PRIMERA CONVENCIÓN NACIONAL DEL MOVIMIENTO POLÍTICO COLOMBIA PAÍS DE REGIONES. QUE PROMUEVE LA AUTONOMÍA REGIONAL. Y RECHAZA EL CENTRALISMO QUE IMPERA EN COLOMBIA HACE 200 AÑOS.
DISCURSO PRIMERA CONVENCION NACIONAL DE COLOMBIA PAIS DE REGIONES. 14 de marzo de 2013. Cartagena de Indias. Hotel Caribe.
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DISCURSO
PRIMERA CONVENCIÓN NACIONAL
“COLOMBIA, PAÍS DE REGIONES”
TERCER ANIVERSARIO DEL VOTO CARIBE
POR: EDUARDO VERANO DE LA ROSA
CARTAGENA DE INDIAS, HOTEL CARIBE, MARZO 14 DE 2013
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INTRODUCCIÓN
Hoy, 14 de marzo, conmemoramos tres años del Voto Caribe. Quizás el momento más
importante de la historia política del Caribe colombiano. Ese día le dijimos a Colombia que
iniciábamos la búsqueda de nuestra propia identidad, de nuestro propio camino y de
nuestro propio andar como Región.
Ese día, dos millones y medio de personas proclamamos el anhelo, la voluntad y la
esperanza de Autonomía para la Región Caribe colombiana y, desde entonces, señalamos
una dirección para cada región de la patria que abre un nuevo rumbo hacia el futuro de
todos los colombianos.
El voto es sagrado. Desde Clístenes y Pericles ‘el primer ciudadano de la antigua Grecia
(400 A.C)’, se nos ha inculcado el respeto por el voto como base primigenia de la
democracia. No se puede imaginar una democracia sin el derecho al voto ni votar por fuera
del contexto de la democracia.
Por el contrario, desconocer el voto en la democracia es una forma de tiranía, en la medida
en que ese ejercicio de exclusión es una imposición que avasalla la voluntad general.
Mucho ha luchado la humanidad por el Voto Universal, pero ese invaluable activo de la
democracia se quiebra en Colombia cuando al pueblo Caribe se le desconoce, se le
irrespeta su voluntad y se les mira como a un grupo de niños que imitan a lo que hacen los
adultos en las elecciones. Tenemos el deber de hacerlo respetar y de honrarlo.
Aquí entendemos que este proyecto autonómico apenas comienza y debe continuar ahora
con mayor dinamismo. Por su dimensión y su ambición noble, debe estar en manos de
TODO el país. Tiene que convertirse en propósito Nacional porque esto no es solo un
sentir Caribe, es un querer de la región Pacífica, Orinoquía, la Amazonía, los Santanderes,
el Tolima Grande, los Llanos Orientales, los Andinos y la región Cafetera.
Todas las regiones necesitan empoderarse y asumir la irrevocable tarea de manejar el
futuro de su gente. Todas, además, son objeto de abandono y exclusión. El hambre
centralista no deja hueso sin roer.
El objetivo político más importante de nuestra sociedad actual, tiene que ser el desarrollo
integral del ser humano. Debe estructurarse YA una verdadera re-evolución social para
cambiar las condiciones de inequidad de las regiones excluidas, regiones tan distantes de
la media nacional que nos proveen cifras alarmantes que ubican en el Caribe y en el
Pacífico al mayor número de ciudadanos que viven en extrema pobreza. Reconstruir
nuestra dignidad es la tarea que debemos asumir con este gran proyecto político
COLOMBIA, PAÍS DE REGIONES.
Nuestra gente está convencida de la necesidad de una nueva forma de Estado. La gente
está capacitada para impulsar esta iniciativa, tiene ganas de participar, conoce su entorno,
tienen creatividad. Todo esto hace que ya estén las bases, los fundamentos para
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transformar la estructura del Estado y a partir de allí ser capaz de asumir, de manera
organizada, nuestro destino.
En consecuencia, lo que estamos buscando es el poder para reestructurar la figura
centralista del Estado colombiano para facultar a las regiones de herramientas que les
permitan manejar sus asuntos. La idea y el sueño, el propósito y la esperanza es
evolucionar del Estado centralista del siglo XIX al Estado Regional del siglo XXI.
A partir del último cuarto de la pasada centuria, la pobreza, el hambre, la marginalidad, la
desocupación recurrente, la inequidad social, la iniquidad territorial, el desarraigo y el
desplazamiento, por citar algunos ejemplos, han hecho parte de esas crisis que nos
resultan tan familiares, en particular, la crisis de las representaciones y la crisis de la
política.
