El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife se remonta al siglo XVIII cuando las familias pudientes celebraban bailes de disfraces en sus casas. Aunque la plebe también festejaba en las calles, las autoridades prohibían estas actividades públicas. Tras la dictadura franquista en 1945, los tinerfeños recuperaron el Carnaval de forma clandestina. En 1980 fue declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional. Las comparsas, murgas y rondallas son las protagonistas de estas fiestas, caracterizadas las murgas
1. Historia
Indagar en la historia del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife significa remontarse al s.
XVIII. Según el testimonio de los escritores y viajeros de la época, las familias pudientes
de la isla acostumbraban entonces a celebrar bailes de disfraces en sus casas. La plebe
también festejaba sus propios carnavales en las calles, aunque las autoridades civiles y
eclesiásticas prohibían los bailes y las bromas de máscaras en la vía pública.
Los antecedentes de las máscaras del Carnaval son, sin duda alguna, las denominadas
"tapadas" de Santa Cruz, quienes acudían a la fiesta de la calle El Pilar con los rostros
cubiertos.
Tras la caída de la Segunda República, se vetó el Carnaval hasta 1945, año en que los
tinerfeños lo recuperaron de forma clandestina y convirtieron sus casas en foro de
encuentro de máscaras.
La creciente popularidad de las carnestolendas derivó en que en 1965 se solicitara que
las Fiestas de Invierno, como así se denominaban, fueran declaradas de Interés
Turístico Internacional. Como consecuencia de este intento de captación turística de
las Fiestas de Invierno, comenzó a realizarse un intercambio de representantes de los
carnavales de Santa Cruz de Tenerife y Puerto de la Cruz, con los de Düsseldorf
(Alemania), que hoy en día aún mantienen la capital tinerfeña y la ciudad alemana.
Ya sin las censuras que caracterizaron la dictadura franquista, las Fiestas de Invierno
dejaron de serlo en 1976 para adoptar la denominación de Carnaval. Sin embargo, fue
el 18 de enero de 1980 cuando el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife alcanzó su más
alto reconocimiento, al ser declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional por la
Secretaría de Estado para el Turismo.
En 1987 la fiesta escribió una página histórica al reunir a más de 200.000 personas en
un baile celebrado al aire libre, lo que le valió su entrada en el Guiness Book of
Records.
Los protagonistas
Las agrupaciones del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife han ido creciendo y
mejorando al mismo tiempo que la fiesta. Las coloristas comparsas, las murgas con su
toque crítico e instrumentos de cartón, o las rondallas, que interpretan piezas de lírica
española y ópera, son las protagonistas indiscutibles de las fiestas.
2. Las comparsas
Los referentes acerca de las comparsas datan del primer tercio del siglo XIX, en el que
varios documentos mencionan la existencia de unos grupos denominados
"comparsas". Su presencia comenzó a ser notoria a comienzos de siglo, aunque fue a
partir de 1910, con el inicio de los concursos de rondallas, cuando se establecieron las
diferencias entre ambas agrupaciones.
Las murgas
Las murgas, que se dieron a conocer durante los años veinte y treinta, ganaron una
enorme popularidad con la implantación de las Fiestas de Invierno. Su evolución las
llevó de la cara pintada y los instrumentos confeccionados con caña y cartón, a una
indumentaria más cuidada. Surgió entonces una nueva forma de entender la murga.
Las letras de sus canciones se caracterizan por la crítica, la ironía y la sátira, a través de
las que transmiten al pueblo tinerfeño su particular visión acerca de la realidad política
y social del momento.
Su increíble éxito promovió la aparición de formaciones infantiles y femeninas. En
1972 hicieron su aparición Las Desconfiadas, la primera murga compuesta por
mujeres.
Las rondallas
Inicialmente, las rondallas usaban el atuendo de las murgas y sus letras tenían un tono
picaresco. Sin embargo, siempre se caracterizaron por acompañar sus canciones con
instrumentos de pulso y púa. A pesar de que durante la década de los sesenta eran tan
numerosas que se crearon los concursos de rondallas, los años posteriores hicieron
decaer su fama. Hoy en día, su presencia ha disminuido en favor del espectacular
aumento de las murgas y comparsas.