Este documento presenta un procedimiento para aprender frases en griego antiguo a través de la repetición y la práctica oral. Se recomienda leer las frases en griego varias veces, luego tapar la traducción al español y repetir las frases en griego de memoria. Esto ayudará a adquirir vocabulario y expresiones de forma activa a través de la constante práctica diaria.
3. El procedimiento para trabajar con las frases de ΑΘΗΝΑΖΕ
ΤΑΥΤΟΛΟΓΙΑΙ es el siguiente:
• Leemos las frases de la página de la izquierda (frases griegas). Si
tenemos alguna duda sobre el sentido de alguna frase, lo
consultamos en la página de la derecha (traducción española).
• Volvemos a leer, en voz alta y prestando atención sólo a la
página en griego. Repetimos esto unas cinco o seis veces, hasta
estar completamente seguros de entender perfectamente toda la
serie.
• Tapamos ahora con un papel la página de la izquerda. Vamos
leyendo mentalmente cada frase española y a continuación la
decimos en voz alta en griego y después la escribimos. Al
terminar comprobamos nuestros errores. Volvemos a repetir
la operación unas cuantas veces más hasta que nos salga
perfecto.
Cada cierto tiempo podemos hacer un repaso pidiendo a un
amigo o familiar que nos vaya preguntando listas de frases. Puede
resultar muy divertido y estimulante demostrarles cuántas frases
somos capaces de acertar.
Es importante tener en cuenta que las traducciones españolas no
son literales, porque de lo que se trata no es de traducir literalmente
palabra por palabra, sino de que al ver u oír la frase española,
automáticamente recordemos su equivalente griego -que no
necesariamente emplea las mismas construcciones-.
3
4. El trabajo con estas frases nos ayudará a adquirir de forma activa
no solo vocabulario, sino también un enorme repertorio de
expresiones griegas que, poco a poco y a base de la repetición
regular y constante -mejor dedicarle 30 minutos cada día que seis
horas una vez a la semana- iremos asimilando y al final nos saldrán
espontáneamente. La experiencia en la aplicación de esta
metodología en lenguas modernas demuestra que es especialmente
útil para estimular la competencia oral de forma autodidacta. Se
suele aplicar en alumnos que no tienen ocasión de practicar la
lengua en grupos, con hablantes nativos o de realizar cursos de
inmersión en el país de la lengua que estudian.
Por último, indicar que sería muy conveniente que el aprendiz
realice sus propias grabaciones de las frases griegas prestando
atención en la lectura a la posición de los acentos. No hace falta oír
estas grabaciones prestándoles completa atención. De lo que se trata
es de acostumbrarse al sonido de la lengua, por lo que lo importante
con las audiciones no es tanto entender, sino escuchar una y otra
vez, cuantas más veces mejor, incluso cuando estamos realizando
otras actividades -como conducir, pasear, cocinar, etc.-, para que
poco a poco, y a base de la repetición continua, las características
fonéticas de la lengua se nos vayan fijando en la memoria.
Una versión en forma de tarjetas de audio las tienes en
https://www.youtube.com/my_videos?o=U
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7. 1
1 El trigo no es mucho, pero es suficiente.
2 Diceópolis excava el campo.
3 Diceópolis se queja y dice: “¡Zeus!”
4 El campesino saca una piedra del campo.
5 Diceópolis ama la casa.
6 El sol calienta y le agota.
7 Diceópolis se alegra, pues es libre.
8 Diceópolis se levanta y trabaja.
9 Diceópolis es ateniense.
10 El campesino trabaja en el campo.
11 Diceópolis levanta la piedra.
12 La piedra es grande.
13 El hombre camina hacia la casa.
14 La casa es hermosa.
15 El campesino cultiva la granja.
16 La granja es pequeña.
17 Ya no descansa Diceópolis, sino que trabaja.
18 Poco después el hombre se sienta bajo el árbol.
19 El campesino se cansa mucho.
20 El sol se pone.
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9. 21 Diceópolis no vive en Atenas.
22 La granja produce trigo.
23 La vida es dura.
24 El trabajo es largo.
25 Mucho tiempo trabaja el campesino.
26 Diceópolis siempre trabaja, pues es incasable y
fuerte.
27 Finalmente camina hacia la casa.
28 El hombre cultiva el campo.
29 Diceópolis trabaja mucho, así pues se queja
muchas veces.
9
11. 2
1 El campesino sale de la casa.
2 El esclavo es vago.
3 Jantia duerme bajo el árbol.
4 Diceópolis llama al esclavo.
5 No trabaja el esclavo, si no está presente
Diceópolis.
6 “¿Por qué eres tan vago, Jantia?”
7 Ahora el esclavo no se apresura, sino que
camina despacio.
8 Al día siguiente el agricultor coge el yugo.
9 El esclavo vago no ayuda.
10 “¡Ven aquí, Jantia!”
11 “¡No seas tan duro, amo!”
12 Diceópolis conduce los bueyes.
13 “¡Trabaja, maldito esclavo!”
14 Diceópolis lleva los bueyes bajo el yugo.
15 El esclavo encaja el arado.
16 El amo mira hacia el arado.
17 El buey arrastra el arado.
11
13. 18 Diceópolis camina y Jantia le sigue detrás.
