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De la Historia Metódica a los Annales: Un siglo de elaboraciones en la Historiografía Occidental
Shirley Carbajal Ravello
Nuestra disciplina como todo conocimiento científico ha tenido desde sus orígenes una larga trayectoria y su evolución ha
estado estrechamente relacionada con las situaciones vividas por las sociedades humanas que lo elaboraban. Necesitamos
conocer ese recorrido realizado por los historiadores, miembros de una corporación que transmite su saber especializado y
constituyen los eslabones de una cadena que unen el pasado al presente y que van construyendo el futuro y cuyas
realizaciones nos permiten avizorar un camino ya recorrido, conocer trayectos diferentes con sus avances, retrocesos, paradas,
incertidumbres, antes de emprender caminos en busca de lo que es nuestro interés: la verdad, como lo expresaba el gran
historiador francés, Jacques Le Goff1
.
Nuestra disciplina cuenta con una larga historia, dos mil quinientos años de plantear interrogantes, ofrecer posibles respuestas a
los deseos de las sociedades de conocerse mejor y de dar una imagen de lo acontecido. Esas elaboraciones de nuestros
“maestros”, directos o indirectos- serán nuestra hoja de ruta en la tarea, siempre atrayente aunque no siempre fácil, de
investigar el devenir histórico. Nos plantearán alternativas pero sobre todo relecturas de los temas de interés para nosotros o
nuestros contemporáneos.
Necesitamos conocer todo lo necesario cuando iniciamos un aprendizaje, desde el nombre, lugar de origen e iniciadores y las
condiciones de su elaboración y ver brevemente su posterior evolución en Occidente lo que nos permitirá comprender sus
características en la actualidad y sus nuevos horizontes de trabajo.
En Grecia carente de unidad geográfica y política, Heródoto en el siglo V a.C. escribe Las nueve musas de la historia y utiliza por
primera vez la palabra Historia, término jonio, ligado que significa investigación2
. Esa obra que da inicio a nuestra disciplina nos
interesa por aportes fundamentales como son el objeto de estudio, que son los hechos humanos, desinteresándose de los
dioses o héroes, así como el método de trabajo consistente en hacer preguntas y someter a crítica las respuestas. Sin embargo,
tienen limitaciones como son en primer lugar, las restricciones metodológicas en lo temporal, al transformar los recuerdos en
arquetipos o modelos y en lo geográfico, al limitar la transmisión de los informes y, en segundo lugar, la falta de una visión
universal de la sociedad griega.
La civilización romana tendrá un papel importante a partir del siglo III a.C. y sus características como la mayor unidad y cohesión
le permitirán construir una estructura política cuyo eje referencial es el Mediterráneo o Mare Nostrum. Se crea
entonces un elemento fundamental para la integración cultural, la romanización, apoyada en el latín, el derecho, la
administración, el ejército, las vías de comunicación, el culto religioso y la producción económica3
. Así, estos
elementos permiten la elaboración de una historia ecuménica o universal que está íntimamente relacionada con la
búsqueda de un espacio extenso, la dilatación imperial y que se preocupa por una historia con objetivos políticos y
tiene un sentido moralizador al fomentar el civismo y la formación de buenos ciudadanos como se observar en la
obra de Tito Livio, patrocinado por el emperador Augusto.
No obstante, estas civilizaciones del mundo clásico no superan la concepción de una historia cíclica o tradicional, es decir, la
historia como una sucesión de ciclos que se repiten en el tiempo.
El triunfo del cristianismo al convertirse en religión oficial del Imperio a fines del siglo IV de nuestra era da lugar a una serie de
cambios como el ofrecer una concepción lineal de la historia: inicio con la creación y un final o juicio universal, insertando
además un eje referencial, la presencia de Cristo en la historia y da lugar a la utilización de una cronología en la que se realiza
una división en el tiempo histórico: antes de Cristo y después de Cristo que todavía se utiliza.
Las limitaciones que presenta por la inserción del elemento religioso y la necesidad de relacionar la historia humana con la Biblia
y los designios divinos da lugar a una serie de problemas que podemos observar en la llamada Edad Media. Si bien se conservó el
legado clásico en los monasterios, se dio enorme importancia al elemento religioso y se careció de sentido crítico (deficientes
interpretaciones, tendencia a falsificaciones, copias, etc.) y los géneros históricos privilegiados fueron las crónicas, los anales, las
historias y las vidas de santos (hagiografía).
A fines de la Edad Media, la sociedad europeo occidental está viviendo una serie de cambios y que se muestran en lo económico
(paso de la crisis a la expansión), en lo social (ascenso de la burguesía), en lo político (génesis del estado moderno), en lo
religioso (ruptura de la unidad cristiana) y en lo cultural (Humanismo y Renacimiento). Se presentó un mayor sentido crítico en
las elaboraciones históricas que tuvo estrecha relación con los avances en la crítica filológica de los humanistas 4
y que en los
1
Entrevista en L’Express (N° 1959, 25/XI/1988)
2
La raíz indoeuropea de donde proviene es wid: saber o conocer
3
Esta economía está ligada a los cultivos que se realizan: olivo donde la romanización es mayor, vid con zonas menos
romanizadas y palmeras datileras en las zonas donde este proceso estuvo prácticamente ausente.
4
La utilización de ese método permite a Lorenzo Valla descubrir la falsedad de un documento medieval conocido como la
Donación Constantiniana.
1
siglos XVI XVII se complementaron con el surgimiento de nuevas disciplinas como la paleografía y la diplomática5
, las que
permitieron un gran avance en la crítica de documentos, distinguiendo cada vez con mayor precisión su autenticidad.
Igualmente, Christopher Keller realizó la periodización de la Historia en Edades Antigua, Media y Moderna, completando así lo
que había iniciado el arzobispo Bussi a fines del siglo XV.
Gracias a los avances en estos siglos de la llamada Modernidad será posible a la Ilustración en el siglo XVIII completar los avances
agudizando la crítica a lo religioso y al mundo medieval y dando importancia a las nociones de progreso, razón, libertad y
felicidad. Aspectos tan importantes como el interés por el estudio de las civilizaciones o el inicio de la filosofía de la historia
están ligados a la obra de Voltaire.
Al finalizar el proceso revolucionario francés iniciado en 1789, se abre paso una nueva corriente historiográfica: el romanticismo
que se interesa por las tradiciones, el folklore y por lo tanto la búsqueda de sus raíces en los nacientes estados, interesándose
por el pasado especialmente medieval. Uno de sus precursores, Chateaubriand esboza en su obra un método histórico, una
teoría cíclica de la historia y una aproximación crítica a la Revolución Francesa y sus continuadores se interesaron por la
presentación literaria de sus trabajos con evocadoras descripciones del pasado que buscan despertar emoción y sensibilidad en
sus lectores, así como la formación progresiva de una idea nacional.
No obstante, desde mediados del siglo XIX la sociedad europea se manifiestan los cambios relacionados con la primera fase de la
Revolución Industrial, la consolidación del poder de la burguesía, las revoluciones de 1848 con sus componentes liberal y
nacionalista y los antecedentes en el mundo germánico de lo que sería más adelante el positivismo histórico en los trabajos que
se basaban en el estudio minucioso y crítico de la documentación histórica6
y que condujera a que se “narraran los hechos tal
cómo acontecieron” según la célebre frase del historiador alemán, Leopoldo von Ranke.
Todo lo antes mencionado se ve favorecido por la influencia de los postulados del positivismo de Augusto Comte, creador de la
Sociología, ciencia nueva que buscaba determinar las leyes que regían la existencia y el movimiento de las sociedades, y sus
propuestas son importantes porque se planteaba establecer una ciencia; “la historia puede determinar las leyes que presiden el
movimiento de las sociedades y así adquiriría el carácter de ciencia7
”.
En las últimas décadas del siglo XIX, se publican los textos fundamentales que nos ofrecen los principios básicos de la escuela
metódica:
a) El Manifiesto escrito por Gabriel Monod para el lanzamiento de la Revue Historique en 1876 y
b) Introducción a los estudios históricos, una guía para estudiantes escrita en 1898 por Charles- Victor Langlois y Charles
Seignobos.
Se planteaba una forma de investigación que descartara toda especulación filosófica y que lograra la objetividad absoluta en el
campo de la historia. Por lo tanto, se preocupan de la utilización de métodos reconocidos como científicos: inventario de
fuentes, crítica de documentos y organización de las tareas profesionales.
Estos historiadores quisieron convertir su disciplina en una ciencia exacta que explicara los hechos históricos rigurosamente, de
allí la importancia de utilizar las fuentes o huellas clasificadas en escritas, orales y monumentales que debían ser previamente
inventariadas, validadas, contrastadas y analizadas.
En este proceso de análisis se encuentra a la heurística que es la crítica externa o de erudición que comprobaba la autenticidad
de la fuente, es decir, pertenecía a la época a la que afirmaba pertenecer. Luego se procedía a la crítica interna o hermenéutica
que permitiera comprobar la veracidad o credibilidad de la fuente, es decir si el documento decía la verdad.
Al finalizar con estas tareas se debían realizar las operaciones sintéticas en varias etapas8
:
1. Comparar los documentos para establecer un hecho particular.
2. Reagrupar los hechos generales en marcos generales.
3. Manejar el razonamiento, sea por deducción o por analogía para relacionar los hechos entre sí y llenar los vacíos.
4. Obligar a practicar una elección entre la masa de acontecimientos y;
5. Llevar al historiador a intentar algunas generalizaciones y arriesgarse a algunas interpretaciones.
Este trabajo de gabinete implicaba una formación de expertos en las tareas mencionadas que pudieran dominar determinadas
técnicas de erudición. Se debía contar con archivistas, bibliotecarios, jóvenes investigadores que se prepararan para el oficio de
historiador con el manejo de las llamadas ciencias auxiliares9
, así como la realización de monografías y recibiendo el apoyo de
profesores especialistas.
Esta historia metódica tendió a establecer una jerarquía en sus materiales de trabajo de acuerdo a la importancia o valor que
tuvieran para la tarea que realizaban y los principios que los guiaban. Se le dio mayor importancia a las fuentes escritas,
consideradas como más seguras y en especial, las oficiales. Por esa elección, se comprende la elaboración de una historia
centrada en los acontecimientos, especialmente políticos, militares, diplomáticos y en ciertos casos religiosos, realizada de
manera coherente y donde era importante probar las relaciones de causalidad de lo acontecido.
5
La paleografía se interesa en descifrar, analizar y seguir las escrituras antiguas en su desarrollo histórico y la diplomática que
estudia la tradición, forma y elaboración de las actas o documentos públicos
6
CASADO QUINTANILLA, Blas, Tendencias historiográficas actuales, p. 94
7
LEFEBVRE, Georges, La naissance de l’historiographie moderne, p.229
8
BOURDÉ, Guy y Hervé MARTIN, Les écoles historiques, p.p. 148-149
9
Hoy día se las denomina ciencias anexas y entre ellas destacan geografía, cronología, paleografía, epigrafía, arqueología,
genealogía, heráldica y numismática
2
A pesar de los ataques que han recibido de los historiadores del grupo de los Annales en el siglo XX, actualmente se reconocen
sus aportes importantes en el desarrollo de nuestra disciplina. Entre ellos se deben señalar los magníficos logros en cuanto a la
crítica histórica porque consiguieron con la limitada tecnología a su alcance descubrir falsificaciones e interpolaciones en los
documentos que trabajaron, las que posteriormente han podido comprobarse con los avances científicos de las últimas décadas.
Ese trabajo sumamente erudito y de gran calidad se acompañó de una marcada exigencia en la formación profesional del
historiador10
.
Sin embargo, no debemos dejar de reconocer ciertas limitaciones en su trabajo como es su preocupación por el acontecimiento
y el personaje, es decir, la corta duración; el papel fundamental que desempeñaban los aspectos políticos, militares y
diplomáticos en su investigación en desmedro de aspectos fundamentales en las sociedades como la economía y la cultura
popular que sin poder afirmar que los ignoraron completamente, los relegaron en cierta forma11
.
Asimismo, sus integrantes pasaron a formar parte de los grupos de poder intelectual a inicios del siglo XX y desempeñaron un
papel destacado en la enseñanza universitaria, en los centros académicos y elaboraron los textos escolares y de divulgación
histórica lo que tendió a favorecer en las sociedades de su tiempo una enseñanza y un aprendizaje ligados a la minuciosidad y
detalle en la información que privilegió lo memorístico, sin lograr ofrecer en muchos casos una visión de conjunto de las
sociedades y sobre todo comprenderlas en toda su complejidad.
LA HISTORIA EN EL SIGLO XX
A inicios del siglo XX se presentaron cambios sumamente importantes en las sociedades occidentales y que permiten
comprender el viraje que se realiza en la investigación histórica a finales de los años 20.
En primer término debemos recordar que si bien Europa sigue ejerciendo dominio en los diferentes ámbitos de ese período:
demografía, economía, política y cultura se observa el surgimiento de nuevas potencias, como Estados Unidos y Japón que
amenazan el predominio europeo ejercido desde siglos atrás y que adquirirán en las décadas siguientes un papel preponderante
en el orden mundial.
Un hito que merece señalarse es la publicación en 1900 en Francia de la Revue de Synhèse Historique por iniciativa de Henri Berr,
quien critica la “historia historizante” realizada por los seguidores de la escuela metódica y les recuerda a los historiadores que
su disciplina tenía la vocación de convertirse en la ciencia de las ciencias, acorde con los intereses de la sociedad existente y en
la que debían estar presentes los aportes de las ciencias en boga de la época. Por lo tanto, se les solicita que trabajen en
colaboración con la Psicología y la Geografía. Las propuestas de Berr se proyectarán a partir de 1920 en una importante
colección titulada La Evolución de la Humanidad12
, así como en la creación de un Centro Internacional de Síntesis y la
organización de encuentros anuales especializados.
Poco tiempo después los avances en la Economía, Lingüística, Psicología Social y Psiquiatría serán de gran importancia por los
aportes que ofrezcan a las investigaciones históricas en las primeras décadas del siglo XX.
No obstante, serán verdaderamente trascendentales los cambios que deriven de la Gran Guerra. Por una parte, el triunfo de la
revolución bolchevique y el impacto que tuvo en las elaboraciones historiográficas en la Unión Soviética y luego en otros países,
así como lo que se ha denominado “la revolución historiográfica francesa”13
a la que debemos dedicar ahora nuestra atención
para entender por qué ha sido Francia la cuna de esa importante innovación.
Es importante recordar las situaciones que se habían presentado en Europa en 1870 al finalizar la guerra franco-prusiana, y que
permite a Alemania obtener dos importantes provincias francesas: Alsacia y Lorena. Así, se convertía en un Imperio con una
importante extensión territorial, se consolidaba el poder de sus gobernantes, la familia Hohenzollern y quedaba demostrado el
éxito de la política internacional del Canciller Bismarck. Francia en cambio veía desaparecer el Segundo Imperio así como los
ambiciosos proyectos de Napoleón III y volvía definitivamente al sistema republicano pero con un territorio disminuido, lo que
tendría un impacto notable en la política pero sobre todo en la cultura y las mentalidades francesas.
En las décadas siguientes hasta la Primera Guerra Mundial, Francia vivió “el trauma de la derrota” lo que se reflejó en los libros
de historia que recordaban a los niños y jóvenes la pérdida que habían sufrido y la necesidad de recuperar esos territorios. No
debemos olvidar las afirmaciones de Marc Ferro respecto a la importancia que tienen en las mentalidades y los
comportamientos que asumen las sociedades la forma cómo le contaron la historia cuando eran niños14
.
Al finalizar la Gran Guerra, aquello por lo que se había sufrido y se había deseado tanto se hizo realidad. El Tratado de Versalles
firmado por Alemania en 1919 devolvió a Francia los territorios de Alsacia y Lorena y lo que podría considerarse como un logro
importante se convirtió en un grave problema. Durante casi cinco décadas las poblaciones alsaciana y lorenesa habían sido
“germanizadas” en un proceso que había sido muy doloroso. Naturalmente, el tiempo transcurrido bajo dominio alemán había
tenido un peso importante en la vida de las poblaciones y el gobierno francés que había recuperado territorios debía realizar
10
Un análisis muy interesante de la profesión del historiador en un amplio contexto se encuentra en la obra del historiador
holandés Pim den Boer, History as Profession. The study of History in France 1818- 1914 del Princeton University Press 1998
11
Una visión muy interesante de esta corriente se ofrece en la obra Histoire et Historiens de Bizière y Vayssière citada en la
bibliografía, así como en la citada obra de Den Boer.
12
Entre los volúmenes que se publiquen en esta colección se encuentran: La sociedad feudal de Marc Bloch, Introducción a la
Francia moderna de Robert Mandrou, La Tierra y la evolución humana de Lucien Febvre
13
Término que ha adquirido una difusión internacional gracias a la obra del mismo nombre de Peter Burke.
14
FERRO, Marc, Cómo se cuenta la historia a los niños a través del mundo entero.
3
una tarea importante: integrar a los habitantes de Alsacia y Lorena, realizando lo que podríamos denominar “su
afrancesamiento”.
Entre las medidas que se tomaron fue verdaderamente fundamental el realizar cambios en la educación para lograr los cambios
necesarios en la manera de pensar de las sociedades. En esa tarea se buscó la colaboración de destacados profesionales de la
época para trasladarse a las regiones recientemente reincorporadas y ejercer allí su labor docente en colegios, liceos y
universidades. Uno de los centros importantes en esta tarea fue la Universidad de Estrasburgo, situada en la capital de Alsacia y
en ella encontramos las figuras de Marc Bloch y Lucien Febvre, destacados historiadores, así como otros especialistas en
economía, geografía, psicología y sociología.
El conocimiento del sistema universitario europeo permite comprender las condiciones en las que se darían las innovaciones
posteriores. Esos profesores debían enseñar pero se dedicaban también a la investigación y a la asesoría de alumnos, y en el
tiempo libre era posible reunirse en la sala de profesores. Gracias a esta situación, los científicos sociales mencionados podían
intercambiar opiniones, discutir teorías y mostrar los resultados de sus investigaciones, así observaron que si bien tenían
diferentes aproximaciones a su objeto de estudio, al mismo tiempo existían muchos elementos comunes.
Poco a poco va surgiendo en el grupo de estos científicos sociales la idea de publicar una revista en la que puedan presenta sus
propuestas, bastante alejadas en el caso de la historia de aquellas en boga en los medios académicos de la época, muy ligados a
las realizaciones de la escuela metódica.
Naturalmente, Bloch y Febvre deben hacer frente a las dificultades que hasta hoy afectan a los historiadores: el financiamiento
de su obra, especialmente cuando no forman parte del grupo de lo que se denominaría “la historia oficial”. Sin embargo, su
proyecto tiene respaldos importantes como el que obtiene de la editorial Armand Colin, logrando así publicar el 15 de enero de
1929 el primer número de la revista Annales d’histoire économique et sociale15
. Los fundadores de la revista estaban interesados
en hacer retroceder “el espíritu de especialidad” y organizar el encuentro entre disciplinas “mediante el ejemplo y la acción”, tal
como se expresaba en el prospecto de lanzamiento. Esos años iníciales mostraron las acciones de los integrantes del grupo:
investigaciones colectivas, crónica de los trabajos en elaboración y tratamiento de determinados temas en artículos y reseñas
bibliográficas.
Los artículos que se publican en la revista en los años siguientes nos dan a conocer sus principales planteamientos:
 La historia debe interesarse por las sociedades humanas en el tiempo y en el espacio y no como se afirmaba
corrientemente que su objeto de estudio era el pasado.
 La historia manifiesta con claridad la interrelación entre pasado y presente16
.
 La historia debe ser total o global, es decir, no puede centrarse únicamente en lo político militar y en los grandes
personajes. En resumen, se podría decir que nada de lo humano debe ser extraño al quehacer del historiador.
 La historia debe considerar como fundamental las bases materiales de la sociedad para poder analizar los logros
culturales, artísticos y mentales.
 La historia debe interesarse por las estructuras y las coyunturas, es decir, la mediana y larga duración dejando de
privilegiar al acontecimiento o corta duración
 La historia debe dar importancia a todas las fuentes, sin considerar como únicas o más importantes las escritas oficiales.
 Los historiadores deben trabajar en colaboración con los otros científicos sociales, es lo que se denomina
pluridisciplinariedad e interdisciplinariedad.
 Los historiadores deben comprender su objeto de estudio y no juzgarlo.
En los años treinta, los integrantes del grupo17
lucharon por difundir e imponer sus propuestas en el medio académico, esos
“Combates por la Historia”18
fueron muy importantes y contaron con acciones tales como: las publicaciones de series de
artículos, monografías, editoriales y reseñas bibliográficas, pero también significaron el abandono de Estrasburgo. Primero,
Febvre que se traslada a París para realizar labores académicas en el Collège de France, centro que acoge a los intelectuales
destacados y luego, Bloch también se establece en París aunque lamentablemente su candidatura al Collège fue rechazada en
1934, si bien unos años después ingresa como docente a la Sorbona.
Desde los años en que se inicia la Segunda Guerra Mundial se ha dado un cambio en el nombre de la revista, convirtiéndose en
Annales d’histoire sociale y la ocupación de Francia por los nazis, obligó a Bloch a dejar su dirección si bien siguió colaborando
en ella hasta que su activa participación en la resistencia francesa llevó a su detención y posterior ejecución en 1944. Fue
reemplazado por Febvre19
quien en los años siguientes realizó cambios en la revista como titularla Mélanges d’histoire sociale
entre 1942 a 1944 y luego de la liberación de Francia retomó el nombre de Annales d’histoire sociale hasta 1946 cuando no
solamente tomó la denominación Annales. Économies. Sociétés. Civilisations, sino que se daba una orientación más amplia al
15
Se puede reconocer la visión que tuvo Max Leclerc, director de dicha editorial porque hasta hoy día sigue publicando Annales,
así como muchos de los libros de los integrantes de esta corriente.
16
Es muy importante la presentación que hace Bloch de esta relación en su libro Apología por la historia o el oficio de historiador.
