Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
Canon y dialogismo
1. EL DIALOGISMO EN
LA LITERATURA
Fabio Jurado Valencia
Universidad Nacional de Colombia
2. LEÓN HEBREO:
Diálogos de amor
Siglo XVI
“Los poetas antiguos no pusieron en sus poemas una sola sino
muchas intenciones que llaman sentidos. En primer lugar ponen
como sentido literal, como corteza exterior, la historia de
algunas personas o de sus hechos notables dignos de recuerdo.
Luego, en la misma ficción, como corteza más intrínseca y más
cercana a la médula, el sentido moral, útil para la vida activa de
los hombres, que aprueba los actos virtuosos y vitupera los
viciosos. Además de esto, bajo las mismas palabras, presuponen
algún conocimiento verdadero de las cosas naturales o
celestes, astrologales o teologales y, alguna vez, los
dos, o, mejor dicho, los tres sentidos científicos coexisten
dentro de la misma fábula, como la médula del fruto dentro de
sus cortezas. Estos sentidos medulares se denominan
alegóricos.”
3. LEÓN HEBREO:
“Las mentes bajas solamente pueden tomar
de los poemas la historia junto con el adorno
del verso y su melodía; las más elevadas
comen, amén de esto, el sentido moral; y
otras, aun más elevadas, pueden
comer, además de todo lo anterior, el
alimento alegórico, no sólo el de filosofía
natural, sino también el astrologal y el
teologal.”
8. A CIRCE
¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente
tus avisos. Mas no me hice amarrar al mástil cuando
divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto
a perderme. En medio del mar silencioso estaba la
pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas
errante por las aguas.
¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi
destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las
sirenas no cantaron para mí.
Julio Torri
9. TELEMAQUIA
DONDEQUIERA que haya un duelo estaré de parte del que cae. Ya se trate
de héroes o rufianes.
Estoy atado por el cuello a la teoría de esclavos esculpidos en la más
antigua de las estelas. Soy el guerrero moribundo bajo el carro de
Asurbanipal, y el hueso calcinado en los hornos de Dachau.
Héctor y Menelao, Francia y Alemania y los dos borrachos que se rompen el
hocico en la taberna, me abruman con su discordia. Adondequiera que
vuelvo los ojos, me tapa el paisaje del mundo un inmenso paño de Verónica
con el rostro del Bien Escarnecido.
Espectador a la fuerza, veo a los contendientes que inician la lucha y quiero
estar de parte de ninguno. Porque yo también soy dos: el que pega y el que
recibe las bofetadas.
El hombre contra el hombre. ¿Alguien quiere apostar?
Señoras y señores: No hay salvación. En nosotros se está perdiendo la
partida. El diablo juega ahora las piezas blancas.
(Juan José Arreola. Obras)
10. Silencio de sirenas
Marco Denevi
Cuando las sirenas vieron pasar el barco de
Ulises y advirtieron que aquellos hombres se
habían tapado las orejas para no oírlas cantar
(¡a ellas, las mujeres más hermosas y
seductoras!) sonrieron desdeñosamente y se
dijeron: ¿Qué clase de hombres son éstos que
se resisten voluntariamente a las Sirenas?
Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir
en medio de un silencio que era el peor de los
insultos.
11. Las sirenas
José de la Colina
Otra versión de la Odisea cuenta que la
tripulación se perdió porque Ulises había
ordenado a sus compañeros que se taparan
los oídos para no oír el pérfido si bien dulce
canto de las Sirenas, pero olvidó indicarles que
cerraran los ojos, y como además las
sirenas, de formas generosas, sabían danzar…
12. Ana María Shua
¿Sirenas?
Lo cierto es que las sirenas desafinan. Es
posible tolerar el monótono chirrido de
una de ellas, pero cuando cantan a coro
el efecto es tan desagradable que los
hombres se arrojan al agua para perecer
ahogados con tal de no tener que
soportar esa horrible discordancia. Esto
les sucede, sobre todo, a los amantes de
la buena música.
