3. Jesucristo nos enseña que el don del Sacerdocio no es un don particular sino uno que Dios da a manos llenas para el servicio de y para la Comunidad
4.
5. El sacerdote es el consagrado para Dios, lleva en sus manos la cicatriz de Cristo que es la unción del Santo Crisma. Sus vestimentas reflejan que ha sido consagrado para ser el Santo de Dios “Qaddosh L’Addonai.”