17
Algunos de ellos han rechazado el término Escuela de los Annales utilizado generalmente y han preferido considerar términos
como “el espíritu” o “el grupo” o “la tendencia” de los Annales.
18
Título de una obra emblemática de Febvre y que permite conocer propuestas y acciones del grupo. Lamentablemente en la
traducción española se han eliminado algunos de los más interesantes.
19
Solamente en los últimos años se ha podido conocer los entretelones de esta lamentable situación.
4
contenido de la publicación agregando el tema de las mentalidades, de las formas estéticas y producciones culturales y también
se plantearon cambios en lo administrativo y en 1947 se organizó la VI Sección de l’École Pratique des Hautes Études bajo el
titulo de Ciencias Económicas y Sociales. De esta manera, sus integrantes gracias a sus investigaciones y labores docentes fueron
consolidando cada vez más sus propuestas innovadoras en el medio académico francés y también se difundieron con cierta
lentitud en el extranjero20
. Es interesante observar como esas innovaciones por la denominada primera generación de los
Annales van siendo asumidas por los jóvenes historiadores en el período de la post guerra, preparándose el terreno para los
importantes logros que conseguirá la segunda generación.
A partir de la desaparición de Febvre en 1956 la dirección de la revista va a ser asumida por Fernand Braudel21
durante casi dos
décadas. Este es la etapa de la real consolidación de las propuestas del grupo, en especial en los aspectos teóricos y
metodológicos. A partir de su brillante tesis El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, planteó uno de los
más ricos aportes en la investigación histórica: la larga duración y sus tres niveles, el acontecimiento ligado a la corta duración,
las coyunturas y su relación con la mediana duración y lo completaban las estructuras conectadas a la larga duración. En
conclusión, las relaciones entre un tiempo “casi inmóvil”, el geográfico, un tiempo social, el de las estructuras y coyunturas de
las sociedades y el tiempo corto de la vida de los individuos. Posteriormente sus tres volúmenes de Civilización material,
economía y capitalismo presentan su importante concepción de la economía-mundo mostrando las relaciones entre las
diferentes economías de la Modernidad, así como la importancia de la cultura material en el desarrollo de la historia de las
sociedades.
Sin embargo, Braudel no se limitó a las reflexiones teóricas y las propuestas metodológicas o la obra viviente de toda su vida: el
Mediterráneo22
porque se dedicó también a ampliar lo que serían las “redes de poder” de los Annales. Transformó la VI Sección
de Estudios en Ciencias Sociales en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, centro de enseñanza e investigaciones
avanzadas pero además creó la Maison des Sciences de l’Homme y logró obtener importantes ayudas para esas instituciones,
entre ellas la que proporcionó la Fundación Rockefeller23
.
Asimismo, el apoyo que ofreció a estudiantes e investigadores fue crucial para ampliar su influencia, tanto en universidades o
en otros ámbitos de difusión académicos así como en los diversos medios de comunicación social. En caso contrario, la futura
carrera del historiador podía quedar profundamente afectada como recordaron algunos de sus alumnos24
fue el caso de Pierre
Chaunu, destacado historiador dedicado al estudio de temas de siglo XVI y de Robert Mandrou, especialista en la Francia
moderna y uno de los creadores de la historia de las mentalidades que en las décadas siguientes tendría un desarrollo notable
en la llamada tercera generación de los Annales con los trabajos de Duby y Le Goff.
Esa tercera generación como señala Burke25
, ausente de figuras dominantes como había sido el caso en las anteriores, se
caracteriza por su policentrismo, la preocupación por ampliar las fronteras de la historia a temas verdaderamente novedosos
como el cuerpo, los olores y los perfumes, mientras que otros retornan a la historia política o incluso a los acontecimientos.
Además, incluye a las historiadoras e incluso se abre más a las corrientes intelectuales procedentes del extranjero,
especialmente a las norteamericanas y París no es ya su único centro. Sus temas principales son tres: el redescubrimiento de la
historia de las mentalidades26
, el empleo de métodos cuantitativos en la historia de la cultura y finalmente por la reacción contra
dichos métodos en una antropología histórica, un retorno a lo político o el renacimiento del género narrativo.
En 1974, Jacques Le Goff, Roger Chartier y Jacques Revel, destacados miembros de los Annales publicaron un voluminoso
diccionario titulado La Nouvelle Histoire en el que colaboraron los historiadores más representativos de los Annales para explicar
los temas centrales de su trabajo. Naturalmente, no quedaron libres de críticas de quienes señalaron que ese nombre ya tenía
una utilización muy anterior en Estados Unidos y que inclusive se habían beneficiado como escribió W. den Boer de un
fenómeno característico en la historia de las ciencias: la concentración épica o principio de San Mateo, y que consiste en atribuir
las invenciones de numerosos sabios a solamente algunos de ellos y que correspondería a lo que se afirma en los Evangelios:
“porque al que tiene se le dará y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado”27
.
Pese a esas críticas recibidas respecto a sus deficiencias en lo teórico, el no ser tan innovadora como afirmaba y no haber
logrado realizar una historia total o global, así como una cierta resistencia en algunos medios académicos internacionales, las
propuestas annalistas – como se las denomina en ciertos medios- fueron adoptadas cada vez más fuera de Francia, tanto en
20
Esta situación se puede comprobar observando el gráfico de las contribuciones ofrecidas a Febvre en 1953 (Anexo I), así como
en la presentación de las Actas del Coloquio realizado en la Casa de Velásquez en Madrid (1999 y que analizaba la acogida de la
historiografía francesa del siglo XX en España.
21
Es importante tener en cuenta que Braudel fue prisionero de los nazis, si bien se reconoce que sus condiciones de cautiverio
fueron muy diferentes a las de Bloch.
22
Se señala este detalle en su biografía pero también sus publicaciones e incluso las filmaciones realizadas lo comprueban.
23
La importancia de su tarea se manifiesta en el número y procedencia de las contribuciones a las Mélanges que se le ofrecieron
(Anexo II)
24
Varios de los aspectos poco favorables de Braudel se recordaron en el artículo Faut-il brûler Braudel? publicado en la revista
L’histoire
25
BURKE, PETER, La revolución historiográfica francesa, pp.68 ss
26
FLÓREZ, Cristina, La historia de las mentalidades: De una historia ambigua a una historia consolidada.
27
Citado por BOURDÉ, Guy et Hervé MARTIN, op.cit. p. 202.
5
Europa como en América Latina e incluso dentro de la órbita comunista, como es el caso del historiador y político polaco,
Bronislaw Geremek, recientemente fallecido y cuya relación con los Annales fue sumamente estrecha.
A partir de la tercera generación que mostró claramente la popularidad adquirida en las exitosas ventas de sus obras o la
presencia de sus miembros en los medios de comunicación social, muchos especialistas han insistido en su fragmentación o
disolución o incluso lo consideran como un movimiento acabado. Estos puntos de vista han sido rechazados por algunos de sus
miembros más destacados y si bien pueden reconocerse los problemas que la han afectado en las últimas décadas, podemos
concluir que sus propuestas mantienen todavía vigencia y una cierta unidad pero sobre todo que han logrado conquistar nuevos
territorios, nuevas fuentes y nuevos métodos de trabajo para la historia del siglo XX que “ya nunca volverá a ser la misma de
antes”28
.
BIBLIOGRAFIA
BIZIÈRE, Jean Maurice et Pierre VAYSSIÈRE, Histoire et historiens, Paris: Hachette, 1995
BLOCH, Marc, Apología para la historia o el oficio de historiador, México: FCE, 1998
BOURDÉ, Guy et Hervé MARTIN, Les écoles historiques, Paris: Éditions du Seuil, 1983 (existe traducción española)
BURKE, Peter, Formas de hacer historia, Madrid : Alianza Editorial, 1993
--------------------, La Revolución historiográfica Francesa. La Escuela de los Annales, Barcelona : Gedisa, 1993
CARDOSO, Ciro F.S. y Héctor PÉREZ BRIGNOLI, Los métodos de la historia, Barcelona : Crítica, 1976
CASADO QUINTANILLA, Blas (coord.), Tendencias historiográficas actuales, Madrid: UNED. 2001
CHARTIER, Roger, La historia o la lectura del tiempo, Barcelona: Gedisa, 2007
D’ASSUNCAO BARROS, José, El campo de la historia: Especialidades y abordajes, Santiago de Chile : Universidad Católica Silva
Henríquez, 2008
FERRO, Marc, Cómo se cuenta la historia a los niños a través del mundo entero, México: FCE, 1998
FLÓREZ, Cristina, La historia de las mentalidades: De una historia ambigua a una historia consolidada, En: Conciencia Histórica,
Revista del Círculo de Estudios Comunidad Histórica, Lima: UNFV. Año III Nº 2, mayo 2006
LEFEBVRE, Georges, La naissance de l’historiographie moderne, Paris : Flammarion, 1971 (existe traducción española en
Ediciones Martínez Roca)
RUANO-BORBALAN, Jean- Claude, (coord.) L’histoire aujourd’hui, Paris: Sciences Humaines Éditions, 1999
SAMARAN, Charles (ed.), L’histoire et ses méthodes, Paris: Gallimard, 1986
VV.AA. Hacer la Historia, Barcelona: Editorial Laia, 1985
VV.AA, La Nueva Historia, Bilbao: Editorial Mensajero, 1988
28
BURKE, Peter, op.cit. p.109 y cuadro comparativo del Anexo III
6
Anexo III
LA REVOLUCIÓN DE LOS ANNALES FRENTE AL MODELO DE LA HISTORIOGRAFÍA POSITIVISTA*
Positivismo Annales
1. Objeto de estudio: el pasado escrito consignado en los
textos. Definición de historia. Ciencia del pasado.
1. Objeto de estudio de la historia: el presente, el pasado y la
“prehistoria” del hombre. Definición de historia: Ciencia de los
hombres en el tiempo.
2. Objetivo de la historia: dar cuenta de los “grandes
hechos históricos”. Historia, política, militar, diplomática y
biográfica.
2. Objetivo de la historia: dar cuenta de los grandes procesos
sociales y colectivos. Historia social, económica, cultural y del
poder.
3. Campo de las realidades estudiadas: historia de los
hechos inmediatos, superficiales, “espectaculares”, de los
grandes acontecimientos.
3. Campo de las realidades estudiadas: historia de las estructuras
profundas, de las realidades subyacentes, de las largas duraciones
colectivas.
4. Noción del tiempo utilizado: idea moderna burguesa del
tiempo (modelo newtoniano) Se concentra en el estudio
del tiempo corto, del acontecimiento. Comparte la idea,
propia del siglo XIX, del progreso simple, lineal,
acumulativo y ascendente.
4. Noción de tiempo utilizada: descompone los tiempos múltiples y
crea una nueva noción del tiempo y de la duración. Analiza
igualmente las coyunturas y los procesos de larga duración. Critica y
supera la noción simplista del progreso lineal.
5. Fuentes utilizadas: historia basada exclusivamente en
las fuentes escritas.
5. Fuentes utilizadas: historia que multiplica, recrea, inventa y
descubre numerosas fuentes y nuevos puntos de apoyo.
6. Técnicas utilizadas por el historiador: historia basada en
la crítica interna y externa del documento, en la
diplomática, la numismática y la paleografía.
6. Técnicas utilizadas por el historiador: historia que recrea y
multiplica sus técnicas, como la fotografía aérea, el carbono 14, la
dendrocronología, el estudio de las series, la iconografía, los
programas informáticos, etc.
7. Relaciones con su materia prima: historia aspira a una
falsa o ingenua neutralidad u objetividad absoluta
respecto a su objeto.
7. Relaciones con su materia prima: historia que asume de manera
consciente o explícita su carácter sesgado, sus presupuestos y
determinaciones diversas.
8. Dominio de estudio: temas de estudio preestablecidos,
limitados por la definición de su objeto y prisioneros de su
propio objetivo. Historia aislada de sus problemas y
encerrándose en los estrictos límites cronológicos,
espaciales y temáticos.
8. Dominio de estudio: historia con perspectivas globalizantes,
asumiendo que nada de lo que es humano le es extraño,
empleando el método comparativo y trascendiendo, sin cesar, las
barreras cronológicas, espaciales y temáticas del problema
examinado.
9. Imagen proyectada al exterior: historia especializada,
circunscrita a un fragmento limitado del universo social.
9. Imagen proyectada al exterior: historia abierta o en curso de
elaboración, enriqueciéndose, redefiniéndose y renovándose en
cada generación.
10. Relación con las otras ciencias sociales: historia aislada
y autónoma, sin ningún lazo con las otras disciplinas
sociales.
10. Relación con las otras ciencias sociales: historia abierta al
diálogo permanente y a intercambios de todo género con las otras
ciencias sociales.
11. Status de la historia: historia entre arte y ciencia,
esforzándose en imitar sin ningún espíritu crítico a las
ciencias naturales.
11. Status de la historia: historia que reclama un status científico y
buscando su especificidad respecto al modelo de las ciencias
naturales.
12. Resultado del trabajo historiográfico: una historia
esencialmente descriptiva y narrativa.
12. Resultado del trabajo historiográfico: una historia que explora
todo el espacio y todas las dimensiones de su carácter
interpretativo, creando modelos, hipótesis y explicaciones globales.
13. Actitud frente a los hechos: historia positiva,
compartiendo las ilusiones que cada época, cada
testimonio o cada actor se hace de sí mismo, de su tiempo
y de su acción.
13. Actitud frente a los hechos: historia crítica que demuestra las
evidencias y revela sus presupuestos ocultos, sometiendo a debate
las ideas aceptadas y dominantes, y avanzando en sentido opuesto
a ellas
* Carlos AGUIRRE, L’histoire conquérante, Un regard sur l’historiographie française (traducción de la autora)
7
La Europa feudal: sociedades en expansión (1000-1270)
Gloria Cristina Flórez Dávila*
INTRODUCCIÓN
Nuestro trabajo trata de introducirnos en uno de los períodos más interesantes de la historia de Europa Occidental pero, al
mismo tiempo, uno de los que menos se conoce; por lo tanto, es también uno de los menos apreciados. Si bien en las últimas
décadas se han hecho grandes avances en el conocimiento del mundo medieval, muy poca de esa información ha superado al li-
mitado grupo de los especialistas o interesados en el tema.
Así, es necesario superar una serie de informaciones poco actualizadas que se difunden continuamente. Una de ellas es la
relacionada con la periodificación de la historia universal y el marco cronológico que utiliza, considerando una división en cuatro
edades: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. Cada una de estas etapas tiene bien definidos su inicio y su final, con acon-
tecimientos considerados trascendentales.
Esa división es totalmente contraria a la concepción actual de la historia como un todo o conjunto, ligado más que a los
acontecimientos a las estructuras y coyunturas, es decir, a la mediana y a la larga duración en los procesos históricos. Es una
clasificación que sigue ligada a una historia tradicional, centrada en acontecimientos y personajes, pero descuida la relación
existente entre los diferentes momentos del devenir histórico y el hecho de que ninguna sociedad es clásica o medieval en un
día determinado y, al día siguiente, se convierte en medieval o moderna.
Éste no es el único problema de esa periodificación, típica de la enseñanza escolar, sino que además se caracteriza por su
carácter europeocéntrico. Es una clasificación hecha por europeos y para europeos, en la cual las civilizaciones asiáticas,
africanas y especialmente las nuestras latinoamericanas no siempre encajan dentro de ese esquema y quedan aisladas o
marginadas.
Más grave aún, los términos ‘moderna’ y ‘contemporánea’ equivalen prácticamente a lo mismo, es decir, lo actual. Y ¿es
posible considerar contemporáneo lo que ha ocurrido a fines del siglo XVIII aunque tengan proyecciones hasta la actualidad?
¿Somos acaso contemporáneos de la Revolución Francesa o de la independencia de los Estados Unidos de América? Sin olvidar
que uno de los grandes cambios dentro de la historia de la humanidad es el originado por la Revolución Industrial, que define
hasta hoy situaciones tan dramáticas como las diferencias entre sociedades industrializadas y sociedades en vías de desarrollo.
En general, esa periodificación en edades puede ser útil para la enseñanza de la historia, sin embargo, limita nuestra
comprensión de los fenómenos históricos. No debemos olvidar que muchos de los términos utilizados son simplemente
etiquetas, colocadas por historiadores u otros especialistas a un momento o situación específica, y que no siempre fueron
utilizados en la época a la que se refieren. Así, aquéllos a los que nosotros llamamos medievales se denominaban nosotros los
modernos1
.
Sería sumamente interesante la elaboración de un marco referencial adecuado para el estudio de las sociedades en el
tiempo, acorde no solamente con los cambios vividos por ellas sino también con los actuales avances en la investigación
histórica. No obstante, no existe hasta ahora una periodificación aceptada mayoritariamente y se debe tener también en cuenta
que las estructuras mentales de las sociedades son muy resistentes al cambio, en especial en lo que se refiere a los sistemas de
medidas o las concepciones del tiempo y del espacio, lo que hace sumamente difícil la aceptación de nuevos conceptos o
visiones de lo que ha acontecido.
En el caso de la Edad Media, el problema se ve agravado por una situación que se da en el mundo occidental desde fines
del siglo XV. En ese momento, el arzobispo Bussiun, intelectual italiano, denominó edad intermedia al período existente entre la
desaparición del imperio romano de Occidente y las transformaciones que tenían lugar en la Europa del Renacimiento. ¿Qué sig -
nificaban, en resumen, sus palabras? Se podría reconocer en ellas la expresión del desprecio a lo acaecido en el milenio anterior,
se definía un período por la ausencia de los elementos que eran considerados valiosos en ese tiempo como, por ejemplo, el
interés por la cultura clásica.
En realidad, los intelectuales de ese período (XV-XVI) desconocían mucho de lo acaecido en los siglos anteriores, sus
referencias fundamentales eran aquellos aspectos que se presentaban en su época como símbolo del atraso intelectual: una
escolástica decadente, una religiosidad más controlada por la Iglesia y un arte gótico con caracteres muy exagerados. Los siglos
siguientes, especialmente la Ilustración del siglo XVIII, agudizaron sus críticas a ese período y esa visión negativa se ha
mantenido hasta nuestros días.
A pesar de que en el siglo XX se han dado enormes avances en la historiografía y existe una visión mucho más clara de lo
que sería “medieval”, estos conocimientos, como decíamos antes, son prácticamente marginales. Por lo general, si
preguntamos ¿qué es la Edad Media?, ¿qué es lo medieval?, en la mayoría de los casos, las respuestas que se obtendrían serían:
atraso, superstición, barbarie o violencia inaudita y muy pocos reconocerían en ella
8
“... la matriz de la era moderna y en especial que ese mundo medieval poseía dos elementos de sabiduría, en
primer lugar un sentido desarrollado del tiempo y del valor de las cosas y en segundo lugar que todos los grandes
pensadores de la Edad Media estaban determinados a unir los conocimientos intelectuales y la razón a profunda
visión espiritual”2
.
Lo único que se recuerda son términos como ‘edad oscura’ o ‘edad de las tinieblas’ o, peor aún, la expresión ‘plena Edad
Media’ como símbolo del mayor atraso.
ESPACIO GEOGRÁFICO DE EUROPA OCCIDENTAL
Nuestro acercamiento al mundo medieval debe tener en cuenta no solamente los avances realizados en la investigación
histórica en las últimas décadas sino también todo lo que sirve de apoyo a dicha investigación, las ciencias auxiliares o anexas3
.
Sin embargo, para el estudio de las sociedades humanas en el tiempo, debemos señalar la importancia que tienen dos nociones
fundamentales: el tiempo y el espacio. En cuanto a lo cronológico, la llamada Edad Media tiene una duración muy extensa4
y
hemos considerado dentro de ella un segmento sumamente significativo, el correspondiente a los años 1000-1270 o Edad de la
Expansión. La combinación de ambas referencias es fundamental para conocer las respuestas que dan las sociedades de una
época determinada a la naturaleza en que se insertan.
Hoy nos interesa cada vez más lo que se relaciona con la ecología y las relaciones entre los hombres y sus ecosistemas, en
especial el impacto que la acción del hombre ejerce en la naturaleza. De ahí la importancia que tiene para los historiadores el
conocer cómo era el paleoentorno en el que se desarrollaron las sociedades entre los siglos XI y XIII, y son de enorme utilidad los
aportes de la dendrocronología y la palinología5
para responder a sus interrogantes.
En cuanto al ámbito geográfico de Europa Occidental, fundamental en una época en la que el sector primario (agricultura y
ganadería) era preponderante, se ha caracterizado por su amplitud territorial, formando parte de lo que se conoce como
Eurasia. El territorio que hoy denominamos Europa se ha ido conformando muy lentamente, a partir de un proceso que se inició
en el siglo IV, con la aparición de las primeras oleadas migratorias bárbaras6
que modificaron los límites del imperio romano de
Occidente, los que se relacionaban básicamente con el entorno del Mediterráneo o Mare Nostrum.
Esos siglos iniciales del Medioevo crearon un espacio más amplio, mejor dicho, más europeo, en el cual se fueron
integrando territorios con mayor o menor grado de romanización7
: Francia, Inglaterra, Flandes y la Península Ibérica entre otros.
El período carolingio entre finales del siglo VIII y mediados del siglo IX, buscando revivir el imperio romano en la restitución del
imperio, se vio afectado por una serie de dificultades internas8
y, sobre todo, por las presiones creadas debido a la segunda
oleada de migraciones bárbaras compuestas por vikingos o normandos, magiares y sarracenos. La desintegración carolingia dio
lugar, junto con cambios que veremos más adelante, a nuevas modificaciones en el territorio europeo.
A finales del siglo X se conformó un nuevo espacio europeo, mucho más ligado a las regiones septentrionales de Europa y
cuyas características más importantes fueron: las costas sumamente extensas y quebradas, así como un importante número de
penínsulas, la variedad y discontinuidad en su relieve y, especialmente, el importante número de sistemas fluviales y mares que
junto con el Océano Atlántico ejercían considerable influencia en las diferentes áreas de la vida de la época.
