo
vital fuera colado... Sólo muerto mi arrullo
más dulce te envolviera, buscando boca y mano.
¿Salomé rediviva? Son más pobres mis gestos.
Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos.
Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.
Pues no pierde su línea por una fiesta griega
y al acaso indeciso, ondulante, se pliega
con los ojos lejanos y el alma distraída.