13. La tela de Penélope o quién engaña a quién
Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a
pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer
bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida
afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas
temporadas.
Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia
observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más
a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches
preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin
decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba
con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba
y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado
Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.
Augusto Monterroso
14. ODISEA , LIBRO VIGÉSIMO TERCERO
Ya la espada de hierro ha ejecutado
la debida labor de la venganza;
ya los ásperos dardos y la lanza
la sangre del perverso han prodigado.
A despecho de un dios y de sus mares
a su reino y su reina ha vuelto Ulises
A despecho de un dios y de los grises
Vientos y del estrépito de Ares.
Ya en el amor del compartido lecho
duerme la clara reina sobre el pecho
de su rey pero ¿dónde está aquel hombre
que en los días y noches del destierro
erraba por el mundo como un perro
Y decía que Nadie era su nombre?
(Borges. Obras completas. T. II)
16. Que trata de la indagatoria al
ingenioso caballero Don
Miguel
-¿Lugar?
-De la Mancha.
-¿Nombre?
-No quiero acordarme.
-¿Por qué?
-No sé. No quiero.
-¿Apellido?
-Hidalgo.
-¿De cuáles?
-De los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo
corredor…
-Gracias, eso es todo.
-… una olla algo más vaca que carnero, salpicón las más noches…
-¡Basta! ¡Basta!
-… algún palomino de añadidura los domingos…
¡Basta! ¡Bas-ta! Que siga el próximo caballero.
José Cardona López
17. Teoría de Dulcinea
En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó
la vida eludiendo a la mujer concreta.
Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez
que un caballero andante embestía a fondo unos de esos vagos fantasmas
femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe
después de cuatrocientas páginas de patrañas, embustes y despropósitos.
En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en
su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte
aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.
El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se
echó en pos, a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de
fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarató unas
cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire. Al volver de la
búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo
tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma
reseca.
Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas y tuvo un
destello inútil ante la tumba del caballero demente.
Juan José Arreola.
18. Parábola de Cervantes y de Quijote
Harto de su tierra de España, un viejo soldado del rey buscó solaz en las vastas
geografías de Ariosto, en aquel valle de la luna donde está el tiempo que
malgastan los sueños y en el ídolo de oro de Mahoma que robó Montalbán.
En mansa burla de sí mismo, ideó un hombre crédulo que, perturbado por la
lectura de maravillas, dio en buscar proezas y encantamientos en lugares
prosaicos que se llamaban El Toboso o Montiel.
Vencido por la realidad, por España, don Quijote murió en su aldea natal hacia
1614. Poco tiempo lo sobrevivió Miguel de Cervantes.
Para los dos, para el soñador y el soñado, toda esa trama fue la oposición de dos
mundos: el mundo irreal de los libros de caballerías, el mundo cotidiano y común
del siglo XVII.
No sospecharon que los años acabarían por limar la discordia, no sospecharon que
la Mancha y Montiel y la magra figura del caballero serían, para el porvenir, no
menos poéticas que las etapas de Simbad o que las vastas geografías de Ariosto.
Porque en el principio de la literatura está el mito, y asimismo en el fin.
(En “El Hacedor”. Obras Completas. t. II. p. 177)
22. La culta dama
Le pregunté a la culta dama si
conocía el cuento de Augusto
Monterroso titulado “El dinosaurio”.
-Ah, es una delicia -me respondió-
, ya estoy leyéndolo.
José de la Colina
23. LOS HITOS EN EL CANON DE LA LITERATURA COLOMBIANA
PRIMER HITO
El Carnero
(Juan
Rodríguez
Freyle)
Siglo XVII (1636)
Edición príncipe
(1859)
Narraciones
ficticias y
referenciales
Crónica novelada
Catálogo, descrip
ciones
topónimas y
cartográficas
25. El carnero:
Las pasiones de Inés de Hinojosa
… con razón llamaron a la hermosura callado engaño,
porque muchos hablando engañan, y ella, aunque calle,
ciega, ceba y engaña… La hermosura es un don dado de
dios, y usando los hombres mal de ella, se hace mala. En
otra parte la toparé, y diré otro poquito de ella.
