Sanidad Interior y Liberacion libro de ayuda espiritual y emocional
20-08-2017
1. Con la oración, Dios hace
que se haga más grande
nuestro deseo de anhelar y
buscar lo que pretendemos.
Metidos de lleno en este
tiempo veraniego, puede
que el evangelio de este día
– l a m a d r e q u e p i d e
insistentemente a Jesús- no
nos sugiera nada o muy
poco. Pero la oración
(insistente y persistente)
es como la brisa a orilla del
mar: sin darnos cuenta, sin
percatarnos el sol hace de
las suyas y broncea nuestro
rostro.
C a d a d o m i n g o [ … ] l a
P a l a b r a d e D i o s v a
operando en lo más hondo
de nuestras entrañas.
Puede que, en más de una
ocasión, nuestra presencia
o b e d e z c a m á s a u n a
o b l i ga c i ó n qu e a u n a
n e c e s i d a d , a u n
mandamiento más que a un
e n c u e n t r o a ñ o r a d o y
apetecido semanalmente.
El interior de cada uno,
como la tierra misma, se va
haciendo más fructífero y
más rico, cuando se trabaja.
¡Ya quisiéramos la fe de la
mujer cananea! Sabía que
Jesús podía colmar con
creces sus expectativas.
Era consciente de que
detrás de una oración
confiada y continuada se
encontraba la clave de la
solución a sus problemas.
La grandeza de esta mujer
n o f u e s u o p o r t u n o
encuentro con Jesús. La
suerte de esta mujer es que
s u f e e r a n í t i d a ,
inquebrantable, confiada,
transparente, lúcida y
sencilla. No se dejó vencer
ni por el cansancio ni,
mucho menos, por el recelo
de los discípulos.
A muchos de nosotros, en la
coyuntura que nos toca
vivir, puede que estemos
tan acostumbrados a la
acción/respuesta que no
demos espacio a que las
c o s a s r e p o s e n y s e
encaucen. Dicho de otra
m a n e r a ; n o p o d e m o s
pretender que nuestra
o r a c i ó n a l c a n c e l a
respuesta deseada en el
mismo instante en que la
realizamos. La fe, cuando es
sólida y verdadera, se
convierte en una poderosa
arma capaz de vencer todo
obstáculo. La fe, cuando es
confiada, sabe esperar
contra toda esperanza La
fe, cuando es insistente, se
convierte en un método que
nos hace pacientes y no
desesperar.Todos, incluidos
los que venimos domingo
t r a s d o m i n g o a l a
eucaristía, necesitamos un
poco del corazón de la
cananea. Un corazón que
sea capaz de contemplar la
presencia de Jesús. De
intuir que, en la Palabra
que se escucha y en el pan
que se come, podemos
alcanzar la salud espiritual
y material para nuestro
existir.
En cier ta ocasión un
espeleólogo descendió a
unas cavernas con sus
alumnos. Uno de éstos,
admirado por las diversas
fo r m a s d e l a s r o c a s ,
preguntó: ¿Cómo es posible
e s t a b e l l e z a ? Y e l
espeleólogo, dirigiéndose a
él le contestó: sólo el paso
de los años y la suave
persistencia del agua han
hecho posible este milagro.
C o n s t a n c i a , h á b i t o ,
petición, acción de gracias,
súplica, confianza es el
agua con la que vamos
golpeando, no a Dios, sino a
nuestro mismo interior
para moldearlo y darle la
forma que Dios quiera,
cuando quiera y como
quiera.
Javier Leoz, sacerdote
Año 13, nº 667 - 20 de agosto de 2017
“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”
EL PÚLPITO
PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LA MEDALLA MILAGROSA
EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ)
San Bernardo
Domingo 20º del Tiempo Ordinario
Cuando la fe vence todo obstáculo ¿ME LO CONCEDES,
SEÑOR?
Un deseo para mi vida:
creer sin desfallecer.
Un deseo para mi gente:
que te quieran
como yo te quiero.
Un deseo para mis enemigos:
que podamos darnos la
mano.
¿ME LO CONCEDES,
SEÑOR?
Un deseo para mi cuerpo,
que sea fuerte
y con mi voz
y mi garganta,
con mi corazón
y mis manos
con mis pies
y todo mi ser…
te pueda seguir dando gloria.
¿ME LO CONCEDES,
SEÑOR?
Un deseo para mi alma,
que el maligno
no habite en ella.
Un deseo para mis días,
que no busque l
o que no me corresponda.
Un deseo para mi Iglesia,
que nunca se canse
de mirar hacia Ti.
Un deseo para mis ojos,
que sepan descubrirte
en todo y sobre todo.
¿ME LO CONCEDES,
SEÑOR?
