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1
Bogotá - Colombia
Nº 5 Agosto - Septiembre de 2010
Presidente
Fundación la Gran Colombia para la
Integración de los Pueblos
Jorge Eliécer Mejía Romero
Director
Darién Giraldo Hernández
Consejo de Redacción
Yaneth Muñoz Morales
Urbano García Cáceres
Eugenia Castro Bueno
Ricardo Torres Ortega
Eunice Prada
Gloria Hercilia Niño Corredor
Diseño Portada
Patricia del S. Tafur
Diseño y diagramación
Darién Giraldo H
Impresión
Mario Alberto Ávila
Imagen Publicidad Alternativa
imagenpublicidadalternativa@gmail.com
Portada
“A Nuestra América”
Patricia del S. Tafur
Colaboraron en este número
José Javier León (Venezuela)
Movimiento Juvenil del Sur
(Colombia)
Leonardo Gonzales (México)
Departamento de la Mujer
Fundación la Gran Colombia
Oskan Huera (Ecuador)
Camilo Moron (Venezuela)
Federico Álvarez Arregui (México)
Corresponsales en Nuestra América
Oskan Huera ( Ecuador)
Janette Rodríguez (Venezuela)
Nicanor Cifuentes Gil (Venezuela)
Oscar Sotillo M. (Venezuela)
Mariana Hernández (México)
Gladys Mendía (Chile)
Leonardo Gonzales (México)
Miguel A. Cocompech (México)
Versión digital
www.magazinporamerica.org
Correos electrónicos
magazinuestramerica@gmail.com
fundacolombovenezolana@yahoo.com
Tels.: 311 217 6197 / 314 291 7310
Las opiniones presentadas en los
artículos, son responsabilidad
exclusiva de sus autores
FUNDACIÓN PARA EL
INTERCAMBIO CULTURAL
Y LA INTEGRACIÓN DE LOS
PUEBLOS DE NUESTRA
AMÉRICA
E D I T O R I A L
Del continente Americano brota la propuesta de un mundo nuevo
que emerge de los pueblos, síntesis del feroz mestizaje en Nues-
tramérica. Somos hijos de la violación y el desarraigo realizado por los
europeos, portadores de una civilización pomposamente culta y violenta-
mente enferma.
Tenemos en palabras de Dusell; “la insumisión del negro africano y la
capacidad meditativa de los orientales a través de los malayos”, tenemos
lo nuestro; la resistencia y la persistencia, porque no seremos presas para
siempre sino también el jaguar que asecha entre las hojas. Ese pueblo fluye
también en las palabras de Bolívar: “la libertad del nuevo mundo, es la
esperanza del universo”, no es mesianismo sino humanismo que asume a
la especie como fenómeno emancipador que se desencadena y enciende
en luz.
Es el fantasma nuevamente recorriendo Nuestramérica y al planeta, a
esa Europa que aun sobrevive de los restos de la otrora vitalidad produc-
tiva capitalista, donde hoy, millones de obreros y campesinos se resisten a
pagar con su propia miseria la inviabilidad del modo de producción y de su
sociedad decadente y demuestran su fortaleza desde la huelga y la parálisis
total como en el caso reciente de España, gigantescas marchas obreras
en Bélgica, Portugal, Francia, Grecia, Alemania y el anuncio de nuevas
huelgas generales a partir de noviembre en todo el marchito continente.
Los pueblos del mundo son inclaudicables como lo es la historia porque
son su sujeto fundamental, la fuerza propulsora que se expresa en ímpetu
popular y que hoy con nuevos arrojos recorre el planeta e invoca el futuro
tantas veces prohibido.
La dictadura mundial, el sagrado sueño de todo imperio; pretende hoy
privatizar el planeta y negarle a los seres humanos el derecho al mundo.
Por eso la relevancia actual de la lucha de los inmigrantes; obreros que
han forjado y forjan riqueza al imperio y que mueren hoy desahuciados
reclamando con todo derecho y autoridad lo usurpado. La especie hu-
mana manifiesta a través del inmigrante su necesidad trashumante, pero
obviamente hoy desde formas indignas; como desplazados, desterrados,
exiliados, comerciados o suprimidos, no como viajantes. El imperialis-
mo y la sociedad que este implementa, solo permiten el desenvolvimiento
de dicha necesidad al capital, el cual circula por los espacios y tiempos
en que transitan fenómenos como la trata de blancas, el narcotráfico, el
frenesí por el petróleo, la destrucción de la biosfera, el mercado mundial
de órganos y las guerras de anexión imperialista; esa es la globalización
que nos imponen y esas son las principales ramas de la producción de la
economía tenebrosa que se ejerce desde ese gobierno mundial; la industria
productiva de la muerte en masa, y esa es al mismo tiempo la expresión
material de la crisis del capitalismo, de allí que la libertad y la vida solo
sean concebidas para la divinizada mercancía y para el correspondiente
rito al capital; el auténtico Dios de la clase burguesa, al que se le crea alta-
res construidos sobre la muerte, miseria y exclusión de miles de millones
de seres humanos que para ese capitalismo neoliberal formalmente plutó-
crata; sencillamente sobran.
Somos para el capital el sacrificio y somos los sacrificados para favore-
cer la desorbitante onerosidad de una elite mundial que para los seres hu-
manos en cambio, construye bombas de racimo y muros ignominiosos que
millones estamos dispuestos a derrumbar. Muros de la postmodernidad
como los de la frontera de México con los E-U y el construido por Israel en
ISSN: 2215-7905
2
territorio ajeno. Pero también hoy las luchas se mun-
dializan y comunican, se encuentran, se potencian en
sinapsis sociales y culturales. De esta forma la lucha
de los oprimidos amplia su resonancia y coherencia,
recupera paulatinamente su organicidad. Es el caso de
los Mapuche que se enfrentan hoy contra el fascismo y
cuya beligerancia trasciende la mirada territorial local
y convoca a millones de habitantes de la delgada pa-
tria de Neruda a la lucha contra el capitalismo cuando
afirman; “Llevamos demasiado tiempo mirándonos a
dis distancia como si fuéramos extraños o enemigos
mientras el poder fortalece la dominación. Unidad
para luchar. Unidad para vencer. Unidad para redes-
cubrir nuestra fuerza.”.
Colombia, mientras tanto; la tierra más herida de
este continente convulso, se descubre desde lo profun-
do de su lodo, prorrumpe desde adentro de las fosas en
que reposan insumisos miles de seres dignos, que pre-
firieron morir a doblegarse frente al avasallamiento.
Hoy cuando el Estado colombiano se descubre en su
inmundicia, el pueblo, el constantemente enmudecido,
puede dar fe de la necrofilia natural del Capital y de
su mafiosa condición. Esto no cambiará con el nuevo
gobierno de Santos y su optimista y a la vez siniestro
Gran Acuerdo Nacional, que en realidad es el intento
fútil de ofrecer una cara proyectadamente decente a
la opinión pública nacional e internacional y preten-
der borrar la imagen de lumpen burguesía criminal tan
bien acicalada por el mayordomo del Ubérrimo.
Mientras se desarrolla dicha política cosmetológi-
ca se acrecientan las violaciones a los derechos hu-
manos, la desaparición y el crimen de Estado. De allí
que el tan anunciado Acuerdo Nacional al igual que el
Frente Nacional en los años cincuenta y el Pacto de
Ralito en 2001; solo busque superar contradicciones
internas entre el capitalismo mafioso y el tradicional y
sus correspondientes clases políticas, contradicciones
por su puesto no antagónicas. De esta manera en su
bochornoso ascenso con muertos inocentes y fraudes
de todo tipo incluidos, Juan Manuel Santos aparece
como síntesis entre el capital mafioso y la cruenta ele-
gancia de la clase política tradicional.
Otra verdad develada es que la oligarquía que
cuesta llamar siquiera colombiana ha hecho de esta
tierra una fosa común, que recuerda lo dicho por la
escritora mexicana Carmen de la Fuente en remem-
branza de los cientos de caídos en la masacre de Tla-
telolco: “porque sucede amigos, que estoy llevando
ahora un ataúd a cuestas: esa es mi patria un ataúd,
una barcaza negra”. Nosotros en Colombia diríamos;
nuestra patria es una fosa común, muy común, que
comienza a emerger y a fundar esa patria de los exi-
liados que vaticinara el poeta colombiano torturado y
asesinado Chucho Peña: “son tantos día a día, los que
simplemente no aparecen que un día no cabrán en el
subsuelo y brotarán y cubrirán todo este territorio”.
Brotan ya; la decisión inquebrantable del pueblo co-
lombiano por ser libre, la persistencia de ese país que
subyace- el mayoritario-, el de los familiares de quie-
nes reposan intranquilos en las más de dos mil fosas
aun no develadas, de esa Colombia que acelera el paso
no importándole la muerte porque muertos los tenían
ya y conocen su reino como lo conociera Melquiades
en Cien Años de Soledad y que por eso emerge, se
organiza, moviliza y denuncia al mundo entero la dic-
tadura existente en Colombia, mientras el expediente
más extenso y en acelerado crecimiento de presidente
alguno en América Latina, el de Álvaro Uribe Vélez;
aguarda en la Corte Penal Internacional –CPI- y en la
memoria indoblegable del pueblo colombiano.
Una prueba de esa memoria esta en el parto si-
lenciado de un nuevo camino donde decenas de mi-
les de colombianas y colombianos se movilizaron en
La Marcha Patriótica durante tres días de julio en las
grandes ciudades, los humildes caseríos, veredas y
municipios vejados por el paramilitarismo. A pesar
de la persecución del Estado, la desinformación, ter-
giversación, amenaza, acoso y violencia, un torrente
de colombianos organizado en cabildos, concibieron
una Colombia Nueva y le dieron contenido a un nuevo
aliento de país, a pesar del silencio y la simplicidad
desfachatados de los medios masivos, en la Plaza de
Bolívar en Bogotá y en medio de una inmensa multi-
tud de indoblegables se declaró oficialmente el Cabil-
do Abierto Permanente en toda Colombia.
Son múltiples y en no pocas ocasiones repentinos los
actuales escenarios de lucha en Nuestramérica y el mundo,
de confrontación entre los pueblos de la tierra y las huestes
del imperio en acelerado ocaso, es poco el espacio para
cubrir las constantes muestras de heroísmo de mujeres y
hombres que han resistido y resisten en todo el planeta al
imperio, que subvierten sus redes de la muerte y le hacen
pagar caro su instinto invasivo. Es una bofetada al imperio
la digna resistencia del pueblo ecuatoriano y la respuesta
con la fuerza popular al intento de magnicidio del presi-
dente Correa y de un golpe de Estado que sin duda sigue
en pleno proceso. Hay también que saludar al pueblo ve-
nezolano por la conciencia y decisión expresadas en las
pasadas elecciones venciendo con la mayoría a la vergon-
zante “oposición”, que pretende ganar desde la evasiva
mediática y luctuosamente ve restringido su accionar po-
lítico al saboteo de los avances populares y al servilismo
indigno e indignante a los Estados Unidos.
Las transnacionales de la información invocan a la ce-
guera, pero ¿De qué les servirá silenciar lo que existe ya
sin necesidad de ser pronunciado? Lo negado no generará
silencio ni lo falseado credibilidad como pretenden pero sí
un estruendoso desprecio contra la verdad de los hechos,
la cual será visibilizada por los medios populares en tanto
expresión de aquello que es, a pesar de ser negado.
3
¿Cómo fue tu llegada, hijo mío,
al país de la brumas, vivo aún?
La Odisea de Homero
Siempre que se piensa en Colombia se avisa el
mundo de los difuntos. Las tumbas esperan una
vez más en otro municipio llamado La Macarena, de-
partamento del Meta. Una geografía colombiana en  los
llanos que envuelve la tragedia de unos dos mil ciuda-
danos aproximadamente enterrados entre 2004-2010
bajo fosas comunes en un cementerio clandestino.
Hoy 600 cadáveres aproximadamente han sido
exhumados. No hay nada clandestino cuando la tie-
rra habla por sí sola. Según la fiscalía existen otros
449 expedientes documentados sobre desapariciones,
algunas investigaciones señalan a la móvil 12 de las
fuerzas militares como una de las ejecutoras. ¿Hasta
cuanto se pisa la tierra bajo el espectro de los difun-
tos?
No quiero pensar como en el territorio del arpa,
del coleo, la música y los verseadores se perpetúa la
necrofilia como pan cotidiano. ¿Muertos? Sí, ¡y qué!
dirán algunos, otros se resisten y buscan respuestas
donde ¡aún no se las dan!
¡Ah Colombia ingrata caminas y reposas sobre fo-
sas escabrosas! La muerte danza sin la menor impor-
tancia, al fin y al cabo los que mueren son seres que
algo debían, dirán algunos retorcidos.
En medio de esta espesura del presente, La macare-
na situada en la zona de despeje que sirvió a los diálogos
entre el gobierno de Andrés Pastrana y el movimiento
insurgente FARC-EP; se abigarra  una base militar que
según las fuerzas militares es el mayor triunfo de la se-
guridad democrática de Álvaro Uribe Vélez, presidente
que con el apoyo financiero del Plan Colombia realizó
el despliegue de brigadas móviles y unidades de inteli-
gencia militar. En este espacio geo-militar se extiende
un cementerio del ejército colombiano, testimonios se-
ñalan que allí han enterrado a jóvenes asesinados. ¡Ca-
dáveres se pasean de un cementerio a otro!
¿Fosas del ejército y cementerio clandestino?
¡Sí¡ ¡difuntos deambulan de un lado para otro!
¡Lo ilegal y lo ilegítimo se confunde como asta de
bandera salpicada de sangre. La memoria se persiste
como festín esquelético. ¿Qué hacer con la memoria
de un pueblo que reclama justicia, mientras se conti-
núa asesinando? ¿Qué pasará con Álvaro Uribe Vélez
que bajo su régimen se han perpetrado miles de asesi-
natos? ¿Es un nuevo caso de crímenes de lesa huma-
nidad en Colombia que bajo asesinatos sucesivos son
realizados por agentes del Estado?
¡Oh! tierra de genocidas que han querido perpetuar
el festín de la desmemoria: cementerios, tumbas, sepul-
tureros y espectros.  El presente no es cosa del pasado,
ni muchos menos necrofilia de otro tiempo. Colombia
no es una desviación, ni necrofilia de la historia. Des-
tapar y asignar la memoria biográfica es tarea de todos:
responsabilidad de los genocidas y el esclarecimiento
para toda la sociedad. No es archivo para los familiares
de las víctimas. ¡Colombia son todos.¡ Los genocidas si-
guen sin poner la cara. Álvaro Uribe Vélez señala frente
al tema de las fosas repletas de cadáveres, esqueletos
de hombres, niños y mujeres  de la Macarena: ...esto
es calumnioso, sindicándonos de violación de derechos
humanos…hay mala intención. ¡Sic!
Meinundaalgoenelamanecerdelosdifuntos:laspala-
brasduermenenloslabiosdeldestino.Alguiensusurra...
¡desgraciados los pueblos que no buscan su propia
memoria!
Pienso, seguramente esto no es, ni será el caso de
Colombia…
SARA LEUKOS
Tomado de:
www.kaosenlared.net/noticia/macarena-necrofilia-alvaro-uribe-velez
4
Sobre la conversión de Bolívar en General del Pueblo en Armas
JOSÉ JAVIER LEÓN (Venezuela)
“¡Bolívar!” era lo único que se oía
de extremo a extremo de Venezuela.
¡Bolívar! Era la espada esgrimida
contra los males.
José Sant Roz
“…la participación popular en la guerra dirigida
por Boves consideramos que constituye un punto
neurálgico de cualquier análisis sobre nuestro
proceso independentista”
Roberto López
“La historia, como la vida, es muy compleja.
No la historia inspirada en el criterio simplista
que sólo ve en nuestra gran revolución la guerra
contra España y la creación de la nacionalidad,
sino la que profundiza en las entrañas de aquella
espantosa lucha social: estudia la psicología de
nuestras masas populares y analiza todo el con-
junto de deseos vagos, de anhelos imprecisos, de
impulsos igualitarios, de confusas reivindicacio-
nes económicas, que constituyen toda la trama
de la evolución social y política de Venezuela”
Laureano Vallenilla Lanz
Años 1813 - 1814. Los años de la irrupción de
José Tomás Boves, pero también los del ini-
cio de la conversión de Simón Bolívar en general del
pueblo en armas.
Los mantuanos y la clase comerciante, que se de-
batían entre defender, los primeros, los derechos de
Fernando VII, y los segundos la posibilidad de ejercer
el control directo sobre las actividades comerciales sin
las restricciones arbitrarias, pero sobre todo desastro-
sas impuestas por debilitadas y deslegitimadas leyes,
aduanas y alcabalas coloniales; ciertamente, no espe-
raban ir a la guerra, y temían la terrible insurgencia del
pueblo contra los poderes económicos, racistas y ex-
cluyentes, contra sus privilegios. La guerra que cono-
cemos por Guerra de Independencia y que se tradujo
para los viejos y nuevos oligarcas en la guerra fratrici-
da por un pedazo de tierra para que los poderosos “ad-
ministraran más libremente los negocios que siempre
habían querido detentar”1
, fue sorprendida por la in-
surrección popular contra todos los poderes: la guerra
de Boves contra los blancos, que sería la del pueblo en
armas, por tierra y libertad. Esta expresión social de
la guerra estaba fuera de las coordenadas del conflicto
planteado por los mantuanos contra la administración
colonial, pero existía como terror. Allí estaba Haití.
Bolívar y su clase, en guerra menos contra España que
5
contra la Regencia de Cádiz, se vio en el año 1814
frente a dos frentes: el realista y el popular. Al respec-
to, veamos lo que dice Germán Carrera Damas:
“Bolívar tuvo especial comprensión de esta situa-
ción, y quizá una de las demostraciones más sor-
prendentes y más claras de su talento de político
realista, fue justamente el comprender que en esta
especie de orquestación de las luchas particulares
de los diversos sectores sociales estaba la clave
de la crisis político-militar, y por eso aquel Bolí-
var esclavista decidido y tenaz de 1814, que había
enviado al Licenciado Miguel José Sanz a instruir
el sumario de los esclavos alzados en los Valles
del Tuy; el hombre que dio instrucciones al en-
viado diplomático que iba a tratar con el Jefe del
apostadero naval inglés de las Antillas, para que
pidiese el envío de una división de 6.000 hombres
con el objeto de someter a las esclavitudes que
ponían en peligro a los blancos, entiende perfec-
tamente que ha de diseñarse una nueva política
respecto de los esclavos, como ha de diseñarse
una nueva política respecto de los pardos, y en
adelante, a partir de 1815, así lo hará”. 2
Lo que hará, pues, será preocuparse por “abrir una
perspectiva para que los esclavos pudieran ver coin-
cidir su lucha con la de los criollos”; con respecto a
los pardos, y con el fusilamiento de Piar, evitar a toda
costa la disidencia, la discordia, la guerra de castas.
Cuenta Juan Bosch que en 1814 cuando ocurre la pri-
mera batalla de Carabobo, Bolívar hace frente a Ca-
jigal y Ceballos y destroza al ejército realista y creía
tener así, expedito, el camino para echar a los españo-
les de Puerto Cabello, “pacificar el país y organizar la
república”:
“Pero no sería así y no podía ser así; al contra-
rio, cuando vencía al capitán general español en
Carabobo, el Libertador se encontraba al borde
de una derrota que acabaría con las fuerzas repu-
blicanas. Esas tropas y esos generales vencidos en
Carabobo no representaban lo que Bolívar creía;
eran sólo la expresión armada del poderío espa-
ñol, que estaba situado muy lejos y se hallaba en
crisis desde hacía tiempo. El enemigo era otro;
era la guerra social, encarnada en Boves. Boves
había huido hacia los Llanos menos de dos meses
atrás, seguido sólo por un puñado de hombres;
Bolívar lo había visto huir y no podía imaginarse
que cuando él estaba triunfando en Carabobo el
jefe de la guerra social tenía de nuevo a su mando
miles y miles de llaneros.” 3
El ejército realista o primer republicano reclamaba
una guerra convencional, el popular en cambio, se ex-
presaba de forma desconocida, desafiante de las retícu-
las existentes para la época. La conversión de Bolívar
en jefe de montoneras es una disrupción en la historia
(y en el discurso histórico) de los hombres y mujeres
que han hecho (la) Historia. Supo el jefe de la guerra
de los mantuanos que la única forma de ganar la guerra
contra España era atraer a su favor al enemigo de los
mantuanos, porque bien sabía que estos no aborrecían
a España ni a Fernando VII y lo único que pedían (por
sobre la mayoría del pueblo venezolano) era ejercer la
tiranía doméstica. “Parece que la causa de los más en-
copetados criollos –nos recuerda Sant Roz- es quitarles
el oro a los españoles, y tienen la audacia de creer que
esto podrá hacerse sin graves conmociones” 4
Simón
Bolívar iba más lejos que los de su clase, pero el viaje,
la conversión a la que hemos aludido, necesaria para
entender los profundos pormenores de una guerra te-
lúrica, lo condujo lejos de su clase 5
(a las antípodas)
al mismo tiempo que cerca, al corazón de su pueblo,
el pueblo que lo recibió como su Libertador y (por eso
mismo) como a uno de los suyos. Al respecto, comenta
Vivián Trías: “Bolívar no emergió caudillo de los pue-
blos hispanoamericanos de la noche a la mañana. Su
camino a la cúspide, hacia el corazón de criollos pobres,
indios, mestizos, negros esclavos, fue arduo, accidenta-
do, doloroso, heroico”. 6
Aquí vale la pena citar un llamado a pie de página
que hace Miguel Izard, en el que refiere una infor-
mación que el capitán de corbeta británico Stirling
hace al contraalmirante Harvey:
“«Esta alianza [Petión 7 y Bolívar] ha abierto los
ojos del país, acerca de los verdaderos designios de
los líderes insurgentes y cambiado esencialmente
la naturaleza de la contienda. Mandan los mismos
hombres, pero no es ya el mismo partido que, al
principio de la Revolución y prosiguiendo una po-
lítica errónea, levantó el estandarte rebelde. Cuan-
do los insurgentes derribaron la autoridad real, su
partido no mostró ni buen juicio ni espíritu públi-
co; así, cuando en mayo último desembarcaron de
nuevo en la provincia de Cumaná [expedición de
los Cayos] no podían esperar mucho de los blan-
cos, y la necesidad les llevó a unir sus intereses a
los de otras castas que tenían más poder y mayor
1
SANT ROZ, p. 573
2
CARRERA, p. 71 y ss.
3
BOSCH, p. 411
4
SANT ROZ, p. 30
5
Pero al decir de Juan Bosch, Bolívar nunca tuvo fe en el pueblo: “Había nacido, dice, demasiado rico y su inteligencia estaba muy por encima de la de los hom-
bres de su medio, dos cosas que lo mantuvieron siempre a distancia de los demás, y desde luego de las masas”. BOSCH, p. 433
6
TRÍAS, p. 22
7
Político, gobernante, y revolucionario haitiano (1770 – 1818)
6
inclinación a ayudarles. La primera medida que
tomaron fue ofrecer la emancipación y la libertad
a los esclavos si abrazaban su causa, y estos no tar-
daron en acceder a sus deseos. Tal paso aumentó la
fuerza del partido, pero destruyó su respetabilidad
[perdió a los mantuanos pero ganó al pueblo, es
lo que deja ver Stirling 8], y las pocas gentes, que
habían trabajado por principio en favor de la in-
dependencia del país, abandonaban al grupo que
tanto aceleraba su propia ruina. Además de tener
conexiones con Haití, los insurgentes atrajeron así,
con la esperanza de botín, todos los desertores de la
Indias occidentales»” 9
Dice J. M. Restrepo, citado por Sant Roz, que los
llaneros del Casanare y Apure “sólo apreciaban a los
jefes –a Boves, Páez o Bolívar, no al instruido y civi-
lizado Santander, por ejemplo- que tenían un valor y
fuerza corporal superiores a los demás, que domaban
los caballos cerreros, toreaban con destreza, y atrave-
saban a nado los ríos caudalosos”. Bolívar, dice Trías,
“elude a los llaneros en su propio campo mostrando
su maestría en sus propias destrezas. Cabalga como
ninguno. Su bravura es legendaria (…) Corre una ca-
rrera a nado con las manos atadas y salta limpiamente
por encima de un caballo de gran alzada”. 10
Según
Sant Roz, Santander consideraba que Bolívar “tenía
una debilidad insoportable por Caracas y más toda-
vía por los llaneros”, que se expresaba cuando ante
las desobediencias de algunos llaneros “estallaba en
amenazas, pero pronto procuraba el perdón y apelaba
a su influjo en los jueces para atenuar el castigo. La
única excepción fue Piar, pero los llaneros lo mantenía
alucinado…”. 11
. En otro lugar, Sant Roz apunta:
“Viéndose que los pueblos querían al Libertador
más por instinto que por ideología alguna –por en-
cima de la híbrida armazón de los catálogos legis-
lativos- una mayoría de congresistas, para vengarse
de aquel amor, le atacaron con dureza, con lógica
enfermiza, y surgió de esta maldad la especie con la
cual se sostenía que Bolívar estaba contra el orden
constitucional. Esta iba a ser la causa por la cual
se le negó la dictadura, en el momento en que era
una necesidad imperiosa para consolidar el orden y
someter las pasiones. Porque la libertad a la que al-
gunos aspiran, como él lo preveía, llevaba consigo
los elementos de la subversión, de la guerra civil.
