El documento describe el año litúrgico de la Iglesia Católica. El año litúrgico se divide en dos ciclos principales: uno fijo centrado en Navidad y otro móvil centrado en la Pascua. Dentro de estos ciclos se celebran diferentes misterios como la Encarnación, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo a lo largo del año. El año litúrgico comienza el primer domingo de Adviento y sigue un ritmo anual para conmemorar los principales eventos de la salvación.
2. AÑO LITÚRGICO
La liturgia distribuye las celebraciones a lo largo
del tiempo, siguiendo las pautas establecidas,
pero dándoles un valor e importancia en
función del misterio que se celebra.
La liturgia comienza a celebrar determinados días la víspera: domingo y solemnidad: misas vespertinas válidas para cumplir con
el precepto.
La semana judía empezaba en el día primero, que era nuestro domingo. Los cristianos otorgaron enseguida la centralidad de la
semana al domingo. Lunes es la feria segunda.
4. AÑO LITÚRGICO
Ritmo anual: dos ciclos de fiestas. Unas fijas (ejemplo: Navidad),
otras móviles, que cada año caen en un día diferente, en función
de la fecha de la Pascua (ejemplos: Pentecostés, Corpus,...).
La fecha de la Pascua (Nicea, 325) se fija el
domingo siguiente al primer plenilunio de primavera. Así puede caer entre el 22 de marzo y
el 25 de abril.
El día en que comienza el año litúrgico no coincide con el del calendario civil: comienza el
domingo I de adviento.
5. AÑO LITÚRGICO
La Iglesia vive y celebra la liturgia a lo largo del año. La liturgia,
celebración del misterio de Cristo en el tiempo de la Iglesia, se
despliega según un ritmo anual: “en el círculo del año, desarrolla
todo el misterio de Cristo” (Sacrosanctum Concilium 102).
En la revelación divina, “el tiempo tiene una
importancia fundamental. Dentro de su dimensión se crea el mundo, en su interior se
desarrolla la historia de la salvación, que tiene
su cima en la plenitud de los tiempos de la
Encarnación, y su término en el retorno glorioso del Hijo de Dios al final de los tiempos”
(Juan Pablo II, Tertio millenio adveniente,
1994, 10).
6. AÑO LITÚRGICO
CCE 1076: “El día de Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la Iglesia se manifiesta al mundo. El don del Espíritu inaugura
un tiempo nuevo en la ‘dispensación del
Misterio’: el tiempo de la Iglesia, durante el
cual Cristo manifiesta, hace presente y comunica su obra de salvación mediante la
Liturgia de la Iglesia, ‘hasta que él venga’
(1 Co 11, 26)”.
En la celebración litúrgica, memorial del misterio de salvación, la
presencia actual de Cristo acontece en el ahora de la historia. El
momento litúrgico se convierte en tiempo pleno, síntesis de la entera historia de la salvación que culmina en Cristo y ámbito del
admirable intercambio entre el tiempo y la eternidad.
7. AÑO LITÚRGICO
El nuevo calendario, articulado en torno a la Pascua, privilegia los
tiempos que celebran el misterio de la salvación:
a
Ciclo pascual, centrado en el santo triduo, y completado
por la Cuaresma que lo precede y la cincuentena que lo
prosigue.
b
Ciclo de la manifestación: tiempos de Adviento y Navidad.
c
Tiempo ordinario: gira en torno al domingo.
Para que las fiestas de los santos no prevalezcan sobre los misterios
de la salvación, el calendario procedió a una simplificación del
santoral. En cualquier caso, el culto a los santos es positivo y no
oscurece los misterios centrales de la fe, sino que ayuda a ilustrarlos y a comprenderlos.