La primera: la crisis de representaciones ha impreso en el imaginario colectivo,
atributos de ineptitud e incompetencia, de obesidad burocrática, de opresión del aparato
estatal, de equiparar lo público a la obstrucción del progreso y de excesos de reglamentos
inocuos e ineptos, el quehacer político.
En términos de la segunda, la crisis de la política, se ha ‘demonizado’ tanto el quehacer
político que hoy se observa como una serie de acciones soberbias y vergonzantes. Los
medios de comunicación han vendido a un mundo sin política y sin políticos. Ahora, la
anti-política, la sin-política, la parapolítica están dejando a la Política sin mundo.
Es preciso redefinir las funciones del Estado. Es imperativo que la lógica de su accionar se
re-contextualice y se re-territorialice. Urge que la arquitectura del nuevo Estado encuentre
camino: dicha arquitectura está en búsqueda de un diseño.
Es nuestra obligación promover la construcción de la organización del Estado de acuerdo
con las necesidades reales de toda la sociedad. Es la Sociedad Civil la que tiene que
impulsar y hacer posible este proyecto colectivo de estructuración institucional que
apunta a acoplar y arreglar el Estado conforme a los requerimientos de la historia.
La propuesta que profundizaremos hoy es la de cómo construir un Estado Regional.
Queremos responder a las preguntas: De qué trata este proyecto, el Estado Regional para
qué, el Estado Regional cómo. Esa es la tarea colectiva que tenemos hoy y vamos a
escucharnos.
Podemos, ahora, dar unas pautas generales para los conversatorios de hoy.
EL ESTADO REGIONAL QUE QUEREMOS
El Estado Regional buscará territorializar el poder. Acercarlo al ciudadano. Dar cuenta a él,
de sus ejercicios cercanos.
Todo Estado requiere algún grado de distribución territorial del poder. Será menester,
definir qué competencias, qué funciones, qué misión y qué responsabilidades tendrá cada
nivel territorial del Estado que se quiere organizar. La figura del Estado reclama
adecuación a cada etapa histórica vivida: en cada etapa se debe reordenar el Estado de
acuerdo con las necesidades de la sociedad y conforme a los objetivos que se deben
cumplir. Colombia llegará muy pronto a los cincuenta millones de habitantes y aún sigue
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aferrada a una organización y a una estructura de Estado que viene del siglo XIX. Es una
organización atrasada, arcaica, obsoleta, enmarañada. Su arquitectura barroca es obesa,
respecto a sus fines.
Por eso, nuestra propuesta es repensar el país para repensar el Estado: Hay que
desconcentrar el presidencialismo excesivo, indigesto, autoritario: nada se mueve sin la
voluntad del príncipe de turno. Ese es un sistema desigual que concentra en el nivel
central, tanto el control de la inversión pública como las decisiones políticas de mayor
impacto en las regiones pobres.
No obstante, no se trata de acabar con la unidad superior de la Republica y del Estado: se
trata de empoderar a varios niveles territoriales conforme a la variada realidad regional
que debe manejar la organización gubernamental y ese es el Estado Regional que debemos
construir. Un Estado donde se reconozcan las unidades territoriales sub-nacionales con
poderes políticos autónomos. Es decir, un Estado integrado por unidades territoriales
políticamente autónomas y por tanto, con genuina capacidad normativa, de órganos
ejecutivos y legislativos propios.
Algunas de las competencias sub-nacionales serán exclusivas del Estado Regional, como el
desarrollo económico y social, tal como ya lo había definido el artículo 306 de la
Constitución Nacional. Otras competencias serán compartidas como las vías nacionales y
regionales, y unas últimas serán concurrentes como la educación y la salud.
En Europa, desde el siglo XIX, entendieron que no puede haber “centralización política y
descentralización administrativa”. Ese fue un embeleco, un ‘engaña bobos’ de la
Constitución de 1886. Ha sido un fracaso. No puede haber poder de gestión sin poder de
decisión. Esa es la crisis del Estado Unitario Centralizado. Según García de Enterría, “no
puede haber Descentralización Administrativa sin una Descentralización Política efectiva”.
Competir es el verbo primordial de los tiempos que corren y no se puede competir sin
autonomía de los actores en competencia. La globalización implica competencias entre
sociedades acotadas territorialmente, no entre economías nacionales. Esto último es una
distracción.
JUSTICIA
Queremos construir un Estado Regional para ser un Estado Social de Justicia, etapa
superior a un Estado Social de Derecho, a través del cual, la redención social sea la gran
prioridad, y para el cual los ejes principales de libertad, igualdad y seguridad se den
dentro de procesos orientados por el máximo respeto a la dignidad humana. Se trata,
entonces, de construir una sociedad donde no existan grandes contradicciones generadas,
en mayor medida, por la concentración social y estatal de la riqueza y velar que, por el
contrario, haya una adecuada distribución de esta.
