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TEXTO Nº 7, 8 y 9 Algunas noticias de actualidad giran en torno al debate de prohibir o legalizar ciertas actividades
que conviven de manera ilegal desde tiempos remotos. Algunos titulares de estos días son: “Uruguay se convierte en
el primer país del mundo que legaliza la marihuana”; “La ley uruguaya sobre la marihuana viola los tratados,
según la ONU”, “Francia aprueba la ley contra la prostitución”, “La prostitución divide a los franceses”, etc.
Busca información sobre estos temas, como siempre hay distintos puntos de vista. Decántate por uno de ellos, o bien,
engloba a ambos, incluso puedes añadir otros temas y realiza un comentario de opinión sobre la prohibición y la
demanda de estas actividades. Realiza también los dos comentarios de texto nº7, nº8 y la lectura del texto nº 9.

CONVOCATÒRIA:07/01/2014
CASTELLÀ: LLENGUA I LITERATURA II

CONVOCATORIA: 07/01/2014
CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA II

Nombre: _______________________________________________ Curso: ___________ TEXTO 7
Observaciones:

PROHIBICIÓN Y DEMANDA
El último número de Cáñamo aparece una noticia que alecciona sobre los pros y los contras de las
prohibiciones en general y el prohibicionismo obsesivo en particular. Los hechos a los que se refiere tienen
lugar en Escandinavia, a caballo de dos estados: Suecia y Noruega. En las farmacias suecas se pueden
comprar pastillas de cafeína, como en España. Aquí tenemos, por ejemplo, Durvitán, pastillas de 300
miligramos de cafeína que, según confiesan los farmacéuticos, compran sobre todo los camioneros, una
noticia que da pánico porque demuestra lo poco que se cumple la normativa sobre las horas mínimas de
sueño que deben cumplir los conductores profesionales. Pero, en fin, volvamos a Escandinavia. De hecho, la
cafeína no es más que un alcaloide que estimula, da cierta energía, despierta y permite aplazar la hora de irse
a dormir. Normalmente tomamos cafeína al beber café o té –el diccionario da teína como sinónimo de
cafeína – pero quien, por lo que sea (por prisa o por no tener a mano ni una cafetera ni un bar), no puede
tomarse su tacita, pues compra una pastilla de cafeína y el resultado es el mismo.
Al ser un producto legal, de venta en farmacias sin necesidad de receta, los suecos no sienten
especial interés por él, ni siquiera los jóvenes. Algunos toman cafeína en pastillas pero la inmensa mayoría
prefiere tomar el café en la taza y sorbo a sorbo. No sucede lo mismo en Noruega. Allí la venta libre de
pastillas de cafeína está prohibida. Haberlas haylas, pero para que las vendan hay que llevar la receta de un
médico. ¿Qué sucede entonces? Algo sintomático: que los jóvenes noruegos se pirran por las pastillas de
cafeína. Porque están prohibidas.
El resultado es que entre un país y otro han montado un tráfico fenomenal. Los noruegos pasan la
frontera en dirección este, llegan hasta el primer pueblo, invaden la farmacia, compran todas las pastillas de
cafeína que pueden y regresan a Noruega, dispuestos a atiborrarse de ellas las noches de juerga. Cáñamo
explica que un farmacéutico de Stromstad –una pequeña localidad sueca, fronteriza- declara vender
mensualmente cincuenta y siete mil tabletas de cafeína, sólo a jóvenes noruegos.
Como era de espera, las autoridades de Noruega están indignadas y los departamentos de Sanidad se
pasan el día explicando lo peligrosa que es la cafeína y el riego de disfunciones cardíacas e incluso muertes
por sobredosis. Mientras tanto, como en su país es de venta libre, los jóvenes suecos toman alguna taza de
café y punto. Con normalidad, sin obsesionarse. Es una situación excepcionalmente aleccionadora, porque
demuestra con claridad cómo las prohibiciones no hacen más que aumentar el deseo hacia lo prohibido, o
incluso generarlo. Como sucedió con el alcohol en los Estados Unidos durante la ley seca. Como cuando
escondíamos las novelas entre los libros de texto, porque en casa no nos dejaban leerlas- “¡Acabarás idiota
de tanto leer novelas!- y en cambio ahora, como en la escuela obligan a leer alguna, a pocos les apetece.
