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El radicalismo
argentino
1890-1930
David Rock
Amorrortu editores
C?4f_3 - 5 - 7 - IO
// y 12
En 1916 -se celebraron por primera vez elecciones presiden-
ciales regidas por la nueva ley. El resultado final fue la vic-
toria de los radicales. Los viejos partidos conservadores que-
daron con menos cargos nacionales y provinciales de los que
ocupaban antes, viéndose obligados a ejercer a través, del
Parlamento, y en particular del Senado --donde el penod?
de duración en el cargo era de nueve años, lo cual les permi-
tió conservar la mayoría que habían obtenido antes de
1912-, la autoridad directa que retuvieron.
Pero si bien la élite se había visto forzada a ceder en su do-
minio directo del Estado, la Ley Sáenz Peña no había. hecho
nada por afectar la distribución del pod~r económico. Y
esto era fundamentalmente el «conserv~dor1smo»: represen-
taba al estanciero, al poder financiero y comercial de Bue-
nos Aires al vínculo con los mercados europeos y con el ·
surriinistrd de bienes de capital británicos; significaba una
actitud explotadora y represiva frente a la clase obrera. Aho-
ra el hecho de que las ·reformas brindaran o no una solución
permanente dependía del grad.o en que la élite se mostrara
dispuesta a hacer otras conces10nes. Tanto p~a la clase me-
dia como para la clase obrera, un mero cambio de la estruc-
tura institucional no era suficiente: querían que estos cam-
bios sirvieran de base a un sistema de distribución de la
riqueza más equitativo.
52
3. El ascenso del radicalismo,
1891-1916
La Unión Cívica Radical desempeñó un papel decisivo en
la presión ejercida sobre la élite conservadora para que pro-
mulgase las medidas de reforma. Cuatro años más tarde,
mando obtuvo la presidencia, una nueva era se inició en la
política argentina. El radicalismo fue la primera fuerza po-
lítica nacional importante en la Argentina, y uno de los pri-
meros movimientos populistas latinoamericanos.65
Su im-
portancia derivaba esencialmente de su rol de agente de
integración política, guiado por los amplios objetivos esta-
blecidos por los reformadores de 1912. No obstante, tenien-
do en cuenta su posterior vinculación con la clase media ur-
bana, interesa recordar que el partido tuvo sus orígenes, en
Ja década de 189,0, en una minoría escindida de la élite; sólo
después de iniciado el nuevo siglo desarrolló sus rasgos po-
pulistas, al convertirse en un movimiento de coalición entre
"ese sector de la élite e importantes sectores de las clases me-
;dias. En los 25 años trascurridos entre 1891 y 1916 pueden
·.· ,~eñalarse cuatro etapas fundamentf!Íes en la evolución dei
,partido;_ 1891-96, 1896-05, 1905-12 y 1912-16. Su trayec-
'toria a lo largo de estos períodos puede contemplarse desde
,distintas perspectivas: la composición del partido y el grado
· pe apoyo popular que obtuvo, y, secundariamente, sus ca-
}acterísticas organizativas y conexiones regionales.
;Los orígenes del radicalismo
;Hasta 1896 el partido fue conducido por Leandro N. Alem;
. i~ste·período coincidió con una sucesión de tentativas de re-
)bdión para derrocar al gobierno. Los orígenes del partido se
)enct:Ientran en la depresión económica y la oposición política
Í~iJuárez Celman del año 1890. En 1889 había surgido un
{gtupo organizado de oposición a este último en Buenos Aires,
iton el nombre de Unión Cívica de la Juventud; al año si-
guiente, al ampliar su base de apoyo, este grupo pasó a Estos no perten~~ían a la clase media urbana sino que eran
denominarse simplemente Unión Cívica (UC). En julio de ~n su mayor.fa hi1os de familias patricias, cuya carrera políti-
1890 la UC preparó una revuelta contra el presidente en la e~ Y de .gobie,rno había sido puesta en peligro por el súbito
ciudad capital, que si bien no consiguió apoderarse del go- lto hacia. ~ordoba de Juárez Celman en la concesión de
bierno, obligó a aquel a dimitir. En 1891, con motivo de favores oflClales.
las relaciones que debían mantenerse con el nuevo gobierno Un segundo grupo integrante de la coalición estaba formado
de Carlos Pellegrini, la UC se dividió y así surgió la Unión por varias facciones dirigidas por diferentes caudillos y que
Cívica Radical (UCR) de Alem,. 9uien en los cinco años si- ontrolaban la v~da. política en la ~apita! Federal y en gran
guientes, hasta su muerte, trato mfructuosamente de alean- .arte de la provJ.ncia de Buenos Aires. Algunas de estas fac-
zar el poder por la vía revolucionaria. El fracaso tanto de la tones tamb~é-? se habían enfrentado a Roca, pero, nuevamen-
UC como de los radicales estuvo determinado por el hecho e, su pres~ig10 derivaba de su oposición a Juárez Celman.
de que al renunciar Juárez Celman, la facción del PAN ';lu; :. mo los ~ltuló. u.n. comenta~ista contemporáneo, eran «polí-
respondía a Roca, y que contaba con el apoyo de Pellegnm, tcos en dispomb1hdad» umdos por el rasgo común de no
amplió su base política y se ganó la simpatía de la mayoría ener cargos oficiales.67
·Cabe distinguir entre ellos dos sub-
de la élite. Los partidos opositores no estaban en condicio· tupas; uno, conducido por el general Bartolomé Mitre re-
nes de contn1rrestar esto apelando al apoyo popull:lr. re~entaba a los principales exportadores y comerciante~ de
Se ha dicho con frecuencia que la revuelta de la UC en ela ciudad de Buenos Aires; el otro era liderado por Leandro
noventa fue la primera revolución popular de la historia ar · Alem,. Y contaba con el apoyo de cierto número de ha-
gentina, pero pintar las cosas de este modo puede ser enga endados, aunque el propio Alem era un caudillo urbano cu-
ñoso. Aunque los rebeldes estaban organizados en una mi a reputación políti~a provenía de su habilidad para organi-
licia civil, su fuerza real derivaba del apoyo que tenían po ¡¡r ,ªlos votantes criollos en las elecciones.68 En tercer lugar,
parte del ejército; el fracaso de la rebelión de julio de 189 .ab1a algunos grup.os ·clericales enfrentados con Juárez Cel-
se debió a que a último momento el general Manuel Campos .a~ a causa de ciertas disposiciones anticlericales que se
comandante de los rebeldes, se echó atrás. Asimismo, el ori abian adoptado recientemente, la principal de las cuales era
gen de la UC, de la que saldría el radicalismo un año des Ley ,2393 de Matrimonio Civil. Finalmente, la UC conta-
pués, no debe buscarse tanto en la movilización de sectote a con. algunos adherentes entre los «sectores populares» de
populares cuanto en los aludidos sectores de la élite, cuy . Capital, sobre todo pequeños comerciantes y dueños de
papel puede rastrearse en el resentimiento que alentaba )lere~ artesanales. ~ero la presencia de este último grupo no
contra Juárez Celman distintas facciones de la provincia d. pedrn gue el movimiento estuviese firmemente controlado
Buenos Aires debido a su exclusión de los car~os públicos,- orlos elemento~ patricios, a quienes los católicos y los gru-
del acceso al patronazgo estatal. Este denommador comu os de das~ media les estaban subordinados: «Nuestro parti-
de estar excluidos de los beneficios del poder y de canta·~ h_a surg1?0 por un movimiento espontáneo de la opinión
con antecedentes patricios es evidente en muchos de los maniubhca,, temendo por vanguardia a la juventud y por cabeza
fiestas de la UC: «La Unión Cívica es la condensación [ ... las mas altas y honorables personalidades del país».69
de todas las fuerzas vivas del país que no están absorbida sto se reflejó. también en la posición de la UC en materia
por el oficialismo».66
, onómica. Aunque intentó capitalizar políticamente los efec-
La UC era, pues, expresión de la imposibilidad de Juáre s de la depresión y la crisis financiera de los sectores urba-
Celman de instituir una relación estable entre los sectore s, lo que más la inquietaba era la forma en que la depresión
politizados de la élite. Algunos de estos grupos se había bía puesto de manifiesto las prácticas monopólicas de Juá-
~puesto también a Roca en su primer gobierno, pero ~b z Celman en la distribución de los créditos agropecuarios.10
vieron la mayor parte del sostén con que contaban gracias n :sta ·postura no había traza alguna de nacionalismo eco-
su enfrentamiento con Juárez Celman. El núcleo princip 'mico; su única propuesta concreta de recuperación finan-
de la coalición estaba integrado por jóvenes universítario :r~ 7ra la ~egociación de una deuda salvadora, con la casa
los creadores de la Unión Cívica de la Juventud de 188 1tamca Barmg Brothers. Analizando la distribución. de car-
54
'g~~~.en :el ~dbie~~o prc:>Visl.onal que, según se planeaba, asu~
.niiría el poderJuego.delirebelión de julio, uno de los líderes
dé'Ia UC,.Arist6büfo del Valle, declaró:
«Mi 'opinión era. que debíamos confiar el gobierno proviso-
rio al Dr. Vicente F. López, porque [ ...] confiaba en que -
su competencia y sus buenas amistades con los señores Bar-
ing Brothe:rs nos ayudarían a salvar al país de la bancarrota,
mientras el gobierno se reorganizaba constítucfonalmente; se-
gundo, porque pensaba que era conveniente ofrecer a los ele-
mentos conservadores de la República la garantía de la edad,
respetabilidad nacional y aun de la tradición histórica ...».
71
Sin embargo, lo novedoso de la UC radicaba en su tentativa
de movilizar en su favor a la población urbana. Acusó al go;
bierno de emitir papel moneda en forma clandestina y co-
menzó a bregar por la adopción del gobierno representativo
contra la «dictadura» de Juárez Celman. La campaña no
tuvo un éxito muy descollante; el apoyo popular con que
contaba la UC era -en extremo incierto y no logró establecer
una base institucional. Aunque cuando la depresión estuvo .·
en su ap0geo mucho público asistía a sus asambleas, y en el
momento en que Juárez Celman dimitió hubo un estallido
de júbilo, en el alzamie,nto de julio de 1890 la combatividad
popular fue escasa. La decepción con respecto al gobierno
parecía una· expresión efímera de la crisis' económica más
que una demanda autónoma en pro de los cambios institucio-
nales que la UC prometía. Como dijo Francisco Barroetave-
ña, uno de los jóvenes dirigentes del movimiento, el pueblo
le dio su apoyo «_menos para defender sus derechos que pa- _
ra conservar sus propiedades».72
El ímpetu con que los gru-
pos patridos procuraron crear una coalición popular se es- ·
trelló contra la tibia respuesta de los habitantes de la urbe.
Al~m· trató de conquistar apoyo para la coalición fuera de •.
Buenos Aires, pero todo lo que pudieron organizar allí los '
revolucionarios de julio fueron pequeñas manifestaciones ca-
llejeras, quedando limitados exclusivamente a la Capital y
sus inmediaciones. Su plan era apoderarse del gobierno cen~.
tral primero y luego de las provincias. · · ·.
Siendo tan· débil el desafío planteado por la UC, la revuelta
de julio fracasó, y en vez de producirse grandes cambios que~
dó abierto el-camino ¡Jara qué la solución viniera por vía de
un simple 'ajuste de la distribución del poder dentro de la:
élite. Luego de lá caída de Juárez Celman, el nuevo presidenc
56
·.· te,, ~ellegrini, se agenció la b:iena voluntad de los grupos
m~s mfluyentes de la UC mediante el simple expediente de
asignar de otra manera los cargos públicos. Mitre, por ejem-
. plo, qu.e~ó muy ,satisfe:?o c?~ una solución de esta especie.
·)?ellegnru adopto tambien rap1das medidas en el' frente eco-
1~ómico, que eliminaron en forma efectiva el descontento
popular. Estos éxitos eran un reflejo de la permanencia del
.estilo elitista y negociador de la política tradicional.
En 1891 el proceso de reorganización interna de la élite es-
Jaba virtualmente concluido. Todas las facciones con real
.·pr~c;Ucamento habían sido atraídas por el gobierno, que solo
¡deio, fuera a ~os grupos carentes de poder. Fue en este mo-
. n:ento que ':710 la luz la UCR: Alero y sus .partidarios se
,vieron excluidos del plan de Pellegrini y por consiguiente
Jorzados a continuar su búsqueda de sustento popular y de
µna base de masas. Ale111 denunció los acuerdos entre Pelle-
grini y Mitre, se retiró de la UC y se proclamó defensor de
Ja democracia «radical>~.
.El i;iueyo partido se. ~allaba integrado básicamente por grupos
;escmdídos del patr1Clado y que por una u otra razón estaban
·'-~_esc~lifi~ados, a .c~usa de sus vínculos anteriores, para unirse
ª. ~itre, J?ellegrm1 o ~oca. En términos regionales o de po-
.,s1c1on social, poco hab1a en ellos que los diferenciase de sus
rivales. A lo sumo, daban la impresión de ser <<nuevos ricos»
· ;Y de tener sus posesiones a mayor distancia del puerto de
. iBuenos Aires.73
En 1895, refiriéndose a la rama del partido
· que actuaba en la provincia de Buenos Aires, alguien dijo
,que estaba compuesta de «... jóvenes animosos y hombres
.de fortuna de nuestra aristocracia histórica».74
En. los cinco años siguientes Alero se afanó en vano por con-
:qmstar apoyo popular y obtener los medíos de organizar una
rebelión que pudiera triunfar; pero el descontento del pueblo
continuó diluyéndose, y sus intentos de ganarse a los grupos
,c:le hacendados fuera de Buenos Aires terminaron en un vir-
').u~l fracaso. La oligarquía se las ingenió para permanecer
rumda. En 1891 y 1893 los radicales organizaron revueltas en
. )as provincias, ~er? todas ellas sucumbieron prontamente;
;:~olo en la provmcia de Santa Fe obtuvieron, en 1893 un
/,:?~º"º notorio de los grupos de clase media. En esta oportu-
.ntdad, a un levantamiento de los adictos a Alero en la dudad
_ge Santa Fe le siguió una marcha hacia dicha ciudad de los
:ifOlonos de las zonas de Humboldt y Esperanza. Más ade-
í;J.~pte esa misma zona sería la espina dorsal del poder radical
.eh la provincia, y durante mucho tiempo fue la única región
j
del país en·que los radicales lograron verdaderamente pe- .
netrar más allá de los hacendados de clase alta.75
·
De manera que pese a todos los esfuerzos de Alero, los re~ .
manentes de adhesión popular que los radicales habían he-
redado de la UC se diluyeron, y hacia 1896 no eran· nias
que un grupo minúsculo en el extremo del espectro polític~;
Resumamos sus falencias a lo largo de este período: · í ·
Primero, resulta claro que a la sazón los grupos de clase me~
día solo eran motivados políticamente durante épocas de
crisis económica extrema como la de 1890. La recuperación
de años posteriores disipó la inquietud popular0
y permitio,
que la oligarquía se restaurase sobre la base de acuerdos ~ri­
tre las facciones «personalistas». El apoyo urbano obterudo
por Alem provino fundamentalmente de los antiguos gru-
pos criollos más que de la nueva clase media formada por
los inmigrantes y sus descendientes. .
Segundo, la imagen nacional y revolucionaria que los radica-
les trataron de presentar se vio afectada por su participa~
ción en disputas menudas en torno a subsidios, concepciones
y prebendas entre las distintas facciones terratenientes pró~
vinciales. Esto originó una división entre los grupos que de-
seaban honestamente superar la tradición del «personalismo»
y del favoritismo oficial, y aquellos que habían hecho de este
sistema una cuestión de vida o muerte. En tal sentido, fa.
ruptura más significativa tuvo lugar con la fundación del
Partido Socialista por Juan B. Justo en 1894.76
Los radica~.
les querían eludir el estigma de «personalismo», pero nunca
lo lograron plenamente. A despecho de su pronunciamient9
en favor de la democracia representativa, el radicalismo si-
guió siendo en muchos aspectos un partido tradicional que
procuraba apoderarse del Estado para recompensar a sus
adictos.
Tercero, la pérdida de apoyo entre los grupos terratenientes
no terminó con la división de la UC en 1891; algunos sec-
tores del propio partido radical fueron también ganados par~.
su causa oor los sucesivos gobiernos nacionales mediante li-
mosnas estratégicamente planeadas dentro de su sistema de
patronazgo. La lección que impartiera la caída de Juárez Cel-
man había sido muy bien aprendida; la oligarquía gobernan-
te incrementó su estabílídad eliminando a sus oponentes ra-
dicales por medio del ofrecimiento de puestos públicos. La
misma técnica de cooptación fue empleada con los grup0
universitarios.
58
Finalmente, el partido perdió p~~erÍb a causa de las disputas
intestinas entre Alem y otros dingentes. Esto ya se puso en
. evidencia en 1893, cuando el alzamiento nacional planead?
por Alem no pudo ma.terializa~se debido a la fal~a ~e ~oord1-
. nación en~re algunos ¡efes radicales. de las provmc1~s' en l_a
· de Bueno~ Aires, Alem debió hacer frente a su prop10 sobn-
. no, Hip6~to Yrigoyen, cuyas intrigas para imponer su v~­
'· luntad fueron en parte las responsables de que Alero se sm-
cidara en, 1896.
Durante casi todo el período que se extendió entre la muerte
de Alem y 1905, ef radicalismo perdió posici~mes.77
Hasta
1900, los sucesos más destacados fueron, en primer lugar, el
surgimiento de Yrigoyen como sucesor de Aleo: y, en s~gun­
do lugar, el hecho de que el eje central del partido volv:er~ ~
situarse en la provincia de Buenos Aires. Esto tuvo s1grnf1-
cación porque cuando el partido .comenzó fi~almente a _ex-
pándirse, el grupo de Buenos Ai~es, conducido por Yngo-
yen, lo mantuvo bajo su control, mco;:po~~ndo i:oco a poco
a ·1as filiales provinciales en una orgamzacion nac10nal..
En 1901, al abandonar Pellegrini la cartera del Intenor, la
oligarquía sufrió una nuev~ escisió1~i;_ a ~~rtir de ese momei:-
to hubo indicios de la creciente pohtizacion de la clase media
urbana, y en tal coyuntura el radicalismo emergió otra vez
á la superficie.
Junto con la inquietud despertada en 1901 por el proyecto
de Pellegrini de ofrecer las recaudaciones aduan~ras como
;garantía subsidiaria a l?s bancos ~urop.eos, aparecieron nue-
vos signos de turbulencia en las un~ver?1dades, dond~ se efec-
tuaron una serie de huelgas estudiantiles. En· la decada ?~I
noventa los estudiantes rebeldes pertenecían a la clase dm-
gente,criolla; diez.a_ños m~s t~rde; buena parte de ellos pro-
venían de las familias de mmigrantes urbanos. La luch_a no
"iraba en este caso en torno a las relaciones entre el gobierno
; la élite terrateniente bonaerense, sino en torno al acceso a
las profesiones urbanas. . .
Las huelgas se· declararon después de qu.e l.o; conse¡os .duec-
tivos universitarios, que estaban constitu10os por cnoll?s,
resolvieron restringir el ingreso de lo? descend1en:es de m-
migrantes.78 El resultado fue una sene de campanas por la
59
democratización de la estructura universitaria y de los pla-
nes.-de estuQio. En los..años· siguientes los estudiantes (en
especiaLlos:de: Buenos Aires) pasaron a constituir un impor-
tante .grupo de presión urbano en favor de la adopción del
sistema de gobierno representativo, con el fin de provocar
cambios en las. universidades.
Con estas señales más propicias, Yrigoyen comenzó, alrede-
. dor de 1903, a planear otra revuelta. Revitalizó sus contac-
tos con las provincias y retomó la fundación de clubes par-
tidarios en la ciudad y la provincia de Buenos Aires y en
Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Rfos. Sin embargo, el
disconformismo se limitaba todavía a ciertos grupos restrin-
gidos; amén de los estudiantes, el único ámbito importante
de inquietudes antes de 1905 se hallaba entre los jóvenes
oficiales del ejército, quienes también estaban empeñados en
una lucha contra la élite criolla para acceder a posiciones de
mayor rango. Yrigoyen se dio a la tarea de organizar un golpe
militar. Logró considerable apoyo estudiantil, y, significati-
vamente, planeó poner en la vanguardia del movimiento a
un grupo de oficiales jóvenes.
Sin embargo, el intento de coup d'état, que se concretó en
febrero de 1905, representó un fiasco todavía mayor que
los precedentes, poniendo de manifiesto que si bien los radi-
cales habían conseguido cierto apoyo militar, los altos man-
dos del ejército seguían adhiriendo al gobierno conservador.
Tampoco consiguió la asonada encender una. chispa de reac-
ción en la población capitalina. Desde el punto de vista tác-
tico estuvo mal concebida, y el gobierno no encontró ·nin-
guna dificultad para aniquilarla y capturar a la mayor parte
de sus jefes.79
Pero si bien el golpe falló, tuvo vitales efectos a largo plazo.
Sirvió para recordarle a la oligarquía que el rad~calismo no :
estaba muerto ni mucho menos: de ahí en adelante todos los;
gobiernos que se sucedieron se vieron as.altados constante-
m~te por el temor de que los radicales entraran en intrigas
dandestinas para derrocarlos. El otro efecto positivo es que '.
permitió que el radicalismo se diera a conocer a una nueva ·
generación para la cual los acontecimientos de la década del •
noventa se perdían en el borroso pasado. A partir de una ig-
nominiosa y total derrota comenzó el proceso que culmina- ·•
ría con la victoria de Yrigoyen en las elecciones presiden- '
ciales de 1916.
60
Desarrollo de la organización
y la ideología partidarias
Entre el golpe abortado de 1905 y la Ley Sáenz Peña de
1~12 los radicales avanzaron a grandes pasos en el recluta-
n:ie~to del favor popular. Esta .vez sus organizaciones pro-
vmciales y locales no desaparecieron, como había sucedido
en las revuelt~s anteri~res, si?o.que comenzaron a expandir-
se. En e.stos ano~ quedo constltUJdo un conjunto de dirigentes
locales mtermedios, en su mayoría hijos de inmigrantes· el
gruesa: ddos lí~eres de clase media del part:do, que tend;ían
tant~ importancia después de 1916, se afiliaron entre 1906
Y1912. La mayor parte de ellos eran profesionales urbanos
c~n título universitario. Asimismo, los actos oúblicos y ma-
mfesta~iones d.el partido empezaron a contar ~on buena con-
currencia. Hacia 1908 las organizaciones locales dejaron de
llamar~e «clubes» y pasaron a ser conocidas como «comités».
~r~amzadas antes a la manera de células clandestinas, se con-
virtieron luego en organismos de conducción en la tarea de
la movilización popular.
El crecimiento del ra~icalismo de comienzos del siglo xx
_e?tuvo est~echam~nte ligado al p~oceso de estratificación so-~
cial que conce:-itro los grupos .dmgentes de alta jerarquía en !
l~s clases medias urbanas dedicadas a las actividades tercia- ¡·
n.ª~·ªº Ad~más de los universitarios, se contaban entre los
dm?entes ~nter:n~dios algunos hombres de negocios que no
habrnn temdo exlto en su actividad. Esto nos habla de la
creci;nte tendenci~ de la clase media urbana a procurarse a
traves de la ,Pºl!t;c~ la riqu~za y posición social que cada
v~z le era mas ~ificil conseguJr por otros medios.81 Por aña-
didura, ~n esta ~¡;ioca el problema educativo había alcanzado
proporciones criticas, en tanto y en cuanto las limitaciones
.al desarroll~ in?ustríal engen?:aban re~uerzos culturales para
·· ,que las aspirac10nes de movilidad social se centraran en la
J?nci~~ p~blica y las profesiones liberales. Refiriéndose a la
:s1tu~c10n imperante en las escuelas primarias en 1909, el
presidente Figueroa Alcorta señaló:
. «.~s un. hec~o establecido por los especialistas que la instruc-
c1on pnmana en nuestro país actúa fuera de sus cauces na-
1~.rales· .[ ... ] Se apodera como una fiebre maligna de los
:b¡¡os de las clases trabajadorás, quienes salen de las escuelas
_desdeñando el trabajo y aspirando a una vida de superior ni-
vel, a la cual no están preparados por sus recursos ni por sm
antecedentes. Esta desviación de las corrientes populares del
trabaío de las artes y de los oficios, de la industria y del co,
mercio para optar al magisterio v a los empleos oficiales,
puede encaminarnos a una verdadera crisis social».82
Esta era la diferencia esencial entre la posición de Yrigoyen
luego de 1905 y la de Alem unos quince años atrás: Alem
había actuado antes de que esta tensa situación alcanzara un
punto crítico, y su pedido de apoyo estuvo dirigido a los
grupos criollos de Buenos Aires, mientras que Yrigoyen se
dirigió a los argentinos hijos de inmigrantes, empleados _en
su mayoría en el sector terciario. El gobierno representativo
cobró atractivo para estos grupos, que acusaban a la élite
criolla de sus dificultades para ascender en la escala social
más allá de las ínfimas actividades comerciales e industriales
propias de la primera generación de inmigrantes.