¡Oh hermosura! Los gentiles la llamaron dádiva breve de
naturaleza, y dádiva quebradiza, por lo presto que se pasa y
las muchas cosas con que se quiebra y pierde. También la
llamaron lazo disimulado, porque se cazaba con ella las
voluntades indiscretas y mal consideradas. Yo les quiero
ayudar un poquito. La hermosura es flor que mientras más
la manosean, o ella se deja manosear, más pronto se
marchita.
(pp. 222, 223).
26. EL HIPERTEXTO
De El Carnero (Rodríguez Freyle) hacia
Los pecados de Inés de Hinojosa (Próspero
Morales Pradilla)
27. Segundo hito: La obra de Francisco Álvarez
Dos rutas estéticas
contemporáneas en la
metrópoli y en la colonia
Conceptismo:
Francisco de Quevedo,
Francisco Álvarez de
Velasco
Culteranismo:
Luis de Góngora,
Hernando Domínguez
Camargo
28. Hilo: El
dialogismo
literario y la
autoficción, idili
o y fantasía:
Carta
Laudatoria a
Sor Juana
Francisco
Álvarez
Primero
Sueño
Sor Juana
Inés de La
Cruz
29. Autoficción y desacralización
A vos divina Nise (¡más qué susto!)
tiritando la pluma entre los dedos,
toda anegada en miedos,
descolorido el gusto,
amarillo el papel, la tinta roja,
muerta la mano y viva la congoja
de pensar que es a Nise (¡oh qué vergüenza!)
a quien quiere escribir un poeta raso.
(1989: 528)
30. Lenguaje del carnaval: lenguaje chabacano
Yo a vos, qué ciego amor me lo
dispensa?
¿Yo a vos, fámulo indigno del Parnaso?
Yo discurro el entrar con vos a juicio,
yo hablo, río, quiero holgarme,
y amor tengo a este métrico ejercicio;
sin duda que la fiebre de poeta
de una vez me ha volado la chaveta.
Quien escribir intenta,
no a la Décima Musa, que fue errata
bárbara de la imprenta,
si a la que sin segunda es la primera;
no a la décima digo, sí a la lira
de Orfeo que, verdadera,
por si se va tocando tan sonora
que, corriendo hasta España, a Europa
admira,
y con el mismo encanto
resonando otra vez siempre canora,
llega su dulce encanto
a esta de Santa Fe ciudad dichosa,
corte del Nuevo Reino de Granada,
y hoy más ilustre en los que timbre goza
por ser también por de Indias celebrada
con las que glorias hoy les multiplica,
más que sus minas, vuestra Pluma rica.
(529)
31. Hilo:
La literatura en la literatura:
Atala,
El genio del cristianismo
(Chateaubriand)
Alusiones:
Don
Quijote, Shakespeare, Calderón, Cortés, Tocq
ueville, la Biblia, la gramática inglesa, Byron.
María
(Isaacs)
32. Los signos de la autoficción
… y teniendo a nuestros pies el valle majestuoso y callado, leía
yo el episodio de Atala, y las dos, admirables en su
inmovilidad y abandono, oían brotar de mis labios toda
aquella melancolía aglomerada por el poeta para “hacer
llorar al mundo”…
El sol se había ocultado cuando con voz alterada leí las
últimas páginas del poema. La cabeza pálida de Emma
descansaba sobre mi hombro. María se ocultaba el rostro con
entrambas manos. Luego que leí aquella desgarradora
despedida de Chactas sobre el sepulcro de su amada,
despedida que tantas veces ha arrancado un sollozo a mi
pecho: “¡Duerme en paz en extranjera tierra, joven
desventurada! En recompensa de tu amor, de tu destierro y de
tu muerte, quedas abandonada hasta del mismo Chactas”.