19 El agricultor aguijonea a los bueyes.
20 Deméter multiplica la semilla.
21 “Yo trabajo, y ¿ tú qué haces?”
22 Desde el amanecer trabaja el amo en el campo.
23 El amo pega al esclavo.
24 El sol quema, pues es mediodía.
25 El árbol da sombra.
13
15. 3
1 El campesino siembra la semilla.
2 Pero, ¡mira! los bueyes ya no arrastran el
arado.
3 Una piedra grande impide el arado.
4 El esclavo no levanta la piedra.
5 Jantia dice: No es posible levantar la piedra,
pues es grande.
6 Diceópolis: ¡Esclavo tonto, no charles, sino
levanta la piedra!
7 El campesino y el esclavo levantan juntos la
piedra.
8 Pero la llevan apenas, pues es grande.
9 Mientras llevan la piedra, Jantia tropieza y deja
caer la piedra.
10 La piedra cae al pie de Diceópolis.
11 Diceópolis: ¡Canalla! ¿por qué dejas caer la
piedra?
12 El esclavo: No tengo la culpa, amo.
13 El campesino y el esclavo levanta de nuevo la
piedra y la llevan.
15
17. 14 Entonces se acerca Filipo, el hijo de
Diceópolis.
15 Diceópolis es el padre de Filipo.
16 Filipo es un niño grande y valiente.
17 El niño lleva al padre la comida.
18 El niño dice:¡Padre, ven aquí! ¡No trabajes ya,
sino come, pues traigo la comida!
19 Diceópolis deja el arado y come.
20 No es posible arar, pues muchas piedras
impiden el arado.
21 Ni es posible levantar tantas piedras.
22 Diceópolis va a ir al campo.
23 En los árboles hay muchos frutos.
24 Los frutos están maduros.
25 Así pues, el agricultor va a cortar los frutos.
26 Las aceitunas están maduras.
27 Los agricultores hacen el aceite de las aceitunas
y el vino, de la vid.
28 Los esclavos vaguean, pero Filipo examina a
los malos esclavos.
29 Los campesinos reúnen las aceitunas y la llevan
a un saco.
17
19. 30 Filipo sube a un árbol alto, pues no ignora
que los frutos están maduros.
31 Cuando los frutos caen de los árboles, el
campesino los recoge.
32 cuando Filipo está en el árbol, de repente
resbala y cae al suelo.
33 El niño permanece inmóvil y un miedo muy
grande se apodera de su padre.
34 El padre corre y dice: ¿Por qué te quedas ahí?
¿Qué te pasa?
35 Diceópolis corre a casa y llama a Mirrine.
36 Mirrine es la madre de Filipo.
37 Mirrine al hijo: ¿Por qué no te levantas, hijo?
38 El niño no se levanta, sino que está mal.
39 La madre: ¿Estás bien, Filipo?
40 Filipo: Sí, madre, estoy bien.
41 La madre besa al hijo.
42 Filipo y su madre caminan a casa, pues es hora
de comer y descansar.
19
21. 4
1 Las ovejas están en el corral.
2 Cada día Filipo da el heno a las ovejas.
3 Cada día Filipo ordeña las ovejas.
4 El padre prensa las aceitunas y hace aceite.
5 Mirrine es la mujer de Diceópolis, Diceópolis
es el marido de Mirrine.
6 Cuando sale el sol, la mujer y la hija caminan
hacia la fuente.
7 Mirrine y Melita tienen la intención de llevar
los grandes cántaros hacia la fuente.
8 En la aldea hay muchas casas.
9 Las mujeres y los niños permanecen en la
aldea.
10 Las casas pequeñas son suficientes para los
rústicos.
11 Los agricultores se alegran cuando vuelven a
casa después de los trabajos, y por eso aman
las pequeñas casas.
12 Con Mirrine caminan otras mujeres hacia la
fuente.
21
23. 13 La plaza de la aldea no es grande como las
plazas de las ciudades.
14 La plaza no es grande, pero, sin embargo,
siempre está llena de gente.
15 Mirrine y la niña cruzan la plaza.
16 Desde la plaza los hombres marchan a los
campos.
17 Junto a la fuente hay otras mujeres y llenan los
cántaros.
18 Desde el amanecer las otras mujeres están allí.
19 Melita llama a otra chica: ¡Hola, amiga!
20 Un mensajero dice que los atenienses
organizan una fiesta.
21 En la fiesta los atenienses organizan bailes y
competiciones.
22 El mensajero llega de la ciudad.
23 Las mujeres se acercan rápidamente al
mensajero y escuchan.
24 Las mujeres quieren caminar a la ciudad y
contemplar los bailes y las competiciones.
23
25. 25 Una mujer de nombre Fedra y la esclava se
acercan a la fuente.
26 El ama va a ir a casa y se enfada con la esclava.
27 La esclava dice:¡Por Zeus! el amo es duro.
28 El amo se enfada con los esclavos todo el día.
29 Tanto miedo se apodera de los esclavos, que
no se atreven a marchar.
30 Los esclavos descansan, el amo se enfada, mira
al cielo y castiga a los esclavos.
31 Los esclavos dicen: ¡No nos castigues!
Pero no menos les castiga el amo.
32 Las esclavas dan agua y comida al amo.
33 El ama: ¡Date prisa, esclava! Pues es hora de
preparar la comida al amo.