Por alguna inexpugnable regla de tres, convertir algo ilícito crea de inmediato un mercado
subterráneo para abastecer una demanda que, de no existir la prohibición, sería menor o no existiría.

PREGUNTAS GUIADAS: (Responde a las preguntas en otra hoja).
1. Tema (0-0.5 puntos).
2. Resumen (0-1 punto).
3. Ideas principales y secundarias: (0-1.5 puntos).
ESQUEMA ORGANIZATIVO.
4. Tipo de texto: ________________________________ (Justificación) (0-0.25 puntos)
5. Género discursivo: ______________________ (Justificación) (0-0.25 puntos)
6. Estructura del texto. (0-1 puntos) El texto presenta una estructura externa de ___ párrafos de
diferente extensión. Su estructura interna, la relacionada con el contenido, está formada por tres
partes:
-

La primera parte, …
El cierre, que ocupa _____________ , expone (…)

7. La tesis. Tipo de tesis. (0-1 punto)
8. Estructura interna. La tesis del autor la encontramos (…) por ello el texto presenta una
estructura __________________________. (0-0.5 puntos)
9. Los argumentos. (0-1 puntos) Los argumentos que utiliza el autor para defender su tesis son los
siguientes:
CONVOCATÒRIA:07/01/2014
CASTELLÀ: LLENGUA I LITERATURA II

CONVOCATORIA: 07/01/2014
CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA II

Nombre: _______________________________________________ Curso: ___________ TEXTO 8
Observaciones:

Sobre la prostitución. Jose Antonio Burriel (Ampramp)
En más de una ocasión he expresado en esta columna mi opinión sobre la prostitución: hay que atender a los derechos
de las mujeres que ejercen la prostitución, hay que procurar ofrecerles otros medios dignos de vida, no a la
legalización en manos de los empresarios de alterne, etc. Y acabo de leer un artículo del psicólogo Andrés Montero
que ilustra, de un modo claro y acertado, aspectos que a menudo se olvidan al tratar el tema de la prostitución. He aquí
algunos párrafos de su artículo:
“La libertad de una prostituta, de la inmensa mayoría de las mujeres abocadas a la prostitución, es una libertad
vigilada. La libertad de las prostitutas para decidir es una libertad ficticia, una libertad imaginada por nosotros para
legitimar lo que no es sino otra forma de esclavitud. La prostitución es un negocio de la delincuencia organizada
transnacional.”
“Habitualmente, cuando se considera la prostitución, concentramos la atención en la mujer que es objeto de servicio
sexual o en el hombre que lo demanda. Ambos focos son equivocados, por parciales. Desde luego que el elemento
generador de la prostitución reside en la cultura patriarcal, que entiende el sexo como la cosificación de la mujer para
servir la necesidad genital del hombre. La cultura masculina entiende el sexo como una eyaculación, esencialmente.
Sin embargo, desde una perspectiva funcional, es la delincuencia organizada el elemento que tener en cuenta en
enfoques para abolir la prostitución, pues es el crimen organizado el que estructura y gestiona el tráfico de mujeres
para la explotación sexual”.
“Además, la reglamentación de la prostitución es nociva para las víctimas explotadas. En el porcentaje más amplio, la
prostitución es un sistema de compraventa de esclavas en donde el producto es una mujer. El ser humano a quien se
extorsiona, con quien se trafica y posteriormente mercantiliza, incluso con pasaporte en vigor, queda
despersonalizado. La identidad de la mayoría de las mujeres traficadas y obligadas a abrir su cuerpo a compradores
anónimos está fragmentada. Tienen que dejar de ser ellas, de sentirse ellas, disociar su cuerpo de su mente para resistir
el trauma de una violación diaria de su ser.
CONVOCATÒRIA:07/01/2014
CASTELLÀ: LLENGUA I LITERATURA II

CONVOCATORIA: 07/01/2014
CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA II

Nombre: _______________________________________________ Curso: ___________ TEXTO 9
Observaciones: Ayúdate de la lectura de este texto. La lectura de los tres puede ofrecerte distintos puntos de vista
para realizar un comentario crítico, de opinión, y madurez.

