1. Mi amada mentirosa
Autor: Saúl Robles Gómez (El Loco)
Simulo no mirarla cuando paso por la procesión. Cruzo hasta la otra calle con
Marcelo, la miro de lejos con su hábito morado «Que pendejo eres, te mueres por esa
sonsa›› dice Marcelo «ni caso te va hacer, huevón, pierdes tiempo, Karina tendrá
cacharro, pero es de lo peor».
El montón de gente se detiene frente a la catedral, todos se quedan en silencio
mientras un viejo cura improvisa una oración que los demás repiten, Marcelo me dice
que parecen idiotas, que no tiene el menor sentido orar en plena calle, que ni eso los va
a salvar, que son unos pendejos«Pendejos y con razón, pero déjalos, total a nosotros
nos importa un huevo lo que hagan»De repente se nos acerca una señora con una
canasta en la mano , Marcelo me dice que es una de esas locas limosneras, yo me alejo
un poco, la señora insiste y me jala de la casaca.
− Por que se corren jóvenes, tienen que colaborarme con las crucecitas para
que el señor los bendiga − Yo miro la canasta y pienso que no las necesito, que para ser
santo no necesito ponerme esas cosas.
− Lo siento señora, no las quiero comprar
− El señor te va a castigar si dices esas cosas − Marcelo se ríe.
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2. − No importa − digo − Además no creo que el señor me castigue por no
comprarle a usted unas chucherias santas.
− Haber señito − dice Marcelo sacando unas monedas de su bolsillo − no le haga
caso a ese invesil y véndame una de sus medallitas, la mas pituca.
− Gracias joven, con esto si vas a tener buena suerte, está bañado en oro, y su
cadenita es de fierro dulce − Marcelo finge sonreír, yo pienso que lo ha hecho por
joderme, por darme la contra.
− No sabia que eras buen cristiano − chanceo − por la hueva compras − Marcelo
guarda la cruz en el bolsillo de la camisa; yo no paro de buscar los ojos de Karina, su
hábito morado; pero en este montón de gente era insólito siquiera buscarle la sombra.
Llegamos a la puerta del Visne’s; una juguería que está a una cuadra de la
catedral, Marcelo me dice que no tiene dinero, que esa loca se lo había llevado todo, yo
me río y le digo que es un invesil «tienes razón» se resigna. Inesperadamente se oye el
freno de un carro en toda la cuadra, la procesión se detiene, algunos falsos devotos
corren hasta la otra esquina, Marcelo dice que atropellaron a alguien. «Pobrecita, era
buena, por que a ella» dicen algunas señoras que está a mi costado, me acerco a la
muchedumbre, un señor dice que en octubre no hay milagros y que esa vieja había
muerto por pecadora, por pendeja, sonrío y pienso que tiene razón. Luego me doy
cuenta que es la loquita a la que atropelló una couster; a su costado está su canasta con
muchas cruces y monedas regadas en el suelo. Marcelo viene a mi costado.
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3. − Es la loquita no, por la hueva le compro su cadenita, talvez no la hubieran
atropellado − Marcelo saca el collar y lo aprieta en la mano.
− Cuando es tu hora es tu hora, ni los santos te salvan − me rió, el sigue
mirando a la loquita que está en un charco de sangre. Arroja vertiginosamente la
medallita al suelo.
− ¿Crees que fue tu culpa?, no me jodas, si es tu hora ni san Pedro.
− No sé cholo, esta vaina puede estar poseída, tu sabes, tal vez me pase lo
mismo que a la loquita y me despanzurre un carro.
− No seas sonso, todo está en el destino, si en tu destino esta morir aplastado
por un carro, jódete por que mueres. No digas idioteces y manifiéstate con una
CocaCola.
Llegamos a la catedral un poco mojados, le pregunto a una de las señoras
si se debo entrar a misa, ella me dice que no es necesario, que va a estar aburrido, yo
sonrío y me siento un pecador. Al poco rato reconozco a Karina que está sentada en una
de las bancas de la catedral, le digo a Marcelo que me espere, que tengo en mente algo
desquiciado y cruel.
− No sabia que eras hermana − me siento a su costado
− No lo soy − sonríe − me da roche que me veas así ¿Parezco más vieja no?
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4. − No ha… pero mi me da más roche que me veas como un pagano, al
menos tu irás al cielo y yo no − reímos en voz baja por que estábamos casi al costado
del confesionario , en ese instante un grupo de señoras viene entrando, una de ellas
llaman a Karina con la mano, yo me quedo sentado y maldiciendo. Las señoras no dejan
de apuntarme con sus veteranos dedos «ese joven es muy pecador» siento escuchar de
una de ellas. Yo les mento a sus madres una por una en mi mente, al final termino
riendo me y me tapo la boca. Luego Karina se acerca y me dice que tiene que irse «a
donde» pregunto, «no ir a misa es pecado de muerte, y ya falta poco, discúlpame» se
aleja casi corriendo, Marcelo se ríe y viene corriendo «Así son todas, unas pendejas, ni
las más santitas se salvan » dice vacilando, me quedo mirándolo y le digo que debo ir a
la farmacia, «para qué», «no sé» le digo mirando la hora en el celular.
El la esquina nos despedimos con un abrazo, lo acompaño hasta el paradero
y le doy un lapazo en la cara.
− Todavía sigo pensando en la loquita que atropellaron, y si me pasa a mí
también, y si muero como esa vieja loca − es la primera vez que veo a Marcelo con esa
cara, talvez sea cierto.
− Ya te dije que la hora es la hora, duerme tranquilo, no pienses más en esa
loca que murió por vender huevadas en la calle, al carajo − Me quedo parado, él sube al
carro y cierra la ventana. Yo camino con los ojos perdidos por la plaza, algunas
personas están fumando al costado de la catedral «La fe también existe para los
fumones» pienso mientras cruzo la calle para llegar a la farmacia.
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5. A veces caminar de noche me deja inciertamente sonámbulo; con los ojos
aturdidos, y la única manera de dormir es sedándome el cuerpo, sintiéndome muerto
hasta despertar al día siguiente. Marcelo me entiende, sabe que ese es mi destino, sabe
que deseo vivir como un muerto todas las noches, también sabe que la vida de un
escritor es estúpida y breve, y que lo quiero más que a todas mis pastillas y libros.
Llego al cuarto que he alquilado hace unos meses, la bolsa de la farmacia
me deja sudando las manos; es un síntoma de mala noche. Caliento un poco de agua en
la tetera, no se puede tomar café cuando vives solo; así que sólo la mezclo con un poco
de leche, leche triste y dura.
A media tarde hay poca gente en la plaza, Marcelo elige una banca frente a
la pileta, enciende uno de los cigarros que tiene en el bolsillo «Hoy quiero manejar
moto, no sé, quiero lucirme como los otros pendejos de mi barrio, y mandarlos a la
mierda, que dices la alquilamos de acá de mi pata Alvarito» yo lo miro y no sé si
reírme «Ya, vacan, pero tu la pagas, ahora ando pobre» me bota el humo de cigarro en
la cara, yo me tapo los ojos y le sonrío por que no encuentro otra respuesta.
Marcelo me presenta a Alvarito que me saluda un poco agitado, le pregunto
a Marcelo si es de confiar. «Mas que a mi madre» dice mirando la fila de motos que
está en la cuadra «esta motita tiene su pinta, ta’ pitucona» me señala una moto roja, se
sube y le pide la llave a Alvarito «Una hora, y no se pasen de pendejos» grita Alvarito
mientras Marcelo corre a toda prisa.
− Primero nos vamos a mi barrio, quiero que los infelices esos me vean con
esta moto. Haber quien tiene huevos ahora.
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6. − Si nos agarran en mancha yo no sé loco, además en tu barrio hay puro
fumones, ni te van a ver, van a pensar que eres un chancho con bikini.
− Agárrate, ¡ahora si corremos conchasumare! − acelera como un loco por el
malecón de San Blas − esto si es correr carajo.
− Bájale un poco o vomito en tu cara − Marcelo se ríe «cabro» grita, yo le
golpeo en la espalda y se detiene.
− Tanto miedo le tienes a un poco de velocidad, rosquete.
− No sé que mierda te has metido en los pulmones, si quieres joderte jódete
solo, mátate cabrón.− Cierra los ojos, aprieta las manos y me da un puñete en al cara.
− Al menos no eres tan maricón como pensaba − Me empuja y enciende la
moto.
− Bájate, y vete a morder la falda de esos devotos mal paridos − Apeo, me
siento en la vereda riendo hipócritamente.
− Acelera pues, mátate y vete al infierno con esa la loca que atropellaron
ayer. Disfruta, que tu felicidad, disfruta tu moto que se termina en una hora − me río −
esa moto no es tuya huevón, eso te consta − Sale apresurado, yo sonrío entre dientes
mientras camino hasta la esquina donde tomo un taxi.
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7. − Está fuerte está vaina de la procesión, hay un huevo de gente. − grita el
chofer tocando el claxon.
− Déjeme una cuadra antes, quiero ver a alguien. − La puerta del carro no se
abre, el chofer me dice que baje por el otro lado, yo lo miro y le digo que se compre otro
carro «Es imposible, el peruano solo usa lo que los gringos botan, usamos su basura,
pura mierda» sonrío, y creo que tiene razón.
Me quedo en la puerta del Visne’s, y con cierta demencia presiento que no
podré dormir esta noche. Es una de esas jodidas tardes de Octubre, una tarde morada,
donde no hay amigos ni dinero; salvo para las pastillas que son como el pan cotidiano.
Decido ir a la plaza, de pronto Marcelo pasa a toda velocidad por mi costado.
− Sigues molesto, o ya se te paso la mariconada − grita a media cuadra, se
pasa la luz roja y corre como un desquiciado, me río de él y lo mando al carajo.
A lo lejos veo a Karina comprando unas velas en la puerta de la catedral, me
escondo casi a su costado, la agarro de la cintura y voltea bruscamente.
− Me has hecho asustar idiota − se soba la espalda.
− Perdóname, en Octubre todo se perdona, o no.
− Olvídalo, ¿y por que me agarras por detrás?¿ te gusta? − Intento evitar la
pregunta mirando las velas que hay en la caja − Mejor ni las mires, son muy caras −
hace un silencio − ¿Me acompañas hasta la otra cuadra? aquí cerca no mas.
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8. − Claro, pero con una condición − me mira a los ojos − que aceptes salir
conmigo después de tu misa − se ríe y hace un suave acercamiento a mi cara.
− Ya me aburrí de estas cosas − dice en voz baja − felizmente hoy termina
todo, mañana vuelvo a mi vida normal.
Nos sentamos frente a la pileta, ella dice que es lugar perfecto para estar a
solas, yo me quedo cayado un largo rato mientras intento mirarla a los ojos.
− Por qué tan cayadito, estas triste... ¿Querías verme no?
− No sé, creo que si. A veces creo que mirarte me tontea, y eso me gusta, tus
ojos atontadores − Sonríe un poco fingida. Su hábito me hace sentir un pecador, un
hereje hechizado y brutal, me hace verla como otros ojos, como sintiendo que no
puedo quererla mientras esté vestida de esa manera.
− A veces es bueno mirarse a los ojos, fijamente, sentir la mirada ajena. Es
como una manera de comunicarse, es lindo − chancea Karina mirando la pileta. No dejo
de mirarla.
− Dime una cosa, ojala no te ofenda. ¿Te sientes bien, o cómoda vestida de
morado, ese hábito te lleva al cielo o cómo es esa vaina? − No responde, se queda muda
viendo la pileta. Luego se sube un poco la falda y me dice que tiene un moretón, yo
finjo no mirarla, pero ella se empeña en que yo la mire, luego nos reímos y ella me
llama “depravado”. De a ratos ve la hora en su celular, yo solo alcanzo a decir que
tengo más frío que hace media hora.