Un deseo para mi pobre
oración,
que sea sincera y no
interesada.
Un deseo
para mi caridad,
que sea grande
y no una farsa.
Un deseo
para mi esperanza,
que espere
y nunca te deje de lado.
¿ME LO CONCEDES,
SEÑOR?
PARA REFLEXIONAR:
“La fe en Dios nos permite ver lo invisible, creer en lo increíble y recibir lo imposible”
2. PRIMERA LECTURA
(Is 56, 1.6-7)
“Practicad la justicia, que mi
salvación está para llegar”
Así dice el Señor: “Guardad el
derecho, practicad la justicia, que mi
salvación está para llegar, y se va a
revelar mi victoria. A los extranjeros
que se han dado al Señor, para
servirlo, para amar el nombre del
Señor y ser sus servidores, que
guardan el sábado sin profanarlo y
perseveran en mi alianza, los traeré
a mi monte santo, los alegraré en mi
casa de oración, aceptaré sobre mi
altar sus holocaustos y sacrificios;
porque mi casa es casa de oración, y
así la llamarán todos los pueblos”.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 66, 2-3.5-6.8)
R: Oh, Dios, que te alaben los
pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
El Señor tenga piedad
y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones
de la tierra. R.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
SEGUNDA LECTURA
(Rm 11, 13-15.29-32)
“Los dones y la llamada de Dios
son irrevocables”
Hermanos: Os digo a vosotros, los
gentiles: Mientras sea vuestro
apóstol, haré honor a mi ministerio,
por ver si despierto emulación en los
de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si su reprobación es reconciliación
d e l m u n d o , ¿ q u é s e r á s u
reintegración sino un volver de la
muerte a la vida? Pues los dones y la
llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, erais
rebeldes a Dios; pero ahora, al
rebelarse ellos, habéis obtenido
misericordia. Así también ellos, que
ahora son rebeldes, con ocasión de la
misericordia obtenida por vosotros,
alcanzarán misericordia. Pues Dios
nos encerró a todos en la rebeldía
para tener misericordia de todos.
SANTO EVANGELIO
(Mt 15, 21-28)
“Ten compasión de mí,
Señor, Hijo de David”
En aquel tiempo, Jesús se marchó y
se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea,
saliendo de uno de aquellos lugares,
se puso a gritarle: “Ten compasión
de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija
tiene un demonio muy malo”. Él no le
respondió nada. Entonces los
discípulos se le acercaron a decirle:
“Atiéndela, que viene detrás
gritando”. Él les contestó: “Sólo me
h a n e n v i a d o a l a s o v e j a s
descarriadas de Israel”. Ella los
alcanzó y se postró ante él, y le pidió:
“Señor, socórreme”. Él le contestó:
“No está bien echar a los perros el
pan de los hijos”. Pero ella repuso:
“Tienes razón, Señor; pero también
los perros se comen las migajas que
caen de la mesa de los amos”. Jesús
le respondió: “Mujer, qué grande es
tu fe: que se cumpla lo que deseas”.
En aquel momento quedó curada su
hija.
“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”
Parroquia de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. C/Federico García Lorca, s/n. Apdo. de correos, 164. 11.500 El Puerto de Santa María. Tlfno: 956 85 65 61.
Tiempo de oración
Lecturas de la próxima semana
(4ª semana del salterio)
Lunes 21: San Pío X
Jue 2, 11-19; Sal 105, 34-44; Mt 19, 16-22
Martes 22: Santa María, Reina
Is 9, 1-3.5-6; Sal 112, 1-8; Lc 1, 26–38
Miércoles 23: Santa Rosa de Lima
Jue 9, 6-15; Sal 20, 2-7; Mt 20, 1-16
Jueves 24: Fiesta de San Bartolomé, apóstol
Ap 21, 9b-14; Sal 144, 10-13.17-18; Jn 1, 45-51
Viernes 25: San Luis IX de Francia
Rut 1, 1.3-6.14b-16.22; Sal 145, 5-10; Mt 22, 34-40
Sábado 26: Santa Teresa de J. Jornet
Rut 2, 1-3.8-11; 4, 13-17; Sal 127, 1-5; Mt 23, 1-12
Domingo 27: Santa Mónica
Is 22, 19-23; Sal 137, 1-3.6.8; Rm 11, 33-36;
Mt 16, 13-20
Envíe sus aportaciones a hojaparroquialmilagrosa@yahoo.es
Visita el blog de la parroquia:
http://www.parroquiadelamedallamilagrosa.blogspot.com.es
ORACIÓN A SANTA MARÍA, REINA
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la
Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión,
alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos.
Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por
nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor,
Salvador de todos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.