Era inaplazable la decisión de instaurar un gobier-
no fuerte” 12
Estar con el pueblo es estar contra el orden consti-
tucional, contra la pluma, contra las letras, y, por ende,
contra la casta de letrados que emporcó (y hurtó) la
expresión popular de la independencia. Ese pueblo
peleó con toda clase de privaciones, en una vasta gue-
rra popular, acaso la única que ha existido con tales
dimensiones, y además, triunfado, conducida por el
genio militar de Bolívar, y llevada de las escaramuzas,
los asaltos y levantamientos hasta la expresión táctica
y estratégica de un ejército irregular (y de irregulares),
enfrentado a un ejército imperial en una guerra conti-
nental. 13
Con frecuencia se escucha que Bolívar y después
Zamora fueron traicionados por los poderes fácticos
que se hicieron del poder luego de incontrovertibles
victorias militares, lo que sin embargo amerita ser ma-
tizado. Si vemos las cosas desde las dos guerras, no
existe traición sino evolución y expresión, acomodo y
componenda, de los intereses económicos y de clase,
que no eran ni los del Bolívar popular ni los de Zamo-
ra. La traición existe cuando los principios se venden
a los intereses, que eran muchos y sórdidos, pero no
cuando los ricos, persiguiendo los suyos, maniobran
para recuperar el poder y gozar de sus ventajas: “San-
tander, dice O’Leary, ha vencido y vencerá siempre
por la simple razón que es un descarado, apoyado por
otros descarados”. 14
Los ricos no pueden naturalmente traicionar a los
pobres, decir eso es poco menos que una ingenuidad.
8
Inciso mío.
9
IZARD, p. 185. “A pesar de su genio político, del que dio pruebas abundantes durante su corta vida, en esos meses finales de 1813 el Libertador era todavía un
mantuano y creía que el poder militar, y sólo él, iba a decidir la lucha en Venezuela. Como mantuano al fin, no paraba mientes en el pueblo”, BOSCH, 405
10
TRÍAS, 27 y 28
11
SANT ROZ, p. 67 y p. 277
12
Ibídem, p. 268
13
Por cierto, sobre el ejército bolivariano que hace la Campaña del Sur, Juan Bosch hace un comentario – refiriéndose a lo mismo Vivían Trías la llama “hipótesis
sugestiva, sagaz, atrayente” que merece nuestra atención, toda vez que coincide con uno del mismo tenor hecho por Henri Guillemin (sobre los hechos de la
Revolución francesa), en su libro ¡Los pobres a callar! , y que citaré a continuación de la del historiador dominicano: “Para Bolívar, la solución estaba no sólo en
libertar a los esclavos y darles tierras: era necesario también sacar de Venezuela a los hombres que habían hecho o podían hacer la guerra social. ¿Cómo? Lleván-
dolos a otros países a combatir por la independencia.” BOSCH, 430. H. Guillemin, por su parte, comenta que tras los sucesos ocurridos en la Francia de 1789, los
propietarios que temían a la anarquía, aplaudieron el plan de Danton de llevar al frente de batalla a los llamados “voluntarios de septiembre”: “Cada voluntario
que se enviaba a un campamento de instrucción cerca de la frontera era un hombre menos en esa masa indigente, tan temida por la gente de bien, esa masa que
desde el 10 de agosto estaba muy excitada y a la que los ricos consideraban capaz de todo”. GUILLEMIN, p. 77 y ss. En el del francés, existe apoyo documental, si se
puede llamar así –el tono de prevención lo da el mismo autor- a una suerte de desliz que sufriera sobre el tema Michelet; en efecto, dice: “A Michelet se le escapa,
sobre Danton y el 2 de septiembre, una palabra (una sola) dictada por la honradez, aunque se abstiene de desarrollarla, algo que haremos en su lugar. Michelet re-
conoce que estas partidas en masas de militantes revolucionarios «aligeraba», la capital. «Aligerar» es un poco flojo. «Despejar», «desalojar», «desatascar» serían
palabras más adecuadas”. Sería interesante husmear en la veta abierta por Bosch –por respeto sobre todo a su memoria-, en busca de algún desliz de este calibre
entre los testigos y cronistas de la época, sólo para contrastarlo con el ideario, los sacrificios, el arrojo y la dedicación que le imprimió Bolívar a su “maldita correría
en el sur” como la calificó Santander, y que le permitió destruir, por encima de todo y contra todos, los últimos restos del imperio español en Sur América.
14
SANT ROZ, p. 393
7
Bolívar y el pueblo no fueron traicionados, simple-
mente las dos guerras siguen aconteciendo, cada una
en sus dos correntías temporales y espaciales distin-
tas. La confusión aparece cuando los actores (de una
guerra o de otra) confunden sus intereses, en algunos
puntos o momentos cruciales. Por ejemplo, cuando
Bolívar, tras un triunfo (que creía) absoluto sobre los
ejércitos realistas, pretendía separar lo político (donde
tenía espacio para expresarse la guerra de los oligar-
cas, recordemos que Santander pro-hombre de leyes
rehuía el combate, literalmente huyendo del campo de
batalla) de lo militar (donde se expresaba su guerra, la
guerra popular, la que reclamaba a su vez otras institu-
ciones, no legadas de Europa), creyendo por ello que
existía o podía existir un orden civil o ciudadano de
gobierno. Eso aparece con claridad cuando declina lo
legislativo en el Congreso de Angostura, constituido
por propietarios y terratenientes, el cual dejó sin efec-
to o simplemente burló y escamoteó sus proclamas
contra la esclavitud. 15
Eso fue y ha sido siempre un error. El pueblo (y
Bolívar como líder del pueblo en armas) ha creído y
creyó, acaso todavía crea, que existe un gobierno civil
(una suerte de “religión civil donde el dios fuera un
código ejemplar de leyes”)16
separado de las dos gue-
rras. No. El “gobierno civil” o “ciudadano” o como
se le llame, tiene expresión cada uno por su cuenta en
las dos guerras. De modo que existiría un gobierno
civil emanente de la guerra del capital (el que hemos
conocido y que se yergue sobre el derecho –absoluti-
zado, universal e injusto- que protege la propiedad de
los propietarios) y un gobierno civil (para Bolívar “el
pueblo que está en el ejército”) que emana de la guerra
por la tierra. Este último gobierno lo ejerció Bolívar
con sabia jurisprudencia, al tiempo que advirtió, con
lucidez pasmosa, que no existe un poder más allá, por
encima de los hombres, por encima de las dos guerras,
la del capital (la guerra de los ricos) y la de la tierra (la
de los pobres):
“Piensan esos señores (los Congresistas) que Co-
lombia está cubierta de lanudos arropados en las
chimeneas de Bogotá, Tunja y Pamplona. No han
echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco,
sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de
Maracaibo, sobre los bogas del Magdalena, sobre
los bandidos de Patía, sobre los indómitos pastusos,
sobre los goajiros de Casanare, y sobre todas las
hordas salvajes del África y de América, que como
gamos recorren las soledades de Colombia” 17
“Estar con el pueblo
es estar contra el orden
constitucional, contra
la pluma, contra las letras,
y, por ende, contra la
casta de letrados que
emporcó (y hurtó) la
expresión popular de la
independencia”
De modo que siempre será un error entregar el
concreto poder a ese abstracto que rápidamente es
controlado, tergiversado y asumido por los –intereses
de los- ricos. Desde la guerra por la tierra, está claro
que no existe un poder civil abstracto, gravitante y por
encima, tal una suerte de topus supraterrenal donde
se dirimirían con excelsa justicia las cuitas de la hu-
manidad. Lo que existe, concretamente, son las dos
guerras, y lo que vemos en el pasado o el presente, es
expresión de ellas. Así las cosas, resulta del todo in-
teresante acometer la historia pasada y reciente según
15
IZARD, p. 65 y ss.
16
Ibídem, p. 24
17
Ibídem, p. 158
8
esta doble visión. Los resultados pueden ser esclarece-
dores. Como ocurre en el caso citado de la guerra so-
cial, Bolívar como líder de la guerra por la tierra, será
para el pueblo “en el fondo oscuro de su mentalidad
y de sus afecciones”18
, el Mayordomo Páez y el Taita
Boves. Ese Bolívar, naturalmente, será proscrito por
su gente, por los mantuanos, por los nuevos ricos, los
viejos y nuevos terratenientes…, por la Historia. Aca-
so duró lo que un relámpago, acaso no tuvo de otra.
Pero, para ganar la guerra necesitaba a los esclavos
liberados, a los campesinos, a los indios, necesitaba la
guerra (la rabia, la sed, la venganza, la claridad de ob-
jetivos fundada sobre una violenta y acumulada con-
ciencia de clases)19
de los pobres, necesitaba hacerla
suya, comandarla, encabezarla, ser su jefe,20
ponerse
por encima de Páez, al que tuvo que enfrentar pese a
todo, y tomar decisiones duras como la de condenar a
muerte a Piar.
Afirman algunos que todo esto lo hizo porque le
temía a la guerra social, al haitianismo y a la rebe-
lión de los pardos, y es plausible, además de que los
documentos y cartas parecen confirmarlo, pero no es
menos cierto que no sólo contuvo la guerra social, la
encauzó al ejército patriota y la convirtió en guerra de
independencia.
Sin olvidar que también predijo las consecuen-
cias de no hacer entrega al ejército libertador del
“fruto de las adquisiciones de su lanza”, y por lo
tanto dejar intactas las causas del conflicto: “Es
de absoluta necesidad, decía, que el Congreso dic-
te algunos medios que hagan esperar al ejército el
cumplimiento de las ofertas que tantas veces se le
ha repetido sobre la ley de su haber. Sería muy pe-
ligroso que por un momento se llegase a dudar del
cumplimiento de aquellas ofertas, en que cada uno
funda sus esperanzas”. 21
Este texto vivaquea en aguas un poco confusas
sobre las indeterminaciones que debieron sacudir el
corazón de Bolívar. El asunto lo amerita porque son
las mismas tribulaciones que hoy sufrimos, en tanto
los conflictos de entonces no han sido resueltos, y son
en verdad constitutivos de los pueblos y la historia que
aquí vivimos.
Es pues, desde esta accidentada perspectiva que
debemos hacer frente a multitud de comentarios como
este hecho por Carlos Walter Porto-Gonçalves, en su
por demás extraordinario libro Territorialidades y lu-
cha por el territorio en América Latina. Dice el geó-
grafo brasileño: “No obstante haber recibido Simón
Bolívar armas de Toussant de L’Overture en su breve
exilio en Haití, así como el consejo para que liberase
a los esclavos, la esclavitud permaneció en los esta-
dos independientes que nacieron bajo su comando”22
.
Dicho así, según Carlos Walter, Bolívar accedió a las
armas y no veló por el cumplimiento de la exigencia,
sino al contrario, la institución de la esclavitud per-
maneció en los “estados independientes que nacieron
bajo su comando”. Evidentemente, quiere desconocer
al menos dos cosas (que Bolívar ordenó la elimina-
ción de la esclavitud y que la Gran Colombia quedó
en manos de leguleyos y asesinos que la destrozaron
y, desfigurada, la volvieron inviable), para que su tesis
sobre la “independencia”23
encaje, y sobre todo, para
que cale la visión de “criollo” y “elite” de Bolívar.
Como lo refiere Roberto López, “la alianza entre rea-
listas y militares opuestos a Bolívar (Páez) fue lo que
permitió que lo que yo he llamado “el partido boliva-
riano” perdiera el poder político luego de conquistada
la Independencia”. La tesis es la conocida –de paso ya
aludida y seguida aquí mismo- de que fueron las éli-
tes criollas las que iniciaron los movimientos de inde-
pendencia económica más no la revolución social que
evidentemente daría al traste con sus riquezas y su as-
cendencia social y racial sobre la mayoría parda de la
población. Lo que hemos venido diciendo es que entre
el primer proyecto de las élites, que a la postre y en
líneas generales triunfaría, cual era el de crear un ré-
gimen económico y social favorable a sus intereses, y,
la resistencia del declinante imperio español a las ape-
tencias de los criollos, se haría visible, con estruendo y
furor la “guerra de colores”, con intereses y reclamos
muy distintos, y que en el caso de Haití la llevaría a
la independencia y, como bien dice Porto-Gonçalves,
a conquistar una “doble emancipación”, mientras que
entre nosotros significaría la insurrección esclavo-
mestiza que, liderada por Boves, produciría, dice:
“efectos devastadores para una clase mantuana que
aspiraba a conquistar la independencia de España
18
VALLENILLA, Ob. cit., pp. 107 y ss.
19
“Las razones militares y políticas que he tenido –decía Bolívar en 1820- para ordenar la leva de los esclavos son muy obvias. Necesitamos de hombres robustos
y fuertes acostumbrados a la inclemencia y a las fatigas, de hombres que abracen la causa y la carrera con entusiasmo, de hombres que vean identificada su causa
con la causa pública, y en quienes el valor de la muerte sea poco menos que el de su vida”, IZARD, p. 64
20
Sobre la división llanera de Páez que ocupaba el bajo Apure, Bolívar escribe en 1817: “Mucha parte de ella es la que nos hizo tan sangrienta guerra bajo las
órdenes de Boves; pero animada por el resentimiento del engaño y la perfidia de los españoles, pelea contra ella con todo el odio de que es capaz el corazón
humano”. IZARD, p. 186. “La caballería de Páez, Urdaneta y Santander comenzó a operar en los Llanos de Apure tal como lo hacía en los días de Boves, si bien no
para hacer la guerra social sino la de independencia; atacaban los puestos españoles y huía a perderse en el fondo de las llanuras; se alimentaba con las reses
muertas a lanzazos, vivía sobre el caballo y era fanáticamente leal a sus jefes”, BOSCH, p. 425 y ss.
21
Ibídem, p. 106
22
PORTO-GONÇALVES, p. 133
23
LÓPEZ, p. 58
9
manteniendo todos los privilegios de los cuales go-
zaba durante el régimen colonial. Luego de 1814,
los mestizos y los negros se convirtieron en actores
sociales de relevancia fundamental, y no podían ser
excluidos de los planes que se proponían conformar
una nueva sociedad en territorio suramericano. El
cambio en la estrategia patriota, formulado por Bo-
lívar en 1815-16, al incorporar a los esclavos, mes-
tizos y blancos de orilla al proyecto independentista
mantuano, fue la consecuencia más contundente de
la insurrección esclavo-mestiza de 1812-1814. Por
esa causa Bolívar, al invadir nuevamente a Vene-
zuela en 1816, decreta la liberación de los esclavos.
El mérito de Bolívar consiste precisamente en ha-
ber logrado atraer para su proyecto independentis-
ta a los sectores sociales mestizos y a los propios
esclavos.”24
Lo que hemos querido decir es que el proyecto de
Bolívar fue la expresión criolla, blanca, mestiza (sería
un abuso –y absurdo- decir “parda” y ¨negra”, con el
temor que él mismo sentía al pardaje y al haitianismo)
pero inconclusa de esa doble emancipación (de la Co-
lonia y de la colonialidad criolla). En esa perspectiva
es, creo, que debemos mirar el proyecto bolivariano
de la Gran Colombia; en la perspectiva de la “doble
emancipación”, lo que sin duda suma un dato más en
la compleja arquitectura del estadista y guerrero, “pa-
dre de pueblos”.
Además, Bolívar efectivamente ordenó la libertad
de los esclavos, pero su orden fue regateada y retacea-
da por los “hombres de leyes” (el “se acata pero no
se cumple”, se cumplió y cumple con obstinación); y,
por otro lado, los estados que Porto-Gonçalves llama
“independientes” lo fueron sólo por las armas, pues
llegado el momento constitucional (Bolívar, el “ciu-
dadano imposible” veía claramente la división, y su
gesto de abandonar las armas para cederle su lugar
a las Asambleas marcaba el “antes” perentorio de la
guerra con el “después” y para siempre de las leyes)
las élites rescindieron las luchas por la “independen-
cia” y se entregaron de distinta manera a intereses ex-
tranjeros y en definitiva oligárquicos, que agazapados
y haciendo su juego entre el terror y el exilio durante
los veinte años de guerra fratricida, retrotrayeron la si-
tuación social al momento pre-revolucionario, lo que
condujo entre otras cosas a la Guerra Federal. Desde la
óptica de Carlos Walter, Bolívar no sería traicionado y
abandonado en sus ideales, en su proyecto inacabado
e imposible de nación, sino que era sin claudicación,
sin batalla interior, uno más de la élite criolla, abande-
rado como el que más del proyecto de Estado-nación
moderno colonial.
Para que la tesis de Carlos Walter funcione, digo
en el caso específico de Bolívar y su proyecto de na-
ción, tiene que olvidar en la continuidad histórica que
va de Westfalia (1648) a los Estado-Nación nacidos
tras las “guerras de independencia” (1830), el Congre-
so Anfictiónico de Panamá (1826). “Cuando, después
de cien siglos, dijo Bolívar en 1824, la posteridad bus-
que el origen de nuestro derecho público y recuerde
los pactos que consolidaron su destino, registrarán con
respeto los protocolos del Istmo. En él encontrarán el
plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha
de nuestras relaciones con el universo.” Como sabe-
mos de sobra, los letrados que heredaron y por todos
los medios mantuvieron y sentaron las bases para la
perpetuación de la composición socio-económica de
la colonia no buscaron sino que pisotearon el origen
de “nuestro derecho público” en aquel Congreso y
en cambio, asumieron como bien lo apunta Porto-
Gonçalves, el Derecho Romano “asentado en la pro-
piedad privada y, con él, la idea de área mutuamente
excluyente, que será la base de la idea de territorio
que prevalecerá en el mundo moderno-colonial. Así
otras conformaciones territoriales no mutuamente ex-
cluyentes son dejadas de lado y su estudio podrá traer
importantes contribuciones para superar los proble-
mas contemporáneos”. (25) La omisión del Congreso
Anfictiónico por parte de Carlos Walter nos permite
afirmar que “hizo a un lado” una “conformación te-
rritorial no mutuamente excluyente”, y cuyo estudio,
seguramente “podrá traer importantes contribuciones
para superar los problemas contemporáneos”. Como
dicen los juristas, existe jurisprudencia en torno a ese
otro mundo posible. Dice Ramón Sisti 26
:
«El sueño de Bolívar, de lograr la unidad de Amé-
rica Meridional sobre la base de una liga política
y militar integrada por plenipotenciarios de cada
Estado, se plasmó en el Congreso Anfictiónico de
Panamá de 1826 donde se firmó el Tratado de
Amistad, Liga y Confederación Perpetua en paz y
en guerra entre las repúblicas concurrentes, fraca-
sando al poco tiempo. Para que América del Sur se
concrete como entidad civilizatoria, la integración
es condición esencial. Se trata de construir un nue-
vo imaginario latinoamericano que haga viable y
útil el concepto de soberanía ampliada fundamen-
tado en una auténtica integración regional, que es
aquella que realiza, completa y respeta la voluntad
autonómica y el deseo de libertad de los pueblos,
donde por acción de la solidaridad y la justicia,
antes que por la guerra o la conveniencia circuns-
tancial, se configure la “región común, la comuni-
dad de destino y no sólo de origen; la soberanía
regional, en fin”». 27
24
LÓPEZ, pp. 47 y 48 (Las cursivas son mías)
25
PORTO-GONÇALVES, p. 160 (El subrayado es mío)
10
En fin, la historia no se escribe con improbables,
no obstante la escritura de este texto quiere rodear el
momento de indeterminación en el que Bolívar se des-
conoce de entre los suyos y asoma su ímpetu y su cuer-
po en-entre los pardos y esclavos, para vislumbrar una
nación que no tendría entonces posibilidad histórica.
Esa nación imposible toca sí, la plurinacionalidad y,
por ende, la pluriterritorialidad de la que habla Porto-
Gonçalves. No quiero decir que Bolívar comprendía
–al menos como hoy intentamos comprenderlo- esta
situación inédita, ni que su a-salto a la concreta cons-
titucionalidad arrojaría en el siglo XIX un proyecto de
nación pluri-territorial; pero la magnitud de la tragedia
que arrasó su alma acaso en mucho esté fundada en
la honda conciencia de que los poderes de la nación
oligárquica que veía llegada su hora tras los esfuerzos
de su espada, aplastarían la expresión que él palpó en/
entre los pueblos que lo acompañaron en la gesta por
la independencia de la inmensa nación que conoció
palmo a palmo como nadie nunca jamás la ha vuelto
a conocer, la que recorrió una y otra vez guerreando,
impulsado y sostenido por una idea febril, la magna
locura de cargar sobre sus hombros prácticamente
abandonado a su propia suerte, desconocido e incom-
prendido, la libertad e independencia de un territorio
abrupto, difícil, exuberante, diverso hasta el punto que
pocos cuerpos podrían resistir sin reventar (el suyo ce-
dió a la edad de 47 años tras innúmeras fatigas) el en-
diablado trajín de atravesarlo una y otra vez en pos de
una quimera. Valga recordar aquí lo referido por Joa-
quín Mosquera, en 1824, antes de la nueva campaña
andina y antes de Junín, cuando lo visita en Pativilca,
“a tres jornadas de Lima”:
“Tan flaco y exhausto que me causó su aspecto acer-
ba pena. Sentado en su pobre silla, recostado en la
pared de un reducido huerto, la cabeza envuelta en
un pañuelo blanco, sus piernas descarnadas al pun-
to que sus rodillas filosas –como punta de espadas-
hieren el Grin de sus pantalones; en su voz hueca y
débil, su semblante cadavérico”
Mosquera, dice Trías, estuvo a punto de llorar.
Y (en torno) a aquel desvalido, la traición, el aisla-
miento, las fuerzas fernandinas ansiosas por destruirlo
para siempre. Con el corazón oprimido temiendo la
ruina de nuestro ejército, le pregunté: “¿Y qué piensa
usted hacer ahora?” Entonces, avivando sus ojos hue-
cos, y con tono decidido me contestó: “¡Triunfar!” 28
El país que conoció Bolívar, era del todo diferente
al delineado quisquillosamente desde los escritorios
de los letrados, capitalinos y estructurados a la lógica
económica internacional, impuesta por los imperios,
español primero; inglés y estadounidense, después. La
legislación de Bolívar, su forma de poner orden, estu-
vo apegada a las condiciones y condicionantes de la
tierra, a sus gentes y costumbres, serían leyes las suyas
–si eso cabe- territorializadas. “Su fértil pensamiento
–como dice Trías- aporta soluciones fundamentales”:
«Antecedente significativo es el decreto de enero de
1814, en que declara que toda propiedad pertenece
al Estado. Luego distribuirá bienes y tierras con-
fiscados a los enemigos entre oficiales y soldados.
Hito clave de su nueva concepción es el decreto que
libera a los esclavos. Es mucho más que el cumpli-
miento del digno compromiso con Alejandro Petión:
es la fundación de la igualdad de los “colores”. (El
reconocimiento de) “la institución del cacique”, in-
termediario entre amo y siervos, torna obligatorio
el pago de los jornales en dinero, prohíbe los pre-
cios desorbitados en las pulperías, termina con todo
tipo de trabajos obligatorios como séptimas, mitas y
pengueaje. Por sendos decretos firmados en Trujillo
y Cuzco, entrega a los indios la tierra que trabajan.
Las de la comunidad deben distribuirse entre los
que no poseen tierras y estas no pueden enajenarse.