Gracias a las investigaciones realizadas en los últimos años, conocemos mejor todo lo concerniente a la naturaleza de ese
período. La fauna era bastante diferente de la actual, siendo muy abundantes los animales salvajes como lobos, zorros, osos,
entre otros9
; existían, además, numerosas variedades de peces y pájaros, extinguidas hoy en gran parte, así como los cérvidos,
presa importante en las cacerías señoriales, mientras que las liebres y conejos han ido cada vez más en aumento.
En cuanto a la flora, destacaban en el continente las zonas boscosas y las selvas; millares de hectáreas de especies muy
variadas eran las sobrevivientes de un lento proceso de deforestación iniciado por las civilizaciones clásicas, el cual se aceleró a
partir del año 1000 por múltiples razones, ligadas a las necesidades de una población en aumento y una civilización en plena ex-
pansión, como son:
– La búsqueda de fuentes de calor y de energía.
– La obtención de recursos alimenticios.
– El requerimiento de materiales para las construcciones y actividades artesanales.
– La intensidad de las roturaciones.
– La presencia de una ganadería en aumento que también afectó a las especies vegetales.
Esa edad de la expansión10
mostraba a Europa como una región con mayores reservas de caza para la alimentación
señorial, los bosques importantes en número tenían nombre propio o del propietario del territorio. Si bien inicialmente las
foliáceas fueron las especies más abundantes, existieron también abundantes castaños y encinas que fueron de gran ayuda para
la alimentación de los cerdos. No obstante, en los siglos siguientes se transformó en un territorio donde las coníferas y los
arbustos fueron los preponderantes.
Es sumamente difícil definir con exactitud las características del clima durante este período. Sin embargo, es posible
afirmar –teniendo en cuenta los resultados de recientes investigaciones– que, entre los siglos XI y XIII, el clima se caracterizó por
su estabilidad y por la presencia de temperaturas más elevadas que en los siglos anteriores. Si las comparamos con las que hoy
se consideran como promedio para Europa, se podría señalar únicamente una diferencia de 2 a 3 grados como máximo. No
9
obstante, en ciertos momentos se presentaron oscilaciones tanto en las temperaturas como en los niveles de pluviosidad, pero
sin llegar jamás a las anomalías que fueron características a partir de 1270, y que afectaron la época de la Gran Depresión11
.
Esta fase de expansión dio lugar a importantes variaciones en el territorio europeo, tanto por la acción de la naturaleza
como por la acción humana. Así, podemos mencionar los cambios en el nivel de las aguas y en las zonas cos teras, las
transformaciones en el contorno de los lagos y la apertura de algunos golfos; pero, muy especialmente, la disminución de
pantanos gracias a su desecación; las variaciones en los sistemas fluviales, debido a la creación de esclusas y canales artificiales;
la acción de los diques en las costas unido a la construcción de mayor número de fortificaciones que fueron reemplazadas, a
partir del siglo XI, por el castillo del señor; y, sobre todo, los profundos cambios en los bosques por las deforestaciones.
Todo lo mencionado nos indica que las sociedades de este período ejercieron un mayor control sobre el medio geográfico,
pero sin conseguir que desapareciera un cierto salvajismo rural, ni lograr tampoco una total independencia del factor natural;
prueba de ello es el deficiente rendimiento de los suelos para cultivos.
Finalmente, es necesario reconocer en esa Europa medieval la importancia de las diferentes cuencas, valles, macizos,
mesetas, zonas montañosas, ríos y mares.
CARACTERÍSTICAS DEL FACTOR HUMANO
Nuestro interés por las sociedades humanas hace necesario el conocimiento de los aspectos demográficos y sociales del
período que es materia de estudio. Es fundamental para la comprensión de las diversas manifestaciones de la vida cotidiana, sea
en lo material o en lo mental, conocer el número de habitantes, la tipología de la población (rural o urbana), la distribución por
edades, las tasas de natalidad, nupcialidad, fertilidad y mortandad, la organización y jerarquización de sus componentes, así
como las relaciones existentes entre los diferentes grupos.
En primer término, al analizar los aspectos demográficos nos encontramos con numerosas interrogantes y, si bien se van
resolviendo con la ayuda de nuevas tecnologías, quedan todavía muchas por resolver. De tal manera que las informaciones que
podemos ofrecer son muy generales y podemos afirmar únicamente que la población aumentó considerablemente a partir del
año 1000. Sin embargo, las razones que dieron lugar a ese aumento son todavía materia de discusión de los especialistas,
quienes deberán determinar si fue la mejora del clima la que dio lugar al crecimiento poblacional, y si el desarrollo en los
rendimientos agrícolas y, por lo tanto, en una alimentación renovada fue la razón del incremento demográfico o si las mejores
condiciones sociales, así como la mayor difusión de las innovaciones técnicas, fueron las que tuvieron incidencia en este hecho.
Dar una respuesta definitiva es sumamente difícil, sin embargo, es posible que las actuales investigaciones permitan
confirmar nuestra hipótesis acerca de la estrecha relación entre los diferentes elementos: clima, producción, técnicas, con-
diciones sociales mejoradas y, sobre todo, cambios en las mentalidades.
El cuadro de K. Bennett12
, que colocamos a continuación, nos muestra el panorama de la población europea durante este
período y nos permite observar la evolución no solamente en cuanto a lo cronológico y numérico sino también en lo referente a
porcentajes de crecimiento.
Año
Población
(en millones)
Aumento
(%)
1000 42
1050 46 9,5
1100 48 4,3
1150 50 4,2
1200 61 22,0
1250 69 13,1
1300 73 5,8
Las cifras anteriores nos muestran el mayor aumento entre 1150 a 1250 y también que los síntomas del estancamiento
demográfico se hicieron presentes a partir de esa fecha o, como señalan algunos autores, a partir de 1230.
Si bien existen deficientes informaciones, es posible afirmar que durante esos tres siglos disminuyó la subalimentación
crónica existente en los primeros siglos de la Edad Media. Sin embargo, este problema no desapareció totalmente, pues se
mantuvo en niveles importantes, especialmente en la población de menores recursos, lo que incidió desfavorablemente en los
momentos de carestías y hambrunas. Asimismo, la alta tasa de mortandad infantil siguió afectando a las sociedades, en especial
a los niños menores de un año (al parecer la mayor tasa de mortandad se dio en los varones), aunque en ciertos casos seguía
siendo elevada hasta la edad de cinco años.
Esa mortandad estaba relacionada con problemas de alimentación, clima, descuidos e inadecuados comportamientos,
asimismo es posible que en ciertos casos se tratara de infanticidios disimulados, porque esta población siguió practicando
costumbres ancestrales como abandono de niños, abortos e infanticidios, a pesar de las prédicas y sanciones eclesiásticas, las
que no lograron transformar profundamente mentalidades muy marcadas por creencias no cristianas.
En cuanto al promedio de vida, éste es bastante bajo (35 a 40 años) y más grave en el caso de mujeres (25 años), al
parecer debido a los problemas posparto y muy afectadas por el elevado número de embarazos (ocho en muchos casos y, a
veces, más de doce) Si nos referimos a las enfermedades, se observa la importancia de aquéllas referidas a carencias: anemia,
raquitismo, pero también otras como el ergotismo13
, las infecciones intestinales, las afecciones cutáneas, sin olvidar las pestes
10
bubónica y pulmonar, así como la presencia de casos de lepra, lo que nos da a conocer también información acerca del clima
existente (más húmedo y caluroso) Es interesante tener en cuenta que ahora muchas de las enfermedades que mencionan los
textos de la época son difícilmente identificables, a pesar de las indicaciones de síntomas, ya sea porque éstas se prestan a
confusiones o porque dichos males ya no se dan probablemente en la actualidad.
Esta población tuvo diferencias en lo somático (estatura, rasgos físicos y formas de cráneo), si bien lograron, en
comparación con otros grupos humanos europeos, una mayor homogeneización en lo étnico. Asimismo, esa población que
creció notablemente en este período no lo hizo de manera uniforme en los diversos territorios, y esto puede observarse en las
diferencias existentes, tanto en la cantidad de habitantes como en las densidades de población. Y, cuando comparamos dichas
cantidades con la extensión territorial, nos impresiona –como ya lo han señalado los especialistas– su limitada cantidad, pero
también se observa que su número fue enorme al compararlo con el de la alta Edad Media.
En cuanto a la sociedad medieval, es necesario tomar como referencia los factores de diferenciación y, en primer lugar,
aquellos que sobreviven del mundo romano: criterios jurídicos referidos a la libertad y a la carencia de ella, así como los que se
han agregado desde los siglos iniciales de la Edad Media: la condición de la servidumbre.
Fue, pues, una sociedad claramente jerarquizada, donde el nacimiento determinaba el status jurídico del individuo: libre,
siervo y esclavo según lo podemos observar en el siguiente esquema:
Libre
– Dependía únicamente del poder central.
– Podía desplazarse libremente.
– Podía contraer enlace con quien deseaba.
– Podía heredar y dejar herencia.
– Podía integrar el ejército.
– Era juzgado por un tribunal y podía integrar tribunal de justicia.
– Podía recibir órdenes religiosas.
– En ciertos casos integraba los sistemas de dependencia superior (cuando tenían poder económico y cierto status
social. Se excluyó a los burgueses y judíos y, por lo general, a mujeres incluso nobles).
– Sus contribuciones económicas estaban fijadas, así como las corveas de los libres pobres.
– Podía perder su condición de libre si se casaba con sierva o esclava (por lo general, después de un año y un día del
enlace).
– Se distinguió al que nacía libre con el término de ingenuo.
Liberto
– Era el antiguo esclavo que había obtenido la libertad.
– Necesitaba la protección de un señor religioso o del santo de una iglesia.
– Debía pagar un impuesto (capitación) por su condición jurídica inferior.
– La capitación se pagaba, por lo general, en cera (velas), de ahí el nombre de cerocensitario.
– Sus tareas se relacionaban, por lo general, con la administración de tierras o las labores artesanales.
Siervo
– Era un status propio del mundo medieval.
– Tenía el derecho a la vida y a una fuente de sustento (tierra o trabajo).
– Dependía directamente de un poder local.
– No podía desplazarse libremente.
– Debía contraer enlace con siervo(a) del señorío, en caso contrario, debía pagar un impuesto específico.
– No podía formar parte del ejército.
– No podía recibir órdenes religiosas.
– Era juzgado por su amo.
– Recibía castigos corporales.
– Contribuía con corveas ilimitadas y el pago de censos o rentas en productos o dinero.
– No podía integrar los sistemas de dependencia honorable.
– Este status se adquiría por herencia, matrimonio o por castigo y, en ciertos casos, por la llamada dedición (acto
voluntario).
– Sus tareas eran básicamente agrícolas y ganaderas.
– Podía adquirir la libertad de manera legal (manumisión) o ilegal (huida del señorío a la ciudad donde debía permanecer
366 días sin que fuera reclamado por su señor) En cualquiera de los casos pasa- ba a ser libre.
Esclavo
– Era considerado objeto o cosa.
– No debía ser cristiano.
– Realizaba, principalmente, las tareas domésticas.
– Si adquiría la libertad, pasaba a ser liberto.
11
– Status que se adquiería por nacimiento, matrimonio o castigo por delitos graves. En caso de los capturados en guerra,
recuperaban su condición de libres al ser liberados.
– Pero, ciertas condiciones de época y lugar hicieron que esa división se volviera más compleja, creando múltiples
niveles o escalas en dicha organización, como muy bien lo ha mostrado Fossier14
y donde los lazos de dependencia
personal, heredados del mundo clásico y bárbaro se fueron relacionando con las condiciones de inseguridad existentes
en lo social, económico, político o mental. De manera que los diferentes grupos formaron una compleja red de de pen-
dencias de tipo vertical como:
Sistema de dependencia personal
• Honorables o superiores (libre) – Vasallaje (señores y vasallos)
– Feudovasallático (señores y
Verticales feudatarios)
• No honorables o inferiores – Dominial (social y económico)
(siervos, esclavos y libres con – Señorial (social, económico, judi-
(a) limitaciones) cial y político)
– Religiosas (cofradías)
– Laborales y profesionales (guildas,
Horizontales • Asociaciones de dependencia corporaciones, artes u oficios
– Intelectuales (universidades)
(a) – Militares (caballerías)
Fuente: Cristina Flórez
Durante nuestro período de estudio, los sistemas de dependencia que funcionaron en lo vertical fueron el feudovasallático
y el señorial. Ambos estaban íntimamente relacionados, pero se distinguieron en cuanto a sus integrantes, obligaciones,
contribuciones y modos de establecer la relación.
En el sistema feudovasallático, que era una relación vitalicia y sinalagmática, los integrantes eran libres de cierto status
social y económico. El vasallo o feudatario debía a su señor las contribuciones militares: hueste (período extenso pero
reglamentado) y la cabalgata (período corto), obligaciones administrativas (vigilancia de territorios o castillos), ayudas en la
administración de justicia y en ciertos casos en el consejo, así como las cuatro “ayudas” económicas que se fijaron en este
período: cuando el señor iba a la cruzada, cuando el señor era hecho prisionero, cuando el hijo mayor del señor era armado
caballero y cuando la hija del señor (¿la mayor?) se casaba, pero por primera vez. Así, el vasallo debía: obediencia, ayuda,
fidelidad y consejo. A su vez, el señor debía a su vasallo: protección material (entrega de bien o ayuda económica) y protección
militar en caso de peligro o necesidad y también debía cumplir con ser leal y no traicionarlo.
En cuanto a las ceremonias necesarias para ese pacto estaban:
– El homenaje.- Cuyo origen estuvo en el mundo bárbaro; según la categoría del vasallo, este acto se realizaba de pie o
de rodillas. La relación feudovasallática no era posible sin homenaje.
– La fe o fidelidad.- Que cristianizaba una institución de origen pagano. Era el juramento que se hacía sobre la Biblia,
Evangelios o reliquia de algún santo y no era un componente obligatorio.
Las ceremonias anteriores constituyeron el elemento personal del sistema feudal, mientras que el elemento material o
real que representaba el feudo correspondía a:
– La investidura.- Constituía la entrega simbólica del bien concedido (un puñado de tierra, la rama de un árbol, un anillo,
etc.)
El feudo podía ser de varios tipos: principal pero no el único, una tierra (feudo territorial), un bien religioso (feudo de
altar), un cargo (feudo de honores), determinados cobros (feudo de rentas) y, en ciertos casos, pero no fue común, una cantidad
de dinero (feudo de bolsa).
Este sistema tenía íntima relación con lo militar y personal del mundo bárbaro, de ahí la importancia de la libertad y la
noción de linaje. Estas relaciones superiores no implicaron jamás la realización de tareas manuales o serviles y era necesario que
se apoyaran en los grupos inferiores, quienes trabajaban en sus propiedades territoriales, fueran feudos territoriales o señoríos,
y esto explica la importancia del sistema no honorable o inferior, al que estaban sometidos aquéllos que carecían de libertad o
que la tenían, en ciertos casos, restringida.
– Integrantes.- Con los diversos tipos de dependientes: esclavos, siervos, libertos e incluso libres con limitaciones
12
– Obligaciones.- Eran las tareas manuales, denominadas corveas o prestaciones personales (domésticas o agropecuarias)
y los censos o rentas que eran los pagos en dinero o productos. Todo ello permitió la puesta en valor de las tierras del
señor, quien podía realizar otras tareas como: la guerra, la cacería, el torneo, propias de su orden social.
– Contribuciones.- Eran muy variadas y entre ellas estaban: la talla, la capitación, las banalidades y el impuesto de la
herencia o del matrimonio fuera del señorío.
Además, existieron otras asociaciones de dependencia personal, a las que se podía considerar horizontales y que
permitieron las relaciones entre todos aquéllos que tenían un fin o actividad común, de tipo religioso, económico, intelectual o
profesional. Estas asociaciones funcionaban teóricamente en pie de igualdad; pero, en la práctica, existió una jerarquización
entre sus miembros.
Esta organización social se manifestó claramente a inicios de la edad de la expansión, sin embargo, las transformaciones
en lo económico y posteriormente en lo político la fueron modificando. Así, por ejemplo, ciertos grupos ad quirieron mayores
libertades y también lograron mejoras económicas, especialmente en los centros urbanos que surgían o renacían. Ese
renacimiento urbano y comercial favoreció una mejor situación de quienes se dedicaban al comercio, industria y actividades
intelectuales.
A partir del siglo XII, las ciudades acogieron cada vez más a un mayor número de grupos procedentes del mundo rural, los
que obtuvieron cada vez mayores prerrogativas en el recinto urbano. Es interesante señalar que, incluso en las ciudades
ubicadas en el territorio de un señor feudal, lograron importantes privilegios como fue el caso de Brujas y Gante15
favorecidos,
además, por el importante avance en los sectores secundario y terciario, permitiendo a artesanos y mercaderes tener un papel
destacado en la sociedad, sin que pudieran integrarse en el esquema ideológico de los que oran, los que combaten, los que
laboran (la tierra), y que había sido formulado por los grupos dominantes a inicios de la expansión.
Por lo tanto, es necesario considerar nuevos marcos referenciales para esta naciente burguesía, conformada por grupos
variados en cuanto a sus actividades económicas, que también se fueron diversificando en función de su riqueza y de su
participación política urbana en:
– Patriciado urbano.- Burgueses poderosos.
– Grupos profesionales.- Ligados a la administración y al ejercicio de ciertas profesiones.
– Grupos de pequeños comerciantes.- E incluso prestamistas y cambistas.
– El pueblo.- Numeroso y con diferentes actividades artesanales o industriales, pero también demandador de
reivindicaciones y soluciones a sus problemas.
Sin olvidar la importante masa campesina con diferentes niveles de situación económica y social: propietarios, pequeños
arrendatarios y dependientes del señor, así como los grupos de excluidos o marginados por razones étnicas (judíos), religiosas
(judíos, herejes, musulmanes), morales (delincuentes, sacrílegos) y profesionales (verdugos, tintoreros, carniceros, prestamis-
tas)16
.
La sociedad medieval tuvo, aparte de la jerarquización, otra característica muy marcada: su enorme movilidad,
principalmente en zonas urbanas y rurales los desplazamientos promedio eran de 30 kilómetros. Pero, en algunos casos, las
distancias recorridas fueron mayores debido a motivaciones diversas como:
– Religiosas.- Que se relacionaban con los peregrinajes a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela, Puy, Vézelay y
Conques entre otros.
– Religioso-militar.- Como las cruzadas a Tierra Santa, que marcaron este período, pero también aquéllas que se
realizaron contra los cátaros o albigenses en Francia meridional y, especialmente, la reconquista ibérica.
– Económicas.- Especialmente las roturaciones realizadas al este del río Elba o los viajes de comerciantes o mercaderes
al imperio bizantino, al islam o regiones de Asia.
– Intelectuales.- Relacionadas con el interés de los universitarios en visitar otros centros de enseñanza en Francia o
Inglaterra.
– Por curiosidad.- O gusto por la aventura y lo maravilloso que fue una motivación importante en el mundo medieval.
– Menos lícitas.- Como el deseo de librarse de los controles sociales o institucionales; los ejemplos más conocidos se
relacionan con los giróvagos17
. Un caso sumamente interesante se encuentra en el relato sobre la muerte de Carlos el
Bueno18
referido a un monje, depositario del tesoro de una iglesia, que contó que en un sueño se le había ordenado
viajar a Jerusalén, con el objeto de depositar ahí las riquezas a su cargo. Es interesante comprobar la credulidad de sus
conciudadanos con respecto a esa misión tan peculiar y, como era de esperar, jamás se supo de él ni, por supuesto, del
tesoro.
ACTIVIDADES ECONÓMICAS
El estudio de la economía medieval nos enfrenta, en primer lugar, a la información que nos ofrecen diversas fuentes y que
permiten conocer la producción, el consumo, la inversión y el ahorro. Naturalmente, la producción es sumamente importante y
es fundamental conocer los factores que la determinan: naturaleza, capital y trabajo.
13
Nuestro mayor problema se relaciona con las fuentes de la época, las limitaciones en lo referente al espacio y al tiempo,
así como en cuanto a su cantidad y, sobre todo, la notable ausencia de información cuantitativa en este período. Sin embargo,
nuestros datos nos permiten considerar que este período se caracterizó por una notable expansión en todas las áreas,
basándose, sobre todo, en la prosperidad rural iniciada a fines del siglo X.
Debemos recordar que el factor naturaleza fue un elemento difícil de dominar por los hombres de la época y, además, es
todavía poco conocido por nosotros. Sin embargo, es posible reconocer la presencia de un óptimo climático hacia el año 1000, lo
que habría sido beneficioso para la producción de cereales. No obstante, sabemos que esa mejora no fue uniforme en todo el
período, sino que en determinados momentos se presentaron ciertas alteraciones, que afectaron las cosechas de granos.
Asimismo, se debe considerar la importancia del crecimiento demográfico, pues permitió el aumento de mano de obra
para la producción, igualmente un incremento del consumo y un acicate para la producción, así como mayores posibilidades de
domesticación de seres vivientes y de control del espacio.
En cuanto al capital existente en la época, sabemos que la expansión monetaria mostró variaciones regionales muy
marcadas durante el siglo XI, y recién a partir del siglo XII encontramos la presencia de un mayor número de centros de emisión
monetaria. Esto dio lugar a un cierto desorden por la multiplicidad de especies emitidas, aunque sin llegar a una anarquía, pues
se mantuvo la emisión del denario carolingio de plata, pero su valor fue fijado por los señores, por lo que se hizo necesario tener
presente la referencia a una moneda de cuenta.
Asimismo, fue importante el papel de los cambistas hasta que se logró un mayor control en ese desorden, lo que fue
posible únicamente cuando el Estado recuperó el poder que había sido usurpado por los señores. Gracias a la innovación que se
realizó a partir del siglo XIII –cuando se emitieron monedas de oro y plata y su valor fue fijado teniendo en cuenta la talla, la
aleación y el curso– la situación tendió a mejorar, lo que se completó con los intentos por controlar la devaluación, así como la
insuficiencia del circulante.