María dejando de oír mi voz, descubrió la faz, y por ella
rondaban gruesas lágrimas. Era tan bella como la creación
del poeta, y yo la amaba con el amor que él imaginó…
33. Gabriel García Márquez:
Entre Cien años de soledad y Crónica de una muerte
anunciada
El epígrafe en Crónica…
“La caza de amor
Es de altanería”
Gil Vicente
“Santiago Nasar perdió el sentido desde que la vio por
primera vez. Yo lo previne: Halcón que se atreve con garza
guerrera, peligros espera. Pero él no me
oyó, aturdido por los silbos quiméricos de María
Alejandrina Cervantes”.
34. El dialogismo literario en Crónica de una muerte anunciada
Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.
Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.
Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.
La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.
Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.
Gil Vicente (dramaturgo portugués, S. XV)
35. “Todo lo que sabemos de su carácter [del juez]
es aprendido en el sumario, que numerosas
personas me ayudaron a buscar 20 años
después del crimen en el Palacio de Justicia de
Riohacha [...]. Yo mismo exploré muchas veces
con las aguas hasta los tobillos aquel estanque
de causas perdidas, y sólo una casualidad me
permitió rescatar al cabo de cinco años de
búsqueda unos 322 pliegos salteados de los más
de 500 que debió tener el sumario…”
(pp. 158, 159).
Crónica de una muerte anunciada
36. Hilo: la autoficción
Transtextualidad y ficción intratextual
Ángel Rama identifica sin vacilar al anónimo narrador:
“Toda la historia está contada por un narrador de primera persona
(yo), quien nunca da su nombre, a pesar de que en la obra todos
los personajes son identificados individualmente con nombres y
apellidos, salvo el juez sumariante. No por eso hay la menor
dificultad en identificarlo: se llama Gabriel García Márquez, vistos
los abundantes datos que proporciona sobre su madre, Luisa
Santiaga descendiente del coronel Márquez, su hermana
Margot, su hermana monja, su hermano Luis Enrique, la niña
Mercedes Barcha a la cual se declara y será catorce años después
su esposa.” (28).
37. “Un Día de Estos”
G. García Márquez
“Espuma y Nada Más”
Hernando Téllez
Historia de
Colombia
38. La lectura de poesía
• Qué es la poesía:
El teorema de Roman Jakobson:
“La función poética proyecta el principio de la
equivalencia del eje de la selección al eje de
combinación. La equivalencia pasa a ser un
recurso constitutivo de la secuencia.”
Deducción: es lo que produce la ambigüedad o la
pluralidad de sentidos (isotopías), propio de la
poesía.
39. Salud
(Mallarmé)
Nada, esta espuma, virgen verso
Que tan sólo designa la copa
Tal se hunde lejos una tropa
de sirenas toda al revés.
Nosotros navegamos, oh
Amigos, yo ya en la popa
Vosotros proa fastuosa que corta
La ola de rayos y de inviernos;
Gran embriaguez me embarga
Y no temo el balanceo
Al lanzaros de pie este saludo
Soledad, arrecife, estrella
Qué nos importa el valor
Del blanco afán de nuestra tela.
40. Las tres lecturas del poema
• Lectura literal: Salud, en un banquete.
• Lectura inferencial: Navegación
• Lectura crítica: Escritura
41. La poesía escrita por los niños
Un ejemplo: Proyecto del IPARM
Jugar
Jugar es como comer un helado de chocolate
es como montar en los columpios,
es como esperar la noche para mirar las estrellas,
es como un canto angelical,
es como pegarle a la pelota,
es como gritar muy alto,
es como… es como no saber que es jugar
Porque la vida de un niño es como sin juego
que cuando él crece se aburre y decide trabajar.
(niña de tercer grado, IPARM: Los centros de interés en la pedagogía por
proyectos, UNAL, 2011)