Deroga el resistido “tributo real”
No en vano, en Pucará, el párroco indio lo recibe
rodeado de sus feligreses, indígenas también, y pro-
clama en medio de la placita humilde: “Después de
tres siglos de expiación (Dios) tuvo piedad de Améri-
ca y os ha traído a vos”» 29
Sobre la forma de gobernar de los pobres (que han
triunfado militarmente sobre el ejército de los ricos y
que apenas cabe –dicha siempre desde la perspectiva de
los ricos y en forma peyorativa- en la fórmula “gobierno
fuerte”) nos tiene mucho que enseñar ese Bolívar. “Yo
por servir a la patria debiera destruir el magnífico edifi-
cio de las leyes y el romance ideal de nuestra utopía…
El mal será irremediable pero no será nuestro, será de
los principios, será de los legisladores, será de los filó-
sofos, será de los pueblos mismos, no será de nuestras
espadas”. Más cáusticamente, dice: “Los intrigantes
han destruido la patria del heroísmo y tan sólo nosotros
sufriremos, porque hemos estado a la cabeza de estos
execrables tontos”30
. “Estos señores (se refiere Bolívar
a los congresistas en la carta dirigida a Santander ya
citada) piensan que la voluntad del pueblo es la opinión
de ellos, sin saber que en Colombia el pueblo está en el
ejército, porque ha conquistado el pueblo de mano de
los tiranos, porque además es el pueblo que quiere, el
pueblo que obra y el pueblo que puede. Todo lo demás
26
Ramón Sisti es Licenciado en Ciencias Políticas (UNR) y Profesor de Ecología y Geopolítica de los Alimentos y de Geografía Económica del Mercosur en la
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano.
27
SISTI, p. 64
28
TRÍAS, p. 34
29
TRÍAS, pp. 26 y 27
30
Carta de Bolívar citada por VALLENILLA, p. 167
11
es gente que vegeta, con más o menos malignidad, o
con más o menos patriotismo: pero todos sin ningún
derecho a ser otra cosa que ciudadanos pasivos. Esta
política que no es ciertamente la de Rousseau, al fin
será necesario desenvolverla para que no nos vuelvan
a perder esos señores…”)31
No obstante nos perdieron,
y lo harán siempre que sigamos creyendo que existe un
edificio de leyes impoluto, que se yergue sobre nuestras
cabezas, repartiendo justicia a diestra y siniestra. El go-
bierno y sus leyes emanan de las guerras, de la econó-
mica (burguesa y liberal) y de la guerra del pueblo por
la tierra, por la vida y la dignidad.
No existe, pues, un poder civil de gobierno por
encima de la expresión de las dos guerras que hemos
esquematizado aquí. Ese imposible gobierno civil se-
ría abstracto, sería irreal, no obstante sobre su irreali-
dad, el poder discrecional, injusto, acomodado a los
intereses de los ricos, expresado en las armas, en la
violencia, en el ejercicio indiscriminado de la muerte,
se constituye como poder y de hecho (de facto) go-
bierna. Eso es lo que hemos conocido, y sobre lo que
la Historia trata y versa. Toda la maquinaria ideológica
está dirigida a representar-nos ese poder, como un pro-
ducto de la sapiencia humana, fruto de la civilización.
En nuestra historia, acaso haya sido con Bolívar
cuando logró existir el gobierno “civil” emanente de
la guerra por la tierra, breve y arrasado por los legule-
yismos de aviesos congresos animados por el ladino y
sibilino Santander. Pero ¿puede madurar la “sociedad
guerrera”, hacerse cotidianidad, y no mera urgencia?
Bolívar requería, al decir de Vallenilla Lanz, “unida-
des iguales dirigidas por un jefe único, y no organis-
mos independientes pudiendo marchar por sí solos, ni
asambleas deliberantes que no hacían sino entorpecer
las operaciones militares con discurso y triquiñuelas
de leguleyos”32
. ¿Es esa la forma que debe adoptar ne-
cesariamente el gobierno del pueblo? Si es así, ¿cuán-
to puede durar? Para preguntarlo con Vivián Trías:
“¿Puede el caudillo crear historia?”33
Bolívar creyó saber cuándo era el momento de de-
jar las armas para dar paso a las Asambleas. “¡Pero
ya respiro devolviéndoos esta autoridad, que con tanto
riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en me-
dio de las tribulaciones más horrorosas que pueden
afligir a un cuerpo social!”, decía el 15 de febrero de
1819 en la oración inicial del Congreso de Angostura,
“fuente de la autoridad legítima, depósito de la volun-
tad soberana y árbitro del destino de la Nación”34
. A
su gesto se le ha llamado civilista, y me temo que no
dudan en elogiarlo los que ven en las leyes (áureas,
aéreas) el remedio de todos los males, los que como
Úslar, antepusieron a los Zamora, los Bello35
. Siempre
fue un error, y así lo dejó ver con encono. Sus palabras
duras, como algunas de las que ya hemos citado aquí,
lo malquistaron frente a los dúctiles prohombres de
letras. Finalmente, esas “débiles fuerzas” a las que se
refería en el discurso de Angostura, iban a llegar 11
años después:
“Yo creo todo perdido para siempre –decía a un
mes antes de su muerte-, y la patria y mis amigos su-
mergidos en un piélago de calamidades. Si no hubiera
más que un sacrificio que hacer y este fuera el de mi
vida, o el de mi felicidad, o el de mi honor… créa-
me Ud., no titubeara. Pero estoy convencido de que
este sacrificio sería inútil, porque nada puede un pobre
hombre contra un mundo entero, y porque soy incapaz
de hacer la felicidad de un país, me deniego a man-
darlo. Hay más aún: los tiranos de mi país me lo han
quitado, y yo estoy proscrito, así yo no tengo patria a
quien hacer el sacrificio”. 36
Vendrá la Guerra Federal, la continuidad del con-
flicto que había anunciado, y sobre las cenizas de un
país devastado, no serán los esclavos ni lo ex escla-
vos, ni los pardos ni los campesinos, lo que lleguen al
poder, sino los Constitucionalistas, la nueva burgue-
sía en ascenso, cuyo pensamiento producirá “el único
cuerpo de doctrina capaz de darle a la clase dominante
coherencia, unidad, objetivos precisos y, sobre todo,
capaz de estimularla en su lucha por el control abso-
luto del poder y por la conformación de la sociedad,
dentro de una nueva concepción, la llamada concep-
ción modernizadora”.37
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31
SANT ROZ, Ibídem, p. 158
32
VALLENILLA, p. 157
33
TRÍAS, p. 47
34
BOLÍVAR, p. 60
35
ÚSLAR, en “Los héroes civiles”, p. 1307
36
SANT ROZ, p. 515
37
CARRERA, p. 102
12
Aún hoy, tras varios años de comprobada efi-
cacia, la vacuna cubana contra la meningitis
B sigue siendo ignorada por países industrializados,
mucha de cuya literatura médica declara inexistente la
inmunización contra ese serotipo.
“Hay muchas barreras regulatorias, obstáculos que
imponen a veces las propias transnacionales”, dijo a
IPS la científica cubana Concepción Campa, que en-
cabezó el grupo de investigadores que en los años 80
descubrió y desarrolló la vacuna salvadora de millo-
nes de niñas y niños.
VA-MENGOC- BC es la única vacuna disponible
en el mundo contra la enfermedad causada por el me-
ningococo B y está incluida desde 1991 en el esque-
ma nacional de inmunización infantil de Cuba. Desde
entonces, la meningitis no es un problema de salud
pública en esta isla.
“También se ha usado con éxito en otros países
de América Latina, como Brasil, Argentina, Uruguay,
Colombia y algunos centroamericanos. La vacuna es
indiscutiblemente más aceptada que en sus inicios,
pero sigue sin entrar en Europa”, explicó Campa, pre-
sidenta-directora general del Instituto Finlay.
La mitad del personal del Finlay son mujeres. Sus
ofertas de investigación, desarrollo y producción de
vacunas y sueros incluyen también protección contra
la meningitis A y C, la leptospirosis, la difteria, le téta-
nos, la fiebre tifoidea y la tos ferina.
IPS: Busqué al azar en Internet y encontré literatura
médica de Europa que dice que no existe una vacuna
contra la meningitis tipo B, cuando ustedes la tienen
desde principios de los 90. ¿Cómo es posible?
CONCEPCIÓN CAMPA: Esa vacuna debe compe-
tir con (laboratorios) transnacionales que tienen pro-
gramas de mercadeo muy costosos y son elaborados
con mucha inteligencia empresarial.
Hemos conversado con algunas compañías, pero
desde el inicio nos aclaran: “somos una firma lucrativa
y nuestra principal razón son los porcentajes de ganan-
cia. Por supuesto, además trabajamos para la salud”.
Para nosotros ese principio supone una desventa-
ja. Trabajamos ante todo en bien de la salud humana,
no para lucrar, y no disponemos de los volúmenes de
dinero que hacen falta para el mercadeo y la informa-
ción a la población. La antimeningocócica B ha sufri-
do bastante en este tema.
IPS: Pero Cuba necesita aumentar sus ingresos fi-
nancieros y la biotecnología es una vía para ello.
CC: De acuerdo, solo que nuestras ganancias nun-
ca serán equiparables a las obtenidas por las transna-
cionales. No es que estemos en pérdida, no podríamos,
pues necesitamos investigar y desarrollar nuevos pro-
ductos. Pero no es comparable el lucro de las transna-
cionales con las utilidades que obtenemos nosotros.
IPS: Cuba ha optado en el campo de la biotecnolo-
gía por trabajar de manera conjunta con terceros paí-
ses. ¿Es así también en el caso del Instituto Finlay?
CC: El primer convenio surgió con Brasil y jus-
tamente a partir de la antimeningocócica B, allá por
1990 o 1991. Necesitaban volúmenes enormes de esa
vacuna y nosotros teníamos capacidad para los princi-
pios activos, pero no para el proceso industrial final de
llenado y envase.
Nos asociamos para enviarles el preparado en bote-
llones, lo que abarataba el costo de la vacuna para ellos y
a nosotros se nos facilitaba el proceso industrial. Así na-
ció una colaboración que con Brasil ha sido muy fuerte.
Obra pictórica: Un Momento Para María.
Pintora: Patricia Del S. Tafur. Medio: Pastel Oleo. Año: 1993
13
IPS: Un buen antecedente para la asociación entre
el Instituto Finlay y el gubernamental Instituto de Tec-
nología en Inmunobiológicos, Bio-Manguinhos, de
Brasil, a fin de producir vacunas destinadas al llamado
cinturón de la meningitis en África…
CC: Así es. En 2006 recibimos la solicitud de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) para produ-
cir la antimeningocócica A-C que se necesitaba para
encarar brotes epidémicos en África. Nos asociamos
y pasamos juntos la calificación de la OMS. Es una
colaboración Sur- Sur que marcha muy bien.
Construimos una planta totalmente con inversión
cubana para fabricar esa vacuna, que inauguramos en
diciembre de 2008. Ahora estamos trabajando ade-
más la antimeningocócica W-135, una de las que está
impactando más en África. También responde a una
emergencia planteada por la OMS.
Según el acuerdo, Cuba vende a Brasil el principio
activo de la vacuna. La nación sudamericana lleva a
cabo el final del proceso, que incluye llenado, liofiliza-
ción (desecación al vacío y a muy bajas temperaturas),
envasado, etiquetado y controles de calidad, para lue-
go vender a los organismos internacionales o directa-
mente a países africanos.
IPS: ¿Con qué otros países existen convenios de
colaboración?
CC: Tenemos proyectos de investigación con Ma-
lasia y algunos países de Europa, como Gran Bretaña,
Suecia, Suiza e Italia. En América Latina, con Chile,
México, Argentina, con el mismo Brasil, en investi-
gaciones básicas. En producción, la colaboración más
fuerte siempre ha sido con el gigante sudamericano.
Hay otros intentos. Conversaciones y procesos de
negociación para producciones cooperadas con Viet-
nam, India, Egipto y China, entre otros países. Tam-
bién hemos intentado esta colaboración con Sudáfrica.
El primer paso sería la producción y después la trans-
ferencia de tecnología.
IPS ¿Cuál es el secreto para desarrollar una indus-
tria tan compleja en condiciones de país en desarro-
llo?
CC: Cuba cuenta con varias fortalezas de trabajo.
La primera es la prioridad concedida por el Estado,
que hizo inversiones millonarias para tener la indus-
tria que hoy tenemos. La segunda radica en sus recur-
sos humanos, resultado de un proceso revolucionario
que elevó la educación a un primer lugar.
Otra fortaleza es la colaboración entre todos los
centros de investigación. Nosotros no competimos,
nos ayudamos. Ahora mismo, la vacuna contra el neu-
mococo la estamos haciendo entre dos instituciones
científicas. Cada una tiene su independencia económi-
ca y organizativa, pero en el trabajo somos de verdad
una familia que se quiere y se entiende.
IPS: ¿La vacuna contra el neumococo es ya una
realidad?
CC: La estamos trabajando en colaboración con el
Centro de Química Biomolecular porque el neumo-
coco se ha convertido en una de las primeras causas
de enfermedades infecciosas, no solo en los niños de
Cuba, sino en otras partes del mundo. Es una vacuna
que ya existe, pero falta adecuarla en su composición,
eficacia y precio. Está bastante avanzada y aspiramos
a hacer los primeros ensayos clínicos próximamente.
Esta bacteria ocasiona neumonía, meningitis y oti-
tis. Es una vacuna de siete valencias o sea que protege
contra los siete tipos de neumococo más comunes en
Cuba y América Latina. Cada desarrollo nuestro parte
de una necesidad de salud de éste o de otros países
del Sur.
IPS: ¿Qué otros proyectos ocupan a su institu-
ción?
CC: El desarrollo más inmediato es el de la antime-
ningocócica W-135, que ya está casi terminada y los
ensayos clínicos se harán en enero próximo. Cuando
se trata de un producto que ya está en el mercado, las
regulaciones permiten demostrar que es igual o supe-
rior a los que ya existen. (FIN/2010)
(Con información de IPS)
Foto. Prensa Latina
14
Galería Nuestramérica
Para el número No. 5 de Nuestra América, y
como una propuesta de innovación editorial,
hemos creado la Galería Nuestra América, ésta como
un espacio que permitirá el ejercicio de nuevas for-
mas de lectura, desde la interpretación de imágenes y
obras de artistas visuales y plásticos: Pintores, dibu-
jantes, escultores, grabadores, fotógrafos, cineastas
y de medios mixtos. De igual manera, la propuesta de
crear dentro de la revista, un espacio de Galería con
su mismo nombre, tiene como propósito, promover y
resaltar la creación artística de las diferentes manifes-
taciones de nuestros creadores; no limitándonos a la
exposición o presentación de lo estrictamente escrito.
En ésta ocasión hemos invitado a la pintora y
dibujante Patricia Del Socorro Tafur Perdomo. Sus
obras ilustran tanto la portada como algunos de los
artículos que se han seleccionado para éste número.
Para una mayor información sobre la vida y la
obra de nuestra artista invitada, a continuación re-
producimos la entrevista y articulo más reciente, rea-
lizados para las revistas culturales: La Jeta y Suenan
Timbres: éstos, con motivo de una de las últimas ex-
posiciones que la pintora realizó en Bogotá, en el año
2009, y con la ampliación de la información por parte
de la misma entrevistada.
Acercamiento a la obra de
PATRICIA TAFUR PERDOMO
“La creación artística es la expresión más elevada
del pensamiento”. De Estanislao Zuleta, retomando
las reflexiones sobre estética de Carlos Marx.
“La verdadera creación artística, es expresión
del trabajo altamente desarrollado, y dentro de
una concepción científica, humanista y ecologis-
ta del Arte Popular; es la coherencia entre el traba-
jo intelectual y la praxis del creador”. De la autora.
Para un mejor acercamiento a la obra pictórica de
Patricia Tafur Perdomo: como artista, como mujer y
como gestora cultural, hablaremos primero de su ori-
gen. Nacida en el Huila, es hija del escritor huilense
Humberto Tafur Charry, (autor de varias novelas y li-
bros de cuentos, quien en vida fuera un reconocido
luchador social, y miembro honorario de la Academia
Hispanoamericana de Letras). Cursó estudios de Li-
cenciatura en Artes Visuales en la Universidad Surco-
lombia en Neiva, Huila.
Cuenta con una disciplina personal de investiga-
ción y de taller, además de una formación humanista
e interdisciplinaria, que le han permitido desarrollar
su propia propuesta plástica y cultual. Su compromiso
es ante todo, con la construcción de una nueva cultura,
y en ese sentido, nos dice que ella es consciente del
papel ideologizante de la educación y de las distin-
tas manifestaciones de la cultura en la sociedad Ca-
pitalista, entre ellas: el arte institucional, la religión,
la familia, la política y el derecho, y los distintos
medios de comunicación; que con la aparición de la
propiedad privada, se han constituido en instrumentos
que garantizan la permanencia de los distintos modos
de explotación, y la permanencia del actual modelo
de producción capitalista, que hoy desde la constante
depredación de la naturaleza y del mismo ser huma-
no, nos tienen al borde de la destrucción del planeta.
Nos dice además, que “desde la observación de
los fenómenos dialécticos de la cultura, es necesario
hacer aportes a la construcción de un proceso de con-
tracultura, y que es conciente del papel transformador
que en este sentido como artista, debe asumir en la
15
brega diaria por contribuir a gestar una sociedad mas
humana, y realmente constructora de una ética para la
defensa de la vida”.
Desde esta visión, y desde una propuesta plástica
realista, expresionista y a veces surrealista, la obra de
Tafur, es una reflexión crítica del momento actual, que
denuncia las políticas guerreristas del Estado Colom-
biano y del imperio norteamericano; como también la
exclusión social, en su gesto de solidaridad con los
humillados y desposeidos de la tierra.
Ella afirma que… “Es mi homenaje a los ver-
daderos gestores de la nueva cultura: los indígenas,
los maestros pensantes, los trabajadores, los des-
empleados, los desplazados, las mujeres, los estu-
diantes, los campesinos, e intelectuales concientes,
que hoy, ante las políticas más deshumanizadas y
sangrientas de la historia; siguen luchando por su-
perar la miseria, la ignorancia y la descomposición
en que nos ha sumergido la clase dominante, el im-
perio norteamericano y los imperios del mundo”.
Sus obras, también abordan el tema de la mujer, desde
diferentes reflexiones sobre los distintos papeles que
ésta viene asumiendo dentro de nuestra contradictoria
y actual cultura. “Mi obra es un testimonio de la indí-
gena, de la madre desplazada, la mujer discriminada
por su condición étnica, su condición misma de mujer
y de clase; pero es igualmente el testimonio de una
mujer que lucha contra el sistema y contra todas las
limitaciones que éste le impone”.
 
Patricia, ha realizado más de, 40 exposiciones de
pintura, entre individuales y colectivas, dentro y fue-
ra de Colombia. Actualmente realiza su exposición
“CAMINOS DEL PACANDE”.( Pacandè: termino
del Pijao, que significa La Montaña del Alba). Esta
exposición se realiza por invitación de la profesora y
directora de la Fundación Saucy, Amanda Rincón, y
cuenta con 20 obras, en diferentes medios: en acrílico
sobre lienzo y MDF, en tinta sobre papel, en óleo so-
bre lienzo, en Pastel y carboncillos sobre papel, y en
pastel sobre papel.
Entre las obras de ésta exposición se cuentan las
siguientes: “A nuestra América”, “Mujer que pien-
sa”,  “La maestra de Lagunillas”, Desplazados No.1”,
“La mujer del bus”, “La señora de vargas”, “Mujer
que florece”, “Maternidad desplazada”, “Dialéctica de
la vida”, “Los que se van”, “Presencia de Pata sola”,
“Mi Mamá me mima”, “Mujer Cósmica”, “Cosecha
de Girasoles, “Sala de profesores”, “El estudiante” y
“especie…”, “Trono para un sueño”, “Pedrito el Tam-
borilero”, entre cerca 500 obras realizadas para 43 ex-
posiciones e ilustraciones en medios escritos.
Entre los medios escritos que han publicitado su
obra y sus exposiciones, además de los ya menciona-
dos, se encuentran: la revista Le Monde Diplomati-
que, el diario El Tiempo, el diario Venezolano Pico
Bolìvar, la revista Región y Cultura de la Universidad
Surcolombiana. La revista del instituto de cultura La
Pizarra Del Arte, la revista de Autores Colombianos,
el diario Anaconda del Amazonas, el diario Vanguar-
dia de Bucaramanga, el diario del Huila , el diario La
Nación, entre otros.
PATRICIA TAFUR
PERDOMOCorreo Electronico:
patriciatafur22@gmail.com
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¡PROCLAMA!Por la Nueva Independencia
Marcha Patriótica
Colombia / 20 de julio de 2010
¡PROCLAMA!Por la Nueva Independencia
Marcha Patriótica
Colombia / 20 de julio de 2010
Hace 200 años miles de patriotas se alzaron contra el
yugo colonial en busca de independencia y soberanía.
Las amplias masas de la patria se rebelaron contra el imperio,
tomaron las armas y expulsaron a los invasores, al tiempo que
luchaban por conquistar mejores condiciones de existencia. La
independencia para el pueblo no era un grito o una formalidad
sino que estaba vinculada a sus necesidades más sentidas. Inde-
pendencia era libertad, tierra, pan, igualdad y dignidad.
Las masas de nuestro pueblo que ganaron la independencia
en el campo de batalla y en la conciencia de sus contemporá-
neos, fueron traicionados por las oligarquías truncando el sueño
de patria del Libertador, dejando inconclusa una gesta que hoy
la historia nos llama a proseguir. Los agravios y vejámenes de la
colonia española solo fueron modificados en su forma y nuevos
dueños ocuparon el lugar de los chapetones. Doscientos años de
vida republicana, han sido convertido por las élites colombianas
en doscientos años más de dependencia y subyugación.
Agravios y dependencia. Con el despojo de la tierra nos han
arrebatado la vida y la tranquilidad. Con la usurpación del poder,
vino la usurpación de la tierra; en menos de 30 años la población
campesina se redujo del 61% al 27%, producto de la contra-
reforma agraria más reaccionaria del continente hecha a sangre
y fuego. La guerra de los terratenientes ha llevado al 82.6 % de
la población del campo a estar por debajo de la línea de pobre-
za y ha generado más de 4.600.000 personas desplazadas por
la guerra, en el deshonroso segundo lugar a nivel mundial. Se-
gún el censo del 2005, hecho con el mismo aparataje estatal, se
estableció que el país cuenta con 42.888.592 habitantes, de los
cuales 30 millones están en condiciones de pobreza y de estos 12
millones de personas están en la miseria. Tras esta cifra, que de
por si es denigrante, se oculta nuestra postración al gran capital
transnacional y su interés sobre nuestra patria: explotación de
los recursos naturales, latifundio, agro combustibles, la usura de
los bancos y los mega-proyectos multinacionales ligados todos
al financiamiento y estructuración de la violencia paramilitar.
Agravios y dependencia. En nuestra amada Colombia, los
expertos han calculado un déficit de más de 2.500.000 vivien-
das y cerca de 2.800.000 no tienen instalado el paquete de los
servicios domiciliarios básicos; 5.000 niños mueren cada año
por desnutrición y 2.600 niños mueren como consecuencia de
la escasez y mala calidad del agua; 12 de cada 100 niños en las
ciudades están desnutridos, 17 de cada 100 en las zonas rurales
y 12 millones de personas no cuentan con agua potable a través
de servicios de acueducto.
Agravios y dependencia. En nuestro país 2.4 billones de
pesos del presupuesto nacional anual, en vez de invertirse en
la educación y en la salud se utilizan para servicio y pago de
la deuda pública, destinados a atender el cumplimiento de las
obligaciones correspondientes al pago de capital, los intere-
ses, las comisiones, los imprevistos y los gastos de contrata-
ción originados en operaciones de crédito público; los aportes
de los colombianos más pobres se van a pagar la deuda a la
Banca Mundial y los especuladores criollos, una deuda paga-
da una mil veces con el sudor y la sangre de nuestro pueblo.
Más y más agravios envueltos en mentiras, como que la pro-
tección de varios millones de empleos depende de la rebaja del
salario de los trabajadores, miserable argumento con el que jus-
tifican los exabruptos de las lesivas reformas laborales, que han
reducido las garantías de dignidad para los trabajadores y han
fomentado las condiciones indignas en que se desenvuelve el
pueblo colombiano en general, mientras aumentan los impues-
tos que se pagan en los artículos de la canasta básica; la Ley
100 que reglamenta la salud y la llamada emergencia social, ha
arrojado a los trabajadores al cotidiano y trivializado crimen de
Estado, llamado “paseo de la muerte”, que es la calamitosa si-
17
tuación de centenares de pacientes que mueren en las puertas de
los hospitales, después de haber hecho un largo recorrido sin que
los atendieran.
200 años de agravios y dependencia tristemente coronados
con la entrega del suelo patrio para la operación militar norte-
americana mediante siete bases, miles de asesores y millones de
dólares gastados en la industria bélica gringa. Soberanía hipote-
cada a la potencia extranjera como expresión nítida de la recon-
quista por intereses antinacionales de los principales recursos de
nuestro país. Las 7 bases son solo el cerrojo del botín de oro del
que las multinacionales se han apropiado con la complacencia
plena de nuestros gobiernos.