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9. Extrañamente se levanta y sin decirme nada camina hasta la pileta, corta una
de las flores y me dice que se la ponga en el pelo, yo voy a ella y le digo que es la mujer
más extravagante linda y religiosa que he conocido. A mi costado hay un señor con una
cámara fotográfica que se nos acerca «una fotito joven, para que nunca se olvide de su
enamorada que es muy linda» Karina vacila un poco «si, tómenos la foto» El señor me
dice que sonría un poco, Karina me coge de la cara y me dice que me acerque un poco
más a ella, el fotógrafo hace una breve cuenta regresiva, Karina me besa en los labios y
una luz blanca nos ilumina por un instante. El señor nos mira, se acerca un poco
«queda» dice mientras saca un pequeño cuaderno de la casaca.
− Yo la voy a pagar señor, pero la foto la lleva a casa de ella − Mueve la
cabeza. Camino hasta la banca, Karina viene a mi tras sonriéndome.
− Eso querías verdad, te morías por eso − me espeta cambiando de cara.
− A qué estas jugando Karina, ¿quieres jugar a los enamorados, quieres
fingir como una idiota la idea de ser enamorados? − Me toma de la cara.
− Sería un bonito juego, podríamos jugarlo, pero no prometo nada, eso si.
− Por ejemplo.
− Quererte.
− Entonces juguemos. Veamos quién de los dos pierde primero, pero hay
una condición, yo si prometo quererte. − La beso apasionadamente, ella se deja llevar.
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10. − Mi amor − me detiene − si vamos a estar como enamorados, será mejor
que yo ponga las reglas en este juego.
− Dime, qué se te ha ocurrido ahora.
− En primer lugar, no te quiero, así que no me pidas que te lo diga, eso me
choca.
− Entonces dime qué carajo sientes por mí, por que inventas un juego
absurdo
− Por nada, sólo me provoca probarte, saber que tan amante eres, saber que
tan rico chapas, solo eso entiendes. Un juego de pendejos − yo me río aprensivo, la beso
en los labios y ella suspira.
− Eres una loca, y yo estoy loco por ti. Ya vas a ver, al final vas a terminar
queriéndome.
Llegamos hasta la catedral, todavía hay algo de gente caminando alrededor,
Karina me dice que un borracho esta llorando a nuestro costado y que está mentando a
la madre a todo el mundo, yo lo miro y siento lástima «Debe ser una persona que no
recibió su milagro de Octubre» digo alejándome de a pocos de él, Karina solo suelta
una carcajada y no deja de mirarlo «Me da pena, pobrecito debe estar loquito». De
repente el borracho y con algo de ira, nos sigue hasta la esquina. «A quién han dicho
loco carajo» corremos hasta la el final de la calle, él se detiene en un poste y se pone a
orinar. «Ahorita los agarro carajo, espérense no mas que tengo que achicar» Karina
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11. está agitada, yo empiezo a sudar y le digo que necesito una CocaCola. Entramos al
Visne’s.
− En serio, por poco y nos jode ese loco − digo agitado.
− Crees que se rían de mí viéndome con este hábito − chancea − te juro que
es la última vez que me pongo esto, el próximo año me vuelvo mormona. − sonrío
mientras muevo un poco la mesa.
− Eso seria peor, pero si crees que es lo mejor, bien por ti
Le pido una CocaCola a un joven que se pone a mi lado « pendejo eres,
ahora no me conoces, te haces al invesil» Marcelo me mira con desaire, yo me levanto
de la mesa, Karina me toma de la mano.
− No jodas Marcelo, encima que me dejas en plena calle ahora vienes a
joderme la noche. ¡Lárgate puto!
− No lo tomes a mal Shamuquito, tu sabes cómo me pongo cuando me meto
esa vaina, ni mi viejita me detiene, y eso que la quiero mucho − Sonrío vengativo,
Karina parece molestarse porque a cambiado de pose. Le pido a Marcelo que se valla.
Él sigue drogado, nos manda al infierno; yo lo entiendo, así es él, un fumón de los mil
demonios y que cuando está en su mundo es mejor dejarlo solo. Golpea la mesa y se va
rascándose la entrepierna.
− Mejor ni lo mires, no vayas a corromperte más con sus pendejadas.
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12. − No entiendo cómo puede ser tu amigo ese idiota malparido, es un...
− Entiéndelo − protesto − tiene problemas, pero él es como mi hermano, no
puedo odiarlo.
− Mira, yo no quiero que te juntes con ese fumón, te lo ordeno, o
terminamos, y al carajo todo.
− Pero no pidas eso, eso sería peor que mentarle a la madre, por favor − Nos
quedamos cayados, ese silencio es como un cigarro en los ojos «Y la CocaCola» dice
«Al carajo, ya se me pasó la sed».
II
He dejado las pastillas por unos días. Karina aún no sabe que vivo y muero
de eso, prefiero guardarme el secreto. Las pastillas sin Marcelo no tienen ningún
sentido, es como si ya no hubiese remedio para curar mis malas noches.
− Ya te dije que dejes de joder. No voy a decirte que te quiero y nunca − dice
Karina echándose en la cama boca abajo.
− Pero dímelo aunque sea de mentira, por joder, para sentirme estúpidamente
feliz. ¡Carajo dime! − Protesto − te juro que este juego no tiene sentido sin esa palabra
mágica, sólo quiero que me mientas una vez más − me mira y me jala hasta ella, yo me
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13. detengo y le ruego que lo diga. «No jodas, ya te dije que no» grita empujándome al
costado. Yo me levanto bruscamente y le doy una cachetada, ella sonríe «ni a golpes te
lo voy a decir, vaquerito, no soy tan fácil de convencer, y si quieres que lo diga tienes
que hacer más que eso» me pongo la camisa y corro a la azotea. «Por que puta la
quiero de esa manera, quién carajo se a creído. La verdad samuelito, la vida y las
mujeres son un carajo, solo sirven para sufrir y para joder» pienso mirando la calle
desde un muro alto.
− Sigues molesto vaquerito, o ya se te pasó la pataleta de niña traviesa − dice
Karina poniéndose a mi lado.
− Es que tú no entiendes...Al carajo, que vas a entender tú si eres mujer,
como todas − me besa en los labios.
− ¿Te sientes mejor?, o vas a seguir llorando como un maricón.
− ¿Te puedo hacer una pregunta? aunque es estúpida, pero necesito saberlo.
− Dime vaquerito, que tienes en esa mente sucia que Dios te a dado.
− Qué carajo sientes por mí…De qué trata este juego, qué tipo de amor es
todo esto, qué mierda quieres conmigo − hace un largo silencio.
− Ay vaquerito, tu si me haces suspirar − sonríe fingida − Mira, lo que te voy
a decir quiero que te lo metas en la cabeza, y para siempre. Somos enamorados, pero,
sólo estamos jugando, entiendes, o sea, sólo es para distraernos, para hacer hora,
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14. entiendes, o sea no puedo quererte por que sólo te veo como un amante, como un
pasatiempo, y creo que tú también debes mirarme de esa manera. Agárrate a las chicas
que quieras, no me voy a molestar, y tu también déjame salir con chicos y no me digas
nada, o sea de eso mas o menos trata el juego, o sea, es un bacilón − me quedo
pensando largo rato, me pongo triste.
− Pero yo si te amo Karina. Yo pensé que eras distinta. Verte con ese hábito
morado en la procesión, era como si fueses un ángel.
− No creas en todo lo que veas vaquerito, yo sólo lo hice por fregar, enserio
que a mí esas cosas no me gustan ni de vainas, me siento estúpida vestida de morado, o
sea piensa − le acaricio la mejilla y le doy un beso, talvez el más hipócrita y tristón de
mi vida − Al menos tus besos me hacen distraer, eres tan lindo vaquerito y no sé como
no pueda quererte.
Me resigno a quedarme con ese mal aire todas las noches y para siempre.
Esa extraña manera de amar me dolía en la cabeza, en los huesos. Querer a Karina era
una manera de ser feliz; todos somos felices con una mentira.
Extraño a Marcelo, Karina me ha prohibido injustamente que lo vea, sólo
quiero verlo drogado un momento –que es cuando mas lo quiero-aunque sea para
despedirnos, y decirle que seguimos siendo amigos, y que un día de estos alquilaremos
una moto y correremos como desquiciados hasta morir en uno de los postes del malecón
de San Blas.
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15. Recibo una llamada que me despierta bruscamente, balbuceo algunas lisuras,
contesto.
− Aló, quién habla − bostezo − qué desea.
− Deseo una moto y correr como loco…No me reconoces, ya vez como te
olvidas tan rápido de los amigos.
− No es eso, si no que me despertaste muy temprano, y tú sabes que cuando
me despiertan, no importa quién sea, lo mando al carajo.
− Puedes venir, estoy en mi casa. No seas maricón y ven.
− No puedes joderme más tarde.
− Imposible, tiene que ser ahora, tengo algo que mostrarte − Apago el celular
y lo lanzo entre mi ropa amontonada, me río desganado. No quiero ver a nadie, en
domingo se respeta mi sueño y mi cama más que a la misa. Después de unos minutos
me levanto y camino sonámbulo hasta la cocina, caliento un poco de agua, de repente
no sé que mezclar en la taza, a penas tengo un poco de café y lo detesto.
Llego a casa de Marcelo, en su puerta está una moto azul « Qué te parece,
ta’ maldita no» yo lo abrazo, él me empuja y se sube a la moto «Te parece si damos
una vueltita, o vas a seguir con tus mariconadas» la enciende y me dice que suba, yo
me subo y lo agarro de la espalda. Acelera con fuerza y cuando llegamos a la otra
cuadra frena y la moto se apaga.
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16. − Estas vainas son así, no te asustes shamuquito − dice mientras la enciende
otra vez.
− Y como conseguiste esta vaina, de donde la robaste − nos reímos − que yo
sepa tu no tienes ni para comer más tarde.
− Ya no me hagas hora, que te parece si hacemos unas carreritas, yo te
alquilo una moto de Alvarito y nos vamos a San Blas a correr como desquiciados.
− Ya huevón, vamos, pero solo una hora, tengo que seguir durmiendo, por la
hueva me despiertas cuando estoy jateando − bostezo, Marcelo saca de su bolsillo unas
pastillas, me las pone en la mano y me dice que con eso no tendré sueño, yo me las
trago «Si me duermo es tu culpa»«Confía en los patas, esa vaina no falla» Corremos a
toda prisa, Marcelo no deja de gritar alocado cada vez que llega a los ciento veinte.
Alvarito nos mira desde la vereda, Marcelo toca el claxon y saluda a Álvaro
con la mano «Queremos esa negrita, solo un par de horitas, a tus patas, no seas yucón»
Álvaro me da una llave y me dice que no me pase de pendejo y que la traiga en dos
horas.
Marcelo enciende la moto y acelera sin importarle nada, yo lo sigo, gira
vertiginosamente la calle Manzano y me enseña el dedo medio de la mano, era obvio
que Marcelo tenia la cabeza llena de humo; a pesar de ser buena gente, su destino era el
de un fumón, fumón y con orgullo decía. De repente se detiene y me llama con la mano.
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17. − Hacemos una carrerita, todo el malecón, el que llega primero se manifiesta
con una chelita − estornuda.