34 Los malos esclavos no quieren hacer nada.
35 !Ay! El amo se enfada.
25
27. 36 Sí, el mensajero en verdad dice que los
atenienses organizan una fiesta.
37 Melita quiere muchísimo ir a la ciudad y
contemplar la fiesta.
38 Pues raramente va Melita a la ciudad.
39 No es difícil convencer al padre, sino fácil.
40 Melita tropieza en el camino y rompe el
cántaro.
41 Melita ¿A dónde corres? ¿De dónde vienes?
42 El mar que está junto a Atenas es hermoso.
43 No es raro que la gente ame las regiones que
están junto al mar.
44 La amiga habla sobre la ciudad.
45 El los caminos del Pireo mucha gente sale de
los barcos.
46 Por eso hay mucho ruido.
47 El mar baña las regiones que rodean a Atenas.
48 La región que rodea Atenas es fértil, pues da
aceite, vino e higos.
49 En Atenas el número de gente es grande, y
grandes son los gritos.
27
29. 50 ¡Cuánto ruido hay en Atenas, Melita!
51 En la plaza hay muchas tiendas y en los
caminos no lejos de la plaza hay muchos
talleres.
52 En los talleres de nuestra ciudad los mismos
hacen muchos trabajos.
53 Pues hacen puertas, camas, arados y mesas.
54 Muchas veces incluso construyen casas.
55 Si tienes tiempo, escucha todo lo relativo a la
ciudad.
56 Mientras caminan, las chicas hablan entre sí.
57 Cuando entran en la casa, Melita busca otro
cántaro.
58 Va de nuevo hacia la fuente, pero en el camino
se encuentra con Mirrine.
59 ¡Date prisa, hija! ¡Ve rápidamente hacia la
fuente!
60 Melita se apresura mucho, pero una amiga la
sigue y la llama.
29
33. 5
1 Las chicas gritan: Nosotras vemos las ovejas de
Filipo en el campo.
2 ¿Qué veis? ¿Dónde están las ovejas?
3 A las chicas se acerca un joven llamado Fedro.
4 Fedro grita fuerte al esclavo.
5 ¡Venga, ve de prisa! ¡Condúcelas de nuevo al
redil!
6 Ya es hora de ir a casa. ¡Id vosotras también a
las casas!
7 Argos es un perro grande y fuerte.
8 El abuelo de Filipo está junto a la casa en el
jardín.
9 Mirrina y Melita no están en casa.
10 El perro, mientras vigila la casa, ve una liebre
en el campo.
11 Argos se lanza sobre ella y corre monte arriba.
12 La liebre huye, sí, pero el perro ladra y la
persigue.
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35. 13 Filipo ya no ve al perro. Por eso, corre a la
cima del monte.
14 Finalmente Filipo se desanima. Pues, el perro
está en alguna parte en los montes.
15 el abuelo coge un bastón y dice: No seas vago,
niño. Venga, ven conmigo deprisa al monte.
16 Filipo grita al perro: Maldito perro, vuelve;
pues la libre ya no está.
17 El niño llega primero al camino, pero su
abuelo y otras personas van detrás.
18 Mientras en el redil las ovejas arman barullo,
pues hay un lobo.
19 Así pues, se apresuran al redil, ya que quieren
saber qué les pasa a las ovejas
20 El perro llega, ladra salvajemente y se lanza
contra el lobo, el lobo se gira y huye.
21 El perro sujeta al lobo con los dientes.
22 Mientras el perro retiene al lobo, el niño le
lanza una piedra.
23 Después coge un cuchillo y le golpea.
35
37. 24 El lobo tiembla y cae al suelo.
25 Entonces llega el abuelo y ve al lobo yaciendo
en el suelo.
26 Así que el abuelo se asombra mucho y dice a
Filipo: ¡Bravo, niño! ¡Eres valiente!
27 y al perro: ¡Y tú,, Argo, eres un nuen perro.
28 En la casa Mirrine ignora qué hacen.
29 Y cuando se entera de todo, se asombra y dice:
¿Es que decís la verdad?.
30 Cuando Mirrine dice que Filipo ha matado al
lobo, los hijos desean escuchar un cuento.
31 Mirrine quiere saber qué cuento desean
escuchar sus hijos.
32 Filipo mira hacia Mirrine y le dice:
¡Queremos oír tu cuento ya, mamá!
33 Quiere oír sobre un lobo terrible y otra fiera.
34 Los muchachos valientes quieren escuchar
cuentos sobre hombres valientes.
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39. 35 Mientras la madre habla, de pronto el niño
dice: ¡Calla, madre! ¡Escucha cómo alborotan
el esclavo y nuestro perro!
36 Vuestro perro quiere morderme, pero yo grito
fuerte, pues quiero que pare.
37 El perro ya no te persigue, llévatelo.
39
41. 6
1 Creta es una isla. Su rey es Minos.
2 En el laberinto de Creta vive el Minotauro,
una bestia terrible.
3 El Minotauro es un toro, pero no completo,
pues la mitad es hombre.
4 Egeo reina en Atenas.
5 Minos quiere que Egeo suministre siete
muchachos y siete muchachas.
6 Egeo envía cada año al Minotauro a los
muchachos y las muchachas.
7 Teseo, cuando se hace mayor, quiere ir a
Atenas.