No más agravios. La solución no puede ser la guerra o la
profundización del conflicto armado para aplastar la inconfor-
midad popular; en los últimos 5 años se han gastado más de
16 mil millones de dólares en el Plan Colombia y se ha des-
tinado cada año más de 21 billones de pesos para la guerra,
sin alcanzar el propósito de derrotar la insurgencia y desarti-
cular la movilización popular, por el contrario, el conflicto,
sus causas y consecuencias, se han profundizado al punto de
llegar a un estado de emergencia humanitaria. Más de 2000
“falsos Positivos” execrables delitos estatales de lesa humani-
dad, 30.000 desaparecidos entre 2007 y 2009 según datos de
medicina legal, detenciones arbitrarias por centenares y la apa-
rición consuetudinaria de fosas comunes y hornos crematorios
que esconden la nefasta verdad de la seguridad democrática.
Para superar estos agravios y otros que vive a diario toda la po-
blación colombiana; los convocados y partícipes de ésta marcha
conmemorativa del bicentenario de la gesta libertadora pro-
ponemos: UNA NUEVA Y PLENA INDEPENDENCIA. Hoy
como hace 200 años el continente se estremece, y los pueblos
de América han desenvainado las espadas de los libertadores y
retomado el camino para la consumación total de la independen-
cia. El pueblo colombiano reunido en su CABILDO ABIERTO
NACIONAL, retoma el grito de los patriotas del siglo XIX y de
los revolucionarios del siglo XX y proclamamos nuestra Nue-
va Independencia, en cuya gesta venimos trabajando ya desde
mucho tiempo atrás los procesos organizativos y movimientos
sociales aquí reunidos.
Como instrumento político necesario para esta nueva lucha
independentista convocamos a todo el pueblo colombiano a con-
formar un Cabildo Abierto Nacional y Permanente, que sea el
espacio de encuentro de la diversidad cultural de la nación, de
las múltiples realidades regionales y de los anhelos de paz con
justicia social de nuestra patria. La mejor vía para la solución a
los problemas que aquejan al país es la organización que reúna
al pueblo, supere la dispersión e invoque el espíritu libertador
continuador de la primera independencia.
Invocamos con la fuerza bicentenaria, a reunirnos en Ca-
bildo Abierto Nacional y Permanente hasta alcanzar el disfrute
pleno de nuestros derechos y hasta ver superados por completo
los oprobiosos agravios desatados con fuerza contra el pueblo
colombiano. El llamado es a organizarnos en Cabildo Abierto
hasta lograr un nuevo poder que elimine por completo la co-
rrupción política, el clientelismo, la entrega de los recursos na-
turales, recupere la soberanía y logre la paz, comprometiéndose
a ser verdadero representante del anhelo de todas y todos los
colombianos.
No esperemos nada del poder establecido. Invocamos a los
ciudadanos y ciudadanas a buscar a través del Cabildo Abierto
Nacional y Permanente, el respeto de la soberanía nacional, la
redistribución de la riqueza, la verdad, la justicia y la reparación
para las víctimas del desplazamiento forzado, las desaparicio-
nes, las detenciones arbitrarias y todos los demás crímenes de
Estado. Llamamos al pueblo colombiano a recuperar su papel
en el gobierno de la patria, tomando directamente las riendas del
país, buscando resolver los problemas gestados por las élites que
han usurpado nuestro gobierno durante más de 200 años.
Llamamos a todas las organizaciones participantes en esta
gigantesca Marcha Patriótica y Cabildo Abierto, a los partidos,
parlamentarios, dirigentes políticos y sociales, artistas, inte-
lectuales y demás personalidades que confluimos en esta con-
memoración ó nos sentidos hermanados con sus propósitos, a
conformar el CONSEJO PATRIOTICO NACIONAL, que le
dé vida y forma a nuestro instrumento del Cabildo Abierto Per-
manente. Convocamos a todos los colombianos, que se sientan
recogidos en nuestro ideario, a formar los Consejos Patrióticos
departamentales, municipales, regionales o la forma que a bien
se tenga, para darle continuidad a nuestra lucha por la nueva y
plena independencia.
Finalmente invitamos a todo la ciudadanía de nuestro país,
a todos los patriotas y demócratas a unirse al Cabildo Abierto
Permanente, y a nuestra lucha por la nueva independencia, em-
pezando desde ya a preparar un combativo y beligerante PARO
CIVICO NACIONAL, que ponga sobre la mesa lo insostenible
del anti-democrático régimen actual, y las impostergables rei-
vindicaciones de estudiantes, campesinos, indígenas, trabajado-
res y colombianos en general.
Por Nueva y Plena Independencia…
!Viva el Cabildo Abierto Permanente!
FOTOS: MAGAZIN NUESTRA AMERICA
Obrapictórica:PedritoElTamborilero.
Pintora:PatriciaDelS.TafurPerdomo.
Medio:Acrílicosobrelienzo-Año:2005
18
“…La sangre es joven y el sueño es viejo,
Pero dejando de ser pendejos,
Esa esperanza será verdad…”
Ali Primera
El 20 de Julio de 1810 la juventud Neogranadi-
na, en un sonoro grito que llega hasta nuestros
días, dijo: ¡YA BASTA!; ya basta de opresión y de
coloniaje, ya basta de indignidad y de sometimiento
y se echo a andar y no se detuvo hasta concluir en la
hermosa pampa de Ayacucho, 14 años después, en una
verdadera gesta internacionalista, la obra de nuestra
primera independencia.
EldevenirhistóricodeestepaísquehoyllamamosCo-
lombia, ha sido un constante batallar y hablamos en senti-
do literal, contra todos los enemigos de estas tierras.
De la vieja Europa, hecha ella de violencias e injus-
ticias, llegaron hace 518 años las turbas delincuencia-
les, que buscando riquezas de oropel, arrasaron con los
hombres que habitaban este continente.
La espada y la cruz, ambas con filo de verdugo, des-
hicieron con horror en 60 años, lo que miles de años nos
había costado construir: Nuestra cultura, cosmovisión,
costumbres, danzas, orfebrería, ciencia, etc., no se trata
de si eran mejores, sino de que eran NUESTRAS.
Nosotros éramos para nosotros y por no poseer tecno-
logía militar equivalente, ellos nos sometieron para ellos.
Descendemos de aquellos cuya lucha heroica con-
tra el invasor, en condiciones de suyo desiguales, no
les permitió tener posibilidades reales de derrotar la
invasión a las primeras de cambio. La derrota en esa
guerra que no queríamos y a la que nos obligaron, nos
costó 300 años de infamia y sangría, de esclavitud y
opresión, la “civilización Europea” se impuso y enton-
ces, el valor de los hombres del pueblo se empezó a
medir en su capacidad física para el trabajo, animales
parlantes les llamaban a los indios y a los negros, obli-
gados a soportar sobre su piel y su conciencia, todas
las bestialidades de las que puede hacer gala una po-
tencia imperial que sojuzga a otros pueblos.
Solo los más fuertes y los más jóvenes tenían po-
sibilidad de sostenerse en pie después de las duras y
extenuantes jornadas de más de 18 horas, buscando
arrancarle a las entrañas de la tierra el oro y la plata,
y las esmeraldas y demás metales y piedras precio-
sas, que no saciaban jamás sus fauces, y que antes nos
adornaban para la celebración y la fiesta y ahora, pues-
tas al servicio del capitalismo naciente, se convertían
en nuestra maldición.
Jóvenes eran los indios y los negros y los mestizos y
mulatos de los que con orgullo proletario descendemos,
a los que se les permitía vivir (si eso es vida) solo para
trabajar, porque desde la perspectiva de traganíquel del
dominador, el hombre-pueblo solo sirve mientras pro-
duzca plusvalía-ganancia para el patrón.
Jóvenes eran, si por ello entendemos, y no mas, una
etapa cronológica de la vida que sigue a la niñez, pero es
difícil, muy difícil, que haya juventud, entendida como
etapa de la vida irrepetible y fecunda, de definiciones y
rebeldía, de creatividad e iconoclastia, de alegría y hu-
manismo, allí donde el látigo y el cura hacen surgir del
niño consternado una maquina de trabajo esclavo.
Pero el oprobio, el saqueo, la esclavitud y la bar-
barie, no se soportan impunemente, necesariamente
tenían que producir, y produjeron, innumerables es-
tremecimientos en la corrompida estantería colonial, y
a la rabia y al odio que se iban acumulando a lo largo
de 3 siglos, venía a unírsele incesantemente, jóvenes
ideas producto de jóvenes cerebros.
Sin embargo las luchas libertarias de la Gaitana y
Calarca, de Benkos Biojó y los cimarrones, en defi-
nitiva de los indios y negros, por las propias condi-
ciones de franca resistencia defensiva en las que se
dieron, adolecían de una estrategia clara y definida
que convocara a todos los sectores del pueblo en lucha
contra la colonia y los “señores”; quizás es con los
Movimiento Juvenil del Sur (Colombia)
19
COMUNEROS del Socorro dirigidos por el capitán
del pueblo José Antonio Galán, donde por primera vez
encontramos un programa político de lucha de conte-
nido popular y de alcance NACIONAL.
Es de todo este tortuoso camino que se origina
nuestra conciencia nacional y de donde beben las jó-
venes generaciones que en aquella época impulsan, el
feliz encuentro del pueblo, con las mas revoluciona-
rias ideas, en una simbiosis determinada por la apre-
miante necesidad de resolver la contradicción entre la
metrópoli y la Nación mestiza que surgía, todo ello
condicionante de los futuros acontecimientos.
Jóvenes eran los hombres y las mujeres que comba-
tieron con denuedo y sin descanso por legarnos PATRIA
Y LIBERTAD: 42 años tenía Galán cuando traicionado,
moría descuartizado a manos de la tiranía; 29 años el
“precursor” Antonio Nariño, revolucionando concien-
cias con la traducción de “ LA DECLARACION DE
LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDA-
DANO”; 32 años Francisco José de Caldas al enrolarse
en la patriótica “EXPEDICION BOTANICA”; 22 años
contaba Bolívar cuando juro ante su maestro Simón
Rodríguez, en el Monte Sacro en Roma, libertar a su
patria (que era América) y lo logro antes de cumplir 43;
un lucero precioso de 22 años iluminaba nuestra tierra,
hasta que capturada por servir a las guerrillas patrio-
tas, fue fusilada Policarpa Salavarrieta; cuando Cami-
lo Torres denuncio la horrible noche colonial con su
“MEMORIAL DE AGRAVIOS” celebraba 43 años; 35
ardientes años tenía “el tribuno” José maría Carbonell
arengando pueblo en Santafé el 20 de julio; 30 años el
General José Antonio Anzoátegui venciendo en la BA-
TALLA DE BOYACA; 29 años el Mariscal Antonio
José de Sucre, 27 la Coronela y “libertadora del liber-
tador” Manuelita Sáenz, 25 el General José María Cór-
doba, 24 el General José maría Melo, héroes todos de
la BATALLA DE AYACUCHO y solo mencionamos a
los más sobresalientes, porque al lado de ellos luchaban
y vencían, miles de jóvenes, de los mejores y más va-
lientes hijos del pueblo, que mezclando sangre y sudor
derrotaron, las mas de las veces andando descalzos, el
más poderoso imperio de su tiempo.
Innumerables fueron los intentos de los más avan-
zados y progresistas dirigentes de este periodo, dirigi-
dos por Simón Bolívar, por convertir aquella revolución
política en una verdadera revolución social, que no solo
rompiera las amarras con España, sino que alavés sir-
viera como base para resarcir 300 largos años de moho-
so dominio, no solo de clase sino también racista.
El 20 de Julio no empezó nuestra lucha por la pri-
mera independencia, tampoco fue su desenlace, pero
a partir de ese día, el rio con sus lógicos recodos, ya
nunca más se devolvió, fuimos libres del colonialis-
mo español pero nos falto fuerza y alientos (unidad
popular la llamaríamos hoy) para desprendernos de la
oligarquía criolla, igual o peor que la ibérica.
200 años después, la situación para nuestro infortunio
sigue siendo igual: dependencia absoluta del imperialis-
mo estadounidense, una oligarquía cipaya y vende-patria
que por tres pesos, no ha dudado en entregar nuestra so-
beranía al amo del norte con tal que le ayude a mantener
su dominio de clase y de raza, invasión militar extranjera
en nuestro territorio, impuestos regresivos que gravan al
pueblo para acrecentar las espurias fortunas de los rica-
chos, degradantes condiciones de vida para los trabaja-
dores, creadores verdaderos de todo valor y que como
antes, no trabajan para vivir sino que viven para trabajar,
represión y violencia agenciada desde el Estado y estruc-
turas para-estatales contra todo el que levante su voz y su
puño contra semejante situación.
Este país que tenemos es el más horrendo monu-
mento a la pusilanimidad de la más criminal y entre-
guista oligarquía de este continente, un régimen po-
lítico propio de una lumpen-burguesía que no puede
producir sino lumpen-desarrollo, a los jóvenes les ofre-
ce la ignorancia como universidad y la super-explota-
cion laboral como consuelo, para quienes se resisten
a caer en el abismo de la indigencia, les tiene abiertas
las puertas sin embargo, a quienes sirvan ser mercena-
rios, asesinos y represores de su propio pueblo, más
del 35% del presupuesto destinado al gasto militar y
de defensa para sostener más de medio millón de po-
licías, militares, agentes secretos, sapos, mientras que
obliga a los estudiantes a jugarse la vida en el trans-
porte público si desean permanecer en las aulas, con
lo que cuesta un helicóptero Black hawk artillado, se
podría subsidiar con tarifa preferencial a todos los es-
tudiantes de secundaria del país hasta estrato tres por
un año, pero eso traería cultura y progreso y tal parece
que la educación es “subversiva” porque quien conoce
la historia no está condenado a repetirla.
Nosotros somos la GENERACION DEL BICEN-
TENARIO, en nuestras manos está el realizar el sue-
ño redentor que nos legaron los (ellos si) Padres de
la patria, Colombia merece colocarse a la altura del
momento histórico de cambios libertarios que recorre
NUESTRA AMERICA y la juventud tiene en ello un
papel fundamental que jugar: nuevas y creativas ideas,
ruptura con cualquier forma de sectarismo, iniciativa
y audacia buscando puntos aglutinantes con todos los
sectores y movimientos, interesados en jalonar hacia
adelante. La UNIDAD debe ser nuestra divisa.
Que sirva esta fecha para convertirla en detonante
de la rebeldía contra la injusticia que hemos acumu-
lado durante tanto tiempo, que sirva esta fecha para
lanzar nuestro grito por una Colombia Nueva y que
ese grito alcance todas las conciencias y todos los co-
razones de los que aspiran a la paz y la felicidad de la
PATRIA.
Obra pictórica: El Ladrón
Pintora: Patricia Del S. Tafur Perdomo
20
PRÓLOGO
Cómo decir que mi camino tiene	
tantos destinos como tiene el mar,
que sus orillas son costuras rotas,
que la canción que canto
no es canción
sino tormenta ciega
que con mi voz exclama
pura espuma,
como la mar la arena,
pura sangre,
como mi aliento al sol
pura llama,
como una lágrima en la guerra.
EXPOSICIÓN
Con grano de arena en la boca
Era la despedida temeraria del padre,
el éxodo, el desierto,
eran las lágrimas que se sembraban
entre los surcos del campo, las huellas,	
lo que le daba silencio a la tarde.
Hoy se va tu hermano, tu esposo, tu hijo
el que cargó la leña
y la partió con brazo de relámpago.
Hoy se van Jacinto, Bernardo y Luis,
y después de ellos otros tantos.
Aquí está su calor de plena fragua,
lo que no fue, su presencia doméstica,
su olor de pueblo y monte,
su pluma de estudiante,
su plomo de albañil,
el paso que vacila a la distancia
y vuelve sobre el hombro,
su lágrima de niño temerario.
Porque regresan la mirada cuando
la tarde los convierte en sombras
cuando el polvo los reduce al acecho,
a la violencia y rabia de los lobos.
Cómo se resecó la piel de mis hermanos.
Cómo lloró la tarde un sol de sedientas alas
cuando el paso perdido de aquel hombre
se derritió en ausencia,
y los polvos del desierto le hicieron
imposible mirar al horizonte.
Cómo se estremeció
el alacrán punzante
LEONARDO GONZALES
México
21
de ver pasar esa mortuoria cepa
que lagrimeaba polvo
en incendiado aliento taciturno.
A la partida, un odre le colgaba
de los brazos para ahuyentar la muerte.
Ya son tres días y Luis se bebió
bastante sol para sentirse vivo,
ya su figura de plomiza garra
se convierte en hachazo,
y le pesa la espalda de tan quemante sol
abriendo poros cual si fueran rosas
de aquel jardín materno.
Luis, el más joven del desierto grita
que le quema los ojos la distancia
y quisiera despojarse del peso
que le cubre los hombros.
Es Bernardo quien contiene y abraza
al imberbe caminante de arenas.
Y decide esperar,
no regalarle a los lobos la carne
del muchacho sediento,
decide compartir la noche,
la sed; compartir su agua como un pan,
sobre los labios quebrados de tierra
en donde Luis cosecha sus sonrisas.
¿Quién golpeará la roca
que ponga entre sus manos la frescura?
¿Quién les pondrá una flor en la solapa?
¿Quién les dará una mano que acaricie
su requemado ceño,
su piel, su voz, su llanto
a mis hermanos?
MÓTIVO
Me vengo a pronunciar en este instante
para prenderle fuego a la frontera
para dejar sin voz a la distancia
que petrifica y muerde lo que digo
con sus dientes y vengativa lengua
de veneno.
Yo voy a hablar de un hombre y muchos:
de los que fueron y no están,
de los que alguna vez cruzaron mares
y la sed les cosió la boca;
de los que fueron piel de pergamino
arando en el desierto,
de los que son arena, carne y sal.
Ayer amaneció mi canto roto
hablándole a un lejano rumor al horizonte	
llorando entre mis manos,
sangrando su desierto de Arizona,
su estrecho Gibraltar.
Obra pictórica: Los que se van.
Pintora: Patricia Del S. Tafur
Medio: Carboncillo sobre papel.
Año: 2008
22
FEDERICOÁLVAREZARREGUI
CatedráticoUNAM
México
Hay dos culturas, dijo el filósofo inglés C.P. Snow: la de las humanidades
(historia, filosofía, literatura, artes) y la de las ciencias (matemáticas, física,
química, biología). Durante algún tiempo el mundo moderno de la industrialización
y los gobiernos desarrollantes han venido imponiendo en la educación pública la pri-
macía de la segunda en detrimento de la primera. Hace pocos años surgió incluso la
preocupación sobre la vigencia misma de las humanidades en la educación secundaria
y superior, preocupación que sobrevive hoy en muchos medios académicos. Pero pa-
rece que empiezan a volverse las tornas desde donde menos lo esperábamos: desde
el campo empresarial (y, claro, llevando agua a su molino). Con cauta satisfacción la
presidenta de la Modern Language Association of America, Linda Hutcheon, excep-
cional figura de la cultura canadiense, expone en la última newsletter de la MLA este
cambio significativo: las industrias necesitan ciertamente técnicos, pero empiezan a
preferirlos bien preparados en el campo de las humanidades: “Una educación liberal
en ciencias y humanidades prepara talentos crecientemente valorados por las corpo-
raciones modernas”.
Amedida que el flujo de información aumenta desorbitadamente, “necesitamos no
sólo más información, sino gente capaz de asimilarla, comprenderla y darle sentido”,
dicen Brown y Duguid en un libro reciente titulado The Social Life of Information.
Estos autores advierten de los peligros de una “visión túnel” que anula todo el campo
de la “visión periférica” y que indica tan sólo a los que sufren el lugar donde quieren
ir, pero poco más. Por su parte, el presidente de la Woodrow Wilson Fundation subra-
ya la prioridad de las humanidades y la convivencia de “aprender el mundo antes de
Obra pictórica: Desplazados I.
Pintora: Patricia Del S. Tafur Perdomo
23
colocarnos en él”. Incluso la organización empresarial
canadiense pide un mejor equilibrio en las inversiones
gubernamentales en educación para lograr “ejecutivos
ampliamente educados, literariamente cultos, que pue-
dan pensar creadoramente, reflexionar bien, y hablar y
escribir adecuadamente”. El presidente de la Allian-
ce for Converting Technologies asegura que “come-
teríamos un enorme e histórico error enfocándonos
exclusivamente hacia la educación tecnológica. Linda
Hutcheon concluye que “en el terreno universitario no
debemos nunca devaluar el crecimiento intelectual a
largo plazo en aras de un interés a corto plazo (y tal
vez de corta visión) hacia el entrenamiento técnico”.
Por de pronto, los canadienses tienen ya sus Humani-
ties Working Group en el seno del Consejo para las
Humanidades y las Ciencias Sociales de Canadá, y
los estadounidenses su National Endowment for the
Humanities. ¿No sería bueno que construyéramos en
México algo parecido e hiciéramos del famoso TLC
algo útil en el campo de la cultura y en defensa de las
humanidades?
7 de noviembre de 2000
En México la presión de la tecnología sobre la
vida moderna determinó hace unos años el aumento
de las horas dedicadas a las ciencias en la educación
secundaria y la desvalorización de las consagradas a
las humanidades. La medida parecía no tener en cuen-
ta la importancia de las humanidades en sí mismas y
en la fijación cultural, intelectual, de todas las demás
asignaturas. En un reciente e interesantísimo libro me-
recedor de estudio y debate (Futuros de la educación
superior en México, Siglo XXI, 2000) el doctor Daniel
Reséndiz, ingeniero civil, investigador emérito de la
UNAM, ex secretario general de Conacyt, y actual-
mente subsecretario para la Educación Pública, afir-
ma que “debe preocuparnos la escasa matrícula en las
humanidades y las artes” y que “el cultivo continuado
de tales disciplinas es vital para nuestro futuro”. Es
verdad –aunque mucho más podría decirse- que “las
humanidades constituyen nuestro vínculo con la cul-
tura occidental” y que propician “la síntesis entre esa
cultura y las tradiciones de nuestra raíz indoamerica-
na”. El doctor Reséndiz se queja muy justamente de la
temprana edad en que a los muchachos se les invita a
que decidan su vocación profesional y propone “abrir
gradualmente programas de educación superior no es-
pecializada… y permitir así una elección vocacional
menos temprana”. En su libro, el capítulo de “excesos”
es notable. Se titulan en México una cantidad de abo-
gados que, con relación a la población del país, supera
en 15 veces la de Estados Unidos (que es –nos recuer-
da el autor- “la sociedad más litigiosa del mundo”) y
en 10 la de Canadá. En matemáticas, ciencias natura-
les, ciencias sociales y ciencias de la salud, las cifras
se equiparan con muy pequeñas variaciones entre los
países del TLC, pero en las ingenierías y arquitectura
el porcentaje es en México 24.9% de la matrícula total
universitaria (uno de cada cuatro estudiantes), en Es-
tados Unidos 9% y en Canadá 5.8%. Por el contrario,
en México sólo el 2.8% de la matrícula universitaria se
decide por las humanidades, mientras que en Canadá
opta por ellas el 9.9% y en Estados Unidos 13.3%. Y
en la “educación superior no especializada”, en Esta-
dos Unidos se inscribe el 21.1% de la población uni-
versitaria total, y en Canadá 38.6%. En México 0.0%.
El panorama no puede ser más claro. Ni más triste.
Lanzamos a la calle miles de abogados, ingenieros y
arquitectos que no obtienen trabajo adecuado (entre
otras cosas, por no tener una formación humanística
suficiente), y padecemos en todo el país una grave es-
casez en los campos específicos de la cultura general.
14 de noviembre de 2000
Decía Manuel Sacristán, filósofo catalán prema-
turamente desaparecido: “La práctica humana no se
enfrenta sólo con la necesidad penetrar analítico-re-
ductivamente en la realidad” (que sería el campo de la
ciencia) “sino también con la de entender las concre-
ciones reales, aquello que la ciencia positiva no puede
recoger” (campo de investigación de las humanida-
des). Es decir, las ciencias positivas tienen la funda-
mentalísima misión de descubrir el en sí de las cosas
para convertirlas, como diría Hegel y luego Luckács,
en un para-todos lo más adecuado posible; y las huma-
nidades, por su parte, nos ponen en claro la forma de
verse el hombre en el mundo de una manera concreta,
es decir, hacen aquel en sí de la realidad humana un
para mí que se transforma en una elevación de la au-
toconciencia y de la sensibilidad. Con la ciencia cobra
el individuo conciencia del mundo y con las humani-
dades cobra conciencia de sí mismo. ¿Cómo podría
prescindirse de una de estas dos alas del espíritu hu-
mano? Sería tanto como suponer que el matrimonio
es macho (según le oí decir en alguna ocasión al gran
poeta cubano Cintio Vitier).