− Ya, pero no prometo unas chelitas, no sé si tenga, pero te puedo invitar el
café que me sobró del desayuno − Me menta a la madre y se pone a mi costado, tiene
los ojos poseídos, presiento que él va a ganar por que está drogado, trago un poco de
saliva y enciendo la moto « ¡Corre carajo!» grita, aceleramos a ochenta, cien, ciento
veinte, Marcelo está endemoniado, corre como loco. Yo apenas estoy a su tras. Él llega
a ciento treinta y me pasa unos metros. Inesperadamente pierde el control y se choca
con un poste, sale expulsado de la moto y cae en el pasto. Dejo la moto alquilada y
corro a ayudarlo «Suéltame mierda, estoy bien, no te comportes como maricón» le pateo
en la espalda « ¡Entonces jódete loco de mierda y mátate!» Se pone de pie, se sacude un
poco y vuelve a la moto «No es para tanto, no te molestes, sólo que no me gusta que
sientan lástima por mí, entiendes» empujo la moto alquilada hasta la vereda «tengo que
irme, Karina debe estar esperándome» mira su reloj «Pero si falta hora, por que tienes
que ir con ella, tu eres mi mejor amigo, eres mi hermano, no la cagues»bostezo«Mira,
el caso es que...creo que no vamos a poder vernos nunca, voy a salir de viaje por unos
meses y no voy a estar aquí, creo que tendrás que buscarte otro amigo mientras yo no
esté, uno más leal, ya te habrás dado cuenta de que yo no valgo la pena como
amigo»miento. Mira al piso y estira las manos bostezando «Es por ella no, te ha dicho
que no te juntes conmigo. Yo no soy ningún idiota, sé que esa te lo ha dicho, y tú
obediente le haces caso. Que huevón y pisado resultaste »protesta«No lo creo, jamás lo
haría, adiós fumón, cuídate» enciendo la moto y me alejo rápido, ya no quiero verlo.
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18. Alguien golpea la puerta y me despierta a media tarde, camino lelamente y
miro la hora «Quién puede joder a esta hora» logro abrir con desgana y no sé qué decir:
− Buenas tardes joven Samuel − dice doña María, la dueña del cuarto que he
alquilado para vivir solo − sólo le vengo a recordar que tiene hasta mañana para pagar el
alquiler, no querrá que lo eche a la calle, no quiero hacer eso.
− Ya, ya, mire en cuanto mi madre me mande el dinero se lo pago, ahora no
tengo ni para reírme − cierro de a pocos la puerta «Espere»dice empujando la puerta
«hay alguien abajo en la puerta, es una chica creo» miro otra vez el reloj «Por favor
dígale que suba, que la espero en mi cama» me mira algo frívola, cierro la puerta y
regreso a la cama. Karina llega y se recuesta a mi costado, me besa en los labios, yo le
toco las piernas desmesuradamente y ella me detiene.
− Por favor no, Samuel, no quiero que...
− No quieres qué, a caso no eres mujer − hacemos un silencio, ella se
recuesta en mi pecho y me dice que lo siente, que todavía no es el momento «Y cuando
lo serừCuando seas hombre»me dice acercándose a mis labios. Era la segunda vez
que me lo decía; creo que tendría sus razones, pero a veces esas razones eran excusas
estúpidas y sin sentido. «No corras tan rápido vaquerito, te puedes caer, yo seré tu
mujer cuando tenga que serlo» Me había inventado un nombre que sonaba pintoresco,
ella decía que me parecía a uno de los vaqueros de las películas que veía en la casa de
su tío Marconni, y por eso el nombre.
− Por cuanto tiempo seguiremos jugando − chanceo.
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19. − No lo sé, todavía no me aburro de ti − Se levanta de la cama, sale del
cuarto y cierra la puerta. Todavía es media tarde, corro a la azotea; que es donde quiero
morir, a media tarde y muerto de frío, miro la calle entera y pienso en Marcelo.
Lunes es un día jodido, me levanto despeinado, caliento un poco de agua y
me resigno a tomar el café que he guardado hace algunas semanas. Me siento a la mesa
y escribo la columna que publicaré mañana, ese pedazo de periódico que me mantiene
de mala gana. Elijo un tema al azar «el amor es pendejo y eternamente» me río,
presiento que es el último que escribiré. De pronto suena el celular, no quiero contestar
y lo dejo correr, suena unas cinco veces más, carajeo, me levanto de la mesa y contesto.
− Aló − respondo.
− Aló hijo, por que no contestas, te olvidas de tu madre, ingrato − dice mi
madre.
− Qué quieres madre, estoy ocupado.
− Ya te mande tu dinero, para tus cuentas, no lo malgastes − estornuda − Y,
¿sigues molesto conmigo?
− No lo creas, ya se me pasará.
− Hijo, quiero que vengas a mi matrimonio, Roberto te quiere un montón y
quiere que vengas a vivir con nosotros.
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20. − No quiero verlo nunca, nadie reemplazará a mi padre. No iré, los dos
jódanse, no quiero tu plata, no me mandes nada, cásate, pero no me metas en tu vida.
− Pero te quiero hijo.
− ¿Más que a los hijos de ese idiota?, no, a mí no me mientes madre, yo sé
como los quieres a ellos más que a mi.
− Eso no es cierto, yo te quiero más que ellos.
− ¿Más que a tu marido?, no mamá, a mi no me jode nadie nunca más. Haz
tu vida, y ya te tengo que cortar por qué tengo cosas que hacer − Arrojo el celular al
suelo y se hace trisas. Vuelvo a la mesa, mi café está frío, ya no quiero escribir. Es un
lunes jodido, jodido y triste.
Entrego el fólder al señor Minaya «Cada día estas más loco, pero dices la
verdad» pone un sobre amarillo en su escritorio, lo tomo y me salgo sin despedir. En el
periódico nadie me habla, los mando al carajo mientras paso por sus oficinas, por ahora
sólo importa el sobre amarillo que tengo en la mano. Decido comprar una bolsa de pan
de molde y cinco latas de atún, al menos con esto podré vivir por unos días, pienso.
Todavía sobra algo de dinero, lo guardo detrás de un cuadro de Cristo que tengo al lado
de la cama «Señor bendice mi dinero»digo mirándolo fijamente.
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21. Karina me encuentra dormido, me acaricia el pecho y se recuesta a mi lado,
la cama se mueve y despierto.
− Pensé que era un temblor − digo bostezando.
− Te estuve llamando, por qué no contestabas.
− Mi celular cayó al suelo y se fue al carajo para siempre.
− Perdóname por lo de la otra vez, te juro que no fue mi intención − no
respondo − No te molestes, si... ¿Te parece si no besamos, así como en las novelas? −
me apego a sus labios descontroladamente «haces unos movimientos con la lengua
increíble» se detiene y me mira.
− ¿Podemos ir a la fiesta de Fernanda?, va a estar bacán − propone Karina.
− Ya, pero con una condición − afirma con la cabeza − quiero que apagues la
luz y me acompañes a la azotea, tengo en mente algo que nos puede gustar o joder para
siempre.
− Eres un loco − dice. Subimos juntos, yo me poso en el muro, es casi de
noche, tiene un poco de tarde todavía. Ella se pone a mi costado y mira toda la cuadra.
− Acabo de soñar contigo hace un momento, antes que me despertaras,
recién − digo perdiendo el aire.
− Y que soñaste.
21
22. − No me lo vas a creer, pero, dice estábamos parados aquí mismo, a esta
misma hora. Tú te parabas en este muro y caminabas todo el muro, después te caías
abajo y cuando yo miraba estabas tirada llena de sangre, yo sólo te miraba y no decía
nada, después, de tu cuerpo salía una especie de fantasma con tu rostro que voló hasta
aquí, me miró, se puso en mi cara, frente a frente, « no tengas miedo» me decía «Yo voy
a estar contigo para toda la vida»
− Que raro − se queda pensativa.
− Después me despertaste − hago una pausa y sonrío − se me a ocurrido un
juego raro, maniático, un juego de amantes.
− Y cómo es − pregunta entusiasta.
− Sácate el polo y quédate donde estás − ella se saca el polo mientras yo me
quedo mirándola.
− Está haciendo frío, mejor nos vamos ¿si? − Empieza a lloviznar, Karina se
queda mirándome desde el muro.
− El juego consiste en mojarnos, quiero sentir tus senos húmedos en mi
pecho, tocarte hasta lo invisible, sentir que eres mi mujer, a aunque no me quieras no
importa, por que para querer se necesita ser mentiroso − Nos besamos a plena lluvia,
ella me despeina. De repente nos tiramos al suelo «no olvides que es sólo un juego, y
que tarde o temprano terminará» dice acariciándome descontrolada«Lo sé, pero
mientras dure quiero que seas mi puta, solo mía»
22
23. Alguien está parado en la puerta de Fernanda cuando llegamos; un tipo de
aspecto chocante, Karina me dice que es uno de los guarda espaldas del padre de
Fernanda, me mira exorbito, decido voltear y simular no mirarlo«No le hagas caso, y
sígueme»dice Karina jalándome del brazo. Apenas camino un poco y ya me siento
jodido, jodido y loco. Las amigas de Karina conversan en el pasadizo, una de ellas se
sube la falda, grita descontrolada y se lanza sobre el chico que está a su costado, se tiran
al suelo y comienzan a desvestirse «Borrachos de mierda»pienso. Salgo a respirar lo
poco del aire puro que queda en el mundo, me siento más jodido que antes, jodido y con
ganas.
− ¿Quieres estar solo?− dice alguien tocándome la espalda.
− ¿Quién eres? − volteo. Un chico me sonríe, se sienta a mi lado.
− No creo que me conozcas, a penas te vi entrando hoy, hace un rato.
− Quiero estar solo, te agradecería si te fueras.
− A donde.
− No sé, vete al carajo y deja de joderme − sonríe sandiamente, enciende un
cigarro o dos, le menta a la madre a algunos de los taxistas que pasan por nuestro frente,
bota el humo de su boca despreocupado « Ya se acaba, la vida es como un cigarro, te
chupan hasta que te terminas» se queda mirando el poco cigarro que le queda
«Termínatelo tú, a mí me da pena terminarme mi último cigarro, sólo dale el ultimo
sorbo y listo»el cigarro huele a su boca hedionda, a la noche que está jodida. Lo aspiro
23
24. de a poco, el humo ligero me llega hasta los pulmones «Si muero mañana quiero
morirme fumando»chanceo, nos reímos.
− Pensé que era el único invesil que sentía pena por los cigarros − dice, yo
no respondo, prefiero no conocerlo, prefiero no tener un basto amigo más. Tengo el
aliento a cigarro, esputo sobre el piso y me limpio la boca, el chico de mi costado sonríe
irónico.
La hora del celular me enerva, a pesar de vivir solo debo llegar temprano por
respeto a las pastillas que he dejado sobre la mesita de noche. Busco a Karina entre ese
montón de jóvenes afiebrados, poseídos. Una de las amigas de Karina me señala el
segundo piso, corro desesperado por el sueño que empieza a adormecerme el cuerpo. De
repente oigo la voz de Karina entre uno de los cuartos, asomo un poco la cabeza y veo a
Karina y Fernanda casi desnudas, uno sobre la otra, se besan apasionadamente, sus
manos pierden el control, la noción del tiempo. Fernanda se saca el sostén «El sexo
contigo es otro mundo, otra manera de vivirte, no podría vivir sin ti, por que sin ti el
sexo y mi vida no tendrían sentido»respira Fernanda«No te voy a dejar nunca, ni de
vainas, te amo y siempre estaré a tu lado para tener sexo hasta reventar»chancea
Karina sacándose también el sostén. Alejo los ojos de la puerta, pierdo el sueño;
prefiero no decirle nada, pienso que no tengo derecho, al fin y al cabo, no me quiere.
24
25. Tomo un taxi en la esquina, ya no aguanto los ojos y en el viaje no puedo
evitar soltar una lagrima, un lagrima de dolor, un dolor de hombre jodido, jodido y de
por vida.
III
Me extraña no ver a doña Maria tocándome la puerta, o fumándose un
cigarro en la azotea; donde extraña a su marido casi todas las tardes. Alguna vez la he
visto llorando, sentada y botando humo de la boca; eran tardes medrosas «El dolor es
menos después de algunos años, pero cada cigarro que me fumo es un minuto menos de
vida, quiero estar con él, lo más rápido, por eso fumo, por que cada minuto menos es
una hora más cerca de estar con él en el cielo»decía llorando.