8 El joven quiere que el Minotauro no coma
más a sus compañeros.
9 Pues quiere ayudarles.
10 Así pues, dice a Egeo: Querido papá, quiero
viajar a Creta.
11 Pues me dan pena mis compañeros.
41
43. 12 Egeo tiene mucho miedo.
13 Finalmente envía a su hijo, pues le obedece.
14 Pero tan pronto como Teseo llega a Creta y
sale de la nave, el rey y la reina lo reciben.
15 Los esclavos llevan a Teseo a la ciudad de
Minos y lo vigilan en la cárcel.
16 Llaman a la ciudad de Minos Cnoso.
17 Ariadna, cuando ver al muchacho, se enamora
de él y quiere salvarlo.
18 Cuando se hace de noche, Ariadna suministra
a Teseo el hilo y la espada.
19 Después marcha a la nave.
20 Ya se hace de noche y Teseo espera el día.
21 Mamá, dime ¿Qué le pasa después a Teseo?
22 El sol calienta mucho, pues ya mediodía.
23 El amo grita fuerte y no deja hablar a Mirrine
ni dormir al abuelo.
43
45. 24 El abuelo duerme en casa y no se levanta.
25 Diceópolis grita: ¡Esclavos, sois vagos y no
queréis trabajar!
26 Pues no ignoro vuestro carácter.
27 el esclavo sigue al amo hacia al campo.
28 ¡Calla, papá! ¡Y vosotros, esclavos, no seáis
vagos ni descanséis siempre!
29 ¿Es que has dicho a padre lo del lobo, madre?
30 En absoluto, hijo.
31 al día siguiente viene Minos y lleva a Teseo al
laberinto.
32 Los esclavos abren los portones del laberinto
y entran.
33 Teseo entra; después los esclavos cierran los
portones y marchan.
34 En el laberinto hay mucha oscuridad.
35 Teseo guía a sus compañeros.
36 El la derecha tiene la espada y en la izquierda,
el hilo.
45
47. 37 recorren mucho camino, pero de pronto
huelen la respiración del Minotauro y oyen el
ruido de sus pies.
38 Así pues, los compañeros se giran y lo ven.
39 La bestia muge.
40 Así pues los compañeros lo oyen y se asustan
mucho.
41 Teseo se lanza sobre la bestia.
42 Le sujeta de la cabeza, después golpea el pecho
y mata a la bestia.
43 Ella brama horriblemente y cae al suelo.
44 Los compañeros honran muchísimo a Teseo.
45 En los portones hay una tranca.
46 Los compañeros cortan la tranca.
47 Así termina Mirrine el cuento.
47
49. 7
1 Filipo cuenta a Melita otro cuento sobre un
hombre astuto de nombre Odiseo.
2 Él toma Troya con Agamenón.
3 Después, cuando navegan a sus hogares, cae
en muchos peligros.
4 Ve fieras enormes y se topa con tormenta
terrible.
5 Finalmente, una vez salen de las naves a la
playa de cierta isla.
6 Así pues, allí afrontan un peligro enorme.
7 Pues hay muchas ovejas y muchas cabras en la
isla.
8 Así pues, Odiseo oye un ruido de ellas y ve
humo cerca.
9 Odiseo quiere saber con doce compañeros
quiénes hay en la isla.
10 En una cueva encuentra muchas ovejas y
cabras, pero no ve a nadie.
49
51. 11 Los compañeros quieren conducir ovejas y
cabras a la nave y zarpar cuanto antes.
12 Pero Odiseo le ordena permanecer dentro.
13 Mirrina al niño: ¿A dónde corres? ¿Dónde está
el perro?
14 Filipo a ella: Una oveja huye a refugiarse en la
torre.
15 La oveja se esconde en la oscuridad.
16 ¿Dónde están las lámparas? Pues allí está
oscuro.
17 Búscalas sobre las pieles.
18 El niño encuentra la lámpara y enciende fuego
en ella.
19 El niño ve la oveja con el fuego de la lámpara
y lo lleva al redil.
20 La oveja bala.
21 El cíclope entra en la cueva, un gigante
enorme y terrible.
22 Los hombres ven con los ojos.
23 El cíclope tiene un ojo en la frente.
51
53. 24 Así pues, el cíclope es terrible.
25 Los aqueos se refugian en el interior de la
cueva.
26 El cíclope conduce los rebaños al interior de la
cueva.
27 Después coloca una piedra enorme en la
entrada de la cueva.
28 El gigante no contesta nada a Odiseo.
29 Coge a dos extranjeros y los golpea contra el
suelo.
30 Los cerebros fluyen de las cabezas y empapan
el suelo.
31 Melita quiere saber como se salva Odiseo a si
mismo y a sus compañeros.
32 Odiseo, un hombre de recursos y astuto,
entrega el vino al gigante.
33 Y él al poco se emborracha y se duerme.
34 Odiseo encuentra un palo enorme y lo calienta
en el fuego y lo introduce en el ojo del cíclope.
35 El gigante salta inmediatamente y grita
horriblemente.
53
55. 36 Ya no ve, pues está ciego.
37 Melita quiere saber qué pasa después.
38 ¿Es que los aqueos llegan a su patria?
39 Posidón, el dios del mar, no les deja llegar a su
patria.
