1. Ascensión del Señor
Cuarenta días después de la Resurrección, la Palabra de Dios
describe como Jesús se despide físicamente de sus discípulos,
dándoles las últimas instrucciones:
“y les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien las Buena Noticia a
toda la creación”.
Esta solemnidad se cumple a los cuarenta días, después de la
resurrección. Sigue el simbolismo de la cuarentena: como el pueblo
de Dios anduvo cuarenta días en su éxodo del desierto hasta llegar
a la tierra prometida, así, Jesús cumple su éxodo pascual en
cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre. La
ascensión es un momento más del único misterio pascual de la
muerte y resurrección de Jesucristo y expresa sobre todo la
dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de
Jesús como contrapunto a la humillación padecida en la pasión,
muerte y sepultura.
En el relato de este misterio, el Evangelio de san Mateo, el Señor
envía a sus discípulos a proclamar y realizar la salvación: Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se está cumpliendo el plan de
Dios y la salvación anunciada primero al pueblo de Israel, es
proclamada a todos los pueblos. El resucitado está vivo y operante
en medio de los suyos: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo.
Ahora podemos decir con el canto del Santo que los cielos y la
tierra están llenos de la gloria de Dios. Estamos en el penúltimo
momento del misterio pascual antes de la donación del Espíritu
Santo al cumplirse la cincuentena, El Pentecostés.
El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a
los cielos y está sentado a la diestra de Dios, al día cuadragésimo
de su resurrección subió a los cielos con la carne en que resucito y
con el alma. Ascendió por su propio poder. Poder que tenía como
Dios y también poder de su alma glorificada sobre su cuerpo
glorioso “el que lo creó todo, subió por encima de todo y por su
propio poder. Estar sentado es una manera de decir que ha llegado
2. al reposo que merece como guerrero vencedor. Es la postura del
Rey y del Juez, lleno de poder y majestad.
La ascensión de Cristo al cielo, entre otras cosas, nos mueve a
buscar siempre las cosas esenciales, que son invisibles a los ojos
del cuerpo y que son aquellas cosas que no pasan y que no mueren.
“Aspirad a las cosas de arriba donde está Cristo…Gustad las cosas
de arriba, no las de la tierra”. Decía el Apóstol San Pablo a los
primeros cristianos.
Asimismo la ascensión del Señor debe llenarnos de esperanza ya
que Él nos aseguró. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas…
voy a prepararos el lugar. De nuevo volveré y os tomaré conmigo
para que donde yo esté estéis también vosotros.
La solemnidad de pascua de resurrección del Señor fue para
nosotros causa de alegría así también ahora su ascensión al cielo
nos es nuevo motivo de gozo.
Por esto los mismos apóstoles que a pesar de los milagros que
habían contemplado y de las enseñanzas que habían recibido, se
acobardaron ante las atrocidades de la pasión del Señor y se
mostraron reacios en admitir el hecho de la resurrección, recibieron
un progreso espiritual tan grande de la ascensión del Señor, que
todo lo que antes les era motivo de temor se les convirtió en motivo
de gozo.
Comprender con mayor claridad que aquel no había dejado al Padre
al bajo a la tierra, ni había abandonado a sus discípulos al subir al
cielo.
El cuando bajó a nosotros, no dejó el cielo, tampoco nos ha dejado a
nosotros al volver al cielo. El mismo asegura que no dejo el cielo
mientras estaba con nosotros, pues afirma que: nadie ha subido al
cielo, sino aquel que ha bajado del cielo, el hijo del hombre que está
en el cielo. Esto lo dice en razón de la unidad que existe entre Él,
nuestra cabeza y su cuerpo.
En este sentido dice el apóstol: lo mismo que el cuerpo es uno y
tiene muchos miembros y todo los miembros del cuerpo a pesar de
ser muchos, son un solo cuerpo, así, también es Cristo. No dice así
es Cristo, sino. Así también es Cristo. Por tanto Cristo es un solo
3. cuerpo formado por muchos miembros, bajo del cielo por su
misericordia, pero ya no subió el solo, puesto que nosotros subimos
también en el por la gracia. Así pues, Cristo descendió el solo, pero
ya no ascendió solo, no es que confundamos la divinidad de la
cabeza con la del cuerpo, pero si afirmamos que la unidad de todo
el cuerpo pide que este no sea separado de su cabeza.
Hoy nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo suba también con el
nuestro corazón. ¿Por qué no trabajamos nosotros también aquí en
la tierra de manera que, por la fe, la esperanza y la caridad que nos
une al Él descansemos ya con el en el cielo?. Él está allí , pero
continua estando con nosotros, asimismo, nosotros estando aquí
estamos también con Él. El está con nosotros por su divinidad, por
su poder, por su amor, nosotros, aunque no podemos realizar esto
como Él por la divinidad, lo podemos sin embargo por el amor hacia
Él.
La ascensión, además, es un subir, es un superarse continuamente,
es un no resignarse, subir siempre subir, querer ser otro distinto,
mejor, mejor en lo humano, mejor en lo intelectual y en lo
espiritual. Cuando uno se para se enferma, cuando uno se para
definitivamente, ha comenzado ha morir. Se impone la lucha diaria,
la tenaz conquista de una meta tras otra, hasta alcanzar la última,
la añorada cima de ser santo.
Esa es mi meta, esa es mi cima
¿También la tuya?
Al final de la vida lo único que cuanta es lo que hayamos hecho por
Dios y por nuestros hermanos. Toda la vida se gasta y se consume
bien o mal y no hay posible ahorro. Los años son esos y no mas y la
eternidad es lo que sigue a esta vida. Gastarnos por Dios y por
nuestros hermanos en Dios es lo mas razonable y seguro.