Toco la puerta, esta vez soy yo el que jode pienso, nadie responde cuando
grito por la ventana. De repente siento que alguien me toca la espalda, volteo
vertiginosamente y no hay nadie. Empujo la puerta y está abierta. En la sala de doña
María hay un recuadro de su esposo regado por pedazos en el suelo, camino hasta la
cocina, veo la silueta de la señora sentada en una silla y recostada sobre la mesa «Señito
despierte»la muevo del hombro, no responde. Le toco la mano y esta fría, con la cara
pálida y arrugada «Está muerta la vieja conchasumare»digo entre boca, me alejo un
poco de ella. Siento miedo al verla muerta y sentada, me quedo absorto, triste al verla de
lejos. De lejos no parece muerta; es una señora tomando el café a medianoche.
− ¿familiar, algún parentesco? − dice el policía que ha venido a llevarse a
doña María.
25
26. − No pero, era su inquilino, digamos un amigo. Siempre la veía triste, a
demás vivía sola.
− ¿Y no hay más inquilinos?, ¿eres el único?
− El último se fue hace dos meses, ella cobraba caro y por eso todos sus
inquilinos le mandaban a la mierda y se iban debiéndole − El policía mira el cadáver de
doña María «Carera la tía, conchasumare, empiezo a entender su muerte»lo miro, y
pienso que tiene razón. Meten el cuerpo de doña Maria en una bolsa negra, empiezo a
sentir lástima, a pesar de odiarla creo que no unía algo en común. La soledad.
Me quedo solo cuando la policía se lleva para siempre a doña María; era
todo una especie de sueño energúmeno, inhumano. Murió en su ley, era su hora, pero
todavía pienso que la hora le llegó demasiado pronto.
Decido salir a buscar algunos calmantes, la señorita de la farmacia me dice
que no me las puede vender sin receta médica «Es que murió un familiar»digo«Está
bien, pero no se las tome todas por que son demasiadas para una sola persona»
Regreso a casa y hay tres tipos parados en la puerta, se me acercan y me
piden la llave.
− Dame la llave de la casa de mi madre − me dice unos de ellos.
− ¿Madre de quién?...Qué carajo quieren, la señora está muerta ella no tiene
hijos.
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27. − Entonces quién puta crees que soy yo. Soy su hijo mayor y ábreme antes
que te saque tu mierda − Uno de ellos me da un puñete en la cara, caigo aparatosamente
y me doy cuenta que me sangra la nariz. «Te jodiste mierda, nadie se mete conmigo»me
levanto y le mando un golpe en el estómago, los otros dos me agarran y me empujan
contra la puerta, el que está en el suelo se levanta y me tira una lluvia de puñetes en la
cara «Ya carajo déjenme, no sean cabros, que chucha tres contra uno, eso es
pendejada» se apiadan de mi y me dejan tirado.
− Para qué te pones liso, eso te pasa por boconcito, por pendejito, ya sabes, a
la siguiente te reviento toda la cara − Me quedo cayado, muerto de miedo; agarrar de a
tres era mariconada, un juego pringoso − Ni pienses que vas a entrar, esta es la casa de
mi vieja, así que lárgate o te sacamos la puta, ya sabes huevón.
− Pero y mis cosas, no seas cabro, siquiera déjame sacar mis cosas, mi ropa,
mis pastillas. No me cagues así. − protesto desde el suelo.
− Eso lo veremos, mejor vete a vivir con los perros y jódenos cuando
termine todo esto.
− Ustedes son unos malparidos, unos hijos de perra, no tienen derecho a
botarme así, donde puta voy a vivir − uno de ellos me señala el medio dedo y me cierra
la puerta mientras yo aún sigo en el suelo. Me levanto después de un rato, camino
cojeando hasta la esquina y pienso en Marcelo, en Karina desnuda, en la señora María
muerta en la cocina; me pongo triste.
27
28. Llovizna mientras decido ir a ver a Marcelo, aún me duelen los huesos, cojeo
un poco. Extraño a Marcelo, extraño verlo drogado, volado, manejando como loco todo
el malecón San Blas. En su puerta hay una moto roja«Este cojudo sigue con la
vaina»digo sentándome golpeando el tanque de la moto.
− Hola, no sé quieras hablar, pero… − Sale Marcelo.
− Qué quieres Samuel, déjame en paz, vete con tu flaca, tíratela, disfruta con
ella, olvídate de los amigos, deja de joderme − Veo a Marcelo y no sé si está drogado;
tiene los ojos confundidos y rojos, pero lo he visto tantas veces así, que nunca sé
distinguir cuando estaba narcotizado o cuando estaba normal. Lo abrazo, le digo que lo
quiero y que lo lamento, el me suelta bruscamente.
− Tu nunca vas a dejar la mariconada, ya pasa pasa, Ya veremos si te
perdono o te mando al carajo.
El cuarto huele a Marihuana, en la cama hay unos rollitos con una hierbita
verde y hedionda. «Negro de mierda, como te cagas en plata y te lo fumas como un
perro»digo mirando la foto de Bob Marley que está en la puerta, Marcelo se ríe y se
sienta en la cama.
− Desde que no somos amigos le he dado duro a esta vaina, todos los días
como una puta. No sabes lo bien que me hace esta huevada, me hace volar, sentirme un
poderoso, un político que se caga en plata − dice triste.
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29. − Pero ya es mucha vicio cholo, mejor deja esa vaina, te puedes joder de por
vida − Marcelo me ofrece un poco de hierva, me la pone en la boca.
− Si te fumas toda esta vaina te perdono y somos amigos para siempre − lo
enciende − hasta el fondo, o vas a seguir con todas tus mariconadas − Lo aspiro
lelamente y siento todo el humo en la garganta, me arde la boca y empiezo a toser − no
jodas, ya ves que no pierdes la mariconada.
− No es eso cojudo, nunca había fumado hierba, esa vaina arde, arde un
huevo.
− Sólo uno más y te perdono, te lo prometo − Lo aspiro de pocos y todo ese
humo me llega al cerebro − Ya no jodas, no lo volveré hacer. Encima que tengo que
soportar mi vida, tengo que soportar tus huevadas − me quejo.
− Qué huevadas, qué pasó − Le cuento todo, desde Karina hasta la vieja
muerta. Después me toma del brazo y dice:
− Yo te dije, todas son iguales, y tú sufriendo por esa sonsa.
− Pero no todas lesbianas. No todas son como la basura de la que enamoré.
Eso si no se lo deseo a nadie, y, perdonare si dejé de ser tu amigo por ella. − Aspira lo
poco del porro que le queda y me mira.
− En serio que me dolió esa vaina, no sabes como empecé a fumar desde que
me dijiste esa huevada en San Blas, yo creí que éramos amigos para toda la puta vida.
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30. − Qué debo hacer para que me perdones, quieres más hierba, quiere matar a
alguien, dime, qué coño quieres − Se queda pensativo largo rato, luego se para y saca un
pistola de su cajón «Con esta si la hacemos linda» me apunta en la cabeza, se ríe.
− ¿Alguna vez has jugado a la ruleta rusa? − Me pregunta Marcelo.
− No, qué es esa vaina, de qué puta es.
− Si quieres que te lo diga, fumante esta última pava y demuéstrame que eres
hombre, y que puedes hacer cualquier huevada − Empiezo a volar después de unos
minutos, Marcelo tiene los ojos más pálidos, erguidos, perdidos, que antes. Por fin
pierdo noción de todo y por todo. Estoy jodido pero contento.
− Ya huevón, listo, dime qué es esa vaina de la ruleta rusa − digo algo
mareado.
− Metemos una bala en la ruedita de la pistola, le hacemos girar y te apuntas
en la cabeza, si te chanta la bala, te jodiste − me apunta otra vez en la cabeza, quedo
alelado − no te voy a disparar cabro de mierda, tu mismo tienes que disparate si quieres
ser mi amigo.
− Y si muero huevón, quién paga pato − me entrega el arma y me dice que le
gire la ruedita, que me dispare de una buena vez. En ese momento todo pasa como en
una película por mi mente; la imagen de Karina desnuda con Fernanda, de la vieja
muerta en la cocina «Ya he perdido todo, qué más puedo perder ¿no?, la puta de mi
flaca es lesbiana, la vieja me caga muriéndose y dejándome sin casa, mi madre me jode
30
31. casándose con otro huevón, otro huevón a quien odio, y tú, cabro de mierda, ya no
quieres ser mi amigo. Qué mierda, así son todos, unos hijos de perra»me apunto en la
cabeza y aprieto temeroso el gatillo mientras Marcelo se termina de un sorbo el troncho
que tiene en la boca. No sale el disparo que esperaba, Marcelo sonríe botado humo por
su nariz«Suertudo de mierda, como te salvas pendejo mal parido»me quita el arma de la
mano y lo tira al suelo
− Oe me duele la cabeza un huevo… ¿Seguimos siendo amigos? O me voy
al carajo como toda esta hierba que te fumas − Deja de fumar y me mira apenado.
− Como desquiciados y para siempre ¡Hasta que las putas nos separe! −
reímos narcotizados, llenos de humo − ahora fúmate otro para que te olvides de esa
lesbiana de mierda para siempre.
Paso toda esa noche drogado, alelado. No tengo celular, no tengo ropa, no
tengo plata, no tengo casa, no tengo madre, no tengo a Karina; Marcelo me dice que me
comprará todo lo que me falte, que me sacará del mediocre trabajo como columnista en
el periódico; pero verlo apenas y de reojo me hacen sentir que todo es una trápala, un
juramento alevoso y mentiroso«Gracias hermano, yo sabía que podía contar contigo,
aunque tú solo cuentes con tu hierba» digo suciamente y sin pensarlo.
Salgo a buscar a Karina después de dos días de encierro narcótico. Camino
toda la plaza hasta llegar a San Blas, subo el callejón y llego hasta su cuarto.
− Hola Karina. Perdóname, pero, te lo puedo explicar todo − me abraza y me
besa en los labios.
31
32. − Pero qué te pasó mi amor. Pensé que te había pasado algo. Tuve miedo.
− Karina, todos estos días he estado hecho un huevón por ti, aunque no me
quieras, pero no importa, igualito te quiero − Se queda mirándome.
− Y por qué no llamaste, no has podido llamar siquiera un ratito para
decirme que estabas bien. Yo también he estado hecho una huevona por ti.
− ¿Entonces me quieres?
− Ya te dije que no te apresures conmigo, y dime donde carajo estuviste
todos estos días − la tomo de la mano.
− No sino que…La vieja pues, la señora María murió hace dos días, y ahora
los pendejos de sus hijos me han botado y ni siquiera me han dejado sacar mi ropa, mis
cosas. Me han dejado en la calle esos perros de mierda.
− Y donde has estado durmiendo estos días − me quedo pensando y frío.
− En casa de un amigo, no te preocupes − digo entrando al cuarto.
− Con tal que no haya sido Marcelo, todo está bien. Te juro que no me cae
ese fumón de pacotilla − Nos sentamos en la cama y comenzamos a besarnos
descontroladamente, como extrañándonos después de varios días de exilio amoroso.