Es posible considerar el aumento de las inversiones a partir del año 1000, tanto en el sector rural como en el urbano, si
bien para el artesanado y el comercio las fuentes fueron más tardías. Dichas inversiones procedían en su mayor parte de los
señores eclesiásticos, aunque es posible conocer inversiones tales como las realizadas en molinos de agua, cuya difusión fue
anterior al siglo IX. Sabemos también que aumentó el número de molinos de viento, así como los lagares y otros útiles
necesarios en el señorío. Se menciona, por ejemplo, en Normandía, el caso de una sierra hidráulica hacia el año 1204, e incluso
el árbol de levas se conoció a fines del siglo X, como lo señala Lohrmann19
.
El problema se presenta en relación con los señoríos laicos, si bien es posible que también hayan realizado inversiones,
pero ¿fueron más importantes, similares o menores a las que se realizaron en los señoríos religiosos? Es difícil saberlo, porque
tanto su menor cantidad como la escasez de información documental nos impiden realizar comparaciones.
SECTORES DE PRODUCCIÓN
Primario: agropecuario
Considerado por Fourquin como “el sector-motor” de la economía medieval, se encontraba ligado a la producción agrícola
y ganadera, pero también a la explotación de minas, salinas y a la pesquería. Es necesario reconocer lo pre ponderante del
mundo rural, pues la expansión era básicamente agrícola, como lo reconocen los diferentes especialistas (Duby, Fossier,
Fourquin, Génicot, entre otros)
La prosperidad rural se basó principalmente en las roturaciones, iniciadas en ciertas regiones hacia la segunda mitad del
siglo X20
, cobró mayor impulso a partir del siglo XI y logró su apogeo en el siglo siguiente. Roturar implicaba incorporar mayores
extensiones de tierra para el cultivo, gracias a la utilización de diferentes técnicas como la tala de árboles, la desecación de pan -
tanos, la puesta en valor de tierras baldías, la obtención de tierras ganadas al mar, la conquista de nuevos territorios y la
fundación de pueblos o aldeas. Todo lo anterior permitió que se realizara una agricultura expansiva más que intensiva.
El proceso roturador era el resultado de la doble iniciativa de señores y de campesinos interesados en obtener mejores
resultados en la actividad agrícola, la que realizaron de tres maneras21
:
– Ampliando el antiguo terruño.- Fue la manera más fácil, creando nuevos terruños y fundando nuevas aldeas, es la
forma más conocida por la documentación,
– Poblando de manera dispersa.- “Intercalando”, ligado a iniciativas individuales y utilizando cercados como protección.
En cuanto a la actividad agrícola, debemos tener en cuenta ciertas referencias fundamentales como: la existencia del
señorío y precisando la distinción entre el señorío como gran propiedad territorial, heredero de la villa o dominio carolingio con
sus dos componentes:
– La tierra del señor o reserva (terra indominicata).
– Las tierras mansionarias dependientes (tenures).
Pero, se debe considerar también el señorío como el poder de explotación económica y judicial que tenía el señor –
religioso o laico– sobre sus dependientes, de diferente status y que le permitió obtener de ellos diversas contribuciones en
productos o dinero y, en ciertos casos, en mano de obra.
14
La extensión territorial de un señorío fue variada, disminuida o fragmentada desde el siglo X, recuperó su extensión desde
el siglo XII, variando el tamaño de la reserva y de las tierras dependientes (tenures o tenencias).
¿Cómo explotaba el señor su tierra y en especial la reserva? Podía elegir entre las siguientes posibilidades:
– La explotación directa.- Utilizando a sus servidores domésticos.
– La utilización de mano de obra asalariada temporal.- Se volvió una costumbre cada vez más generalizada y masiva,
incluso en las propiedades cistercienses22
.
Los dependientes sometidos al sistema señorial seguían contribuyendo con censos o rentas y corveas o prestaciones
personales, que se fueron reduciendo pero sin dejar de ser duras, aunque menos coactivas que en siglos anteriores y esto en
razón de diferentes circunstancias, como los arreglos entre señores y dependientes, el aumento del comercio, la necesidad de
circulante monetario por el señor y las mejoras técnicas.
No obstante, es necesario tener en cuenta las prerrogativas del ban o bannum, poder de mandar, castigar, ordenar u
obligar y que estaba ligado tanto a la administración de justicia como a la imposición de contribuciones, lo que afectó
enormemente al campesinado, sometido a ese poder banal o justiciero, debiendo contribuciones o cargas muy variadas y en
ciertos casos arbitrarias, entre ellas diversos tipos de corveas o impuestos que estaban sujetos al uso del molino o del horno, a la
recepción de una herencia, así como a la circulación o distribución de productos.
No se debe considerar que la producción del sector primario se vio trabada; por el contrario, fue una época de expansión
agrícola para la que fue necesario contar con elementos favorables en cuanto a las técnicas utilizadas, por ejemplo:
– La alternancia y distribución de siembras y cultivos mixtos (cereales de invierno y de primavera).
– La rotación de cultivos se transformó de bienal en trienal por la disposición de tierras de descanso (barbecho)
No obstante, se dieron variaciones en lo geográfico y cronológico, lo que permitió considerar múltiples formas de rotación:
– El rastrillaje.
– La mayor utilización de abonos (procedentes del ganado o de los palomares).
En cuanto a las mejoras en los útiles de empleados tenemos:
– La mayor utilización del hierro en el instrumental agrícola, que reemplazó a la madera (proceso que se inició desde el
período carolingio).
– Las mejoras en los arados, pero con ciertas interrogantes con respecto a sus características, si bien el nuevo tipo que
se difundió, mayor y más pesado, tirado por ocho bueyes, fue de gran importancia.
– El cambio en lo concerniente a la utilización de animales de tiro (bueyes, caballos), incluso el tipo de arreos y el empleo
generalizado de herraduras.
Las modificaciones señaladas permitieron aumentar la producción; aunque significaron mayores gastos para el señor,
permitía obtener excedentes en los cultivos predominantes como: cereales, frutales, hortalizas, o incluso de tipo industrial (vid,
lino, cáñamo y tintóreas).
La actividad ganadera estuvo relacionada con las necesidades cotidianas, no obstante, se reconoció su deficiente
asociación con la agricultura y presentó dificultades en lo referente a su alimentación en invierno por falta de forraje.
Entre los tipos de ganado tenemos:
– El vacuno.- Importante por la fuerza de tracción de los bueyes y por su relación con la alimentación (carne, lácteos).
– El porcino.- Utilizado principalmente en la alimentación en sus diversas formas (tocino, ahumada, salchichas, etc).
– El equino o caballar.- Empleado en el ámbito militar, en el transporte y, en ciertas regiones, en tareas agrícolas.
– El lanar.- Permitió el empleo de su lana en la industria textil, floreciente en Flandes e Italia. Las zonas productoras
fueron Inglaterra, Flandes y Castilla y se dieron mejoras en cuanto a su calidad, por ejemplo, la lana merino procedente
de África, difundida posteriormente en la Península Ibérica.
En general, el señor fue el mayor propietario del ganado, pero en algunos casos lo fueron también ciertas comunidades
campesinas, que se interesaron en defender los pastos comunes de los “malos usos” de los señores, y, en ciertos casos, también
las familias campesinas poseyeron algunas especies.
Secundario: artesanía e industria
La expansión agrícola estuvo íntimamente ligada a los cambios que se presentaron en los sectores secundario y terciario.
Por lo tanto, si deseamos comprender los logros en la industria y el comercio de este período, es necesario analizar el llamado
renacimiento urbano que se inició a fines del siglo X. El origen de las ciudades medievales preocupó enormemente a los his-
toriadores desde el siglo XIX, y se elaboraron diversas teorías para explicarlo. Así, durante décadas se admitió sin discusión la
que planteaba Henri Pirenne23
en sus trabajos Las ciudades medievales e Historia social y económica de la Edad Media, cuyos
lineamientos principales fueron los siguientes:
– Los primeros síntomas del renacimiento urbano los tenemos en la segunda mitad del siglo X.
15
– El núcleo de donde surgió este renacimiento fue la aglomeración exterior de la ciudad, el llamado faubourg, que
estuvo relacionado con el comercio temporal y errante; posteriormente, al ir tomando mayor impulso ese comercio,
ese burgo exterior superó en importancia al antiguo.
– La renovación comercial fue la que dio origen al renacimiento urbano y, luego, pudo afianzarse gracias a la labor
realizada por los artesanos.
Para Fourquin y otros especialistas en historia económica, la teoría de Pirenne correspondió principalmente a las zonas de
Flandes y de las ciudades hanseáticas. Si bien existieron pocas ciudades antes del año 1000, no era correcto afirmar la ausencia
total del fenómeno urbano, ni tampoco la falta de artesanos y mercaderes. No obstante, lo más interesante era señalar la
debilidad en la base de la teoría de Pirenne: el olvido de la evolución de los pueblos rurales y de la economía campesina en el
siglo XI, así como el papel de los señores (caso del conde de Flandes) en la fundación de ciudades. Su teo ría de la evolución de
burgo a ciudad también tuvo críticas, si se observaban los casos de ciudades como Arras donde, al parecer, los primeros
burgueses pertenecían a importantes familias de la región.
Sin embargo, la doctrina de Pirenne tiene aspectos importantes como son el reconocer la importancia que tuvieron los
mercaderes, errantes sobre todo; asimismo, el poner el acento en la función económica de la ciudad medieval, incluso en las
más pequeñas; el papel del mercado y de los mercaderes como elementos de fijación urbana y, finalmente, la importancia
enorme del comercio en las ciudades de los Países Bajos.
En cuanto al sector secundario, debemos observar que el artesano era originario del mundo rural y fue migrando a las
ciudades, donde se organizó en asociaciones profesionales con nombres variados como métiers, guildes, gilden, gewerke,
mysteries o arti. Algunos oficios como los batidores de cobre y los pañeros de Huy tuvieron gran renombre desde inicios del siglo
XI; sus productos se comerciaban en los grandes mercados del Rin y de Francia. Las cartas urbanas de la época mencionaban su
existencia y también, en ciertos casos, el papel importante que ejercieron en la política municipal. Ese artesanado se fue
diversificando y, en ciertos casos, mejoró las técnicas de producción; por ejemplo, en la industria textil.
La organización artesanal desde el siglo XI contó con un grupo que los dirigía, compuesto por cónsules, bailes o priores,
quienes tuvieron poder disciplinario. Entre los maestros se elegían a los jefes del oficio, sea por un año o dos. Ellos eran dueños
de útiles, talleres y materias primas, pero asumían los riesgos y, lógicamente, las ganancias.
Existieron, además, los compañeros que habían aprendido el oficio y esperaban lograr el acceso a la maestría, mientras
que los aprendices se preparaban en el oficio desde los 10 años. El sistema estaba estructurado, jerarquizado y controlado, con
fondos de ayuda, justicia privada, reglamentos duros y fiestas muy importantes. Se tuvieron en cuenta ciertos elementos:
– Igualdad entre sus miembros.
– Lealtad, es decir, ningún secreto ni invención debían quedar ocultos.
– Confraternidad, que obligaba a no hacer publicidad a los productos para no perjudicar a los otros miembros de la
corporación.
Fourquin24
reconoce que la organización de los oficios no fue general ni en el tiempo ni en el espacio, pero observó la
distinción en dos grandes categorías profesionales: las profesiones indispensables para la vida cotidiana y las profesiones
relacionadas con producciones masivas, destinadas al comercio internacional. Entre las primeras se encontraban los oficios
referidos principalmente a la alimentación y a productos necesarios para los consumidores, como zapateros, herreros etc. En
cuanto a la gran producción, la más importante fue la textil y en ella se podía observar una cierta división del trabajo y, en
ciertos casos, encontramos que cada uno de los grupos especializados formaba un oficio distinto.
Cada uno de los artesanos trabajaba en su taller con vista a la calle y así podía ser fácilmente observado por los
controladores del oficio. Es importante el caso del tejedor, trabajador manual y patrón que dirigía su taller y en ciertos casos
empleaba un número restringido de asalariados y aprendices. Su tarea fue muy considerada y, siendo trabajadores de elite,
tuvieron un papel importante en las agitaciones sociales y en las luchas contra las oligarquías flamencas o italianas.
Terciario: comercio
En cuanto al sector terciario, tenemos una “revolución en las técnicas de los negocios”, si bien los progresos fueron lentos
y con cierta tendencia a la sedentarización mantuvo, durante mucho tiempo, la característica de comercio errante. Esto explica
la importancia de las ferias en el mundo occidental hasta finales del siglo XIII.
La feria era el período de transacciones, su nombre deriva del latín feria, fiesta de un santo, y esto explica su relación con
las festividades del santo patrono del lugar e incluso con las rutas de peregrinaje. La feria se diferenciaba del mercado por
realizarse generalmente una vez al año y tener una duración de cuatro a cinco semanas aproximadamente, contar con una clien-
tela más amplia y variada, generalmente internacional, poseer una especialización en sus productos y, especialmente, tener
privilegios que protegían a las personas y mercancías.
En sus orígenes, las ferias estaban relacionadas con el comercio de productos regionales; sin embargo, a partir del siglo XII,
eran los centros privilegiados del gran comercio internacional: telas, paños, tapices, productos tintóreos y materias primas como
la lana.
En cuanto a su funcionamiento, los períodos o etapas fueron:
– Preparación de las mercancías.
16
– Exposición de mercancías.
– Venta.
– Liquidación de los negocios.
En todos estos momentos se contaba con la vigilancia de los guardias y el reconocimiento legal de las transacciones
comerciales.
Los participantes en estas ferias podían realizar viajes durante todo el año, pues existían ciclos regionales en Flandes,
Francia e Inglaterra, y entre los más importantes estaban los de Champaña, protegidos por el señor del lugar. El conde de
Champaña otorgaba los conductos (salvoconductos) para los mercaderes que se dirigían a comerciar en ella, tanto en verano
(“ferias calientes”), como en el invierno (“ferias frías”)
Nos hemos referido a los mercaderes, fundamentales para el comercio de la época, sobre todo en esta etapa donde
todavía la sedentarización comercial no se había impuesto como a fines de la Edad Media. Entre los mercaderes, los italianos
tuvieron un papel destacado y eso explica la gran cantidad de investigaciones que se les ha dedicado.
Estos personajes fueron el producto de una región con características peculiares en lo político, con la existencia de
numerosas ciudades-estados, divisiones internas, rivalidades regionales y partícipes en las luchas entre el papado e imperio.
Estos comerciantes amaban su ciudad, ayudaban con sus ingresos a embellecerla, tenían fuertes lazos de solidaridad,
especialmente por las persecuciones que sufrían en el extranjero, por razones económicas o políticas. No obstante, contaban
con importantes apoyos cuando estaban lejos: la presencia de los representantes de sus ciudades y la solidez de sus monedas,
en especial el florín de oro o la libra genovesa.
En los mercaderes observamos el gusto por la ganancia, la inclinación por discusiones y litigios, el interés por el arte, así
como el sentimiento religioso; prueba de este último son las informaciones que nos proporcionan sus documentos personales o
comerciales, por ejemplo, las invocaciones religiosas, los donativos para las fiestas, las limosnas (casseta minore), los fondos pa-
ra pobres y, en especial, las restituciones, los legados y las misas que disponían en sus disposiciones testamentarias.
A partir del siglo X, según las informaciones proporcionadas por Sapori y Renouard, se podían encontrar en las ciudades
marítimas italianas:
– Operaciones locales de tipo financiero e industrial, como los préstamos a 20 por ciento de interés, los depósitos de
objetos preciosos y las asociaciones industriales.
– Operaciones con el extranjero, que eran básicamente de tres tipos:
• Préstamo marítimo.- Conocido con el nombre “a la gruesa”, donde un capitalista asumía los riesgos.
• Contrato de compañía.- De socios que participaban con capital o trabajo.
• Contrato llamado colleganza.- Con dos socios, uno mayoritario y otro con inversión menor, quien realizaba el viaje.
La liquidación final de los beneficios se hacía proporcionalmente a la inversión.
Este período inicial de la edad de la expansión se caracterizó por la importancia de ciudades como Venecia, Pisa y Génova,
creadoras de un movimiento comercial y financiero, con técnicas variadas, con respecto a las cuales es difícil hasta ahora
precisar sus orígenes con exactitud: ¿eran la herencia del mundo clásico, del oriente helenístico, del mundo bizantino o del
mundo islámico? Sin embargo, es innegable la importancia de los elementos propios del mundo italiano como, por ejemplo, el
espíritu de empresa, la capacidad de decisión, el conocimiento de los mercados, así como de la coyuntura política, y nos interesa
señalar también los contactos que tuvieron con regiones orientales (civilizaciones bizantina e islámica), los logros debidos a las
empresas militares de la época (por ejemplo las Cruzadas), el establecimiento de colonias italianas en el extranjero, así como la
poca competencia que ofrecieron los mercaderes de otras regiones europeas.
Es necesario tener en cuenta que las empresas marítimas de la época enfrentaron diversos riesgos como los naufragios, la
piratería, los malos manejos o comportamientos, así como las represalias que se ejercieron en ciertos casos contra los
mercaderes extranjeros, si alguno de sus compatriotas cometía una falta. Esto explica la importancia de fijar normas para los
préstamos o el envío de mercaderías, creándose así las figuras del fraccionamiento en los riesgos, participando en diferentes
empresas comerciales o la formación de asociaciones de mercaderes, cuyas formas características fueron:
– La commenda o sociedad en comandita.- El capitalista (o capitalistas) proporcionaba los fondos a un mercader, quien
contribuía con su trabajo.
– La colleganza veneciana.- Explicada anteriormente, conocida en Génova como societas maris.
Con respecto a las ciudades italianas del interior, su importancia aumentó a partir del siglo XI, no obstante, tuvieron un
ámbito de desarrollo diferente al de las ciudades marítimas, ligadas al amplio horizonte de los mares Mediterráneo, Adriático y
Egeo. Las ciudades del interior se relacionaron, sobre todo, con zonas de bosques o montañas, utilizaron vías terrestres o
fluviales, con riesgos menores; todo ello resultó fundamental para el tipo de asociaciones que crearon: las sociedades
mercantiles o compañías, con mayor número de participantes, por lo general de una familia o dos que estaban ligadas por lazos
de parentesco matrimonial, su capital era considerable, llevaban el nombre de la familia dominante de la persona que la dirigía,
su duración era mayor, y contaban con representantes en aquellas ciudades con las que mantenían relaciones comerciales. Estas
compañías utilizaban el crédito, los préstamos y realizaban inversiones en diferentes áreas; tuvieron estrecha relación con el
17
nacimiento del sistema bancario, realizaron préstamos a corto plazo y facilitaron la transferencia de fondos entre diferentes
plazas comerciales.
A partir del siglo XII y sobre todo en el XIII, existieron:
– Los contratos de seguros.- Mediante los cuales se ofrecía cierta suma de dinero a quienes se comprometían a entregar
mercancías en fechas determinadas.
– La letra de cambio.- Que permitía, según Le Goff, estas ventajas:
• El pago de una operación comercial.
• La transferencia de fondos entre dos plazas comerciales.
• Una fuente de crédito.
• La ganancia al jugar con las fluctuaciones cambiarias.
No debemos olvidar que la letra de cambio ayudó, en muchos casos, a ocultar los préstamos de elevado interés, es decir,
con usura.
– Los bancos.- Cuyos antecedentes estuvieron en relación con la práctica del cambio y el ejercido por los cambistas, así
como con el de las mencionadas compañías.
En lo concerniente a los productos dominantes tenemos los cereales, metales, lana, vino, tejidos y especies, si bien
tuvieron también importancia las pieles, ámbar, frutas, tintes, mordientes (alumbre), animales como caballos y aves de cacería.
En cuanto a los polos de atracción económica, estuvieron Flandes e Italia como los más destacados, pero también se nota
la importancia de Inglaterra, ciertas regiones de Francia y España, así como la región hanseática y báltica.
Las vías de comunicación fueron afectadas por ciertos problemas en su mantenimiento, de ahí que se evitaran las rutas
terrestres por sus peajes e inseguridad prefiririéndose las rutas marítimas o fluviales, menos costosas, más rápidas y seguras,
aunque siempre con los riesgos de naufragios y piratería, entre otros. A fines del siglo XIII fue sumamente importante el logro al-
canzado por los marinos vascos de establecer una ruta regular, desde el Mediterráneo al Mar del Norte, atravesando el Estrecho
de Gibraltar evitando así los problemas creados por las rutas terrestres alpinas. A partir de 1270, el tráfico entre las costas
italianas (Génova) y la ciudad de Brujas se volvió regular.
LAS LLAVES DEL PODER. IGLESIA Y ESTADO
Uno de los aspectos más interesantes del mundo medieval es el que se refiere a los poderes civiles y eclesiásticos, su
funcionamiento y los problemas que plantearon las relaciones entre ambos. Lamentablemente, es uno de los aspectos menos
conocido y, sobre todo, el peor comprendido, pues el enfoque está deformado por la concepción que se tiene actualmente de la
política, tanto en la práctica como en lo doctrinario, totalmente desligada de lo religioso.
Al iniciarse la edad de la expansión tenemos claramente presentes los siguientes elementos:
– La teocracia pontificia.- Donde el Papa gozaba de la plenitud de poder, afirmando su preeminencia sobre el poder
imperial, por lo tanto, sobre las monarquías de la época.
– La incorporación oficial de la institución monárquica a la Iglesia.- Gracias a la ceremonia de la consagración que
elevaba el poder real al rango de dignidad sacerdotal.
– La desaparición del poder carolingio.- Relegando a la Francia occidental a la situación de un reino muy debilitado, pues
el monarca solamente tenía la fuerza que procedía de la unción real y de la administración de la alta justicia.
– La transformación del sistema vasallático en sistema feudal o feudo vasallático.- Fortalecido por la entrega del feudo,
gracias a la defensa que se realizó frente a las oleadas migratorias bárbaras de los siglos IX y X y que tuvo, además, la
fuerza material (económica y social) que le dio el apoyarse en el sistema señorial.
– La existencia del imperio en la antigua Francia oriental.- Que mantuvo ciertos elementos cohesionadores, pero con
debilidades inherentes a los problemas dinásticos, la falta de unidad territorial, la fuerza de los señores, la cuestión
italiana y los problemas relacionados con el pontificado como, por ejemplo, la querella de las investiduras.
