El Aula de Artes Plásticas de la Universidad Popular de Albacete presenta un recorrido por la historia de la pintura a través de los miradores: cuadros con ventanas y con balcones que mantienen activa la esperanza y nos recuerdan que, a pesar de las oscuridades que acechan el presente, la luz nos espera ahí fuera.
2. El confinamiento doméstico a que nos obliga la crisis sanitaria de la COVID-19 desde el 14 de marzo
ha convertido más que nunca nuestras ventanas y balcones en observatorios que, a prudente
distancia, nos mantienen en contacto con la vida real y palpitante, aunque en sordina, de nuestra
calle, de nuestrobarrio, de nuestraciudad.
El Aula de Artes Plásticas de la Universidad Popular de Albacete presenta un recorrido por la
historia de la pinturaa través de los miradores: cuadros con ventanas y con balcones que mantienen
activa la esperanza y nos recuerdan que, a pesar de las oscuridades que acechan el presente, la luz
nosesperaahífuera.
3. Para pintar, pues, una superficie, lo primero hago un cuadro o rectángulo del tamaño
que me parece, el cual me sirve como de una ventana abierta por la que se ha de ver
la historia que voy a expresar.
Leon Battista Alberti
De la pintura, libro I (1435)
Grabado de A. Durero incluido en el libro cuarto de “Los cuatro libros de la medida” (1525)
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4. Quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas
como quien mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más
misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente
iluminada por un candil. Lo que la luz del sol nos muestra siempre es menos
interesante que cuanto acontece tras unos cristales. En esa oquedad radiante o
sombría, la vida sueña, sufre, vive.
Por sobre las olas de los tejados, acierto a entrever a una mujer madura,
arrugada ya, pobre, perpetuamente enfrascada en su tarea y que nunca sale. Con
su rostro, con su atuendo, con sus gestos, con apenas nada, he reconstruido la
historia de esta mujer, o quizá fuera mejor decir su leyenda, y de vez en cuando,
entre lágrimas, me la recito a mí mismo.
De haber sido un pobre anciano, habría reconstruido la suya con la misma
naturalidad.
Y me acuesto, satisfecho de haber vivido y padecido en la piel de otros.
Y tal vez me digan: «¿Cómo sabes que esa leyenda es la verdadera?». ¡Qué me
importa la realidad que se halle fuera de mí, si me ha ayudado a vivir, a sentir
que soy y lo que soy!
Las ventanas
Charles Baudelaire
Poema recogido en (1862)El spleen de Paris
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5. “Te aseguro que aquí estoy bien y que de momento no veo ninguna razón
para ir de pensión a París o a los alrededores. Tengo una pequeña habitación
con un papel gris verde, con dos cortinas verde agua con dibujo de rosas muy
pálidas, animado por unos finos trazos de color rojo sangre.
Estas cortinas, restos, probablemente, de algún rico arruinado y difunto,
tienen un dibujo de una tapicería moteada a lo Díaz o a lo Monticelli,
marrón, rojo, blanco, crema, negro, azul miosotis y verde botella; a través de
la ventana, con barrotes de hierro, puedo ver un cuadro de trigo en un
cercado, una perspectiva a lo Van Goyen, por encima de la cual, por la
mañana, veo levantarse el sol en todo su esplendor.”
“¿Qué podría decirte de nuevo? No demasiado. Tengo en marcha dos
paisajes (lienzos de 30) de unas vistas tomadas en las colinas; uno de
ellos es la campiña que se divisa desde la ventana de mi dormitorio.
En un primer plano un campo de trigo asolado y tirado por tierra
después de una tormenta. Un muro, a modo de cercado, y más allá el
verdor gris de unos olivos, unas chozas y unas colinas. Por último, en
la parte superior del lienzo, una gran nube blanca y gris, ahogada en
el azul.”
Extractos de sendas cartas enviadas por el artista a su hermano Theo
el 25 de mayo y el 9 de junio de 1889, respectivamente.
La ventana de Van Gogh en el sanatorio de Saint-Rémy
Recreación de la habitación que ocupó Vincent van Gogh en el sanatorio mental Saint-
Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy, entre el 6 de mayo de 1889 y el 16 de mayo de 1890
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6. El desván de Ana Frank
Miércoles 23 de febrero de 1944
Desde ayer hace buen tiempo, y me siento completamente cambiada. Cada mañana voy al desván donde trabaja Peter y donde el aire de
afuera refresca mis pulmones saturados de moho. Desde mi sitio preferido, en el suelo, miro el cielo azul, el castaño aún desnudo, en
cuyas ramas brillan las gotitas de lluvia, las gaviotas que cortan el aire con su vuelo rápido. Él había apoyado la cabeza contra la gruesa
viga. Yo estaba sentada. Respirábamos juntos el aire fresco, mirábamos afuera, y entre nosotros había algo que no debía ser
interrumpido con palabras. Por largo rato, nos quedamos mirando el cielo, los dos; y cuando tuvo que dejarme para ir a cortar leña,
sentí que Peter era un muchacho extraordinario. Subió la escalera, seguido de mí, y durante el cuarto de hora que cortó la leña no
cambiamos una palabra. Yo permanecía de pie, para mirarlo: él se aplicaba en cortar bien la leña, para demostrarme su fuerza. También
miré por la ventana abierta, tras la cual se divisaba una gran parte de Ámsterdam; y por sobre los tejados, hasta la línea del horizonte,
de un azul tan límpido que ya no se distingue la línea divisoria. Me dije: «Mientras esto exista y yo pueda disfrutarlo — este sol radiante,
este cielo sin nubes—, no puedo estar triste». Para quien tenga miedo, se sienta triste o desdichado, el mejor remedio es salir al aire libre
y buscar un lugar donde esté solo con el cielo, la naturaleza y Dios. Únicamente entonces se siente que todo está bien así, y que Dios
quiere ver a los hombres felices en la naturaleza simple pero bella. Mientras esto exista, e indudablemente será siempre así, estoy segura
de que todo pesar hallará su consuelo, fueran cuales fueren las circunstancias. Quizá no tenga que esperar mucho tiempo para compartir
este arrobador sentimiento de felicidad con alguien que experimente cosas semejantes.
Tuya, ANA
Pensamientos:
Son tantas las cosas que echamos de menos aquí, desde hace tanto tiempo, y de ellas me veo privada en la misma medida que tú. No me
refiero a necesidades físicas, pues tenemos lo indispensable. Hablo de las cosas que suceden en nosotros, tales como los pensamientos y
los sentimientos. Siento la nostalgia, tanto como tú, del aire y de la libertad. Pero he empezado a creer que tenemos el privilegio de tener
una compensación enorme por todas esas privaciones. De ello me he percatado repentinamente, esta mañana, frente a la ventana
abierta.
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MARIBEL VERDO
LETICIA DOLERA
LUISA GAVASA
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Una película de PAULA ORTIZ
DE TU VENTANA
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175. Este documento terminó de prepararse el veintisiete de abril de dos mil veinte, lunes,
cuarenta y cuatro días después de comenzado el confinamiento decretado en España
para hacer frente a la crisis sanitaria de la COVID-19.
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