Pero la función de las humanidades es aún más im-
portante si pensamos en el desarrollo de la sociedad
civil, tan frecuentemente mentada en nuestros días. En
realidad las humanidades son un elemento condicio-
nante de toda comunidad democrática. No hay socie-
dad civil sin autoconciencia individual ciudadana, y
esa autoconciencia es justamente aquel para mí de lo
humano del que hablamos poco más arriba. Heidegger
dijo en alguna ocasión que la ciencia no pensaba. Que-
ría decir, claro, que la concepción analítico-reductiva
de la actividad científica responde sólo ante la objeti-
vidad de lo real y no se permite ninguna especulación
que no corresponda a esa objetividad. Sin embargo,
como decía don Alfonso Reyes, las humanidades se
ocupan de la infinidad de las relaciones personales y
–añadiría Theodor W. Adorno- de las conexiones so-
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  • 1.
  • 2.
  • 3. 1 Bogotá - Colombia Nº 5 Agosto - Septiembre de 2010 Presidente Fundación la Gran Colombia para la Integración de los Pueblos Jorge Eliécer Mejía Romero Director Darién Giraldo Hernández Consejo de Redacción Yaneth Muñoz Morales Urbano García Cáceres Eugenia Castro Bueno Ricardo Torres Ortega Eunice Prada Gloria Hercilia Niño Corredor Diseño Portada Patricia del S. Tafur Diseño y diagramación Darién Giraldo H Impresión Mario Alberto Ávila Imagen Publicidad Alternativa imagenpublicidadalternativa@gmail.com Portada “A Nuestra América” Patricia del S. Tafur Colaboraron en este número José Javier León (Venezuela) Movimiento Juvenil del Sur (Colombia) Leonardo Gonzales (México) Departamento de la Mujer Fundación la Gran Colombia Oskan Huera (Ecuador) Camilo Moron (Venezuela) Federico Álvarez Arregui (México) Corresponsales en Nuestra América Oskan Huera ( Ecuador) Janette Rodríguez (Venezuela) Nicanor Cifuentes Gil (Venezuela) Oscar Sotillo M. (Venezuela) Mariana Hernández (México) Gladys Mendía (Chile) Leonardo Gonzales (México) Miguel A. Cocompech (México) Versión digital www.magazinporamerica.org Correos electrónicos magazinuestramerica@gmail.com fundacolombovenezolana@yahoo.com Tels.: 311 217 6197 / 314 291 7310 Las opiniones presentadas en los artículos, son responsabilidad exclusiva de sus autores FUNDACIÓN PARA EL INTERCAMBIO CULTURAL Y LA INTEGRACIÓN DE LOS PUEBLOS DE NUESTRA AMÉRICA E D I T O R I A L Del continente Americano brota la propuesta de un mundo nuevo que emerge de los pueblos, síntesis del feroz mestizaje en Nues- tramérica. Somos hijos de la violación y el desarraigo realizado por los europeos, portadores de una civilización pomposamente culta y violenta- mente enferma. Tenemos en palabras de Dusell; “la insumisión del negro africano y la capacidad meditativa de los orientales a través de los malayos”, tenemos lo nuestro; la resistencia y la persistencia, porque no seremos presas para siempre sino también el jaguar que asecha entre las hojas. Ese pueblo fluye también en las palabras de Bolívar: “la libertad del nuevo mundo, es la esperanza del universo”, no es mesianismo sino humanismo que asume a la especie como fenómeno emancipador que se desencadena y enciende en luz. Es el fantasma nuevamente recorriendo Nuestramérica y al planeta, a esa Europa que aun sobrevive de los restos de la otrora vitalidad produc- tiva capitalista, donde hoy, millones de obreros y campesinos se resisten a pagar con su propia miseria la inviabilidad del modo de producción y de su sociedad decadente y demuestran su fortaleza desde la huelga y la parálisis total como en el caso reciente de España, gigantescas marchas obreras en Bélgica, Portugal, Francia, Grecia, Alemania y el anuncio de nuevas huelgas generales a partir de noviembre en todo el marchito continente. Los pueblos del mundo son inclaudicables como lo es la historia porque son su sujeto fundamental, la fuerza propulsora que se expresa en ímpetu popular y que hoy con nuevos arrojos recorre el planeta e invoca el futuro tantas veces prohibido. La dictadura mundial, el sagrado sueño de todo imperio; pretende hoy privatizar el planeta y negarle a los seres humanos el derecho al mundo. Por eso la relevancia actual de la lucha de los inmigrantes; obreros que han forjado y forjan riqueza al imperio y que mueren hoy desahuciados reclamando con todo derecho y autoridad lo usurpado. La especie hu- mana manifiesta a través del inmigrante su necesidad trashumante, pero obviamente hoy desde formas indignas; como desplazados, desterrados, exiliados, comerciados o suprimidos, no como viajantes. El imperialis- mo y la sociedad que este implementa, solo permiten el desenvolvimiento de dicha necesidad al capital, el cual circula por los espacios y tiempos en que transitan fenómenos como la trata de blancas, el narcotráfico, el frenesí por el petróleo, la destrucción de la biosfera, el mercado mundial de órganos y las guerras de anexión imperialista; esa es la globalización que nos imponen y esas son las principales ramas de la producción de la economía tenebrosa que se ejerce desde ese gobierno mundial; la industria productiva de la muerte en masa, y esa es al mismo tiempo la expresión material de la crisis del capitalismo, de allí que la libertad y la vida solo sean concebidas para la divinizada mercancía y para el correspondiente rito al capital; el auténtico Dios de la clase burguesa, al que se le crea alta- res construidos sobre la muerte, miseria y exclusión de miles de millones de seres humanos que para ese capitalismo neoliberal formalmente plutó- crata; sencillamente sobran. Somos para el capital el sacrificio y somos los sacrificados para favore- cer la desorbitante onerosidad de una elite mundial que para los seres hu- manos en cambio, construye bombas de racimo y muros ignominiosos que millones estamos dispuestos a derrumbar. Muros de la postmodernidad como los de la frontera de México con los E-U y el construido por Israel en ISSN: 2215-7905
  • 4. 2 territorio ajeno. Pero también hoy las luchas se mun- dializan y comunican, se encuentran, se potencian en sinapsis sociales y culturales. De esta forma la lucha de los oprimidos amplia su resonancia y coherencia, recupera paulatinamente su organicidad. Es el caso de los Mapuche que se enfrentan hoy contra el fascismo y cuya beligerancia trasciende la mirada territorial local y convoca a millones de habitantes de la delgada pa- tria de Neruda a la lucha contra el capitalismo cuando afirman; “Llevamos demasiado tiempo mirándonos a dis distancia como si fuéramos extraños o enemigos mientras el poder fortalece la dominación. Unidad para luchar. Unidad para vencer. Unidad para redes- cubrir nuestra fuerza.”. Colombia, mientras tanto; la tierra más herida de este continente convulso, se descubre desde lo profun- do de su lodo, prorrumpe desde adentro de las fosas en que reposan insumisos miles de seres dignos, que pre- firieron morir a doblegarse frente al avasallamiento. Hoy cuando el Estado colombiano se descubre en su inmundicia, el pueblo, el constantemente enmudecido, puede dar fe de la necrofilia natural del Capital y de su mafiosa condición. Esto no cambiará con el nuevo gobierno de Santos y su optimista y a la vez siniestro Gran Acuerdo Nacional, que en realidad es el intento fútil de ofrecer una cara proyectadamente decente a la opinión pública nacional e internacional y preten- der borrar la imagen de lumpen burguesía criminal tan bien acicalada por el mayordomo del Ubérrimo. Mientras se desarrolla dicha política cosmetológi- ca se acrecientan las violaciones a los derechos hu- manos, la desaparición y el crimen de Estado. De allí que el tan anunciado Acuerdo Nacional al igual que el Frente Nacional en los años cincuenta y el Pacto de Ralito en 2001; solo busque superar contradicciones internas entre el capitalismo mafioso y el tradicional y sus correspondientes clases políticas, contradicciones por su puesto no antagónicas. De esta manera en su bochornoso ascenso con muertos inocentes y fraudes de todo tipo incluidos, Juan Manuel Santos aparece como síntesis entre el capital mafioso y la cruenta ele- gancia de la clase política tradicional. Otra verdad develada es que la oligarquía que cuesta llamar siquiera colombiana ha hecho de esta tierra una fosa común, que recuerda lo dicho por la escritora mexicana Carmen de la Fuente en remem- branza de los cientos de caídos en la masacre de Tla- telolco: “porque sucede amigos, que estoy llevando ahora un ataúd a cuestas: esa es mi patria un ataúd, una barcaza negra”. Nosotros en Colombia diríamos; nuestra patria es una fosa común, muy común, que comienza a emerger y a fundar esa patria de los exi- liados que vaticinara el poeta colombiano torturado y asesinado Chucho Peña: “son tantos día a día, los que simplemente no aparecen que un día no cabrán en el subsuelo y brotarán y cubrirán todo este territorio”. Brotan ya; la decisión inquebrantable del pueblo co- lombiano por ser libre, la persistencia de ese país que subyace- el mayoritario-, el de los familiares de quie- nes reposan intranquilos en las más de dos mil fosas aun no develadas, de esa Colombia que acelera el paso no importándole la muerte porque muertos los tenían ya y conocen su reino como lo conociera Melquiades en Cien Años de Soledad y que por eso emerge, se organiza, moviliza y denuncia al mundo entero la dic- tadura existente en Colombia, mientras el expediente más extenso y en acelerado crecimiento de presidente alguno en América Latina, el de Álvaro Uribe Vélez; aguarda en la Corte Penal Internacional –CPI- y en la memoria indoblegable del pueblo colombiano. Una prueba de esa memoria esta en el parto si- lenciado de un nuevo camino donde decenas de mi- les de colombianas y colombianos se movilizaron en La Marcha Patriótica durante tres días de julio en las grandes ciudades, los humildes caseríos, veredas y municipios vejados por el paramilitarismo. A pesar de la persecución del Estado, la desinformación, ter- giversación, amenaza, acoso y violencia, un torrente de colombianos organizado en cabildos, concibieron una Colombia Nueva y le dieron contenido a un nuevo aliento de país, a pesar del silencio y la simplicidad desfachatados de los medios masivos, en la Plaza de Bolívar en Bogotá y en medio de una inmensa multi- tud de indoblegables se declaró oficialmente el Cabil- do Abierto Permanente en toda Colombia. Son múltiples y en no pocas ocasiones repentinos los actuales escenarios de lucha en Nuestramérica y el mundo, de confrontación entre los pueblos de la tierra y las huestes del imperio en acelerado ocaso, es poco el espacio para cubrir las constantes muestras de heroísmo de mujeres y hombres que han resistido y resisten en todo el planeta al imperio, que subvierten sus redes de la muerte y le hacen pagar caro su instinto invasivo. Es una bofetada al imperio la digna resistencia del pueblo ecuatoriano y la respuesta con la fuerza popular al intento de magnicidio del presi- dente Correa y de un golpe de Estado que sin duda sigue en pleno proceso. Hay también que saludar al pueblo ve- nezolano por la conciencia y decisión expresadas en las pasadas elecciones venciendo con la mayoría a la vergon- zante “oposición”, que pretende ganar desde la evasiva mediática y luctuosamente ve restringido su accionar po- lítico al saboteo de los avances populares y al servilismo indigno e indignante a los Estados Unidos. Las transnacionales de la información invocan a la ce- guera, pero ¿De qué les servirá silenciar lo que existe ya sin necesidad de ser pronunciado? Lo negado no generará silencio ni lo falseado credibilidad como pretenden pero sí un estruendoso desprecio contra la verdad de los hechos, la cual será visibilizada por los medios populares en tanto expresión de aquello que es, a pesar de ser negado.
  • 5. 3 ¿Cómo fue tu llegada, hijo mío, al país de la brumas, vivo aún? La Odisea de Homero Siempre que se piensa en Colombia se avisa el mundo de los difuntos. Las tumbas esperan una vez más en otro municipio llamado La Macarena, de- partamento del Meta. Una geografía colombiana en  los llanos que envuelve la tragedia de unos dos mil ciuda- danos aproximadamente enterrados entre 2004-2010 bajo fosas comunes en un cementerio clandestino. Hoy 600 cadáveres aproximadamente han sido exhumados. No hay nada clandestino cuando la tie- rra habla por sí sola. Según la fiscalía existen otros 449 expedientes documentados sobre desapariciones, algunas investigaciones señalan a la móvil 12 de las fuerzas militares como una de las ejecutoras. ¿Hasta cuanto se pisa la tierra bajo el espectro de los difun- tos? No quiero pensar como en el territorio del arpa, del coleo, la música y los verseadores se perpetúa la necrofilia como pan cotidiano. ¿Muertos? Sí, ¡y qué! dirán algunos, otros se resisten y buscan respuestas donde ¡aún no se las dan! ¡Ah Colombia ingrata caminas y reposas sobre fo- sas escabrosas! La muerte danza sin la menor impor- tancia, al fin y al cabo los que mueren son seres que algo debían, dirán algunos retorcidos. En medio de esta espesura del presente, La macare- na situada en la zona de despeje que sirvió a los diálogos entre el gobierno de Andrés Pastrana y el movimiento insurgente FARC-EP; se abigarra  una base militar que según las fuerzas militares es el mayor triunfo de la se- guridad democrática de Álvaro Uribe Vélez, presidente que con el apoyo financiero del Plan Colombia realizó el despliegue de brigadas móviles y unidades de inteli- gencia militar. En este espacio geo-militar se extiende un cementerio del ejército colombiano, testimonios se- ñalan que allí han enterrado a jóvenes asesinados. ¡Ca- dáveres se pasean de un cementerio a otro! ¿Fosas del ejército y cementerio clandestino? ¡Sí¡ ¡difuntos deambulan de un lado para otro! ¡Lo ilegal y lo ilegítimo se confunde como asta de bandera salpicada de sangre. La memoria se persiste como festín esquelético. ¿Qué hacer con la memoria de un pueblo que reclama justicia, mientras se conti- núa asesinando? ¿Qué pasará con Álvaro Uribe Vélez que bajo su régimen se han perpetrado miles de asesi- natos? ¿Es un nuevo caso de crímenes de lesa huma- nidad en Colombia que bajo asesinatos sucesivos son realizados por agentes del Estado? ¡Oh! tierra de genocidas que han querido perpetuar el festín de la desmemoria: cementerios, tumbas, sepul- tureros y espectros.  El presente no es cosa del pasado, ni muchos menos necrofilia de otro tiempo. Colombia no es una desviación, ni necrofilia de la historia. Des- tapar y asignar la memoria biográfica es tarea de todos: responsabilidad de los genocidas y el esclarecimiento para toda la sociedad. No es archivo para los familiares de las víctimas. ¡Colombia son todos.¡ Los genocidas si- guen sin poner la cara. Álvaro Uribe Vélez señala frente al tema de las fosas repletas de cadáveres, esqueletos de hombres, niños y mujeres  de la Macarena: ...esto es calumnioso, sindicándonos de violación de derechos humanos…hay mala intención. ¡Sic! Meinundaalgoenelamanecerdelosdifuntos:laspala- brasduermenenloslabiosdeldestino.Alguiensusurra... ¡desgraciados los pueblos que no buscan su propia memoria! Pienso, seguramente esto no es, ni será el caso de Colombia… SARA LEUKOS Tomado de: www.kaosenlared.net/noticia/macarena-necrofilia-alvaro-uribe-velez
  • 6. 4 Sobre la conversión de Bolívar en General del Pueblo en Armas JOSÉ JAVIER LEÓN (Venezuela) “¡Bolívar!” era lo único que se oía de extremo a extremo de Venezuela. ¡Bolívar! Era la espada esgrimida contra los males. José Sant Roz “…la participación popular en la guerra dirigida por Boves consideramos que constituye un punto neurálgico de cualquier análisis sobre nuestro proceso independentista” Roberto López “La historia, como la vida, es muy compleja. No la historia inspirada en el criterio simplista que sólo ve en nuestra gran revolución la guerra contra España y la creación de la nacionalidad, sino la que profundiza en las entrañas de aquella espantosa lucha social: estudia la psicología de nuestras masas populares y analiza todo el con- junto de deseos vagos, de anhelos imprecisos, de impulsos igualitarios, de confusas reivindicacio- nes económicas, que constituyen toda la trama de la evolución social y política de Venezuela” Laureano Vallenilla Lanz Años 1813 - 1814. Los años de la irrupción de José Tomás Boves, pero también los del ini- cio de la conversión de Simón Bolívar en general del pueblo en armas. Los mantuanos y la clase comerciante, que se de- batían entre defender, los primeros, los derechos de Fernando VII, y los segundos la posibilidad de ejercer el control directo sobre las actividades comerciales sin las restricciones arbitrarias, pero sobre todo desastro- sas impuestas por debilitadas y deslegitimadas leyes, aduanas y alcabalas coloniales; ciertamente, no espe- raban ir a la guerra, y temían la terrible insurgencia del pueblo contra los poderes económicos, racistas y ex- cluyentes, contra sus privilegios. La guerra que cono- cemos por Guerra de Independencia y que se tradujo para los viejos y nuevos oligarcas en la guerra fratrici- da por un pedazo de tierra para que los poderosos “ad- ministraran más libremente los negocios que siempre habían querido detentar”1 , fue sorprendida por la in- surrección popular contra todos los poderes: la guerra de Boves contra los blancos, que sería la del pueblo en armas, por tierra y libertad. Esta expresión social de la guerra estaba fuera de las coordenadas del conflicto planteado por los mantuanos contra la administración colonial, pero existía como terror. Allí estaba Haití. Bolívar y su clase, en guerra menos contra España que
  • 7. 5 contra la Regencia de Cádiz, se vio en el año 1814 frente a dos frentes: el realista y el popular. Al respec- to, veamos lo que dice Germán Carrera Damas: “Bolívar tuvo especial comprensión de esta situa- ción, y quizá una de las demostraciones más sor- prendentes y más claras de su talento de político realista, fue justamente el comprender que en esta especie de orquestación de las luchas particulares de los diversos sectores sociales estaba la clave de la crisis político-militar, y por eso aquel Bolí- var esclavista decidido y tenaz de 1814, que había enviado al Licenciado Miguel José Sanz a instruir el sumario de los esclavos alzados en los Valles del Tuy; el hombre que dio instrucciones al en- viado diplomático que iba a tratar con el Jefe del apostadero naval inglés de las Antillas, para que pidiese el envío de una división de 6.000 hombres con el objeto de someter a las esclavitudes que ponían en peligro a los blancos, entiende perfec- tamente que ha de diseñarse una nueva política respecto de los esclavos, como ha de diseñarse una nueva política respecto de los pardos, y en adelante, a partir de 1815, así lo hará”. 2 Lo que hará, pues, será preocuparse por “abrir una perspectiva para que los esclavos pudieran ver coin- cidir su lucha con la de los criollos”; con respecto a los pardos, y con el fusilamiento de Piar, evitar a toda costa la disidencia, la discordia, la guerra de castas. Cuenta Juan Bosch que en 1814 cuando ocurre la pri- mera batalla de Carabobo, Bolívar hace frente a Ca- jigal y Ceballos y destroza al ejército realista y creía tener así, expedito, el camino para echar a los españo- les de Puerto Cabello, “pacificar el país y organizar la república”: “Pero no sería así y no podía ser así; al contra- rio, cuando vencía al capitán general español en Carabobo, el Libertador se encontraba al borde de una derrota que acabaría con las fuerzas repu- blicanas. Esas tropas y esos generales vencidos en Carabobo no representaban lo que Bolívar creía; eran sólo la expresión armada del poderío espa- ñol, que estaba situado muy lejos y se hallaba en crisis desde hacía tiempo. El enemigo era otro; era la guerra social, encarnada en Boves. Boves había huido hacia los Llanos menos de dos meses atrás, seguido sólo por un puñado de hombres; Bolívar lo había visto huir y no podía imaginarse que cuando él estaba triunfando en Carabobo el jefe de la guerra social tenía de nuevo a su mando miles y miles de llaneros.” 3 El ejército realista o primer republicano reclamaba una guerra convencional, el popular en cambio, se ex- presaba de forma desconocida, desafiante de las retícu- las existentes para la época. La conversión de Bolívar en jefe de montoneras es una disrupción en la historia (y en el discurso histórico) de los hombres y mujeres que han hecho (la) Historia. Supo el jefe de la guerra de los mantuanos que la única forma de ganar la guerra contra España era atraer a su favor al enemigo de los mantuanos, porque bien sabía que estos no aborrecían a España ni a Fernando VII y lo único que pedían (por sobre la mayoría del pueblo venezolano) era ejercer la tiranía doméstica. “Parece que la causa de los más en- copetados criollos –nos recuerda Sant Roz- es quitarles el oro a los españoles, y tienen la audacia de creer que esto podrá hacerse sin graves conmociones” 4 Simón Bolívar iba más lejos que los de su clase, pero el viaje, la conversión a la que hemos aludido, necesaria para entender los profundos pormenores de una guerra te- lúrica, lo condujo lejos de su clase 5 (a las antípodas) al mismo tiempo que cerca, al corazón de su pueblo, el pueblo que lo recibió como su Libertador y (por eso mismo) como a uno de los suyos. Al respecto, comenta Vivián Trías: “Bolívar no emergió caudillo de los pue- blos hispanoamericanos de la noche a la mañana. Su camino a la cúspide, hacia el corazón de criollos pobres, indios, mestizos, negros esclavos, fue arduo, accidenta- do, doloroso, heroico”. 6 Aquí vale la pena citar un llamado a pie de página que hace Miguel Izard, en el que refiere una infor- mación que el capitán de corbeta británico Stirling hace al contraalmirante Harvey: “«Esta alianza [Petión 7 y Bolívar] ha abierto los ojos del país, acerca de los verdaderos designios de los líderes insurgentes y cambiado esencialmente la naturaleza de la contienda. Mandan los mismos hombres, pero no es ya el mismo partido que, al principio de la Revolución y prosiguiendo una po- lítica errónea, levantó el estandarte rebelde. Cuan- do los insurgentes derribaron la autoridad real, su partido no mostró ni buen juicio ni espíritu públi- co; así, cuando en mayo último desembarcaron de nuevo en la provincia de Cumaná [expedición de los Cayos] no podían esperar mucho de los blan- cos, y la necesidad les llevó a unir sus intereses a los de otras castas que tenían más poder y mayor 1 SANT ROZ, p. 573 2 CARRERA, p. 71 y ss. 3 BOSCH, p. 411 4 SANT ROZ, p. 30 5 Pero al decir de Juan Bosch, Bolívar nunca tuvo fe en el pueblo: “Había nacido, dice, demasiado rico y su inteligencia estaba muy por encima de la de los hom- bres de su medio, dos cosas que lo mantuvieron siempre a distancia de los demás, y desde luego de las masas”. BOSCH, p. 433 6 TRÍAS, p. 22 7 Político, gobernante, y revolucionario haitiano (1770 – 1818)