– La inseguridad.- Existente a fines del siglo X e inicios del siglo XI.
– La edad de la expansión.- A nivel de lo político mostró las difíciles situaciones vividas por el poder central (monarquía e
imperio) frente a las amenazas provenientes tanto del poder religioso como de los poderes locales, fueran señores
territoriales o feudales. Estos siglos presentaron las diferentes formas de relación entre sistema feudal y sistema
monárquico o sistema imperial, así como los intentos que realizaron monarcas o emperadores de liberarse del control
pontificio, y de la situación peculiar de los reinos que no quisieron tampoco someterse al imperio, aunque fuera
solamente de manera nominal.
En cuanto al sistema feudo vasallático, cuyas características generales se han presentado al hablar de lo social, debemos
referirnos a los aspectos correspondientes a lo político. El feudalismo fue una institución compleja, surgida de las condiciones
propias del siglo X.
18
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Material de lectura 2014

  • 1. De la Historia Metódica a los Annales: Un siglo de elaboraciones en la Historiografía Occidental Shirley Carbajal Ravello Nuestra disciplina como todo conocimiento científico ha tenido desde sus orígenes una larga trayectoria y su evolución ha estado estrechamente relacionada con las situaciones vividas por las sociedades humanas que lo elaboraban. Necesitamos conocer ese recorrido realizado por los historiadores, miembros de una corporación que transmite su saber especializado y constituyen los eslabones de una cadena que unen el pasado al presente y que van construyendo el futuro y cuyas realizaciones nos permiten avizorar un camino ya recorrido, conocer trayectos diferentes con sus avances, retrocesos, paradas, incertidumbres, antes de emprender caminos en busca de lo que es nuestro interés: la verdad, como lo expresaba el gran historiador francés, Jacques Le Goff1 . Nuestra disciplina cuenta con una larga historia, dos mil quinientos años de plantear interrogantes, ofrecer posibles respuestas a los deseos de las sociedades de conocerse mejor y de dar una imagen de lo acontecido. Esas elaboraciones de nuestros “maestros”, directos o indirectos- serán nuestra hoja de ruta en la tarea, siempre atrayente aunque no siempre fácil, de investigar el devenir histórico. Nos plantearán alternativas pero sobre todo relecturas de los temas de interés para nosotros o nuestros contemporáneos. Necesitamos conocer todo lo necesario cuando iniciamos un aprendizaje, desde el nombre, lugar de origen e iniciadores y las condiciones de su elaboración y ver brevemente su posterior evolución en Occidente lo que nos permitirá comprender sus características en la actualidad y sus nuevos horizontes de trabajo. En Grecia carente de unidad geográfica y política, Heródoto en el siglo V a.C. escribe Las nueve musas de la historia y utiliza por primera vez la palabra Historia, término jonio, ligado que significa investigación2 . Esa obra que da inicio a nuestra disciplina nos interesa por aportes fundamentales como son el objeto de estudio, que son los hechos humanos, desinteresándose de los dioses o héroes, así como el método de trabajo consistente en hacer preguntas y someter a crítica las respuestas. Sin embargo, tienen limitaciones como son en primer lugar, las restricciones metodológicas en lo temporal, al transformar los recuerdos en arquetipos o modelos y en lo geográfico, al limitar la transmisión de los informes y, en segundo lugar, la falta de una visión universal de la sociedad griega. La civilización romana tendrá un papel importante a partir del siglo III a.C. y sus características como la mayor unidad y cohesión le permitirán construir una estructura política cuyo eje referencial es el Mediterráneo o Mare Nostrum. Se crea entonces un elemento fundamental para la integración cultural, la romanización, apoyada en el latín, el derecho, la administración, el ejército, las vías de comunicación, el culto religioso y la producción económica3 . Así, estos elementos permiten la elaboración de una historia ecuménica o universal que está íntimamente relacionada con la búsqueda de un espacio extenso, la dilatación imperial y que se preocupa por una historia con objetivos políticos y tiene un sentido moralizador al fomentar el civismo y la formación de buenos ciudadanos como se observar en la obra de Tito Livio, patrocinado por el emperador Augusto. No obstante, estas civilizaciones del mundo clásico no superan la concepción de una historia cíclica o tradicional, es decir, la historia como una sucesión de ciclos que se repiten en el tiempo. El triunfo del cristianismo al convertirse en religión oficial del Imperio a fines del siglo IV de nuestra era da lugar a una serie de cambios como el ofrecer una concepción lineal de la historia: inicio con la creación y un final o juicio universal, insertando además un eje referencial, la presencia de Cristo en la historia y da lugar a la utilización de una cronología en la que se realiza una división en el tiempo histórico: antes de Cristo y después de Cristo que todavía se utiliza. Las limitaciones que presenta por la inserción del elemento religioso y la necesidad de relacionar la historia humana con la Biblia y los designios divinos da lugar a una serie de problemas que podemos observar en la llamada Edad Media. Si bien se conservó el legado clásico en los monasterios, se dio enorme importancia al elemento religioso y se careció de sentido crítico (deficientes interpretaciones, tendencia a falsificaciones, copias, etc.) y los géneros históricos privilegiados fueron las crónicas, los anales, las historias y las vidas de santos (hagiografía). A fines de la Edad Media, la sociedad europeo occidental está viviendo una serie de cambios y que se muestran en lo económico (paso de la crisis a la expansión), en lo social (ascenso de la burguesía), en lo político (génesis del estado moderno), en lo religioso (ruptura de la unidad cristiana) y en lo cultural (Humanismo y Renacimiento). Se presentó un mayor sentido crítico en las elaboraciones históricas que tuvo estrecha relación con los avances en la crítica filológica de los humanistas 4 y que en los 1 Entrevista en L’Express (N° 1959, 25/XI/1988) 2 La raíz indoeuropea de donde proviene es wid: saber o conocer 3 Esta economía está ligada a los cultivos que se realizan: olivo donde la romanización es mayor, vid con zonas menos romanizadas y palmeras datileras en las zonas donde este proceso estuvo prácticamente ausente. 4 La utilización de ese método permite a Lorenzo Valla descubrir la falsedad de un documento medieval conocido como la Donación Constantiniana. 1
  • 2. siglos XVI XVII se complementaron con el surgimiento de nuevas disciplinas como la paleografía y la diplomática5 , las que permitieron un gran avance en la crítica de documentos, distinguiendo cada vez con mayor precisión su autenticidad. Igualmente, Christopher Keller realizó la periodización de la Historia en Edades Antigua, Media y Moderna, completando así lo que había iniciado el arzobispo Bussi a fines del siglo XV. Gracias a los avances en estos siglos de la llamada Modernidad será posible a la Ilustración en el siglo XVIII completar los avances agudizando la crítica a lo religioso y al mundo medieval y dando importancia a las nociones de progreso, razón, libertad y felicidad. Aspectos tan importantes como el interés por el estudio de las civilizaciones o el inicio de la filosofía de la historia están ligados a la obra de Voltaire. Al finalizar el proceso revolucionario francés iniciado en 1789, se abre paso una nueva corriente historiográfica: el romanticismo que se interesa por las tradiciones, el folklore y por lo tanto la búsqueda de sus raíces en los nacientes estados, interesándose por el pasado especialmente medieval. Uno de sus precursores, Chateaubriand esboza en su obra un método histórico, una teoría cíclica de la historia y una aproximación crítica a la Revolución Francesa y sus continuadores se interesaron por la presentación literaria de sus trabajos con evocadoras descripciones del pasado que buscan despertar emoción y sensibilidad en sus lectores, así como la formación progresiva de una idea nacional. No obstante, desde mediados del siglo XIX la sociedad europea se manifiestan los cambios relacionados con la primera fase de la Revolución Industrial, la consolidación del poder de la burguesía, las revoluciones de 1848 con sus componentes liberal y nacionalista y los antecedentes en el mundo germánico de lo que sería más adelante el positivismo histórico en los trabajos que se basaban en el estudio minucioso y crítico de la documentación histórica6 y que condujera a que se “narraran los hechos tal cómo acontecieron” según la célebre frase del historiador alemán, Leopoldo von Ranke. Todo lo antes mencionado se ve favorecido por la influencia de los postulados del positivismo de Augusto Comte, creador de la Sociología, ciencia nueva que buscaba determinar las leyes que regían la existencia y el movimiento de las sociedades, y sus propuestas son importantes porque se planteaba establecer una ciencia; “la historia puede determinar las leyes que presiden el movimiento de las sociedades y así adquiriría el carácter de ciencia7 ”. En las últimas décadas del siglo XIX, se publican los textos fundamentales que nos ofrecen los principios básicos de la escuela metódica: a) El Manifiesto escrito por Gabriel Monod para el lanzamiento de la Revue Historique en 1876 y b) Introducción a los estudios históricos, una guía para estudiantes escrita en 1898 por Charles- Victor Langlois y Charles Seignobos. Se planteaba una forma de investigación que descartara toda especulación filosófica y que lograra la objetividad absoluta en el campo de la historia. Por lo tanto, se preocupan de la utilización de métodos reconocidos como científicos: inventario de fuentes, crítica de documentos y organización de las tareas profesionales. Estos historiadores quisieron convertir su disciplina en una ciencia exacta que explicara los hechos históricos rigurosamente, de allí la importancia de utilizar las fuentes o huellas clasificadas en escritas, orales y monumentales que debían ser previamente inventariadas, validadas, contrastadas y analizadas. En este proceso de análisis se encuentra a la heurística que es la crítica externa o de erudición que comprobaba la autenticidad de la fuente, es decir, pertenecía a la época a la que afirmaba pertenecer. Luego se procedía a la crítica interna o hermenéutica que permitiera comprobar la veracidad o credibilidad de la fuente, es decir si el documento decía la verdad. Al finalizar con estas tareas se debían realizar las operaciones sintéticas en varias etapas8 : 1. Comparar los documentos para establecer un hecho particular. 2. Reagrupar los hechos generales en marcos generales. 3. Manejar el razonamiento, sea por deducción o por analogía para relacionar los hechos entre sí y llenar los vacíos. 4. Obligar a practicar una elección entre la masa de acontecimientos y; 5. Llevar al historiador a intentar algunas generalizaciones y arriesgarse a algunas interpretaciones. Este trabajo de gabinete implicaba una formación de expertos en las tareas mencionadas que pudieran dominar determinadas técnicas de erudición. Se debía contar con archivistas, bibliotecarios, jóvenes investigadores que se prepararan para el oficio de historiador con el manejo de las llamadas ciencias auxiliares9 , así como la realización de monografías y recibiendo el apoyo de profesores especialistas. Esta historia metódica tendió a establecer una jerarquía en sus materiales de trabajo de acuerdo a la importancia o valor que tuvieran para la tarea que realizaban y los principios que los guiaban. Se le dio mayor importancia a las fuentes escritas, consideradas como más seguras y en especial, las oficiales. Por esa elección, se comprende la elaboración de una historia centrada en los acontecimientos, especialmente políticos, militares, diplomáticos y en ciertos casos religiosos, realizada de manera coherente y donde era importante probar las relaciones de causalidad de lo acontecido. 5 La paleografía se interesa en descifrar, analizar y seguir las escrituras antiguas en su desarrollo histórico y la diplomática que estudia la tradición, forma y elaboración de las actas o documentos públicos 6 CASADO QUINTANILLA, Blas, Tendencias historiográficas actuales, p. 94 7 LEFEBVRE, Georges, La naissance de l’historiographie moderne, p.229 8 BOURDÉ, Guy y Hervé MARTIN, Les écoles historiques, p.p. 148-149 9 Hoy día se las denomina ciencias anexas y entre ellas destacan geografía, cronología, paleografía, epigrafía, arqueología, genealogía, heráldica y numismática 2
  • 3. A pesar de los ataques que han recibido de los historiadores del grupo de los Annales en el siglo XX, actualmente se reconocen sus aportes importantes en el desarrollo de nuestra disciplina. Entre ellos se deben señalar los magníficos logros en cuanto a la crítica histórica porque consiguieron con la limitada tecnología a su alcance descubrir falsificaciones e interpolaciones en los documentos que trabajaron, las que posteriormente han podido comprobarse con los avances científicos de las últimas décadas. Ese trabajo sumamente erudito y de gran calidad se acompañó de una marcada exigencia en la formación profesional del historiador10 . Sin embargo, no debemos dejar de reconocer ciertas limitaciones en su trabajo como es su preocupación por el acontecimiento y el personaje, es decir, la corta duración; el papel fundamental que desempeñaban los aspectos políticos, militares y diplomáticos en su investigación en desmedro de aspectos fundamentales en las sociedades como la economía y la cultura popular que sin poder afirmar que los ignoraron completamente, los relegaron en cierta forma11 . Asimismo, sus integrantes pasaron a formar parte de los grupos de poder intelectual a inicios del siglo XX y desempeñaron un papel destacado en la enseñanza universitaria, en los centros académicos y elaboraron los textos escolares y de divulgación histórica lo que tendió a favorecer en las sociedades de su tiempo una enseñanza y un aprendizaje ligados a la minuciosidad y detalle en la información que privilegió lo memorístico, sin lograr ofrecer en muchos casos una visión de conjunto de las sociedades y sobre todo comprenderlas en toda su complejidad. LA HISTORIA EN EL SIGLO XX A inicios del siglo XX se presentaron cambios sumamente importantes en las sociedades occidentales y que permiten comprender el viraje que se realiza en la investigación histórica a finales de los años 20. En primer término debemos recordar que si bien Europa sigue ejerciendo dominio en los diferentes ámbitos de ese período: demografía, economía, política y cultura se observa el surgimiento de nuevas potencias, como Estados Unidos y Japón que amenazan el predominio europeo ejercido desde siglos atrás y que adquirirán en las décadas siguientes un papel preponderante en el orden mundial. Un hito que merece señalarse es la publicación en 1900 en Francia de la Revue de Synhèse Historique por iniciativa de Henri Berr, quien critica la “historia historizante” realizada por los seguidores de la escuela metódica y les recuerda a los historiadores que su disciplina tenía la vocación de convertirse en la ciencia de las ciencias, acorde con los intereses de la sociedad existente y en la que debían estar presentes los aportes de las ciencias en boga de la época. Por lo tanto, se les solicita que trabajen en colaboración con la Psicología y la Geografía. Las propuestas de Berr se proyectarán a partir de 1920 en una importante colección titulada La Evolución de la Humanidad12 , así como en la creación de un Centro Internacional de Síntesis y la organización de encuentros anuales especializados. Poco tiempo después los avances en la Economía, Lingüística, Psicología Social y Psiquiatría serán de gran importancia por los aportes que ofrezcan a las investigaciones históricas en las primeras décadas del siglo XX. No obstante, serán verdaderamente trascendentales los cambios que deriven de la Gran Guerra. Por una parte, el triunfo de la revolución bolchevique y el impacto que tuvo en las elaboraciones historiográficas en la Unión Soviética y luego en otros países, así como lo que se ha denominado “la revolución historiográfica francesa”13 a la que debemos dedicar ahora nuestra atención para entender por qué ha sido Francia la cuna de esa importante innovación. Es importante recordar las situaciones que se habían presentado en Europa en 1870 al finalizar la guerra franco-prusiana, y que permite a Alemania obtener dos importantes provincias francesas: Alsacia y Lorena. Así, se convertía en un Imperio con una importante extensión territorial, se consolidaba el poder de sus gobernantes, la familia Hohenzollern y quedaba demostrado el éxito de la política internacional del Canciller Bismarck. Francia en cambio veía desaparecer el Segundo Imperio así como los ambiciosos proyectos de Napoleón III y volvía definitivamente al sistema republicano pero con un territorio disminuido, lo que tendría un impacto notable en la política pero sobre todo en la cultura y las mentalidades francesas. En las décadas siguientes hasta la Primera Guerra Mundial, Francia vivió “el trauma de la derrota” lo que se reflejó en los libros de historia que recordaban a los niños y jóvenes la pérdida que habían sufrido y la necesidad de recuperar esos territorios. No debemos olvidar las afirmaciones de Marc Ferro respecto a la importancia que tienen en las mentalidades y los comportamientos que asumen las sociedades la forma cómo le contaron la historia cuando eran niños14 . Al finalizar la Gran Guerra, aquello por lo que se había sufrido y se había deseado tanto se hizo realidad. El Tratado de Versalles firmado por Alemania en 1919 devolvió a Francia los territorios de Alsacia y Lorena y lo que podría considerarse como un logro importante se convirtió en un grave problema. Durante casi cinco décadas las poblaciones alsaciana y lorenesa habían sido “germanizadas” en un proceso que había sido muy doloroso. Naturalmente, el tiempo transcurrido bajo dominio alemán había tenido un peso importante en la vida de las poblaciones y el gobierno francés que había recuperado territorios debía realizar 10 Un análisis muy interesante de la profesión del historiador en un amplio contexto se encuentra en la obra del historiador holandés Pim den Boer, History as Profession. The study of History in France 1818- 1914 del Princeton University Press 1998 11 Una visión muy interesante de esta corriente se ofrece en la obra Histoire et Historiens de Bizière y Vayssière citada en la bibliografía, así como en la citada obra de Den Boer. 12 Entre los volúmenes que se publiquen en esta colección se encuentran: La sociedad feudal de Marc Bloch, Introducción a la Francia moderna de Robert Mandrou, La Tierra y la evolución humana de Lucien Febvre 13 Término que ha adquirido una difusión internacional gracias a la obra del mismo nombre de Peter Burke. 14 FERRO, Marc, Cómo se cuenta la historia a los niños a través del mundo entero. 3
  • 4. una tarea importante: integrar a los habitantes de Alsacia y Lorena, realizando lo que podríamos denominar “su afrancesamiento”. Entre las medidas que se tomaron fue verdaderamente fundamental el realizar cambios en la educación para lograr los cambios necesarios en la manera de pensar de las sociedades. En esa tarea se buscó la colaboración de destacados profesionales de la época para trasladarse a las regiones recientemente reincorporadas y ejercer allí su labor docente en colegios, liceos y universidades. Uno de los centros importantes en esta tarea fue la Universidad de Estrasburgo, situada en la capital de Alsacia y en ella encontramos las figuras de Marc Bloch y Lucien Febvre, destacados historiadores, así como otros especialistas en economía, geografía, psicología y sociología. El conocimiento del sistema universitario europeo permite comprender las condiciones en las que se darían las innovaciones posteriores. Esos profesores debían enseñar pero se dedicaban también a la investigación y a la asesoría de alumnos, y en el tiempo libre era posible reunirse en la sala de profesores. Gracias a esta situación, los científicos sociales mencionados podían intercambiar opiniones, discutir teorías y mostrar los resultados de sus investigaciones, así observaron que si bien tenían diferentes aproximaciones a su objeto de estudio, al mismo tiempo existían muchos elementos comunes. Poco a poco va surgiendo en el grupo de estos científicos sociales la idea de publicar una revista en la que puedan presenta sus propuestas, bastante alejadas en el caso de la historia de aquellas en boga en los medios académicos de la época, muy ligados a las realizaciones de la escuela metódica. Naturalmente, Bloch y Febvre deben hacer frente a las dificultades que hasta hoy afectan a los historiadores: el financiamiento de su obra, especialmente cuando no forman parte del grupo de lo que se denominaría “la historia oficial”. Sin embargo, su proyecto tiene respaldos importantes como el que obtiene de la editorial Armand Colin, logrando así publicar el 15 de enero de 1929 el primer número de la revista Annales d’histoire économique et sociale15 . Los fundadores de la revista estaban interesados en hacer retroceder “el espíritu de especialidad” y organizar el encuentro entre disciplinas “mediante el ejemplo y la acción”, tal como se expresaba en el prospecto de lanzamiento. Esos años iníciales mostraron las acciones de los integrantes del grupo: investigaciones colectivas, crónica de los trabajos en elaboración y tratamiento de determinados temas en artículos y reseñas bibliográficas. Los artículos que se publican en la revista en los años siguientes nos dan a conocer sus principales planteamientos:  La historia debe interesarse por las sociedades humanas en el tiempo y en el espacio y no como se afirmaba corrientemente que su objeto de estudio era el pasado.  La historia manifiesta con claridad la interrelación entre pasado y presente16 .  La historia debe ser total o global, es decir, no puede centrarse únicamente en lo político militar y en los grandes personajes. En resumen, se podría decir que nada de lo humano debe ser extraño al quehacer del historiador.  La historia debe considerar como fundamental las bases materiales de la sociedad para poder analizar los logros culturales, artísticos y mentales.  La historia debe interesarse por las estructuras y las coyunturas, es decir, la mediana y larga duración dejando de privilegiar al acontecimiento o corta duración  La historia debe dar importancia a todas las fuentes, sin considerar como únicas o más importantes las escritas oficiales.  Los historiadores deben trabajar en colaboración con los otros científicos sociales, es lo que se denomina pluridisciplinariedad e interdisciplinariedad.  Los historiadores deben comprender su objeto de estudio y no juzgarlo. En los años treinta, los integrantes del grupo17 lucharon por difundir e imponer sus propuestas en el medio académico, esos “Combates por la Historia”18 fueron muy importantes y contaron con acciones tales como: las publicaciones de series de artículos, monografías, editoriales y reseñas bibliográficas, pero también significaron el abandono de Estrasburgo. Primero, Febvre que se traslada a París para realizar labores académicas en el Collège de France, centro que acoge a los intelectuales destacados y luego, Bloch también se establece en París aunque lamentablemente su candidatura al Collège fue rechazada en 1934, si bien unos años después ingresa como docente a la Sorbona. Desde los años en que se inicia la Segunda Guerra Mundial se ha dado un cambio en el nombre de la revista, convirtiéndose en Annales d’histoire sociale y la ocupación de Francia por los nazis, obligó a Bloch a dejar su dirección si bien siguió colaborando en ella hasta que su activa participación en la resistencia francesa llevó a su detención y posterior ejecución en 1944. Fue reemplazado por Febvre19 quien en los años siguientes realizó cambios en la revista como titularla Mélanges d’histoire sociale entre 1942 a 1944 y luego de la liberación de Francia retomó el nombre de Annales d’histoire sociale hasta 1946 cuando no solamente tomó la denominación Annales. Économies. Sociétés. Civilisations, sino que se daba una orientación más amplia al 15 Se puede reconocer la visión que tuvo Max Leclerc, director de dicha editorial porque hasta hoy día sigue publicando Annales, así como muchos de los libros de los integrantes de esta corriente. 16 Es muy importante la presentación que hace Bloch de esta relación en su libro Apología por la historia o el oficio de historiador. 17 Algunos de ellos han rechazado el término Escuela de los Annales utilizado generalmente y han preferido considerar términos como “el espíritu” o “el grupo” o “la tendencia” de los Annales. 18 Título de una obra emblemática de Febvre y que permite conocer propuestas y acciones del grupo. Lamentablemente en la traducción española se han eliminado algunos de los más interesantes. 19 Solamente en los últimos años se ha podido conocer los entretelones de esta lamentable situación. 4