Los radicales ignoraron virtualmente a los inmigrantes mis-
mos, pero los hijos de estos desempeñaron en cambio un pa-
pel fundamental en su repentina popularidad. El 46 % de
los funcionarios que se presentaron a las elecciones internas .
de la ciudad de Buenos Aires en 1918 (primer año para el
cual se dispone de dicha lista) llevaban apellidos no hispá-
nicos; si se incluyese a los descendientes de españoles (la
segunda comunidad de inmigrantes en el país, por su tama- ·
ño), la proporción sería mucho mayor.83
A los observadores no les pasaba inadvertida esta creciente
vinculación del radicalismo con los hijos de inmigrantes:
«Si en vez de observar a los dirigentes miramos a las masas,
es fácil ver que las fuerzas de los partidos conservadores la
constituyen los distritos de población rural ganadera, enfeu-
dada a la burguesía adinerada, mientras que el Partido Ra-
dical muestra su vitalidad en las ciudades y en los. distritos
agrícolas, en donde el aporte de extranjeros ha per~iti9o la
formación de una clase media de pequeños comerciantes y
chacareros, cuyos hijos le ofrecen contingentes importantes ·
y entusiastas».8
·
1
Luego de 1905 los radicales comenzaron también a incre"
mentar el volumen de su propaganda. El contenido efectivo
de la doctrina y la ideología radicales era muy limitado: no
pasaba de ser un ataque ecléctico y moralista a la oligarquía,
al cuál se le añadía la demanda de que se instaurase un go-
62
b1crno representativo. El partido operaba sobre la base de
cierto número de slogans: la «abstención» o negativa a par-
ticipar en elecciones fraudulentas, y la «intransigencia revo-
lucionaria» o determinación de repudiar el sistema político
vigente y establecer una democracia represent~tiva p~; vía
de una revolución. Se intentó dar a las doctrmas rarucales
algún grado de dignidad filosófica relacionándolas con las en-
señanzas de Peter Krause, el escritor alemán del siglo XIX. La
ideología radical efectiva estaba fuertemente impregnada de
un tono notoriamente ético y trascendentalista. Su énfasis
en la función orgánica del Estado y en la solidaridad social
presentaba un agudo contraste con el positivismo y el •spe_n-
cerismo de la oligarquía, y a menudo tenía notables rerrums-
cencias de Krause. La importancia de estas ideas, que ha-
bitualmente se expresaban de una manera confusa e incohe-
rente, era que armonizaban con la noción de la alianza de
clases que el radicalismo terminó por representar, y que ha-
bría sido mucho más difícil de alcanzar si hubiera adoptado
doctrinas positivistas.85
, . ,
Sin embargo, más importante que lo que de,c1an los radicales
era lo que no decían. Uno d~ los rasgos mas. de~~acados del
radicalismo a· partir de esta epoca fue su ev1tac1on de tsdo
programa político explícito. Había .sólidas r~zo;ies estrateg1-
cas para proceder así. Como el partido const1tuia p~r enton-
ces una coalición, sus Iíd~res no se mostraban mqy dispuestos
a perder la oportunidad de granjearse adherentes a~ándose a
determinados intereses sectoriales. En todas las circunstan-
cias, el objetivo era evitar las diferencias .sectoriales y poner
de relieve el carácter coaligante y agregativo del partido. En
un manifiesto de 1909 Yrigoyen declaraba:
«La UCR no es propiamente un partido en el concepto .ID:i!i-
tante. Es una conjunción de fuerzas emergentes .d~ la. op:n10n
nacional nacidas v solidarizadas al calor de re1vmd1cac1ones
públicas'. Servirla~ y realizarlas, -restableciendo l~ vida del
país en la integridad de su prestigio y de sus func10.nes, es el
programa que formuló al congre~arse, y q~e ,ha realizado con
fidelidad hasta el presente. Ha sido y sera siempre el centro
de los espíritus independientes».86
Y el mismo tema volvió a aparecer en años posteriores:
«La UCR no es refractaria a ningún interés legítimo, y por
el contrario caben en su seno todos los elementos que quie-
63
ran ponerse sinceramente al servicio deJ verdadero. bienestar
del país. Si no exhibe seductoras plataíormas de ciicuns~an­
cia, es porque al gran partido sólo le preocupa e.L estr~cto
cumplimiento del sagrado voto generador de su existencia y
que seguirá animándola perdurableme~te, a despecho de to-
das las vicisitudes y de todos los obstaculos: salvar a la Na-
ción de los males de todo orden que trae consigo la subver-
sión de sus instituciones».87
Los «males de todo orden>> nunca se defini.eron cJaram~nte.:
solo se afirmaba que la corrupción de la oligarqU1~ habia li-
mitado el desarrollo del país. La libertad y expansión de las
fuerzas productivas del país únicamente se al~anzarían. me-
diante la «democracia» presentada por los radicales casi co-
mo una panacea para ~esolver los problemas nacio:iales. Su
interpretación del papel del Estado era e~ gran medida nega-
tiva; veían en él a un mero agente destmado a ap~rtai: )os
obstáculos que se oponían al destino de «autorteahzac1on»
de la nación, como ellos decían:
«Si [el progreso material] no hubiera s~do .P.erturbado. po.r-
desastrosas administraciones, y si en el e¡ercic10 de las mstt-
tuciones hubieran concurrido armónicamente pueblos .Y go-
biernos, la República tendría.~oy en el mundo u~a culmm~n~e
representación por su autonctad moral, y su :iqueza haona
alcanzado proporciones que no pueden concebirse, pero ante
las cuales serían insuficientes las que hoy reviste».
88
.
Aquí se deja traslucir también que los radical~s no a~u~ta­
ban a introducir cambios en la economía del pa1s; su ob¡etivo
era más bien fortalecer la estructura primario-exportadora
prdmoviendo ~n espíritu de cooperación entre la él~t7 y los
sectores urbanos que estaban poniendo en tela de JUlClO su
monopolio del poder político. Este pasó a ser 9uizás el factor
que más alentó a los reformadores de 1912 .ª mterpretar que .
la ·política radical no representaba un ~el1gro fund~n;ental
para los intereses de la élite, y que el peligro podía disiparse
haciendo concesibnes en lo referente al gobierno represen-
tativo. d' l di , '
Las metas de los reformadores y de los ra tea es vergian, en ·
cambio en este aspecto: los primeros confiaban en que sur-
giera u~ partido conservador rejuvenecido, en tanto que los
segundos estaban resueltos ~.remplazar a sus pr~decesores. Y
a establecerse como nueva elite gobernante. Teman poco m-
64
terés en el tipo de sistema multipartidario que introdujo la
Ley Sáenz Peña; su propósito era crear un nuevo Estado uni-
partidario, propósito que pasó a constituirse en uno de los
rasgos centrales del populismo radical:
«La UCR es la Nación misma. [ ... ] La obra que habremos
de culminar magnánimamente ha de ser para todos los ar-
gentinos, coexistiendo dentro de la vida nacional destinada
a imprimir rumbos fundamentales y grandiosos a' la marcha
y al porvenir hasta hoy ensombrecido de la Patria».89
Hipólito Yrigoyen
La otra importante novedad que puso aún más de relieve e}
carácter populista que el partido había adquirido hacia 1912
fue el surgimiento de Hipólito Yrigoyen como líder. La
oposición de. y rigoyen a la oligarquía derivaba en buena me-
. dida de las frustraciones personales que había experimentado
. a causa de Roca y sus acólitos. Nacido en 1852, era hijo
natural de un herrero vasco de la ciudad de Buenos Aires.
Su carrera política se inició en 1873, cuando Alem, que era
tfo suyo, consiguió para él el puesto de inspector de policía
en el distrito de Balvanera, dentro de la capital. Sin embargo,
fue despedido al poco tiempo, acusándoselo de participar en
elecciones fraguadas. Reapareció en escena en 1879 como
c~ndidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, y en
l:s80 sus servicios políticos fueron premiados con un alto
~argo en el Consejo Nacional de Educación. Fue entonces
gue Roca asumió la presidencia de la República, y tanto Alem
c~mo Yr~goyen se vieron impedidos de obtener cargos oficia-
.les de mas alto rango. No obstante, cuando Yrigoyen conclu-
·.·. y'ó' su mandato de diputado provincial en 1882 dejó la po-
.·Jítica con suficiente capital cómo para 'instalarse'como inver-
nador de ganado. Más tarde adquirió considerables extensio-
nes de tierra en Buenos Aires v San Luis.90
.·· Palt'a la época en que se sumó a la UC, en 1890, y que co-
m,enzó a maniobrar con vistas a controlar la UCR, ya tenía
?nstante práctica en las técnicas usuales de manipulación de
életciones. En sus posteriores bravuconadas moraliStas con-
fta la oligarquía no faltaba, pues, cierto toque de hipocresía,
.. ~á 9ue él mismo había recurrido durante mucho tiempo a
náb1les tretas para abrirse paso y capitalizar beneficios entre
!as faccioneS' «personalistas», explotando sus conexiones con.
el fin de hacerse de una notable· fortuna. Era un represen-!
tante bastante típico de los primeros radicales, que aspi- ·.
ruban a crear una coalición popular para restaurar su suerte
po~. '.
~Q~ ganó prestigio a partir de 1900 de una mar:_e:a has-.
tante extraña. En lugar de presentarse como un poht1co ca-
llejeró que atrae constantemente la atención pública, como
había hecho Alem, se hizo fama d_~_f!gyra misteriosa. En su
carrera se destaca este rasgo singul.ar: salvo en una ocasión
intrascendente, a comienzos de la década del ochenta, nunca·
pronunció un discurso en público. Para realzar su reputación ·
de hombre de pueblo ocupó en diversas oportunidades otras ·
tantas casas modestas situadas en barrios pobres de Buenos.'
Aires. Este hábito, y el apartamiento en que vivía, le valieron
1 el apodo de «El Peludo», una especie de armadillo de mu-
 cho pelo y que vive en cuevas cavadas en la tierr~. Pero, ~or
otro lado, hacía todo lo posible para autoconfenrse .un aire
de superioridad; entre sus seguidores de Buenos Aires era
llamado «el doctor Yrigoyen», aunque jamás había obtenido·
ningún título universitario.91
,
Su estilo_p_~líti~':?p~onsistí~ e_J]__<;:Lc~:>l;itac_!g persa~~e­
gociación cara a cara, queTe permitieron exten er su do!iii-
nfo-soEré TaorgaiiTiación partidaria y crear una cadena muy
eficaz de lealtades personales. Esto estaba mechado con oca-
sionales y providenciales gestos de caridad, calculados para
apelar a los valores de la clase media de religión católica ~a­
mana; el mejor ejemplo fue el de las vísperas de las eleccio-
nes de 1916, cuando Yrigoyen anunció que en caso de resu!-
tar electo destinaría su sueldo de presidente a obras de can-
dad. Aparentemente, aparte de esto su única contribución al
partido fue una serie de tortuosos manifiestos, en los cuales
los lemas partidarios aparecían revestidos de un manto de
retórica moralista. Sirva de ilustración la siguiente cita, en
que Yrigoyen ataca a las diversas facciones asociadas a la
oligarquía:
«Todos son iguales, gobierno y grupos politiqueros compues-
tos de elementos desechados de las camarillas predominantes
y espiando el momento de volver a su se:io. Es :ina descom-
posición de mercaderes donde nada se agita por ideal alguno
de propósito saliJdable, sino por móviles siempre menguados
[ ...] . Son reos de los más grandes delitos que se hayan co-
metido en las sociedades humanas [ ...] . Esa es la Bastilla
66
argentina, sobre la cual estallan hoy las fibras más sonoras
del altna nacional. [ ... ] La opinión no le requiere más que
comicios honorables y garantidos [ ... ] como condición in-
4ispensable para volver decorosamente al ejercicio de sus de-
techos electorales. Entonces, propios y extraños se asombra-
. '.f.~n .de la magnitud de ese solo acto, y así se verá la trascen-
/'.qental diferencia que hay entre una nación ahogada por todas
', ~as presiones que la circundan y una nación respirando en to-
."9á la plenitud de su ser y difundiendo al bien común su in-
tpenso poder vivificante».92
La constante reiteración de este tema dotó a Yrigoyen de
• ;~norme fama personal entre los grupos de clase media, ·ha-
. tiendo que se olvidaran en gran parte los detalles más des-
dorosos de su pasado. Se convirtió en el profeta del partido,
.Y su aparente distanciamiento respecto de la lucha política
. ~cotidiana pasó a simbolizar la aplicación de la UCR al ideal
:c,lemocrático y a la creación de una nueva república. Hacia
1'912, Yrigoyen, que por entonces. tenía ya sesenta años, se
qabía trasformado en un magnífico estratega político. Poco
a poco obligó a la oligarquía a conceder la reforma mediante
Ja amenaza de la rebelión, al par que ampliaba su control del
'partido gracias a su gran capacidad de persuasión personal y
:a sus condiciones para organizar a las masas.
El peculiar estilo de Yrigoyen imprimió al radicalismo buena
. parte de sus connotaciones morales y éticas primitivas, que
· lr permitieron ganar adherentes en una ola de euforia emo-
. Cíonal. Fue asimismo, un instrumento importante para la
, ~bnciliación'de los diversos intereses que el radicalismo había
· Jh;gado a representar, un instrumento funcional en lo que
: fespecta al objetivo partidario de reducir las fuentes poten-
tiáles de fricción entre sus sostenedores y obtener el máximo
[poyo posible en distintas regiones y clases sociales. De <:ste
in:odo, el radicalismo se desarrolló menos como un partido,
~~el sentido estricto de la palabra; que como un movimiento
_cié masas que fundaba su fuerza en una serie de actitudes
'émocíonales. En la pomposa retórica que lo hizo célebre,
;Ytigoyen lo describía así:' . .!.~:.~
«Es sublime la majestad de su misión [ ... ] Por eso per-
cltira su obra y son poderosos sus esfuerzos: se robustece y
~ivifica constantemente en las puras éorrientes de la opinión;
.; ~~·la escuela y el punto de mira de .las sucesivas generaciones
·· y"hasta el ensueño de los niños».93
67
Estrategia. deda1 movilización
·de Iiüsas; 1'912..:1916
.En ,1912, cuando los radicales abandonaron finalme~t!'! su
política de abstención y c.ome~~aron a po~~ular, cand1ctat~s
para las elecciones, la organizacion del partldo aun no habia
terminado. Cierto es que en la mayoría de las zonas urb~nas
v.rurales de la región pampeana, y aun fuera de el}a, hab1a a
Ía sazón dirigentes de primera o segunda categ?na, pero e~
partido seguía falto de una coordinación ce~tra'l, .Y; pese ~1
creciente prestigio de Yrigoyen, tampoco tema sufmentes c}i-
rigentes aue contaran con reconocimiento en tod? el pa1s.
Algunas de las filiales provinciales estaban todav1a ba10 el
control de los rivales de Yrigoy:n,de la ~poc.a de Alem. Aun-
que se habían establecido comites partidanos permanen~es,
fuera de las grandes ciudades no contaban con una or~an!zªi
ción amplia a nivel local. De manera que ~l ras~': pr~~c1pa
del período que va de 1912 a 1916 fue la mtensificac1on de
la organización partidaria. .
En este aspecto, la ventaja de los radicales era su vaguedad.
El enfoque moral y heroico que tenían de los problemas po- .
líticos les 'permitió a la postre pre~entarse ante. e~ el~ctorado
como un partido nacional, por encima de las distmc~ones re-
gionales y de clase. Todos y cada uno de sus opos~tores se
estrellaron contra este obstáculo. Había otro~ parti~os fº-
pu1ares como el Partido Socialista en la Capital Fe e~a Y
el Dem6crata Progresista en Córdoba y Santa F_e, pero nmgu- _
no de ellos pudo trascender, las fror:teras reg10nales, en un .•·.
rada significativo. Fue aqm que yn~oyen. ~emostro su s~- _.
:kcidad política: luego de 1912 se ~as_mgemo para conve~tir ·
.una confederación de grupos provmc1ales en una org~mza­
ción nacional coordinada. Aunque en el pasado los radicales .
habían subrayado su disgusto por l_os ac~erdos que c7lebra-
bardas distintas facciones de_ la oh7ar9ma, ahora Yngoyen .·
á¡:ilicó subrepticiamente esa misma tecmca en gran. es.cala pa-
ra ganarse el apoyo de los terratenientes de provmcia Y sus
seguidores. · ·, 1
La fuerza del radicalismo estribaba en su o.rgantza~1on er;de .
plano local y los ampliq§ contactos con la ¡erarq~1a part1 ~;
ria que le ofrecía el eletforado. ?,n las ~randes dc1udadedlljº)
bre todo en Buenos Aires, surg10 un sistema . e.«cau 07.
de. barrio» semejante al de Estados _Dnidos. S1 bien la Lel
Sáenz Peña terminó con·la compra lisa y llana de los votos,
68
los radicales no tardaron en establecer un sistema de patro-
nazgo que no era menos útil a los fines de conquistar sufra-
gios. A cambio del voto cada dos años, los caudillos de ba-
rrio -núcleos originarios del Partido Radical- cumplían
gran cantidad de pequeños servicios para sus respectivos ve-
cindarios en la ciudad o la campaña. Ligándose a aquellos los
hacendados pudieron poco a poco sortear los escollos deri-
vados de su falta de contacto con el medio urbano: aunque
ellos no controlaran las ocupaciones urbanas, muchos de los
dirigentes de segunda plana pertenecientes a la clase media
podían obviar esta dificultad gracias a la influencia y el pres-
tigio que habían adquirido en su zona. Por ejemplo, a través
de su vinculación con los dueños de los «conventillos» tenían
cierto manejo 'de la distribución de las viviendas; su posición
relativamente acomodada hacía que estuvieran en condicio-
nes de ofrecer préstamos a negociantes en apuros; su carác-
ter de abogados o médicos los ponía en estrecho contacto
con distintos grupos pertenecientes al nuevo electorado. Ade-
más, se sabía que tenían buenas relaciones con la policía 10-
cal, y esto los facultaba para dispensar mercedes a todo tipo
de pequeñas infracciones a la ley. Junto con el cura de la
parroquia, el caud]lo de barrio se convirtió (sobre todo en
la ciudad de Buenos Aires) en la figura más poderosa del
vecindario y el eje en torno del cual giraba la fuerza política
v la popularidad del radicalismo.
En esta tarea colaboraban los comités, organizados según
líneas geográficas y jerárquicas en diferentes lugares del país.
Así, había un comité nacional, comités provindales (o, en el
caso de Buenos Aires, el comité de la Capital Federal), co-
mités de distrito y comités de barrio; en períodos de eleccio-
nes se añadían una serie de subcomités que atendían zonas
menores dentro de cada distrito. Una de las cosas de las que
más se jactaban los radicales era que sus representantes ofi-
: ciales habían sido elegidos mediante el libre sufragio de los
afiliados al partido, con lo cual se evitaban las tradicionales
Prácticas «personalistas» de reclutamiento por cooptación o
· por status adscrito. Sin embargo, al menos hasta 1916, la
.Pauta más corriente era que el comité nacional y los provin-
ciales estuviesen dominados por los terratenientes, y los co-
mités locales, por la clase media; en los primeros, el recluta-
miento se hacía casi siempre por cooptación, pero en los
:comités locales se celebraban elecciones todos los años, de
fas cuales surgían el presidente del comité -en la práctica,
.'.dcaudillo de barrio- y gran núi:nero de funcionarios subor-
dinados a él. ·En cada uno de los comités de la ciudad de
Buenos Aires se elegían anualmente hasta 108 personas; con
frecuencia estas permanecían en sus puestos varios años se~
guidos, salvo que hubiera más de un caudillo aspirando al
control del aparato· partidario, en cuyo caso se producían
a menudo violentas luchas de facciones.
Los caudillos de barrio explotaban la gran popularidad de los
comités para retribuir a sus adictos con cargos fundamentalc
mente simbólicos, que podían ser utilizados para ampliar el
número de adherentes. Asimismo, el sistema permitía a los
radicales extender sus actividades y conexiones a una vasta
gama de grupos de cada vecindad, dotando así al aparato
partidario de gran penetración y flexibilidad, e incrementan~·
do su capacidad operativa como mecanismo procesador de
las exigencias particulares que presentaba el electorado. En
1916 la organización partidaria se había convertido en In
eficaz·sustituto de un inexistente programa políúco bien de-
finido, y, una vez más, en un dispositivo conveniente para
superar los conflictos objetivos de intereses entre los terra-
tenientes y los grupos de clase media, y entre distintos sec-
tores del electorado. En 1915, un gacetillero radical descri-
bía así el papel de los comítés:
«Esa organización [la de los comités] efectúa una constante
propaganda oral que pone al partido en contacto con las ma-
sas. Así, garantiza, no solo la formación oor selección de
los leaders en las diferentes escalas, sino la·constante comu-
nión de estos con las masas».94
La actividad de comité akanzaba su punto culminante en
época de elecciones. Amén de las tradicionales reuniones ca-
llejeras., la fijación de carteles en las paredes y la distribución.
de panfletos, el comité se convertía en centro de distribución
de dádivas para los electores. En 1915 y 1916, los comités
de Buenos Aires crearon cinematógrafos para niños, organi-
zaron conciertos musicales, repartieron regalos de Navidad
y contribuyeron a las celebraciones de las fiestas de Carna-
val. Muchos de ellos también fundaron sanatorios centros
de asesoramiento legal y bibliotecas, cuyo costo era 'financia-
do por los miembros activos. Asimismo, suministraban ali-
mentos baratos -el «pan radical» y la «carne radical» co-
m~ dio en llamárselos-.95
Uno de los comités de la p~rro­
quia de Balvanera Sur resumió así sus actividades en el año
1915: durante 37 días se había distribuido pan en forma·
70
tgratuita como paliativo frente a un súbito aumento del pre-
~dp; la sección de asuntos legales se había ocupado de 172 ca-
f~ps; se habían impreso 1.000 circulares y 6.000 panfletos de
tgiversa índole, y los edificios de la zona habían sido cubier-
.}tos con 7.400 carteles.96
;Estas actividades evidenciaban algunas de las características
r~~¡ientes que había adquirido el partido lUego de 1912. En
J:rn91, se había iniciado como un retoño, en buena medida,
rde las facciones terratenientes; desde 1905 había penetrado
Y~n los grupos de clase media urbanos; luego de 1912 se con-
~yirtió en un vasto partido popular que abarcaba muchas re-
.. giones del país. Pero lo cierto es que estaba en gran parte
· gominado por los propietarios de tierras, conservando así su
,· ,carácter inicial de la década del noventa: era un movimiento
¡~e masas manejado por grupos de alta posición social más
,·que un movimiento de origen popular que. operara impulsado
por las presiones de las bases.
.Estos elementos notorios de manejo y manipulación desde
~ ·~rriba también eran evidentes en el carácter amorfo de la
:ipeología radical, la cual estaba modulada de modo de ins-
. ·;pirar en los grupos urbanos la adhesión a una redistribu-
ción mínima de la riqueza, en vez de inspirarles el anhelo
de un cambio novedoso y constructivo: exigía una diferente
: ·estructura institueional, la canalización de los favores oficia-
. "les en dirección a las clases medias urbanas, mayor sensibili-
1dad por las inquietudes de los consumidores, pero preservan-
c:do el sistema social que había surgido de la economía pri-
. maria-exportadora. Dada la relevancia de los terratenientes
. ,dentro del partido, no es de sorprender que el radicalismo
no se trasformara jamás en un defensor de la reforma agraria
b la industrialización. Su concepción de la sociedad era una
·.amalgama ecléctica de ideas liberales y pluralistas. Atacaba
,a la oligarquía con argumentos liberales, porque, como dijo
hl].pólito Yrigoyen, ella le había impedido a la nación «res-
.pirar en la plenitud de su ser». Pero también veía en la co-
.rµunidad un organismo casi biológico, conformado por par-
;tes funcionales interactuantes y obligaciones recíprocas. Así,
· ;~nnque los radicales proclamaban el precepto liberal de la
·competencia individual, había en sus posiciones algo de las
tradicionales actitudes conservadoras de jerarquía y armonía
social.
;~Sto se destaca mejor si se hace un examen más detenido
,pe las técnicas de politización del partido. Como ilustran las
·.· ~~c;tividades de los comités, los radicales se apoyaban mucho
.71
en medidas paternalistas, cuya principal ventaja era que po-
día empleárselas para quebrar los lazos de los grupos de in-
tereses, generadores de divisiones, atomizando al electorado
e individualizando al votante. Reflejaban también el tenue
vínculO existente entre los grupos más politizados -los ha-
cendados y las clases medias dependientes- y las oportuni-
dades de empleo productivo en las ciudades. En muchos as-
pectos, el _paternalismo era simplemente el medio de hacer
extensivas a las masas las· técnicas tradicionales de patronaz-
go. Otra de sus ventajas era que permitía maximizar los
contactos entre el partido y los electores, favoreciendo un
reparto de los beneficios, a la vez que minimizaba el conte-
nido real de las concesiones. que se hacían. La apeladón a
estas técnicas ·muestra a las claras, una vez más, el carácter
de coalición del radicalismo, así como también su intento de
encontrar un denominador común entre distintos grupos
de clase:
«El pan radical, la leche radical, la carne radical, la semilla
radical (y luego el alojamiento radical y el "homestead" ra-
dical) demuestran bien que el partido desea esa moderada
intervención del Estado que corrige los rigores del "laissez
/aire" económico para los pobres, los desarmados en la lu-
cha, moderada intervención a la que los ingleses dan el acer"
tado nombre de "paternalismo". Es tiempo que un partido
político, organizado en todo el país, trabaje por esas cosas
y las lleve a cabo con eficacia».97
-
Estos eran los principios rectores de la conducción ra:Jic~L •·
Ellos permitieron el mantenimiento de. una estructura ¡e¡:ar-
quica autoritaria en el partido, que constituía una réplica del<
equilibrio preexistente de poder y de las estructuras de,status
de la sociedad argentina, posibilitando la coexistencia de gru: .
pos cuyos intereses eran ·a veces antagónicos. ~l par qué
ofrecían ciertas oportunidades a las clases. medias urb:inas,
preservaban la hegemonía de l~s terratenientes. Gracias ,ª
ellos, los radicales ganaron predicamento en zonas del pa1s
dominadas por relaciones cuasifeudales, catalizando al mismo
tiempo las aspiraciones de los idealistas universitarios de cla'
se media. _,, ! ,
Principalmente como consecuencia de su gran ubicuidad, l~,
UCR ganó las elecciones presidenciales de 1916. Sobre un
total de 747.471 votos emitidos, obtuvo 340.802 (el
·45,6 % ). Aunque no era mayoría absoluta, su más cercanó
72
contrincante, el Partido Demócrata Progresista solo obtuvo
99'.O~O v;itos (el 13 % ). A los fines de la coi'uposición del
coleg10 e1ec~oral que, como en Estados Unidos debía nom-
bra~ al presidente de la República, los radicale~ fueron ma-
yan~ en la Capital Federal, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza,
Santiago del.Estero y Tucumán, y minoría en la provincia
de Buenos Aires (donde existía un poderoso aparato político
controlado por el g?bernador conservador Marcelino Ugar-
re ),' Catamarca, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Salta y San Juan.
