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kilima 137 Noviembre 2022

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  1. 1. Queridos amigos: El robo se ha convertido en el deporte nacional. Cada cual intenta robar lo que puede, hasta el punto que los responsables del ejército, la enseñanza o la administración, de tiempo en tiempo se ven obligados a hacer un control físico para comprobar que los nombres que figuran en sus listas son correctos, es decir, responden a personas concretas que trabajan en sus respectivos departamentos. Por ejemplo, la Enseñanza ha terminado de hacer un control y ha descubierto 42 escuelas ficticias y 879 en muy malas condiciones y 2.483 nombres de maestros que en realidad no existen, pero hay algunos espabilados que se quedan con sus salarios. El anterior ministro de sanidad está acusado de haber recibido un millón de dólares para luchar contra el Covid, pero como también es aficionado a la magia, lo ha hecho desaparecer y nadie sabe qué ha sido de ellos. Esta vez los magistrados han tenido agallas para meterlo en la cárcel pero no sabemos si ha sido por el deseo de que la justicia vuelva a brillar o porque según dicen algunas personas, el actual Presidente se ha propuesto salir de nuevo elegido en las próximas elecciones que tendrán lugar en el año 2023 y ha comenzado a “barrer” todos aquellos que podrían molestarle a la hora de presentar su candidatura. Algunos posibles rivales han muerto últimamente. ¿Covid? ¿Envenenados? Cada cual da una versión diferente, pero todo es posible, razón por la cual, algunos limpian bien el vaso antes de tomar cualquier bebida y la botella tiene que abrirse en su presencia ya estén en un bar o en una residencia privada para evitar contactos que puedan provocar el envenenamiento. Todo esto podría ser verdad porque la mayoría de los ministros, jefes de empresas públicas, directores de sociedades, etc., han jugado con el dinero y se han apoderado de enormes cantidades, y sin embargo no son molestados, porque aparentemente no se han mostrado contrarios a la política del Presidente. Ahora mismo, los periódicos hablan de que ha habido grandes irregularidades en la gestión de los 363,2 millones de dólares que dio el Fondo Monetario Internacional para ayudar al país en su lucha contra la pandemia, en la que hay implicados varios colaboradores del Presidente y no sabemos si el asunto seguirá adelante o no se volverá a hablar más de ello. Hay empresas que no pagan correctamente a sus trabajadores. Algunos no han cobrado en cinco meses, otros en más de un año. Se denuncian los hechos, se publican artículos en
  2. 2. los periódicos, pero todo sigue igual. Sí, algún día cobrarán, pero ni la Inspección del Trabajo, ni las autoridades administrativas, obligarán a esas empresas para que regularicen su situación. Todo es cuestión de soltar unas propinas en los lugares adecuados y todo sigue como estaba. Por eso la gente está quemada. La rabia y el odio anida en sus corazones y cuando tienen que soportar esta situación y que todavía haya quienes vayan a robarles lo poco que tienen, es algo que no lo pueden soportar y en Lubumbashi hay barrios que se han organizado en cuadrillas de forma que si alguien intenta robar en la casa de un vecino de esa zona, a los gritos de la víctima, salen los jóvenes, agarran al ladrón y lo queman vivo allí mismo. La gente de los alrededores se escapa, deja las casas vacías, de forma que cuando llega la policía para investigar los hechos, se encuentra que no hay nadie a quien preguntar y no pueden hacer otra cosa que recoger los restos de la víctima y volver a sus cuarteles. Aquí seguimos como siempre, donde lo anormal se convierta en lo corriente de cada día. Me explico. Ayer fui al hospital a visitar a un feligrés que había sido atropellado por una moto y se encontraba inconsciente. Al llegar me encontré con que la puerta estaba cerrada y una multitud de motoristas, con cara de pocos amigos, arremolinados delante de ella. Los motoristas son los que hacen de moto-taxi para ganarse la vida. En general son jóvenes que circulan llevando dos o tres pasajeros, y no sé por qué razón, casi nunca son molestados por la policía. No sabía qué había pasado pero aquello daba a entender que los ánimos estaban crispados y que podría haber un enfrentamiento. ¿Con quién? ¿Con el personal que había cerrado la puerta?. Yo me abrí paso entre los amotinados y me dirigí directamente a la puerta para que me permitieran entrar en el hospital. No pude lograr mi propósito porque en aquel momento salió un policía metralleta en mano, chillando desaforadamente contra los motoristas y en plena discusión no se le ocurrió mejor manera de terminar el lío sino disparando al aire para dispersarlos. Yo estaba como a un metro de distancia del policía. No sé si eran balas reales o de fogueo porque el ruido de los disparos me pareció ensordecedor. Los motoristas retrocedieron unos metros, la gente corría a protegerse contra