40 Pues es su enemigo.
41 A Odiseo no le es posible llevar a puerto sanos
y salvos a sus compañeros.
42 Primero los aqueos huyen sanos y salvos de las
piedras del cíclope, después llegan a la isla de
los vientos.
43 Eolo da a Odiseo un odre.
44 Dentro están los vientos.
45 Así pues, se hacen a la mar pero siempre hay
calma y no es posible navegar.
46 Mientras el general duerme, uno de los
compañeros dice:
47 En el odre hay un tesoro, sin duda.
48 Los vientos producen una gran tempestad y
muchos compañeros mueren.
55
57. 49 Los compañeros no quieren ser prudentes.
50 Pues degollan y devoran las vacas del Sol.
51 Así pues, todos los compañeros son
imprudentes, pero Odiseo es prudente y no
devora las vacas.
52 Sólo se salva Odiseo.
57
59. 8
1 Cuando cae la tarde, Diceópolis vuelve al
patio.
2 Encuentra allí a su mujer y a Melita.
3 Estas conversan entre ellas sobre la fiesta,
mientras tejen un manto.
4 Cuando ve a su marido, la mujer ya no teje el
manto, sino que explica a su marido cómo ha
matado el hijo al lobo.
5 El padre quiere honrar al mata lobos.
6 La mujer dice: «Filipo quiere ver la fiesta,
porque los atenienses organizan los bailes y las
competiciones».
7 «Marido ¿Quieres llevarnos allí?».
8 Él contesta: «pero es imposible, mujer. Pues si
dejamos de trabajar, vamos a pasar hambre.».
9 «Pues no somos ricos».
10 Con el trabajo los hombres, dice el poeta, se
hacen ricos en ganado.
59
61. 11 «Sea como queréis, pero yo no tengo la culpa
de nuestra desgracia».
12 La agricultura fortalece a los hombres; pues les
da fuerza.
13 La agricultura viriliza y ejercita a los hombres;
pues estos se levantan con el día.
14 Así pues Diceópolis duerme echado en un
diván de pieles y hojas.
15 Van a marchar mañana a la cuidad.
16 Filipo va raramente al teatro, pues siempre se
queda en la granja y se ocupa de las vides.
17 En el teatro las mujeres cuidan su aspecto y
comprueban si algún otro las observa.
18 Viendo las competiciones y los bailes, los
ciudadanos honran a Dioniso.
19 Así pues el sueño se apodera de Filipo; el niño
se duerme.
20 Hipias quiere saber qué hace Filipo.
61
63. 21 El dios dice al niño que deshonra a los que no
trabajan.
22 El padre al niño asustado: «¡Ánimo, niño, no
temas! Ahora descansa y duerme. ».
23 En el patio hay un altar. Así pues allí
Diceópolis hace una libación a Zeus.
24 Zeus es el padre de los dioses y de los
hombres.
25 A Zeus suplica Diceópolis que salve a todos.
26 Después el abuelo monta en el asno y se
ponen en marcha hacia la ciudad.
27 Cuando llegan a lo alto del monte, ven abajo
el Partenón.
28 Cuando entra en la ciudad, atan el asno a un
árbol y descansan un poco.
29 Mirrine, asustada pro la niña, la coge de la
mano.
30 Hay mucha gente en los caminos.
31 El abuelo se apoya en el bastón.
32 Polemarco no es rico, pero es bueno.
63
65. 33 Pues no tiene oro, pero sí muchos hijos.
34 Pues engendra hijos muchas veces.
35 Para el hombre bueno todo el mundo es su
patria.
36 El amigo apenas reconoce a Diceópolis, que
viene tan raramente a la ciudad.
37 Diceópolis no tiene tiempo, al trabajar
siempre en el campo.
38 El primer hijo ya es adolescente, es segundo es
un muchacho.
39 Los chicos pasan el tiempo en la Acrópolis
esperando la procesión.
40 Diceópolis no sabe cuántos hijos tiene Ctisipo.
41 El nombre del primer hijo de Polemarco es
Nicóbulos; el del segundo, Hierón; el del
tercero, Melanipo; el del cuarto, Filótimo; el
del quinto, Diágoras.
42 Los hombres y las bestias aman a sus hijos.
43 Las madres no sólo paren a sus hijos, sino que
también los alimentan.
65
67. 44 Los hijos raramente escuchan a sus madres.
45 Melita calla, pues para una chica el silencio
conlleva el mayor adorno.
46 «Ya es hora de marchar. Hasta pronto,
amigo».
67
69. 9
1 Cuando llegan a la ciudad, descansan sentados
en un pórtico.
2 Un vendedor de embutidos avanza entre la
multitud, empujando y voceando sus
mercancías.
3 Los niños tienen muchísima hambre.
4 Así pues, el padre se dirige al vendedor y
compra los embutidos.
5 Los niños comen los embutidos y beben el
vino.
6 Al cruzar los Propíleos ven los niños el
Partenón, el templo de Atenea.
7 En frente ven la figura de Atenea, que es
enorme.
8 La figura lleva la lanza en su derecha, pues está
armada.
9 El padre, guiando por delante a los niños, entra
al templa, que es muy bello.
10 Los niños admiran todas las estatuas que
adornan el templo.
69
71. 11 Todo está oscuro; pues dentro está muy
oscuro.