  • 8. 6 inclinación a ayudarles. La primera medida que tomaron fue ofrecer la emancipación y la libertad a los esclavos si abrazaban su causa, y estos no tar- daron en acceder a sus deseos. Tal paso aumentó la fuerza del partido, pero destruyó su respetabilidad [perdió a los mantuanos pero ganó al pueblo, es lo que deja ver Stirling 8], y las pocas gentes, que habían trabajado por principio en favor de la in- dependencia del país, abandonaban al grupo que tanto aceleraba su propia ruina. Además de tener conexiones con Haití, los insurgentes atrajeron así, con la esperanza de botín, todos los desertores de la Indias occidentales»” 9 Dice J. M. Restrepo, citado por Sant Roz, que los llaneros del Casanare y Apure “sólo apreciaban a los jefes –a Boves, Páez o Bolívar, no al instruido y civi- lizado Santander, por ejemplo- que tenían un valor y fuerza corporal superiores a los demás, que domaban los caballos cerreros, toreaban con destreza, y atrave- saban a nado los ríos caudalosos”. Bolívar, dice Trías, “elude a los llaneros en su propio campo mostrando su maestría en sus propias destrezas. Cabalga como ninguno. Su bravura es legendaria (…) Corre una ca- rrera a nado con las manos atadas y salta limpiamente por encima de un caballo de gran alzada”. 10 Según Sant Roz, Santander consideraba que Bolívar “tenía una debilidad insoportable por Caracas y más toda- vía por los llaneros”, que se expresaba cuando ante las desobediencias de algunos llaneros “estallaba en amenazas, pero pronto procuraba el perdón y apelaba a su influjo en los jueces para atenuar el castigo. La única excepción fue Piar, pero los llaneros lo mantenía alucinado…”. 11 . En otro lugar, Sant Roz apunta: “Viéndose que los pueblos querían al Libertador más por instinto que por ideología alguna –por en- cima de la híbrida armazón de los catálogos legis- lativos- una mayoría de congresistas, para vengarse de aquel amor, le atacaron con dureza, con lógica enfermiza, y surgió de esta maldad la especie con la cual se sostenía que Bolívar estaba contra el orden constitucional. Esta iba a ser la causa por la cual se le negó la dictadura, en el momento en que era una necesidad imperiosa para consolidar el orden y someter las pasiones. Porque la libertad a la que al- gunos aspiran, como él lo preveía, llevaba consigo los elementos de la subversión, de la guerra civil. Era inaplazable la decisión de instaurar un gobier- no fuerte” 12 Estar con el pueblo es estar contra el orden consti- tucional, contra la pluma, contra las letras, y, por ende, contra la casta de letrados que emporcó (y hurtó) la expresión popular de la independencia. Ese pueblo peleó con toda clase de privaciones, en una vasta gue- rra popular, acaso la única que ha existido con tales dimensiones, y además, triunfado, conducida por el genio militar de Bolívar, y llevada de las escaramuzas, los asaltos y levantamientos hasta la expresión táctica y estratégica de un ejército irregular (y de irregulares), enfrentado a un ejército imperial en una guerra conti- nental. 13 Con frecuencia se escucha que Bolívar y después Zamora fueron traicionados por los poderes fácticos que se hicieron del poder luego de incontrovertibles victorias militares, lo que sin embargo amerita ser ma- tizado. Si vemos las cosas desde las dos guerras, no existe traición sino evolución y expresión, acomodo y componenda, de los intereses económicos y de clase, que no eran ni los del Bolívar popular ni los de Zamo- ra. La traición existe cuando los principios se venden a los intereses, que eran muchos y sórdidos, pero no cuando los ricos, persiguiendo los suyos, maniobran para recuperar el poder y gozar de sus ventajas: “San- tander, dice O’Leary, ha vencido y vencerá siempre por la simple razón que es un descarado, apoyado por otros descarados”. 14 Los ricos no pueden naturalmente traicionar a los pobres, decir eso es poco menos que una ingenuidad. 8 Inciso mío. 9 IZARD, p. 185. “A pesar de su genio político, del que dio pruebas abundantes durante su corta vida, en esos meses finales de 1813 el Libertador era todavía un mantuano y creía que el poder militar, y sólo él, iba a decidir la lucha en Venezuela. Como mantuano al fin, no paraba mientes en el pueblo”, BOSCH, 405 10 TRÍAS, 27 y 28 11 SANT ROZ, p. 67 y p. 277 12 Ibídem, p. 268 13 Por cierto, sobre el ejército bolivariano que hace la Campaña del Sur, Juan Bosch hace un comentario – refiriéndose a lo mismo Vivían Trías la llama “hipótesis sugestiva, sagaz, atrayente” que merece nuestra atención, toda vez que coincide con uno del mismo tenor hecho por Henri Guillemin (sobre los hechos de la Revolución francesa), en su libro ¡Los pobres a callar! , y que citaré a continuación de la del historiador dominicano: “Para Bolívar, la solución estaba no sólo en libertar a los esclavos y darles tierras: era necesario también sacar de Venezuela a los hombres que habían hecho o podían hacer la guerra social. ¿Cómo? Lleván- dolos a otros países a combatir por la independencia.” BOSCH, 430. H. Guillemin, por su parte, comenta que tras los sucesos ocurridos en la Francia de 1789, los propietarios que temían a la anarquía, aplaudieron el plan de Danton de llevar al frente de batalla a los llamados “voluntarios de septiembre”: “Cada voluntario que se enviaba a un campamento de instrucción cerca de la frontera era un hombre menos en esa masa indigente, tan temida por la gente de bien, esa masa que desde el 10 de agosto estaba muy excitada y a la que los ricos consideraban capaz de todo”. GUILLEMIN, p. 77 y ss. En el del francés, existe apoyo documental, si se puede llamar así –el tono de prevención lo da el mismo autor- a una suerte de desliz que sufriera sobre el tema Michelet; en efecto, dice: “A Michelet se le escapa, sobre Danton y el 2 de septiembre, una palabra (una sola) dictada por la honradez, aunque se abstiene de desarrollarla, algo que haremos en su lugar. Michelet re- conoce que estas partidas en masas de militantes revolucionarios «aligeraba», la capital. «Aligerar» es un poco flojo. «Despejar», «desalojar», «desatascar» serían palabras más adecuadas”. Sería interesante husmear en la veta abierta por Bosch –por respeto sobre todo a su memoria-, en busca de algún desliz de este calibre entre los testigos y cronistas de la época, sólo para contrastarlo con el ideario, los sacrificios, el arrojo y la dedicación que le imprimió Bolívar a su “maldita correría en el sur” como la calificó Santander, y que le permitió destruir, por encima de todo y contra todos, los últimos restos del imperio español en Sur América. 14 SANT ROZ, p. 393
  • 9. 7 Bolívar y el pueblo no fueron traicionados, simple- mente las dos guerras siguen aconteciendo, cada una en sus dos correntías temporales y espaciales distin- tas. La confusión aparece cuando los actores (de una guerra o de otra) confunden sus intereses, en algunos puntos o momentos cruciales. Por ejemplo, cuando Bolívar, tras un triunfo (que creía) absoluto sobre los ejércitos realistas, pretendía separar lo político (donde tenía espacio para expresarse la guerra de los oligar- cas, recordemos que Santander pro-hombre de leyes rehuía el combate, literalmente huyendo del campo de batalla) de lo militar (donde se expresaba su guerra, la guerra popular, la que reclamaba a su vez otras institu- ciones, no legadas de Europa), creyendo por ello que existía o podía existir un orden civil o ciudadano de gobierno. Eso aparece con claridad cuando declina lo legislativo en el Congreso de Angostura, constituido por propietarios y terratenientes, el cual dejó sin efec- to o simplemente burló y escamoteó sus proclamas contra la esclavitud. 15 Eso fue y ha sido siempre un error. El pueblo (y Bolívar como líder del pueblo en armas) ha creído y creyó, acaso todavía crea, que existe un gobierno civil (una suerte de “religión civil donde el dios fuera un código ejemplar de leyes”)16 separado de las dos gue- rras. No. El “gobierno civil” o “ciudadano” o como se le llame, tiene expresión cada uno por su cuenta en las dos guerras. De modo que existiría un gobierno civil emanente de la guerra del capital (el que hemos conocido y que se yergue sobre el derecho –absoluti- zado, universal e injusto- que protege la propiedad de los propietarios) y un gobierno civil (para Bolívar “el pueblo que está en el ejército”) que emana de la guerra por la tierra. Este último gobierno lo ejerció Bolívar con sabia jurisprudencia, al tiempo que advirtió, con lucidez pasmosa, que no existe un poder más allá, por encima de los hombres, por encima de las dos guerras, la del capital (la guerra de los ricos) y la de la tierra (la de los pobres): “Piensan esos señores (los Congresistas) que Co- lombia está cubierta de lanudos arropados en las chimeneas de Bogotá, Tunja y Pamplona. No han echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco, sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de Maracaibo, sobre los bogas del Magdalena, sobre los bandidos de Patía, sobre los indómitos pastusos, sobre los goajiros de Casanare, y sobre todas las hordas salvajes del África y de América, que como gamos recorren las soledades de Colombia” 17 “Estar con el pueblo es estar contra el orden constitucional, contra la pluma, contra las letras, y, por ende, contra la casta de letrados que emporcó (y hurtó) la expresión popular de la independencia” De modo que siempre será un error entregar el concreto poder a ese abstracto que rápidamente es controlado, tergiversado y asumido por los –intereses de los- ricos. Desde la guerra por la tierra, está claro que no existe un poder civil abstracto, gravitante y por encima, tal una suerte de topus supraterrenal donde se dirimirían con excelsa justicia las cuitas de la hu- manidad. Lo que existe, concretamente, son las dos guerras, y lo que vemos en el pasado o el presente, es expresión de ellas. Así las cosas, resulta del todo in- teresante acometer la historia pasada y reciente según 15 IZARD, p. 65 y ss. 16 Ibídem, p. 24 17 Ibídem, p. 158
  • 10. 8 esta doble visión. Los resultados pueden ser esclarece- dores. Como ocurre en el caso citado de la guerra so- cial, Bolívar como líder de la guerra por la tierra, será para el pueblo “en el fondo oscuro de su mentalidad y de sus afecciones”18 , el Mayordomo Páez y el Taita Boves. Ese Bolívar, naturalmente, será proscrito por su gente, por los mantuanos, por los nuevos ricos, los viejos y nuevos terratenientes…, por la Historia. Aca- so duró lo que un relámpago, acaso no tuvo de otra. Pero, para ganar la guerra necesitaba a los esclavos liberados, a los campesinos, a los indios, necesitaba la guerra (la rabia, la sed, la venganza, la claridad de ob- jetivos fundada sobre una violenta y acumulada con- ciencia de clases)19 de los pobres, necesitaba hacerla suya, comandarla, encabezarla, ser su jefe,20 ponerse por encima de Páez, al que tuvo que enfrentar pese a todo, y tomar decisiones duras como la de condenar a muerte a Piar. Afirman algunos que todo esto lo hizo porque le temía a la guerra social, al haitianismo y a la rebe- lión de los pardos, y es plausible, además de que los documentos y cartas parecen confirmarlo, pero no es menos cierto que no sólo contuvo la guerra social, la encauzó al ejército patriota y la convirtió en guerra de independencia. Sin olvidar que también predijo las consecuen- cias de no hacer entrega al ejército libertador del “fruto de las adquisiciones de su lanza”, y por lo tanto dejar intactas las causas del conflicto: “Es de absoluta necesidad, decía, que el Congreso dic- te algunos medios que hagan esperar al ejército el cumplimiento de las ofertas que tantas veces se le ha repetido sobre la ley de su haber. Sería muy pe- ligroso que por un momento se llegase a dudar del cumplimiento de aquellas ofertas, en que cada uno funda sus esperanzas”. 21 Este texto vivaquea en aguas un poco confusas sobre las indeterminaciones que debieron sacudir el corazón de Bolívar. El asunto lo amerita porque son las mismas tribulaciones que hoy sufrimos, en tanto los conflictos de entonces no han sido resueltos, y son en verdad constitutivos de los pueblos y la historia que aquí vivimos. Es pues, desde esta accidentada perspectiva que debemos hacer frente a multitud de comentarios como este hecho por Carlos Walter Porto-Gonçalves, en su por demás extraordinario libro Territorialidades y lu- cha por el territorio en América Latina. Dice el geó- grafo brasileño: “No obstante haber recibido Simón Bolívar armas de Toussant de L’Overture en su breve exilio en Haití, así como el consejo para que liberase a los esclavos, la esclavitud permaneció en los esta- dos independientes que nacieron bajo su comando”22 . Dicho así, según Carlos Walter, Bolívar accedió a las armas y no veló por el cumplimiento de la exigencia, sino al contrario, la institución de la esclavitud per- maneció en los “estados independientes que nacieron bajo su comando”. Evidentemente, quiere desconocer al menos dos cosas (que Bolívar ordenó la elimina- ción de la esclavitud y que la Gran Colombia quedó en manos de leguleyos y asesinos que la destrozaron y, desfigurada, la volvieron inviable), para que su tesis sobre la “independencia”23 encaje, y sobre todo, para que cale la visión de “criollo” y “elite” de Bolívar. Como lo refiere Roberto López, “la alianza entre rea- listas y militares opuestos a Bolívar (Páez) fue lo que permitió que lo que yo he llamado “el partido boliva- riano” perdiera el poder político luego de conquistada la Independencia”. La tesis es la conocida –de paso ya aludida y seguida aquí mismo- de que fueron las éli- tes criollas las que iniciaron los movimientos de inde- pendencia económica más no la revolución social que evidentemente daría al traste con sus riquezas y su as- cendencia social y racial sobre la mayoría parda de la población. Lo que hemos venido diciendo es que entre el primer proyecto de las élites, que a la postre y en líneas generales triunfaría, cual era el de crear un ré- gimen económico y social favorable a sus intereses, y, la resistencia del declinante imperio español a las ape- tencias de los criollos, se haría visible, con estruendo y furor la “guerra de colores”, con intereses y reclamos muy distintos, y que en el caso de Haití la llevaría a la independencia y, como bien dice Porto-Gonçalves, a conquistar una “doble emancipación”, mientras que entre nosotros significaría la insurrección esclavo- mestiza que, liderada por Boves, produciría, dice: “efectos devastadores para una clase mantuana que aspiraba a conquistar la independencia de España 18 VALLENILLA, Ob. cit., pp. 107 y ss. 19 “Las razones militares y políticas que he tenido –decía Bolívar en 1820- para ordenar la leva de los esclavos son muy obvias. Necesitamos de hombres robustos y fuertes acostumbrados a la inclemencia y a las fatigas, de hombres que abracen la causa y la carrera con entusiasmo, de hombres que vean identificada su causa con la causa pública, y en quienes el valor de la muerte sea poco menos que el de su vida”, IZARD, p. 64 20 Sobre la división llanera de Páez que ocupaba el bajo Apure, Bolívar escribe en 1817: “Mucha parte de ella es la que nos hizo tan sangrienta guerra bajo las órdenes de Boves; pero animada por el resentimiento del engaño y la perfidia de los españoles, pelea contra ella con todo el odio de que es capaz el corazón humano”. IZARD, p. 186. “La caballería de Páez, Urdaneta y Santander comenzó a operar en los Llanos de Apure tal como lo hacía en los días de Boves, si bien no para hacer la guerra social sino la de independencia; atacaban los puestos españoles y huía a perderse en el fondo de las llanuras; se alimentaba con las reses muertas a lanzazos, vivía sobre el caballo y era fanáticamente leal a sus jefes”, BOSCH, p. 425 y ss. 21 Ibídem, p. 106 22 PORTO-GONÇALVES, p. 133 23 LÓPEZ, p. 58
  • 11. 9 manteniendo todos los privilegios de los cuales go- zaba durante el régimen colonial. Luego de 1814, los mestizos y los negros se convirtieron en actores sociales de relevancia fundamental, y no podían ser excluidos de los planes que se proponían conformar una nueva sociedad en territorio suramericano. El cambio en la estrategia patriota, formulado por Bo- lívar en 1815-16, al incorporar a los esclavos, mes- tizos y blancos de orilla al proyecto independentista mantuano, fue la consecuencia más contundente de la insurrección esclavo-mestiza de 1812-1814. Por esa causa Bolívar, al invadir nuevamente a Vene- zuela en 1816, decreta la liberación de los esclavos. El mérito de Bolívar consiste precisamente en ha- ber logrado atraer para su proyecto independentis- ta a los sectores sociales mestizos y a los propios esclavos.”24 Lo que hemos querido decir es que el proyecto de Bolívar fue la expresión criolla, blanca, mestiza (sería un abuso –y absurdo- decir “parda” y ¨negra”, con el temor que él mismo sentía al pardaje y al haitianismo) pero inconclusa de esa doble emancipación (de la Co- lonia y de la colonialidad criolla). En esa perspectiva es, creo, que debemos mirar el proyecto bolivariano de la Gran Colombia; en la perspectiva de la “doble emancipación”, lo que sin duda suma un dato más en la compleja arquitectura del estadista y guerrero, “pa- dre de pueblos”. Además, Bolívar efectivamente ordenó la libertad de los esclavos, pero su orden fue regateada y retacea- da por los “hombres de leyes” (el “se acata pero no se cumple”, se cumplió y cumple con obstinación); y, por otro lado, los estados que Porto-Gonçalves llama “independientes” lo fueron sólo por las armas, pues llegado el momento constitucional (Bolívar, el “ciu- dadano imposible” veía claramente la división, y su gesto de abandonar las armas para cederle su lugar a las Asambleas marcaba el “antes” perentorio de la guerra con el “después” y para siempre de las leyes) las élites rescindieron las luchas por la “independen- cia” y se entregaron de distinta manera a intereses ex- tranjeros y en definitiva oligárquicos, que agazapados y haciendo su juego entre el terror y el exilio durante los veinte años de guerra fratricida, retrotrayeron la si- tuación social al momento pre-revolucionario, lo que condujo entre otras cosas a la Guerra Federal. Desde la óptica de Carlos Walter, Bolívar no sería traicionado y abandonado en sus ideales, en su proyecto inacabado e imposible de nación, sino que era sin claudicación, sin batalla interior, uno más de la élite criolla, abande- rado como el que más del proyecto de Estado-nación moderno colonial. Para que la tesis de Carlos Walter funcione, digo en el caso específico de Bolívar y su proyecto de na- ción, tiene que olvidar en la continuidad histórica que va de Westfalia (1648) a los Estado-Nación nacidos tras las “guerras de independencia” (1830), el Congre- so Anfictiónico de Panamá (1826). “Cuando, después de cien siglos, dijo Bolívar en 1824, la posteridad bus- que el origen de nuestro derecho público y recuerde los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo.” Como sabe- mos de sobra, los letrados que heredaron y por todos los medios mantuvieron y sentaron las bases para la perpetuación de la composición socio-económica de la colonia no buscaron sino que pisotearon el origen de “nuestro derecho público” en aquel Congreso y en cambio, asumieron como bien lo apunta Porto- Gonçalves, el Derecho Romano “asentado en la pro- piedad privada y, con él, la idea de área mutuamente excluyente, que será la base de la idea de territorio que prevalecerá en el mundo moderno-colonial. Así otras conformaciones territoriales no mutuamente ex- cluyentes son dejadas de lado y su estudio podrá traer importantes contribuciones para superar los proble- mas contemporáneos”. (25) La omisión del Congreso Anfictiónico por parte de Carlos Walter nos permite afirmar que “hizo a un lado” una “conformación te- rritorial no mutuamente excluyente”, y cuyo estudio, seguramente “podrá traer importantes contribuciones para superar los problemas contemporáneos”. Como dicen los juristas, existe jurisprudencia en torno a ese otro mundo posible. Dice Ramón Sisti 26 : «El sueño de Bolívar, de lograr la unidad de Amé- rica Meridional sobre la base de una liga política y militar integrada por plenipotenciarios de cada Estado, se plasmó en el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826 donde se firmó el Tratado de Amistad, Liga y Confederación Perpetua en paz y en guerra entre las repúblicas concurrentes, fraca- sando al poco tiempo. Para que América del Sur se concrete como entidad civilizatoria, la integración es condición esencial. Se trata de construir un nue- vo imaginario latinoamericano que haga viable y útil el concepto de soberanía ampliada fundamen- tado en una auténtica integración regional, que es aquella que realiza, completa y respeta la voluntad autonómica y el deseo de libertad de los pueblos, donde por acción de la solidaridad y la justicia, antes que por la guerra o la conveniencia circuns- tancial, se configure la “región común, la comuni- dad de destino y no sólo de origen; la soberanía regional, en fin”». 27 24 LÓPEZ, pp. 47 y 48 (Las cursivas son mías) 25 PORTO-GONÇALVES, p. 160 (El subrayado es mío)
  • 12. 10 En fin, la historia no se escribe con improbables, no obstante la escritura de este texto quiere rodear el momento de indeterminación en el que Bolívar se des- conoce de entre los suyos y asoma su ímpetu y su cuer- po en-entre los pardos y esclavos, para vislumbrar una nación que no tendría entonces posibilidad histórica. Esa nación imposible toca sí, la plurinacionalidad y, por ende, la pluriterritorialidad de la que habla Porto- Gonçalves. No quiero decir que Bolívar comprendía –al menos como hoy intentamos comprenderlo- esta situación inédita, ni que su a-salto a la concreta cons- titucionalidad arrojaría en el siglo XIX un proyecto de nación pluri-territorial; pero la magnitud de la tragedia que arrasó su alma acaso en mucho esté fundada en la honda conciencia de que los poderes de la nación oligárquica que veía llegada su hora tras los esfuerzos de su espada, aplastarían la expresión que él palpó en/ entre los pueblos que lo acompañaron en la gesta por la independencia de la inmensa nación que conoció palmo a palmo como nadie nunca jamás la ha vuelto a conocer, la que recorrió una y otra vez guerreando, impulsado y sostenido por una idea febril, la magna locura de cargar sobre sus hombros prácticamente abandonado a su propia suerte, desconocido e incom- prendido, la libertad e independencia de un territorio abrupto, difícil, exuberante, diverso hasta el punto que pocos cuerpos podrían resistir sin reventar (el suyo ce- dió a la edad de 47 años tras innúmeras fatigas) el en- diablado trajín de atravesarlo una y otra vez en pos de una quimera. Valga recordar aquí lo referido por Joa- quín Mosquera, en 1824, antes de la nueva campaña andina y antes de Junín, cuando lo visita en Pativilca, “a tres jornadas de Lima”: “Tan flaco y exhausto que me causó su aspecto acer- ba pena. Sentado en su pobre silla, recostado en la pared de un reducido huerto, la cabeza envuelta en un pañuelo blanco, sus piernas descarnadas al pun- to que sus rodillas filosas –como punta de espadas- hieren el Grin de sus pantalones; en su voz hueca y débil, su semblante cadavérico” Mosquera, dice Trías, estuvo a punto de llorar. Y (en torno) a aquel desvalido, la traición, el aisla- miento, las fuerzas fernandinas ansiosas por destruirlo para siempre. Con el corazón oprimido temiendo la ruina de nuestro ejército, le pregunté: “¿Y qué piensa usted hacer ahora?” Entonces, avivando sus ojos hue- cos, y con tono decidido me contestó: “¡Triunfar!” 28 El país que conoció Bolívar, era del todo diferente al delineado quisquillosamente desde los escritorios de los letrados, capitalinos y estructurados a la lógica económica internacional, impuesta por los imperios, español primero; inglés y estadounidense, después. La legislación de Bolívar, su forma de poner orden, estu- vo apegada a las condiciones y condicionantes de la tierra, a sus gentes y costumbres, serían leyes las suyas –si eso cabe- territorializadas. “Su fértil pensamiento –como dice Trías- aporta soluciones fundamentales”: «Antecedente significativo es el decreto de enero de 1814, en que declara que toda propiedad pertenece al Estado. Luego distribuirá bienes y tierras con- fiscados a los enemigos entre oficiales y soldados. Hito clave de su nueva concepción es el decreto que libera a los esclavos. Es mucho más que el cumpli- miento del digno compromiso con Alejandro Petión: es la fundación de la igualdad de los “colores”. (El reconocimiento de) “la institución del cacique”, in- termediario entre amo y siervos, torna obligatorio el pago de los jornales en dinero, prohíbe los pre- cios desorbitados en las pulperías, termina con todo tipo de trabajos obligatorios como séptimas, mitas y pengueaje. Por sendos decretos firmados en Trujillo y Cuzco, entrega a los indios la tierra que trabajan. Las de la comunidad deben distribuirse entre los que no poseen tierras y estas no pueden enajenarse. Deroga el resistido “tributo real” No en vano, en Pucará, el párroco indio lo recibe rodeado de sus feligreses, indígenas también, y pro- clama en medio de la placita humilde: “Después de tres siglos de expiación (Dios) tuvo piedad de Améri- ca y os ha traído a vos”» 29 Sobre la forma de gobernar de los pobres (que han triunfado militarmente sobre el ejército de los ricos y que apenas cabe –dicha siempre desde la perspectiva de los ricos y en forma peyorativa- en la fórmula “gobierno fuerte”) nos tiene mucho que enseñar ese Bolívar. “Yo por servir a la patria debiera destruir el magnífico edifi- cio de las leyes y el romance ideal de nuestra utopía… El mal será irremediable pero no será nuestro, será de los principios, será de los legisladores, será de los filó- sofos, será de los pueblos mismos, no será de nuestras espadas”. Más cáusticamente, dice: “Los intrigantes han destruido la patria del heroísmo y tan sólo nosotros sufriremos, porque hemos estado a la cabeza de estos execrables tontos”30 . “Estos señores (se refiere Bolívar a los congresistas en la carta dirigida a Santander ya citada) piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos, sin saber que en Colombia el pueblo está en el ejército, porque ha conquistado el pueblo de mano de los tiranos, porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra y el pueblo que puede. Todo lo demás 26 Ramón Sisti es Licenciado en Ciencias Políticas (UNR) y Profesor de Ecología y Geopolítica de los Alimentos y de Geografía Económica del Mercosur en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano. 27 SISTI, p. 64 28 TRÍAS, p. 34 29 TRÍAS, pp. 26 y 27 30 Carta de Bolívar citada por VALLENILLA, p. 167
