1. LIBERALISMO
El liberalismo es una doctrina que se basa en la defensa de las iniciativas
individuales y que busca limitar la intervención del Estado en la vida
económica, social y cultural.
Se trata de un sistema filosófico y político
que promueve las libertades civiles y que se opone al despotismo. La
democracia representativa y los principios republicanos se basan en las
doctrinas liberales.
Aunque suele hablarse del liberalismo como un todo uniforme, es posible
distinguir entre distintos tipos de liberalismo. El liberalismo económico es el
más difundido ya que es defendido por las grandes corporaciones y los grupos
económicos más fuertes. Se basa en limitar la intromisión estatal en las
relaciones comerciales, promulgando la reducción de los impuestos y
eliminando las regulaciones.
El liberalismo económico cree que, al no intervenir el Estado, se garantiza la
igualdad de condiciones y se establece un mercado de competencia perfecta.
La falta de intervención del Estado, sin embargo, no permite la ayuda social (se
cancelan los subsidios, por ejemplo).
El liberalismo social, por su parte, defiende la libertad en las conductas
privadas de los individuos y en sus relaciones sociales. La legalización del
consumo de drogas está avalada por el liberalismo social.
El liberalismo político, por último, entrega el poder a los ciudadanos, quienes
eligen a sus representantes de manera libre y soberana. Los funcionarios
estatales, por lo tanto, son elegidos por el poder popular de la democracia.
Cada una de estas doctrinas del liberalismo, por supuesto, cuenta con
variantes y defensores más o menos acérrimos de las libertades promovidas.
CAPITALISMO
Tras la caída del feudalismo, el modelo económico que surgió en Europa
durante el siglo XVI y logró imponerse en esa época, fue bautizado como
capitalismo. Entre sus principales características, se encuentra el acopio de
capital como eje de la vida económica.
2. El capitalismo consiste en un régimen de bases económicas en el cual la
titularidad de los recursos de producción es de carácter privado. Estos
medios operan en base al beneficio, mientras que las decisiones financieras
se toman en función de la inversión de capital y con miras a la competencia
por los mercados de consumo y el trabajo asalariado. La clase social más alta
que se enmarca en este modelo recibe el nombre de burguesía capitalista.
La definición de capitalismo, de todas formas, no es exacta. Las democracias
liberales, por ejemplo, entienden al capitalismo como aquel sistema donde la
producción, la comercialización y los valores de bienes y servicios resultan
establecidos y condicionados por alguna forma de libre mercado.
En el capitalismo, todos los implicados actúan y se comprometen de acuerdo a
los intereses que posean: el capitalista, quien dispone de los recursos,
pretende ampliar su beneficio por medio de la acumulación y reproducción del
capital; el trabajador, por su parte, cumple con su labor para recibir una
retribución material (el salario); los consumidores buscan obtener la mayor
satisfacción o utilidad posible al momento de adquirir productos o contratar
servicios de diversa índole.
A grandes rasgos, el capitalismo se diferencia de su sistema económico
predecesor, el feudalismo, porque los capitalistas compran trabajo a los
obreros a cambio de un salario y no bajo una exigencia moralista que obligue
a las personas a trabajar de forma esclavista. Así mismo, la diferencia más
marcada entre el capitalismo y el socialismo es la existencia de la propiedad
privada como un derecho que todos los individuos tienen, en el socialismo
existe la propiedad social de los elementos de producción y el intercambio de
bienes. Cabe señalar que ningún Estado socialista mantuvo estas ideas a
rajatabla y que, la forma de imponer dicho sistema económico y social fue a
través de medidas de fuerza.
En el capitalismo la propiedad privada ocupa un lugar primordial, no sólo
consiste en el principio básico del capitalismo sino que además, gracias a él se
regulan todos los demás elementos que lo forman, tales como la libertad de
las empresas, el interés propio como motivación principal, sistema de
precios, reducida interferencia del estado en el mercado y existencia de la
competencia.
3. Si nos guiamos por lo afirmado por Ayn Rand, una de las intelectuales más
imprescindibles del siglo pasado, podemos afirmar que el capitalismo es el
único sistema económico que podría ayudar a que el ser humano se
desarrollara siguiendo las exigencias de su naturaleza: racional y libre. La
justificación moral del capitalismo residiría en que en este sistema el ser
humano tiene el derecho a la vida y a la propiedad, que Rand considera
fundamentales para desarrollarse como personas libres y que de faltar, no
podrían ejercerse ninguno de los otros derechos.