  • 5. contenido de la publicación agregando el tema de las mentalidades, de las formas estéticas y producciones culturales y también se plantearon cambios en lo administrativo y en 1947 se organizó la VI Sección de l’École Pratique des Hautes Études bajo el titulo de Ciencias Económicas y Sociales. De esta manera, sus integrantes gracias a sus investigaciones y labores docentes fueron consolidando cada vez más sus propuestas innovadoras en el medio académico francés y también se difundieron con cierta lentitud en el extranjero20 . Es interesante observar como esas innovaciones por la denominada primera generación de los Annales van siendo asumidas por los jóvenes historiadores en el período de la post guerra, preparándose el terreno para los importantes logros que conseguirá la segunda generación. A partir de la desaparición de Febvre en 1956 la dirección de la revista va a ser asumida por Fernand Braudel21 durante casi dos décadas. Este es la etapa de la real consolidación de las propuestas del grupo, en especial en los aspectos teóricos y metodológicos. A partir de su brillante tesis El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, planteó uno de los más ricos aportes en la investigación histórica: la larga duración y sus tres niveles, el acontecimiento ligado a la corta duración, las coyunturas y su relación con la mediana duración y lo completaban las estructuras conectadas a la larga duración. En conclusión, las relaciones entre un tiempo “casi inmóvil”, el geográfico, un tiempo social, el de las estructuras y coyunturas de las sociedades y el tiempo corto de la vida de los individuos. Posteriormente sus tres volúmenes de Civilización material, economía y capitalismo presentan su importante concepción de la economía-mundo mostrando las relaciones entre las diferentes economías de la Modernidad, así como la importancia de la cultura material en el desarrollo de la historia de las sociedades. Sin embargo, Braudel no se limitó a las reflexiones teóricas y las propuestas metodológicas o la obra viviente de toda su vida: el Mediterráneo22 porque se dedicó también a ampliar lo que serían las “redes de poder” de los Annales. Transformó la VI Sección de Estudios en Ciencias Sociales en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, centro de enseñanza e investigaciones avanzadas pero además creó la Maison des Sciences de l’Homme y logró obtener importantes ayudas para esas instituciones, entre ellas la que proporcionó la Fundación Rockefeller23 . Asimismo, el apoyo que ofreció a estudiantes e investigadores fue crucial para ampliar su influencia, tanto en universidades o en otros ámbitos de difusión académicos así como en los diversos medios de comunicación social. En caso contrario, la futura carrera del historiador podía quedar profundamente afectada como recordaron algunos de sus alumnos24 fue el caso de Pierre Chaunu, destacado historiador dedicado al estudio de temas de siglo XVI y de Robert Mandrou, especialista en la Francia moderna y uno de los creadores de la historia de las mentalidades que en las décadas siguientes tendría un desarrollo notable en la llamada tercera generación de los Annales con los trabajos de Duby y Le Goff. Esa tercera generación como señala Burke25 , ausente de figuras dominantes como había sido el caso en las anteriores, se caracteriza por su policentrismo, la preocupación por ampliar las fronteras de la historia a temas verdaderamente novedosos como el cuerpo, los olores y los perfumes, mientras que otros retornan a la historia política o incluso a los acontecimientos. Además, incluye a las historiadoras e incluso se abre más a las corrientes intelectuales procedentes del extranjero, especialmente a las norteamericanas y París no es ya su único centro. Sus temas principales son tres: el redescubrimiento de la historia de las mentalidades26 , el empleo de métodos cuantitativos en la historia de la cultura y finalmente por la reacción contra dichos métodos en una antropología histórica, un retorno a lo político o el renacimiento del género narrativo. En 1974, Jacques Le Goff, Roger Chartier y Jacques Revel, destacados miembros de los Annales publicaron un voluminoso diccionario titulado La Nouvelle Histoire en el que colaboraron los historiadores más representativos de los Annales para explicar los temas centrales de su trabajo. Naturalmente, no quedaron libres de críticas de quienes señalaron que ese nombre ya tenía una utilización muy anterior en Estados Unidos y que inclusive se habían beneficiado como escribió W. den Boer de un fenómeno característico en la historia de las ciencias: la concentración épica o principio de San Mateo, y que consiste en atribuir las invenciones de numerosos sabios a solamente algunos de ellos y que correspondería a lo que se afirma en los Evangelios: “porque al que tiene se le dará y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado”27 . Pese a esas críticas recibidas respecto a sus deficiencias en lo teórico, el no ser tan innovadora como afirmaba y no haber logrado realizar una historia total o global, así como una cierta resistencia en algunos medios académicos internacionales, las propuestas annalistas – como se las denomina en ciertos medios- fueron adoptadas cada vez más fuera de Francia, tanto en 20 Esta situación se puede comprobar observando el gráfico de las contribuciones ofrecidas a Febvre en 1953 (Anexo I), así como en la presentación de las Actas del Coloquio realizado en la Casa de Velásquez en Madrid (1999 y que analizaba la acogida de la historiografía francesa del siglo XX en España. 21 Es importante tener en cuenta que Braudel fue prisionero de los nazis, si bien se reconoce que sus condiciones de cautiverio fueron muy diferentes a las de Bloch. 22 Se señala este detalle en su biografía pero también sus publicaciones e incluso las filmaciones realizadas lo comprueban. 23 La importancia de su tarea se manifiesta en el número y procedencia de las contribuciones a las Mélanges que se le ofrecieron (Anexo II) 24 Varios de los aspectos poco favorables de Braudel se recordaron en el artículo Faut-il brûler Braudel? publicado en la revista L’histoire 25 BURKE, PETER, La revolución historiográfica francesa, pp.68 ss 26 FLÓREZ, Cristina, La historia de las mentalidades: De una historia ambigua a una historia consolidada. 27 Citado por BOURDÉ, Guy et Hervé MARTIN, op.cit. p. 202. 5
  • 6. Europa como en América Latina e incluso dentro de la órbita comunista, como es el caso del historiador y político polaco, Bronislaw Geremek, recientemente fallecido y cuya relación con los Annales fue sumamente estrecha. A partir de la tercera generación que mostró claramente la popularidad adquirida en las exitosas ventas de sus obras o la presencia de sus miembros en los medios de comunicación social, muchos especialistas han insistido en su fragmentación o disolución o incluso lo consideran como un movimiento acabado. Estos puntos de vista han sido rechazados por algunos de sus miembros más destacados y si bien pueden reconocerse los problemas que la han afectado en las últimas décadas, podemos concluir que sus propuestas mantienen todavía vigencia y una cierta unidad pero sobre todo que han logrado conquistar nuevos territorios, nuevas fuentes y nuevos métodos de trabajo para la historia del siglo XX que “ya nunca volverá a ser la misma de antes”28 . BIBLIOGRAFIA BIZIÈRE, Jean Maurice et Pierre VAYSSIÈRE, Histoire et historiens, Paris: Hachette, 1995 BLOCH, Marc, Apología para la historia o el oficio de historiador, México: FCE, 1998 BOURDÉ, Guy et Hervé MARTIN, Les écoles historiques, Paris: Éditions du Seuil, 1983 (existe traducción española) BURKE, Peter, Formas de hacer historia, Madrid : Alianza Editorial, 1993 --------------------, La Revolución historiográfica Francesa. La Escuela de los Annales, Barcelona : Gedisa, 1993 CARDOSO, Ciro F.S. y Héctor PÉREZ BRIGNOLI, Los métodos de la historia, Barcelona : Crítica, 1976 CASADO QUINTANILLA, Blas (coord.), Tendencias historiográficas actuales, Madrid: UNED. 2001 CHARTIER, Roger, La historia o la lectura del tiempo, Barcelona: Gedisa, 2007 D’ASSUNCAO BARROS, José, El campo de la historia: Especialidades y abordajes, Santiago de Chile : Universidad Católica Silva Henríquez, 2008 FERRO, Marc, Cómo se cuenta la historia a los niños a través del mundo entero, México: FCE, 1998 FLÓREZ, Cristina, La historia de las mentalidades: De una historia ambigua a una historia consolidada, En: Conciencia Histórica, Revista del Círculo de Estudios Comunidad Histórica, Lima: UNFV. Año III Nº 2, mayo 2006 LEFEBVRE, Georges, La naissance de l’historiographie moderne, Paris : Flammarion, 1971 (existe traducción española en Ediciones Martínez Roca) RUANO-BORBALAN, Jean- Claude, (coord.) L’histoire aujourd’hui, Paris: Sciences Humaines Éditions, 1999 SAMARAN, Charles (ed.), L’histoire et ses méthodes, Paris: Gallimard, 1986 VV.AA. Hacer la Historia, Barcelona: Editorial Laia, 1985 VV.AA, La Nueva Historia, Bilbao: Editorial Mensajero, 1988 28 BURKE, Peter, op.cit. p.109 y cuadro comparativo del Anexo III 6
  • 7. Anexo III LA REVOLUCIÓN DE LOS ANNALES FRENTE AL MODELO DE LA HISTORIOGRAFÍA POSITIVISTA* Positivismo Annales 1. Objeto de estudio: el pasado escrito consignado en los textos. Definición de historia. Ciencia del pasado. 1. Objeto de estudio de la historia: el presente, el pasado y la “prehistoria” del hombre. Definición de historia: Ciencia de los hombres en el tiempo. 2. Objetivo de la historia: dar cuenta de los “grandes hechos históricos”. Historia, política, militar, diplomática y biográfica. 2. Objetivo de la historia: dar cuenta de los grandes procesos sociales y colectivos. Historia social, económica, cultural y del poder. 3. Campo de las realidades estudiadas: historia de los hechos inmediatos, superficiales, “espectaculares”, de los grandes acontecimientos. 3. Campo de las realidades estudiadas: historia de las estructuras profundas, de las realidades subyacentes, de las largas duraciones colectivas. 4. Noción del tiempo utilizado: idea moderna burguesa del tiempo (modelo newtoniano) Se concentra en el estudio del tiempo corto, del acontecimiento. Comparte la idea, propia del siglo XIX, del progreso simple, lineal, acumulativo y ascendente. 4. Noción de tiempo utilizada: descompone los tiempos múltiples y crea una nueva noción del tiempo y de la duración. Analiza igualmente las coyunturas y los procesos de larga duración. Critica y supera la noción simplista del progreso lineal. 5. Fuentes utilizadas: historia basada exclusivamente en las fuentes escritas. 5. Fuentes utilizadas: historia que multiplica, recrea, inventa y descubre numerosas fuentes y nuevos puntos de apoyo. 6. Técnicas utilizadas por el historiador: historia basada en la crítica interna y externa del documento, en la diplomática, la numismática y la paleografía. 6. Técnicas utilizadas por el historiador: historia que recrea y multiplica sus técnicas, como la fotografía aérea, el carbono 14, la dendrocronología, el estudio de las series, la iconografía, los programas informáticos, etc. 7. Relaciones con su materia prima: historia aspira a una falsa o ingenua neutralidad u objetividad absoluta respecto a su objeto. 7. Relaciones con su materia prima: historia que asume de manera consciente o explícita su carácter sesgado, sus presupuestos y determinaciones diversas. 8. Dominio de estudio: temas de estudio preestablecidos, limitados por la definición de su objeto y prisioneros de su propio objetivo. Historia aislada de sus problemas y encerrándose en los estrictos límites cronológicos, espaciales y temáticos. 8. Dominio de estudio: historia con perspectivas globalizantes, asumiendo que nada de lo que es humano le es extraño, empleando el método comparativo y trascendiendo, sin cesar, las barreras cronológicas, espaciales y temáticas del problema examinado. 9. Imagen proyectada al exterior: historia especializada, circunscrita a un fragmento limitado del universo social. 9. Imagen proyectada al exterior: historia abierta o en curso de elaboración, enriqueciéndose, redefiniéndose y renovándose en cada generación. 10. Relación con las otras ciencias sociales: historia aislada y autónoma, sin ningún lazo con las otras disciplinas sociales. 10. Relación con las otras ciencias sociales: historia abierta al diálogo permanente y a intercambios de todo género con las otras ciencias sociales. 11. Status de la historia: historia entre arte y ciencia, esforzándose en imitar sin ningún espíritu crítico a las ciencias naturales. 11. Status de la historia: historia que reclama un status científico y buscando su especificidad respecto al modelo de las ciencias naturales. 12. Resultado del trabajo historiográfico: una historia esencialmente descriptiva y narrativa. 12. Resultado del trabajo historiográfico: una historia que explora todo el espacio y todas las dimensiones de su carácter interpretativo, creando modelos, hipótesis y explicaciones globales. 13. Actitud frente a los hechos: historia positiva, compartiendo las ilusiones que cada época, cada testimonio o cada actor se hace de sí mismo, de su tiempo y de su acción. 13. Actitud frente a los hechos: historia crítica que demuestra las evidencias y revela sus presupuestos ocultos, sometiendo a debate las ideas aceptadas y dominantes, y avanzando en sentido opuesto a ellas * Carlos AGUIRRE, L’histoire conquérante, Un regard sur l’historiographie française (traducción de la autora) 7
  • 8. La Europa feudal: sociedades en expansión (1000-1270) Gloria Cristina Flórez Dávila* INTRODUCCIÓN Nuestro trabajo trata de introducirnos en uno de los períodos más interesantes de la historia de Europa Occidental pero, al mismo tiempo, uno de los que menos se conoce; por lo tanto, es también uno de los menos apreciados. Si bien en las últimas décadas se han hecho grandes avances en el conocimiento del mundo medieval, muy poca de esa información ha superado al li- mitado grupo de los especialistas o interesados en el tema. Así, es necesario superar una serie de informaciones poco actualizadas que se difunden continuamente. Una de ellas es la relacionada con la periodificación de la historia universal y el marco cronológico que utiliza, considerando una división en cuatro edades: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. Cada una de estas etapas tiene bien definidos su inicio y su final, con acon- tecimientos considerados trascendentales. Esa división es totalmente contraria a la concepción actual de la historia como un todo o conjunto, ligado más que a los acontecimientos a las estructuras y coyunturas, es decir, a la mediana y a la larga duración en los procesos históricos. Es una clasificación que sigue ligada a una historia tradicional, centrada en acontecimientos y personajes, pero descuida la relación existente entre los diferentes momentos del devenir histórico y el hecho de que ninguna sociedad es clásica o medieval en un día determinado y, al día siguiente, se convierte en medieval o moderna. Éste no es el único problema de esa periodificación, típica de la enseñanza escolar, sino que además se caracteriza por su carácter europeocéntrico. Es una clasificación hecha por europeos y para europeos, en la cual las civilizaciones asiáticas, africanas y especialmente las nuestras latinoamericanas no siempre encajan dentro de ese esquema y quedan aisladas o marginadas. Más grave aún, los términos ‘moderna’ y ‘contemporánea’ equivalen prácticamente a lo mismo, es decir, lo actual. Y ¿es posible considerar contemporáneo lo que ha ocurrido a fines del siglo XVIII aunque tengan proyecciones hasta la actualidad? ¿Somos acaso contemporáneos de la Revolución Francesa o de la independencia de los Estados Unidos de América? Sin olvidar que uno de los grandes cambios dentro de la historia de la humanidad es el originado por la Revolución Industrial, que define hasta hoy situaciones tan dramáticas como las diferencias entre sociedades industrializadas y sociedades en vías de desarrollo. En general, esa periodificación en edades puede ser útil para la enseñanza de la historia, sin embargo, limita nuestra comprensión de los fenómenos históricos. No debemos olvidar que muchos de los términos utilizados son simplemente etiquetas, colocadas por historiadores u otros especialistas a un momento o situación específica, y que no siempre fueron utilizados en la época a la que se refieren. Así, aquéllos a los que nosotros llamamos medievales se denominaban nosotros los modernos1 . Sería sumamente interesante la elaboración de un marco referencial adecuado para el estudio de las sociedades en el tiempo, acorde no solamente con los cambios vividos por ellas sino también con los actuales avances en la investigación histórica. No obstante, no existe hasta ahora una periodificación aceptada mayoritariamente y se debe tener también en cuenta que las estructuras mentales de las sociedades son muy resistentes al cambio, en especial en lo que se refiere a los sistemas de medidas o las concepciones del tiempo y del espacio, lo que hace sumamente difícil la aceptación de nuevos conceptos o visiones de lo que ha acontecido. En el caso de la Edad Media, el problema se ve agravado por una situación que se da en el mundo occidental desde fines del siglo XV. En ese momento, el arzobispo Bussiun, intelectual italiano, denominó edad intermedia al período existente entre la desaparición del imperio romano de Occidente y las transformaciones que tenían lugar en la Europa del Renacimiento. ¿Qué sig - nificaban, en resumen, sus palabras? Se podría reconocer en ellas la expresión del desprecio a lo acaecido en el milenio anterior, se definía un período por la ausencia de los elementos que eran considerados valiosos en ese tiempo como, por ejemplo, el interés por la cultura clásica. En realidad, los intelectuales de ese período (XV-XVI) desconocían mucho de lo acaecido en los siglos anteriores, sus referencias fundamentales eran aquellos aspectos que se presentaban en su época como símbolo del atraso intelectual: una escolástica decadente, una religiosidad más controlada por la Iglesia y un arte gótico con caracteres muy exagerados. Los siglos siguientes, especialmente la Ilustración del siglo XVIII, agudizaron sus críticas a ese período y esa visión negativa se ha mantenido hasta nuestros días. A pesar de que en el siglo XX se han dado enormes avances en la historiografía y existe una visión mucho más clara de lo que sería “medieval”, estos conocimientos, como decíamos antes, son prácticamente marginales. Por lo general, si preguntamos ¿qué es la Edad Media?, ¿qué es lo medieval?, en la mayoría de los casos, las respuestas que se obtendrían serían: atraso, superstición, barbarie o violencia inaudita y muy pocos reconocerían en ella 8
  • 9. “... la matriz de la era moderna y en especial que ese mundo medieval poseía dos elementos de sabiduría, en primer lugar un sentido desarrollado del tiempo y del valor de las cosas y en segundo lugar que todos los grandes pensadores de la Edad Media estaban determinados a unir los conocimientos intelectuales y la razón a profunda visión espiritual”2 . Lo único que se recuerda son términos como ‘edad oscura’ o ‘edad de las tinieblas’ o, peor aún, la expresión ‘plena Edad Media’ como símbolo del mayor atraso. ESPACIO GEOGRÁFICO DE EUROPA OCCIDENTAL Nuestro acercamiento al mundo medieval debe tener en cuenta no solamente los avances realizados en la investigación histórica en las últimas décadas sino también todo lo que sirve de apoyo a dicha investigación, las ciencias auxiliares o anexas3 . Sin embargo, para el estudio de las sociedades humanas en el tiempo, debemos señalar la importancia que tienen dos nociones fundamentales: el tiempo y el espacio. En cuanto a lo cronológico, la llamada Edad Media tiene una duración muy extensa4 y hemos considerado dentro de ella un segmento sumamente significativo, el correspondiente a los años 1000-1270 o Edad de la Expansión. La combinación de ambas referencias es fundamental para conocer las respuestas que dan las sociedades de una época determinada a la naturaleza en que se insertan. Hoy nos interesa cada vez más lo que se relaciona con la ecología y las relaciones entre los hombres y sus ecosistemas, en especial el impacto que la acción del hombre ejerce en la naturaleza. De ahí la importancia que tiene para los historiadores el conocer cómo era el paleoentorno en el que se desarrollaron las sociedades entre los siglos XI y XIII, y son de enorme utilidad los aportes de la dendrocronología y la palinología5 para responder a sus interrogantes. En cuanto al ámbito geográfico de Europa Occidental, fundamental en una época en la que el sector primario (agricultura y ganadería) era preponderante, se ha caracterizado por su amplitud territorial, formando parte de lo que se conoce como Eurasia. El territorio que hoy denominamos Europa se ha ido conformando muy lentamente, a partir de un proceso que se inició en el siglo IV, con la aparición de las primeras oleadas migratorias bárbaras6 que modificaron los límites del imperio romano de Occidente, los que se relacionaban básicamente con el entorno del Mediterráneo o Mare Nostrum. Esos siglos iniciales del Medioevo crearon un espacio más amplio, mejor dicho, más europeo, en el cual se fueron integrando territorios con mayor o menor grado de romanización7 : Francia, Inglaterra, Flandes y la Península Ibérica entre otros. El período carolingio entre finales del siglo VIII y mediados del siglo IX, buscando revivir el imperio romano en la restitución del imperio, se vio afectado por una serie de dificultades internas8 y, sobre todo, por las presiones creadas debido a la segunda oleada de migraciones bárbaras compuestas por vikingos o normandos, magiares y sarracenos. La desintegración carolingia dio lugar, junto con cambios que veremos más adelante, a nuevas modificaciones en el territorio europeo. A finales del siglo X se conformó un nuevo espacio europeo, mucho más ligado a las regiones septentrionales de Europa y cuyas características más importantes fueron: las costas sumamente extensas y quebradas, así como un importante número de penínsulas, la variedad y discontinuidad en su relieve y, especialmente, el importante número de sistemas fluviales y mares que junto con el Océano Atlántico ejercían considerable influencia en las diferentes áreas de la vida de la época. Gracias a las investigaciones realizadas en los últimos años, conocemos mejor todo lo concerniente a la naturaleza de ese período. La fauna era bastante diferente de la actual, siendo muy abundantes los animales salvajes como lobos, zorros, osos, entre otros9 ; existían, además, numerosas variedades de peces y pájaros, extinguidas hoy en gran parte, así como los cérvidos, presa importante en las cacerías señoriales, mientras que las liebres y conejos han ido cada vez más en aumento. En cuanto a la flora, destacaban en el continente las zonas boscosas y las selvas; millares de hectáreas de especies muy variadas eran las sobrevivientes de un lento proceso de deforestación iniciado por las civilizaciones clásicas, el cual se aceleró a partir del año 1000 por múltiples razones, ligadas a las necesidades de una población en aumento y una civilización en plena ex- pansión, como son: – La búsqueda de fuentes de calor y de energía. – La obtención de recursos alimenticios. – El requerimiento de materiales para las construcciones y actividades artesanales. – La intensidad de las roturaciones. – La presencia de una ganadería en aumento que también afectó a las especies vegetales. Esa edad de la expansión10 mostraba a Europa como una región con mayores reservas de caza para la alimentación señorial, los bosques importantes en número tenían nombre propio o del propietario del territorio. Si bien inicialmente las foliáceas fueron las especies más abundantes, existieron también abundantes castaños y encinas que fueron de gran ayuda para la alimentación de los cerdos. No obstante, en los siglos siguientes se transformó en un territorio donde las coníferas y los arbustos fueron los preponderantes. Es sumamente difícil definir con exactitud las características del clima durante este período. Sin embargo, es posible afirmar –teniendo en cuenta los resultados de recientes investigaciones– que, entre los siglos XI y XIII, el clima se caracterizó por su estabilidad y por la presencia de temperaturas más elevadas que en los siglos anteriores. Si las comparamos con las que hoy se consideran como promedio para Europa, se podría señalar únicamente una diferencia de 2 a 3 grados como máximo. No 9