Karina me saca el polo y se echa en mi encima«Ahora si quiero que me hagas el amor,
quiero ser tuya como siempre has querido vaquerito»me quedo pensativo«Tienes que
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33. apresurarte que hoy si estoy de humor para ser tuya, para sentir que eres mi hombre,
mi amante, sácame todo, todito» en ese momento rememoro la noche en que vi a Karina
con Fernanda, abrazadas y desnudas, devorándose hasta el alma. Le saco la blusa y le
comienzo a tocar los senos, ella me detiene y me saca el pantalón súbitamente. En un
momento no pensado ya está sobre mí, desnuda y desbaratada, en un juego de gemidos
y placeres descontrolados «Ahora si eres mi hombre»dice«mi amante, mi juego
perfecto»nos tapamos con la frazada. En uno de esos tantos gritos aplacerados, Karina
cierra los ojos y dice«Siempre seré tuya, seré tu perra, tu puta, seré tuya
Fernanda»finjo no oírlo y me quedo triste, ella voltea la cara y sigue meciéndose en mi
cuerpo. El sexo termina y nos quedamos dormidos, cansados y jodidos. Duermo feliz y
pendejo, desnudo y al lado de Karina.
Un disparo nos despierta a medio día, Karina se viste una polera y me besa
en los labios.
− No sabes, tuve un sueño medio loco − dice en voz baja.
− Qué coño soñaste − respondo soñoliento.
− Fue muy cagón, estaba en la iglesia y en eso se levanta el padre Salomón y
me dice que soy pecadora, que soy una niña mala. Yo me quedaba llorando y el
padrecito se alejaba de mí diciéndome que debía hacer algo, algo bueno.
− Algo bueno has sabido hacer, al menos me has hecho feliz en la cama.
Cosa que ni ese curita ha podido hacer − nos reímos.
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34. − Tienes que acompañarme a la iglesia de Juan Pablo, necesito confesarme
para liberar mi alma.
− Claro, pero te advierto que yo no me voy a confesar, eso es de maricas, yo
me quedo afuera, tu siguieres entras pero yo no le entro a esa vaina.
Tomamos un taxi hasta la iglesia de Juan Pablo, el taxista nos dicen que
acababan de matar a un señor en el banco«De razón que oímos el disparo hace ratos
¿no amor?»Asiento con la cabeza y el taxista se ríe, tiene una risa gruesa y fingida.
De repente llegamos a la pileta frente a la iglesia de Juan Pablo, Karina me
detiene y me dice que entrará sola, que la esperase afuera. Me quedo esperando, sentado
y mirando. Sale después de un rato, me mira de lejos y me manda un beso volado, en
ese momento me llega a la mente la escena de Karina y Fernanda desnudas; esa imagen
se a convertido en un frívolo trauma que me tiene jodido.
− Ahora si me siento más tranquila, tengo el alma tranquila − se abraza.
− Y cuál a sido tu mayor pecado entre esta y la semana pasada − pregunto.
− Creo que el haber tenido sexo duro y brutal contigo − hace una pausa −
nuestro pecado.
− No me jodas, no me vas a decir que nunca has tenido sexo con alguno de
tus enamorados o amigas. Eso no te lo creo, no friegues − no dice nada hasta llegar a la
esquina para cruzar a la otra calle.
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35. − Te juro que soy, o, bueno era virgen hasta que llegaste tú y me rompiste la
inocencia. Fue mi primera vez en mi vida, te juro por todos los santos de esa iglesia que
es verdad, si quieres que se muera el cura y que todos los obispos se vayan a la mierda,
pero te juro que es verdad.
Llegamos a una calle cerca al cementerio, Karina me dice que talvez ya
hayan enterrado a doña María, que entremos a ver a la vieja muerta. Hay un grupo de
personas que rezan en silencio y delante de un cajón marrón. Reconozco entre ellos a
uno de los hijos de doña María, a ese “cabrón” que me había roto la boca unas noches
atrás. Decido vengarme, tomar venganza con mis manos, mandarlos al mismo infierno
junto con su madre. «Karina, tenemos que aprovechar este momento, tengo que
regresar al cuartucho y sacar todas mis cosas»de repente corremos hasta la puerta del
cementerio, sin decirnos nada más y tomamos un taxi. En el camino Karina me dice que
no debería hacerlo, que era mala idea«Sólo tomaré lo que es mío, el resto es pura
basura, no me importa»
Bajamos una cuadra antes, Karina me dice que no me ayudará, que soy un
cabro por hacerle eso a la señora « ¿Hacerle qué? o sea yo le voy a regalar mis cosas a
los cabros que me golpearon, a esas putos que se salieron con la suya agarrándome de
tres, no me jodas Karina, pero eso no me parece justo»Voy hasta la puerta y logro
abrirla con una de mis llaves, penetro en la casa y le digo a Karina que suba conmigo,
que tengo miedo y que soy un maricón. Mi cuartucho en el segundo piso está algo triste
y sucio, recojo algo de ropa y la meto en una mochila«Sólo quiero mi ropa y mis
pastillas, el resto que se lo queden, no me interesa»Salimos del cuartucho y pienso que
sólo haber entrado en la casa no era una venganza, y que debía hacer algo más, algo
que los jodiera.
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36. Empujo la puerta de doña María y está abierta, entro a su cuarto y en frente de la
fotografía de su esposo me robo las joyas y la plata que doña María guarda en un cajón
al pie de la cama. Escondo el dinero que era de mal manera un montón de plata, salgo y
Karina está en la puerta, le digo que pare un taxi y que nos vayamos de ahí para
siempre.
A penas llegamos al callejón y Karina dice que Fernanda está en la puerta de
su cuarto, corre hasta ella y Fernanda le da un beso en la boca. Las miro de lejos y otra
vez, esa pérfida imagen en mi mente de las dos haciendo el amor. «Esta vez ya me llegó
al huevo, ya me llegó pincho estar con esta lesbiana de mierda, con esta pendeja
malparida. Nadie me jode dos veces, nadie me caga de la misma manera, nadie, ni
siquiera tú puta de mierda, tú ni nadie»pienso. Volteo, y al cruzar a la otra calle no
puedo evitar llorar; ese beso era peor que haberlas visto desnudas, ese beso era joderme,
era dejarme como un invesil.
Ya no está la moto roja cuando regreso a casa de Marcelo, toco la puerta y
sale él vestido con un bibirí y oliendo a Marihuana.
− Y qué pasó contigo, donde mierda te metiste − me reclama Marcelo.
− Tuve que ir a mi ex jato para sacar mi ropa − me río − fue algo de putas no
sabes, hasta le robé plata a la vieja − saco el dinero que tenía en el bolsillo, Marcelo lo
mira poseído y comienza a saltar como loco por todo el cuarto « ¡Bien carajo, tenemos
un huevo de plata!» grita Marcelo excitado «Toda esa plata es tuya mi hermano, te la
regalo para que te la fumes toda, para que tengas toda la puta hierba que quieras»
Marcelo me abraza, y me dice que la hierba será nuestra, nuestra y hasta morir.
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37. − ¿Y la motito roja? Qué le pasó, donde la dejaste empeñada huevón.
− Tu sabes, cuando estas en esto, hasta tus cosas más queridas se van al
carajo por ti, por tu hierbita. Por toda esa huevada que no consigues en la vida real, y
que sólo la consigues fumando un tronchito. Esta huevada es mi felicidad, al carajo con
el resto. Ahora sólo me importa ser tu amigo y ser fumón − suelta unas lágrimas y me
abraza.
− Ahora tú eres el de la mariconada. Después a mí me hechas el pato,
tremendo rosquetonazo y llorón.
Luego de un rato pongo todo el dinero sobre la mesa, Marcelo lo cuenta y
me dice que con esto compraría hierba hasta para destruir la capa de ozono. Guarda la
plata en una bolsa negra y me dice que tiene que salir a comprarla, que si pasaba un
hora más sin fumar, podría terminar suicidándose.
Regresa después de dos horas, pendejo y feliz. «Ahora si, nadie nos para
compadrito, nos fúmanos todo esto o no somos hombres» finjo una sonrisa y me
recuesto en la cama.
− Sabes algo Marce, tienes razón, todas las mujeres son unas pendejas.
− ¿Lo dices por lo de Karina? No jodas, no me diga que sigues enamorado
de ella sabiendo lo que es, no, una machona − se ríe toscamente y me golpea en la
espalda.
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38. − No me importa lo que sea, igual la quiero. Entre pendejos nos entendemos,
así somos felices.
− Entonces jódete Samuel y no digas más sobre ella. Ya me tienes hasta la
coronta con todo esto, por qué mejor no le robas más plata a la vieja.
− Ya le robé todo, la dejé calata y sin herencia a sus hijos − me río − eso les
pasa por haberme votado de mi casa, por cabros y por hijos de puta − Marcelo me
ofrece una de sus pavas y me la pone en la boca«Mejor cállate y ponte a fumar»
El cuarto se llena de humo, humo hediondo y triste. Marcelo se queda
cayado largo rato y no dice una palabra, en realidad no dice nada cuando fuma, eso le
jode. Me quedo ojeando algunas revistas que están en el suelo, no quiero molestarlo, esa
es su felicidad.
− Y tus padres cuando llegan de viaje − digo cuando se termina de fumar un
troncho de un tiro.
− Qué viaje, quién. De qué chucha hablas − responde Marcelo fastidiado.
− De tus viejos, no me decías que ellos paran de viaje − Enciende un
troncho.
− ¿Quieres que te diga la verdad?
− ¿Te jode?
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39. − Mi familia murió hace un huevo de tiempo, como hace tres años en un
accidente. Justo mi tío se compra una combi y nos dice que quiere estrenarla con un
paseo familiar. La cosa es que ese paseo se fue a la mierda y todos murieron menos yo,
una noche antes, me discuto con mi madre y me dice que no iría al paseo, que me
quedaba lavando mi ropa, te juro que a esa hora me entra el demonio y le mando a la
mierda a mi madre, me salgo corriendo y no la vuelvo a ver nunca más, fue pendejo,
pero esa fue la despedida con mi madre.
− Pero cómo pasó, se cayó el carro se quemó o qué − le pregunto.
− Se cayó al abismo y, ya pues, todos al río − se rie.
− No pareces estar muy triste…o sea lo de tus viejos de viaje era mentira.
− Si pues, una mentirita − vacila un poco − no te molestes, que para ser feliz
hay que ser mentiroso. Aunque con esta hierbita, tengo pa’ rato − sonríe.
− No seas tan fumón que podrías terminar muerto, huevón de mierda.
− Tienes razón. Mira, si me pasa algo quiero que me entierres en el patio,
aquí atrasito − me señala su patio − no quiero pudrirme en un cementerio entiendes.
Quiero que me lo prometas, que me lo jures por tu mamacita que así será, de pata a
pata, esa es mi última voluntad − me extiende la mano.
− Esta bien, te lo prometo y no solamente por mi mamacita, también por
nuestra amistad, y por chupo de cosas que hemos hecho juntos − Me abraza, era la
39
40. segunda que lo hacía, y ya me parecía raro. Marcelo dice «Que maricón soy, perdóname
pero no sé, hoy me dio ganas de abrazarte, tengo una extraña sensación»Marcelo esta
drogado y lo tiene todo en los ojos.
Luego Marcelo se recuesta desnudo en la cama y me dice que debe dormir
unas horas, se tapa con varias frazadas y se despide diciendo que mañana seguiremos
con la “vaina”.
Amanezco en el suelo y con frío, es una jodida mañana de sábado, jodida en
todos los sentidos. Marcelo aún no despierta, está tirado y narcotizado, con la cabeza
sedada por tanta hierba. Intento despertarlo y lo siento frío al tocarle las manos. «Marce,
huevón, despierta» lo destapo de la frazada. Misteriosamente no respira, está frío
«Carajo no, Marcelo no te puedes morir ahora, despierta huevón, no jodas no te
vayas»intento despertarlo, pero es vano, Marcelo está muerto y para siempre. Lo miro y
no lloro, talvez fue su hora lo que lo condenó a morir como un fumón, como un
desquiciado adicto a las buenas hierbas que lo hacían huir de este mundo jodido.
