Este documento discute los aspectos teóricos de contar cuentos. Explica que aunque contar cuentos parece ser una actividad práctica, el conocimiento de la teoría puede ayudar a desarrollar y mejorar esta habilidad. También habla sobre la importancia de la preparación previa y el estilo propio del narrador. Finalmente, analiza factores como la edad del público y el tipo de cuentos más adecuados para diferentes edades.
1. Como Contar Cuentos
Los aspectos teóricos que hacen a la narración de cuentos son en
general menos conocidos pero no por ello menos importantes. Esta
importancia se debe a que si bien contar cuentos parece ser una
actividad eminentemente práctica y guiada por el solo interés y deseo
de hacerlo (para lo cual poco importaría la teoría), el conocimiento de
la misma puede ayudar a encausar y desarrollar ese impulso, puede
resolver dudas y dificultades y orientaren una actividad que aunque
siempre debe ser viva y espontánea, lograra su plenitud con el trabajo
y la preparación previa.
El docente que cuenta cuentos tiene una posibilidad que no todos los
narradores poseen: podrá hacer su descubrimiento y entretenimiento
con sus propios alumnos, en la medida en que vaya desplegando esta
actividad para ellos y se dedique a observar su propio estilo como
narrador. Descontamos que siempre será necesario un pequeño
trabajo previo, de preparación del texto y el modo de contarlo. Ello
aseguraran la más atenta escucha y el más profundo agradecimiento
de parte de los niños. Dado que esta actividad se desarrolla
fundamentalmente con la práctica será oportuno referirnos a ella.
El procedimiento para contar es igual ya se trate de cuentos literarios o
tradicionales, pero habrá que hacer una distinción entre ambos en lo
que se refiere a cómo abordar la materia prima, es decir, el texto, dado
que en los primeros preexiste una voz, la del autor, y en los segundos
esta vendrá en el decir de las gentes y en el correr de los tiempos, lo
que permite una apropiación distinta.
Los análisis que realizaremos serán desde el punto de vista de la
narración oral, pues es importante tener en cuenta que no es lo mismo
escuchar que leer. La vista tiene tiempos distintos respecto del oído, el
lector puede volver atrás, puede darse su propio ritmo.
La elección de los cuentos
2. Respecto de este tema lo importante será el “primer flechazo” que el
cuento nos provoque (aquí tal vez es válido aquello del “amor a
primera vista”). Después podrá comprobarse qué características tiene
y a partir de ahí, y en la medida en que estas se repitan, se irá
descubriendo cuales son los intereses que marcan el estilo propio de
cada narrador. Es decir, a algunos les puede interesar lo potente de la
historia, a otros la composición de los personajes, a otros el movilizar
alguna emoción, a otros la índole de su final, ya sea sorpresivo o
reflexivo, etc.
Otro punto igualmente importante es considerar la edad del público al
que van dirigidos. Este concepto no siempre es fácil de precisar
porque a veces, sobre todo tratándose de niños, la edad cronológica
no corresponde con la madurativa, pero siempre esta última deberá
ser considerada prioritaria, o sea la capacidad de simbolización o
abstracción del pensamiento. Si bien es difícil determinar con absoluta
precisión el tema de las edades pueden considerarse algunos
periodos dentro del desarrollo evolutivo, que orienten en cuanto a la
búsqueda de cuentos adecuados para cada una de ellas.
Así podemos considerar, siguiendo a la investigadora Otilia Chaves,
que entre los 3 y los 5 años el niño atraviesa un periodo que
podríamos designar como “rítmico-realista”: le importaran más las
acciones que las descripciones, así como las reiteraciones rítmicas y
la interpretación mágica de la realidad. Su vida imaginativa es muy rica
y preferirá las historias centradas en un personaje.
Entre los 6 y los 8 años se situara el periodo “imaginativo”, en el que
los cuentos de hadas, lo fantástico, logra un más amplio desarrollo.
Entre los 9 y los 12 años será el periodo “aventurero”: allí los cuentos y
novelas de aventura serán los preferidos, lo fantástico se despliega
con mayor intensidad, si bien se combina en partes iguales con la
realidad. San también adecuados los cuentos de humor, de amor,
siempre que impliquen ternura y alegría: los de fantasma, detectives,
así como los de ciencia ficción.
3. De los 12 a los 17 se da el ciclo “idealista”: aparecen los héroes, las
figuras paradigmáticas que sirven de modelo y ayudan a superar las
dificultades de la vida: en este sentido los mitos son especiales para
esta edad. A partir de los 18 años se presenta el ciclo “altruista”,
aparece la realidad social como determinante de situaciones: los
gestos de nobleza, la generosidad ganan terreno y será bueno
revalorizarlos.
La curva de la vida hace que muchas veces las etapas finales
parezcan juntarse con las primeras, por lo cual los cuentos que
suponemos para niños pueden ser disfrutados por personas muy
mayores.
Este modo de clasificar las edades así como las restantes
consideraciones son simplemente aproximativas y no
exclusivas.Téngase en cuenta que siempre es interesante que el
docente ofrezca variada cantidad de materiales y de recursos.
Trabajo con el material
Una vez que se ha hecho la elección del cuento porque se lo leyó, se
lo escucho o se lo invento, siguiendo lo ya expresado en cuanto al
placer que produjo su hallazgo y el deseo de compartirlo, convendrá
considerar si se lo puede transmitir según la versión original o si
conviene efectuar alguna adaptación.