  • 10. obstante, en ciertos momentos se presentaron oscilaciones tanto en las temperaturas como en los niveles de pluviosidad, pero sin llegar jamás a las anomalías que fueron características a partir de 1270, y que afectaron la época de la Gran Depresión11 . Esta fase de expansión dio lugar a importantes variaciones en el territorio europeo, tanto por la acción de la naturaleza como por la acción humana. Así, podemos mencionar los cambios en el nivel de las aguas y en las zonas cos teras, las transformaciones en el contorno de los lagos y la apertura de algunos golfos; pero, muy especialmente, la disminución de pantanos gracias a su desecación; las variaciones en los sistemas fluviales, debido a la creación de esclusas y canales artificiales; la acción de los diques en las costas unido a la construcción de mayor número de fortificaciones que fueron reemplazadas, a partir del siglo XI, por el castillo del señor; y, sobre todo, los profundos cambios en los bosques por las deforestaciones. Todo lo mencionado nos indica que las sociedades de este período ejercieron un mayor control sobre el medio geográfico, pero sin conseguir que desapareciera un cierto salvajismo rural, ni lograr tampoco una total independencia del factor natural; prueba de ello es el deficiente rendimiento de los suelos para cultivos. Finalmente, es necesario reconocer en esa Europa medieval la importancia de las diferentes cuencas, valles, macizos, mesetas, zonas montañosas, ríos y mares. CARACTERÍSTICAS DEL FACTOR HUMANO Nuestro interés por las sociedades humanas hace necesario el conocimiento de los aspectos demográficos y sociales del período que es materia de estudio. Es fundamental para la comprensión de las diversas manifestaciones de la vida cotidiana, sea en lo material o en lo mental, conocer el número de habitantes, la tipología de la población (rural o urbana), la distribución por edades, las tasas de natalidad, nupcialidad, fertilidad y mortandad, la organización y jerarquización de sus componentes, así como las relaciones existentes entre los diferentes grupos. En primer término, al analizar los aspectos demográficos nos encontramos con numerosas interrogantes y, si bien se van resolviendo con la ayuda de nuevas tecnologías, quedan todavía muchas por resolver. De tal manera que las informaciones que podemos ofrecer son muy generales y podemos afirmar únicamente que la población aumentó considerablemente a partir del año 1000. Sin embargo, las razones que dieron lugar a ese aumento son todavía materia de discusión de los especialistas, quienes deberán determinar si fue la mejora del clima la que dio lugar al crecimiento poblacional, y si el desarrollo en los rendimientos agrícolas y, por lo tanto, en una alimentación renovada fue la razón del incremento demográfico o si las mejores condiciones sociales, así como la mayor difusión de las innovaciones técnicas, fueron las que tuvieron incidencia en este hecho. Dar una respuesta definitiva es sumamente difícil, sin embargo, es posible que las actuales investigaciones permitan confirmar nuestra hipótesis acerca de la estrecha relación entre los diferentes elementos: clima, producción, técnicas, con- diciones sociales mejoradas y, sobre todo, cambios en las mentalidades. El cuadro de K. Bennett12 , que colocamos a continuación, nos muestra el panorama de la población europea durante este período y nos permite observar la evolución no solamente en cuanto a lo cronológico y numérico sino también en lo referente a porcentajes de crecimiento. Año Población (en millones) Aumento (%) 1000 42 1050 46 9,5 1100 48 4,3 1150 50 4,2 1200 61 22,0 1250 69 13,1 1300 73 5,8 Las cifras anteriores nos muestran el mayor aumento entre 1150 a 1250 y también que los síntomas del estancamiento demográfico se hicieron presentes a partir de esa fecha o, como señalan algunos autores, a partir de 1230. Si bien existen deficientes informaciones, es posible afirmar que durante esos tres siglos disminuyó la subalimentación crónica existente en los primeros siglos de la Edad Media. Sin embargo, este problema no desapareció totalmente, pues se mantuvo en niveles importantes, especialmente en la población de menores recursos, lo que incidió desfavorablemente en los momentos de carestías y hambrunas. Asimismo, la alta tasa de mortandad infantil siguió afectando a las sociedades, en especial a los niños menores de un año (al parecer la mayor tasa de mortandad se dio en los varones), aunque en ciertos casos seguía siendo elevada hasta la edad de cinco años. Esa mortandad estaba relacionada con problemas de alimentación, clima, descuidos e inadecuados comportamientos, asimismo es posible que en ciertos casos se tratara de infanticidios disimulados, porque esta población siguió practicando costumbres ancestrales como abandono de niños, abortos e infanticidios, a pesar de las prédicas y sanciones eclesiásticas, las que no lograron transformar profundamente mentalidades muy marcadas por creencias no cristianas. En cuanto al promedio de vida, éste es bastante bajo (35 a 40 años) y más grave en el caso de mujeres (25 años), al parecer debido a los problemas posparto y muy afectadas por el elevado número de embarazos (ocho en muchos casos y, a veces, más de doce) Si nos referimos a las enfermedades, se observa la importancia de aquéllas referidas a carencias: anemia, raquitismo, pero también otras como el ergotismo13 , las infecciones intestinales, las afecciones cutáneas, sin olvidar las pestes 10
  • 11. bubónica y pulmonar, así como la presencia de casos de lepra, lo que nos da a conocer también información acerca del clima existente (más húmedo y caluroso) Es interesante tener en cuenta que ahora muchas de las enfermedades que mencionan los textos de la época son difícilmente identificables, a pesar de las indicaciones de síntomas, ya sea porque éstas se prestan a confusiones o porque dichos males ya no se dan probablemente en la actualidad. Esta población tuvo diferencias en lo somático (estatura, rasgos físicos y formas de cráneo), si bien lograron, en comparación con otros grupos humanos europeos, una mayor homogeneización en lo étnico. Asimismo, esa población que creció notablemente en este período no lo hizo de manera uniforme en los diversos territorios, y esto puede observarse en las diferencias existentes, tanto en la cantidad de habitantes como en las densidades de población. Y, cuando comparamos dichas cantidades con la extensión territorial, nos impresiona –como ya lo han señalado los especialistas– su limitada cantidad, pero también se observa que su número fue enorme al compararlo con el de la alta Edad Media. En cuanto a la sociedad medieval, es necesario tomar como referencia los factores de diferenciación y, en primer lugar, aquellos que sobreviven del mundo romano: criterios jurídicos referidos a la libertad y a la carencia de ella, así como los que se han agregado desde los siglos iniciales de la Edad Media: la condición de la servidumbre. Fue, pues, una sociedad claramente jerarquizada, donde el nacimiento determinaba el status jurídico del individuo: libre, siervo y esclavo según lo podemos observar en el siguiente esquema: Libre – Dependía únicamente del poder central. – Podía desplazarse libremente. – Podía contraer enlace con quien deseaba. – Podía heredar y dejar herencia. – Podía integrar el ejército. – Era juzgado por un tribunal y podía integrar tribunal de justicia. – Podía recibir órdenes religiosas. – En ciertos casos integraba los sistemas de dependencia superior (cuando tenían poder económico y cierto status social. Se excluyó a los burgueses y judíos y, por lo general, a mujeres incluso nobles). – Sus contribuciones económicas estaban fijadas, así como las corveas de los libres pobres. – Podía perder su condición de libre si se casaba con sierva o esclava (por lo general, después de un año y un día del enlace). – Se distinguió al que nacía libre con el término de ingenuo. Liberto – Era el antiguo esclavo que había obtenido la libertad. – Necesitaba la protección de un señor religioso o del santo de una iglesia. – Debía pagar un impuesto (capitación) por su condición jurídica inferior. – La capitación se pagaba, por lo general, en cera (velas), de ahí el nombre de cerocensitario. – Sus tareas se relacionaban, por lo general, con la administración de tierras o las labores artesanales. Siervo – Era un status propio del mundo medieval. – Tenía el derecho a la vida y a una fuente de sustento (tierra o trabajo). – Dependía directamente de un poder local. – No podía desplazarse libremente. – Debía contraer enlace con siervo(a) del señorío, en caso contrario, debía pagar un impuesto específico. – No podía formar parte del ejército. – No podía recibir órdenes religiosas. – Era juzgado por su amo. – Recibía castigos corporales. – Contribuía con corveas ilimitadas y el pago de censos o rentas en productos o dinero. – No podía integrar los sistemas de dependencia honorable. – Este status se adquiría por herencia, matrimonio o por castigo y, en ciertos casos, por la llamada dedición (acto voluntario). – Sus tareas eran básicamente agrícolas y ganaderas. – Podía adquirir la libertad de manera legal (manumisión) o ilegal (huida del señorío a la ciudad donde debía permanecer 366 días sin que fuera reclamado por su señor) En cualquiera de los casos pasa- ba a ser libre. Esclavo – Era considerado objeto o cosa. – No debía ser cristiano. – Realizaba, principalmente, las tareas domésticas. – Si adquiría la libertad, pasaba a ser liberto. 11
  • 12. – Status que se adquiería por nacimiento, matrimonio o castigo por delitos graves. En caso de los capturados en guerra, recuperaban su condición de libres al ser liberados. – Pero, ciertas condiciones de época y lugar hicieron que esa división se volviera más compleja, creando múltiples niveles o escalas en dicha organización, como muy bien lo ha mostrado Fossier14 y donde los lazos de dependencia personal, heredados del mundo clásico y bárbaro se fueron relacionando con las condiciones de inseguridad existentes en lo social, económico, político o mental. De manera que los diferentes grupos formaron una compleja red de de pen- dencias de tipo vertical como: Sistema de dependencia personal • Honorables o superiores (libre) – Vasallaje (señores y vasallos) – Feudovasallático (señores y Verticales feudatarios) • No honorables o inferiores – Dominial (social y económico) (siervos, esclavos y libres con – Señorial (social, económico, judi- (a) limitaciones) cial y político) – Religiosas (cofradías) – Laborales y profesionales (guildas, Horizontales • Asociaciones de dependencia corporaciones, artes u oficios – Intelectuales (universidades) (a) – Militares (caballerías) Fuente: Cristina Flórez Durante nuestro período de estudio, los sistemas de dependencia que funcionaron en lo vertical fueron el feudovasallático y el señorial. Ambos estaban íntimamente relacionados, pero se distinguieron en cuanto a sus integrantes, obligaciones, contribuciones y modos de establecer la relación. En el sistema feudovasallático, que era una relación vitalicia y sinalagmática, los integrantes eran libres de cierto status social y económico. El vasallo o feudatario debía a su señor las contribuciones militares: hueste (período extenso pero reglamentado) y la cabalgata (período corto), obligaciones administrativas (vigilancia de territorios o castillos), ayudas en la administración de justicia y en ciertos casos en el consejo, así como las cuatro “ayudas” económicas que se fijaron en este período: cuando el señor iba a la cruzada, cuando el señor era hecho prisionero, cuando el hijo mayor del señor era armado caballero y cuando la hija del señor (¿la mayor?) se casaba, pero por primera vez. Así, el vasallo debía: obediencia, ayuda, fidelidad y consejo. A su vez, el señor debía a su vasallo: protección material (entrega de bien o ayuda económica) y protección militar en caso de peligro o necesidad y también debía cumplir con ser leal y no traicionarlo. En cuanto a las ceremonias necesarias para ese pacto estaban: – El homenaje.- Cuyo origen estuvo en el mundo bárbaro; según la categoría del vasallo, este acto se realizaba de pie o de rodillas. La relación feudovasallática no era posible sin homenaje. – La fe o fidelidad.- Que cristianizaba una institución de origen pagano. Era el juramento que se hacía sobre la Biblia, Evangelios o reliquia de algún santo y no era un componente obligatorio. Las ceremonias anteriores constituyeron el elemento personal del sistema feudal, mientras que el elemento material o real que representaba el feudo correspondía a: – La investidura.- Constituía la entrega simbólica del bien concedido (un puñado de tierra, la rama de un árbol, un anillo, etc.) El feudo podía ser de varios tipos: principal pero no el único, una tierra (feudo territorial), un bien religioso (feudo de altar), un cargo (feudo de honores), determinados cobros (feudo de rentas) y, en ciertos casos, pero no fue común, una cantidad de dinero (feudo de bolsa). Este sistema tenía íntima relación con lo militar y personal del mundo bárbaro, de ahí la importancia de la libertad y la noción de linaje. Estas relaciones superiores no implicaron jamás la realización de tareas manuales o serviles y era necesario que se apoyaran en los grupos inferiores, quienes trabajaban en sus propiedades territoriales, fueran feudos territoriales o señoríos, y esto explica la importancia del sistema no honorable o inferior, al que estaban sometidos aquéllos que carecían de libertad o que la tenían, en ciertos casos, restringida. – Integrantes.- Con los diversos tipos de dependientes: esclavos, siervos, libertos e incluso libres con limitaciones 12
  • 13. – Obligaciones.- Eran las tareas manuales, denominadas corveas o prestaciones personales (domésticas o agropecuarias) y los censos o rentas que eran los pagos en dinero o productos. Todo ello permitió la puesta en valor de las tierras del señor, quien podía realizar otras tareas como: la guerra, la cacería, el torneo, propias de su orden social. – Contribuciones.- Eran muy variadas y entre ellas estaban: la talla, la capitación, las banalidades y el impuesto de la herencia o del matrimonio fuera del señorío. Además, existieron otras asociaciones de dependencia personal, a las que se podía considerar horizontales y que permitieron las relaciones entre todos aquéllos que tenían un fin o actividad común, de tipo religioso, económico, intelectual o profesional. Estas asociaciones funcionaban teóricamente en pie de igualdad; pero, en la práctica, existió una jerarquización entre sus miembros. Esta organización social se manifestó claramente a inicios de la edad de la expansión, sin embargo, las transformaciones en lo económico y posteriormente en lo político la fueron modificando. Así, por ejemplo, ciertos grupos ad quirieron mayores libertades y también lograron mejoras económicas, especialmente en los centros urbanos que surgían o renacían. Ese renacimiento urbano y comercial favoreció una mejor situación de quienes se dedicaban al comercio, industria y actividades intelectuales. A partir del siglo XII, las ciudades acogieron cada vez más a un mayor número de grupos procedentes del mundo rural, los que obtuvieron cada vez mayores prerrogativas en el recinto urbano. Es interesante señalar que, incluso en las ciudades ubicadas en el territorio de un señor feudal, lograron importantes privilegios como fue el caso de Brujas y Gante15 favorecidos, además, por el importante avance en los sectores secundario y terciario, permitiendo a artesanos y mercaderes tener un papel destacado en la sociedad, sin que pudieran integrarse en el esquema ideológico de los que oran, los que combaten, los que laboran (la tierra), y que había sido formulado por los grupos dominantes a inicios de la expansión. Por lo tanto, es necesario considerar nuevos marcos referenciales para esta naciente burguesía, conformada por grupos variados en cuanto a sus actividades económicas, que también se fueron diversificando en función de su riqueza y de su participación política urbana en: – Patriciado urbano.- Burgueses poderosos. – Grupos profesionales.- Ligados a la administración y al ejercicio de ciertas profesiones. – Grupos de pequeños comerciantes.- E incluso prestamistas y cambistas. – El pueblo.- Numeroso y con diferentes actividades artesanales o industriales, pero también demandador de reivindicaciones y soluciones a sus problemas. Sin olvidar la importante masa campesina con diferentes niveles de situación económica y social: propietarios, pequeños arrendatarios y dependientes del señor, así como los grupos de excluidos o marginados por razones étnicas (judíos), religiosas (judíos, herejes, musulmanes), morales (delincuentes, sacrílegos) y profesionales (verdugos, tintoreros, carniceros, prestamis- tas)16 . La sociedad medieval tuvo, aparte de la jerarquización, otra característica muy marcada: su enorme movilidad, principalmente en zonas urbanas y rurales los desplazamientos promedio eran de 30 kilómetros. Pero, en algunos casos, las distancias recorridas fueron mayores debido a motivaciones diversas como: – Religiosas.- Que se relacionaban con los peregrinajes a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela, Puy, Vézelay y Conques entre otros. – Religioso-militar.- Como las cruzadas a Tierra Santa, que marcaron este período, pero también aquéllas que se realizaron contra los cátaros o albigenses en Francia meridional y, especialmente, la reconquista ibérica. – Económicas.- Especialmente las roturaciones realizadas al este del río Elba o los viajes de comerciantes o mercaderes al imperio bizantino, al islam o regiones de Asia. – Intelectuales.- Relacionadas con el interés de los universitarios en visitar otros centros de enseñanza en Francia o Inglaterra. – Por curiosidad.- O gusto por la aventura y lo maravilloso que fue una motivación importante en el mundo medieval. – Menos lícitas.- Como el deseo de librarse de los controles sociales o institucionales; los ejemplos más conocidos se relacionan con los giróvagos17 . Un caso sumamente interesante se encuentra en el relato sobre la muerte de Carlos el Bueno18 referido a un monje, depositario del tesoro de una iglesia, que contó que en un sueño se le había ordenado viajar a Jerusalén, con el objeto de depositar ahí las riquezas a su cargo. Es interesante comprobar la credulidad de sus conciudadanos con respecto a esa misión tan peculiar y, como era de esperar, jamás se supo de él ni, por supuesto, del tesoro. ACTIVIDADES ECONÓMICAS El estudio de la economía medieval nos enfrenta, en primer lugar, a la información que nos ofrecen diversas fuentes y que permiten conocer la producción, el consumo, la inversión y el ahorro. Naturalmente, la producción es sumamente importante y es fundamental conocer los factores que la determinan: naturaleza, capital y trabajo. 13
  • 14. Nuestro mayor problema se relaciona con las fuentes de la época, las limitaciones en lo referente al espacio y al tiempo, así como en cuanto a su cantidad y, sobre todo, la notable ausencia de información cuantitativa en este período. Sin embargo, nuestros datos nos permiten considerar que este período se caracterizó por una notable expansión en todas las áreas, basándose, sobre todo, en la prosperidad rural iniciada a fines del siglo X. Debemos recordar que el factor naturaleza fue un elemento difícil de dominar por los hombres de la época y, además, es todavía poco conocido por nosotros. Sin embargo, es posible reconocer la presencia de un óptimo climático hacia el año 1000, lo que habría sido beneficioso para la producción de cereales. No obstante, sabemos que esa mejora no fue uniforme en todo el período, sino que en determinados momentos se presentaron ciertas alteraciones, que afectaron las cosechas de granos. Asimismo, se debe considerar la importancia del crecimiento demográfico, pues permitió el aumento de mano de obra para la producción, igualmente un incremento del consumo y un acicate para la producción, así como mayores posibilidades de domesticación de seres vivientes y de control del espacio. En cuanto al capital existente en la época, sabemos que la expansión monetaria mostró variaciones regionales muy marcadas durante el siglo XI, y recién a partir del siglo XII encontramos la presencia de un mayor número de centros de emisión monetaria. Esto dio lugar a un cierto desorden por la multiplicidad de especies emitidas, aunque sin llegar a una anarquía, pues se mantuvo la emisión del denario carolingio de plata, pero su valor fue fijado por los señores, por lo que se hizo necesario tener presente la referencia a una moneda de cuenta. Asimismo, fue importante el papel de los cambistas hasta que se logró un mayor control en ese desorden, lo que fue posible únicamente cuando el Estado recuperó el poder que había sido usurpado por los señores. Gracias a la innovación que se realizó a partir del siglo XIII –cuando se emitieron monedas de oro y plata y su valor fue fijado teniendo en cuenta la talla, la aleación y el curso– la situación tendió a mejorar, lo que se completó con los intentos por controlar la devaluación, así como la insuficiencia del circulante. Es posible considerar el aumento de las inversiones a partir del año 1000, tanto en el sector rural como en el urbano, si bien para el artesanado y el comercio las fuentes fueron más tardías. Dichas inversiones procedían en su mayor parte de los señores eclesiásticos, aunque es posible conocer inversiones tales como las realizadas en molinos de agua, cuya difusión fue anterior al siglo IX. Sabemos también que aumentó el número de molinos de viento, así como los lagares y otros útiles necesarios en el señorío. Se menciona, por ejemplo, en Normandía, el caso de una sierra hidráulica hacia el año 1204, e incluso el árbol de levas se conoció a fines del siglo X, como lo señala Lohrmann19 . El problema se presenta en relación con los señoríos laicos, si bien es posible que también hayan realizado inversiones, pero ¿fueron más importantes, similares o menores a las que se realizaron en los señoríos religiosos? Es difícil saberlo, porque tanto su menor cantidad como la escasez de información documental nos impiden realizar comparaciones. SECTORES DE PRODUCCIÓN Primario: agropecuario Considerado por Fourquin como “el sector-motor” de la economía medieval, se encontraba ligado a la producción agrícola y ganadera, pero también a la explotación de minas, salinas y a la pesquería. Es necesario reconocer lo pre ponderante del mundo rural, pues la expansión era básicamente agrícola, como lo reconocen los diferentes especialistas (Duby, Fossier, Fourquin, Génicot, entre otros) La prosperidad rural se basó principalmente en las roturaciones, iniciadas en ciertas regiones hacia la segunda mitad del siglo X20 , cobró mayor impulso a partir del siglo XI y logró su apogeo en el siglo siguiente. Roturar implicaba incorporar mayores extensiones de tierra para el cultivo, gracias a la utilización de diferentes técnicas como la tala de árboles, la desecación de pan - tanos, la puesta en valor de tierras baldías, la obtención de tierras ganadas al mar, la conquista de nuevos territorios y la fundación de pueblos o aldeas. Todo lo anterior permitió que se realizara una agricultura expansiva más que intensiva. El proceso roturador era el resultado de la doble iniciativa de señores y de campesinos interesados en obtener mejores resultados en la actividad agrícola, la que realizaron de tres maneras21 : – Ampliando el antiguo terruño.- Fue la manera más fácil, creando nuevos terruños y fundando nuevas aldeas, es la forma más conocida por la documentación, – Poblando de manera dispersa.- “Intercalando”, ligado a iniciativas individuales y utilizando cercados como protección. En cuanto a la actividad agrícola, debemos tener en cuenta ciertas referencias fundamentales como: la existencia del señorío y precisando la distinción entre el señorío como gran propiedad territorial, heredero de la villa o dominio carolingio con sus dos componentes: – La tierra del señor o reserva (terra indominicata). – Las tierras mansionarias dependientes (tenures). Pero, se debe considerar también el señorío como el poder de explotación económica y judicial que tenía el señor – religioso o laico– sobre sus dependientes, de diferente status y que le permitió obtener de ellos diversas contribuciones en productos o dinero y, en ciertos casos, en mano de obra. 14