El dilema de las “trabajadoras del sexo” (09/12/2009)
EN ESTOS días un país que tuvo fama de galante y licencioso, Francia, ha prohibido la prostitución (con
multas a los clientes) en la Asamblea Nacional. Falta -para que entre en vigor- el trámite menos importante
del Senado. La polémica en la calle es dura y las televisiones y periódicos (acaso con menos presiones
externas que en España) dan espacio y voz, como parece natural, a los que están a favor de esa prohibición y
a los no pocos que están en contra. Suena raro que la Francia de Las amistades peligrosas y donde se
publicaban -el Ulises de Joyce- los libros prohibidos por inmoralidad en Gran Bretaña y EEUU, ahora (y con
un Gobierno socialista) resulte tan «moral». No uso la célebre novela de Joyce por casualidad sino porque
uno de sus capítulos más problemáticos para el puritanismo ocurre en un burdel. Y subrayo lo del Gobierno
socialista porque no son pocos los que afirman que el puritanismo de izquierdas (en temas sexuales,
verbigracia) es mucho más puritano que el puritanismo de derechas, sino le pesa demasiado el vaticano
episcopal. Fue una ministra socialista la que prohibió fumar en España en cualquier lugar público cerrado,
dando vida a terrazas de invierno, donde nunca las hubo...
Pero no quiero irme de un tema (la prostitución) delicado y de suyo irresoluble, por humano, demasiado
humano. Quien habla de la prostitución con respeto, sabe que en un mundo ideal la prostitución no existiría,
pero es que el nuestro, el de ahora mismo, dista muchísimo de ser un mundo ideal, en ningún sentido.
Hablamos de resolver lo que hay molestando lo menos posible. Las idealidades, por ello, quedan fuera. Es
indudable que la prostitución callejera molesta y aún en parques o carreteras secundarias, resulta un
espectáculo que no hay por qué ver. Se habla mucho (y más cuando se quiere prohibir) de una muy dura
expresión: la prostitución es «tráfico de carne humana». Se ha desechado la antigua trata de blancas porque
de entrada parece mucho más suave. Claro que los defensores de la legalidad de la prostitución,
naturalmente, están en contra del «tráfico de carne humana», pero ¿estamos realmente seguros de que la
prostitución es siempre eso? Yo he salido muchos años de noche, y he hablado con «trabajadoras del sexo»
como gustan ser llamadas muchas hetairas en la legalidad. Las que yo conocí (aparte algunos secretos
sabrosos sobre políticos notables) siempre me dijeron que hacían esa labor -alquilar, no vender su cuerpoporque querían y porque ganaban mucho más que como asistentas o camareras.
¿Quiere ello decir que se es puta por vocación? No. Se es prostituta (o minero o vareador de olivos o incluso
taxista en jornadas a veces de doce horas al día) porque la vida, la «perra vida» -Dámaso Alonso dixit- te
lleva y trae como quiere y puede ponerte en esas y aún en peores tesituras. Es decir, la hetaira no lo es por
vocación, sino por aceptación de un destino vital. Aunque no sé qué dirían al respecto las mujeres y los
hombres jóvenes que se dedican con muy alto lujo a eso, y que evidentemente nunca han estado en los
arcenes de las carreteras sino que usan pendientes de brillantes auténticos.
Se dice que hay mafias que trafican con mujeres y es verdad. Está claro que tales mafias deben ser
perseguidas, castigados los proxenetas y liberada cualquier mujer que esté haciendo obligada lo que no
quiere hacer. Eso es obvio. Pero pensemos que en determinadas redadas policiales a ciertos malfamados
«puticlubs» de carretera (por lo demás harto visibles) las asustadas mujeres sin papeles pueden -como
defensa- decir que están allí obligadas y en algunos casos no ser cierto. La Justicia aquí debiera saber calar
tan hondo y fino como un psiquiatra. Pero quede claro: nadie debe estar obligada, haciendo lo que no quiere
y pagando cuota, además, al proxeneta o chulo de turno. Naturalmente eso debe ser castigado y perseguido.