12 Pero en la oscuridad la imagen de la diosa
reluce por el oro.
13 Los niños ven una Victoria en su mano derecha
y el escudo en la derecha.
14 Así pues Filipo, levantando las manos, reza a la
diosa virgen, hija de Zeus, protectora de la
ciudad.
15 Los niños vuelven a donde sus progenitores,
mientras todos se reúnen con intención de ir al
jardín sagrado.
16 El abuelo está furioso y quiere contemplar la
procesión.
17 La procesión avanza.
18 El heraldo, avanzando, ordena a la multitud
apartarse.
19 Avanzan una muchachas bellísimas con cestos
repletos de racimos de uvas.
20 Siguen no sólo ciudadanos, sino también
metecos con cestos.
21 Vienen detrás unos muchachos excelentes y los
servidores con las víctimas.
71
73. 22 Los servidores caminan en último lugar.
23 El heraldo ordena callar al pueblo.
24 Así pues el heraldo pregona: «¡Callad,
ciudadanos!».
25 El sacerdote suplica a Dioniso: «Señor Dioniso,
¡acepta el sacrificio y aumenta los racimos de
las vides!»
26 Cuando el sacerdote degüella un buey, los
servidores, que están preparados, trocean el
buey y lo reparten a los ciudadanos la carne de
la víctima.
27 Los presentes disfrutan con el banquete y
muchos ya borrachos lo celebran.
28 El abuelo quiere celebrarlo también él, pero
Diceópolis (dice): «Ya no era un muchacho,
abuelo, sino un viejo. Por eso no te convienen
las celebraciones.»
29 Cuando Diceópolis y los demás llegan a las
puertas, todos duermen en el suelo.
73
75. 10
1 Diceópolis llega temprano al teatro.
2 El teatro está lleno de gente; así pues
Diceópolis guía al abuelo hacia arriba y
encuentra un asiento.
3 El trompetista ordena estar respetuosamente en
silencio a los ciudadanos.
4 Cuando el trompetista toca la trompeta todo el
pueblo calla respetuosamente.
5 Cinco coros de niños bailan en la orquesta,
cantando en sus himnos las obras del dios.
6 Otros cinco coros de hombres compiten, todos
muy bien sí, pero uno mucho mejor.
7 El coro vencedor recibe la corona.
8 El deseo de la vida rústica se apodera de los
campesinos, al permanecer tanto tiempo en la
ciudad.
9 Diceópolis ya odia a los que viven en la ciudad
y echa de menos la granja.
10 Cuando los ciudadanos quieren tramitar algo
en otras ciudades, envían un mensajero.
75
77. 11 El buen ciudadano administra bien su propia
ciudad y honra a sus padres.
12 Sin duda, hoy en la ciudad aparecen pocos
hombres decentes.
13 Ya es hora de volver otra vez a casa y ya no es
posible contemplar las tragedias.
14 Los campesinos tienen que llegar a casa antes
de la noche.
15 Pues Jantia, con toda probabilidad, duerme y
los bueyes pasan hambre.
16 En el camino unas personas se pelean y golpean
a un pobre chico.
17 Uno de los hombres (dice) a Filipo: «No te
metas en asuntos ajenos» y le pega.
18 Cuando su madre le echa agua por la cabeza,
Filipo respira poco después y se mueve, pero
no ve nada al estar ciego.
77
79. 11
1 Diceópolis, cuando supo que el niño estaba
ciego, dijo: « Hay que llevarle a alguna casa.»
2 Hay que llevar al niño a donde algún médico.
3 Cuando llegaron a la casa de su hermano, el
padre llamó a la puerta.
4 El hermano viene a la puerta, abre y dice:
«Hola, pero decidme qué os pasa.»
5 Diceópolis cuenta a su hermano todo lo
sucedido: «El niño ha sufrido una desgracia.»
6 El hermano los introduce en la habitación de
los hombres y a las mujeres, en la de las
mujeres.
7 El hermano, al ver a las mujeres llorando, dice:
«Basta de lágrimas. Descansad y dormid, pues
es tarde.»
8 El pobre Filipo quiere morir al haberse
quedado ciego.
9 Su madre le dice para consolarlo: «¡Ánimo,
niño!»
10 Así pues, la madre anima al niño.
79
81. 11 Los dioses causan un gran sufrimiento a Filipo.
12 «Los dioses te han causado un gran sufrimiento
queriendo darte una gran lección.»
13 La diosa dio una hermosa voz a Homero, al ser
ciego.
14 El médico no quiere ver al niño; pues no le
entregan dinero.
15 Diceópolis tiene el dinero de su hermano, no
mucho pero suficiente.
16 El hermano le dice en respuesta: «Si no te
resulta suficiente mi dinero, unos amigos van a
hacerme un préstamo.»
17 Muchos jóvenes reciben heridas en las batallas,
pero los dioses les ayudan.
18 «Escucha ahora la experiencia que tuvo
Querefonte cuando era pequeño.»
19 Querefonte, al encontrar cierta vez una cueva,
no tomó nada excepto su perro.
20 El perro era un animal grande y valiente.
21 Diceópolis al andar dejaba piedras tras él.
22 «¿No digo la verdad, hermano?»
81
83. 23 Contesta el hermano: «¿Pues cómo no? Eso
pasó como dices.»