As1 pues, los votos radicales se diseminaron ampliamente
en todo el país.
Relaciones entre los propietarios
de tierras y 1a clase media
Sil.1. e~bargo, alg:inos importantes problemas asediaban al
radic~h~mo, el f!rmcipal de los cuales era la rivalidad entre
' l~s distmtas facciones. qu;: procuraban alcanzar cargos gracias
.ª él. Cuando se sanc10i;:io la Ley Sáenz Peña, el propio Yri-
'goyen s.e ~puso al comienzo a .que se abandonara la política
.. abste?,ciomsta, y. durante un t~empo siguió adhiriendo a la
rebehon Y a la,li.bertad de acción que esta le conferiría en
~~so de lograr exito. ~o obstante, los miembros de su par-
tido º? ,~ensaban lo mismo, y a la larga privó la opinión de
estos ulttmos.
1a pres~ón para participar en las elecciones provino en bue-
.. na me~1da de. los grupos urbanos de clase media.98 Esto
.• planteo por primera vez la cuestión de si la autoridad den-
,t~o del partido le correspondía a los «viejos» radicales o a
)~s ~uev~s grupos de. clase media, y también el interrogante
~.e si Yngoyen .se almeaba con los estancieros que habían
~poyado al partido en la década del ochenta o con los diri-
gentes medios «advenedizos». Por el momento los miem-
?tos. ~e clase media ~staban controlados por lo; grupos del
patriciado que emergieron a través de la UC a comienzos de
,!~:década del noventa.. En vez ,d~ fundar un partido exclusi-
~amente de clase media, esta ultuna había entrado en com-
P,?h~ndas ;on sectores de la aristocracia terrateniente; ·pero
~.adie pod1a asegurar que este arreglo fuera permanente.
~panto m~s ~reda la clase media, más pr~visible era que
qesarrollan~ .rntereses pro~ios y estaría menos dispuesta a
~,ceptar pos1Clones secundarias. Ya en 1912 algunos profeti-
zaron que esto originaría a la larga la quiebra del radicalism
como coalición: · ,.
«Es p~obable que_[. ..] la clase media llegue progresivamen:
te a afirmar su solidaridad; pero su insuficiencia aétual ha ·
asegurar aún por mucho tiempo el predominio de la das
que hasta ahora ha dirigido el gobierno del país. El otro fa.
tor,que también impone un verdadero obstáculo al triunf
poht1co de. la ~lase media .es la falta de dirigentes que tengan
c~ara conc1en~1a de sus mtereses. Nuestro partido populah
siempre ~a a~:rmado s? credo de.mocr~tico; pero la vaguedad
~e ,la asptracion permite la coexistencia de intereses irreduc-.
t1b1es, Y creo que la especificación de la manera de realizarla
produciría una escisión dentro del partido. Y lo creo así por~
q.i:e mu~hos de sus dirigentes, por su origen, por su condii
c~on social y por su temperamento, tienen intereses contra-'
rtos al de la clase media. [ . . .]
»El .triunfo del Partido Radical no ha de dar, al menos irt~
mediatamente, representación legítima a nuestra clase media·'
Y en. este sentido es previsible que andando el tiempo, y ~·
rr;edida que la masa electoral del partido adquiera la concien-.
cia de.s,u clase, o bien_irá eliminando a los diputados que por.
su acc10n parlamentana no respondan a su interés o bien se
producirá i:na división, dando lugar a la forma¿ión de un
nuevo partido en el que se afirme su interés de clase».99 •
Este probl~~a co~ró relevancia en marzo de 1916, durante.
l~ convenc1?n re.ahzada por el partido para designar su can,
didato presidencial. A la candidatura de Yrigoyen se opusie- ·
ron m:ichos de los antiguos adeptos de Alem en el noventa
pe~o finalmente aquel logró el triunfo explotando la popu~ .
landad de que gozaba en la clase media. Para demostrar có-
mo lo apoY_aba est~, rechazó primero la candidatura cuando
le f~e otrec1da, y ~~lo la aceptó cuando los delegados de clase
med1.a .~e los co~1tes organizaron manifestaciones frente a su ,
dom1c1ho. Es:e ¡uego estuvo destinado a reafirmar su Iideraz- •
go e~ el partido y poner perentorio freno a los esfuerzos de
sus r~va!e.s P?r asegurarse posiciones claves.100 Este episodio
fue s1grnf1cat1vo: puso de relieve las fricciones existentes en-
tre las,dos alas del partido, y dejó entrever que y rigoyen
ya hab1a comenzado a apuntalar su posición apelando a los
grupos de clase media.
74
-i
'stían además signos de conflicto de tipo regional dentro
partido~ En época de elecciones no eran infrecuentes epi-
.,, ·íos tan extravagantes como el que sigue:
Jl:i''
kEn la madrugada del día de la elección, el coronel Pereira.
.~osas [ ... ] invade la población de Villa Dolores (Cór-
doba) al frente de veinte hombres a caballo, procedentes de
Jfa' provincia de Buenos Aires. Vienen de poncho colorado,
vincha blanca lOl y armados de una larga lanza de caña de
puntas afiladas. Despiertan al vecfudario con disparos de
íí:evólver y vivas al Partido Radical e Hipólito Yrigoyen y
.'!nueras a Cárcano y los salvajes tiranos del gobierno. Esta-
blecen guardias en los caminos de acceso y proximidad de las
;mesas receptoras de votos. [ ...] Al principio la población
:·se retrae de transitar por calles y caminos. Los partidarios
. de la Concentración consiguen instalar las mesas electorales,
·.logran que la policía arreste a tres o cuatro ponchos colora-
·, dos .que producían mucho ruido, y desaloje al coronel de la
casa municipal,_desde donde intenta ejercer el gobierno. Mu-
~hos gritos, protestas y amenazas. Ninguna violencia mate-
.· j:ial. Las lanzas de .caña son un simple símbolo de las épocas
;menesterosas y sangrientas. Antes de mediodía el vecindario
pierde los temores y concurre tranquilo a las urnas: [ ... ]
:~>Pocos días después se verifica el escrutinio. La Concentra-
,'ción triunfa en Villa Dolores por muchos menos votos de los
: 'que tiene calculados. Las amenazas, las protestas, el espec-
>;táculo circense ocasionan efectos en el pueblo».1
º2
:La «invasión» del distrito electoral, al paso que suministra
· un vívido ejemplo de los métodos que se empleaban para el
. sufragio, refleja e1 permanente intento de y rigoyen y sus
adictos porrenos por controlar las filiales provinciales. Esto
planteaba pocas diticultades en el interior del país, donde las
elecciones eran decididas en gran parte agenciándose el favor
,del hacendado del lugar, quien intimidaría a sus peones para
·· ·que votasen como él quisiera; pero no ocurría lo mismo en
las provincias pampeanas, en las que las filiales contaban con
fuertes núcleos propios e independientes. Allí, la tradicional
.rivalidad con Buenos Aires tenía antiguas raíces históricas,
. de modo tal que el grupo de Yrigoyen era visto como una
·fuerza extraña, que procuraba minar la autonomía de los
'intereses locales.
75
La importancia de este problema también se puso de mani-
fiesto (aunque no por primera vez) en 1~16. Al queda.r
constituido el colegio electoral, se comprobo que los parti-
darios de Yrigoyen no alcanzaban, por escaso margen, la ma-
yoría necesaria. Fue .preciso negociar los. votos de un g~po
de disidentes radicales de la provincia de Santa Fe, quienes
antes se habían negado a apoyar la fórmula presidencial ~el
partido. La cuestión solc: que~~ zanjada despu~s de vana_s
semanas de intrigas,103 ejemplificando hasta que punto pn-
maban dentro del partido las tensiones re~ionales. La caus~
subvacente en la defección de ios santafesmos era que esti-
maban que el partido favorecía a los ~ruJ?OS porte~os: De
este modo en 1916 se comprobó que sl bien el rad1cahsmo
era un pa;tido nacional, aún no había logrado superar por
completo los antagonismos regionales del pasado. ;
El radicalismo en la sociedad. argentina:
la inmigración y el capital extranjero
En 1916 el radicalismo era en muchos aspectos una especie
de partido democrático conservador,104
que combinaba la
adhesión a los intereses económicos de la élite con un sentido
de identificación con la comunidad en general. Esto hizo
que en el plano ideológico estuviese im~r~gnado de i.d:a.s ,
paternalistas y comunitaristas, que le confineron la pos1b1li-
dad de proyectarse como una alianza entre 'distintos sect?res.
Asimismo, la posición personal de Yrigoyen le daba cierto •
aire cesarista y plebiscitario. Tenía estrechos vínculos con·.
las instituciones tradicionales del régimen conservador, como •
la Iglesia. Su influencia solo era pequeña en e~ eiéi;cito, ins- :
titución en la que los viejos conservadores segu1an firmemen-
te establecidos. ·.
Pese a los indicios de conflictos regionales en sus filas, y
aunque sólo consiguió granjearse las simpatíasde una mino: ·
ría de terratenientes, la UCR se aproximab:l' bastante a la
alianza que los conservadores habían estado buscando en~re,,·
los magnates de la élite y los profesi~~ales de clase rn.ed1~, .
provenientes en gran medida ?e .fam1has urban~~ de mm1- .
grantes. Estos dos sectores prmc1pales eran ~oaugados ~or ·'
un tácito acuerdo quid pro qua: los terratementes quenan
medidas conservadoras y estabilidad política, a cambio de
76
lo cual se mostraban dispuestos a ampliar el acceso de la cla-
se media a las profesiones liberales y a la burocracia. Esto
prometía acelerar el proceso de cambio en las universidades
y ofrecer una respuesta más flexible y liberal a los grupos de
clase media en la distribución de los cargos públicos.
Los radicales habían establecido vínculos con la clase media
«dependiente», compuesta en su mayoría de hijos de inmi-
grantes, pero no con los inmigrantes mismos, ya se tratase
de los pequeños industriales y comerciantes o de los obreros.
Esto era en parte un reflejo del hecho de que los viejos ra-
dicales del noventa compartían los prejuicios culturales de
la ~lite contra los inmigrantes y su agudo temor y desconfian-
za hacia los obreros. Ilustraba también la forma en que los
radicales habían conquistado adictos en el pueblo. Entre los
grupos industriales y comerciales había escasos signos de la
creciente presión económica y social que había politizado a
los profesionales. La pauta general del período posterior a
1900 sugería que los grupos de clase media estaban relativa-
mente contentos con el papel secundario que les había tocado
, en suerte en la vida empresarial. Los problemas se plantea-
ban con los grupos de más alto status, y fue sobre estos que
se lanzaron los radicales principalmente. Digamos, por últi-
mo, que la posibilidad de establecer lazos efectivos con los
. inmigrantes también estaba desalentada por la Ley Sáenz.
Peña, que había excluido a estos del derecho al sufragio, de-
' jándolos por consiguiente fuera del sistema político.
En líneas generales, las relaciones entre los radicales y los
inmigrantes fueron bastante buenas a causa de que gravita-
ban, de algún modo, en la situación y en las lealtades polí-
ticas de los hijos de aquellos; pero, en ocasiones, cuando pen-
saban que ello podía beneficiarlos, los radicales no se abste-
nían de explotar los sentimientos xenófobos latentes de Ja
, sociedad nativa. En una proclama previa a la elección final
·. de 1916, El Radical, principal órgano del partido en la ciu-
dad de Buenos Aires a la sazón, definía en parte al radicalis-
mo como « ... la lucha del Pueblo Argentino contra el ex-
tranjero ingrato, .desagradecido con esta tierra que lo aco-
.• gió».1
º5
Poco despué~ un integrante del Centro de Alma-
ceneros de Buenos Aires, formado predominantemente por
inmigrantes, declaró:
«... creernos que [para el Partido Radi<;al] será de "buen
·gobierno" no mostrarse [corno un] partido antiextranjero.
· Nos llaman ingratos y adventicios, empleando un lenguaje
:77
tal como si ellos fueran los de casa, los aborígenes, cuand
son solamente hijos de otros que llegaron primero que n
SOtrOS».
1
º6
Finalmente, el radicalismo surgió como el principal movi ·
miento político del país en un momento en que la economí
primario-exportadora ya había alcanzado la madurez. Los la•
zos institucionales y políticos entre el capital extranjero y l:
élite se habían establecido mientras los radicales se hallaban)
todavía en la oposición; carecían, por lo tanto, de un contac-'
to organizado con los representantes del capital extranjero(
pero no hay razones que permitan inferir automáticamente(
que sus actitudes hacia este debían diferir de las de la oligar"'c
quía. Los radicales no eran nacionalistas en lo económico;i·
aceptaban y reconocían la dependencia del país de sus cone-~ ~
xiones en ultramar para contar con mercados y fuentes de
inversión. En 1919 un radical prominente se refirió en estos ..
términos, en el Congreso Nacional, a las relaciones comer-
ciales de la Argentina con Europa:
«Si por alguna desgracia esas naciones sutrieran un pro- '
longado período de depresión [ ... ] ¿cuál sería el destino .
de la Argentina? [ ... ] ¿Podríamos acaso aspirar a ser ricos
mientras quienes compran nuestros productos permanecen en
la pobreza?».1
º7
Para los radicales, las cuestiones referentes al capital extran-
jero eran las mismas que a veces habían provocado friccio-
nes dentro de la oligarquía. Fuera de los beneficiarios direc-
tos de las distintas prerrogativas que otorgaba el capital ex-
tranjero (préstamos preferenciales y cargos en los consejos
directivos locales) , varios otros grupos de la élite sostenían
a veces que el precio que pagaban por sus servicios e inver"
siones era mayor que el debido. Un ejemplo de este tipo de
conflictos fue el surgido en 1915, cuando las empresas bri-
tánicas de ferrocarriles elevaron unilateralmente los fletes
para trasporte de animales y carga. Más o menos por la mis-
ma época hubo otros conflictos secundarios semejantes, el
principal de los cuales fue la cuestión de si las empresas fe-
rroviarias debían abonar las tasas municipales de alumbra-
do, barrido y limpieza, de acuerdo con lo establecido por
la Ley Mitre de 1907, que regía la administración de los
ferrocarriles.108
Los radicales tuvieron un papel destacado en la campaña sub-
7&
.· uiente contra las empresas ferroviaria~, y lo justificaro:r; co-
0 una variante dentro de su ataque .mas general a la oligar-
'ía. No es que el capital extranjerc;i fuera en sí ,mismo :n~lo
.:argumentaban-, sino que la oligarquía. habia penrutido
e se estableciera un sistema corrupto de mtereses creados,
cual conspiraba contra los grupos nacionales. La cita que
roducimos a continuación, aunque corresponde a una_ fe-
a algo posterior, ofrece un buen resumen de la actitud
·redominante:
!':kos directivos [de las empresas ferroviarias británicas]
(iempre han tenido en /~u~ ~aja estima la moral de los ~o­
;.füernos sudamericanos, mchnandose a ver en todos sus ~ctos
'hn mero despliegue de apariencias _que.ocultan la realidad.
Recordemos que cuando se estaba.discutien~o la. pres~nte le-
:gislación que regula los ferrocarriles, los. ;li~ectivos i?gleses
:inanifestaron en las columnas de los penodicos londmenses
'que los políticos argentinos exigían. un _pre.do excesivo por
·.su apoyo [ ...] . Es obv~o que la mfluen.cia preponderante
ejercida por los ferrocarriles en la Argentma fue pagada en
.suculent~s cheques, pero si tal cosa ocurrió, ello pertenece
:al pasado».109
Pese a esto, antes de 1916 los ingleses no consideraban que
los radicales pudiesen constituir. una ~1?enaz~ ,fr?ntal a sus
intereses. A fines de 1915 un diplomatico britamco, a todas
··. luces más intrigado y desconcertado por lo que era· el ra-
dicalismo y por la personalidad enigmática de su líder. que
por cualquier otra c~sa, describía.de esta manera la creciente
influencia y popularidad del partido:
«Hipólito lrigoyen brilló como un c?m;pirador que exhibió
indiscutible habilidad política combmada con una notable
pertinacia. En los últimos veinte años, sus segu~dores lo, han
considerado casi como un profeta. Su personalidad esta en-
vuelta en un velo de misterio, pero casi todos concuerdan en
que sobresale netamente respecto de todos los o~ros adeptos
al credo radical. Su poder descansa en el fanatismo que. le
profesa la juventud 'del partido. [ ...] Aparece en púb~ico
lo menos posible; jamás aceptó los muchos cargos de gobier-
. . 1 / f ºd 110
·...no y otros puestos que e tueron o rec1 os».
· .Esto sugiere que los ingleses adoptabl1!1, en general, las mis-
mas actitudes que tenían hacia los radicales los grupos de la
79
élite nacional. ?1 radicalilis.mo ert v~~~ ~~~bl~~d:,~::c;~~
no poroue pusiera en pe gro. e ?r il lítico es-
que sus características orgamzattvdas ly su est ~o~~cía hasta
b do contraste con to o o que se
ta an en aEgulgrado en que estas interpretaciones eran acber-
entonces. d "f 1 0 de octu re
tadas o erróneas solo se puso .e mam iest~ ueg esidencia de
de 1916, momento en que Yngoyen ocupo la pr
la Nación.
Sl•
4. Actividad política de los obreros
en Buenos Aires, 1890-1916
Los inicios de la historia de la clase obrera en 1a Argentina
·· están bien documentados por lo que respecta a los principa-
les acontecimientos en que participaron los trabajadores, pe-
ro hay muy poca información sistemática sobre el desarrollo
.de las condiciones de vida de esta clase. Hay datos parciales
•·.. qsuperficiales en cuanto a salarios, situación en las fábricas
, i.vivienda,111
pero tales datos nunca se elaboraron lo sufí-
. e/ente como para permitir algo más que simples generaliza-
! Ciones acerca de las cuestiones básicas del nivel de vida de
,fo~ obreros o la forma en que este evolucionó en función de
j~riables como el ciclo económico, la inmigración, las inver-
·s¡ones extranjeras y el comercio de ultramar. El resumen ge-
héral de este período es que las condiciones de vida de la
~/ase obrera en Buenos Afres, sobre todo en materia de vi-
YJ,enda, dejaban mucho que .desear, si bien los salarios medios
~hm comparables a los que se percibían en muchos lugares
~~ Europa occidental y había en 1a Argentina oportunidades
iélativamente mejores para la movilidad social. Pero hacia
'i:'.910, cuando desapareció la frontera contra el indio y la
}t~rra comenzó a escasear' las oportunidades que se ofrecían
f)os inmigrantes declinaron marcadamente. El o.tro factor
!)Jtportante que debe tenerse presente es el alto .mvel de as-
piraciones de los inmigrantes y la enorme importancia que
~oncedían a la movilidad social, que, aunque existía, muchas
""'"ales permiten inferir que no bastaba para satisfacer tales
iraciones de manera cabal. Por último, muchos inmigran-
éran ex campesinos, y su comportamiento en Buenos Aires
ede atribuirse en parte a las dificultades que encontraron
ra asimilarse a la cultura capitalista urbana. Sin embargo,
'énfasis en la movilidad y en la asimilación no significa ne-
·. que para muchos inmigrantes las condiciones de vida eran
qsas y en algunos casos miserables, existiendo ciertos gru.-
.. (en especial los provenientes de las regiones más atrasa-
:de Europa oriental) que ganaban muy bajos salarios.
:.es nuestro propósito analizar con detalle en este capítulo
5. El primer gobierno radical,
1916-1922
El curso general seguido por los acontec1m1entos políticos
posteriores a 1916 estuvo signado por la relación entre los '
sucesivos gobiernos radicales y los grupos conservadores de·
la élite a los que aquellos remplazaron. En un principio, l~
victoria electoral de los radicales en 1916 pareció reflejar 1~·
capacidad de repliegue y autoconservación de la clase gober~.
nante tradicional. Aunque fracasó el objetivo primitivo de .
crear un partido conservador mayoritario acorde con los li; ·
neamientos fijados por Pellegrini y Sáenz Peña, y el control
directo del gobierno pasó a nuevas manos, no había motivos ·
para creer que el poder real de la élite hubiera desaparecid~
o disminuido en grado significativo. El ejército y la marina.·
tenían los mismos comandantes que antes de 1916; los prin; •
cipales grupos de presión, como la Sociedad Rural, seguían
intactos, y miembros poderosos de la élite conservaban aúrl
posiciones estrechamente vinculadas a las empresas foráneas,
El gobierno radical en 1916
En muchos aspectos, se diría que la oligarquía implemente ·
había cambiado de ropaje. En el primer gabinete de Yrigo-
yen, cinco de los ocho ministros eran ganaderos de la provin¡ ..
cía de Buenos Aires o estaban íntimamente conectados con el
sector exportador. El ministro de Hacienda era Domingo ;E;, ·.
Salaberry, quien se dedicaba a las exportaciones y a los asun1 .
tos bancarios e inmobiliarios.113 El ministro de Agricultura¡ '
designado posteriormente ministro de Relaciones Exteriores,
Honorio Pueyrredón, era un gran terrateniente patricio de
la provincia de Buenos Aires. El ministro de Marina, Fede-
rico Alvarez de Toledo, poseía también grandes exteQsiones .
en Buenos Aires y Mendoza. El de Obras Públicas, Pablo ..
Torello, era un destacado hacendado, e iguales antecedentes•
tenía Carlos Becú, el primer ministro de Relaciones Exterio-
108
..res, quien, al igual que, Pueyrredó?-, había per~enecido ~asta
,:Poco tiempo atrás a p~tidos opositores al radical ~ ~ecu era
:el «protegido» político de Estanislao Zeballos, mtru?tro ?e
.Relaciones Exteriores de Roca en su segunda presidencia,
··en tanto que Pueyrredón había integrado el partido d,e Mi-
.tre la Unión Cívica hasta después de 1912). De ongenes
:má~ humildes eran l~s tres ministros restantes: Ra;nón G~-
mez (Interior), Elpidio González (Guerra) y Jase P. Sah-
;·nas (Educación), todos los cuales debían .el ~argo a su con-
,.trol del aparato part}dario radic~l en provm~ias claves 1~~an­
. :.tiago del Estero, Cordoba y Ju¡.uy, resl?~ctlvamente). .~l
¡_vicepresidente, Pelagio Luna, qmen muno en 1~19, tambien
U;f,ue nombrado gracias a las conexiones que tema en la pro-
. :vincia .de Salta. . , .
:En tales circunstancias los grupos mfluyentes de la elite,
.· , que finalmente se habí~n resignado al c,am~io de &obierno,
se vieron alentados a pensar que no habian necho smo dele-
gar en la nueva adminiStración el po?er directo que antes
tenían. Los radicales parecían estar gmados, en muchos sen-
tidos, por los mismos objetivos generales '!ue ,ello? .Y. ser
merecedores de continuar el proceso que habia sido iruciado
por Sáenz Peña.
El radicalismo aún mantenía sus rasgos más conservadores.
•;Por ejemplo, gran parte de los nuevos gobernantes, y en ~ar­
. ticular el propio Yrigoyen, eran más marcadamente clenca-
·. ·.ies que la mayoría de sus predecesores, muchos de. los cual~s
.:habían sido francmasones. En 1918, La Vanguardia declaro:
«Nunca como en este momento ha sido mayor la influer:cia
de la Iglesia. [ ...] El propós~to .d~l gobierno [es] r.eahz.ar
.una política inspirada en los prmc1pios de la dem~cracia cris-
tiana: de paternal prot7cción pa~a los obr;;_~os, siempre que
.estos permanezcan sumisos y resignados».
·•
1
Por lo demás, Yrigoyen no se h.abía apod~rado del gobierr:o
.:por la fuerza: si ocupaba la primera magistratura, lo debia
· >'a la cortesía de Sáenz Peña y de su sucesor, De la.Plaza, tanto
'.:.0 más que a su propio empeño. En 1916 los .radicales apenas
· •.i;i obtuvieron algo más que el c~rg? de pr~s1de~te de la fü;-
/ :pública. En casi todas las pro;rmc~as segu1an siendo oposi-
.'; ción, y también estaban en m~no~ia en el Cong;eso: en la
'' ·Cámara de Diputados no cons1gu1eron la mayona hast~ las
'.·elecciones de 1918, mientras que en el Senado, cuyos miem-
.'.J,ros duraban nueve años en el cargo y eran normalmente
·109
elegidos por las legislaturas provinciale.s, los conse:va?ores
1a retuvieron hasta 1922 y aun despues. Por cons1gu1ente,
amén de las otras prerrogativas de que todavía gozaban, los
conserv:;idores seguían manteniendo su predominio en ma-
teria legislativa.