Hablamos sólo y únicamente de las «trabajadoras del sexo» que libremente quieren hacerlo y firman un
papel (en comisaría si es preciso) certificando que son mayores de edad y que hacen su labor sexual libres y
por voluntad propia. Así se puede legalizar la prostitución, como ha ocurrido en la conservadora Alemania
hace ya más de diez años. Las «trabajadoras del sexo» cotizan a la Seguridad Social, tienen derechos y
horarios laborales, asistencia sanitaria y están en lugares cerrados donde el que no quiere ni va ni ve. Me
parece una muy digna solución a un problema casi insoluble, porque hay gente que siempre buscó en el
amor mercenario compañía o sucedáneo grato al amor y todo eso les parece muy frío. Pero es mejor que la
calle.
Un amigo mío (cuando los burdeles eran legales, en España hasta 1956) tenía un tío, desafecto al hogar, que
tenía morada en uno, donde pasaba la noche con las chicas, jugando a las cartas. Era otro tiempo, pero no es
una novela de Galdós ni de Baroja ni literatura galante. Frente al modelo alemán (respetado por Merkel y
sus conservadores sin presiones religiosas, pese a que la canciller es hija de un pastor luterano) está el
modelo de Suecia. Sí, el país de aquellas suecas liberadas y en bikini que -en los pasados años 60- encendían
la reprimida libido de los machos carpetovetónicos en el primer turismo, ahora viven en un país que prohíbe
la prostitución y multa a los clientes, sin duda movido por un rigor moral (acaso de izquierdas) pero que
retrotrae a la feroz y rígida moral calvinista. El evangélico Calvino y la católica Inquisición conocieron muy
similares hogueras. En el actual debate francés entre Alemania y Suecia respecto a la prostitución, parece
que -entre amplio descontento- ganará Suecia; los que están a favor de la legalización afirman, creo que con
toda razón, que la prohibición no arreglará nada, sino que traerá más problemas, mucha más sordidez, y
cierta injusticia. La prostitución de alto standing seguirá existiendo, pero la más corriente, perseguida,
volverá a la suciedad de la marginación, de la clandestinidad y a todos los problemas de salubridad e
inseguridad que ello conlleva. No habrá menos prostitución, sino más injusticia (los ricos, como siempre,
beneficiados) y muchos, muchísimos más proxenetas y matones para proteger a las subterráneas malditas.
CUANDO EN el franquismo la homosexualidad estaba prohibida, existía mucho ligue callejero (no siempre
seguro) y baritos clandestinos o semiclandestinos donde la gente iba aún a riesgo de redadas policiales -que
había- y de pasar unas horas vergonzosas en comisaría quedando marcado con una ficha de «peligrosidad
social». Pese a ello (y mil episodios vejatorios desde el poder, que aún abochorna contar) la gente gay seguía
yendo a lo prohibido. Y como en el bolero parecía tener todo más morbo, oyendo aquella canción: Soy lo
prohibido.
Mucho me temo que nuestro Gobierno (que pese a los mil terribles problemas que tiene y muy graves) anda
tanteando este otro, también quiere tomar el camino sueco y no el alemán, mucho más sensato. Pero es que tristemente- en la decisión de la derecha española (diferente a la alemana) sigue pesando la confesionalidad
católica y el peso de nuestra más que retrógrada Conferencia episcopal. Señores, en una democracia
moderna como quiere ser la española, delito y pecado no son nunca ni pueden ser sinónimos. Las
«trabajadoras del sexo» y sus clientes pecarán, por qué no, pero en absoluto tienen por qué delinquir. Si no,
muchos de nuestros actuales ministros, ministras o altos dignatarios del PP serían delincuentes, pues si
católicos son en pecado están, separados del primer cónyuge y vueltos a unir con otro por lo civil, lejos de la
Iglesia. Para ese pecado (que a los no católicos ni nos va ni nos viene) argüirán elementos de modernidad
que no entienden en el tema de una prostitución legalizada, que no moleste a nadie, porque está bajo control
estatal y naturalmente sólo hace uso de ella quien quiere. Esto -dentro de lo delicado del tema- es libertad, lo
otro no, pues vulnera la libertad individual (como Orwell previó) tan maltratada, la pobre. Ninguna solución
es por entero buena -no somos ángeles- pero la cautelosa legalización tiene más ventajas y es más normal
que la prohibición pura y dura. Ni el Gobierno de Israel basa sus leyes ya en el Levítico.
