La crisis industrial española entre 1975 y 1985 se debió a factores externos como el encarecimiento de la energía y la competencia asiática, e internos como la especialización en sectores maduros y el atraso tecnológico. Para hacer frente a la crisis, el gobierno impulsó la reconversión industrial mediante ayudas a empresas en declive, y la reindustrialización creando zonas de reindustrialización prioritaria. Estas medidas tuvieron éxito parcial al diversificar la actividad de grandes empresas pero generaron mayor desempleo y