24 En la cueva hay una sima en el suelo. A ella
cayó Querefonte.
25 El hermano de Diceópolis, al ser el mayor, fue
el guía de los otros, pero Diceópolis fue el
responsable de su salvación.
26 Los otros no fueron capaces de encontrar la
salida.
27 Al andar en círculos, no encontraron la salida.
28 Los compañeros encontraron a Querefonte y
lo sacaron de la cueva.
29 Querefonte no vio nada, aún habiendo salido a
la luz, pues estaba ciego.
30 Entonces le sucedió a Querefonte una desgracia
como nunca a ningún otro.
31 El padre llegó con Querefonte a templo de
Asclepio y allí vio muchos cosas asombrosas.
32 Al llegar a casa del médico, Diceópolis llamó a
la puerta.
33 Un esclavo sale y los manda al carajo.
83
85. 34 Diceópolis, tras dar dos obolos: «Toma,
camarada. Llama al médico, a ver si quiere
recibir al niño.»
35 El médico no es capaz de asistir al niño, pues
los ojos no están dañados.
36 El padre está muy triste al no tener mucho
dinero, pues es pobre.
37 Le resulta imposible pagar el pasaje al capitán y
no le es posible ir a Epidauro a pie.
38 El hermano tiene dinero en un arca.
39 Coge cinco dracmas del arca y se los da a
Diceópolis.
40 Así pues, Diceópolis ya no se preocupa y está
muy agradecido a su hermano, que es tan
bueno.
41 Para Diceópolis su hermano es el hombre más
querido.
85
87. 12
1 Zeus lanzó el rayo a los compañeros.
2 Odiseo no murió, pues anda errante mucho
tiempo agarrado al mástil.
3 Al final, al ver una isla que no distaba mucho,
se acerco a nado y llegó a un lugar de la playa.
4 El en lugar llano no hay peñas.
5 Así pues, es posible ponerse a salvo del mar.
6 Allí un río desemboca en el mar.
7 Junto a su desembocadura se refugia Odiseo del
mar.
8 Llegó a la playa, donde descansó mucho
tiempo.
9 Después quiere saber si los habitantes del lugar
son hospitalarios o bárbaros.
10 El miedo se apoderó de Odiseo, al haber
llegado a una tierra desconocida.
11 En la tierra muchos árboles forman un bosque.
87
89. 12 Se escondió en los arbustos del bosque.
13 Allí reina Alcinoo.
14 Nausicaa dispone de mucha ropa.
15 La ropa está sucia. Así pues hay que marchar al
río y lavarla.
16 Los esclavos sacaron el carro y Nausicaa
ordenó a las sirvientas seguirla.
17 Juegan al balón junto al río las sirvientas.
18 Nausicaa lanzó la pelota, pero no alcanzó a la
sirvienta.
19 Cuando la pelota cayó al río, las criadas
gritaron.
20 Odiseo está desnudo, pues no tiene ropa.
21 Por eso coge una rama y oculta sus vergüenzas.
22 Al ver a Nausicaa dijo Odiseo: «¿Eres una
chica mortal o una ninfa?»
23 Si eres una chica humana, tus padres son
afortunados. Pues al ver semejante flor, se
alegran, sin duda, a menudo.
89
91. 24 «Yo al menos no había visto nada parecido a
ti.»
25 «Pero, señora ¡Apiádate de mi!»
26 «Yo te suplico que me des comida y me lleves a
la cuidad.»
27 La muchacha se apiadó de él y ordenó a las
sirvientas que le dieran comida y trigo.
28 Odiseo se puso unas ropas bellísimas y devoró
la comida.
29 Nausicaa es amable con el extranjero y dice a
las sirvientas: «¡Ojalá el extranjero fuera mi
marido!»
30 Alcinoo lo recibió con benevolencia y lo
hospedó en su casa.
31 Pues los extranjeros y los pobres son de Zeus.
32 El rey entregó muchos regalos a Odiseo.
33 Finalmente los marineros empujaron la nave al
mar.
34 Nausicaa nunca va a olvidarse del extranjero,
pero es imposible que la pobre se case con él.
91
93. 35 Pues Odiseo ya tiene mujer.
36 Melita, al estar muy cansada -pues estuvo
andando mucho el día anterior- no quiso bajar
al Pireo.
37 Tras ponerse todos marcha al Pireo, bajaron
por los muros largos.
38 El camino era recto, pero largo.
39 Filipo camina cogido de su padre, pero así y
todo se cae al suelo.
40 Cuando el niño tropezó se sentaron sin saber
qué hacer, pero uno que conducía un carro
detuvo el asno.
41 Ellos se sentaron en el carro y explicaron todo
al hombre.
42 Al llegar encontraron una gran multitud en el
puerto.
43 Mercaderes llevaban entre gritos sus
cargamentos a todas partes.
44 Diceópolis vio muchas naves ancladas junto al
malecón.
45 Finalmente, entraron en una taberna y, tras
sentarse, pidieron vino.
93
95. 46 Al ver a un viejo marinero, le preguntaron si
va a partir alguna nave a Epidauro.
47 Diceópolis preguntó al armador por cuánto
quiere llevarles.
48 Y él dijo: «Por cinco dracmas.»
49 «Pides demasiado.» dijo Diceópolis «Sólo me
es posible dar tres dracmas, pues que no tengo
más.»