Lo cubro con varias frazadas y le dejo en el suelo «si me pasa algo quiero
que me entierres en el patio, no quiero pudrirme en un cementerio entiendes. Quiero
que me lo prometas, que me jures por tu mamacita que así será»evoco lo último que
dijo Marcelo. Lo miro por última vez antes de enterrarlo en el hueco que he hecho en el
patio; me parece verlo sonriente y muerto, feliz y conforme con su pronta muerte. Lo
tapo, lo pongo en la fosa y me despido de él con unas palabras «Después de todo la
hora te llegó y bien llegada, pero quiero que sepas que supiste ser un buen amigo de
drogado y de sano, fuiste un buen pendejo y eso te cayó bien toda la vida. Amigos y
para siempre, hasta que las putas nos separen, pero creo que hoy la muerte fue más
40
41. puta y nos separo, aunque no por mucho»lo entierro y salgo corriendo al cuartucho,
que ahora huele a hierba y a Marcelo muerto.
IV
Pasan dos días y no soporto más vivir en esa casa, el olor a marihuana está
en todas partes. Decido irme y para siempre, pongo toda la hierba en una bolsa negra y
me resigno a no fumarla y a ponerla sobre la tumba de Marcelo, como una ofrenda por
nuestra amistad, como para recordar nuestros últimos días narcóticos.
Llego a la puerta y me despido de Marcelo en voz baja, luego camino a la
otra cuadra y me doy cuenta que no tengo más remedio que ir a buscar a Karina.
Toco la puerta y ella sale con una pijama rosada, me mira, me abraza y me
besa en los labios.
− Por qué te fuiste como un perro ese día, qué carajo te pasó para que me
olvidaras por tantos días − me reclama.
− Cosas mías mujer, cosas que se dieron de momento y que me dejaron
jodido por varios días. − me defiendo.
− ¿Fue por el beso? ¿Te jode que me haya besado con Fernanda?
− ¡Si, me jode y mucho! − me calmo − no sé pero, a veces pienso que no
debería quererte − me toma de la mano y cierra la puerta.
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42. − Y yo a veces pienso que sí debería empezar a quererte.
− Y por qué coño no haces el intento de una puta vez − le espeto.
− ¿Esperas que te perdone después de desaparecerte por varios como si
nada? − me empuja a la cama.
− no lo creo, pero, al menos te puedo decir que, si me fui ese día fue por que
te amo, por qué desde qué te conozco estoy hecho un huevón por ti. − se acerca y da un
beso con cierta lástima.
− No sabes lo lindo que te pones cuando me dices que me quieres − me
vuelve a besar.
− Y qué otra cosa podría decirte.
− Que soy una perra, y que me odias por haberme besado con Fernanda ese
día, o por no decirte que te quiero. Eso por ejemplo,
− No pensaría eso de ti ni de vainas − hago un pausa − la verdad es que me
he resignado a quererte a solas y a que me digas que no me quieras, el fin y al cabo no
puedo obligarte a quererme, eso sería joderte y lo menos que yo quiero hacer es joderte
la vida.
Karina se levanta y sienta en la cama, se queda pensativa o sintiendo lastima,
o las dos cosas. Luego se levanta y apaga la luz, se vuelve a la cama y se recuesta a mi
42
43. lado. Me quedo cayado y pienso que está fingiendo conmigo, que todo es parte de su
juego, que no le importa en lo mínimo mi amor, que no es otra cosa que sufrir por ella.
− Te juro que ese beso con Fernanda fue, sólo un juego, un jueguito y punto.
− ¿Así como nuestro amor? Un juego de pendejos mentirosos. − le encaro.
− Sabes algo vaquerito − sonrió tontamente − estoy empezando a quererte,
todos estos días que no supe nada de ti no dejé de pensar en ti, te extrañaba todas las
putas tardes como una cojuda, hecha una huevona por ti.
Empezamos a vivir juntos después de unos días, Karina me dice que tengo
que buscar un trabajo, que no sea un vago, y que si no traía plata me mandaría al carajo.
Camino todo el parque Bermúdez para ver los anuncios de trabajo para gente
mediocre, al rato encuentro un anuncio que decía: “SE NECESITA UN JOVEN PARA
PUESTO DE VIJILANTE, BUEN SUELDO” Comienzo a trabajar y a llegar tarde al
cuarto de Karina, ella misteriosamente me espera con una taza de café, dos panes con
mantequilla en la mesa.
− Por qué lo haces
− Ya te dije que estoy empezando a quererte vaquerito.
El lunes es un día jodido, jodido y con ganas. Mi trabajo consiste en cuidar
una puerta a la que casi nadie entra; un absurdo trabajo de vigilante. Es lunes y me paro
43
44. a un costado, o sentado en una silla, recordado mis otros lunes en los que escribía mis
columnas para el periódico. De repente alguien se acerca un auto negro y se acerca hasta
la puerta, una señora baja y corre para abrasarme. Es mi madre.
− Mamá suéltame, estoy trabajando, qué quieres. − me abraza.
− Hijo, no quiero que sufras trabajando como un simple vigilante, yo te
puedo ayudar, te puedo dar una mejor vida. Podemos ir a vivir juntos, Roberto te quiere
y está feliz en que vengas a vivir con nosotros y ser una bonita familia.
− No mamá, bonita familia nunca, y menos con ese idiota y los cojudos de
sus hijos. Tú dejaste morir a mi padre para casarte con ese idiota. Papá te quería, y tú lo
sabes. − Mi madre llora y deja de mirarme. Baja Roberto del auto negro y me mira
airado − Si quieren váyanse, déjenme en paz, y no me jodan más, váyanse ustedes al
carajo con toda su maldita familia.
− Si no quieres no te vamos a estar rogando, a demás no quiero vivir contigo
y si hago esto lo hago por tu madre. A mí me importas un carajo. Valiente igual a tu
padre − me grita Roberto que está abrazando a mi madre.
− Al menos mi padre no están pendejo y termina comiéndose a la mujer de
su mejor amigo. Al menos mi padre no es tan hijo de puta como tu − Jala a mi madre
hasta su auto negro y se van, no sé si para siempre, pero no quiero volver a verlos. No
se lo cuento a Karina, no quiero que sepa que odio a mi madre.
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45. Los domingos vamos a misa, Karina dice que nunca debemos olvidarnos de
nuestro señor, que nunca es tarde para arrepentirse. Ella se pone a rezar en voz baja, yo
me arrodillo a su costado y pido por Marcelo –a pesar de ser agnóstico- Karina se
levanta, se persigna y me dice que nos vamos. El domingo es día de iglesia, día del
señor dice Karina, y de lunes a sábado son días de relajo y pendejada, se rie.
Algunas tardes vamos al Visne’s ella pide un batido de fresa y yo alcanzo a
pedir un café. Ella toma tu batido y me dice que está enamorada de mí, yo me callo y
presiento que lo que dijo es una trápala.
Llueve mientras estoy parado una tarde en la puerta de la fábrica, de repente
aparece una camioneta blanca que se estaciona en la puerta, tocan el claxon y uno de
ellos me saluda agitando la mano, yo lo saludo tontamente y me acerco a ellos.
− Qué se les ofrece − digo.
− Que te mueras conchatumare − bajan cuatro tipos de negro y me rodean,
yo me quedo absorto y les mento a la madre, unos de ellos mete un puñete y me deja
tirado en el suelo. Me amarran y me dejan en el depósito, corren y me cierran la puerta.
Se oyen unos disparos y algunos gritos de pavor. « ¡Sáquenme carajo! »Me quejo, nadie
me escucha. Después de una hora llega la policía y me encuentra amarrocado.
− Se encuentra bien señor − me dice un negrito uniformado.
− ¿Todos están bien? − pregunto.
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46. − No, hay como cinco que han muerto − Aparece en gerente y me espeta:
− Por tu culpa hijo de puta, no debí confiar nunca en ti. ¡Lárgate! Vete a la
mierda y no jodas − Extrañamente la policía me suelta y me deja ir.
Regreso al cuarto y no puedo evitar soltar unas lágrimas. Me acerco a la
puerta, tiemblo un poco al querer tocar, cuando de adentro se oye unos gemidos, miro
por un hoyo que está en la puerta y veo nuevamente a Karina y Fernanda en un juego
apasionado, empiezo a agitarme y a temblar como invesil. Acerco un poco mi oído a la
puerta y alguien dice: «Todavía tenemos tiempo para acariciarnos, ese idiota llegará a
las nueve»Empuño la mano y pienso«Nadie me caga dos veces, nadie, nadie se burla de
mi, nadie me deja como un pendejo. Te jodiste puta de mierda, ahora si vas a saber
quién carajo es Samuel Bustillos, te jodiste conmigo, te jodiste y eso te joderá para toda
tu vida»
Se me viene a la cabeza el arma de Marcelo, decido ir a buscarla para cobrar
venganza, para hacerme respetar y dar una lección a todos, mandarlos al carajo y
quedarme tranquilo. Me subo por la pared del patio donde está enterrado Marcelo, corro
hasta el cuarto y encuentro todo como lo dejé el día que me fui. El arma aparece bajo la
cama, lo tomo en mis manos la abro y sólo veo que posee dos balas, me levanto a
buscar mas balas entre las cosas de Marcelo y sólo encuentro un silenciador, lo cual me
lleva a la mente el más cochambroso plan: Matar a Fernanda sin que nadie lo supiera y
sin que nadie lo oyera.
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47. Me paro una esquina antes de llegar al cuarto de Karina, de repente pasa un
loquito que se me acerca y me saluda «Que linda tu pistola, ojala que dispare» dice el
loquito.
− ¿Te gusta? − le digo − ¿te gustaría que fuera tuya? − me mira fascinado,
excitado por lo que le dije − Mira, te tienes que parar aquí y tienes que disparar al que
yo te diga, le disparas y la pistola es tuya.
− Y si me muero − alucina.
− No creo, los locos no mueren, además esta pistola no hace bulla, tu le
disparas y te sales corriendo con la pistola.
Me alejo unos metros, el loquito se para con el arma, apuntando desde la
oscuridad.
Fernanda sale de la puerta de Karina y se despiden otra vez con un beso en la
boca. Fernanda está cerca de la emboscada, en la boca del loco. Le señalo para que la
dispare, el loco apunta descontroladamente y dispara sin creer en nada, Fernanda cae
aparatosamente al suelo con la cabeza destrozada. El loco corre todo el malecón con la
pistola en la mano y se pierde entre los árboles.
− Muerta la perra, todo consumado − digo mirando el cadáver de Fernanda
desde mi escondite.
Karina me abre la puerta y me mira extraño.
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48. − ¿Estas bien? Te noto pálido, qué pasó.
− Nada, qué puede pasar − me defiendo.
− No nada, olvídalo. Cómo te fue en el trabajo
− Bien, todo, bien. Y mejor ya no me preguntes y déjame entrar que me
estoy cagando de frío.
Duermo y bien, no tengo ningún remordimiento en haber mandado a matar
a Fernanda a manos del loquito. Era una buena venganza, nadie se podía enterar, era un
secreto entre el loco y yo. Era una muerte necesaria, justa y perfecta.
Karina no entiende mi felicidad de repente, se ha puesto pensativa y triste, se
ha quedado callada y llorando en la cama.
El entierro es de tarde, Karina me dice que pida permiso al trabajo y que
fuera con ella. «No tengo que ir, no era mi amiga y a penas la conocía, nunca me la
presentaste»refuto, pero ella insiste y dice que cuando alguien muere no importa si lo
hayas conocido o no, que la muerte no discrimina.
Me visto improvisado, Karina mientras se pone una blusa negra y se mira en
el espejo, triste y negra, sollozando y perdida. La tarde en el cementerio es jodida, todos
lloran abruptamente, o se abrazan para decir que lo sienten «Sienten qué, acaso le
importa en lo mínimo la muerte de esa chica»pienso«Su hora es su hora, y si Dios puso
su destino en las manos de ese loco, al carajo, nadie puede con eso»maquino.