En 1916 la posición de Yrigoyen era, pues, bastante. ~ébil,
y sus medidas de gobierno estaban fuertemente condiciona-
das por su relación con la élite. Tenía como mandato lograr
dos objetivos generales: en primer lugar, debía apuntalar
los intereses económicos de los grupos terratenientes; en se-
gundo lugar debía establecer una nueva relación con los sec-
tores urban~s, que habían sido la mayor fuente de inestabi-
lidad política desde comienzos de siglo. La razón p~incipal
de que los conservadores hubieran fracasado en orgamzar un
partido de masas era que habían sido incapaces de adaptar su
posición como productores al imperativo de ofrecer algo con-
creto a los grupos urbanos. En apariencia, solo los radicales
eran capaces de superar esta dificultad: ellos se habían con-
vertido en un partido «inorgánico», eludiendo trazar un pro-
grama concreto, envolviendo sus objetivos con un velo de re-
tórica moralista y cubriendo sus compromisos reales con eflu-
vios de un· paternalismo· engañosamente generoso. A esto se :
había añadido la insinuación continua de que los grupos de
clase media tendrían en su gobierno un acceso más amplio
a los cargos oficiales. ·
Este principio, que llevaba a los radicales a mediar entre lós;
intereses de la élite v los de las capas medias urbanas, fue el·
que confirió su carácter a la lucha política luego de 1916.
No es que el nuevo gobierno se lanzara deliberadam:nte a :
atacar los intereses económicos de la élite en forma directa:•,
como sus predecesores, el gobierno radical evaluó sus pro'-'}
píos éxitos en términos de su car~cidad para exp~ndir. y c~rt
solidar más bien que para modificar, la econom1a pnmano;
export~dora. Es difícil señalar algún cambio sustancia~ en lf
trama profunda de la sociedad argentina cuando Yngoyetl
dej6 el gobierno en 1922: el sector exportador seguía dó.;
minando la economía del país, los sistemas financiero, tribtf"
: tario, aduanero y el régimen de la tierra habían permanecid6
incólumes, y las conexiones con los ingleses continuaba.
siendo tan sólidas como en el pasado. Las realizaciones neC
del gobierno radical fueron en verdad muy. pocas, y si . ,,;
hubo, o bien complementaron lo hecho anteriormente o bien.
fueron meras maniobras que fácilmente podían revertirse. '-''
La ineptitud de los rad.Ícales para comprometerse en est~
110
·.· época Coi; .c~mbios más sustanciales derivaba de que por ser
• una ~oalic10n de terratenientes y de grupos de da' d'
. ~o vJ.culados a la industria, ellos mismos eran ben~fi:~i~~
mmie iatos de la e~onomía primario-exportadora como . ro-
. du~tores y consumidores: Apuntaban a fines redistriburivos ,
: mas. que estru.cturales, siendo su objetivo primordial demo- ,
' ?ratizar la s?ciedad de los estancieros racionalizando y ine-
{frando ·1 sistema de relaciones políticas y sociales que ha-
. ta surg~ o de e~la. Lo máximo que se atrevieron a hacer fue
, ~nr~duc1r cambios .secundarios en la pauta de distribución
...· e mgreso y u~a i:ueva relación entre el Estado y los sec-
. !tares. m,banos,. fmalidades que se desprenden claramente de
.. as s1gu1entes declaraciones del año 1920:
«[La,~onstitución social del país] no se alcanzará mientras
)os gooiernos 1:.º se compenetren de su esencial deber de pro-
.pulsd lls med10s para. que la justicia discierna sus beneficios
.~ to os os rangos sociales. [ . . .] La democracia no consiste )
rolo e~b.l~ garantía de la libertad política: entraña a la vez ~
&
ª. posi ihd~d ?e todos para poder alcanzar un mínimum de
;;.1enestar s1qmera».11a
«En cont~c~o asiduo y directo con el pueblo, con las activi-
ades ¡ostt1vas de la nación, el presidente Yrigoyen demó-
rat~d e verddad, logra lo que nunca pudieron obt~ner los
res1 entes e clase; la confianza y el amor de los c;..d
..anos».111 "" a~
stbldoble énfa~is ~1.1 el «bienestar» y el «contacto con el ¡·
e O» ~os esta. ~hc1endo que los radícales apuntaban a lo-
una mteg:ac1on política y una situación de armonía de
s, mant~ruendo la es.t~ucti:~a socioeconómica existente 1 1 '
o pdromov1endo la partic1pacion política institucionalizada j
~ra. e los marcos ?e la clase gobernante tradicional. Estos
}et1vos cor;npromet1er~n al gobierno con dos grupos claves:
~dase media ~e profes1~nales «dependientes», que ya antes
,,1916 se .ha~ia convertido en un elemento importante den-
del rad1cahs~o, y la clase obrera urbana. Los contactos
tu':º. el gobierno co.r; estos grupos modelaron su relación
n la elite 1'. con el capital extranjero. La cuádruple relación
.1í
u7 esto dio .lugar en definitiva pasó a ocupar el proscenio
tico argentmo hasta 1930.
.• )robl~ma central derivó de la tendencia del gobierno ra-
·. a a almearse en demasía con los grupos urbanos; cuando
1
,
gunda pr·esidencia, a fines de la década del veinte, los mi-
nistros se quejarían de que los hacía esperar días enteros
para recibirlos, mientras se ocupaba· de una cohorte de jó-
venes yiudas que venían a reclamar pensiones del gobierno.
Era rarísimo encontrar una fotografía suya anterior a 1916.
En ocasión de la muerte de su hermano en abril de ese año,
la prensa pudo tomarle algunas fotos que revelaban incon-
fundiblemente su gran estatura, aunque el rostro estaba de
propósito casi totalmente cubierto por el sombrero; se dice
que se oponía a que se le tomaran fotografías a causa de sus
principios kraussianos, que vedaban reproducir su. «alma»,
pero lo más probable es que se tratara de una pequeña tra-
ma urdida para explotar la curiosidad del pueblo. Cuando
de~cubrió la importancia electoral de los medios masivos de ..
comunicación, estas pequeñas peculiaridades prontamente :
desaparecieron: en 1919 su retrato apareció en carteles pe~
gados de uno a otro extremo del país. Un militante sindical
de esa época recordaba que durante un viaje que había reali-
zado a las plantaciones de yerba mate, en el norte de las pro-
vincias de Chaco y Misiones, con el fin de afiliar gente, sus
esfuerzos tuvieron escaso éxito debido a que los trabajadores
indígenas afirmaron que su corazón estaba únicamente con··
«el Padre de los Pobres», Hipólito Yrigoyen, cuya efigie
conservaban como un tesoro en medallones de quincalla que
les habían regalado los agentes radicales.
182
Algunas anécdotas y habladurías populares servirán para
ilustrar mejor el misterio y la adulación que rodeaban a Yri-
goyen. El siguiente relato, proveniente de la provincia de
Mendoza, fue puesto en circulación por un opositor en 1919;
se refiere a la relación del Presidente con el líder radical de ·
esa provincia, José Néstor Lencinas. Parecería que solían
propalarse versiones como esta, que fomentaban en zonas ·
de población semihispánica, como Mendoza, la visión de su
líder nacional y de su caprichosa política en estos términos.
anárquicamente apocalípticos:
«Hace más o menos tres años, cuando se iniciaba una disi~·
dencia con el señor Irigoyen, el doctor José Néstpr Lencinasr
actual gobernador de Mendoza, cuya amistad fraternal con el
presidente de la República es bien conocida y apreciada po ·
todo el país, ante mis protestas contra el mal gobernante m
hizo una revelación; me dijo ·textualmente: "Yo tambié ..
protestaba contra,Irigoyen, pero hace cuatro noches, cuando
me estaba quedando dormido, me habló al oído la voz de un
114
. alma muy que~ida: la de mi ~ermano Santiago, y esa voz,
en. la forma eterea del magnetismo, me dijo: 'El presidente
In~oyen no es Hipólito Irigoyen. Nuestro .naestro nuestro
a.migo, nuestr~ ~pós~ol, se encuentra actualmente ;n el par-
tido de Gualillm, cmdando una majada de ovejas. El 12 de
octubre d~ 191~ terminó su misión partidaria y patriótica.
· En ese mismo dia llegó de la India para reencarnarse en su
· ~nvoltura hum~na Joaquín Chrisnamurty, alias Alcione, un
. JOV~n d~ 28 anos, un verdadero pozo de ciencia, que en la
. U;iiversidad de Oxford, a los 14 años de edad escribió en 8
·dí~s un marav~lloso libro científico, en cuya ;edacción cual-
quier otro hubie;a ,necesitado 3.000 años; este Chrisnamurty
·• es el_.segu~,do D10~. Puede usted creerme", agregó el doctor
Lencma~;. cualquier cosa que haga desde la presidencia será
para felicidad de todos nosotr?s; El podrá destruir al país,
pero se~uramente lo reconstrmra meior. Es posible que las
generacione~ actuales no .le comprendan, pero cuando dentro
de,2.00.~ anos la ,humamdad estudie historia argentina, ten-
dra nocion verdadera de este milagroso mandatario"».183
; Estas ext~avagandas eran poco frecuentes, pero hasta en
Buenos Alres aparecían con cierta asiduidad en las reunio-
nes públicas, f.anáticos que gritaban frenéti~amente: <<'Yri-
goyeµ es un d10s!». Esta apelación puramente simbólic~ tal
vez. cumplió algún papel en la movilización de apoyo a los
radicales en las zonas más atrasadas del país pero en las ciu-
. dades el proselitis!11o se basaba por lo gen;ral en cosas más
concr.e,tas y materiales, como lo indica el siguiente ejemplo,
tambien dado a conocer por una persona hostil a los radicales
(aunque no debe tomárselo al pie de la letra) :
•. «E!a el señor Irigoyen un asiduo concurrente a la casa de
banas de la calle Suipacha El Palacio Arabe. [...] Todo
·e~ personal sub~lterno de la casa tenía una especie de adora-
:~1011 por ese cliente, que lo trataba con gran amabilidad fi-
;nez~ y cortesía, no olvid~ndose nunca de interesarse por 'sus
f.a~ihas, sus cosas y necesidades. Es unánime la opinión, entre
q~1e~es alguna ;rez h~blaron con él, de que sabía usar de su
?on iz:~ato de simpatia en las conversaciones, así como de la
~ugestion a la que pocos escapaban. .
}>Cuando fu.e presi~ente la primera vez, dejó de concurrir,
~ramente abs~rbido por la atención de sus tareas. [ ...]
arios de sus amigos continuaban concurriendo en su calidad
e clientes del establecimiento. Entre ellos se contaba el se-
@¡4JJLJ$.ii;;
líl est~ come~ó .ª poner en peligro la relación de la élite- con
ir cap;tal extran1e~o y 'los mercados de ultramar, desencadeír
ommosas expresiones de conflicto político. Las dos crisis f e·
dam~ntales q?e sufrió el gobierno radical, en 1919 y 19f
se;: vl?culan cU:ecta~ei:te ~ ,un proceso de esta índole. Al pr
pio tiempo, dicha mclinacion de los radicales hacia los sedt
res urb,:tnos motivó la supervivencia del conservadorismo'
estos· anos Y fue la causa de que el intento de la élite
d.elegar en aquellos la supervisión de sus intereses termina'
finalmente en el fracaso. ·ri.
Las técnicas del liderazgo popular
;A
Ha~, sin em~argo, un aspecto en el cual el advenimiento .,Ji
gob,i~rno radic~l marcó un cambio revolucionario en el estilo
polltl~o argentino. La atmósfera cerrada y formal de la oli;
garqma fue muy pronto barrida por una oleada de eufori~
popular. Cuar:do Yri~oyen prestó su juramento, el carruaj~
r
que lo condu~ia fue tirado a lo largo de las calles por adictos
suyos proveruentes de los comités de la capital.178 Por su
: empleo1
de métodos. no:redosos de conducción y su dominio
so~re una masa p~rttdana co:i ra1:1Jficaciones en todo el país¡:
Yngoyen se hallo en una s1tuac10n muy diferente que sus·
• antecesores. Ya con Roca, Juárez Celman y Figueroa Alcort'a~
-y .en el pasado con Rosas- se había esbozado una ten-'
I
!) denct~ a la personalización de las cuestiones políticas pe.ro..
el estilo de Yri~o~~n confirió a este elemento una p~siciórÍ
.cen~ral. Se conv:1rt10 en convencionalismo aceptado que io~·.:
radicales prelu~t~ran todas ,sus declaraciones y acciones con
extensos panegmcos ~.~u hder. Asimismo, los ataques más.
mordaces de .la oposicion estaban reservados al .presidente
En ~uenos Aires había un periódico, La Mañana (conocido·~:
partir de 1919 como La Fronda) que se dedicaba exclusiva{
mente a comentar los errores y defectos de «El Peludo» ccV
mo todo el mundo llamaba ya a Yrigoyen: ' ::
«El ~eñor Irigoyen ~79
es un simple boss, hábil y sagaz en la~·
m~ruobras del comité. ¡Orador, escritor y pensador! [No es'
n:,as que] ~.ma .leyenda de mistific~ción que después de 3Q
?nos de .misterio estalla en ~l gobierno como exponente dé
ignorancia, de regresión y de caudillaje».180
112
·mismo tiempo, la personalidad de Yrigoyen siempre cau-
gran fascinación. A pesar del desagrado que les producían
métodos y de la envidia que tenían a su sagacidad polí-
_, muchos opositores dejaban traslucir una actitud que no
de mera incredulidad por la manera en que el nuevo pre-
_,t)nte se defendía y manejaba. Un líder de ·1a oposición
. servadora, Rodolfo Moreno, declaró en 1918:
·.n hombre que no podía salir al debate público como con-
cuencia de su incapacidad y que necesitaba, para acrecentar
~:u prestigio, rodearse de misterio y esconderse rehuyendo el
~pálisis. He ahí que la fantasía popular hizo un estadista de
· ien jamás pronunciara un discurso, escribiera un libro,
,P:azara un programa, tuviera un título universitario, hiciera
.Yida social [ ... ] poseyera, en fin, alguna de las cualidades
qiie destacan en la vida democrática, que es de discusión y de
Jfüre examen».181
~};·:
Yrigoyen era, en verdad, un elemento extraño y novedoso en
la política argentina. Aun después de ocupar la primera ma-
•gistratura se negó a pronunciar discursos públicos; durante
fo mandato se abandonó la costumbre de que el presidenté
He la República dirigiera personalmente su mensaje al Con-
greso al iniciarse el período de sesiones legislativas, para gran
·•disgusto de los elementos formalistas de la oposición conser-
Y.adora. En lugar de ello, Yrigoyen redactaba un preámbulo
al mensaje, lleno de divagaciones en su mayoría ininteligibles
para los políticos corrientes (esto era a menudo intencional),
y que el vicepresidente o algún otro delegado suyo leería an-
. te el Congreso. Parecía dedicar la mayor parte de su tiempo
a confabulaciones con sus colaboradores del partido, las cua-
'· les no tenían lugar en el palacio de gobierno (la «Casa Ro-
::'sada») sino en su vieja y modesta casa cerca de Plaza Cons-
• füución. Sus presentaciones en público seguían siendo muy
limitadas; casi las únicas oportunidades en que se podía ver-
lo era cuando concurría al funeral de algún personaje parti-
dario en apariencia secundario. Los partidos opositores lla-
maban a esto su necrofilia, aunque puede explicarselo por el
·alto valor que asignaba Yrigoyen a la lealtad para con sus
, amistades políticas y· por el énfasis que ponía en las relacio-
,_.nes personales en su conducción del partido.
: También era muy conocida su intensa vida sexual. Aunque
· nunca contrajo matrimonio, dejó por lo menos una 'docena
. de hijos, que tuvo con sucesivas «señoras». Durante su se-
ñor Crovetto, que fue gobernador de la provincia de Buen
Aires y presidente del Banco Hipotecario Nacional. ;
»Trabajaba como pedicuro en la casa un hombre joven ape
llidado Guarino, quien no era el menos expresivo en sus roa;¡
nifestaciones de adhesión al personaje. En circunstancias eni
que atendía al Sr. Crovetto, se lamentó de su inasisten1)
cia. . . "Y precisamente ahora que lo necesito", agregó, ·~yÍ
con seguridad me hubiera atendido en el pedido que desea
hacerle". "Si es algo que yo pueda trasmitirle ...", se ofreciq[
cortésmente el cliente. Guarino, animado con eso, se atrevió
a explayarse. Una hermana suya se había recibido de maes~1.
tra normal, y hacía meses que ambulaba inútilmente en su~
gestiones para conseguir una suplencia que le diera títulos;
para poder después aspirar a un cargo de estabilidad. . . l.
»Dos días después de esto, llegó con apuro a la casa de baños¡
el influyente personaje y dirigiéndose a Guarino le dijo: "Sá'¡
quese inmediatamente el delantal, póngase el saco y el som-;
brero y véngase conmigo" ... Un instante después, Guarinof
que no sabía lo que pasaba, iba repantigado en el asiento del·
lujoso automóvil ocupando la diestra .de su protector, rumbo·
a la Casa de Gobierno. '
»Llegados a ella, se dirigieron a la presidencia, y entraron.
por una puerta especial sin tener que pasar por la "amansa'';
dora", bullente en ese momento, como siempre, de postulan1
tes, funcionarios y legisladores que a veces tenían que esperar
meses para ser recibidos. El presidente los aguardaba y al
verlos entrar se dirigió rápidamente hacia Guarino y estre"·••
chándolo en un abrazo, le daba palmaditas al mismo tiempo
que ]e decía, "Mi querido amigo, no sabe cuánto gusto me
da verlo por acá.. Y sobre todo sabiendo por lo que me há
dicho Crovetto que me necesita y que puedo atenderlo en,
el pedido que viene a formularme". ,;
»Mientras tanto el otro. embargado por la emoción que le.·
causaba tal recibimiento nada menos que del excelentísimó;
señor presidente de la República, lloraba como una Magda, ·
l1~na y no atinaba a pronunciar palabra alguna. Cuando logró..
calmarse algo y balbuciente aún, pudo dar detalles de lo qu{
quería. Al llamado del primer magistrado acudió un secreta';.
río de Educación. Fue sacado este .de la "amansadora" en la.
que había recibido la indicación de permanecer hasta que se ;
le necesitara. Una vez en presencia de su jefe, este le presentó:
a su "gran amigo Guarino" en términos encomiásticos, ala:
bando su fidelidad y sus condiciones. En seguida le ordenó;
"Vuelva a su despacho y acompáñese con este señm, a quien
116
le, entregará el nombramiento de directora de la escuela
N'!. . . para su señorita hermana, fulana de tal".
>>.'La cabeza le daba vueltas al protagonista. Se creía soñando
'pn un cuento de Las mil y una noches. Y más cuando al
despedirlo, su poderoso amigo agregó: "Mándem~ con Cro-
;vetto una lista de parientes que necesitan empleo, y los datos
'gue les correspondan".
»No fue lerdo el susodicho en el envío que se le había en-
ggmendado, y desde entonces él y su beneficiada parentela,
!pdividual y colectivamente, aumentaron el número de los
f!Ue, como decía antes, gustosos se harían matar en defensa
qe su ídolo».184
Í~te nuevo estilo de política popular ib~ acompañado de
µna participación mucho mayor de los grupos urbanos, que
a,ntes habían sido relegados a un papel indirecto o sólo oca-
.sional. Los radicales veían en ello el síntoma de un nuevo ·
'espíritu democrático; la oposición, en cambio, incluidos los
· socialistas, solían describirlo como «el gobierno de la plebe»,
.··.·y aludían a los adeptos de los comités radicales como «la
.: chusma», afirmando que sus rasgos distintivos eran una ve-
nalidad totalmente fuera de lo común y .un insaciable afán
··de corrupción.
· Sea como fuere. ·la presencia de estos grupos contribuyó a
acelerar la lenta trasformación que venía produciéndose en
ios partidos políticos desde la década del noventa. En todos
··· los planos de la política, introdujo nuevas pautas y estilos de
eontacto entre los políticos y el electorado. Si se exceptúan
algunas zonas remotas del interior del país, que vivían en
una economía de subsistencia, en todo el resto la actividad
dectoral dejó de ser cuestión de simple soborno y evolucio-
ñó hasta cep.vertirse en un problema de organización. de roa- (
·sas; una revolución paralela tuvo lugar en el arte de la pro-
..J¡aganda política, y surgió un nuevo estilo de periodismo po-
, ·puiat. Por último, como reflejo de la gama mucho más am-
1plia de demandas articuladas dentro del sistema político, el
· <proceso de toma de decisiones y la amplitud de las activida-
cdes oficiales comenzaron a adquirir nuevas y más complejas
·dimensiones.
El radicalismo siguió siendo un conglomerado híbrido; las
'disparidades regionales y de clase que llevaba en su seno y
·'que no había logrado eliminar le impidieron.cobrar la forma
/R<ergáriica» a que habían aspirado los reformadores de .1912.
•. En muchos aspectos continuó siendo el heredero de los par-
' tidos «personalistas» del pasado y comp~rtiendo :n~cha~ de ,
1 las características .autoritarias de los gobiernos oligarqwcos;
1 El medio heterogéneo en que le to.có ací?ar y las deman- ,
· das conflictivas a que estaba sometido de¡aban una perdu- .·
rabie impresión de improvisación y confusión. En 191~ ?!1º
de los principales periódicos conservadores de oposic1on,
La Nación, declaraba:
«El Partido Radical carece de representaciones concretas en ;
materia de gobierno; no podría definir sus. o?jetivos en un •·
plan de acción preciso e integrado en sus dist.mt~s aspectos; ·
sus ideales constituyen una nebulosa, sus aspiraciones se re~ ,
velan según la vaguedad de virtudes ilimitadas. Su fori;na- •.
ción,. por fin, es un impulso torrentoso de recuerdos _oposito- '
res y empeños revolucionarios, esencialmente negauyos ~r
su propio enunciado. La única cosa ~Xistente ~ue tl~ne di-.•
mensianes [ ... ] es la persona de su Jefe, el senor Ir1goyen,
, d f . d t 185 .
exclusivo punto e re erencta pasa o y presen e».
La economía argentina durante
la Primera Guerra Mundial
Antes de comenzar a analizar con más detalle la relación d~J
gobierno con los grupo~ urbanos, e,s i:nportante ?asar hrev:~
revista a los acontec1m1entos econom1cos de la epoca de ll!
guerra y de la posguerra inmedi~ta. . , ~"
Cuando Yrigoyen subió a la pres1den~ia en 19~?' el pat~ e~tl!r
ha viviendo las agonías de una sena depres1on econom1
iniciada en 1913 con la sq~ita inter_!!12tl<?.~ de las inversion
extranjeras,~_~a!_~e..-~!?-I~fa_b_á',·a su vt;_z, a la s_.'i;1;1s ma
cferaiue:~a!rav~-~.'.1.§~_;§~~-~E~1 dese,n~-~9~!-!~ªª-E9.~ }ª- ~rra ~
' los~Bakanes~156 Ese mismo -año la cosec!IBJ!.acaso sm1
'yo~volumen deICómetcio exterior. El !'!Stallido d_e la g1;1er;
 eñ agosto-der9T4 profüñdíz6 la d~~resión; las mvers_1on_
' extranjeras cesaron por completo, ba¡o el valor de las uerr
y se produjo una seria escasez de capacidad de embarque.
balanza de pagos solo pudo mantenerse e9-uilibrada merce
··• una cuantiosa reducción de las importac10nes. Esta falta:·
bienes importados persistió durante toda la conflagración
el pi;:ríodo de posguerra, en tanto y en cuanto Gran Breta.
y otros países europeos dedicaban sus recursos a la produ,
118
ción bélica. Solo después de 12!Z..n1Lci.Q.Le.QJPetatla.Arg~r1_ti::
~n~~f*f1;~~1%a~i/Jf-l~?f!~~;~:=hraaT:ntªr· x~-~km@d.a..ds;
Demañera qüe;é'n'"d::Oplanci.ecoñómico, Ja época de Ja guerra
y la posguerra se dividió en dos etapas principales: la prime-
ra, qi;e se extiende de 112,13 a 1917, fue un eríodo .s!t..dt-:._
Pft,SlOll; I~~!:f5LI_nd~,__<:DJte...l~.1§..x_~L~52,WlC::-~~..!kpxe.­
S10n de posguerra en 19~.!_,_i;in período de au~ori,gIDJ!.do
fiiñdamentalmente en la crec1entectemanda externa de ex-
portaciones argentinas. En -erprimer--p~dOhubo coñsid~
r'atíle desempleo, el cual afectó sobre todo a la clase obrera
. urbana en las esferas vinculadas al sector exportador. E.&19.
· se ,re~leif
7~n
0~~ aba~do~o_Atl.,]?_<:!Ís,_e.!,'.,t~_)Jl'.Ly 19J§_,__9.~~
. mas e . ex lf!.m.!grantes.