  • 13. 11 es gente que vegeta, con más o menos malignidad, o con más o menos patriotismo: pero todos sin ningún derecho a ser otra cosa que ciudadanos pasivos. Esta política que no es ciertamente la de Rousseau, al fin será necesario desenvolverla para que no nos vuelvan a perder esos señores…”)31 No obstante nos perdieron, y lo harán siempre que sigamos creyendo que existe un edificio de leyes impoluto, que se yergue sobre nuestras cabezas, repartiendo justicia a diestra y siniestra. El go- bierno y sus leyes emanan de las guerras, de la econó- mica (burguesa y liberal) y de la guerra del pueblo por la tierra, por la vida y la dignidad. No existe, pues, un poder civil de gobierno por encima de la expresión de las dos guerras que hemos esquematizado aquí. Ese imposible gobierno civil se- ría abstracto, sería irreal, no obstante sobre su irreali- dad, el poder discrecional, injusto, acomodado a los intereses de los ricos, expresado en las armas, en la violencia, en el ejercicio indiscriminado de la muerte, se constituye como poder y de hecho (de facto) go- bierna. Eso es lo que hemos conocido, y sobre lo que la Historia trata y versa. Toda la maquinaria ideológica está dirigida a representar-nos ese poder, como un pro- ducto de la sapiencia humana, fruto de la civilización. En nuestra historia, acaso haya sido con Bolívar cuando logró existir el gobierno “civil” emanente de la guerra por la tierra, breve y arrasado por los legule- yismos de aviesos congresos animados por el ladino y sibilino Santander. Pero ¿puede madurar la “sociedad guerrera”, hacerse cotidianidad, y no mera urgencia? Bolívar requería, al decir de Vallenilla Lanz, “unida- des iguales dirigidas por un jefe único, y no organis- mos independientes pudiendo marchar por sí solos, ni asambleas deliberantes que no hacían sino entorpecer las operaciones militares con discurso y triquiñuelas de leguleyos”32 . ¿Es esa la forma que debe adoptar ne- cesariamente el gobierno del pueblo? Si es así, ¿cuán- to puede durar? Para preguntarlo con Vivián Trías: “¿Puede el caudillo crear historia?”33 Bolívar creyó saber cuándo era el momento de de- jar las armas para dar paso a las Asambleas. “¡Pero ya respiro devolviéndoos esta autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en me- dio de las tribulaciones más horrorosas que pueden afligir a un cuerpo social!”, decía el 15 de febrero de 1819 en la oración inicial del Congreso de Angostura, “fuente de la autoridad legítima, depósito de la volun- tad soberana y árbitro del destino de la Nación”34 . A su gesto se le ha llamado civilista, y me temo que no dudan en elogiarlo los que ven en las leyes (áureas, aéreas) el remedio de todos los males, los que como Úslar, antepusieron a los Zamora, los Bello35 . Siempre fue un error, y así lo dejó ver con encono. Sus palabras duras, como algunas de las que ya hemos citado aquí, lo malquistaron frente a los dúctiles prohombres de letras. Finalmente, esas “débiles fuerzas” a las que se refería en el discurso de Angostura, iban a llegar 11 años después: “Yo creo todo perdido para siempre –decía a un mes antes de su muerte-, y la patria y mis amigos su- mergidos en un piélago de calamidades. Si no hubiera más que un sacrificio que hacer y este fuera el de mi vida, o el de mi felicidad, o el de mi honor… créa- me Ud., no titubeara. Pero estoy convencido de que este sacrificio sería inútil, porque nada puede un pobre hombre contra un mundo entero, y porque soy incapaz de hacer la felicidad de un país, me deniego a man- darlo. Hay más aún: los tiranos de mi país me lo han quitado, y yo estoy proscrito, así yo no tengo patria a quien hacer el sacrificio”. 36 Vendrá la Guerra Federal, la continuidad del con- flicto que había anunciado, y sobre las cenizas de un país devastado, no serán los esclavos ni lo ex escla- vos, ni los pardos ni los campesinos, lo que lleguen al poder, sino los Constitucionalistas, la nueva burgue- sía en ascenso, cuyo pensamiento producirá “el único cuerpo de doctrina capaz de darle a la clase dominante coherencia, unidad, objetivos precisos y, sobre todo, capaz de estimularla en su lucha por el control abso- luto del poder y por la conformación de la sociedad, dentro de una nueva concepción, la llamada concep- ción modernizadora”.37 Bibliografía DEL BUFALO, Enzo, Americanismo y democracia, Editorial Monte Ávila, Caracas,• 2002 BOLÍVAR, Simón, Para nosotros la Patria es América, Biblioteca Ayacucho, Ca-• racas, 1991 BOSCH, Juan, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, Editorial de Ciencias Sociales,• La Habana, 2007 CARRERA DAMAS, Germán, Una nación llamada Venezuela, Monte Ávila, Ca-• racas, 1997 FOUCAULT, Michel, Genealogía del racismo, Editorial Altamira, La Plata, Argen-• tina, 2008 GUILLEMIN, Henri, ¡Los pobres a callar!, Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1997• IZARD, Miguel, El miedo a la revolución. La lucha por la libertad en Venezuela• 1777 – 1830, Centro Nacional de Historia, Fondo Editorial Tropykos, Caracas, 2009 LÓPEZ, Roberto, “Laureano Vallenilla Lanz y la guerra de independencia venezo-• lana”, en Revista de Artes y Humanidades UNICA Año 6 Nº 12 / Enero-Abril 2005, pp. 39 – 64 Universidad Católica Cecilio Acosta SANT ROZ, José, Bolívar y Santander: dos posición contrapuestas, Colectivo Edi-• torial Proceso, Caracas, 2008 PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter, Territorialidades y lucha por el territorio en• América Latina, Ediciones IVIC, Caracas, 2009 SISTI, Ramón, “Cambios y riesgos geopolíticos en América del sur”, en Inve-• nio, noviembre, año/vol. 8, número 015, Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, Rosario, Argentina, pp. 61-69. En: http://redalyc.uaemex.mx/ redalyc/pdf/877/87781506.pdf [Consultado: 13 de febrero de 2010] TRÍAS, Vivián, Simón Bolívar y el nacionalismo del Tercer Mundo, Caracas, El• Perro y la Rana, 2008 ÚSLAR PIETRI, Arturo, Obras Selectas, Ediciones Edime, Madrid – Caracas, 1956• VALLENILLA LANZ, Laureano, Cesarismo democrático, Editorial CEC SA, Libros de• El Nacional, Caracas, 1999 31 SANT ROZ, Ibídem, p. 158 32 VALLENILLA, p. 157 33 TRÍAS, p. 47 34 BOLÍVAR, p. 60 35 ÚSLAR, en “Los héroes civiles”, p. 1307 36 SANT ROZ, p. 515 37 CARRERA, p. 102
  • 14. 12 Aún hoy, tras varios años de comprobada efi- cacia, la vacuna cubana contra la meningitis B sigue siendo ignorada por países industrializados, mucha de cuya literatura médica declara inexistente la inmunización contra ese serotipo. “Hay muchas barreras regulatorias, obstáculos que imponen a veces las propias transnacionales”, dijo a IPS la científica cubana Concepción Campa, que en- cabezó el grupo de investigadores que en los años 80 descubrió y desarrolló la vacuna salvadora de millo- nes de niñas y niños. VA-MENGOC- BC es la única vacuna disponible en el mundo contra la enfermedad causada por el me- ningococo B y está incluida desde 1991 en el esque- ma nacional de inmunización infantil de Cuba. Desde entonces, la meningitis no es un problema de salud pública en esta isla. “También se ha usado con éxito en otros países de América Latina, como Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia y algunos centroamericanos. La vacuna es indiscutiblemente más aceptada que en sus inicios, pero sigue sin entrar en Europa”, explicó Campa, pre- sidenta-directora general del Instituto Finlay. La mitad del personal del Finlay son mujeres. Sus ofertas de investigación, desarrollo y producción de vacunas y sueros incluyen también protección contra la meningitis A y C, la leptospirosis, la difteria, le téta- nos, la fiebre tifoidea y la tos ferina. IPS: Busqué al azar en Internet y encontré literatura médica de Europa que dice que no existe una vacuna contra la meningitis tipo B, cuando ustedes la tienen desde principios de los 90. ¿Cómo es posible? CONCEPCIÓN CAMPA: Esa vacuna debe compe- tir con (laboratorios) transnacionales que tienen pro- gramas de mercadeo muy costosos y son elaborados con mucha inteligencia empresarial. Hemos conversado con algunas compañías, pero desde el inicio nos aclaran: “somos una firma lucrativa y nuestra principal razón son los porcentajes de ganan- cia. Por supuesto, además trabajamos para la salud”. Para nosotros ese principio supone una desventa- ja. Trabajamos ante todo en bien de la salud humana, no para lucrar, y no disponemos de los volúmenes de dinero que hacen falta para el mercadeo y la informa- ción a la población. La antimeningocócica B ha sufri- do bastante en este tema. IPS: Pero Cuba necesita aumentar sus ingresos fi- nancieros y la biotecnología es una vía para ello. CC: De acuerdo, solo que nuestras ganancias nun- ca serán equiparables a las obtenidas por las transna- cionales. No es que estemos en pérdida, no podríamos, pues necesitamos investigar y desarrollar nuevos pro- ductos. Pero no es comparable el lucro de las transna- cionales con las utilidades que obtenemos nosotros. IPS: Cuba ha optado en el campo de la biotecnolo- gía por trabajar de manera conjunta con terceros paí- ses. ¿Es así también en el caso del Instituto Finlay? CC: El primer convenio surgió con Brasil y jus- tamente a partir de la antimeningocócica B, allá por 1990 o 1991. Necesitaban volúmenes enormes de esa vacuna y nosotros teníamos capacidad para los princi- pios activos, pero no para el proceso industrial final de llenado y envase. Nos asociamos para enviarles el preparado en bote- llones, lo que abarataba el costo de la vacuna para ellos y a nosotros se nos facilitaba el proceso industrial. Así na- ció una colaboración que con Brasil ha sido muy fuerte. Obra pictórica: Un Momento Para María. Pintora: Patricia Del S. Tafur. Medio: Pastel Oleo. Año: 1993
  • 15. 13 IPS: Un buen antecedente para la asociación entre el Instituto Finlay y el gubernamental Instituto de Tec- nología en Inmunobiológicos, Bio-Manguinhos, de Brasil, a fin de producir vacunas destinadas al llamado cinturón de la meningitis en África… CC: Así es. En 2006 recibimos la solicitud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para produ- cir la antimeningocócica A-C que se necesitaba para encarar brotes epidémicos en África. Nos asociamos y pasamos juntos la calificación de la OMS. Es una colaboración Sur- Sur que marcha muy bien. Construimos una planta totalmente con inversión cubana para fabricar esa vacuna, que inauguramos en diciembre de 2008. Ahora estamos trabajando ade- más la antimeningocócica W-135, una de las que está impactando más en África. También responde a una emergencia planteada por la OMS. Según el acuerdo, Cuba vende a Brasil el principio activo de la vacuna. La nación sudamericana lleva a cabo el final del proceso, que incluye llenado, liofiliza- ción (desecación al vacío y a muy bajas temperaturas), envasado, etiquetado y controles de calidad, para lue- go vender a los organismos internacionales o directa- mente a países africanos. IPS: ¿Con qué otros países existen convenios de colaboración? CC: Tenemos proyectos de investigación con Ma- lasia y algunos países de Europa, como Gran Bretaña, Suecia, Suiza e Italia. En América Latina, con Chile, México, Argentina, con el mismo Brasil, en investi- gaciones básicas. En producción, la colaboración más fuerte siempre ha sido con el gigante sudamericano. Hay otros intentos. Conversaciones y procesos de negociación para producciones cooperadas con Viet- nam, India, Egipto y China, entre otros países. Tam- bién hemos intentado esta colaboración con Sudáfrica. El primer paso sería la producción y después la trans- ferencia de tecnología. IPS ¿Cuál es el secreto para desarrollar una indus- tria tan compleja en condiciones de país en desarro- llo? CC: Cuba cuenta con varias fortalezas de trabajo. La primera es la prioridad concedida por el Estado, que hizo inversiones millonarias para tener la indus- tria que hoy tenemos. La segunda radica en sus recur- sos humanos, resultado de un proceso revolucionario que elevó la educación a un primer lugar. Otra fortaleza es la colaboración entre todos los centros de investigación. Nosotros no competimos, nos ayudamos. Ahora mismo, la vacuna contra el neu- mococo la estamos haciendo entre dos instituciones científicas. Cada una tiene su independencia económi- ca y organizativa, pero en el trabajo somos de verdad una familia que se quiere y se entiende. IPS: ¿La vacuna contra el neumococo es ya una realidad? CC: La estamos trabajando en colaboración con el Centro de Química Biomolecular porque el neumo- coco se ha convertido en una de las primeras causas de enfermedades infecciosas, no solo en los niños de Cuba, sino en otras partes del mundo. Es una vacuna que ya existe, pero falta adecuarla en su composición, eficacia y precio. Está bastante avanzada y aspiramos a hacer los primeros ensayos clínicos próximamente. Esta bacteria ocasiona neumonía, meningitis y oti- tis. Es una vacuna de siete valencias o sea que protege contra los siete tipos de neumococo más comunes en Cuba y América Latina. Cada desarrollo nuestro parte de una necesidad de salud de éste o de otros países del Sur. IPS: ¿Qué otros proyectos ocupan a su institu- ción? CC: El desarrollo más inmediato es el de la antime- ningocócica W-135, que ya está casi terminada y los ensayos clínicos se harán en enero próximo. Cuando se trata de un producto que ya está en el mercado, las regulaciones permiten demostrar que es igual o supe- rior a los que ya existen. (FIN/2010) (Con información de IPS) Foto. Prensa Latina
  • 16. 14 Galería Nuestramérica Para el número No. 5 de Nuestra América, y como una propuesta de innovación editorial, hemos creado la Galería Nuestra América, ésta como un espacio que permitirá el ejercicio de nuevas for- mas de lectura, desde la interpretación de imágenes y obras de artistas visuales y plásticos: Pintores, dibu- jantes, escultores, grabadores, fotógrafos, cineastas y de medios mixtos. De igual manera, la propuesta de crear dentro de la revista, un espacio de Galería con su mismo nombre, tiene como propósito, promover y resaltar la creación artística de las diferentes manifes- taciones de nuestros creadores; no limitándonos a la exposición o presentación de lo estrictamente escrito. En ésta ocasión hemos invitado a la pintora y dibujante Patricia Del Socorro Tafur Perdomo. Sus obras ilustran tanto la portada como algunos de los artículos que se han seleccionado para éste número. Para una mayor información sobre la vida y la obra de nuestra artista invitada, a continuación re- producimos la entrevista y articulo más reciente, rea- lizados para las revistas culturales: La Jeta y Suenan Timbres: éstos, con motivo de una de las últimas ex- posiciones que la pintora realizó en Bogotá, en el año 2009, y con la ampliación de la información por parte de la misma entrevistada. Acercamiento a la obra de PATRICIA TAFUR PERDOMO “La creación artística es la expresión más elevada del pensamiento”. De Estanislao Zuleta, retomando las reflexiones sobre estética de Carlos Marx. “La verdadera creación artística, es expresión del trabajo altamente desarrollado, y dentro de una concepción científica, humanista y ecologis- ta del Arte Popular; es la coherencia entre el traba- jo intelectual y la praxis del creador”. De la autora. Para un mejor acercamiento a la obra pictórica de Patricia Tafur Perdomo: como artista, como mujer y como gestora cultural, hablaremos primero de su ori- gen. Nacida en el Huila, es hija del escritor huilense Humberto Tafur Charry, (autor de varias novelas y li- bros de cuentos, quien en vida fuera un reconocido luchador social, y miembro honorario de la Academia Hispanoamericana de Letras). Cursó estudios de Li- cenciatura en Artes Visuales en la Universidad Surco- lombia en Neiva, Huila. Cuenta con una disciplina personal de investiga- ción y de taller, además de una formación humanista e interdisciplinaria, que le han permitido desarrollar su propia propuesta plástica y cultual. Su compromiso es ante todo, con la construcción de una nueva cultura, y en ese sentido, nos dice que ella es consciente del papel ideologizante de la educación y de las distin- tas manifestaciones de la cultura en la sociedad Ca- pitalista, entre ellas: el arte institucional, la religión, la familia, la política y el derecho, y los distintos medios de comunicación; que con la aparición de la propiedad privada, se han constituido en instrumentos que garantizan la permanencia de los distintos modos de explotación, y la permanencia del actual modelo de producción capitalista, que hoy desde la constante depredación de la naturaleza y del mismo ser huma- no, nos tienen al borde de la destrucción del planeta. Nos dice además, que “desde la observación de los fenómenos dialécticos de la cultura, es necesario hacer aportes a la construcción de un proceso de con- tracultura, y que es conciente del papel transformador que en este sentido como artista, debe asumir en la
  • 17. 15 brega diaria por contribuir a gestar una sociedad mas humana, y realmente constructora de una ética para la defensa de la vida”. Desde esta visión, y desde una propuesta plástica realista, expresionista y a veces surrealista, la obra de Tafur, es una reflexión crítica del momento actual, que denuncia las políticas guerreristas del Estado Colom- biano y del imperio norteamericano; como también la exclusión social, en su gesto de solidaridad con los humillados y desposeidos de la tierra. Ella afirma que… “Es mi homenaje a los ver- daderos gestores de la nueva cultura: los indígenas, los maestros pensantes, los trabajadores, los des- empleados, los desplazados, las mujeres, los estu- diantes, los campesinos, e intelectuales concientes, que hoy, ante las políticas más deshumanizadas y sangrientas de la historia; siguen luchando por su- perar la miseria, la ignorancia y la descomposición en que nos ha sumergido la clase dominante, el im- perio norteamericano y los imperios del mundo”. Sus obras, también abordan el tema de la mujer, desde diferentes reflexiones sobre los distintos papeles que ésta viene asumiendo dentro de nuestra contradictoria y actual cultura. “Mi obra es un testimonio de la indí- gena, de la madre desplazada, la mujer discriminada por su condición étnica, su condición misma de mujer y de clase; pero es igualmente el testimonio de una mujer que lucha contra el sistema y contra todas las limitaciones que éste le impone”.   Patricia, ha realizado más de, 40 exposiciones de pintura, entre individuales y colectivas, dentro y fue- ra de Colombia. Actualmente realiza su exposición “CAMINOS DEL PACANDE”.( Pacandè: termino del Pijao, que significa La Montaña del Alba). Esta exposición se realiza por invitación de la profesora y directora de la Fundación Saucy, Amanda Rincón, y cuenta con 20 obras, en diferentes medios: en acrílico sobre lienzo y MDF, en tinta sobre papel, en óleo so- bre lienzo, en Pastel y carboncillos sobre papel, y en pastel sobre papel. Entre las obras de ésta exposición se cuentan las siguientes: “A nuestra América”, “Mujer que pien- sa”,  “La maestra de Lagunillas”, Desplazados No.1”, “La mujer del bus”, “La señora de vargas”, “Mujer que florece”, “Maternidad desplazada”, “Dialéctica de la vida”, “Los que se van”, “Presencia de Pata sola”, “Mi Mamá me mima”, “Mujer Cósmica”, “Cosecha de Girasoles, “Sala de profesores”, “El estudiante” y “especie…”, “Trono para un sueño”, “Pedrito el Tam- borilero”, entre cerca 500 obras realizadas para 43 ex- posiciones e ilustraciones en medios escritos. Entre los medios escritos que han publicitado su obra y sus exposiciones, además de los ya menciona- dos, se encuentran: la revista Le Monde Diplomati- que, el diario El Tiempo, el diario Venezolano Pico Bolìvar, la revista Región y Cultura de la Universidad Surcolombiana. La revista del instituto de cultura La Pizarra Del Arte, la revista de Autores Colombianos, el diario Anaconda del Amazonas, el diario Vanguar- dia de Bucaramanga, el diario del Huila , el diario La Nación, entre otros. PATRICIA TAFUR PERDOMOCorreo Electronico: patriciatafur22@gmail.com
  • 18. 16 ¡PROCLAMA!Por la Nueva Independencia Marcha Patriótica Colombia / 20 de julio de 2010 ¡PROCLAMA!Por la Nueva Independencia Marcha Patriótica Colombia / 20 de julio de 2010 Hace 200 años miles de patriotas se alzaron contra el yugo colonial en busca de independencia y soberanía. Las amplias masas de la patria se rebelaron contra el imperio, tomaron las armas y expulsaron a los invasores, al tiempo que luchaban por conquistar mejores condiciones de existencia. La independencia para el pueblo no era un grito o una formalidad sino que estaba vinculada a sus necesidades más sentidas. Inde- pendencia era libertad, tierra, pan, igualdad y dignidad. Las masas de nuestro pueblo que ganaron la independencia en el campo de batalla y en la conciencia de sus contemporá- neos, fueron traicionados por las oligarquías truncando el sueño de patria del Libertador, dejando inconclusa una gesta que hoy la historia nos llama a proseguir. Los agravios y vejámenes de la colonia española solo fueron modificados en su forma y nuevos dueños ocuparon el lugar de los chapetones. Doscientos años de vida republicana, han sido convertido por las élites colombianas en doscientos años más de dependencia y subyugación. Agravios y dependencia. Con el despojo de la tierra nos han arrebatado la vida y la tranquilidad. Con la usurpación del poder, vino la usurpación de la tierra; en menos de 30 años la población campesina se redujo del 61% al 27%, producto de la contra- reforma agraria más reaccionaria del continente hecha a sangre y fuego. La guerra de los terratenientes ha llevado al 82.6 % de la población del campo a estar por debajo de la línea de pobre- za y ha generado más de 4.600.000 personas desplazadas por la guerra, en el deshonroso segundo lugar a nivel mundial. Se- gún el censo del 2005, hecho con el mismo aparataje estatal, se estableció que el país cuenta con 42.888.592 habitantes, de los cuales 30 millones están en condiciones de pobreza y de estos 12 millones de personas están en la miseria. Tras esta cifra, que de por si es denigrante, se oculta nuestra postración al gran capital transnacional y su interés sobre nuestra patria: explotación de los recursos naturales, latifundio, agro combustibles, la usura de los bancos y los mega-proyectos multinacionales ligados todos al financiamiento y estructuración de la violencia paramilitar. Agravios y dependencia. En nuestra amada Colombia, los expertos han calculado un déficit de más de 2.500.000 vivien- das y cerca de 2.800.000 no tienen instalado el paquete de los servicios domiciliarios básicos; 5.000 niños mueren cada año por desnutrición y 2.600 niños mueren como consecuencia de la escasez y mala calidad del agua; 12 de cada 100 niños en las ciudades están desnutridos, 17 de cada 100 en las zonas rurales y 12 millones de personas no cuentan con agua potable a través de servicios de acueducto. Agravios y dependencia. En nuestro país 2.4 billones de pesos del presupuesto nacional anual, en vez de invertirse en la educación y en la salud se utilizan para servicio y pago de la deuda pública, destinados a atender el cumplimiento de las obligaciones correspondientes al pago de capital, los intere- ses, las comisiones, los imprevistos y los gastos de contrata- ción originados en operaciones de crédito público; los aportes de los colombianos más pobres se van a pagar la deuda a la Banca Mundial y los especuladores criollos, una deuda paga- da una mil veces con el sudor y la sangre de nuestro pueblo. Más y más agravios envueltos en mentiras, como que la pro- tección de varios millones de empleos depende de la rebaja del salario de los trabajadores, miserable argumento con el que jus- tifican los exabruptos de las lesivas reformas laborales, que han reducido las garantías de dignidad para los trabajadores y han fomentado las condiciones indignas en que se desenvuelve el pueblo colombiano en general, mientras aumentan los impues- tos que se pagan en los artículos de la canasta básica; la Ley 100 que reglamenta la salud y la llamada emergencia social, ha arrojado a los trabajadores al cotidiano y trivializado crimen de Estado, llamado “paseo de la muerte”, que es la calamitosa si-