Cabe resaltar que el capitalismo ha sido criticado desde distintas corrientes del
pensamiento que lo acusan de promover la explotación, al concebir la tarea
del ser humano como una mercancía más. La propia contradicción del sistema
reside en que se ampara en medios de producción privados que funcionan con
una fuerza de trabajo de alcance colectivo: es decir, mientras que el
capitalismo se reproduce en forma colectiva, las riquezas que se logran obtener
son propiedad privada del capitalista.
Hablar del capitalismo como del sistema económico perfecto también es un
error, cabe señalar las grandes fallas que presenta, como aumento del
enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento de los más
vulnerables. De todas formas si se pudieran establecer ciertos cambios,
posiblemente la vida en sociedad mejoraría considerablemente. Bastaría con
cambiar las condiciones del intercambio de bienes y servicios, las bases del
mercado, el grado de competitividad y medidas que el estado toma en base al
mercado económico.
4. POSITIVISMO
El positivismo es un sistema filosófico que se basa en el método
experimental y que rechaza los conceptos universales y las nociones a priori.
Para los positivistas, el único conocimiento válido es el conocimiento científico
que surge de la afirmación positiva de las teorías tras la aplicación del método
científico.
El desarrollo del positivismo está vinculado a
las consecuencias de la Revolución Francesa, que convirtió al ser humano y a
la sociedad en objeto de estudio científico. Esta novedad requería de una
nueva epistemología para legitimar los conocimientos obtenidos.
El francés Augusto Comte y el británico John Stuart Mill suelen ser
señalados como los padres de esta epistemología y del positivismo en general.
Ambos sostuvieron que cualquier actividad filosófica o científica debe llevarse a
cabo mediante el análisis de los hechos reales que fueron verificados por la
experiencia.
La epistemología positivista recibió diversas críticas por parte de quienes
creían que sus objetos de estudio (como el hombre y la cultura) no podían ser
analizados con el mismo método que se utiliza en las ciencias naturales. La
creación de significado y la intencionalidad, por ejemplo, son exclusivas de los
seres humanos.
La hermenéutica fue una de las corrientes que se opuso al positivismo,
buscando la comprensión de los fenómenos y no la explicación. Bertrand
Russell y Ludwig Wittgenstein estuvieron entre los pensadores que
intentaron separar la ciencia de la metafísica.
Positivismo también es, por último, la actitud práctica, la afición excesiva a los
goces materiales y la tendencia a valor los aspectos materiales de la realidad
por sobre todas las cosas.
MARXISMO
El marxismo es una doctrina que tiene sus bases en las teorías que
desarrollaron los afamados Karl Marx y Friedrich Engels. Ambos intelectuales
de origen alemán reinterpretaron el idealismo dialéctico popularizado por
Georg Wilhelm Friedrich Hegel como materialismo dialéctico y propusieron
5. la creación de una sociedad sin distinción de clases. A las organizaciones
políticas creadas según los lineamientos de esta doctrina se las describe como
marxistas.
Cabe resaltar que además de Hegel, otros pensadores han contribuido a la
expansión del marxismo, tales los casos de Adam Smith, David Ricardo,
Ludwig Feuerbach y de los distintos exponentes del socialismo utópico
francés del siglo XIX.
La obra más importante del marxismo es “El capital” (“Das Kapital”, en
alemán). Marx publicó en vida sólo el primer tomo, que apareció en 1867. Los
tres libros restantes aparecieron entre 1885 y 1894, siendo editados por
Engels a partir de los manuscritos de Marx.
La propuesta fundamental de Marx, la que postula en “El capital” es alcanzar
una sociedad sin distinción de clases donde tanto el proceso de producción,
como las fuerzas productivas y las relaciones que surgen de la producción se
conviertan en un bien social. En esto se diferencia del capitalismo donde el
trabajo es social pero la apropiación del mismo es privado, donde se compra
trabajo por dinero.
El análisis de las sociedades de Marx estaba basado en la división de clases
propuesta por el capitalismo, la cual no coincidía en nada con la noción que el
intelectual tenía de lo que era una sociedad justa. Por un lado estaba la clase
trabajadora, a la que también llama proletariado, quienes venden su mano de
obra y reciben dinero a cambio, pero que no poseen los medios para la
producción, los principales responsables de otorgar riqueza a una sociedad
(construyen, fabrican, producen servicios, etc)a su vez esta clase se encuentra
dividida en proletariado ordinario (quienes consiguen trabajo fácilmente y
reciben un pago medianamente razonable por sus servicios)y
lumpenproletariado (aquellos que viven en la pobreza absoluta y no
consiguen trabajos estables: inmigrantes, prostitutas, mendigos, etc). La otra
clase es la burguesía a la que pertenecen quienes tienen los medios de
producción y compran el servicio del proletariado para su explotación. Esta
clase puede dividirse en burguesía muy rica y pequeña burguesía (estos
últimos son quienes emplean la mano de obra pero además deben trabajar:
comerciantes, pequeños propietarios, campesinos con poca tierra, etc).