la pared del hospital, yo le hice un gesto levantando el brazo como para decirle. “basta ya”. Y efectivamente, o se le habían terminado las balas o comprendió mi gesto con el brazo, porque no volvió a disparar. Menos mal que le dio por disparar al aire, y que los motoristas se retiraron, de lo contrario, podría haberlo hecho contra nosotros, y no hubierais tenido la ocasión de leer este informe. No sería el primer caso. Yo no tenía nada que ver en el asunto y no me moví. Afortunadamente los motoristas, viendo que el policía estaba nervioso, decidieron retroceder unos metros más para despejar la entrada del hospital. Luego salieron más policías, todos ellos con cara de pocos amigos. Entré al hospital, estuve con el enfermo y a la salida, todavía estaban allá. Una mujer me pidió la dejara ir conmigo porque de esta forma no la ocurriría nada. Efectivamente, no ocurrió nada. Pasé la barrera con normalidad, desafiando las caras largas de unos y otros y a uno que estaba como más alejado del grupo le pregunté qué es lo que había sucedido. Esta fue su versión: A unos 30 Km de la parroquia, un campesino se dirigía hacia sus campos con la azada al hombro, cuando un coche que venía en dirección contraria se paró a su altura y mantuvieron una discusión. No sabía cuál era el motivo, ni si eran conocidos. Pero el que iba en coche, sacó una pistola y le disparó a bocajarro dejándole muerto. Dio la casualidad que un motorista pasaba en aquel momento y comprobó la muerte del campesino. El asesino había entrado en el coche y se
  3. 3. escapaba del lugar. El motorista no dudó un momento en seguirle al coche y por cada poblado que pasaba chillaba que el del coche era un asesino al que había que detenerle. Y siempre había algún motorista que se sumaba a la persecución. Al final serían como unos diez los que pretendían la misma causa. Pero, casualidad, una furgoneta de la policía pasaba por aquel camino y comprobó la defunción del campesino y vio también al motorista que primero había presenciado lo ocurrido. Lo persiguieron hasta la ciudad donde le alcanzaron y le detuvieron como asesino. Le quitaron la moto y la cargaron sobre la furgoneta y con el muerto se acercaron del hospital para que lo depositaran en la morgue. Los motoristas querían liberar a su compañero y a la moto. Esa era la pelea con la policía. Mientras tanto el asesino había desaparecido. Eso es lo que me contó. Leyendo este artículo puedo dar la impresión de que estoy viviendo en un peligro constante, en el que en cualquier momento me pueden dar el pase para el más allá. No es así. Hay que tener en cuenta que el Congo es un país de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, y desde donde yo vivo hasta la frontera del norte del país hay más de 2.000 Km de distancia y con unos medios de comunicación bastante primitivos ya que por ejemplo, en este momento no podemos desplazarnos a muchas capitales de provincia si no es por avión porque las carreteras están impracticables. No vivimos bajo el terror. Lo que ocurre en Kinshasa o en toda la zona del Este, no nos afecta directamente, aunque somos conscientes de que las instituciones no funcionan, que la justicia favorece principalmente a los que tienen medios y la policía y los militares actúan muchas veces de manera abusiva porque no reciben sus salarios o son muy escasos y se les permite que obren a sus anchas sin tener en cuenta los perjuicios que ocasionan a la sociedad civil. El ansia de enriquecerse para poder escapar de la pobreza es de tal categoría, que todos los medios quedan justificados para conseguir el fin, incluso arriesgando su propia vida. Así, el 11 de septiembre 50 mineros artesanales, los que trabajan por su cuenta con pico y pala, se ahogaron en un río de barro que fue causado por las lluvias torrenciales que inundaron las minas de oro de Kamituga, en la provincia del Sur-Kivu. Uno de sus responsables, decía que cada año salen de forma fraudulenta más de 30 Tn. Pero la necesidad de robar para enriquecerse no es algo que se da solo entre los que pasan hambre, sino que también los ricos intentan agrandar su fortuna. Por ejemplo, quien fue primer ministro hace unos años, Matata Mpoño, consiguió un don de 285 millones de dólares para llevar a cabo un proyecto agro-industrial, pero de todo ese dinero solo se conoce el empleo de 80 millones y ¿el resto?. Se desconoce. El asunto está ahora en los tribunales. Hablan también de un tal Abdallah Bilenge, director de la Régie des Voies Aériens, que debió ser un alumno aventajado de la escuela de magia, porque hizo desaparecer sin dejar rastro 15