-EI efecto princip;i'l'de l'.1. guerra~ más marcado en .~J _segyp-
.?º-~~~ocio, fo~aa JñfJª-fiQiCEí'áuiñeñiü de pre~ios
mc1 10 tanto en los artículos importados como en los na-
cionales. A medida que la guerra elevaba velozmente los cos-
tos de producción en Europa y se producía un súbito incre-
-~ento de I?s fletes .internacionales, se elevó también el pre-
1c10 de las 1mportac10nes; en 1918 el volumen de importa-
ciones había disminuido a la mitad del que se alcanzó en
1910, en tanto que los precios se incrementaron un 300 %
en ese lapso.187
Los precios de los bienes internos se vieron Í
;afectados por los de las materias primas importadas; entre
)os artículos primarios importados el que más sufrió este
aumento fue el carbón. En 1913 se importaron más de 4 mi-
llones de toneladas, cifra que se había reducido en 1916 a
poco más de 700.000 toneladas. Luego de 1917 se ~era_- r
..ron nuevas presiones inflacionarias a causa del aumento .de '
:1nem~-~ª::¡ __extérña~-Cie~J?i:oduci:os--á-grÓpecuarfos;- c~~¿ -Ja
oferta]2ermaneda relativamente ·iñe1ási:ka · clfrha· élemand~
JüVcíCr_ide~te.grav1tad6ñ"én.. 1Üs pr~d~;-~~i~s .c~nsumtdores
~1~: §1~
0_e1~E<!2!8- l:{~§§ii subido un_?z_~-,~~~-r~-~P.~S!9 a
·el-~~-ádr~·-.z5·e sintetiza esta evolución empleando núme-
índices y tomando como base el año 1914. Se puede
,eciar el aumento de las exportaciones luego de 1914 (sal-
•en 1917, cuando fracasó la cosecha) y la paralela dismi-
'dón de las importaciones, hasta el auge de posguerra en
20. También se pone de manifiesto la forma en que se
e'.varon los precios, sobre todo los de los bienes importados:
:par que el volumen de importaciones se redujo, su valor
. tal aumentó considerablemente.
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  • 1. El radicalismo argentino 1890-1930 David Rock Amorrortu editores C?4f_3 - 5 - 7 - IO // y 12
  • 2. En 1916 -se celebraron por primera vez elecciones presiden- ciales regidas por la nueva ley. El resultado final fue la vic- toria de los radicales. Los viejos partidos conservadores que- daron con menos cargos nacionales y provinciales de los que ocupaban antes, viéndose obligados a ejercer a través, del Parlamento, y en particular del Senado --donde el penod? de duración en el cargo era de nueve años, lo cual les permi- tió conservar la mayoría que habían obtenido antes de 1912-, la autoridad directa que retuvieron. Pero si bien la élite se había visto forzada a ceder en su do- minio directo del Estado, la Ley Sáenz Peña no había. hecho nada por afectar la distribución del pod~r económico. Y esto era fundamentalmente el «conserv~dor1smo»: represen- taba al estanciero, al poder financiero y comercial de Bue- nos Aires al vínculo con los mercados europeos y con el · surriinistrd de bienes de capital británicos; significaba una actitud explotadora y represiva frente a la clase obrera. Aho- ra el hecho de que las ·reformas brindaran o no una solución permanente dependía del grad.o en que la élite se mostrara dispuesta a hacer otras conces10nes. Tanto p~a la clase me- dia como para la clase obrera, un mero cambio de la estruc- tura institucional no era suficiente: querían que estos cam- bios sirvieran de base a un sistema de distribución de la riqueza más equitativo. 52 3. El ascenso del radicalismo, 1891-1916 La Unión Cívica Radical desempeñó un papel decisivo en la presión ejercida sobre la élite conservadora para que pro- mulgase las medidas de reforma. Cuatro años más tarde, mando obtuvo la presidencia, una nueva era se inició en la política argentina. El radicalismo fue la primera fuerza po- lítica nacional importante en la Argentina, y uno de los pri- meros movimientos populistas latinoamericanos.65 Su im- portancia derivaba esencialmente de su rol de agente de integración política, guiado por los amplios objetivos esta- blecidos por los reformadores de 1912. No obstante, tenien- do en cuenta su posterior vinculación con la clase media ur- bana, interesa recordar que el partido tuvo sus orígenes, en Ja década de 189,0, en una minoría escindida de la élite; sólo después de iniciado el nuevo siglo desarrolló sus rasgos po- pulistas, al convertirse en un movimiento de coalición entre "ese sector de la élite e importantes sectores de las clases me- ;dias. En los 25 años trascurridos entre 1891 y 1916 pueden ·.· ,~eñalarse cuatro etapas fundamentf!Íes en la evolución dei ,partido;_ 1891-96, 1896-05, 1905-12 y 1912-16. Su trayec- 'toria a lo largo de estos períodos puede contemplarse desde ,distintas perspectivas: la composición del partido y el grado · pe apoyo popular que obtuvo, y, secundariamente, sus ca- }acterísticas organizativas y conexiones regionales. ;Los orígenes del radicalismo ;Hasta 1896 el partido fue conducido por Leandro N. Alem; . i~ste·período coincidió con una sucesión de tentativas de re- )bdión para derrocar al gobierno. Los orígenes del partido se )enct:Ientran en la depresión económica y la oposición política Í~iJuárez Celman del año 1890. En 1889 había surgido un {gtupo organizado de oposición a este último en Buenos Aires, iton el nombre de Unión Cívica de la Juventud; al año si-
  • 3. guiente, al ampliar su base de apoyo, este grupo pasó a Estos no perten~~ían a la clase media urbana sino que eran denominarse simplemente Unión Cívica (UC). En julio de ~n su mayor.fa hi1os de familias patricias, cuya carrera políti- 1890 la UC preparó una revuelta contra el presidente en la e~ Y de .gobie,rno había sido puesta en peligro por el súbito ciudad capital, que si bien no consiguió apoderarse del go- lto hacia. ~ordoba de Juárez Celman en la concesión de bierno, obligó a aquel a dimitir. En 1891, con motivo de favores oflClales. las relaciones que debían mantenerse con el nuevo gobierno Un segundo grupo integrante de la coalición estaba formado de Carlos Pellegrini, la UC se dividió y así surgió la Unión por varias facciones dirigidas por diferentes caudillos y que Cívica Radical (UCR) de Alem,. 9uien en los cinco años si- ontrolaban la v~da. política en la ~apita! Federal y en gran guientes, hasta su muerte, trato mfructuosamente de alean- .arte de la provJ.ncia de Buenos Aires. Algunas de estas fac- zar el poder por la vía revolucionaria. El fracaso tanto de la tones tamb~é-? se habían enfrentado a Roca, pero, nuevamen- UC como de los radicales estuvo determinado por el hecho e, su pres~ig10 derivaba de su oposición a Juárez Celman. de que al renunciar Juárez Celman, la facción del PAN ';lu; :. mo los ~ltuló. u.n. comenta~ista contemporáneo, eran «polí- respondía a Roca, y que contaba con el apoyo de Pellegnm, tcos en dispomb1hdad» umdos por el rasgo común de no amplió su base política y se ganó la simpatía de la mayoría ener cargos oficiales.67 ·Cabe distinguir entre ellos dos sub- de la élite. Los partidos opositores no estaban en condicio· tupas; uno, conducido por el general Bartolomé Mitre re- nes de contn1rrestar esto apelando al apoyo popull:lr. re~entaba a los principales exportadores y comerciante~ de Se ha dicho con frecuencia que la revuelta de la UC en ela ciudad de Buenos Aires; el otro era liderado por Leandro noventa fue la primera revolución popular de la historia ar · Alem,. Y contaba con el apoyo de cierto número de ha- gentina, pero pintar las cosas de este modo puede ser enga endados, aunque el propio Alem era un caudillo urbano cu- ñoso. Aunque los rebeldes estaban organizados en una mi a reputación políti~a provenía de su habilidad para organi- licia civil, su fuerza real derivaba del apoyo que tenían po ¡¡r ,ªlos votantes criollos en las elecciones.68 En tercer lugar, parte del ejército; el fracaso de la rebelión de julio de 189 .ab1a algunos grup.os ·clericales enfrentados con Juárez Cel- se debió a que a último momento el general Manuel Campos .a~ a causa de ciertas disposiciones anticlericales que se comandante de los rebeldes, se echó atrás. Asimismo, el ori abian adoptado recientemente, la principal de las cuales era gen de la UC, de la que saldría el radicalismo un año des Ley ,2393 de Matrimonio Civil. Finalmente, la UC conta- pués, no debe buscarse tanto en la movilización de sectote a con. algunos adherentes entre los «sectores populares» de populares cuanto en los aludidos sectores de la élite, cuy . Capital, sobre todo pequeños comerciantes y dueños de papel puede rastrearse en el resentimiento que alentaba )lere~ artesanales. ~ero la presencia de este último grupo no contra Juárez Celman distintas facciones de la provincia d. pedrn gue el movimiento estuviese firmemente controlado Buenos Aires debido a su exclusión de los car~os públicos,- orlos elemento~ patricios, a quienes los católicos y los gru- del acceso al patronazgo estatal. Este denommador comu os de das~ media les estaban subordinados: «Nuestro parti- de estar excluidos de los beneficios del poder y de canta·~ h_a surg1?0 por un movimiento espontáneo de la opinión con antecedentes patricios es evidente en muchos de los maniubhca,, temendo por vanguardia a la juventud y por cabeza fiestas de la UC: «La Unión Cívica es la condensación [ ... las mas altas y honorables personalidades del país».69 de todas las fuerzas vivas del país que no están absorbida sto se reflejó. también en la posición de la UC en materia por el oficialismo».66 , onómica. Aunque intentó capitalizar políticamente los efec- La UC era, pues, expresión de la imposibilidad de Juáre s de la depresión y la crisis financiera de los sectores urba- Celman de instituir una relación estable entre los sectore s, lo que más la inquietaba era la forma en que la depresión politizados de la élite. Algunos de estos grupos se había bía puesto de manifiesto las prácticas monopólicas de Juá- ~puesto también a Roca en su primer gobierno, pero ~b z Celman en la distribución de los créditos agropecuarios.10 vieron la mayor parte del sostén con que contaban gracias n :sta ·postura no había traza alguna de nacionalismo eco- su enfrentamiento con Juárez Celman. El núcleo princip 'mico; su única propuesta concreta de recuperación finan- de la coalición estaba integrado por jóvenes universítario :r~ 7ra la ~egociación de una deuda salvadora, con la casa los creadores de la Unión Cívica de la Juventud de 188 1tamca Barmg Brothers. Analizando la distribución. de car- 54
  • 4. 'g~~~.en :el ~dbie~~o prc:>Visl.onal que, según se planeaba, asu~ .niiría el poderJuego.delirebelión de julio, uno de los líderes dé'Ia UC,.Arist6büfo del Valle, declaró: «Mi 'opinión era. que debíamos confiar el gobierno proviso- rio al Dr. Vicente F. López, porque [ ...] confiaba en que - su competencia y sus buenas amistades con los señores Bar- ing Brothe:rs nos ayudarían a salvar al país de la bancarrota, mientras el gobierno se reorganizaba constítucfonalmente; se- gundo, porque pensaba que era conveniente ofrecer a los ele- mentos conservadores de la República la garantía de la edad, respetabilidad nacional y aun de la tradición histórica ...». 71 Sin embargo, lo novedoso de la UC radicaba en su tentativa de movilizar en su favor a la población urbana. Acusó al go; bierno de emitir papel moneda en forma clandestina y co- menzó a bregar por la adopción del gobierno representativo contra la «dictadura» de Juárez Celman. La campaña no tuvo un éxito muy descollante; el apoyo popular con que contaba la UC era -en extremo incierto y no logró establecer una base institucional. Aunque cuando la depresión estuvo .· en su ap0geo mucho público asistía a sus asambleas, y en el momento en que Juárez Celman dimitió hubo un estallido de júbilo, en el alzamie,nto de julio de 1890 la combatividad popular fue escasa. La decepción con respecto al gobierno parecía una· expresión efímera de la crisis' económica más que una demanda autónoma en pro de los cambios institucio- nales que la UC prometía. Como dijo Francisco Barroetave- ña, uno de los jóvenes dirigentes del movimiento, el pueblo le dio su apoyo «_menos para defender sus derechos que pa- _ ra conservar sus propiedades».72 El ímpetu con que los gru- pos patridos procuraron crear una coalición popular se es- · trelló contra la tibia respuesta de los habitantes de la urbe. Al~m· trató de conquistar apoyo para la coalición fuera de •. Buenos Aires, pero todo lo que pudieron organizar allí los ' revolucionarios de julio fueron pequeñas manifestaciones ca- llejeras, quedando limitados exclusivamente a la Capital y sus inmediaciones. Su plan era apoderarse del gobierno cen~. tral primero y luego de las provincias. · · ·. Siendo tan· débil el desafío planteado por la UC, la revuelta de julio fracasó, y en vez de producirse grandes cambios que~ dó abierto el-camino ¡Jara qué la solución viniera por vía de un simple 'ajuste de la distribución del poder dentro de la: élite. Luego de lá caída de Juárez Celman, el nuevo presidenc 56 ·.· te,, ~ellegrini, se agenció la b:iena voluntad de los grupos m~s mfluyentes de la UC mediante el simple expediente de asignar de otra manera los cargos públicos. Mitre, por ejem- . plo, qu.e~ó muy ,satisfe:?o c?~ una solución de esta especie. ·)?ellegnru adopto tambien rap1das medidas en el' frente eco- 1~ómico, que eliminaron en forma efectiva el descontento popular. Estos éxitos eran un reflejo de la permanencia del .estilo elitista y negociador de la política tradicional. En 1891 el proceso de reorganización interna de la élite es- Jaba virtualmente concluido. Todas las facciones con real .·pr~c;Ucamento habían sido atraídas por el gobierno, que solo ¡deio, fuera a ~os grupos carentes de poder. Fue en este mo- . n:ento que ':710 la luz la UCR: Alero y sus .partidarios se ,vieron excluidos del plan de Pellegrini y por consiguiente Jorzados a continuar su búsqueda de sustento popular y de µna base de masas. Ale111 denunció los acuerdos entre Pelle- grini y Mitre, se retiró de la UC y se proclamó defensor de Ja democracia «radical>~. .El i;iueyo partido se. ~allaba integrado básicamente por grupos ;escmdídos del patr1Clado y que por una u otra razón estaban ·'-~_esc~lifi~ados, a .c~usa de sus vínculos anteriores, para unirse ª. ~itre, J?ellegrm1 o ~oca. En términos regionales o de po- .,s1c1on social, poco hab1a en ellos que los diferenciase de sus rivales. A lo sumo, daban la impresión de ser <<nuevos ricos» · ;Y de tener sus posesiones a mayor distancia del puerto de . iBuenos Aires.73 En 1895, refiriéndose a la rama del partido · que actuaba en la provincia de Buenos Aires, alguien dijo ,que estaba compuesta de «... jóvenes animosos y hombres .de fortuna de nuestra aristocracia histórica».74 En. los cinco años siguientes Alero se afanó en vano por con- :qmstar apoyo popular y obtener los medíos de organizar una rebelión que pudiera triunfar; pero el descontento del pueblo continuó diluyéndose, y sus intentos de ganarse a los grupos ,c:le hacendados fuera de Buenos Aires terminaron en un vir- ').u~l fracaso. La oligarquía se las ingenió para permanecer rumda. En 1891 y 1893 los radicales organizaron revueltas en . )as provincias, ~er? todas ellas sucumbieron prontamente; ;:~olo en la provmcia de Santa Fe obtuvieron, en 1893 un /,:?~º"º notorio de los grupos de clase media. En esta oportu- .ntdad, a un levantamiento de los adictos a Alero en la dudad _ge Santa Fe le siguió una marcha hacia dicha ciudad de los :ifOlonos de las zonas de Humboldt y Esperanza. Más ade- í;J.~pte esa misma zona sería la espina dorsal del poder radical .eh la provincia, y durante mucho tiempo fue la única región j
  • 5. del país en·que los radicales lograron verdaderamente pe- . netrar más allá de los hacendados de clase alta.75 · De manera que pese a todos los esfuerzos de Alero, los re~ . manentes de adhesión popular que los radicales habían he- redado de la UC se diluyeron, y hacia 1896 no eran· nias que un grupo minúsculo en el extremo del espectro polític~; Resumamos sus falencias a lo largo de este período: · í · Primero, resulta claro que a la sazón los grupos de clase me~ día solo eran motivados políticamente durante épocas de crisis económica extrema como la de 1890. La recuperación de años posteriores disipó la inquietud popular0 y permitio, que la oligarquía se restaurase sobre la base de acuerdos ~ri­ tre las facciones «personalistas». El apoyo urbano obterudo por Alem provino fundamentalmente de los antiguos gru- pos criollos más que de la nueva clase media formada por los inmigrantes y sus descendientes. . Segundo, la imagen nacional y revolucionaria que los radica- les trataron de presentar se vio afectada por su participa~ ción en disputas menudas en torno a subsidios, concepciones y prebendas entre las distintas facciones terratenientes pró~ vinciales. Esto originó una división entre los grupos que de- seaban honestamente superar la tradición del «personalismo» y del favoritismo oficial, y aquellos que habían hecho de este sistema una cuestión de vida o muerte. En tal sentido, fa. ruptura más significativa tuvo lugar con la fundación del Partido Socialista por Juan B. Justo en 1894.76 Los radica~. les querían eludir el estigma de «personalismo», pero nunca lo lograron plenamente. A despecho de su pronunciamient9 en favor de la democracia representativa, el radicalismo si- guió siendo en muchos aspectos un partido tradicional que procuraba apoderarse del Estado para recompensar a sus adictos. Tercero, la pérdida de apoyo entre los grupos terratenientes no terminó con la división de la UC en 1891; algunos sec- tores del propio partido radical fueron también ganados par~. su causa oor los sucesivos gobiernos nacionales mediante li- mosnas estratégicamente planeadas dentro de su sistema de patronazgo. La lección que impartiera la caída de Juárez Cel- man había sido muy bien aprendida; la oligarquía gobernan- te incrementó su estabílídad eliminando a sus oponentes ra- dicales por medio del ofrecimiento de puestos públicos. La misma técnica de cooptación fue empleada con los grup0 universitarios. 58 Finalmente, el partido perdió p~~erÍb a causa de las disputas intestinas entre Alem y otros dingentes. Esto ya se puso en . evidencia en 1893, cuando el alzamiento nacional planead? por Alem no pudo ma.terializa~se debido a la fal~a ~e ~oord1- . nación en~re algunos ¡efes radicales. de las provmc1~s' en l_a · de Bueno~ Aires, Alem debió hacer frente a su prop10 sobn- . no, Hip6~to Yrigoyen, cuyas intrigas para imponer su v~­ '· luntad fueron en parte las responsables de que Alero se sm- cidara en, 1896. Durante casi todo el período que se extendió entre la muerte de Alem y 1905, ef radicalismo perdió posici~mes.77 Hasta 1900, los sucesos más destacados fueron, en primer lugar, el surgimiento de Yrigoyen como sucesor de Aleo: y, en s~gun­ do lugar, el hecho de que el eje central del partido volv:er~ ~ situarse en la provincia de Buenos Aires. Esto tuvo s1grnf1- cación porque cuando el partido .comenzó fi~almente a _ex- pándirse, el grupo de Buenos Ai~es, conducido por Yngo- yen, lo mantuvo bajo su control, mco;:po~~ndo i:oco a poco a ·1as filiales provinciales en una orgamzacion nac10nal.. En 1901, al abandonar Pellegrini la cartera del Intenor, la oligarquía sufrió una nuev~ escisió1~i;_ a ~~rtir de ese momei:- to hubo indicios de la creciente pohtizacion de la clase media urbana, y en tal coyuntura el radicalismo emergió otra vez á la superficie. Junto con la inquietud despertada en 1901 por el proyecto de Pellegrini de ofrecer las recaudaciones aduan~ras como ;garantía subsidiaria a l?s bancos ~urop.eos, aparecieron nue- vos signos de turbulencia en las un~ver?1dades, dond~ se efec- tuaron una serie de huelgas estudiantiles. En· la decada ?~I noventa los estudiantes rebeldes pertenecían a la clase dm- gente,criolla; diez.a_ños m~s t~rde; buena parte de ellos pro- venían de las familias de mmigrantes urbanos. La luch_a no "iraba en este caso en torno a las relaciones entre el gobierno ; la élite terrateniente bonaerense, sino en torno al acceso a las profesiones urbanas. . . Las huelgas se· declararon después de qu.e l.o; conse¡os .duec- tivos universitarios, que estaban constitu10os por cnoll?s, resolvieron restringir el ingreso de lo? descend1en:es de m- migrantes.78 El resultado fue una sene de campanas por la 59
  • 6. democratización de la estructura universitaria y de los pla- nes.-de estuQio. En los..años· siguientes los estudiantes (en especiaLlos:de: Buenos Aires) pasaron a constituir un impor- tante .grupo de presión urbano en favor de la adopción del sistema de gobierno representativo, con el fin de provocar cambios en las. universidades. Con estas señales más propicias, Yrigoyen comenzó, alrede- . dor de 1903, a planear otra revuelta. Revitalizó sus contac- tos con las provincias y retomó la fundación de clubes par- tidarios en la ciudad y la provincia de Buenos Aires y en Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Rfos. Sin embargo, el disconformismo se limitaba todavía a ciertos grupos restrin- gidos; amén de los estudiantes, el único ámbito importante de inquietudes antes de 1905 se hallaba entre los jóvenes oficiales del ejército, quienes también estaban empeñados en una lucha contra la élite criolla para acceder a posiciones de mayor rango. Yrigoyen se dio a la tarea de organizar un golpe militar. Logró considerable apoyo estudiantil, y, significati- vamente, planeó poner en la vanguardia del movimiento a un grupo de oficiales jóvenes. Sin embargo, el intento de coup d'état, que se concretó en febrero de 1905, representó un fiasco todavía mayor que los precedentes, poniendo de manifiesto que si bien los radi- cales habían conseguido cierto apoyo militar, los altos man- dos del ejército seguían adhiriendo al gobierno conservador. Tampoco consiguió la asonada encender una. chispa de reac- ción en la población capitalina. Desde el punto de vista tác- tico estuvo mal concebida, y el gobierno no encontró ·nin- guna dificultad para aniquilarla y capturar a la mayor parte de sus jefes.79 Pero si bien el golpe falló, tuvo vitales efectos a largo plazo. Sirvió para recordarle a la oligarquía que el rad~calismo no : estaba muerto ni mucho menos: de ahí en adelante todos los; gobiernos que se sucedieron se vieron as.altados constante- m~te por el temor de que los radicales entraran en intrigas dandestinas para derrocarlos. El otro efecto positivo es que '. permitió que el radicalismo se diera a conocer a una nueva · generación para la cual los acontecimientos de la década del • noventa se perdían en el borroso pasado. A partir de una ig- nominiosa y total derrota comenzó el proceso que culmina- ·• ría con la victoria de Yrigoyen en las elecciones presiden- ' ciales de 1916. 60 Desarrollo de la organización y la ideología partidarias Entre el golpe abortado de 1905 y la Ley Sáenz Peña de 1~12 los radicales avanzaron a grandes pasos en el recluta- n:ie~to del favor popular. Esta .vez sus organizaciones pro- vmciales y locales no desaparecieron, como había sucedido en las revuelt~s anteri~res, si?o.que comenzaron a expandir- se. En e.stos ano~ quedo constltUJdo un conjunto de dirigentes locales mtermedios, en su mayoría hijos de inmigrantes· el gruesa: ddos lí~eres de clase media del part:do, que tend;ían tant~ importancia después de 1916, se afiliaron entre 1906 Y1912. La mayor parte de ellos eran profesionales urbanos c~n título universitario. Asimismo, los actos oúblicos y ma- mfesta~iones d.el partido empezaron a contar ~on buena con- currencia. Hacia 1908 las organizaciones locales dejaron de llamar~e «clubes» y pasaron a ser conocidas como «comités». ~r~amzadas antes a la manera de células clandestinas, se con- virtieron luego en organismos de conducción en la tarea de la movilización popular. El crecimiento del ra~icalismo de comienzos del siglo xx _e?tuvo est~echam~nte ligado al p~oceso de estratificación so-~ cial que conce:-itro los grupos .dmgentes de alta jerarquía en ! l~s clases medias urbanas dedicadas a las actividades tercia- ¡· n.ª~·ªº Ad~más de los universitarios, se contaban entre los dm?entes ~nter:n~dios algunos hombres de negocios que no habrnn temdo exlto en su actividad. Esto nos habla de la creci;nte tendenci~ de la clase media urbana a procurarse a traves de la ,Pºl!t;c~ la riqu~za y posición social que cada v~z le era mas ~ificil conseguJr por otros medios.81 Por aña- didura, ~n esta ~¡;ioca el problema educativo había alcanzado proporciones criticas, en tanto y en cuanto las limitaciones .al desarroll~ in?ustríal engen?:aban re~uerzos culturales para ·· ,que las aspirac10nes de movilidad social se centraran en la J?nci~~ p~blica y las profesiones liberales. Refiriéndose a la :s1tu~c10n imperante en las escuelas primarias en 1909, el presidente Figueroa Alcorta señaló: . «.~s un. hec~o establecido por los especialistas que la instruc- c1on pnmana en nuestro país actúa fuera de sus cauces na- 1~.rales· .[ ... ] Se apodera como una fiebre maligna de los :b¡¡os de las clases trabajadorás, quienes salen de las escuelas _desdeñando el trabajo y aspirando a una vida de superior ni-