  • 19. 17 tuación de centenares de pacientes que mueren en las puertas de los hospitales, después de haber hecho un largo recorrido sin que los atendieran. 200 años de agravios y dependencia tristemente coronados con la entrega del suelo patrio para la operación militar norte- americana mediante siete bases, miles de asesores y millones de dólares gastados en la industria bélica gringa. Soberanía hipote- cada a la potencia extranjera como expresión nítida de la recon- quista por intereses antinacionales de los principales recursos de nuestro país. Las 7 bases son solo el cerrojo del botín de oro del que las multinacionales se han apropiado con la complacencia plena de nuestros gobiernos. No más agravios. La solución no puede ser la guerra o la profundización del conflicto armado para aplastar la inconfor- midad popular; en los últimos 5 años se han gastado más de 16 mil millones de dólares en el Plan Colombia y se ha des- tinado cada año más de 21 billones de pesos para la guerra, sin alcanzar el propósito de derrotar la insurgencia y desarti- cular la movilización popular, por el contrario, el conflicto, sus causas y consecuencias, se han profundizado al punto de llegar a un estado de emergencia humanitaria. Más de 2000 “falsos Positivos” execrables delitos estatales de lesa humani- dad, 30.000 desaparecidos entre 2007 y 2009 según datos de medicina legal, detenciones arbitrarias por centenares y la apa- rición consuetudinaria de fosas comunes y hornos crematorios que esconden la nefasta verdad de la seguridad democrática. Para superar estos agravios y otros que vive a diario toda la po- blación colombiana; los convocados y partícipes de ésta marcha conmemorativa del bicentenario de la gesta libertadora pro- ponemos: UNA NUEVA Y PLENA INDEPENDENCIA. Hoy como hace 200 años el continente se estremece, y los pueblos de América han desenvainado las espadas de los libertadores y retomado el camino para la consumación total de la independen- cia. El pueblo colombiano reunido en su CABILDO ABIERTO NACIONAL, retoma el grito de los patriotas del siglo XIX y de los revolucionarios del siglo XX y proclamamos nuestra Nue- va Independencia, en cuya gesta venimos trabajando ya desde mucho tiempo atrás los procesos organizativos y movimientos sociales aquí reunidos. Como instrumento político necesario para esta nueva lucha independentista convocamos a todo el pueblo colombiano a con- formar un Cabildo Abierto Nacional y Permanente, que sea el espacio de encuentro de la diversidad cultural de la nación, de las múltiples realidades regionales y de los anhelos de paz con justicia social de nuestra patria. La mejor vía para la solución a los problemas que aquejan al país es la organización que reúna al pueblo, supere la dispersión e invoque el espíritu libertador continuador de la primera independencia. Invocamos con la fuerza bicentenaria, a reunirnos en Ca- bildo Abierto Nacional y Permanente hasta alcanzar el disfrute pleno de nuestros derechos y hasta ver superados por completo los oprobiosos agravios desatados con fuerza contra el pueblo colombiano. El llamado es a organizarnos en Cabildo Abierto hasta lograr un nuevo poder que elimine por completo la co- rrupción política, el clientelismo, la entrega de los recursos na- turales, recupere la soberanía y logre la paz, comprometiéndose a ser verdadero representante del anhelo de todas y todos los colombianos. No esperemos nada del poder establecido. Invocamos a los ciudadanos y ciudadanas a buscar a través del Cabildo Abierto Nacional y Permanente, el respeto de la soberanía nacional, la redistribución de la riqueza, la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas del desplazamiento forzado, las desaparicio- nes, las detenciones arbitrarias y todos los demás crímenes de Estado. Llamamos al pueblo colombiano a recuperar su papel en el gobierno de la patria, tomando directamente las riendas del país, buscando resolver los problemas gestados por las élites que han usurpado nuestro gobierno durante más de 200 años. Llamamos a todas las organizaciones participantes en esta gigantesca Marcha Patriótica y Cabildo Abierto, a los partidos, parlamentarios, dirigentes políticos y sociales, artistas, inte- lectuales y demás personalidades que confluimos en esta con- memoración ó nos sentidos hermanados con sus propósitos, a conformar el CONSEJO PATRIOTICO NACIONAL, que le dé vida y forma a nuestro instrumento del Cabildo Abierto Per- manente. Convocamos a todos los colombianos, que se sientan recogidos en nuestro ideario, a formar los Consejos Patrióticos departamentales, municipales, regionales o la forma que a bien se tenga, para darle continuidad a nuestra lucha por la nueva y plena independencia. Finalmente invitamos a todo la ciudadanía de nuestro país, a todos los patriotas y demócratas a unirse al Cabildo Abierto Permanente, y a nuestra lucha por la nueva independencia, em- pezando desde ya a preparar un combativo y beligerante PARO CIVICO NACIONAL, que ponga sobre la mesa lo insostenible del anti-democrático régimen actual, y las impostergables rei- vindicaciones de estudiantes, campesinos, indígenas, trabajado- res y colombianos en general. Por Nueva y Plena Independencia… !Viva el Cabildo Abierto Permanente! FOTOS: MAGAZIN NUESTRA AMERICA
  • 20. Obrapictórica:PedritoElTamborilero. Pintora:PatriciaDelS.TafurPerdomo. Medio:Acrílicosobrelienzo-Año:2005 18 “…La sangre es joven y el sueño es viejo, Pero dejando de ser pendejos, Esa esperanza será verdad…” Ali Primera El 20 de Julio de 1810 la juventud Neogranadi- na, en un sonoro grito que llega hasta nuestros días, dijo: ¡YA BASTA!; ya basta de opresión y de coloniaje, ya basta de indignidad y de sometimiento y se echo a andar y no se detuvo hasta concluir en la hermosa pampa de Ayacucho, 14 años después, en una verdadera gesta internacionalista, la obra de nuestra primera independencia. EldevenirhistóricodeestepaísquehoyllamamosCo- lombia, ha sido un constante batallar y hablamos en senti- do literal, contra todos los enemigos de estas tierras. De la vieja Europa, hecha ella de violencias e injus- ticias, llegaron hace 518 años las turbas delincuencia- les, que buscando riquezas de oropel, arrasaron con los hombres que habitaban este continente. La espada y la cruz, ambas con filo de verdugo, des- hicieron con horror en 60 años, lo que miles de años nos había costado construir: Nuestra cultura, cosmovisión, costumbres, danzas, orfebrería, ciencia, etc., no se trata de si eran mejores, sino de que eran NUESTRAS. Nosotros éramos para nosotros y por no poseer tecno- logía militar equivalente, ellos nos sometieron para ellos. Descendemos de aquellos cuya lucha heroica con- tra el invasor, en condiciones de suyo desiguales, no les permitió tener posibilidades reales de derrotar la invasión a las primeras de cambio. La derrota en esa guerra que no queríamos y a la que nos obligaron, nos costó 300 años de infamia y sangría, de esclavitud y opresión, la “civilización Europea” se impuso y enton- ces, el valor de los hombres del pueblo se empezó a medir en su capacidad física para el trabajo, animales parlantes les llamaban a los indios y a los negros, obli- gados a soportar sobre su piel y su conciencia, todas las bestialidades de las que puede hacer gala una po- tencia imperial que sojuzga a otros pueblos. Solo los más fuertes y los más jóvenes tenían po- sibilidad de sostenerse en pie después de las duras y extenuantes jornadas de más de 18 horas, buscando arrancarle a las entrañas de la tierra el oro y la plata, y las esmeraldas y demás metales y piedras precio- sas, que no saciaban jamás sus fauces, y que antes nos adornaban para la celebración y la fiesta y ahora, pues- tas al servicio del capitalismo naciente, se convertían en nuestra maldición. Jóvenes eran los indios y los negros y los mestizos y mulatos de los que con orgullo proletario descendemos, a los que se les permitía vivir (si eso es vida) solo para trabajar, porque desde la perspectiva de traganíquel del dominador, el hombre-pueblo solo sirve mientras pro- duzca plusvalía-ganancia para el patrón. Jóvenes eran, si por ello entendemos, y no mas, una etapa cronológica de la vida que sigue a la niñez, pero es difícil, muy difícil, que haya juventud, entendida como etapa de la vida irrepetible y fecunda, de definiciones y rebeldía, de creatividad e iconoclastia, de alegría y hu- manismo, allí donde el látigo y el cura hacen surgir del niño consternado una maquina de trabajo esclavo. Pero el oprobio, el saqueo, la esclavitud y la bar- barie, no se soportan impunemente, necesariamente tenían que producir, y produjeron, innumerables es- tremecimientos en la corrompida estantería colonial, y a la rabia y al odio que se iban acumulando a lo largo de 3 siglos, venía a unírsele incesantemente, jóvenes ideas producto de jóvenes cerebros. Sin embargo las luchas libertarias de la Gaitana y Calarca, de Benkos Biojó y los cimarrones, en defi- nitiva de los indios y negros, por las propias condi- ciones de franca resistencia defensiva en las que se dieron, adolecían de una estrategia clara y definida que convocara a todos los sectores del pueblo en lucha contra la colonia y los “señores”; quizás es con los Movimiento Juvenil del Sur (Colombia)
  • 21. 19 COMUNEROS del Socorro dirigidos por el capitán del pueblo José Antonio Galán, donde por primera vez encontramos un programa político de lucha de conte- nido popular y de alcance NACIONAL. Es de todo este tortuoso camino que se origina nuestra conciencia nacional y de donde beben las jó- venes generaciones que en aquella época impulsan, el feliz encuentro del pueblo, con las mas revoluciona- rias ideas, en una simbiosis determinada por la apre- miante necesidad de resolver la contradicción entre la metrópoli y la Nación mestiza que surgía, todo ello condicionante de los futuros acontecimientos. Jóvenes eran los hombres y las mujeres que comba- tieron con denuedo y sin descanso por legarnos PATRIA Y LIBERTAD: 42 años tenía Galán cuando traicionado, moría descuartizado a manos de la tiranía; 29 años el “precursor” Antonio Nariño, revolucionando concien- cias con la traducción de “ LA DECLARACION DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDA- DANO”; 32 años Francisco José de Caldas al enrolarse en la patriótica “EXPEDICION BOTANICA”; 22 años contaba Bolívar cuando juro ante su maestro Simón Rodríguez, en el Monte Sacro en Roma, libertar a su patria (que era América) y lo logro antes de cumplir 43; un lucero precioso de 22 años iluminaba nuestra tierra, hasta que capturada por servir a las guerrillas patrio- tas, fue fusilada Policarpa Salavarrieta; cuando Cami- lo Torres denuncio la horrible noche colonial con su “MEMORIAL DE AGRAVIOS” celebraba 43 años; 35 ardientes años tenía “el tribuno” José maría Carbonell arengando pueblo en Santafé el 20 de julio; 30 años el General José Antonio Anzoátegui venciendo en la BA- TALLA DE BOYACA; 29 años el Mariscal Antonio José de Sucre, 27 la Coronela y “libertadora del liber- tador” Manuelita Sáenz, 25 el General José María Cór- doba, 24 el General José maría Melo, héroes todos de la BATALLA DE AYACUCHO y solo mencionamos a los más sobresalientes, porque al lado de ellos luchaban y vencían, miles de jóvenes, de los mejores y más va- lientes hijos del pueblo, que mezclando sangre y sudor derrotaron, las mas de las veces andando descalzos, el más poderoso imperio de su tiempo. Innumerables fueron los intentos de los más avan- zados y progresistas dirigentes de este periodo, dirigi- dos por Simón Bolívar, por convertir aquella revolución política en una verdadera revolución social, que no solo rompiera las amarras con España, sino que alavés sir- viera como base para resarcir 300 largos años de moho- so dominio, no solo de clase sino también racista. El 20 de Julio no empezó nuestra lucha por la pri- mera independencia, tampoco fue su desenlace, pero a partir de ese día, el rio con sus lógicos recodos, ya nunca más se devolvió, fuimos libres del colonialis- mo español pero nos falto fuerza y alientos (unidad popular la llamaríamos hoy) para desprendernos de la oligarquía criolla, igual o peor que la ibérica. 200 años después, la situación para nuestro infortunio sigue siendo igual: dependencia absoluta del imperialis- mo estadounidense, una oligarquía cipaya y vende-patria que por tres pesos, no ha dudado en entregar nuestra so- beranía al amo del norte con tal que le ayude a mantener su dominio de clase y de raza, invasión militar extranjera en nuestro territorio, impuestos regresivos que gravan al pueblo para acrecentar las espurias fortunas de los rica- chos, degradantes condiciones de vida para los trabaja- dores, creadores verdaderos de todo valor y que como antes, no trabajan para vivir sino que viven para trabajar, represión y violencia agenciada desde el Estado y estruc- turas para-estatales contra todo el que levante su voz y su puño contra semejante situación. Este país que tenemos es el más horrendo monu- mento a la pusilanimidad de la más criminal y entre- guista oligarquía de este continente, un régimen po- lítico propio de una lumpen-burguesía que no puede producir sino lumpen-desarrollo, a los jóvenes les ofre- ce la ignorancia como universidad y la super-explota- cion laboral como consuelo, para quienes se resisten a caer en el abismo de la indigencia, les tiene abiertas las puertas sin embargo, a quienes sirvan ser mercena- rios, asesinos y represores de su propio pueblo, más del 35% del presupuesto destinado al gasto militar y de defensa para sostener más de medio millón de po- licías, militares, agentes secretos, sapos, mientras que obliga a los estudiantes a jugarse la vida en el trans- porte público si desean permanecer en las aulas, con lo que cuesta un helicóptero Black hawk artillado, se podría subsidiar con tarifa preferencial a todos los es- tudiantes de secundaria del país hasta estrato tres por un año, pero eso traería cultura y progreso y tal parece que la educación es “subversiva” porque quien conoce la historia no está condenado a repetirla. Nosotros somos la GENERACION DEL BICEN- TENARIO, en nuestras manos está el realizar el sue- ño redentor que nos legaron los (ellos si) Padres de la patria, Colombia merece colocarse a la altura del momento histórico de cambios libertarios que recorre NUESTRA AMERICA y la juventud tiene en ello un papel fundamental que jugar: nuevas y creativas ideas, ruptura con cualquier forma de sectarismo, iniciativa y audacia buscando puntos aglutinantes con todos los sectores y movimientos, interesados en jalonar hacia adelante. La UNIDAD debe ser nuestra divisa. Que sirva esta fecha para convertirla en detonante de la rebeldía contra la injusticia que hemos acumu- lado durante tanto tiempo, que sirva esta fecha para lanzar nuestro grito por una Colombia Nueva y que ese grito alcance todas las conciencias y todos los co- razones de los que aspiran a la paz y la felicidad de la PATRIA.
  • 22. Obra pictórica: El Ladrón Pintora: Patricia Del S. Tafur Perdomo 20 PRÓLOGO Cómo decir que mi camino tiene tantos destinos como tiene el mar, que sus orillas son costuras rotas, que la canción que canto no es canción sino tormenta ciega que con mi voz exclama pura espuma, como la mar la arena, pura sangre, como mi aliento al sol pura llama, como una lágrima en la guerra. EXPOSICIÓN Con grano de arena en la boca Era la despedida temeraria del padre, el éxodo, el desierto, eran las lágrimas que se sembraban entre los surcos del campo, las huellas, lo que le daba silencio a la tarde. Hoy se va tu hermano, tu esposo, tu hijo el que cargó la leña y la partió con brazo de relámpago. Hoy se van Jacinto, Bernardo y Luis, y después de ellos otros tantos. Aquí está su calor de plena fragua, lo que no fue, su presencia doméstica, su olor de pueblo y monte, su pluma de estudiante, su plomo de albañil, el paso que vacila a la distancia y vuelve sobre el hombro, su lágrima de niño temerario. Porque regresan la mirada cuando la tarde los convierte en sombras cuando el polvo los reduce al acecho, a la violencia y rabia de los lobos. Cómo se resecó la piel de mis hermanos. Cómo lloró la tarde un sol de sedientas alas cuando el paso perdido de aquel hombre se derritió en ausencia, y los polvos del desierto le hicieron imposible mirar al horizonte. Cómo se estremeció el alacrán punzante LEONARDO GONZALES México
  • 23. 21 de ver pasar esa mortuoria cepa que lagrimeaba polvo en incendiado aliento taciturno. A la partida, un odre le colgaba de los brazos para ahuyentar la muerte. Ya son tres días y Luis se bebió bastante sol para sentirse vivo, ya su figura de plomiza garra se convierte en hachazo, y le pesa la espalda de tan quemante sol abriendo poros cual si fueran rosas de aquel jardín materno. Luis, el más joven del desierto grita que le quema los ojos la distancia y quisiera despojarse del peso que le cubre los hombros. Es Bernardo quien contiene y abraza al imberbe caminante de arenas. Y decide esperar, no regalarle a los lobos la carne del muchacho sediento, decide compartir la noche, la sed; compartir su agua como un pan, sobre los labios quebrados de tierra en donde Luis cosecha sus sonrisas. ¿Quién golpeará la roca que ponga entre sus manos la frescura? ¿Quién les pondrá una flor en la solapa? ¿Quién les dará una mano que acaricie su requemado ceño, su piel, su voz, su llanto a mis hermanos? MÓTIVO Me vengo a pronunciar en este instante para prenderle fuego a la frontera para dejar sin voz a la distancia que petrifica y muerde lo que digo con sus dientes y vengativa lengua de veneno. Yo voy a hablar de un hombre y muchos: de los que fueron y no están, de los que alguna vez cruzaron mares y la sed les cosió la boca; de los que fueron piel de pergamino arando en el desierto, de los que son arena, carne y sal. Ayer amaneció mi canto roto hablándole a un lejano rumor al horizonte llorando entre mis manos, sangrando su desierto de Arizona, su estrecho Gibraltar. Obra pictórica: Los que se van. Pintora: Patricia Del S. Tafur Medio: Carboncillo sobre papel. Año: 2008
  • 24. 22 FEDERICOÁLVAREZARREGUI CatedráticoUNAM México Hay dos culturas, dijo el filósofo inglés C.P. Snow: la de las humanidades (historia, filosofía, literatura, artes) y la de las ciencias (matemáticas, física, química, biología). Durante algún tiempo el mundo moderno de la industrialización y los gobiernos desarrollantes han venido imponiendo en la educación pública la pri- macía de la segunda en detrimento de la primera. Hace pocos años surgió incluso la preocupación sobre la vigencia misma de las humanidades en la educación secundaria y superior, preocupación que sobrevive hoy en muchos medios académicos. Pero pa- rece que empiezan a volverse las tornas desde donde menos lo esperábamos: desde el campo empresarial (y, claro, llevando agua a su molino). Con cauta satisfacción la presidenta de la Modern Language Association of America, Linda Hutcheon, excep- cional figura de la cultura canadiense, expone en la última newsletter de la MLA este cambio significativo: las industrias necesitan ciertamente técnicos, pero empiezan a preferirlos bien preparados en el campo de las humanidades: “Una educación liberal en ciencias y humanidades prepara talentos crecientemente valorados por las corpo- raciones modernas”. Amedida que el flujo de información aumenta desorbitadamente, “necesitamos no sólo más información, sino gente capaz de asimilarla, comprenderla y darle sentido”, dicen Brown y Duguid en un libro reciente titulado The Social Life of Information. Estos autores advierten de los peligros de una “visión túnel” que anula todo el campo de la “visión periférica” y que indica tan sólo a los que sufren el lugar donde quieren ir, pero poco más. Por su parte, el presidente de la Woodrow Wilson Fundation subra- ya la prioridad de las humanidades y la convivencia de “aprender el mundo antes de Obra pictórica: Desplazados I. Pintora: Patricia Del S. Tafur Perdomo
  • 25. 23 colocarnos en él”. Incluso la organización empresarial canadiense pide un mejor equilibrio en las inversiones gubernamentales en educación para lograr “ejecutivos ampliamente educados, literariamente cultos, que pue- dan pensar creadoramente, reflexionar bien, y hablar y escribir adecuadamente”. El presidente de la Allian- ce for Converting Technologies asegura que “come- teríamos un enorme e histórico error enfocándonos exclusivamente hacia la educación tecnológica. Linda Hutcheon concluye que “en el terreno universitario no debemos nunca devaluar el crecimiento intelectual a largo plazo en aras de un interés a corto plazo (y tal vez de corta visión) hacia el entrenamiento técnico”. Por de pronto, los canadienses tienen ya sus Humani- ties Working Group en el seno del Consejo para las Humanidades y las Ciencias Sociales de Canadá, y los estadounidenses su National Endowment for the Humanities. ¿No sería bueno que construyéramos en México algo parecido e hiciéramos del famoso TLC algo útil en el campo de la cultura y en defensa de las humanidades? 7 de noviembre de 2000 En México la presión de la tecnología sobre la vida moderna determinó hace unos años el aumento de las horas dedicadas a las ciencias en la educación secundaria y la desvalorización de las consagradas a las humanidades. La medida parecía no tener en cuen- ta la importancia de las humanidades en sí mismas y en la fijación cultural, intelectual, de todas las demás asignaturas. En un reciente e interesantísimo libro me- recedor de estudio y debate (Futuros de la educación superior en México, Siglo XXI, 2000) el doctor Daniel Reséndiz, ingeniero civil, investigador emérito de la UNAM, ex secretario general de Conacyt, y actual- mente subsecretario para la Educación Pública, afir- ma que “debe preocuparnos la escasa matrícula en las humanidades y las artes” y que “el cultivo continuado de tales disciplinas es vital para nuestro futuro”. Es verdad –aunque mucho más podría decirse- que “las humanidades constituyen nuestro vínculo con la cul- tura occidental” y que propician “la síntesis entre esa cultura y las tradiciones de nuestra raíz indoamerica- na”. El doctor Reséndiz se queja muy justamente de la temprana edad en que a los muchachos se les invita a que decidan su vocación profesional y propone “abrir gradualmente programas de educación superior no es- pecializada… y permitir así una elección vocacional menos temprana”. En su libro, el capítulo de “excesos” es notable. Se titulan en México una cantidad de abo- gados que, con relación a la población del país, supera en 15 veces la de Estados Unidos (que es –nos recuer- da el autor- “la sociedad más litigiosa del mundo”) y en 10 la de Canadá. En matemáticas, ciencias natura- les, ciencias sociales y ciencias de la salud, las cifras se equiparan con muy pequeñas variaciones entre los países del TLC, pero en las ingenierías y arquitectura el porcentaje es en México 24.9% de la matrícula total universitaria (uno de cada cuatro estudiantes), en Es- tados Unidos 9% y en Canadá 5.8%. Por el contrario, en México sólo el 2.8% de la matrícula universitaria se decide por las humanidades, mientras que en Canadá opta por ellas el 9.9% y en Estados Unidos 13.3%. Y en la “educación superior no especializada”, en Esta- dos Unidos se inscribe el 21.1% de la población uni- versitaria total, y en Canadá 38.6%. En México 0.0%. El panorama no puede ser más claro. Ni más triste. Lanzamos a la calle miles de abogados, ingenieros y arquitectos que no obtienen trabajo adecuado (entre otras cosas, por no tener una formación humanística suficiente), y padecemos en todo el país una grave es- casez en los campos específicos de la cultura general. 14 de noviembre de 2000 Decía Manuel Sacristán, filósofo catalán prema- turamente desaparecido: “La práctica humana no se enfrenta sólo con la necesidad penetrar analítico-re- ductivamente en la realidad” (que sería el campo de la ciencia) “sino también con la de entender las concre- ciones reales, aquello que la ciencia positiva no puede recoger” (campo de investigación de las humanida- des). Es decir, las ciencias positivas tienen la funda- mentalísima misión de descubrir el en sí de las cosas para convertirlas, como diría Hegel y luego Luckács, en un para-todos lo más adecuado posible; y las huma- nidades, por su parte, nos ponen en claro la forma de verse el hombre en el mundo de una manera concreta, es decir, hacen aquel en sí de la realidad humana un para mí que se transforma en una elevación de la au- toconciencia y de la sensibilidad. Con la ciencia cobra el individuo conciencia del mundo y con las humani- dades cobra conciencia de sí mismo. ¿Cómo podría prescindirse de una de estas dos alas del espíritu hu- mano? Sería tanto como suponer que el matrimonio es macho (según le oí decir en alguna ocasión al gran poeta cubano Cintio Vitier). Pero la función de las humanidades es aún más im- portante si pensamos en el desarrollo de la sociedad civil, tan frecuentemente mentada en nuestros días. En realidad las humanidades son un elemento condicio- nante de toda comunidad democrática. No hay socie- dad civil sin autoconciencia individual ciudadana, y esa autoconciencia es justamente aquel para mí de lo humano del que hablamos poco más arriba. Heidegger dijo en alguna ocasión que la ciencia no pensaba. Que- ría decir, claro, que la concepción analítico-reductiva de la actividad científica responde sólo ante la objeti- vidad de lo real y no se permite ninguna especulación que no corresponda a esa objetividad. Sin embargo, como decía don Alfonso Reyes, las humanidades se ocupan de la infinidad de las relaciones personales y –añadiría Theodor W. Adorno- de las conexiones so-