  4. 4. millones de dólares. Mientras tanto, los empleados se quejan de que llevan cinco años sin cobrar sus sueldos. Y mientras la miseria reina por doquier, en el periódico de la Monuc (ONU), aparece la noticia de que Kabila, el antiguo Presidente, cobra 680.000 $ al mes y cuenta con un ejército personal para su seguridad de 2.500 agentes. Lo que ocurre aquí es difícil de entender. En la Zona Este del país, todos los días ocurren sucesos lamentables. La inseguridad es constante y el Gobierno no hace nada para remediar la situación. Es la zona en la que se pueden encontrar los minerales más cotizados como el oro, casiterita, coltán, y los países vecinos como Ruanda,. Uganda, etc., se muestran muy interesados en apropiarse de ellos ante la inoperancia del Gobierno congoleño. Nuestro Gobierno hace como que quiere instaurar la paz e impone en esa región el toque de queda para controlar mejor la población, incluso envían a esa región la tropa de élite, y hasta la Monuc habla de que va a apoyar a las tropas del gobierno, pero hasta ahora nada ha cambiado. Hay muchos intereses en juego y no hay valor suficiente para terminar con las causas que alimentan este conflicto. Hay algunos generales que venden armas y municiones al enemigo, se establecen falsas listas de combatientes que están en el frente, por ejemplo, presentan una lista de 10.000 efectivos cuando en realidad no hay más que 3.500 y los 6.500 sueldos que se cobran de más van directamente a los bolsillos del general encargado del personal, quien los “reparte” entre los de su “cuadrilla” para que todo el mundo mantenga la boca cerrada. Cada cual actúa como le viene en gana, si es que cuenta con suficientes medios para calmar las ansias de todos aquellos que tienen la posibilidad de conceder permisos o que disfrutan una cierta autoridad en el ejército o en la policía. En estas carreteras del Este, resulta peligroso circular fuera de los núcleos de población y para protegerse organizan caravanas de coches, camiones, y toda clase de vehículos que van custodiados por patrullas militares, pero a pesar de todo nunca están seguros porque en uno en el que iban 325 vehículos fueron asaltados en medio de la selva por un grupo guerrillero y mataron a 15 personas, robaron cuanto quisieron y dieron fuego a 10 camiones. Parece ser que hay senadores en el gobierno del actual Presidente que sostienen esas bandas armadas y dan órdenes al ejército para que no les ataquen a sus protegidos, a cambio de una cierta cantidad de dinero distribuido generosamente entre algunos generales, porque gracias a ellos se aprovechan de los minerales de la región y los venden en Ruanda, Uganda o a multinacionales y con el dinero de las ventas, una parte se dedica para la compra de armamento y municiones, y otra parte irá a parar al bolsillo del senador, que lo depositará en algún Banco extranjero para mayor seguridad. Pero cuando está en el Senado defenderá enérgicamente la unidad del país y el fin de los enfrentamientos para que con la paz el país pueda desarrollarse y salir de la miseria en la que está hundido. Dan a entender que son los mayores defensores del país pero son los que mantienen esas fuerzas que imponen el terror, secuestran, violan, aniquilan poblados enteros, o provocan los enfrentamientos entre las tribus. Pero no solamente se puede acusar a los guerrilleros y a los bandidos, porque en esta anarquía en la que viven sobretodo en esta zona, algunos más se aprovechan de esta desorganización para intentar sacar provecho para sus propios fines y así, dos directores de escuela se escaparon con el dinero de los alumnos, que habían pagado para
  5. 5. presentarse a los exámenes que dan acceso a la Universidad, y encima se llevaron también los boletines vírgenes que los podrían rellenar por su cuenta poniendo el sello de su establecimiento escolar y redondear de esta forma sus ganancias. Y dos maestros se presentaron en el aula en el que tenían lugar los exámenes escritos en lugar de dos alumnos a los que les reemplazaban a cambio de dinero, para hacer los exámenes, pero desgraciadamente para todos ellos, fueron descubiertos y unos fueron a la cárcel y los padres de los otros se fueron condenados a pagar una fuerte suma. Hace poco se ha producido un descarrilamiento de un tren mercancías que ha ocasionado más de 20 muertos. Normalmente, un tren mercancías es para transportar lo que su mismo nombre lo dice “mercancías”: cemento, aceite, maderas, etc. Pero aquí se aprovecha también para el transporte de pasajeros. Son personas que se arreglan con el Jefe de Estación de donde salen y pueden subirse encima de las mercancías para viajar y todo por un precio mucho más reducido que el billete normal. Viajan sin billete y el importe de lo pagado se lo queda el Jefe de Estación. Todos saben que obran mal, pero la vida está complicada y no se escatiman los medios para seguir adelante. Hay algunos periodistas que han sacado a relucir estos hechos y acusan al gobierno de indiferencia, porque al menos aparentemente no hacen nada por sancionar a los autores de las irregularidades. Dicen que estamos en una democracia, pero quien acusa al gobierno de inoperancia y de que mira hacia otro lado cuando ocurren hechos delictivos, se expone a no ver más la luz del día. Un abrazo. Xabier

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