Luis Antonio de Villena es escritor.
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  • 1. TEXTO Nº 7, 8 y 9 Algunas noticias de actualidad giran en torno al debate de prohibir o legalizar ciertas actividades que conviven de manera ilegal desde tiempos remotos. Algunos titulares de estos días son: “Uruguay se convierte en el primer país del mundo que legaliza la marihuana”; “La ley uruguaya sobre la marihuana viola los tratados, según la ONU”, “Francia aprueba la ley contra la prostitución”, “La prostitución divide a los franceses”, etc. Busca información sobre estos temas, como siempre hay distintos puntos de vista. Decántate por uno de ellos, o bien, engloba a ambos, incluso puedes añadir otros temas y realiza un comentario de opinión sobre la prohibición y la demanda de estas actividades. Realiza también los dos comentarios de texto nº7, nº8 y la lectura del texto nº 9. CONVOCATÒRIA:07/01/2014 CASTELLÀ: LLENGUA I LITERATURA II CONVOCATORIA: 07/01/2014 CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA II Nombre: _______________________________________________ Curso: ___________ TEXTO 7 Observaciones: PROHIBICIÓN Y DEMANDA El último número de Cáñamo aparece una noticia que alecciona sobre los pros y los contras de las prohibiciones en general y el prohibicionismo obsesivo en particular. Los hechos a los que se refiere tienen lugar en Escandinavia, a caballo de dos estados: Suecia y Noruega. En las farmacias suecas se pueden comprar pastillas de cafeína, como en España. Aquí tenemos, por ejemplo, Durvitán, pastillas de 300 miligramos de cafeína que, según confiesan los farmacéuticos, compran sobre todo los camioneros, una noticia que da pánico porque demuestra lo poco que se cumple la normativa sobre las horas mínimas de sueño que deben cumplir los conductores profesionales. Pero, en fin, volvamos a Escandinavia. De hecho, la cafeína no es más que un alcaloide que estimula, da cierta energía, despierta y permite aplazar la hora de irse a dormir. Normalmente tomamos cafeína al beber café o té –el diccionario da teína como sinónimo de cafeína – pero quien, por lo que sea (por prisa o por no tener a mano ni una cafetera ni un bar), no puede tomarse su tacita, pues compra una pastilla de cafeína y el resultado es el mismo. Al ser un producto legal, de venta en farmacias sin necesidad de receta, los suecos no sienten especial interés por él, ni siquiera los jóvenes. Algunos toman cafeína en pastillas pero la inmensa mayoría prefiere tomar el café en la taza y sorbo a sorbo. No sucede lo mismo en Noruega. Allí la venta libre de pastillas de cafeína está prohibida. Haberlas haylas, pero para que las vendan hay que llevar la receta de un médico. ¿Qué sucede entonces? Algo sintomático: que los jóvenes noruegos se pirran por las pastillas de cafeína. Porque están prohibidas. El resultado es que entre un país y otro han montado un tráfico fenomenal. Los noruegos pasan la frontera en dirección este, llegan hasta el primer pueblo, invaden la farmacia, compran todas las pastillas de cafeína que pueden y regresan a Noruega, dispuestos a atiborrarse de ellas las noches de juerga. Cáñamo explica que un farmacéutico de Stromstad –una pequeña localidad sueca, fronteriza- declara vender mensualmente cincuenta y siete mil tabletas de cafeína, sólo a jóvenes noruegos. Como era de espera, las autoridades de Noruega están indignadas y los departamentos de Sanidad se pasan el día explicando lo peligrosa que es la cafeína y el riego de disfunciones cardíacas e incluso muertes por sobredosis. Mientras tanto, como en su país es de venta libre, los jóvenes suecos toman alguna taza de