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49. Salimos del cementerio y me siento extrañamente feliz, como si hubiese
terminado con algo que me atormentaba y abismaba todos los días. Karina ya dejó de
llorar, sólo camina muda a mi lado. Regresamos al cuarto y nos tiramos en la cama.
− Amor, ¿sigue triste por la muerte de Fernanda? − pregunto en voz baja.
− No es justo que haya muerto, no es justo.
− Pero, si es su hora, qué vamos hacer, no podemos hacer nada contra ello.
Talvez en su destino estaba el de morir en manos del que lo mató.
− Pero, por qué lo mato, qué le hizo ella, qué carajo hizo mi amiga − se
queja mientras se soba los ojos.
− No tengo la menor idea, que razones habrá tenido el que lo mató para que
lo haga y para que se vaya sin dejar rastro alguno y para que no se oyera el disparo, qué
carajo habrá pasado por su mente a la hora de dispararla ─ me mira a los ojos, como si
sospechara algo.
─ Mi amor
─ Qué
─ Te amo, y no sabes cuanto, ni cómo, te quiero como mierda, y si algún día
te llegara a pasar algo, me vuelvo loca.
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50. − Y qué pasará con nuestro jueguito ¿terminó? O ya te aburriste de mí y
ahora quieres mandarme al carajo − Me besa en los labios y me tapa la boca con los
dedos − Te quiero decir algo, pero no sé, tengo miedo.
− Dime, qué hiciste ahora.
− No tengo trabajo, te mentí. Hace tres días que me sacaron, por que
entraron tres o cuatro tipos, y me amarraron en el depósito y mataron a cuatro
trabajadores. Fue mi culpa, y el gerente me mando al mismismo carajo y me despidió
diciéndome «Nunca debí confiar en ti ¡Lárgate y vete a la mierda!
− Ya conseguirás otro mañana, ahora duerme, y sueña conmigo.
Regreso al parque Bermúdez, resignado. Esta vez hay pocos avisos, le
pregunto al señor que está sentado si no tiene más y me dice «La mayoría es para
profesionales con título... a ti, te puedo mostrar una chambita fácil en una clínica
privada»me muestra el anuncio y me dice que el trabajo consiste en limpiar de ocho a
cinco, se lo agradezco«También hay ricas enfermeras con buenos culos»dice riéndose.
Llego temprano, le pregunto al de seguridad por el doctor Páez, me dice que
está en una operación y que lo espere. Misteriosamente aparece una enfermera y me
dice que me llevará con el doctor«Al menos no se equivocó el señor con lo de las
enfermeras de buen culo»pienso
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51. − ¿Vienes por el trabajo? − pregunta coqueta.
− Creo que si, aun que me temo que no duraré mucho tiempo.
− No lo creo, eres muy lindo para que lo pierdas. Al menos no voy a estar
tan aburrida
− Yo tampoco − calculo y sonrío.
El doctor Páez me recibe después de un rato, es un tipo alto y con una
prominente barriga, me ofrece un poco del wiski que está en su mesa.
− Discúlpeme, pero no tomo − se ríe irónico.
− No jodas hombre, un traguito no te hará daño, es solo para festejar tu
ingreso a esta clínica. El puesto es tuyo.
− Así no más, no me va a pedir algunos documentos, no me va a preguntar
cosas sobre mí.
− Confío en ti. Eso de hacer preguntas es perder el tiempo, y el tiempo en
esta clínica es oro, así que cámbiate y ponte tu uniforme.
− ¿Qué uniforme?
− Que te diga Carito la enfermera que estuvo contigo hace un rato.
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52. Carito me lleva a un cuarto de limpieza, me muestra el uniforme y me dice
que me lo ponga en su delante. Me saco el polo y le digo que te tengo frío, ella se acerca
y me besa en los labios «Que hombre más delicioso eres, el mejor que haya trabajado
en esta horrible clínica» me besa alocadamente «Y si nos ven»digo«No creo que nos
jodan por un buen rato, ahorita están en una operación»responde. De repente cerramos
la puerta del cuarto de limpieza y nos besamos desenfrenadamente.
− Estoy enamorada de ti − dice.
− Tan rápido
− Ni creas, chapas tan rico que es como si te conociera de varios años − me
quedo pensativo − Qué pasa, te sientes bien mi amor.
− Me siento un canaya ¿no crees que estamos exagerando?
− Exagerando es una linda palabra, pero yo no lo creo así.
− Pero tengo enamorada, y no quiero traicionarla, nunca. Yo la quiero − me
acaricia el cabello.
− Que tierno eres, ahora con más razón voy a quererte.
− ¿No entiendes?
− Yo también tengo enamorado, pero este idiota, como está molesto
conmigo no me va a llamar en tres días, así siempre pasa.
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53. − Y, no piensas en él, no crees que él en este momento este pensando en ti
como un huevón − se saca el saco blanco y lo tira al suelo.
− Que piense lo que quiera, que llore, no me importa. Cuando yo quiero algo
lo tengo, y si te quiero a ti, ni él ni tu noviecita me lo van a impedir − Se desnuda por
completo y se recuesta en el suelo, como esperándome. Es un sexo hipócrita y
prohibido, vertiginoso. Se viste rápidamente cuando terminamos y me deja solo en el
cuarto de limpieza.
Los encuentros en el cuarto de aseo se hacen cotidianos, todas las mañanas
me espera Carito pendejeando desde puerta del cuarto de aseo. No puedo evitar sentirme
feliz y pendejo; sin pastillas y sin la marihuana que fumaba con Marcelo.
− Por qué hoy te demoraste mucho − se queja.
− No había carro y mi mujer no me soltaba − miento.
Carito ha empezado a tratarme como a su amante, todas las tardes me
espera en la puerta para irnos juntos hasta su departamento donde vive sola, caminamos
toda la plaza hasta llegar a la calle Cervantes donde nos despedimos con un beso de
labios. Estoy empezando a quererla.
El doctor Páez me saluda esporádicamente o cuando está feliz, es un hombre
de muchos misterios, torpe cuando habla con una dama y demasiado sincero «Estas muy
fea, y pareces enferma y vieja rosita»dice cuando pasa la doctora rosa por su lado.
Carito dice que el doctor Páez es homosexual, y que lo ha visto en discotecas de
53
54. ambiente algunos sábados. «Es su decisión, su vida, que se joda si le gusta ser como tú
dices»respondo, ella sonríe y me dice que lo defiendo mucho.
Una noche mientras caminamos por la plaza Carito me dice que nos
sentemos un momento, que quiere pasar un rato más a mi lado.
− ¿En realidad estas enamorada de mí? − pregunto irónico.
− Me temo que sí − responde.
− Y no te has puesto a pensar nunca por qué.
− No sé creo que fue desde la primera vez que te vi en la puerta con el
guachimán − sonríe tapándose la boca − de repente te miré de lejitos y ¡pun! se produjo
el famoso clic.
− Que linda eres, pero, antes dime una cosa ¿cómo te llamas? Yo sólo te
conozco como Carito, más no sé ni miércoles.
− Evelin Carito Galdos Reyes, y tú, señor misterioso.
− Samuel Esteban Bustillos adrianni − Extiendo las manos.
− ¿Adrianni? No jodas − vacila un poco − eso si está regio, el nombre
perfecto A-dria-nni − suelta una risita burlona.
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55. Después de un rato me dice que la lleve a su apartamento, que la lluvia está
comenzando y que no quiere mojarse. La llevo hasta la calle Cervantes y me despido,
ella me abraza y me lanza una pregunta.
− ¿Somos enamorados?
− Carajo, no sé, déjame pensarlo, mañana te doy la respuesta, además
recuerda que tengo flaca, y eso sería pendejear.
− ¿Quieres ser mi enamorado? − Lo pienso unos segundos.
− Yo creo que sí, porque, también me gustas un huevo y lo de mi flaca, no
sé, me haces dudar mucho, eres una salvaje, una niña mala.
− Todos los hombres son pendejos, y tú por qué no puedes ser uno más de la
lista, te juro que ni ella se enteraría.
− Si mi amor − me besa apasionadamente. Luego explica:
− Te amo, y no importa cuan rápido haya sido todo esto, pero, me gustas un
huevo, qué podemos hacer contra eso.
Llego al cuarto de Karina, la encuentro dormida, con el televisor prendido y
semidesnuda. La despierto con un beso en la espalda.
− Donde estuviste, por qué recién. − me jala hasta ella.
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56. − Horas extras, el mismo jefe conchasumare de siempre − Hace un silencio
breve mientras me mira hasta el alma.
− Quiero que me hagas el amor, que me hagas sentir mujer y que me quieres,
que me deseas − me suplica.
− No puedo − me evado.
− ¿Ya lo has hecho con otra? Respóndeme − me espeta.
− No, sólo estoy cansado, hoy fue un día matadazo − me defiendo.
− No te entiendo Samuel, desde que estas en esa clínica de porquería te has
estado comportando indiferente conmigo. Qué pasa ¿Ya no me quieres? ¿Te estas
aburriendo de mi?
− Son ideas tuyas, y sabes algo, no tengo tiempo para soportarte tus
caprichitos. Sírveme mi lonche y deja de fregarme la pita.
− Así − se exalta − si no me haces el amor no te hago el lonche, así de fácil.
− No lo voy hacer, no jodas, que te parece − digo soberbio. Ella se hecha en
la cama y se pone a sollozar, yo me recuesto a su lado y la ignoro. Tal vez ya no la
quiero y talvez ya me haya aburrido de ella para siempre.
En los días siguientes Karina no me habla, se hace a la dormida cuando
llego, y eso de pronto eso ya no me importa, de pronto me doy cuenta que he dejado de
56
57. quererla y que me he aburrido de ella «Qué coño me pasa, tanto he luchado como un
huevón por ella para que ahora no me importe un pepino, para que ni siquiera sienta
ganas de hacerle el amor ¿enserio que la estoy dejando de querer? Que malo soy, o sea
la voy a cambiar por Carito, eso si es de putas, es una pendejada.» pienso cuando
estoy recostado a lado de Karina.
De repente soy feliz con Carito, he empezado a no querer a Karina, ni
siquiera un poco, eso me duele, pero, ya no puedo encontrar amor en ella, todo es
apático y frío, nuestras noches se hacen un funeral. Los dos cayados y ciegos, sin
tocarnos, sin mencionarnos. Ya no quiero a Karina.
El miércoles de una semana jodida salgo temprano del trabajo, el doctor
Páez me dice que no es necesario que lo limpie todo, que me podía ir. Llego al cuartito
de Karina y empujo la puerta. Veo a Karina y a otra mujer desnudas en la cama, me
importa un bledo y me paso por su delante.
− Sólo vengo por mis cosas − invento − tú sigue cachando con tu mujer, no
me importa − se quedan calladas mientras saco la mochila del closet y comienzo a meter
mi ropa al azar. La chica se viste apresuradamente y se marcha sin decir nada, cierra la
puerta bruscamente.
− Tenemos que hablar. A donde vas. − Se levanta Karina.
− Karina yo no soy ningún idiota para creerme tus cuentos, yo ya sabía que
eras una lesbiana del carajo hace un huevo de tiempo, y que parabas tirando con
Fernanda, y si no te dije nada fue por que pensaba que te quería − le encaro.
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58. − Si, soy una lesbiana de mierda y qué ¿te jode?
− Me importa un carajo lo que seas o hagas Karina.
− Yo no me llamo Karina.
− Entonces quién eres o qué eres.
− Me llamo Diana.
− Entonces Diana, al carajo con todo, al carajo contigo. Me largo para que
sigas con tu vida de lesbiana, jódete. Yo me voy con mi mujer, porque a ella si la quiero
y la quiero un huevo. Contigo, contigo se fue todo al infierno.
− ¡Lárgate! Perro desgraciado, lárgate y vete a la misma mierda − me golpea
en el pecho.
