El documento explora el concepto de consumo cultural según García Canclini, definiéndolo como el conjunto de procesos de apropiación y uso de productos donde prevalece el valor simbólico sobre otros valores. Examina cómo el consumo cultural surge como nuevo enfoque de investigación y cómo involucra comportamientos, hábitos, preferencias y usos además de la dimensión económica. También discute cómo el consumo brinda una idea de nación y comunidad aunque también reproduce desigualdades sociales.
2. Consumo como “el conjunto de procesos
socioculturales en que se realizan la apropiación y
los usos de los productos” (García Canclini, 1991)
En Argentina es a partir de los años ochenta que algunos
antropólogos comienzan a explorar las relaciones culturales
urbanas que proceden de las comunicaciones y consumos
masivos; primero, en su vinculación con las culturas
populares y luego, en cuanto a los efectos de la cultura
audiovisual en las prácticas (García Canclini y Rosas
Mantecón, 2005).
3. La problemática del consumo cultural surge como nuevo enfoque de la
recepción y se transforma, por un lado, en reflexión teórica y, por
otro, en eje de investigaciones en las que se exploraban los hábitos,
comportamientos o gustos de los entrevistados en el consumo de
medios, la relación entre ocio, prácticas y consumos culturales, y uso
del tiempo libre.
Canclini sostiene que “lo que llamamos necesidades –aun las
de mayor base biológica- surgen en sus diversas
‘presentaciones’ culturales como resultado de la
interiorización de determinaciones de la sociedad y de la
elaboración psicosocial de los deseos. La clase, la etnia o el
grupo al que pertenecemos nos acostumbra a necesitar tales
objetos y a apropiarlos de cierta manera” (1992). Lo necesario
cambia históricamente.
4. Los bienes culturales implican una relación de coproducción entre el autor y
el público, y que el bien no se agota al ser consumido, sino que en muchos
casos se sigue recreando por largo tiempo. Las características de este proceso
hacen que escape a la lógica estrechamente económica del consumo, aunque
el mismo se ubique en el terreno comercial.
En este sentido, la noción de consumo “se combina con
otras prácticas:
• comportamientos,
• hábitos,
• preferencias,
• usos,
• gustos.
5. El consumo se entiende entonces como:
el lugar de la reproducción de la fuerza de trabajo y de la
expansión del capital;
el lugar donde las clases y los grupos compiten por la
apropiación del producto social;
el lugar de la diferenciación social y la distinción simbólica
entre los grupos;
el sistema de integración y comunicación;
el escenario de objetivación de los deseos, y
el proceso ritual.
6. Se define consumo cultural
como “el conjunto de procesos de
apropiación y usos de productos en
los que el valor simbólico prevalece
sobre los valores de uso y de cambio,
o donde al menos estos últimos se
configuran subordinados a la
dimensión simbólica” (Canclini, 1999)
7. Sus características fundamentales --la heterogeneidad y la hibridación de
consumos debidas en parte a la expansión y diversificación de los
mercados-- no eliminan las desigualdades sociales, que “se manifiestan y
reproducen en las distinciones simbólicas que separan a los
consumidores” (1999). Según el autor, “la historia de los consumos
muestra una interacción dinámica, abierta y creativa entre (varios)
proyectos de modelación social y (varios) estilos de apropiación y uso de
los productos”. El consumo de bienes culturales está mediado por algunos
“escenarios reinterpretadores”, como la familia, la escuela o el barrio, que
condicionarán los “movimientos de asimilación, rechazo, negociación y
refuncionalización”.
8. Para García Canclini, el consumo llega a brindar una idea de nación, ya
que esta “es, en parte, una comunidad hermenéutica de
consumidores. Aún los bienes que no son compartidos por todos son
significativos para la mayoría. Las diferencias y desigualdades se
asientan en un régimen de transacciones que hace posible la
coexistencia entre etnias, clases y grupos” (1999). Sin embargo, la
agudización de la segmentación desigual de los consumos afecta
indudablemente la democratización política y la participación de la
mayoría. Para este autor, el estudio de los consumos culturales resulta
de importancia estratégica para reflexionar acerca del tipo de sociedad
que queremos y cómo participamos en la construcción social de
sentidos.
9. En un trabajo reciente, García Canclini (2007) se refiere al vínculo entre
consumo y ciudadanía como un juego complejo ya que algunas
formas de expansión del consumo, como Internet o la escolaridad media y
superior, crean mejores condiciones para ampliar repertorios culturales y
estéticos.
Si bien en el texto mencionado, García Canclini advierte sobre el problema
de sobreestimar los cambios de hábitos culturales generados por las
innovaciones tecnológicas, la “tecnosocialidad” muestra que los recursos
inalámbricos de comunicación se convierten en contextos, condiciones
ambientales de formas de ser, valores y acontecimientos.