  • 2. café y punto. Con normalidad, sin obsesionarse. Es una situación excepcionalmente aleccionadora, porque demuestra con claridad cómo las prohibiciones no hacen más que aumentar el deseo hacia lo prohibido, o incluso generarlo. Como sucedió con el alcohol en los Estados Unidos durante la ley seca. Como cuando escondíamos las novelas entre los libros de texto, porque en casa no nos dejaban leerlas- “¡Acabarás idiota de tanto leer novelas!- y en cambio ahora, como en la escuela obligan a leer alguna, a pocos les apetece. Por alguna inexpugnable regla de tres, convertir algo ilícito crea de inmediato un mercado subterráneo para abastecer una demanda que, de no existir la prohibición, sería menor o no existiría. PREGUNTAS GUIADAS: (Responde a las preguntas en otra hoja). 1. Tema (0-0.5 puntos). 2. Resumen (0-1 punto). 3. Ideas principales y secundarias: (0-1.5 puntos). ESQUEMA ORGANIZATIVO. 4. Tipo de texto: ________________________________ (Justificación) (0-0.25 puntos) 5. Género discursivo: ______________________ (Justificación) (0-0.25 puntos) 6. Estructura del texto. (0-1 puntos) El texto presenta una estructura externa de ___ párrafos de diferente extensión. Su estructura interna, la relacionada con el contenido, está formada por tres partes: - La primera parte, … El cierre, que ocupa _____________ , expone (…) 7. La tesis. Tipo de tesis. (0-1 punto) 8. Estructura interna. La tesis del autor la encontramos (…) por ello el texto presenta una estructura __________________________. (0-0.5 puntos) 9. Los argumentos. (0-1 puntos) Los argumentos que utiliza el autor para defender su tesis son los siguientes:
  • 3. CONVOCATÒRIA:07/01/2014 CASTELLÀ: LLENGUA I LITERATURA II CONVOCATORIA: 07/01/2014 CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA II Nombre: _______________________________________________ Curso: ___________ TEXTO 8 Observaciones: Sobre la prostitución. Jose Antonio Burriel (Ampramp) En más de una ocasión he expresado en esta columna mi opinión sobre la prostitución: hay que atender a los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución, hay que procurar ofrecerles otros medios dignos de vida, no a la legalización en manos de los empresarios de alterne, etc. Y acabo de leer un artículo del psicólogo Andrés Montero que ilustra, de un modo claro y acertado, aspectos que a menudo se olvidan al tratar el tema de la prostitución. He aquí algunos párrafos de su artículo: “La libertad de una prostituta, de la inmensa mayoría de las mujeres abocadas a la prostitución, es una libertad vigilada. La libertad de las prostitutas para decidir es una libertad ficticia, una libertad imaginada por nosotros para legitimar lo que no es sino otra forma de esclavitud. La prostitución es un negocio de la delincuencia organizada transnacional.” “Habitualmente, cuando se considera la prostitución, concentramos la atención en la mujer que es objeto de servicio sexual o en el hombre que lo demanda. Ambos focos son equivocados, por parciales. Desde luego que el elemento generador de la prostitución reside en la cultura patriarcal, que entiende el sexo como la cosificación de la mujer para servir la necesidad genital del hombre. La cultura masculina entiende el sexo como una eyaculación, esencialmente. Sin embargo, desde una perspectiva funcional, es la delincuencia organizada el elemento que tener en cuenta en enfoques para abolir la prostitución, pues es el crimen organizado el que estructura y gestiona el tráfico de mujeres para la explotación sexual”. “Además, la reglamentación de la prostitución es nociva para las víctimas explotadas. En el porcentaje más amplio, la prostitución es un sistema de compraventa de esclavas en donde el producto es una mujer. El ser humano a quien se extorsiona, con quien se trafica y posteriormente mercantiliza, incluso con pasaporte en vigor, queda despersonalizado. La identidad de la mayoría de las mujeres traficadas y obligadas a abrir su cuerpo a compradores anónimos está fragmentada. Tienen que dejar de ser ellas, de sentirse ellas, disociar su cuerpo de su mente para resistir el trauma de una violación diaria de su ser.