− Me voy, me voy, pero al menos yo no soy ningún cabro ni lesbiana, en
cambio tú si, y eso te va a joder toda tu vida ¡Machona! − se queda callada, triste a mi
frente.
− Tú nunca me habías dicho eso, en verdad, eso si me dolió mucho − Se
recuesta en mi pecho y se pone a llorar − Te amo Samuel, te amo como no tienes idea,
te amo como una perra − me besa en los labios.
− Lo siento mucho Karina, o Diana, o no sé quién seas, pero yo ya dejé de
quererte, y tenías razón, desde que trabajo en esa clínica me he vuelo más frío contigo,
58
59. porque conocí a otra mujer, y, créeme que lo siento, pero yo a ella si la quiero, la amo,
daría todo por ella.
− No me digas eso, sólo dime que es una broma y que lo sientes.
− No Karina, no es ninguna broma, te lo juro, y no me disculparía, porque
cuando yo babeaba por ti y cuando te veía haciendo el amor con Fernanda, nadie me
decía que era una broma o un juego − trago un poco de saliva − Yo mismo tenía que
resignarme a mirarte desde la puerta hecho un huevón, llorando como idiota por ti.
− Perdóname, nadie es perfecto, y eso tu mismo me lo decías todo el tiempo.
− No Karina, tú misma jodiste todo, tú misma mandaste al carajo todo esto.
Ya no se puede hacer nada, ya todo se fue al diablo.
− Hagamos un último intento, yo sé que lo que tú estas diciendo es por
cólera y que no lo dices enserio − me río burlón.
− Ni loco, terminaría odiándote, y no quiero hacer eso. ¿Quieres jugar otra
vez ese juguito tonto que inventamos hace tiempo? ¿Quieres seguir con tus caprichitos
de niña mala? Las lesbianas no juegan así.
− No me vuelvas a decir lesbiana − me reclama.
− ¿Te jode?
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60. − Me duele que me llames así. Nunca pensé que tú fueras así, un perro igual
a todos, la misma basura.
− Yo tampoco fíjate − sonrío − Bueno ya me jalo, no puedo seguir un minuto
más contigo.
− A donde vas a ir − me jala del brazo.
− Chucha no sé, creo que a la casa de mi flaca − Me suelta y se queda
callada, recostada a un costado de la cama.
Salgo a la puerta y me quedo parado un momento, luego cierro la puerta y
camino triste hasta la esquina. Decido no ir al departamento de Carito y pasar la noche
en un hotelucho, quiero estar solo. El botones me lleva a una habitación en el sexto piso
« Es una buena vista y es perfecto para estar sólo»dice abriendo la puerta.
Me recuesto en la cama con la luz apagada y las ventanas abiertas. Pienso en
Marcelo muerto y enterrado en el jardín de su casa. «Con él todo quedó saldado. Le di
toda la hierba que le pude dar y murió en su ley, a la hora exacta, murió como debía
morir. Fumando y pendejeando hasta la muerte.» digo en voz baja. Luego pienso en
doña María muerta de soledad «Con ella no todo fue tan bien, al final no le pagué del
alquiler y se murió de tanto extrañar a su marido. Eso le jodió y para siempre. Todavía
sigo pensando que la hora le llego demasiado pronto» murmuro. Mas tarde pienso en
Fernanda asesinada en manos de un loco que pasaba por la calle «A ella siempre la odié,
no me importa su muerte, se lo merecía. Nadie me jode dos veces y en el mismo hueco.
Tu muerte fue exacta, por haberte metido conmigo. Todo quedó en las manos del loco,
60
61. él tenía tu destino en sus manos, no es mi culpa pendeja lesbiana»sonrío y me levanto
de la cama para mirar por la ventana, a recordar la azotea donde pasaba la mitad del
tiempo hecho un cojudo.
Despierto de madrugada y vuelvo desnudo a la ventana, a penas he
dormido unas horas y ahora siento que no puedo seguir durmiendo, todos esos
recuerdos de la noche anterior me han dejado jodido y con pesadillas. Espero hasta las
siete y me visto para ir a la Clínica.
Carito me ve llegar y viene corriendo, nos besamos y le digo que hoy no
podré pasar nuestro rato en el cuarto de aseo por que pasé la noche en un hotel barato,
ella se ríe y me dice que lo entiende y que hablaríamos a la salida. Más tarde uno de los
vigilantes me dice que el doctor Páez quiere verme.
− Quería verme doctor − digo desde la puerta.
− Si, pasa, ponte cómodo − hace un silencio − mira Samuel, quiero ofrecerte
otro trabajo, uno mejor, ya no te quiero ver trapeando los baños. Eso no va contigo, tú lo
que necesitas es un puesto más cómodo y fácil.
− Y, que quiere que haga ahora, que sea guachimán − me burlo.
− No huevón − se pone de pie − quiero que seas recepcionista. Tendrás tu
propia oficina, con baño. Qué te parece.
61
62. − Vacan, pero, así no más, sin preguntas, sin exámenes, ni nada ¿Qué carajo se
ha estado metiendo usted? − se ríe exageradamente, y me extiende la mano.
− Qué dices, lo tomas o lo dejas − lo pienso por un momento.
− Claro que acepto, pero si la cago es su culpa eh, usted me puso así no mas,
después no me bote si la cago.
− Confió en ti, sé que lo harás bien. Además ya me contaron por ahí que estas
detrás de Carito − vacila − buena huevón, esa flaquita si está rica, y tú si te la mereces.
Salgo de la oficina del doctor Páez y Carito me espera en el pasadizo, me acerco
a ella y le digo que ya no seré limpiador y que ahora seré recepcionista, y que no sabía
ni lo que era eso.
− Felicitaciones mi amor. Yo sabía que lo ibas a lograr − dice
− Lograr qué, que el doctor sienta pena de verme limpiar el baño donde caga
todos los días y que de la nada me llame y me diga que seré recepcionista, no jodas.
− Lo que sea, ya tienes un buen trabajo y no tienes nada de qué quejarte.
− Tienes razón, pero, me siento como una puta que lo consigue todo fácil − ella
sonríe y me deja solo en el pasadizo.
62
63. El doctor Páez me lleva a una oficina al lado de la puerta principal, me da fe
en que lo haré bien y me entrega un terno«Con este ternito hasta el guachimán va a
querer tirar contigo»se ríe grotescamente.
Carito me espera en la puerta de noche, cierro la oficina y me despido del
doctor Páez que me da la mano y me la sacude muchas veces. Carito me silva de lejos y
alude:
− Lo deberías tener puesto todo el día, se te vería más cuero.
− Ni siquiera sé si lo usaré mañana, te juro que hoy no hice ni miércoles en
esa oficina.
Llegamos a la plaza y nos detenemos en una de las bancas, ella se recuesta
sobre mis rodillas y me pregunta por qué amanecí en un hotel, yo le digo que Karina me
había botado de su cuarto y no tuve más remedio que dormir penosamente en un
hotelucho cualquiera.
− Entonces, ya no vives con ella − pregunta entusiasmada.
− Creo que no, además después de la discusión de ayer, dudo mucho que nos
veamos en toda nuestra vida
− ¿Y donde piensas amanecer esta noche?
63
64. − No sé, creo que el mismo hotel − ella se levanta de mi rodilla y me dice
que no lo permitirá, y que me iría con ella a su departamento, y que seríamos felices.
− Pero no quiero incomodarte − digo adivinando lo que respondería.
− No sería ninguna molestia, además ya estoy cansada de vivir sola, quiero a
un hombre que me cuide y que me proteja − suelto una risita cachacienta.
− Ya esta bien, pero no quiero que nadie en la clínica se entere, ni siquiera el
doctor Páez, ese pendejo es capaz de joderme con eso.
En el departamento de Carito hay un pequeño balcón con vista a la calle
Cervantes «Es un bonito lugar para pensar, para morir»digo entre dientes. Carito
apaga las luces y se sienta en el sofá que tiene en la sala.
− ¿Te gusta como brilla la luces de la calle? − me pregunta un tanto tímida.
− Mi amor es perfecto, no sé como te lo voy a agradecer, pero, lo único que
se me ocurre es decirte que te amo y que eres la mujer más bella del mundo.
− Nada más del mundo − se queja.
− Del mundo y de todas las galaxias − me besa en los labios y se recuesta en
mí encima.
− ¿Sigues enamorado de mí? − me chancea.
64
65. − Si, y si no lo estuviera, volvería a estarlo desde hoy mismo.
− Que tierno eres, no sabes como me muero por ti. Me apasionas.
− Sólo digamos que soy un niño bueno, un niño que ama demasiado y que
está dispuesto a quererte por un huevo de tiempo, digamos que para siempre − nos
besamos − La vida podrá ser un carajo, pero contigo, no hay carajo que valga − nos
acariciarnos hasta quedarnos dormidos.
Renuncio después de unos días a la clínica, le explico a Carito que no quiero
pasarme el día sentado en un escritorio como un vago, y que he decidido volver al
periódico, ella sonríe con la idea y me besa en los labios «Esta bien mi amor, me alegra
pienses así» A veces pienso que todo esto es otro de los muchos juegos que he perdido
en la vida, que en algún momento se terminará y quedaré solitario y loco.
Una mañana me despierta alguien que toca la puerta, abro y me quedo
pensando antes de decirle algo.
− Karina, no vengas a hacer problemas por favor − pone una mirada tristona.
− No he venido a molestarte, sólo vine a despedirme de ti. − baja la mirada.
− A donde vas a ir.
− No lo sé todavía, talvez a vivir con mi madre a la sierra − hago un largo
silencio y digo:
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66. − Karina perdóname, perdóname por ser un huevón y decirte las cosas feas
que te dije − hace un pause mientras me mira fijamente.
− Ya es tarde Samuel, ni tú ni yo podemos perdonarnos, porque, ya te dije,
sólo vine a despedirme, eso es todo.
− ¿Al menos te puedo dar un abrazo? − le propongo.
− Lo que yo quiero para estar más tranquila es un beso, un beso tuyo, con
eso me basta y te juro que volveré a joderte la vida nunca más. − me abraza casi
temblando y yo la beso en los labios.
− Fue maravilloso − abre los ojos − aun te sigo queriendo, y no sabes como
me arrepiento el haberte perdido.
− Lo que pasó entre tú y yo fue hermoso y glorioso, te juro que nunca lo voy
a olvidar: cuando nos besábamos en la azotea de la vieja María; cuando íbamos a la
iglesia para rezar; cuando me abrazabas cuando tenías miedo en las noches. − Karina
suelta algunas lágrimas y pone su cabeza en mi pecho.
− Todo fue mi culpa ¿no? Yo mande al carajo nuestra relación.
− No llores chiquita − le seco los ojos − no llores que me vas a hacer llorar,
y si los dos lloramos no habrá quién nos consuele por llorones − sonrío.
− Sólo una cosa, antes de irme.
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67. − Dime, qué pasa − pregunto.
− ¿Te acuerdas cuando antes me rogabas para que yo te diga que te quiero?
− Si, pero, tú nunca me lo decías, porque, según tú, no me querías. − finjo
una sonrisa.
− Y si yo te pido que me digas que me quieres, aunque no me quieras ¿lo
harías? − me quedo pensativo y frío.
− Te quiero. − digo con el alma en la garganta.
− Y yo a ti, nunca lo dudes ni por un maldito segundo − me suelta y me da la
mano − Bueno, creo que este es el adiós. No sabes como te amo, y como te voy a
extrañar.
− Ya, tranquila, puedes venir cuando quieras aquí voy a estar. − le consuelo.
− ¿Y tu enamorada?
− Se fue a la clínica temprano.
− Dile a ella también que la quiero ¿sí? − deja de abrazarme y se aleja
caminando hacia atrás.
− Que linda eres, se lo voy a decir − se va corriendo bajando las gradas.
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