  • 15. La extensión territorial de un señorío fue variada, disminuida o fragmentada desde el siglo X, recuperó su extensión desde el siglo XII, variando el tamaño de la reserva y de las tierras dependientes (tenures o tenencias). ¿Cómo explotaba el señor su tierra y en especial la reserva? Podía elegir entre las siguientes posibilidades: – La explotación directa.- Utilizando a sus servidores domésticos. – La utilización de mano de obra asalariada temporal.- Se volvió una costumbre cada vez más generalizada y masiva, incluso en las propiedades cistercienses22 . Los dependientes sometidos al sistema señorial seguían contribuyendo con censos o rentas y corveas o prestaciones personales, que se fueron reduciendo pero sin dejar de ser duras, aunque menos coactivas que en siglos anteriores y esto en razón de diferentes circunstancias, como los arreglos entre señores y dependientes, el aumento del comercio, la necesidad de circulante monetario por el señor y las mejoras técnicas. No obstante, es necesario tener en cuenta las prerrogativas del ban o bannum, poder de mandar, castigar, ordenar u obligar y que estaba ligado tanto a la administración de justicia como a la imposición de contribuciones, lo que afectó enormemente al campesinado, sometido a ese poder banal o justiciero, debiendo contribuciones o cargas muy variadas y en ciertos casos arbitrarias, entre ellas diversos tipos de corveas o impuestos que estaban sujetos al uso del molino o del horno, a la recepción de una herencia, así como a la circulación o distribución de productos. No se debe considerar que la producción del sector primario se vio trabada; por el contrario, fue una época de expansión agrícola para la que fue necesario contar con elementos favorables en cuanto a las técnicas utilizadas, por ejemplo: – La alternancia y distribución de siembras y cultivos mixtos (cereales de invierno y de primavera). – La rotación de cultivos se transformó de bienal en trienal por la disposición de tierras de descanso (barbecho) No obstante, se dieron variaciones en lo geográfico y cronológico, lo que permitió considerar múltiples formas de rotación: – El rastrillaje. – La mayor utilización de abonos (procedentes del ganado o de los palomares). En cuanto a las mejoras en los útiles de empleados tenemos: – La mayor utilización del hierro en el instrumental agrícola, que reemplazó a la madera (proceso que se inició desde el período carolingio). – Las mejoras en los arados, pero con ciertas interrogantes con respecto a sus características, si bien el nuevo tipo que se difundió, mayor y más pesado, tirado por ocho bueyes, fue de gran importancia. – El cambio en lo concerniente a la utilización de animales de tiro (bueyes, caballos), incluso el tipo de arreos y el empleo generalizado de herraduras. Las modificaciones señaladas permitieron aumentar la producción; aunque significaron mayores gastos para el señor, permitía obtener excedentes en los cultivos predominantes como: cereales, frutales, hortalizas, o incluso de tipo industrial (vid, lino, cáñamo y tintóreas). La actividad ganadera estuvo relacionada con las necesidades cotidianas, no obstante, se reconoció su deficiente asociación con la agricultura y presentó dificultades en lo referente a su alimentación en invierno por falta de forraje. Entre los tipos de ganado tenemos: – El vacuno.- Importante por la fuerza de tracción de los bueyes y por su relación con la alimentación (carne, lácteos). – El porcino.- Utilizado principalmente en la alimentación en sus diversas formas (tocino, ahumada, salchichas, etc). – El equino o caballar.- Empleado en el ámbito militar, en el transporte y, en ciertas regiones, en tareas agrícolas. – El lanar.- Permitió el empleo de su lana en la industria textil, floreciente en Flandes e Italia. Las zonas productoras fueron Inglaterra, Flandes y Castilla y se dieron mejoras en cuanto a su calidad, por ejemplo, la lana merino procedente de África, difundida posteriormente en la Península Ibérica. En general, el señor fue el mayor propietario del ganado, pero en algunos casos lo fueron también ciertas comunidades campesinas, que se interesaron en defender los pastos comunes de los “malos usos” de los señores, y, en ciertos casos, también las familias campesinas poseyeron algunas especies. Secundario: artesanía e industria La expansión agrícola estuvo íntimamente ligada a los cambios que se presentaron en los sectores secundario y terciario. Por lo tanto, si deseamos comprender los logros en la industria y el comercio de este período, es necesario analizar el llamado renacimiento urbano que se inició a fines del siglo X. El origen de las ciudades medievales preocupó enormemente a los his- toriadores desde el siglo XIX, y se elaboraron diversas teorías para explicarlo. Así, durante décadas se admitió sin discusión la que planteaba Henri Pirenne23 en sus trabajos Las ciudades medievales e Historia social y económica de la Edad Media, cuyos lineamientos principales fueron los siguientes: – Los primeros síntomas del renacimiento urbano los tenemos en la segunda mitad del siglo X. 15
  • 16. – El núcleo de donde surgió este renacimiento fue la aglomeración exterior de la ciudad, el llamado faubourg, que estuvo relacionado con el comercio temporal y errante; posteriormente, al ir tomando mayor impulso ese comercio, ese burgo exterior superó en importancia al antiguo. – La renovación comercial fue la que dio origen al renacimiento urbano y, luego, pudo afianzarse gracias a la labor realizada por los artesanos. Para Fourquin y otros especialistas en historia económica, la teoría de Pirenne correspondió principalmente a las zonas de Flandes y de las ciudades hanseáticas. Si bien existieron pocas ciudades antes del año 1000, no era correcto afirmar la ausencia total del fenómeno urbano, ni tampoco la falta de artesanos y mercaderes. No obstante, lo más interesante era señalar la debilidad en la base de la teoría de Pirenne: el olvido de la evolución de los pueblos rurales y de la economía campesina en el siglo XI, así como el papel de los señores (caso del conde de Flandes) en la fundación de ciudades. Su teo ría de la evolución de burgo a ciudad también tuvo críticas, si se observaban los casos de ciudades como Arras donde, al parecer, los primeros burgueses pertenecían a importantes familias de la región. Sin embargo, la doctrina de Pirenne tiene aspectos importantes como son el reconocer la importancia que tuvieron los mercaderes, errantes sobre todo; asimismo, el poner el acento en la función económica de la ciudad medieval, incluso en las más pequeñas; el papel del mercado y de los mercaderes como elementos de fijación urbana y, finalmente, la importancia enorme del comercio en las ciudades de los Países Bajos. En cuanto al sector secundario, debemos observar que el artesano era originario del mundo rural y fue migrando a las ciudades, donde se organizó en asociaciones profesionales con nombres variados como métiers, guildes, gilden, gewerke, mysteries o arti. Algunos oficios como los batidores de cobre y los pañeros de Huy tuvieron gran renombre desde inicios del siglo XI; sus productos se comerciaban en los grandes mercados del Rin y de Francia. Las cartas urbanas de la época mencionaban su existencia y también, en ciertos casos, el papel importante que ejercieron en la política municipal. Ese artesanado se fue diversificando y, en ciertos casos, mejoró las técnicas de producción; por ejemplo, en la industria textil. La organización artesanal desde el siglo XI contó con un grupo que los dirigía, compuesto por cónsules, bailes o priores, quienes tuvieron poder disciplinario. Entre los maestros se elegían a los jefes del oficio, sea por un año o dos. Ellos eran dueños de útiles, talleres y materias primas, pero asumían los riesgos y, lógicamente, las ganancias. Existieron, además, los compañeros que habían aprendido el oficio y esperaban lograr el acceso a la maestría, mientras que los aprendices se preparaban en el oficio desde los 10 años. El sistema estaba estructurado, jerarquizado y controlado, con fondos de ayuda, justicia privada, reglamentos duros y fiestas muy importantes. Se tuvieron en cuenta ciertos elementos: – Igualdad entre sus miembros. – Lealtad, es decir, ningún secreto ni invención debían quedar ocultos. – Confraternidad, que obligaba a no hacer publicidad a los productos para no perjudicar a los otros miembros de la corporación. Fourquin24 reconoce que la organización de los oficios no fue general ni en el tiempo ni en el espacio, pero observó la distinción en dos grandes categorías profesionales: las profesiones indispensables para la vida cotidiana y las profesiones relacionadas con producciones masivas, destinadas al comercio internacional. Entre las primeras se encontraban los oficios referidos principalmente a la alimentación y a productos necesarios para los consumidores, como zapateros, herreros etc. En cuanto a la gran producción, la más importante fue la textil y en ella se podía observar una cierta división del trabajo y, en ciertos casos, encontramos que cada uno de los grupos especializados formaba un oficio distinto. Cada uno de los artesanos trabajaba en su taller con vista a la calle y así podía ser fácilmente observado por los controladores del oficio. Es importante el caso del tejedor, trabajador manual y patrón que dirigía su taller y en ciertos casos empleaba un número restringido de asalariados y aprendices. Su tarea fue muy considerada y, siendo trabajadores de elite, tuvieron un papel importante en las agitaciones sociales y en las luchas contra las oligarquías flamencas o italianas. Terciario: comercio En cuanto al sector terciario, tenemos una “revolución en las técnicas de los negocios”, si bien los progresos fueron lentos y con cierta tendencia a la sedentarización mantuvo, durante mucho tiempo, la característica de comercio errante. Esto explica la importancia de las ferias en el mundo occidental hasta finales del siglo XIII. La feria era el período de transacciones, su nombre deriva del latín feria, fiesta de un santo, y esto explica su relación con las festividades del santo patrono del lugar e incluso con las rutas de peregrinaje. La feria se diferenciaba del mercado por realizarse generalmente una vez al año y tener una duración de cuatro a cinco semanas aproximadamente, contar con una clien- tela más amplia y variada, generalmente internacional, poseer una especialización en sus productos y, especialmente, tener privilegios que protegían a las personas y mercancías. En sus orígenes, las ferias estaban relacionadas con el comercio de productos regionales; sin embargo, a partir del siglo XII, eran los centros privilegiados del gran comercio internacional: telas, paños, tapices, productos tintóreos y materias primas como la lana. En cuanto a su funcionamiento, los períodos o etapas fueron: – Preparación de las mercancías. 16
  • 17. – Exposición de mercancías. – Venta. – Liquidación de los negocios. En todos estos momentos se contaba con la vigilancia de los guardias y el reconocimiento legal de las transacciones comerciales. Los participantes en estas ferias podían realizar viajes durante todo el año, pues existían ciclos regionales en Flandes, Francia e Inglaterra, y entre los más importantes estaban los de Champaña, protegidos por el señor del lugar. El conde de Champaña otorgaba los conductos (salvoconductos) para los mercaderes que se dirigían a comerciar en ella, tanto en verano (“ferias calientes”), como en el invierno (“ferias frías”) Nos hemos referido a los mercaderes, fundamentales para el comercio de la época, sobre todo en esta etapa donde todavía la sedentarización comercial no se había impuesto como a fines de la Edad Media. Entre los mercaderes, los italianos tuvieron un papel destacado y eso explica la gran cantidad de investigaciones que se les ha dedicado. Estos personajes fueron el producto de una región con características peculiares en lo político, con la existencia de numerosas ciudades-estados, divisiones internas, rivalidades regionales y partícipes en las luchas entre el papado e imperio. Estos comerciantes amaban su ciudad, ayudaban con sus ingresos a embellecerla, tenían fuertes lazos de solidaridad, especialmente por las persecuciones que sufrían en el extranjero, por razones económicas o políticas. No obstante, contaban con importantes apoyos cuando estaban lejos: la presencia de los representantes de sus ciudades y la solidez de sus monedas, en especial el florín de oro o la libra genovesa. En los mercaderes observamos el gusto por la ganancia, la inclinación por discusiones y litigios, el interés por el arte, así como el sentimiento religioso; prueba de este último son las informaciones que nos proporcionan sus documentos personales o comerciales, por ejemplo, las invocaciones religiosas, los donativos para las fiestas, las limosnas (casseta minore), los fondos pa- ra pobres y, en especial, las restituciones, los legados y las misas que disponían en sus disposiciones testamentarias. A partir del siglo X, según las informaciones proporcionadas por Sapori y Renouard, se podían encontrar en las ciudades marítimas italianas: – Operaciones locales de tipo financiero e industrial, como los préstamos a 20 por ciento de interés, los depósitos de objetos preciosos y las asociaciones industriales. – Operaciones con el extranjero, que eran básicamente de tres tipos: • Préstamo marítimo.- Conocido con el nombre “a la gruesa”, donde un capitalista asumía los riesgos. • Contrato de compañía.- De socios que participaban con capital o trabajo. • Contrato llamado colleganza.- Con dos socios, uno mayoritario y otro con inversión menor, quien realizaba el viaje. La liquidación final de los beneficios se hacía proporcionalmente a la inversión. Este período inicial de la edad de la expansión se caracterizó por la importancia de ciudades como Venecia, Pisa y Génova, creadoras de un movimiento comercial y financiero, con técnicas variadas, con respecto a las cuales es difícil hasta ahora precisar sus orígenes con exactitud: ¿eran la herencia del mundo clásico, del oriente helenístico, del mundo bizantino o del mundo islámico? Sin embargo, es innegable la importancia de los elementos propios del mundo italiano como, por ejemplo, el espíritu de empresa, la capacidad de decisión, el conocimiento de los mercados, así como de la coyuntura política, y nos interesa señalar también los contactos que tuvieron con regiones orientales (civilizaciones bizantina e islámica), los logros debidos a las empresas militares de la época (por ejemplo las Cruzadas), el establecimiento de colonias italianas en el extranjero, así como la poca competencia que ofrecieron los mercaderes de otras regiones europeas. Es necesario tener en cuenta que las empresas marítimas de la época enfrentaron diversos riesgos como los naufragios, la piratería, los malos manejos o comportamientos, así como las represalias que se ejercieron en ciertos casos contra los mercaderes extranjeros, si alguno de sus compatriotas cometía una falta. Esto explica la importancia de fijar normas para los préstamos o el envío de mercaderías, creándose así las figuras del fraccionamiento en los riesgos, participando en diferentes empresas comerciales o la formación de asociaciones de mercaderes, cuyas formas características fueron: – La commenda o sociedad en comandita.- El capitalista (o capitalistas) proporcionaba los fondos a un mercader, quien contribuía con su trabajo. – La colleganza veneciana.- Explicada anteriormente, conocida en Génova como societas maris. Con respecto a las ciudades italianas del interior, su importancia aumentó a partir del siglo XI, no obstante, tuvieron un ámbito de desarrollo diferente al de las ciudades marítimas, ligadas al amplio horizonte de los mares Mediterráneo, Adriático y Egeo. Las ciudades del interior se relacionaron, sobre todo, con zonas de bosques o montañas, utilizaron vías terrestres o fluviales, con riesgos menores; todo ello resultó fundamental para el tipo de asociaciones que crearon: las sociedades mercantiles o compañías, con mayor número de participantes, por lo general de una familia o dos que estaban ligadas por lazos de parentesco matrimonial, su capital era considerable, llevaban el nombre de la familia dominante de la persona que la dirigía, su duración era mayor, y contaban con representantes en aquellas ciudades con las que mantenían relaciones comerciales. Estas compañías utilizaban el crédito, los préstamos y realizaban inversiones en diferentes áreas; tuvieron estrecha relación con el 17
  • 18. nacimiento del sistema bancario, realizaron préstamos a corto plazo y facilitaron la transferencia de fondos entre diferentes plazas comerciales. A partir del siglo XII y sobre todo en el XIII, existieron: – Los contratos de seguros.- Mediante los cuales se ofrecía cierta suma de dinero a quienes se comprometían a entregar mercancías en fechas determinadas. – La letra de cambio.- Que permitía, según Le Goff, estas ventajas: • El pago de una operación comercial. • La transferencia de fondos entre dos plazas comerciales. • Una fuente de crédito. • La ganancia al jugar con las fluctuaciones cambiarias. No debemos olvidar que la letra de cambio ayudó, en muchos casos, a ocultar los préstamos de elevado interés, es decir, con usura. – Los bancos.- Cuyos antecedentes estuvieron en relación con la práctica del cambio y el ejercido por los cambistas, así como con el de las mencionadas compañías. En lo concerniente a los productos dominantes tenemos los cereales, metales, lana, vino, tejidos y especies, si bien tuvieron también importancia las pieles, ámbar, frutas, tintes, mordientes (alumbre), animales como caballos y aves de cacería. En cuanto a los polos de atracción económica, estuvieron Flandes e Italia como los más destacados, pero también se nota la importancia de Inglaterra, ciertas regiones de Francia y España, así como la región hanseática y báltica. Las vías de comunicación fueron afectadas por ciertos problemas en su mantenimiento, de ahí que se evitaran las rutas terrestres por sus peajes e inseguridad prefiririéndose las rutas marítimas o fluviales, menos costosas, más rápidas y seguras, aunque siempre con los riesgos de naufragios y piratería, entre otros. A fines del siglo XIII fue sumamente importante el logro al- canzado por los marinos vascos de establecer una ruta regular, desde el Mediterráneo al Mar del Norte, atravesando el Estrecho de Gibraltar evitando así los problemas creados por las rutas terrestres alpinas. A partir de 1270, el tráfico entre las costas italianas (Génova) y la ciudad de Brujas se volvió regular. LAS LLAVES DEL PODER. IGLESIA Y ESTADO Uno de los aspectos más interesantes del mundo medieval es el que se refiere a los poderes civiles y eclesiásticos, su funcionamiento y los problemas que plantearon las relaciones entre ambos. Lamentablemente, es uno de los aspectos menos conocido y, sobre todo, el peor comprendido, pues el enfoque está deformado por la concepción que se tiene actualmente de la política, tanto en la práctica como en lo doctrinario, totalmente desligada de lo religioso. Al iniciarse la edad de la expansión tenemos claramente presentes los siguientes elementos: – La teocracia pontificia.- Donde el Papa gozaba de la plenitud de poder, afirmando su preeminencia sobre el poder imperial, por lo tanto, sobre las monarquías de la época. – La incorporación oficial de la institución monárquica a la Iglesia.- Gracias a la ceremonia de la consagración que elevaba el poder real al rango de dignidad sacerdotal. – La desaparición del poder carolingio.- Relegando a la Francia occidental a la situación de un reino muy debilitado, pues el monarca solamente tenía la fuerza que procedía de la unción real y de la administración de la alta justicia. – La transformación del sistema vasallático en sistema feudal o feudo vasallático.- Fortalecido por la entrega del feudo, gracias a la defensa que se realizó frente a las oleadas migratorias bárbaras de los siglos IX y X y que tuvo, además, la fuerza material (económica y social) que le dio el apoyarse en el sistema señorial. – La existencia del imperio en la antigua Francia oriental.- Que mantuvo ciertos elementos cohesionadores, pero con debilidades inherentes a los problemas dinásticos, la falta de unidad territorial, la fuerza de los señores, la cuestión italiana y los problemas relacionados con el pontificado como, por ejemplo, la querella de las investiduras. – La inseguridad.- Existente a fines del siglo X e inicios del siglo XI. – La edad de la expansión.- A nivel de lo político mostró las difíciles situaciones vividas por el poder central (monarquía e imperio) frente a las amenazas provenientes tanto del poder religioso como de los poderes locales, fueran señores territoriales o feudales. Estos siglos presentaron las diferentes formas de relación entre sistema feudal y sistema monárquico o sistema imperial, así como los intentos que realizaron monarcas o emperadores de liberarse del control pontificio, y de la situación peculiar de los reinos que no quisieron tampoco someterse al imperio, aunque fuera solamente de manera nominal. En cuanto al sistema feudo vasallático, cuyas características generales se han presentado al hablar de lo social, debemos referirnos a los aspectos correspondientes a lo político. El feudalismo fue una institución compleja, surgida de las condiciones propias del siglo X. 18