  • 7. vel, a la cual no están preparados por sus recursos ni por sm antecedentes. Esta desviación de las corrientes populares del trabaío de las artes y de los oficios, de la industria y del co, mercio para optar al magisterio v a los empleos oficiales, puede encaminarnos a una verdadera crisis social».82 Esta era la diferencia esencial entre la posición de Yrigoyen luego de 1905 y la de Alem unos quince años atrás: Alem había actuado antes de que esta tensa situación alcanzara un punto crítico, y su pedido de apoyo estuvo dirigido a los grupos criollos de Buenos Aires, mientras que Yrigoyen se dirigió a los argentinos hijos de inmigrantes, empleados _en su mayoría en el sector terciario. El gobierno representativo cobró atractivo para estos grupos, que acusaban a la élite criolla de sus dificultades para ascender en la escala social más allá de las ínfimas actividades comerciales e industriales propias de la primera generación de inmigrantes. Los radicales ignoraron virtualmente a los inmigrantes mis- mos, pero los hijos de estos desempeñaron en cambio un pa- pel fundamental en su repentina popularidad. El 46 % de los funcionarios que se presentaron a las elecciones internas . de la ciudad de Buenos Aires en 1918 (primer año para el cual se dispone de dicha lista) llevaban apellidos no hispá- nicos; si se incluyese a los descendientes de españoles (la segunda comunidad de inmigrantes en el país, por su tama- · ño), la proporción sería mucho mayor.83 A los observadores no les pasaba inadvertida esta creciente vinculación del radicalismo con los hijos de inmigrantes: «Si en vez de observar a los dirigentes miramos a las masas, es fácil ver que las fuerzas de los partidos conservadores la constituyen los distritos de población rural ganadera, enfeu- dada a la burguesía adinerada, mientras que el Partido Ra- dical muestra su vitalidad en las ciudades y en los. distritos agrícolas, en donde el aporte de extranjeros ha per~iti9o la formación de una clase media de pequeños comerciantes y chacareros, cuyos hijos le ofrecen contingentes importantes · y entusiastas».8 · 1 Luego de 1905 los radicales comenzaron también a incre" mentar el volumen de su propaganda. El contenido efectivo de la doctrina y la ideología radicales era muy limitado: no pasaba de ser un ataque ecléctico y moralista a la oligarquía, al cuál se le añadía la demanda de que se instaurase un go- 62 b1crno representativo. El partido operaba sobre la base de cierto número de slogans: la «abstención» o negativa a par- ticipar en elecciones fraudulentas, y la «intransigencia revo- lucionaria» o determinación de repudiar el sistema político vigente y establecer una democracia represent~tiva p~; vía de una revolución. Se intentó dar a las doctrmas rarucales algún grado de dignidad filosófica relacionándolas con las en- señanzas de Peter Krause, el escritor alemán del siglo XIX. La ideología radical efectiva estaba fuertemente impregnada de un tono notoriamente ético y trascendentalista. Su énfasis en la función orgánica del Estado y en la solidaridad social presentaba un agudo contraste con el positivismo y el •spe_n- cerismo de la oligarquía, y a menudo tenía notables rerrums- cencias de Krause. La importancia de estas ideas, que ha- bitualmente se expresaban de una manera confusa e incohe- rente, era que armonizaban con la noción de la alianza de clases que el radicalismo terminó por representar, y que ha- bría sido mucho más difícil de alcanzar si hubiera adoptado doctrinas positivistas.85 , . , Sin embargo, más importante que lo que de,c1an los radicales era lo que no decían. Uno d~ los rasgos mas. de~~acados del radicalismo a· partir de esta epoca fue su ev1tac1on de tsdo programa político explícito. Había .sólidas r~zo;ies estrateg1- cas para proceder así. Como el partido const1tuia p~r enton- ces una coalición, sus Iíd~res no se mostraban mqy dispuestos a perder la oportunidad de granjearse adherentes a~ándose a determinados intereses sectoriales. En todas las circunstan- cias, el objetivo era evitar las diferencias .sectoriales y poner de relieve el carácter coaligante y agregativo del partido. En un manifiesto de 1909 Yrigoyen declaraba: «La UCR no es propiamente un partido en el concepto .ID:i!i- tante. Es una conjunción de fuerzas emergentes .d~ la. op:n10n nacional nacidas v solidarizadas al calor de re1vmd1cac1ones públicas'. Servirla~ y realizarlas, -restableciendo l~ vida del país en la integridad de su prestigio y de sus func10.nes, es el programa que formuló al congre~arse, y q~e ,ha realizado con fidelidad hasta el presente. Ha sido y sera siempre el centro de los espíritus independientes».86 Y el mismo tema volvió a aparecer en años posteriores: «La UCR no es refractaria a ningún interés legítimo, y por el contrario caben en su seno todos los elementos que quie- 63
  • 8. ran ponerse sinceramente al servicio deJ verdadero. bienestar del país. Si no exhibe seductoras plataíormas de ciicuns~an­ cia, es porque al gran partido sólo le preocupa e.L estr~cto cumplimiento del sagrado voto generador de su existencia y que seguirá animándola perdurableme~te, a despecho de to- das las vicisitudes y de todos los obstaculos: salvar a la Na- ción de los males de todo orden que trae consigo la subver- sión de sus instituciones».87 Los «males de todo orden>> nunca se defini.eron cJaram~nte.: solo se afirmaba que la corrupción de la oligarqU1~ habia li- mitado el desarrollo del país. La libertad y expansión de las fuerzas productivas del país únicamente se al~anzarían. me- diante la «democracia» presentada por los radicales casi co- mo una panacea para ~esolver los problemas nacio:iales. Su interpretación del papel del Estado era e~ gran medida nega- tiva; veían en él a un mero agente destmado a ap~rtai: )os obstáculos que se oponían al destino de «autorteahzac1on» de la nación, como ellos decían: «Si [el progreso material] no hubiera s~do .P.erturbado. po.r- desastrosas administraciones, y si en el e¡ercic10 de las mstt- tuciones hubieran concurrido armónicamente pueblos .Y go- biernos, la República tendría.~oy en el mundo u~a culmm~n~e representación por su autonctad moral, y su :iqueza haona alcanzado proporciones que no pueden concebirse, pero ante las cuales serían insuficientes las que hoy reviste». 88 . Aquí se deja traslucir también que los radical~s no a~u~ta­ ban a introducir cambios en la economía del pa1s; su ob¡etivo era más bien fortalecer la estructura primario-exportadora prdmoviendo ~n espíritu de cooperación entre la él~t7 y los sectores urbanos que estaban poniendo en tela de JUlClO su monopolio del poder político. Este pasó a ser 9uizás el factor que más alentó a los reformadores de 1912 .ª mterpretar que . la ·política radical no representaba un ~el1gro fund~n;ental para los intereses de la élite, y que el peligro podía disiparse haciendo concesibnes en lo referente al gobierno represen- tativo. d' l di , ' Las metas de los reformadores y de los ra tea es vergian, en · cambio en este aspecto: los primeros confiaban en que sur- giera u~ partido conservador rejuvenecido, en tanto que los segundos estaban resueltos ~.remplazar a sus pr~decesores. Y a establecerse como nueva elite gobernante. Teman poco m- 64 terés en el tipo de sistema multipartidario que introdujo la Ley Sáenz Peña; su propósito era crear un nuevo Estado uni- partidario, propósito que pasó a constituirse en uno de los rasgos centrales del populismo radical: «La UCR es la Nación misma. [ ... ] La obra que habremos de culminar magnánimamente ha de ser para todos los ar- gentinos, coexistiendo dentro de la vida nacional destinada a imprimir rumbos fundamentales y grandiosos a' la marcha y al porvenir hasta hoy ensombrecido de la Patria».89 Hipólito Yrigoyen La otra importante novedad que puso aún más de relieve e} carácter populista que el partido había adquirido hacia 1912 fue el surgimiento de Hipólito Yrigoyen como líder. La oposición de. y rigoyen a la oligarquía derivaba en buena me- . dida de las frustraciones personales que había experimentado . a causa de Roca y sus acólitos. Nacido en 1852, era hijo natural de un herrero vasco de la ciudad de Buenos Aires. Su carrera política se inició en 1873, cuando Alem, que era tfo suyo, consiguió para él el puesto de inspector de policía en el distrito de Balvanera, dentro de la capital. Sin embargo, fue despedido al poco tiempo, acusándoselo de participar en elecciones fraguadas. Reapareció en escena en 1879 como c~ndidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, y en l:s80 sus servicios políticos fueron premiados con un alto ~argo en el Consejo Nacional de Educación. Fue entonces gue Roca asumió la presidencia de la República, y tanto Alem c~mo Yr~goyen se vieron impedidos de obtener cargos oficia- .les de mas alto rango. No obstante, cuando Yrigoyen conclu- ·.·. y'ó' su mandato de diputado provincial en 1882 dejó la po- .·Jítica con suficiente capital cómo para 'instalarse'como inver- nador de ganado. Más tarde adquirió considerables extensio- nes de tierra en Buenos Aires v San Luis.90 .·· Palt'a la época en que se sumó a la UC, en 1890, y que co- m,enzó a maniobrar con vistas a controlar la UCR, ya tenía ?nstante práctica en las técnicas usuales de manipulación de életciones. En sus posteriores bravuconadas moraliStas con- fta la oligarquía no faltaba, pues, cierto toque de hipocresía, .. ~á 9ue él mismo había recurrido durante mucho tiempo a náb1les tretas para abrirse paso y capitalizar beneficios entre
  • 9. !as faccioneS' «personalistas», explotando sus conexiones con. el fin de hacerse de una notable· fortuna. Era un represen-! tante bastante típico de los primeros radicales, que aspi- ·. ruban a crear una coalición popular para restaurar su suerte po~. '. ~Q~ ganó prestigio a partir de 1900 de una mar:_e:a has-. tante extraña. En lugar de presentarse como un poht1co ca- llejeró que atrae constantemente la atención pública, como había hecho Alem, se hizo fama d_~_f!gyra misteriosa. En su carrera se destaca este rasgo singul.ar: salvo en una ocasión intrascendente, a comienzos de la década del ochenta, nunca· pronunció un discurso en público. Para realzar su reputación · de hombre de pueblo ocupó en diversas oportunidades otras · tantas casas modestas situadas en barrios pobres de Buenos.' Aires. Este hábito, y el apartamiento en que vivía, le valieron 1 el apodo de «El Peludo», una especie de armadillo de mu- cho pelo y que vive en cuevas cavadas en la tierr~. Pero, ~or otro lado, hacía todo lo posible para autoconfenrse .un aire de superioridad; entre sus seguidores de Buenos Aires era llamado «el doctor Yrigoyen», aunque jamás había obtenido· ningún título universitario.91 , Su estilo_p_~líti~':?p~onsistí~ e_J]__<;:Lc~:>l;itac_!g persa~~e­ gociación cara a cara, queTe permitieron exten er su do!iii- nfo-soEré TaorgaiiTiación partidaria y crear una cadena muy eficaz de lealtades personales. Esto estaba mechado con oca- sionales y providenciales gestos de caridad, calculados para apelar a los valores de la clase media de religión católica ~a­ mana; el mejor ejemplo fue el de las vísperas de las eleccio- nes de 1916, cuando Yrigoyen anunció que en caso de resu!- tar electo destinaría su sueldo de presidente a obras de can- dad. Aparentemente, aparte de esto su única contribución al partido fue una serie de tortuosos manifiestos, en los cuales los lemas partidarios aparecían revestidos de un manto de retórica moralista. Sirva de ilustración la siguiente cita, en que Yrigoyen ataca a las diversas facciones asociadas a la oligarquía: «Todos son iguales, gobierno y grupos politiqueros compues- tos de elementos desechados de las camarillas predominantes y espiando el momento de volver a su se:io. Es :ina descom- posición de mercaderes donde nada se agita por ideal alguno de propósito saliJdable, sino por móviles siempre menguados [ ...] . Son reos de los más grandes delitos que se hayan co- metido en las sociedades humanas [ ...] . Esa es la Bastilla 66 argentina, sobre la cual estallan hoy las fibras más sonoras del altna nacional. [ ... ] La opinión no le requiere más que comicios honorables y garantidos [ ... ] como condición in- 4ispensable para volver decorosamente al ejercicio de sus de- techos electorales. Entonces, propios y extraños se asombra- . '.f.~n .de la magnitud de ese solo acto, y así se verá la trascen- /'.qental diferencia que hay entre una nación ahogada por todas ', ~as presiones que la circundan y una nación respirando en to- ."9á la plenitud de su ser y difundiendo al bien común su in- tpenso poder vivificante».92 La constante reiteración de este tema dotó a Yrigoyen de • ;~norme fama personal entre los grupos de clase media, ·ha- . tiendo que se olvidaran en gran parte los detalles más des- dorosos de su pasado. Se convirtió en el profeta del partido, .Y su aparente distanciamiento respecto de la lucha política . ~cotidiana pasó a simbolizar la aplicación de la UCR al ideal :c,lemocrático y a la creación de una nueva república. Hacia 1'912, Yrigoyen, que por entonces. tenía ya sesenta años, se qabía trasformado en un magnífico estratega político. Poco a poco obligó a la oligarquía a conceder la reforma mediante Ja amenaza de la rebelión, al par que ampliaba su control del 'partido gracias a su gran capacidad de persuasión personal y :a sus condiciones para organizar a las masas. El peculiar estilo de Yrigoyen imprimió al radicalismo buena . parte de sus connotaciones morales y éticas primitivas, que · lr permitieron ganar adherentes en una ola de euforia emo- . Cíonal. Fue asimismo, un instrumento importante para la , ~bnciliación'de los diversos intereses que el radicalismo había · Jh;gado a representar, un instrumento funcional en lo que : fespecta al objetivo partidario de reducir las fuentes poten- tiáles de fricción entre sus sostenedores y obtener el máximo [poyo posible en distintas regiones y clases sociales. De <:ste in:odo, el radicalismo se desarrolló menos como un partido, ~~el sentido estricto de la palabra; que como un movimiento _cié masas que fundaba su fuerza en una serie de actitudes 'émocíonales. En la pomposa retórica que lo hizo célebre, ;Ytigoyen lo describía así:' . .!.~:.~ «Es sublime la majestad de su misión [ ... ] Por eso per- cltira su obra y son poderosos sus esfuerzos: se robustece y ~ivifica constantemente en las puras éorrientes de la opinión; .; ~~·la escuela y el punto de mira de .las sucesivas generaciones ·· y"hasta el ensueño de los niños».93 67
  • 10. Estrategia. deda1 movilización ·de Iiüsas; 1'912..:1916 .En ,1912, cuando los radicales abandonaron finalme~t!'! su política de abstención y c.ome~~aron a po~~ular, cand1ctat~s para las elecciones, la organizacion del partldo aun no habia terminado. Cierto es que en la mayoría de las zonas urb~nas v.rurales de la región pampeana, y aun fuera de el}a, hab1a a Ía sazón dirigentes de primera o segunda categ?na, pero e~ partido seguía falto de una coordinación ce~tra'l, .Y; pese ~1 creciente prestigio de Yrigoyen, tampoco tema sufmentes c}i- rigentes aue contaran con reconocimiento en tod? el pa1s. Algunas de las filiales provinciales estaban todav1a ba10 el control de los rivales de Yrigoy:n,de la ~poc.a de Alem. Aun- que se habían establecido comites partidanos permanen~es, fuera de las grandes ciudades no contaban con una or~an!zªi ción amplia a nivel local. De manera que ~l ras~': pr~~c1pa del período que va de 1912 a 1916 fue la mtensificac1on de la organización partidaria. . En este aspecto, la ventaja de los radicales era su vaguedad. El enfoque moral y heroico que tenían de los problemas po- . líticos les 'permitió a la postre pre~entarse ante. e~ el~ctorado como un partido nacional, por encima de las distmc~ones re- gionales y de clase. Todos y cada uno de sus opos~tores se estrellaron contra este obstáculo. Había otro~ parti~os fº- pu1ares como el Partido Socialista en la Capital Fe e~a Y el Dem6crata Progresista en Córdoba y Santa F_e, pero nmgu- _ no de ellos pudo trascender, las fror:teras reg10nales, en un .•·. rada significativo. Fue aqm que yn~oyen. ~emostro su s~- _. :kcidad política: luego de 1912 se ~as_mgemo para conve~tir · .una confederación de grupos provmc1ales en una org~mza­ ción nacional coordinada. Aunque en el pasado los radicales . habían subrayado su disgusto por l_os ac~erdos que c7lebra- bardas distintas facciones de_ la oh7ar9ma, ahora Yngoyen .· á¡:ilicó subrepticiamente esa misma tecmca en gran. es.cala pa- ra ganarse el apoyo de los terratenientes de provmcia Y sus seguidores. · ·, 1 La fuerza del radicalismo estribaba en su o.rgantza~1on er;de . plano local y los ampliq§ contactos con la ¡erarq~1a part1 ~; ria que le ofrecía el eletforado. ?,n las ~randes dc1udadedlljº) bre todo en Buenos Aires, surg10 un sistema . e.«cau 07. de. barrio» semejante al de Estados _Dnidos. S1 bien la Lel Sáenz Peña terminó con·la compra lisa y llana de los votos, 68 los radicales no tardaron en establecer un sistema de patro- nazgo que no era menos útil a los fines de conquistar sufra- gios. A cambio del voto cada dos años, los caudillos de ba- rrio -núcleos originarios del Partido Radical- cumplían gran cantidad de pequeños servicios para sus respectivos ve- cindarios en la ciudad o la campaña. Ligándose a aquellos los hacendados pudieron poco a poco sortear los escollos deri- vados de su falta de contacto con el medio urbano: aunque ellos no controlaran las ocupaciones urbanas, muchos de los dirigentes de segunda plana pertenecientes a la clase media podían obviar esta dificultad gracias a la influencia y el pres- tigio que habían adquirido en su zona. Por ejemplo, a través de su vinculación con los dueños de los «conventillos» tenían cierto manejo 'de la distribución de las viviendas; su posición relativamente acomodada hacía que estuvieran en condicio- nes de ofrecer préstamos a negociantes en apuros; su carác- ter de abogados o médicos los ponía en estrecho contacto con distintos grupos pertenecientes al nuevo electorado. Ade- más, se sabía que tenían buenas relaciones con la policía 10- cal, y esto los facultaba para dispensar mercedes a todo tipo de pequeñas infracciones a la ley. Junto con el cura de la parroquia, el caud]lo de barrio se convirtió (sobre todo en la ciudad de Buenos Aires) en la figura más poderosa del vecindario y el eje en torno del cual giraba la fuerza política v la popularidad del radicalismo. En esta tarea colaboraban los comités, organizados según líneas geográficas y jerárquicas en diferentes lugares del país. Así, había un comité nacional, comités provindales (o, en el caso de Buenos Aires, el comité de la Capital Federal), co- mités de distrito y comités de barrio; en períodos de eleccio- nes se añadían una serie de subcomités que atendían zonas menores dentro de cada distrito. Una de las cosas de las que más se jactaban los radicales era que sus representantes ofi- : ciales habían sido elegidos mediante el libre sufragio de los afiliados al partido, con lo cual se evitaban las tradicionales Prácticas «personalistas» de reclutamiento por cooptación o · por status adscrito. Sin embargo, al menos hasta 1916, la .Pauta más corriente era que el comité nacional y los provin- ciales estuviesen dominados por los terratenientes, y los co- mités locales, por la clase media; en los primeros, el recluta- miento se hacía casi siempre por cooptación, pero en los :comités locales se celebraban elecciones todos los años, de fas cuales surgían el presidente del comité -en la práctica, .'.dcaudillo de barrio- y gran núi:nero de funcionarios subor-
  • 11. dinados a él. ·En cada uno de los comités de la ciudad de Buenos Aires se elegían anualmente hasta 108 personas; con frecuencia estas permanecían en sus puestos varios años se~ guidos, salvo que hubiera más de un caudillo aspirando al control del aparato· partidario, en cuyo caso se producían a menudo violentas luchas de facciones. Los caudillos de barrio explotaban la gran popularidad de los comités para retribuir a sus adictos con cargos fundamentalc mente simbólicos, que podían ser utilizados para ampliar el número de adherentes. Asimismo, el sistema permitía a los radicales extender sus actividades y conexiones a una vasta gama de grupos de cada vecindad, dotando así al aparato partidario de gran penetración y flexibilidad, e incrementan~· do su capacidad operativa como mecanismo procesador de las exigencias particulares que presentaba el electorado. En 1916 la organización partidaria se había convertido en In eficaz·sustituto de un inexistente programa políúco bien de- finido, y, una vez más, en un dispositivo conveniente para superar los conflictos objetivos de intereses entre los terra- tenientes y los grupos de clase media, y entre distintos sec- tores del electorado. En 1915, un gacetillero radical descri- bía así el papel de los comítés: «Esa organización [la de los comités] efectúa una constante propaganda oral que pone al partido en contacto con las ma- sas. Así, garantiza, no solo la formación oor selección de los leaders en las diferentes escalas, sino la·constante comu- nión de estos con las masas».94 La actividad de comité akanzaba su punto culminante en época de elecciones. Amén de las tradicionales reuniones ca- llejeras., la fijación de carteles en las paredes y la distribución. de panfletos, el comité se convertía en centro de distribución de dádivas para los electores. En 1915 y 1916, los comités de Buenos Aires crearon cinematógrafos para niños, organi- zaron conciertos musicales, repartieron regalos de Navidad y contribuyeron a las celebraciones de las fiestas de Carna- val. Muchos de ellos también fundaron sanatorios centros de asesoramiento legal y bibliotecas, cuyo costo era 'financia- do por los miembros activos. Asimismo, suministraban ali- mentos baratos -el «pan radical» y la «carne radical» co- m~ dio en llamárselos-.95 Uno de los comités de la p~rro­ quia de Balvanera Sur resumió así sus actividades en el año 1915: durante 37 días se había distribuido pan en forma· 70 tgratuita como paliativo frente a un súbito aumento del pre- ~dp; la sección de asuntos legales se había ocupado de 172 ca- f~ps; se habían impreso 1.000 circulares y 6.000 panfletos de tgiversa índole, y los edificios de la zona habían sido cubier- .}tos con 7.400 carteles.96 ;Estas actividades evidenciaban algunas de las características r~~¡ientes que había adquirido el partido lUego de 1912. En J:rn91, se había iniciado como un retoño, en buena medida, rde las facciones terratenientes; desde 1905 había penetrado Y~n los grupos de clase media urbanos; luego de 1912 se con- ~yirtió en un vasto partido popular que abarcaba muchas re- .. giones del país. Pero lo cierto es que estaba en gran parte · gominado por los propietarios de tierras, conservando así su ,· ,carácter inicial de la década del noventa: era un movimiento ¡~e masas manejado por grupos de alta posición social más ,·que un movimiento de origen popular que. operara impulsado por las presiones de las bases. .Estos elementos notorios de manejo y manipulación desde ~ ·~rriba también eran evidentes en el carácter amorfo de la :ipeología radical, la cual estaba modulada de modo de ins- . ·;pirar en los grupos urbanos la adhesión a una redistribu- ción mínima de la riqueza, en vez de inspirarles el anhelo de un cambio novedoso y constructivo: exigía una diferente : ·estructura institueional, la canalización de los favores oficia- . "les en dirección a las clases medias urbanas, mayor sensibili- 1dad por las inquietudes de los consumidores, pero preservan- c:do el sistema social que había surgido de la economía pri- . maria-exportadora. Dada la relevancia de los terratenientes . ,dentro del partido, no es de sorprender que el radicalismo no se trasformara jamás en un defensor de la reforma agraria b la industrialización. Su concepción de la sociedad era una ·.amalgama ecléctica de ideas liberales y pluralistas. Atacaba ,a la oligarquía con argumentos liberales, porque, como dijo hl].pólito Yrigoyen, ella le había impedido a la nación «res- .pirar en la plenitud de su ser». Pero también veía en la co- .rµunidad un organismo casi biológico, conformado por par- ;tes funcionales interactuantes y obligaciones recíprocas. Así, · ;~nnque los radicales proclamaban el precepto liberal de la ·competencia individual, había en sus posiciones algo de las tradicionales actitudes conservadoras de jerarquía y armonía social. ;~Sto se destaca mejor si se hace un examen más detenido ,pe las técnicas de politización del partido. Como ilustran las ·.· ~~c;tividades de los comités, los radicales se apoyaban mucho .71