La idea del marxismo es expropiar los medios de producción de la burguesía
y dejarlos en manos del proletariado a fin de que sean las clases trabajadoras
las únicas que se beneficien del fruto de su trabajo. De todos modos, este
análisis no incluye mecanismos de terminar con la división de clases. El
anarquismo, surgido años más tarde, se aferró a la idea de acabar con ellas, y
sus pensadores fundamentales Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin tacharon al
marxismo de incoherente al proponer una revolución dejando la existencia de
un Estado. Aseguraban que una verdadera revolución debe terminar no sólo
con las divisiones sociales de tipo económicas, sino también con las jerarquías
políticas. Sin embargo, la historia terminó dejando al anarquismo como una
utopía todavía más lejana que el propio marxismo.
6. En el campo de las religiones, el marxismo siempre ha sido totalmente
contrario a ellas. Existe una frase que dice que la religión es el opio de los
pueblos que, pese a que no se conoce si fue en verdad Marx, Nietzsche o
Mao Tse Tung quien la pronunció primero, puede definir claramente la opinión
que los marxistas y posteriormente comunistas tienen sobre las creencias
religiosas. Cabe señalar que para el marxismo la esencia de todo ser
humano se encuentra en el conjunto de sus relaciones con los demás
individuos del grupo. Relaciones que son espirituales y materiales y donde la
conciencia individual y colectiva ocupan uno de los lugares fundamentales.
Después de la muerte de Marx, ocurrida en 1883, surgieron varias divisiones
dentro del partido, una de las principales fue la de los socialdemócratas
(consideraban que el socialismo podía desarrollarse en una sociedad
capitalista y pluripartidista) y los comunistas (apelaban a la revolución como
motor para un cambio absolutamente estructural), los cuales fueron
fundamentales para el desarrollo de los hechos políticos que se vieron a
principios del siglo XX. Estos partidos se inspiraron en el marxismo para
emprender sus revoluciones. Entre las más importantes del siglo se
encontraron, la revolución bolchevique encabezada por Vladimir Lenin y
León Trotsky, que se llevó a cabo en octubre de 1917 en Rusia, resultó el
primer intento a gran escala para instalar un Estado obrero de características
socialistas. De este modo el marxismo soviético terminó transformándose en
estalinismo, un movimiento liderado por Iósif Stalin y criticado por muchos
marxistas por considerar que su espíritu es dictatorial y burocrático.
Tras la Segunda Guerra Mundial, y gracias al respaldo soviético, el Partido
Comunista logró llegar al poder en la República Popular China, Vietnam,
Alemania Oriental, Polonia, Albania y Rumania, entre otros países.
De los intelectuales marxistas más
sobresalientes del siglo XX se pueden citar a Georg Lukács, Louis Althusser
y Antonio Gramsci.
En la actualidad todavía existen muchos movimientos nacidos del marxismo,
pero la mayoría de ellos, sobre todo los que descienden de la
7. socialdemocracia, se han alejado rotundamente de las ideas de Karl Marx,
a decir verdad los revolucionarios también ya que se basan en políticas de
extorsión e imposición de nuevos regímenes sociales, rotundos e inamovibles.
No se ha conocido un Estado marxista que respete las ideas planteadas por
Marx. En su libro “Hambre y seda”, Herta Müller, hace un análisis del régimen
de Nicolae Ceauşescu donde afirma que aquella utopía que muchos
continúan buscando, el marxismo como forma política que dirija el destino de
todos los pueblos no existe y que en su lugar sí han existido numerosos casos
de gobiernos marxistas que han hostigado pueblos y asesinado a mansalva a
familias enteras. Para ella las ideas políticas no pueden medirse únicamente
desde la teoría, pues es en la práctica donde se las reconoce y puede saberse
si son imprescindibles o no. Posiblemente sólo quienes hayan vivido bajo un
régimen de la envergadura salvaje de Nicolae Ceauşescu pueden comprender
sus palabras.