50 Mirrina (dice) a su marido: «¡Cuida bien al
niño!»
51 «¡Adiós!» dijo «¡Y volved sanos y salvos
pronto!»
52 Céfalo y algunos estaban lejos.
53 Así pues, al ver desde lejos a Mirrina, la
llamaron cuando se acercaba.
54 Poco después se acercó Céfalo y cogiéndola de
la mano le dijo:
55 «¿Cómo es que no te acompaña tu marido?»
56 Céfalo no vio a su amigo cuando estaba en la
ciudad.
57 Una tal Ambrosia, que era ciega, tuvo una
visión cuando dormía en el recinto de
Asclepio.
95
97. 58 No sólo ciegos, sino que también había cojos
en el recinto.
59 Nadie excepto el dios era capaz de curar a
Ambrosia.
60 Al día siguiente Ambrosia se levantó y entregó
un cerdo al sacerdote.
61 El cerdo era de plata.
97
99. 13
1 La nave es redonda y pequeña, no rápida pero
segura.
2 En la cubierta de la nave están sentados
Diceópolis y Filipo.
3 Los marineros, tras soltar las amarras, remaban
despacio con la intención de salir del puerto.
4 La nave era segura, pero no grande ni rápida.
5 En ella hay algunas ovejas y mucha madera.
6 Tras comprar madera en la ciudad, los
mercaderes volvían a sus hogares.
7 El viento soplaba favorable.
8 Así pues, todos cantaban canciones y
disfrutaban del viaje.
9 Después aparecían diez trieres en el mar.
10 Todos se alegraban viéndolas avanzar por las
olas.
11 Pero cuando el viento el viento se hacía más
fuerte, el mar se encrespaba mucho.
99
101. 12 Los remeros golpeaban rápidamente el mar
obedeciendo al cómitre.
13 Pues querían evitar la tormenta.
14 Un hombre, mirando mal a un mercader, decía
que había que lanzarlo a las olas por ser
malvado.
15 Otro mercader viejo se levantó ordenándole
que se estuviera quieto.
16 Muchas ves los oradores hacen discursos no
verdaderos, sino falsos.
17 El marinero estuvo presente en los combates.
18 Aquellos combates no sólo dejaron un
recuerdo de la virtud de los Atenienses, sino
también de su valor.
19 Filipo escucha al anciano explicar claramente la
causa de los hechos.
20 El marinero descubre la verdadera causa desde
el principio al niño, que la desconoce.
21 La mayoría confía muchas veces en los falsos
discursos de los oradores e ignora los hechos
verdaderos.
22 La fuerza de los persas parecía a todos
invencible por su enorme número.
101
103. 23 No era fácil luchar contra los persas.
24 Pues había a su disposición muchísima riqueza.
25 Nuestros padres resultaron nuestros maestros en
que la virtud nunca retrocede ante el número y a
la riqueza.
26 Los que lucharon en Salamina arriesgaron sus
vidas.
27 Nuestros padres resultaron nuestros maestros y
nosotros resultamos sus alumnos.
28 No sólo corrieron riesgos en Salamina, sino
también en las batallas posteriores.
29 Los atenienses siempre se atrevieron a correr
riesgos por la salvación de todos los griegos.
30 Los antepasados dispusieron una constitución
justa como madre de buenos ciudadanos.
31 Los antepasados consideraban que una
constitución justo es el verdadero alimento de
los hombres.
32 Las constituciones de otros pueblos son diversas.
33 Los que viven el tiranía son todos esclavos.
103
105. 34 Los que viven en oligarquía consideran justo
ser amos unos de otros.
35 La ley ordena qué debe hacer el ciudadano y
qué no.
36 En Atenas los ciudadanos buscan la igualdad
según la ley.
37 Los tiranos no experimentan la libertad y la
amistad.
38 El orgullo florece en las almas de los tiranos y
produce el fruto de la obcecación.
39 Los frutos de la obcecación son las lágrimas y
el dolor.
40 Los antepasados de los atenienses dejaron un
recuerdo inmortal de su virtud.
41 Los que luchan resisten a los enemigos y
afrontan los peligros de la guerra.
42 El batalla naval que tuvo lugar junto a
Salamina los griego enfrentaron sus almas,
unos pocos contra muchos.
43 Morir noblemente es mejor que vivir en la
esclavitud.
44 Se mostró claramente la prueba de la virtud
griega.
105
107. 45 Las mil naves no eran suficientes para cruzar el
ejercito de a pie de Asia a Europa.
46 Tan enorme era su numero.
47 Aún no estaba claro que los griegos eran capaces
de luchar contra los persas con las trieres.
48 Los griegos resultaron mejores que los persas en
fuerza y habilidad.
49 Todos los atenienses estaban en la flota.
50 Así pues, no capturaron a nadie en la ciudad.
51 Pues la ciudad estaba vacía de hombres.
52 Los griegos superaron a los persas en habilidad
y fuerza en los peligros navales.
53 Las ciudades necesitan más virtud que multitud
de población.
54 Pues la multitud sin virtud no vale nada.
55 después de la guerra los atenienses
reconstruyeron la ciudad y las murallas.
56 El anciano va a relatar los hechos de principio a
final.
107