  • 12. en medidas paternalistas, cuya principal ventaja era que po- día empleárselas para quebrar los lazos de los grupos de in- tereses, generadores de divisiones, atomizando al electorado e individualizando al votante. Reflejaban también el tenue vínculO existente entre los grupos más politizados -los ha- cendados y las clases medias dependientes- y las oportuni- dades de empleo productivo en las ciudades. En muchos as- pectos, el _paternalismo era simplemente el medio de hacer extensivas a las masas las· técnicas tradicionales de patronaz- go. Otra de sus ventajas era que permitía maximizar los contactos entre el partido y los electores, favoreciendo un reparto de los beneficios, a la vez que minimizaba el conte- nido real de las concesiones. que se hacían. La apeladón a estas técnicas ·muestra a las claras, una vez más, el carácter de coalición del radicalismo, así como también su intento de encontrar un denominador común entre distintos grupos de clase: «El pan radical, la leche radical, la carne radical, la semilla radical (y luego el alojamiento radical y el "homestead" ra- dical) demuestran bien que el partido desea esa moderada intervención del Estado que corrige los rigores del "laissez /aire" económico para los pobres, los desarmados en la lu- cha, moderada intervención a la que los ingleses dan el acer" tado nombre de "paternalismo". Es tiempo que un partido político, organizado en todo el país, trabaje por esas cosas y las lleve a cabo con eficacia».97 - Estos eran los principios rectores de la conducción ra:Jic~L •· Ellos permitieron el mantenimiento de. una estructura ¡e¡:ar- quica autoritaria en el partido, que constituía una réplica del< equilibrio preexistente de poder y de las estructuras de,status de la sociedad argentina, posibilitando la coexistencia de gru: . pos cuyos intereses eran ·a veces antagónicos. ~l par qué ofrecían ciertas oportunidades a las clases. medias urb:inas, preservaban la hegemonía de l~s terratenientes. Gracias ,ª ellos, los radicales ganaron predicamento en zonas del pa1s dominadas por relaciones cuasifeudales, catalizando al mismo tiempo las aspiraciones de los idealistas universitarios de cla' se media. _,, ! , Principalmente como consecuencia de su gran ubicuidad, l~, UCR ganó las elecciones presidenciales de 1916. Sobre un total de 747.471 votos emitidos, obtuvo 340.802 (el ·45,6 % ). Aunque no era mayoría absoluta, su más cercanó 72 contrincante, el Partido Demócrata Progresista solo obtuvo 99'.O~O v;itos (el 13 % ). A los fines de la coi'uposición del coleg10 e1ec~oral que, como en Estados Unidos debía nom- bra~ al presidente de la República, los radicale~ fueron ma- yan~ en la Capital Federal, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Santiago del.Estero y Tucumán, y minoría en la provincia de Buenos Aires (donde existía un poderoso aparato político controlado por el g?bernador conservador Marcelino Ugar- re ),' Catamarca, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Salta y San Juan. As1 pues, los votos radicales se diseminaron ampliamente en todo el país. Relaciones entre los propietarios de tierras y 1a clase media Sil.1. e~bargo, alg:inos importantes problemas asediaban al radic~h~mo, el f!rmcipal de los cuales era la rivalidad entre ' l~s distmtas facciones. qu;: procuraban alcanzar cargos gracias .ª él. Cuando se sanc10i;:io la Ley Sáenz Peña, el propio Yri- 'goyen s.e ~puso al comienzo a .que se abandonara la política .. abste?,ciomsta, y. durante un t~empo siguió adhiriendo a la rebehon Y a la,li.bertad de acción que esta le conferiría en ~~so de lograr exito. ~o obstante, los miembros de su par- tido º? ,~ensaban lo mismo, y a la larga privó la opinión de estos ulttmos. 1a pres~ón para participar en las elecciones provino en bue- .. na me~1da de. los grupos urbanos de clase media.98 Esto .• planteo por primera vez la cuestión de si la autoridad den- ,t~o del partido le correspondía a los «viejos» radicales o a )~s ~uev~s grupos de. clase media, y también el interrogante ~.e si Yngoyen .se almeaba con los estancieros que habían ~poyado al partido en la década del ochenta o con los diri- gentes medios «advenedizos». Por el momento los miem- ?tos. ~e clase media ~staban controlados por lo; grupos del patriciado que emergieron a través de la UC a comienzos de ,!~:década del noventa.. En vez ,d~ fundar un partido exclusi- ~amente de clase media, esta ultuna había entrado en com- P,?h~ndas ;on sectores de la aristocracia terrateniente; ·pero ~.adie pod1a asegurar que este arreglo fuera permanente. ~panto m~s ~reda la clase media, más pr~visible era que qesarrollan~ .rntereses pro~ios y estaría menos dispuesta a ~,ceptar pos1Clones secundarias. Ya en 1912 algunos profeti-
  • 13. zaron que esto originaría a la larga la quiebra del radicalism como coalición: · ,. «Es p~obable que_[. ..] la clase media llegue progresivamen: te a afirmar su solidaridad; pero su insuficiencia aétual ha · asegurar aún por mucho tiempo el predominio de la das que hasta ahora ha dirigido el gobierno del país. El otro fa. tor,que también impone un verdadero obstáculo al triunf poht1co de. la ~lase media .es la falta de dirigentes que tengan c~ara conc1en~1a de sus mtereses. Nuestro partido populah siempre ~a a~:rmado s? credo de.mocr~tico; pero la vaguedad ~e ,la asptracion permite la coexistencia de intereses irreduc-. t1b1es, Y creo que la especificación de la manera de realizarla produciría una escisión dentro del partido. Y lo creo así por~ q.i:e mu~hos de sus dirigentes, por su origen, por su condii c~on social y por su temperamento, tienen intereses contra-' rtos al de la clase media. [ . . .] »El .triunfo del Partido Radical no ha de dar, al menos irt~ mediatamente, representación legítima a nuestra clase media·' Y en. este sentido es previsible que andando el tiempo, y ~· rr;edida que la masa electoral del partido adquiera la concien-. cia de.s,u clase, o bien_irá eliminando a los diputados que por. su acc10n parlamentana no respondan a su interés o bien se producirá i:na división, dando lugar a la forma¿ión de un nuevo partido en el que se afirme su interés de clase».99 • Este probl~~a co~ró relevancia en marzo de 1916, durante. l~ convenc1?n re.ahzada por el partido para designar su can, didato presidencial. A la candidatura de Yrigoyen se opusie- · ron m:ichos de los antiguos adeptos de Alem en el noventa pe~o finalmente aquel logró el triunfo explotando la popu~ . landad de que gozaba en la clase media. Para demostrar có- mo lo apoY_aba est~, rechazó primero la candidatura cuando le f~e otrec1da, y ~~lo la aceptó cuando los delegados de clase med1.a .~e los co~1tes organizaron manifestaciones frente a su , dom1c1ho. Es:e ¡uego estuvo destinado a reafirmar su Iideraz- • go e~ el partido y poner perentorio freno a los esfuerzos de sus r~va!e.s P?r asegurarse posiciones claves.100 Este episodio fue s1grnf1cat1vo: puso de relieve las fricciones existentes en- tre las,dos alas del partido, y dejó entrever que y rigoyen ya hab1a comenzado a apuntalar su posición apelando a los grupos de clase media. 74 -i 'stían además signos de conflicto de tipo regional dentro partido~ En época de elecciones no eran infrecuentes epi- .,, ·íos tan extravagantes como el que sigue: Jl:i'' kEn la madrugada del día de la elección, el coronel Pereira. .~osas [ ... ] invade la población de Villa Dolores (Cór- doba) al frente de veinte hombres a caballo, procedentes de Jfa' provincia de Buenos Aires. Vienen de poncho colorado, vincha blanca lOl y armados de una larga lanza de caña de puntas afiladas. Despiertan al vecfudario con disparos de íí:evólver y vivas al Partido Radical e Hipólito Yrigoyen y .'!nueras a Cárcano y los salvajes tiranos del gobierno. Esta- blecen guardias en los caminos de acceso y proximidad de las ;mesas receptoras de votos. [ ...] Al principio la población :·se retrae de transitar por calles y caminos. Los partidarios . de la Concentración consiguen instalar las mesas electorales, ·.logran que la policía arreste a tres o cuatro ponchos colora- ·, dos .que producían mucho ruido, y desaloje al coronel de la casa municipal,_desde donde intenta ejercer el gobierno. Mu- ~hos gritos, protestas y amenazas. Ninguna violencia mate- .· j:ial. Las lanzas de .caña son un simple símbolo de las épocas ;menesterosas y sangrientas. Antes de mediodía el vecindario pierde los temores y concurre tranquilo a las urnas: [ ... ] :~>Pocos días después se verifica el escrutinio. La Concentra- ,'ción triunfa en Villa Dolores por muchos menos votos de los : 'que tiene calculados. Las amenazas, las protestas, el espec- >;táculo circense ocasionan efectos en el pueblo».1 º2 :La «invasión» del distrito electoral, al paso que suministra · un vívido ejemplo de los métodos que se empleaban para el . sufragio, refleja e1 permanente intento de y rigoyen y sus adictos porrenos por controlar las filiales provinciales. Esto planteaba pocas diticultades en el interior del país, donde las elecciones eran decididas en gran parte agenciándose el favor ,del hacendado del lugar, quien intimidaría a sus peones para ·· ·que votasen como él quisiera; pero no ocurría lo mismo en las provincias pampeanas, en las que las filiales contaban con fuertes núcleos propios e independientes. Allí, la tradicional .rivalidad con Buenos Aires tenía antiguas raíces históricas, . de modo tal que el grupo de Yrigoyen era visto como una ·fuerza extraña, que procuraba minar la autonomía de los 'intereses locales. 75
  • 14. La importancia de este problema también se puso de mani- fiesto (aunque no por primera vez) en 1~16. Al queda.r constituido el colegio electoral, se comprobo que los parti- darios de Yrigoyen no alcanzaban, por escaso margen, la ma- yoría necesaria. Fue .preciso negociar los. votos de un g~po de disidentes radicales de la provincia de Santa Fe, quienes antes se habían negado a apoyar la fórmula presidencial ~el partido. La cuestión solc: que~~ zanjada despu~s de vana_s semanas de intrigas,103 ejemplificando hasta que punto pn- maban dentro del partido las tensiones re~ionales. La caus~ subvacente en la defección de ios santafesmos era que esti- maban que el partido favorecía a los ~ruJ?OS porte~os: De este modo en 1916 se comprobó que sl bien el rad1cahsmo era un pa;tido nacional, aún no había logrado superar por completo los antagonismos regionales del pasado. ; El radicalismo en la sociedad. argentina: la inmigración y el capital extranjero En 1916 el radicalismo era en muchos aspectos una especie de partido democrático conservador,104 que combinaba la adhesión a los intereses económicos de la élite con un sentido de identificación con la comunidad en general. Esto hizo que en el plano ideológico estuviese im~r~gnado de i.d:a.s , paternalistas y comunitaristas, que le confineron la pos1b1li- dad de proyectarse como una alianza entre 'distintos sect?res. Asimismo, la posición personal de Yrigoyen le daba cierto • aire cesarista y plebiscitario. Tenía estrechos vínculos con·. las instituciones tradicionales del régimen conservador, como • la Iglesia. Su influencia solo era pequeña en e~ eiéi;cito, ins- : titución en la que los viejos conservadores segu1an firmemen- te establecidos. ·. Pese a los indicios de conflictos regionales en sus filas, y aunque sólo consiguió granjearse las simpatíasde una mino: · ría de terratenientes, la UCR se aproximab:l' bastante a la alianza que los conservadores habían estado buscando en~re,,· los magnates de la élite y los profesi~~ales de clase rn.ed1~, . provenientes en gran medida ?e .fam1has urban~~ de mm1- . grantes. Estos dos sectores prmc1pales eran ~oaugados ~or ·' un tácito acuerdo quid pro qua: los terratementes quenan medidas conservadoras y estabilidad política, a cambio de 76 lo cual se mostraban dispuestos a ampliar el acceso de la cla- se media a las profesiones liberales y a la burocracia. Esto prometía acelerar el proceso de cambio en las universidades y ofrecer una respuesta más flexible y liberal a los grupos de clase media en la distribución de los cargos públicos. Los radicales habían establecido vínculos con la clase media «dependiente», compuesta en su mayoría de hijos de inmi- grantes, pero no con los inmigrantes mismos, ya se tratase de los pequeños industriales y comerciantes o de los obreros. Esto era en parte un reflejo del hecho de que los viejos ra- dicales del noventa compartían los prejuicios culturales de la ~lite contra los inmigrantes y su agudo temor y desconfian- za hacia los obreros. Ilustraba también la forma en que los radicales habían conquistado adictos en el pueblo. Entre los grupos industriales y comerciales había escasos signos de la creciente presión económica y social que había politizado a los profesionales. La pauta general del período posterior a 1900 sugería que los grupos de clase media estaban relativa- mente contentos con el papel secundario que les había tocado , en suerte en la vida empresarial. Los problemas se plantea- ban con los grupos de más alto status, y fue sobre estos que se lanzaron los radicales principalmente. Digamos, por últi- mo, que la posibilidad de establecer lazos efectivos con los . inmigrantes también estaba desalentada por la Ley Sáenz. Peña, que había excluido a estos del derecho al sufragio, de- ' jándolos por consiguiente fuera del sistema político. En líneas generales, las relaciones entre los radicales y los inmigrantes fueron bastante buenas a causa de que gravita- ban, de algún modo, en la situación y en las lealtades polí- ticas de los hijos de aquellos; pero, en ocasiones, cuando pen- saban que ello podía beneficiarlos, los radicales no se abste- nían de explotar los sentimientos xenófobos latentes de Ja , sociedad nativa. En una proclama previa a la elección final ·. de 1916, El Radical, principal órgano del partido en la ciu- dad de Buenos Aires a la sazón, definía en parte al radicalis- mo como « ... la lucha del Pueblo Argentino contra el ex- tranjero ingrato, .desagradecido con esta tierra que lo aco- .• gió».1 º5 Poco despué~ un integrante del Centro de Alma- ceneros de Buenos Aires, formado predominantemente por inmigrantes, declaró: «... creernos que [para el Partido Radi<;al] será de "buen ·gobierno" no mostrarse [corno un] partido antiextranjero. · Nos llaman ingratos y adventicios, empleando un lenguaje :77
  • 15. tal como si ellos fueran los de casa, los aborígenes, cuand son solamente hijos de otros que llegaron primero que n SOtrOS». 1 º6 Finalmente, el radicalismo surgió como el principal movi · miento político del país en un momento en que la economí primario-exportadora ya había alcanzado la madurez. Los la• zos institucionales y políticos entre el capital extranjero y l: élite se habían establecido mientras los radicales se hallaban) todavía en la oposición; carecían, por lo tanto, de un contac-' to organizado con los representantes del capital extranjero( pero no hay razones que permitan inferir automáticamente( que sus actitudes hacia este debían diferir de las de la oligar"'c quía. Los radicales no eran nacionalistas en lo económico;i· aceptaban y reconocían la dependencia del país de sus cone-~ ~ xiones en ultramar para contar con mercados y fuentes de inversión. En 1919 un radical prominente se refirió en estos .. términos, en el Congreso Nacional, a las relaciones comer- ciales de la Argentina con Europa: «Si por alguna desgracia esas naciones sutrieran un pro- ' longado período de depresión [ ... ] ¿cuál sería el destino . de la Argentina? [ ... ] ¿Podríamos acaso aspirar a ser ricos mientras quienes compran nuestros productos permanecen en la pobreza?».1 º7 Para los radicales, las cuestiones referentes al capital extran- jero eran las mismas que a veces habían provocado friccio- nes dentro de la oligarquía. Fuera de los beneficiarios direc- tos de las distintas prerrogativas que otorgaba el capital ex- tranjero (préstamos preferenciales y cargos en los consejos directivos locales) , varios otros grupos de la élite sostenían a veces que el precio que pagaban por sus servicios e inver" siones era mayor que el debido. Un ejemplo de este tipo de conflictos fue el surgido en 1915, cuando las empresas bri- tánicas de ferrocarriles elevaron unilateralmente los fletes para trasporte de animales y carga. Más o menos por la mis- ma época hubo otros conflictos secundarios semejantes, el principal de los cuales fue la cuestión de si las empresas fe- rroviarias debían abonar las tasas municipales de alumbra- do, barrido y limpieza, de acuerdo con lo establecido por la Ley Mitre de 1907, que regía la administración de los ferrocarriles.108 Los radicales tuvieron un papel destacado en la campaña sub- 7& .· uiente contra las empresas ferroviaria~, y lo justificaro:r; co- 0 una variante dentro de su ataque .mas general a la oligar- 'ía. No es que el capital extranjerc;i fuera en sí ,mismo :n~lo .:argumentaban-, sino que la oligarquía. habia penrutido e se estableciera un sistema corrupto de mtereses creados, cual conspiraba contra los grupos nacionales. La cita que roducimos a continuación, aunque corresponde a una_ fe- a algo posterior, ofrece un buen resumen de la actitud ·redominante: !':kos directivos [de las empresas ferroviarias británicas] (iempre han tenido en /~u~ ~aja estima la moral de los ~o­ ;.füernos sudamericanos, mchnandose a ver en todos sus ~ctos 'hn mero despliegue de apariencias _que.ocultan la realidad. Recordemos que cuando se estaba.discutien~o la. pres~nte le- :gislación que regula los ferrocarriles, los. ;li~ectivos i?gleses :inanifestaron en las columnas de los penodicos londmenses 'que los políticos argentinos exigían. un _pre.do excesivo por ·.su apoyo [ ...] . Es obv~o que la mfluen.cia preponderante ejercida por los ferrocarriles en la Argentma fue pagada en .suculent~s cheques, pero si tal cosa ocurrió, ello pertenece :al pasado».109 Pese a esto, antes de 1916 los ingleses no consideraban que los radicales pudiesen constituir. una ~1?enaz~ ,fr?ntal a sus intereses. A fines de 1915 un diplomatico britamco, a todas ··. luces más intrigado y desconcertado por lo que era· el ra- dicalismo y por la personalidad enigmática de su líder. que por cualquier otra c~sa, describía.de esta manera la creciente influencia y popularidad del partido: «Hipólito lrigoyen brilló como un c?m;pirador que exhibió indiscutible habilidad política combmada con una notable pertinacia. En los últimos veinte años, sus segu~dores lo, han considerado casi como un profeta. Su personalidad esta en- vuelta en un velo de misterio, pero casi todos concuerdan en que sobresale netamente respecto de todos los o~ros adeptos al credo radical. Su poder descansa en el fanatismo que. le profesa la juventud 'del partido. [ ...] Aparece en púb~ico lo menos posible; jamás aceptó los muchos cargos de gobier- . . 1 / f ºd 110 ·...no y otros puestos que e tueron o rec1 os». · .Esto sugiere que los ingleses adoptabl1!1, en general, las mis- mas actitudes que tenían hacia los radicales los grupos de la 79
  • 16. élite nacional. ?1 radicalilis.mo ert v~~~ ~~~bl~~d:,~::c;~~ no poroue pusiera en pe gro. e ?r il lítico es- que sus características orgamzattvdas ly su est ~o~~cía hasta b do contraste con to o o que se ta an en aEgulgrado en que estas interpretaciones eran acber- entonces. d "f 1 0 de octu re tadas o erróneas solo se puso .e mam iest~ ueg esidencia de de 1916, momento en que Yngoyen ocupo la pr la Nación. Sl• 4. Actividad política de los obreros en Buenos Aires, 1890-1916 Los inicios de la historia de la clase obrera en 1a Argentina ·· están bien documentados por lo que respecta a los principa- les acontecimientos en que participaron los trabajadores, pe- ro hay muy poca información sistemática sobre el desarrollo .de las condiciones de vida de esta clase. Hay datos parciales •·.. qsuperficiales en cuanto a salarios, situación en las fábricas , i.vivienda,111 pero tales datos nunca se elaboraron lo sufí- . e/ente como para permitir algo más que simples generaliza- ! Ciones acerca de las cuestiones básicas del nivel de vida de ,fo~ obreros o la forma en que este evolucionó en función de j~riables como el ciclo económico, la inmigración, las inver- ·s¡ones extranjeras y el comercio de ultramar. El resumen ge- héral de este período es que las condiciones de vida de la ~/ase obrera en Buenos Afres, sobre todo en materia de vi- YJ,enda, dejaban mucho que .desear, si bien los salarios medios ~hm comparables a los que se percibían en muchos lugares ~~ Europa occidental y había en 1a Argentina oportunidades iélativamente mejores para la movilidad social. Pero hacia 'i:'.910, cuando desapareció la frontera contra el indio y la }t~rra comenzó a escasear' las oportunidades que se ofrecían f)os inmigrantes declinaron marcadamente. El o.tro factor !)Jtportante que debe tenerse presente es el alto .mvel de as- piraciones de los inmigrantes y la enorme importancia que ~oncedían a la movilidad social, que, aunque existía, muchas ""'"ales permiten inferir que no bastaba para satisfacer tales iraciones de manera cabal. Por último, muchos inmigran- éran ex campesinos, y su comportamiento en Buenos Aires ede atribuirse en parte a las dificultades que encontraron ra asimilarse a la cultura capitalista urbana. Sin embargo, 'énfasis en la movilidad y en la asimilación no significa ne- ·. que para muchos inmigrantes las condiciones de vida eran qsas y en algunos casos miserables, existiendo ciertos gru.- .. (en especial los provenientes de las regiones más atrasa- :de Europa oriental) que ganaban muy bajos salarios. :.es nuestro propósito analizar con detalle en este capítulo
  • 17. 5. El primer gobierno radical, 1916-1922 El curso general seguido por los acontec1m1entos políticos posteriores a 1916 estuvo signado por la relación entre los ' sucesivos gobiernos radicales y los grupos conservadores de· la élite a los que aquellos remplazaron. En un principio, l~ victoria electoral de los radicales en 1916 pareció reflejar 1~· capacidad de repliegue y autoconservación de la clase gober~. nante tradicional. Aunque fracasó el objetivo primitivo de . crear un partido conservador mayoritario acorde con los li; · neamientos fijados por Pellegrini y Sáenz Peña, y el control directo del gobierno pasó a nuevas manos, no había motivos · para creer que el poder real de la élite hubiera desaparecid~ o disminuido en grado significativo. El ejército y la marina.· tenían los mismos comandantes que antes de 1916; los prin; • cipales grupos de presión, como la Sociedad Rural, seguían intactos, y miembros poderosos de la élite conservaban aúrl posiciones estrechamente vinculadas a las empresas foráneas, El gobierno radical en 1916 En muchos aspectos, se diría que la oligarquía implemente · había cambiado de ropaje. En el primer gabinete de Yrigo- yen, cinco de los ocho ministros eran ganaderos de la provin¡ .. cía de Buenos Aires o estaban íntimamente conectados con el sector exportador. El ministro de Hacienda era Domingo ;E;, ·. Salaberry, quien se dedicaba a las exportaciones y a los asun1 . tos bancarios e inmobiliarios.113 El ministro de Agricultura¡ ' designado posteriormente ministro de Relaciones Exteriores, Honorio Pueyrredón, era un gran terrateniente patricio de la provincia de Buenos Aires. El ministro de Marina, Fede- rico Alvarez de Toledo, poseía también grandes exteQsiones . en Buenos Aires y Mendoza. El de Obras Públicas, Pablo .. Torello, era un destacado hacendado, e iguales antecedentes• tenía Carlos Becú, el primer ministro de Relaciones Exterio- 108 ..res, quien, al igual que, Pueyrredó?-, había per~enecido ~asta ,:Poco tiempo atrás a p~tidos opositores al radical ~ ~ecu era :el «protegido» político de Estanislao Zeballos, mtru?tro ?e .Relaciones Exteriores de Roca en su segunda presidencia, ··en tanto que Pueyrredón había integrado el partido d,e Mi- .tre la Unión Cívica hasta después de 1912). De ongenes :má~ humildes eran l~s tres ministros restantes: Ra;nón G~- mez (Interior), Elpidio González (Guerra) y Jase P. Sah- ;·nas (Educación), todos los cuales debían .el ~argo a su con- ,.trol del aparato part}dario radic~l en provm~ias claves 1~~an­ . :.tiago del Estero, Cordoba y Ju¡.uy, resl?~ctlvamente). .~l ¡_vicepresidente, Pelagio Luna, qmen muno en 1~19, tambien U;f,ue nombrado gracias a las conexiones que tema en la pro- . :vincia .de Salta. . , . :En tales circunstancias los grupos mfluyentes de la elite, .· , que finalmente se habí~n resignado al c,am~io de &obierno, se vieron alentados a pensar que no habian necho smo dele- gar en la nueva adminiStración el po?er directo que antes tenían. Los radicales parecían estar gmados, en muchos sen- tidos, por los mismos objetivos generales '!ue ,ello? .Y. ser merecedores de continuar el proceso que habia sido iruciado por Sáenz Peña. El radicalismo aún mantenía sus rasgos más conservadores. •;Por ejemplo, gran parte de los nuevos gobernantes, y en ~ar­ . ticular el propio Yrigoyen, eran más marcadamente clenca- ·. ·.ies que la mayoría de sus predecesores, muchos de. los cual~s .:habían sido francmasones. En 1918, La Vanguardia declaro: «Nunca como en este momento ha sido mayor la influer:cia de la Iglesia. [ ...] El propós~to .d~l gobierno [es] r.eahz.ar .una política inspirada en los prmc1pios de la dem~cracia cris- tiana: de paternal prot7cción pa~a los obr;;_~os, siempre que .estos permanezcan sumisos y resignados». ·• 1 Por lo demás, Yrigoyen no se h.abía apod~rado del gobierr:o .:por la fuerza: si ocupaba la primera magistratura, lo debia · >'a la cortesía de Sáenz Peña y de su sucesor, De la.Plaza, tanto '.:.0 más que a su propio empeño. En 1916 los .radicales apenas · •.i;i obtuvieron algo más que el c~rg? de pr~s1de~te de la fü;- / :pública. En casi todas las pro;rmc~as segu1an siendo oposi- .'; ción, y también estaban en m~no~ia en el Cong;eso: en la '' ·Cámara de Diputados no cons1gu1eron la mayona hast~ las '.·elecciones de 1918, mientras que en el Senado, cuyos miem- .'.J,ros duraban nueve años en el cargo y eran normalmente ·109