Esa concentración territorial del desarrollo es la principal fuente de injusticias y de
conflictos, los cuales, además, hacen colapsar un aparato de administración de justicia
también centralizado que no permite un trabajo denodado y plausible en las
corporaciones judiciales.
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La justicia también es centralizada, paquidérmica, no funciona y es ineficaz. Se requiere,
por tanto, un replanteamiento del funcionamiento centralista para sustituirlo por uno con
visión regional, articulado a cortes de última instancia para temas especiales en el nivel
central.
También en la justicia, las instancias ordinarias deben agotarse en los Tribunales
Departamentales y tanto la Corte Suprema de Justicia como el Consejo de Estado, deben
conocer, primordialmente, de los recursos extraordinarios de casación, revisión, anulación
y de bonificación de jurisprudencia.
ECONOMÍA
En ese Estado Regional, la Política Económica se sustenta en un sistema de planificación y
gestión regional que acepte un nuevo modelo de economía de mercado, pero no una
sociedad de mercado. Es importante que se reconozca la importancia de ubicar los
recursos fiscales de una manera justa y equitativa. Que no estén concentrados. Se trata de
implementar una Política Económica y Social que utilice, además, nuevos criterios de
decisión que respeten las instancias regionales.
La búsqueda de una mayor autonomía fiscal a nivel sub-nacional es un imperativo. Bajo
esta orientación de carácter autonomista, el mayor peso de la inversión pública debe ser
ejecutado desde, con y en función del nivel regional, departamental, y municipal,
especialmente en salud, educación e infraestructura.
Se precisa, por ello, fortalecer los ingresos fiscales territoriales, por ejemplo, cediendo
parte del IVA, un porcentaje del impuesto a las rentas, también del 4 por mil y otros
recursos, cuyos manejos deben transferirse al plano regional. Ello conduce al desmonte y
redimensionamiento del aparato funcional del gobierno central.
También se trata de una política económica que estimule y sea efectiva. Para que la
economía de cada región pueda ser competitiva a nivel internacional, se debe implementar
los ajustes y apoyos necesarios para que ello sea posible.
POLÍTICA EXTERIOR
En ese Estado Regional, la Política Exterior también debe involucrar proactivamente las
bases regionales. Hay muchos aspectos de las relaciones internacionales que deben ser
manejados en el nivel nacional con sus pares internacionales, sin la injerencia de las
organizaciones sub-nacionales, pero hay otras realidades territoriales y otras
circunstancias, como la acontecida en San Andrés, que deben direccionarse con la
participación activa del nivel territorial regional.
La política exterior de Colombia tiene que constituirse en una verdadera política de
Estado que no inicie con cada gobierno de turno ni se esconda en las cobijas de los
subsiguientes so pretexto de discreción y reserva diplomática, con el fin, de que nuestras
fronteras sean genuinamente protegidas y nuestro mar territorial y nuestra integridad
territorial sean eficientemente preservados.
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En este momento hace falta en nuestro país ‘sed territorial’ y padecemos de una especie de
complejo de inferioridad que nos ha causado las constantes perdidas de territorio nacional
y el debilitamiento ante laudos arbitrales y negociaciones.
POLÍTICA SOCIAL
El Estado Regional es por excelencia, política social y su principal premisa es la búsqueda
de la EQUIDAD SOCIAL, que no puede entenderse sin implementar EQUIDAD
TERRITORIAL. Debemos eliminar la inequidad en la prestación de los servicios de salud,
educación, servicios públicos, sistema de pensiones y cultura. Debemos luchar por el
acceso de todos al agua potable y a la vivienda digna. La igualdad de oportunidades es
condición de dignidad. La tarea es reformular, más que remendar, un tejido social
desgarrado por la exclusión.
PAZ Y SEGURIDAD
El Estado Regional debe fortalecer, en su nivel territorial, la obligación constitucional de
mantener el orden: sin orden, no hay paz. La guerra no puede ser un modelo de desarrollo.
Por eso, tenemos la mayor expectativa y le brindamos nuestras bendiciones a los diálogos
de La Habana donde se requiere de toda la creatividad y mentalidad tolerante e
imaginativa para lograr avances en la construcción de la paz para Colombia. No obstante,
esa paz requiere un modelo de Estado que la pueda acompañar en el post-conflicto y el
único modelo de Estado que la puede sustentar es el Estado Regional porque el
centralismo promueve la desigualdad y la inequidad.
Si se llega a unos acuerdos de Paz en La Habana, se deben refrendar mediante una
Asamblea Nacional Constituyente y no por un simple Referendo Constituyente, para que
haya, además del tratamiento de los temas de La Habana, la posibilidad de avanzar en la
construcción del nuevo modelo de Estado, del Estado Regional, el que será objeto de
análisis el día de hoy.