  • 4. CONVOCATÒRIA:07/01/2014 CASTELLÀ: LLENGUA I LITERATURA II CONVOCATORIA: 07/01/2014 CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA II Nombre: _______________________________________________ Curso: ___________ TEXTO 9 Observaciones: Ayúdate de la lectura de este texto. La lectura de los tres puede ofrecerte distintos puntos de vista para realizar un comentario crítico, de opinión, y madurez. El dilema de las “trabajadoras del sexo” (09/12/2009) EN ESTOS días un país que tuvo fama de galante y licencioso, Francia, ha prohibido la prostitución (con multas a los clientes) en la Asamblea Nacional. Falta -para que entre en vigor- el trámite menos importante del Senado. La polémica en la calle es dura y las televisiones y periódicos (acaso con menos presiones externas que en España) dan espacio y voz, como parece natural, a los que están a favor de esa prohibición y a los no pocos que están en contra. Suena raro que la Francia de Las amistades peligrosas y donde se publicaban -el Ulises de Joyce- los libros prohibidos por inmoralidad en Gran Bretaña y EEUU, ahora (y con un Gobierno socialista) resulte tan «moral». No uso la célebre novela de Joyce por casualidad sino porque uno de sus capítulos más problemáticos para el puritanismo ocurre en un burdel. Y subrayo lo del Gobierno socialista porque no son pocos los que afirman que el puritanismo de izquierdas (en temas sexuales, verbigracia) es mucho más puritano que el puritanismo de derechas, sino le pesa demasiado el vaticano episcopal. Fue una ministra socialista la que prohibió fumar en España en cualquier lugar público cerrado, dando vida a terrazas de invierno, donde nunca las hubo... Pero no quiero irme de un tema (la prostitución) delicado y de suyo irresoluble, por humano, demasiado humano. Quien habla de la prostitución con respeto, sabe que en un mundo ideal la prostitución no existiría, pero es que el nuestro, el de ahora mismo, dista muchísimo de ser un mundo ideal, en ningún sentido. Hablamos de resolver lo que hay molestando lo menos posible. Las idealidades, por ello, quedan fuera. Es indudable que la prostitución callejera molesta y aún en parques o carreteras secundarias, resulta un espectáculo que no hay por qué ver. Se habla mucho (y más cuando se quiere prohibir) de una muy dura expresión: la prostitución es «tráfico de carne humana». Se ha desechado la antigua trata de blancas porque de entrada parece mucho más suave. Claro que los defensores de la legalidad de la prostitución, naturalmente, están en contra del «tráfico de carne humana», pero ¿estamos realmente seguros de que la prostitución es siempre eso? Yo he salido muchos años de noche, y he hablado con «trabajadoras del sexo» como gustan ser llamadas muchas hetairas en la legalidad. Las que yo conocí (aparte algunos secretos sabrosos sobre políticos notables) siempre me dijeron que hacían esa labor -alquilar, no vender su cuerpoporque querían y porque ganaban mucho más que como asistentas o camareras. ¿Quiere ello decir que se es puta por vocación? No. Se es prostituta (o minero o vareador de olivos o incluso taxista en jornadas a veces de doce horas al día) porque la vida, la «perra vida» -Dámaso Alonso dixit- te lleva y trae como quiere y puede ponerte en esas y aún en peores tesituras. Es decir, la hetaira no lo es por vocación, sino por aceptación de un destino vital. Aunque no sé qué dirían al respecto las mujeres y los hombres jóvenes que se dedican con muy alto lujo a eso, y que evidentemente nunca han estado en los arcenes de las carreteras sino que usan pendientes de brillantes auténticos. Se dice que hay mafias que trafican con mujeres y es verdad. Está claro que tales mafias deben ser perseguidas, castigados los proxenetas y liberada cualquier mujer que esté haciendo obligada lo que no