  • 18. elegidos por las legislaturas provinciale.s, los conse:va?ores 1a retuvieron hasta 1922 y aun despues. Por cons1gu1ente, amén de las otras prerrogativas de que todavía gozaban, los conserv:;idores seguían manteniendo su predominio en ma- teria legislativa. En 1916 la posición de Yrigoyen era, pues, bastante. ~ébil, y sus medidas de gobierno estaban fuertemente condiciona- das por su relación con la élite. Tenía como mandato lograr dos objetivos generales: en primer lugar, debía apuntalar los intereses económicos de los grupos terratenientes; en se- gundo lugar debía establecer una nueva relación con los sec- tores urban~s, que habían sido la mayor fuente de inestabi- lidad política desde comienzos de siglo. La razón p~incipal de que los conservadores hubieran fracasado en orgamzar un partido de masas era que habían sido incapaces de adaptar su posición como productores al imperativo de ofrecer algo con- creto a los grupos urbanos. En apariencia, solo los radicales eran capaces de superar esta dificultad: ellos se habían con- vertido en un partido «inorgánico», eludiendo trazar un pro- grama concreto, envolviendo sus objetivos con un velo de re- tórica moralista y cubriendo sus compromisos reales con eflu- vios de un· paternalismo· engañosamente generoso. A esto se : había añadido la insinuación continua de que los grupos de clase media tendrían en su gobierno un acceso más amplio a los cargos oficiales. · Este principio, que llevaba a los radicales a mediar entre lós; intereses de la élite v los de las capas medias urbanas, fue el· que confirió su carácter a la lucha política luego de 1916. No es que el nuevo gobierno se lanzara deliberadam:nte a : atacar los intereses económicos de la élite en forma directa:•, como sus predecesores, el gobierno radical evaluó sus pro'-'} píos éxitos en términos de su car~cidad para exp~ndir. y c~rt solidar más bien que para modificar, la econom1a pnmano; export~dora. Es difícil señalar algún cambio sustancia~ en lf trama profunda de la sociedad argentina cuando Yngoyetl dej6 el gobierno en 1922: el sector exportador seguía dó.; minando la economía del país, los sistemas financiero, tribtf" : tario, aduanero y el régimen de la tierra habían permanecid6 incólumes, y las conexiones con los ingleses continuaba. siendo tan sólidas como en el pasado. Las realizaciones neC del gobierno radical fueron en verdad muy. pocas, y si . ,,; hubo, o bien complementaron lo hecho anteriormente o bien. fueron meras maniobras que fácilmente podían revertirse. '-'' La ineptitud de los rad.Ícales para comprometerse en est~ 110 ·.· época Coi; .c~mbios más sustanciales derivaba de que por ser • una ~oalic10n de terratenientes y de grupos de da' d' . ~o vJ.culados a la industria, ellos mismos eran ben~fi:~i~~ mmie iatos de la e~onomía primario-exportadora como . ro- . du~tores y consumidores: Apuntaban a fines redistriburivos , : mas. que estru.cturales, siendo su objetivo primordial demo- , ' ?ratizar la s?ciedad de los estancieros racionalizando y ine- {frando ·1 sistema de relaciones políticas y sociales que ha- . ta surg~ o de e~la. Lo máximo que se atrevieron a hacer fue , ~nr~duc1r cambios .secundarios en la pauta de distribución ...· e mgreso y u~a i:ueva relación entre el Estado y los sec- . !tares. m,banos,. fmalidades que se desprenden claramente de .. as s1gu1entes declaraciones del año 1920: «[La,~onstitución social del país] no se alcanzará mientras )os gooiernos 1:.º se compenetren de su esencial deber de pro- .pulsd lls med10s para. que la justicia discierna sus beneficios .~ to os os rangos sociales. [ . . .] La democracia no consiste ) rolo e~b.l~ garantía de la libertad política: entraña a la vez ~ & ª. posi ihd~d ?e todos para poder alcanzar un mínimum de ;;.1enestar s1qmera».11a «En cont~c~o asiduo y directo con el pueblo, con las activi- ades ¡ostt1vas de la nación, el presidente Yrigoyen demó- rat~d e verddad, logra lo que nunca pudieron obt~ner los res1 entes e clase; la confianza y el amor de los c;..d ..anos».111 "" a~ stbldoble énfa~is ~1.1 el «bienestar» y el «contacto con el ¡· e O» ~os esta. ~hc1endo que los radícales apuntaban a lo- una mteg:ac1on política y una situación de armonía de s, mant~ruendo la es.t~ucti:~a socioeconómica existente 1 1 ' o pdromov1endo la partic1pacion política institucionalizada j ~ra. e los marcos ?e la clase gobernante tradicional. Estos }et1vos cor;npromet1er~n al gobierno con dos grupos claves: ~dase media ~e profes1~nales «dependientes», que ya antes ,,1916 se .ha~ia convertido en un elemento importante den- del rad1cahs~o, y la clase obrera urbana. Los contactos tu':º. el gobierno co.r; estos grupos modelaron su relación n la elite 1'. con el capital extranjero. La cuádruple relación .1í u7 esto dio .lugar en definitiva pasó a ocupar el proscenio tico argentmo hasta 1930. .• )robl~ma central derivó de la tendencia del gobierno ra- ·. a a almearse en demasía con los grupos urbanos; cuando 1 ,
  • 19. gunda pr·esidencia, a fines de la década del veinte, los mi- nistros se quejarían de que los hacía esperar días enteros para recibirlos, mientras se ocupaba· de una cohorte de jó- venes yiudas que venían a reclamar pensiones del gobierno. Era rarísimo encontrar una fotografía suya anterior a 1916. En ocasión de la muerte de su hermano en abril de ese año, la prensa pudo tomarle algunas fotos que revelaban incon- fundiblemente su gran estatura, aunque el rostro estaba de propósito casi totalmente cubierto por el sombrero; se dice que se oponía a que se le tomaran fotografías a causa de sus principios kraussianos, que vedaban reproducir su. «alma», pero lo más probable es que se tratara de una pequeña tra- ma urdida para explotar la curiosidad del pueblo. Cuando de~cubrió la importancia electoral de los medios masivos de .. comunicación, estas pequeñas peculiaridades prontamente : desaparecieron: en 1919 su retrato apareció en carteles pe~ gados de uno a otro extremo del país. Un militante sindical de esa época recordaba que durante un viaje que había reali- zado a las plantaciones de yerba mate, en el norte de las pro- vincias de Chaco y Misiones, con el fin de afiliar gente, sus esfuerzos tuvieron escaso éxito debido a que los trabajadores indígenas afirmaron que su corazón estaba únicamente con·· «el Padre de los Pobres», Hipólito Yrigoyen, cuya efigie conservaban como un tesoro en medallones de quincalla que les habían regalado los agentes radicales. 182 Algunas anécdotas y habladurías populares servirán para ilustrar mejor el misterio y la adulación que rodeaban a Yri- goyen. El siguiente relato, proveniente de la provincia de Mendoza, fue puesto en circulación por un opositor en 1919; se refiere a la relación del Presidente con el líder radical de · esa provincia, José Néstor Lencinas. Parecería que solían propalarse versiones como esta, que fomentaban en zonas · de población semihispánica, como Mendoza, la visión de su líder nacional y de su caprichosa política en estos términos. anárquicamente apocalípticos: «Hace más o menos tres años, cuando se iniciaba una disi~· dencia con el señor Irigoyen, el doctor José Néstpr Lencinasr actual gobernador de Mendoza, cuya amistad fraternal con el presidente de la República es bien conocida y apreciada po · todo el país, ante mis protestas contra el mal gobernante m hizo una revelación; me dijo ·textualmente: "Yo tambié .. protestaba contra,Irigoyen, pero hace cuatro noches, cuando me estaba quedando dormido, me habló al oído la voz de un 114 . alma muy que~ida: la de mi ~ermano Santiago, y esa voz, en. la forma eterea del magnetismo, me dijo: 'El presidente In~oyen no es Hipólito Irigoyen. Nuestro .naestro nuestro a.migo, nuestr~ ~pós~ol, se encuentra actualmente ;n el par- tido de Gualillm, cmdando una majada de ovejas. El 12 de octubre d~ 191~ terminó su misión partidaria y patriótica. · En ese mismo dia llegó de la India para reencarnarse en su · ~nvoltura hum~na Joaquín Chrisnamurty, alias Alcione, un . JOV~n d~ 28 anos, un verdadero pozo de ciencia, que en la . U;iiversidad de Oxford, a los 14 años de edad escribió en 8 ·dí~s un marav~lloso libro científico, en cuya ;edacción cual- quier otro hubie;a ,necesitado 3.000 años; este Chrisnamurty ·• es el_.segu~,do D10~. Puede usted creerme", agregó el doctor Lencma~;. cualquier cosa que haga desde la presidencia será para felicidad de todos nosotr?s; El podrá destruir al país, pero se~uramente lo reconstrmra meior. Es posible que las generacione~ actuales no .le comprendan, pero cuando dentro de,2.00.~ anos la ,humamdad estudie historia argentina, ten- dra nocion verdadera de este milagroso mandatario"».183 ; Estas ext~avagandas eran poco frecuentes, pero hasta en Buenos Alres aparecían con cierta asiduidad en las reunio- nes públicas, f.anáticos que gritaban frenéti~amente: <<'Yri- goyeµ es un d10s!». Esta apelación puramente simbólic~ tal vez. cumplió algún papel en la movilización de apoyo a los radicales en las zonas más atrasadas del país pero en las ciu- . dades el proselitis!11o se basaba por lo gen;ral en cosas más concr.e,tas y materiales, como lo indica el siguiente ejemplo, tambien dado a conocer por una persona hostil a los radicales (aunque no debe tomárselo al pie de la letra) : •. «E!a el señor Irigoyen un asiduo concurrente a la casa de banas de la calle Suipacha El Palacio Arabe. [...] Todo ·e~ personal sub~lterno de la casa tenía una especie de adora- :~1011 por ese cliente, que lo trataba con gran amabilidad fi- ;nez~ y cortesía, no olvid~ndose nunca de interesarse por 'sus f.a~ihas, sus cosas y necesidades. Es unánime la opinión, entre q~1e~es alguna ;rez h~blaron con él, de que sabía usar de su ?on iz:~ato de simpatia en las conversaciones, así como de la ~ugestion a la que pocos escapaban. . }>Cuando fu.e presi~ente la primera vez, dejó de concurrir, ~ramente abs~rbido por la atención de sus tareas. [ ...] arios de sus amigos continuaban concurriendo en su calidad e clientes del establecimiento. Entre ellos se contaba el se-
  • 20. @¡4JJLJ$.ii;; líl est~ come~ó .ª poner en peligro la relación de la élite- con ir cap;tal extran1e~o y 'los mercados de ultramar, desencadeír ommosas expresiones de conflicto político. Las dos crisis f e· dam~ntales q?e sufrió el gobierno radical, en 1919 y 19f se;: vl?culan cU:ecta~ei:te ~ ,un proceso de esta índole. Al pr pio tiempo, dicha mclinacion de los radicales hacia los sedt res urb,:tnos motivó la supervivencia del conservadorismo' estos· anos Y fue la causa de que el intento de la élite d.elegar en aquellos la supervisión de sus intereses termina' finalmente en el fracaso. ·ri. Las técnicas del liderazgo popular ;A Ha~, sin em~argo, un aspecto en el cual el advenimiento .,Ji gob,i~rno radic~l marcó un cambio revolucionario en el estilo polltl~o argentino. La atmósfera cerrada y formal de la oli; garqma fue muy pronto barrida por una oleada de eufori~ popular. Cuar:do Yri~oyen prestó su juramento, el carruaj~ r que lo condu~ia fue tirado a lo largo de las calles por adictos suyos proveruentes de los comités de la capital.178 Por su : empleo1 de métodos. no:redosos de conducción y su dominio so~re una masa p~rttdana co:i ra1:1Jficaciones en todo el país¡: Yngoyen se hallo en una s1tuac10n muy diferente que sus· • antecesores. Ya con Roca, Juárez Celman y Figueroa Alcort'a~ -y .en el pasado con Rosas- se había esbozado una ten-' I !) denct~ a la personalización de las cuestiones políticas pe.ro.. el estilo de Yri~o~~n confirió a este elemento una p~siciórÍ .cen~ral. Se conv:1rt10 en convencionalismo aceptado que io~·.: radicales prelu~t~ran todas ,sus declaraciones y acciones con extensos panegmcos ~.~u hder. Asimismo, los ataques más. mordaces de .la oposicion estaban reservados al .presidente En ~uenos Aires había un periódico, La Mañana (conocido·~: partir de 1919 como La Fronda) que se dedicaba exclusiva{ mente a comentar los errores y defectos de «El Peludo» ccV mo todo el mundo llamaba ya a Yrigoyen: ' :: «El ~eñor Irigoyen ~79 es un simple boss, hábil y sagaz en la~· m~ruobras del comité. ¡Orador, escritor y pensador! [No es' n:,as que] ~.ma .leyenda de mistific~ción que después de 3Q ?nos de .misterio estalla en ~l gobierno como exponente dé ignorancia, de regresión y de caudillaje».180 112 ·mismo tiempo, la personalidad de Yrigoyen siempre cau- gran fascinación. A pesar del desagrado que les producían métodos y de la envidia que tenían a su sagacidad polí- _, muchos opositores dejaban traslucir una actitud que no de mera incredulidad por la manera en que el nuevo pre- _,t)nte se defendía y manejaba. Un líder de ·1a oposición . servadora, Rodolfo Moreno, declaró en 1918: ·.n hombre que no podía salir al debate público como con- cuencia de su incapacidad y que necesitaba, para acrecentar ~:u prestigio, rodearse de misterio y esconderse rehuyendo el ~pálisis. He ahí que la fantasía popular hizo un estadista de · ien jamás pronunciara un discurso, escribiera un libro, ,P:azara un programa, tuviera un título universitario, hiciera .Yida social [ ... ] poseyera, en fin, alguna de las cualidades qiie destacan en la vida democrática, que es de discusión y de Jfüre examen».181 ~};·: Yrigoyen era, en verdad, un elemento extraño y novedoso en la política argentina. Aun después de ocupar la primera ma- •gistratura se negó a pronunciar discursos públicos; durante fo mandato se abandonó la costumbre de que el presidenté He la República dirigiera personalmente su mensaje al Con- greso al iniciarse el período de sesiones legislativas, para gran ·•disgusto de los elementos formalistas de la oposición conser- Y.adora. En lugar de ello, Yrigoyen redactaba un preámbulo al mensaje, lleno de divagaciones en su mayoría ininteligibles para los políticos corrientes (esto era a menudo intencional), y que el vicepresidente o algún otro delegado suyo leería an- . te el Congreso. Parecía dedicar la mayor parte de su tiempo a confabulaciones con sus colaboradores del partido, las cua- '· les no tenían lugar en el palacio de gobierno (la «Casa Ro- ::'sada») sino en su vieja y modesta casa cerca de Plaza Cons- • füución. Sus presentaciones en público seguían siendo muy limitadas; casi las únicas oportunidades en que se podía ver- lo era cuando concurría al funeral de algún personaje parti- dario en apariencia secundario. Los partidos opositores lla- maban a esto su necrofilia, aunque puede explicarselo por el ·alto valor que asignaba Yrigoyen a la lealtad para con sus , amistades políticas y· por el énfasis que ponía en las relacio- ,_.nes personales en su conducción del partido. : También era muy conocida su intensa vida sexual. Aunque · nunca contrajo matrimonio, dejó por lo menos una 'docena . de hijos, que tuvo con sucesivas «señoras». Durante su se-
  • 21. ñor Crovetto, que fue gobernador de la provincia de Buen Aires y presidente del Banco Hipotecario Nacional. ; »Trabajaba como pedicuro en la casa un hombre joven ape llidado Guarino, quien no era el menos expresivo en sus roa;¡ nifestaciones de adhesión al personaje. En circunstancias eni que atendía al Sr. Crovetto, se lamentó de su inasisten1) cia. . . "Y precisamente ahora que lo necesito", agregó, ·~yÍ con seguridad me hubiera atendido en el pedido que desea hacerle". "Si es algo que yo pueda trasmitirle ...", se ofreciq[ cortésmente el cliente. Guarino, animado con eso, se atrevió a explayarse. Una hermana suya se había recibido de maes~1. tra normal, y hacía meses que ambulaba inútilmente en su~ gestiones para conseguir una suplencia que le diera títulos; para poder después aspirar a un cargo de estabilidad. . . l. »Dos días después de esto, llegó con apuro a la casa de baños¡ el influyente personaje y dirigiéndose a Guarino le dijo: "Sá'¡ quese inmediatamente el delantal, póngase el saco y el som-; brero y véngase conmigo" ... Un instante después, Guarinof que no sabía lo que pasaba, iba repantigado en el asiento del· lujoso automóvil ocupando la diestra .de su protector, rumbo· a la Casa de Gobierno. ' »Llegados a ella, se dirigieron a la presidencia, y entraron. por una puerta especial sin tener que pasar por la "amansa''; dora", bullente en ese momento, como siempre, de postulan1 tes, funcionarios y legisladores que a veces tenían que esperar meses para ser recibidos. El presidente los aguardaba y al verlos entrar se dirigió rápidamente hacia Guarino y estre"·•• chándolo en un abrazo, le daba palmaditas al mismo tiempo que ]e decía, "Mi querido amigo, no sabe cuánto gusto me da verlo por acá.. Y sobre todo sabiendo por lo que me há dicho Crovetto que me necesita y que puedo atenderlo en, el pedido que viene a formularme". ,; »Mientras tanto el otro. embargado por la emoción que le.· causaba tal recibimiento nada menos que del excelentísimó; señor presidente de la República, lloraba como una Magda, · l1~na y no atinaba a pronunciar palabra alguna. Cuando logró.. calmarse algo y balbuciente aún, pudo dar detalles de lo qu{ quería. Al llamado del primer magistrado acudió un secreta';. río de Educación. Fue sacado este .de la "amansadora" en la. que había recibido la indicación de permanecer hasta que se ; le necesitara. Una vez en presencia de su jefe, este le presentó: a su "gran amigo Guarino" en términos encomiásticos, ala: bando su fidelidad y sus condiciones. En seguida le ordenó; "Vuelva a su despacho y acompáñese con este señm, a quien 116 le, entregará el nombramiento de directora de la escuela N'!. . . para su señorita hermana, fulana de tal". >>.'La cabeza le daba vueltas al protagonista. Se creía soñando 'pn un cuento de Las mil y una noches. Y más cuando al despedirlo, su poderoso amigo agregó: "Mándem~ con Cro- ;vetto una lista de parientes que necesitan empleo, y los datos 'gue les correspondan". »No fue lerdo el susodicho en el envío que se le había en- ggmendado, y desde entonces él y su beneficiada parentela, !pdividual y colectivamente, aumentaron el número de los f!Ue, como decía antes, gustosos se harían matar en defensa qe su ídolo».184 Í~te nuevo estilo de política popular ib~ acompañado de µna participación mucho mayor de los grupos urbanos, que a,ntes habían sido relegados a un papel indirecto o sólo oca- .sional. Los radicales veían en ello el síntoma de un nuevo · 'espíritu democrático; la oposición, en cambio, incluidos los · socialistas, solían describirlo como «el gobierno de la plebe», .··.·y aludían a los adeptos de los comités radicales como «la .: chusma», afirmando que sus rasgos distintivos eran una ve- nalidad totalmente fuera de lo común y .un insaciable afán ··de corrupción. · Sea como fuere. ·la presencia de estos grupos contribuyó a acelerar la lenta trasformación que venía produciéndose en ios partidos políticos desde la década del noventa. En todos ··· los planos de la política, introdujo nuevas pautas y estilos de eontacto entre los políticos y el electorado. Si se exceptúan algunas zonas remotas del interior del país, que vivían en una economía de subsistencia, en todo el resto la actividad dectoral dejó de ser cuestión de simple soborno y evolucio- ñó hasta cep.vertirse en un problema de organización. de roa- ( ·sas; una revolución paralela tuvo lugar en el arte de la pro- ..J¡aganda política, y surgió un nuevo estilo de periodismo po- , ·puiat. Por último, como reflejo de la gama mucho más am- 1plia de demandas articuladas dentro del sistema político, el · <proceso de toma de decisiones y la amplitud de las activida- cdes oficiales comenzaron a adquirir nuevas y más complejas ·dimensiones. El radicalismo siguió siendo un conglomerado híbrido; las 'disparidades regionales y de clase que llevaba en su seno y ·'que no había logrado eliminar le impidieron.cobrar la forma /R<ergáriica» a que habían aspirado los reformadores de .1912. •. En muchos aspectos continuó siendo el heredero de los par-
  • 22. ' tidos «personalistas» del pasado y comp~rtiendo :n~cha~ de , 1 las características .autoritarias de los gobiernos oligarqwcos; 1 El medio heterogéneo en que le to.có ací?ar y las deman- , · das conflictivas a que estaba sometido de¡aban una perdu- .· rabie impresión de improvisación y confusión. En 191~ ?!1º de los principales periódicos conservadores de oposic1on, La Nación, declaraba: «El Partido Radical carece de representaciones concretas en ; materia de gobierno; no podría definir sus. o?jetivos en un •· plan de acción preciso e integrado en sus dist.mt~s aspectos; · sus ideales constituyen una nebulosa, sus aspiraciones se re~ , velan según la vaguedad de virtudes ilimitadas. Su fori;na- •. ción,. por fin, es un impulso torrentoso de recuerdos _oposito- ' res y empeños revolucionarios, esencialmente negauyos ~r su propio enunciado. La única cosa ~Xistente ~ue tl~ne di-.• mensianes [ ... ] es la persona de su Jefe, el senor Ir1goyen, , d f . d t 185 . exclusivo punto e re erencta pasa o y presen e». La economía argentina durante la Primera Guerra Mundial Antes de comenzar a analizar con más detalle la relación d~J gobierno con los grupo~ urbanos, e,s i:nportante ?asar hrev:~ revista a los acontec1m1entos econom1cos de la epoca de ll! guerra y de la posguerra inmedi~ta. . , ~" Cuando Yrigoyen subió a la pres1den~ia en 19~?' el pat~ e~tl!r ha viviendo las agonías de una sena depres1on econom1 iniciada en 1913 con la sq~ita inter_!!12tl<?.~ de las inversion extranjeras,~_~a!_~e..-~!?-I~fa_b_á',·a su vt;_z, a la s_.'i;1;1s ma cferaiue:~a!rav~-~.'.1.§~_;§~~-~E~1 dese,n~-~9~!-!~ªª-E9.~ }ª- ~rra ~ ' los~Bakanes~156 Ese mismo -año la cosec!IBJ!.acaso sm1 'yo~volumen deICómetcio exterior. El !'!Stallido d_e la g1;1er; eñ agosto-der9T4 profüñdíz6 la d~~resión; las mvers_1on_ ' extranjeras cesaron por completo, ba¡o el valor de las uerr y se produjo una seria escasez de capacidad de embarque. balanza de pagos solo pudo mantenerse e9-uilibrada merce ··• una cuantiosa reducción de las importac10nes. Esta falta:· bienes importados persistió durante toda la conflagración el pi;:ríodo de posguerra, en tanto y en cuanto Gran Breta. y otros países europeos dedicaban sus recursos a la produ, 118 ción bélica. Solo después de 12!Z..n1Lci.Q.Le.QJPetatla.Arg~r1_ti:: ~n~~f*f1;~~1%a~i/Jf-l~?f!~~;~:=hraaT:ntªr· x~-~km@d.a..ds; Demañera qüe;é'n'"d::Oplanci.ecoñómico, Ja época de Ja guerra y la posguerra se dividió en dos etapas principales: la prime- ra, qi;e se extiende de 112,13 a 1917, fue un eríodo .s!t..dt-:._ Pft,SlOll; I~~!:f5LI_nd~,__<:DJte...l~.1§..x_~L~52,WlC::-~~..!kpxe.­ S10n de posguerra en 19~.!_,_i;in período de au~ori,gIDJ!.do fiiñdamentalmente en la crec1entectemanda externa de ex- portaciones argentinas. En -erprimer--p~dOhubo coñsid~ r'atíle desempleo, el cual afectó sobre todo a la clase obrera . urbana en las esferas vinculadas al sector exportador. E.&19. · se ,re~leif 7~n 0~~ aba~do~o_Atl.,]?_<:!Ís,_e.!,'.,t~_)Jl'.Ly 19J§_,__9.~~ . mas e . ex lf!.m.!grantes. -EI efecto princip;i'l'de l'.1. guerra~ más marcado en .~J _segyp- .?º-~~~ocio, fo~aa JñfJª-fiQiCEí'áuiñeñiü de pre~ios mc1 10 tanto en los artículos importados como en los na- cionales. A medida que la guerra elevaba velozmente los cos- tos de producción en Europa y se producía un súbito incre- -~ento de I?s fletes .internacionales, se elevó también el pre- 1c10 de las 1mportac10nes; en 1918 el volumen de importa- ciones había disminuido a la mitad del que se alcanzó en 1910, en tanto que los precios se incrementaron un 300 % en ese lapso.187 Los precios de los bienes internos se vieron Í ;afectados por los de las materias primas importadas; entre )os artículos primarios importados el que más sufrió este aumento fue el carbón. En 1913 se importaron más de 4 mi- llones de toneladas, cifra que se había reducido en 1916 a poco más de 700.000 toneladas. Luego de 1917 se ~era_- r ..ron nuevas presiones inflacionarias a causa del aumento .de ' :1nem~-~ª::¡ __extérña~-Cie~J?i:oduci:os--á-grÓpecuarfos;- c~~¿ -Ja oferta]2ermaneda relativamente ·iñe1ási:ka · clfrha· élemand~ JüVcíCr_ide~te.grav1tad6ñ"én.. 1Üs pr~d~;-~~i~s .c~nsumtdores ~1~: §1~ 0_e1~E<!2!8- l:{~§§ii subido un_?z_~-,~~~-r~-~P.~S!9 a ·el-~~-ádr~·-.z5·e sintetiza esta evolución empleando núme- índices y tomando como base el año 1914. Se puede ,eciar el aumento de las exportaciones luego de 1914 (sal- •en 1917, cuando fracasó la cosecha) y la paralela dismi- 'dón de las importaciones, hasta el auge de posguerra en 20. También se pone de manifiesto la forma en que se e'.varon los precios, sobre todo los de los bienes importados: :par que el volumen de importaciones se redujo, su valor . tal aumentó considerablemente.