CONCLUSIÓN
En resumen, en este Estado Regional que proponemos se reestructurarán los niveles del
poder del Estado para construir, al menos, cinco regiones, para lo cual, tendremos que
hacer un gran trabajo político que convoque a todos nuestros pensadores y estadistas.
La autonomía regional es esperanza y propósito, no utopía de las comunidades
territoriales de Colombia. El camino que nos falta por transitar no va a ser fácil.
Anunciamos, desde ya, días de inmensa soledad: Mucha gente nos irá dejando en el camino
porque pretenderán que nos pleguemos, con sumisión, a las decisiones ya tomadas por
quienes se consideran los dueños de la política colombiana. Esa etapa de humillación
permanente y de ‘minus-valoración’ de nuestra mayoría de edad desde hoy ha terminado.
No podemos vacilar: Sabemos que ya hay decisiones tomadas en materia presidencial:
tendremos que controvertirlas.
Habrá muchos días de incomprensión, pero nuestro mensaje tiene que taladrar. Nuestro
mensaje tiene que llegar hasta el último rincón de nuestro territorio, hasta el fondo del
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alma del último de nuestros habitantes, para que ellos, libremente, escojan ese cambio
sustancial que hoy exige nuestra historia.
Tiene que existir una insurgencia con un sentido revolucionario, una RE-EVOLUCION, si
queremos cambiar nuestra realidad. El miedo no cabe en este caminar. El miedo no puede
ser un proyecto político, aunque hoy sea el eje emocional de la propaganda política. El
miedo es la antesala de los autoritarismos de todos los colores. El miedo es el mayor
enemigo de la confianza y el depredador, por excelencia, de la esperanza. La democracia
del miedo termina por cultivar el miedo a la democracia, en la lógica recursiva de la
serpiente que se auto-canibaliza, devorándose por su propia cola. Por ello, urge repensar
la política: recuperarla y reconstruirla con y desde la ciudadanía. Hay que releer lo social
desde la política. Hay que releer, entender y accionar lo político desde lo social, vale
decir, desde las personas, desde aquél unamuniano ‘hombre agónico’, que lucha y que
padece la cotidianeidad, desde el ciudadano del común que brega contra la marginalidad y
la exclusión, desde aquel que brega desde la crucifixión ‘emparedada’ de las clases medias.
Sin embargo, es variada la geografía del miedo y la miseria. Así como hay unos pocos
individuos privilegiados de la renta y la riqueza con comunidades favorecidas por acceder
al desarrollo y sus oportunidades, donde se concentra la educación y la salud de calidad,
donde se concentra la modernidad y sus mejores frutos; así también hay zonas que
necesitan que se eleven sus niveles mínimos de posibilidades.
Esto que proponemos es la convicción de un destino que nadie nos va a construir. Nadie
hará la tarea por nosotros. Hasta hoy nos hemos quedado en el discurso, hemos sido,
incluso, ingenuos. Hemos confiado demasiado, pero ahora hay que actuar. En la lucha
contra el centralismo hay que tener claridad, voluntad y decisión.
La responsabilidad de nosotros es con nosotros mismos, con nuestra propia historia. Esa
convicción nos debe llevar a una acción que construya otra realidad que aparte la pobreza
del camino de nuestra gente.
Es un proyecto para el que siempre estaremos dispuestos a reiniciar cada vez que
tengamos algún contratiempo, dificultad o problema. Tendremos que comenzar tantas
veces como sea necesario. Esta marcha es larga y solitaria.
La tarea es contundente: la construcción de nuestro Estado Regional.
Colombia, respetable y respetuosa, sólo es posible desde la autenticidad de su
democracia, y esta democracia únicamente puede adquirir sentido, con y desde unos
ciudadanos genuinamente, pensantes, deliberantes y verdaderamente decisores; con y
desde el facultamiento generativo de sus regiones –empoderamiento éste- en el que no
cabe la figura del Estado centralista, en el que nos escondemos porque no nos cobija desde
hace más de un siglo y que reclama el reconocimiento de la mayoría de edad, es decir, la
capacidad de razonar y encauzar nuestros propios destinos conforme a nuestros propios
sueños y conforme a nuestras especificidades territoriales y culturales. Colombia,
tolerante y humana solo es posible desde la justicia y desde la equidad, y la equidad sólo
dejará de ser una utopía cuando las regiones gestionen con autonomía sus asuntos
colectivos.
Colombia, una, sólo es posible desde su pluralidad regional,
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“En tiempos de extraordinarios cambios, el problema no radica en realizar todo lo
que podemos soñar sino en no ser capaces de soñar, todo lo que podríamos
realizar”.
(DeeHock, Fundador y Presidente Emérito de Vise
Internacional)