  • 5. quiere hacer. Eso es obvio. Pero pensemos que en determinadas redadas policiales a ciertos malfamados «puticlubs» de carretera (por lo demás harto visibles) las asustadas mujeres sin papeles pueden -como defensa- decir que están allí obligadas y en algunos casos no ser cierto. La Justicia aquí debiera saber calar tan hondo y fino como un psiquiatra. Pero quede claro: nadie debe estar obligada, haciendo lo que no quiere y pagando cuota, además, al proxeneta o chulo de turno. Naturalmente eso debe ser castigado y perseguido. Hablamos sólo y únicamente de las «trabajadoras del sexo» que libremente quieren hacerlo y firman un papel (en comisaría si es preciso) certificando que son mayores de edad y que hacen su labor sexual libres y por voluntad propia. Así se puede legalizar la prostitución, como ha ocurrido en la conservadora Alemania hace ya más de diez años. Las «trabajadoras del sexo» cotizan a la Seguridad Social, tienen derechos y horarios laborales, asistencia sanitaria y están en lugares cerrados donde el que no quiere ni va ni ve. Me parece una muy digna solución a un problema casi insoluble, porque hay gente que siempre buscó en el amor mercenario compañía o sucedáneo grato al amor y todo eso les parece muy frío. Pero es mejor que la calle. Un amigo mío (cuando los burdeles eran legales, en España hasta 1956) tenía un tío, desafecto al hogar, que tenía morada en uno, donde pasaba la noche con las chicas, jugando a las cartas. Era otro tiempo, pero no es una novela de Galdós ni de Baroja ni literatura galante. Frente al modelo alemán (respetado por Merkel y sus conservadores sin presiones religiosas, pese a que la canciller es hija de un pastor luterano) está el modelo de Suecia. Sí, el país de aquellas suecas liberadas y en bikini que -en los pasados años 60- encendían la reprimida libido de los machos carpetovetónicos en el primer turismo, ahora viven en un país que prohíbe la prostitución y multa a los clientes, sin duda movido por un rigor moral (acaso de izquierdas) pero que retrotrae a la feroz y rígida moral calvinista. El evangélico Calvino y la católica Inquisición conocieron muy similares hogueras. En el actual debate francés entre Alemania y Suecia respecto a la prostitución, parece que -entre amplio descontento- ganará Suecia; los que están a favor de la legalización afirman, creo que con toda razón, que la prohibición no arreglará nada, sino que traerá más problemas, mucha más sordidez, y cierta injusticia. La prostitución de alto standing seguirá existiendo, pero la más corriente, perseguida, volverá a la suciedad de la marginación, de la clandestinidad y a todos los problemas de salubridad e inseguridad que ello conlleva. No habrá menos prostitución, sino más injusticia (los ricos, como siempre, beneficiados) y muchos, muchísimos más proxenetas y matones para proteger a las subterráneas malditas. CUANDO EN el franquismo la homosexualidad estaba prohibida, existía mucho ligue callejero (no siempre seguro) y baritos clandestinos o semiclandestinos donde la gente iba aún a riesgo de redadas policiales -que había- y de pasar unas horas vergonzosas en comisaría quedando marcado con una ficha de «peligrosidad social». Pese a ello (y mil episodios vejatorios desde el poder, que aún abochorna contar) la gente gay seguía yendo a lo prohibido. Y como en el bolero parecía tener todo más morbo, oyendo aquella canción: Soy lo prohibido. Mucho me temo que nuestro Gobierno (que pese a los mil terribles problemas que tiene y muy graves) anda tanteando este otro, también quiere tomar el camino sueco y no el alemán, mucho más sensato. Pero es que tristemente- en la decisión de la derecha española (diferente a la alemana) sigue pesando la confesionalidad católica y el peso de nuestra más que retrógrada Conferencia episcopal. Señores, en una democracia moderna como quiere ser la española, delito y pecado no son nunca ni pueden ser sinónimos. Las «trabajadoras del sexo» y sus clientes pecarán, por qué no, pero en absoluto tienen por qué delinquir. Si no, muchos de nuestros actuales ministros, ministras o altos dignatarios del PP serían delincuentes, pues si católicos son en pecado están, separados del primer cónyuge y vueltos a unir con otro por lo civil, lejos de la Iglesia. Para ese pecado (que a los no católicos ni nos va ni nos viene) argüirán elementos de modernidad que no entienden en el tema de una prostitución legalizada, que no moleste a nadie, porque está bajo control estatal y naturalmente sólo hace uso de ella quien quiere. Esto -dentro de lo delicado del tema- es libertad, lo otro no, pues vulnera la libertad individual (como Orwell previó) tan maltratada, la pobre. Ninguna solución es por entero buena -no somos ángeles- pero la cautelosa legalización tiene más ventajas y es más normal que la prohibición pura y dura. Ni el Gobierno de Israel basa sus leyes ya en el Levítico. Luis Antonio de Villena es escritor.