2. .
“Un profesor trabaja para la eternidad; nadie puede predecir dónde acabará su influencia” (H.B. Adams)
“Un profesor es el que te enseña, un maestro es del que aprendes” (Anónimo)
“Enseñando aprendemos” (Séneca)
“Enseñar es aprender dos veces” (Joseph Joubert)
“Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres” (Pitágoras)
“El secreto de la educación está en el respeto al discípulo” (Ralph W. Emerson)
“La educación consiste en enseñar a los hombres, no lo que deben pensar, sino a pensar” (Calvin Goolidge)
“Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia” (Derek Bok)
“No es mejor maestro el que sabe más, sino el que mejor enseña”. (Vanceli)
“La educación y la cultura son la base del progreso y de la felicidad de los pueblos” (Anónimo)
“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida” (Pitágoras)
3. “Hay dos tipos de educación, la que te enseña a ganarte la vida y la que te enseña a vivir” (Antony de Melo)
“El buen maestro hace que el mal estudiante se convierta en bueno y el buen estudiante en superior” (Maruja
Torres)
“El principio de la educación es predicar con el ejemplo” (Turgot)
“Una cosa es saber y otra saber enseñar” (Cicerón, Marco Tulio)
“Los discípulos son la biografía del maestro” (Domingo Faustino Sarmiento)
“Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía” (John
Ruskin)
“La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace
que seamos diferentes y que nos alejemos” (Confucio)
“Enseñar no es una función vital, porque no tienen el fin en sí misma; la función vital es aprender” (Aristóteles)
“Estoy firmemente convencido de que nadie educa a otro, en el mejor de los casos, sólo propiciamos,
contagiamos que otros se eduquen a sí mismos” (Abel Pérez Rojas)
“Por cada persona que quiere enseñar, hay, aproximadamente, treinta personas que no quieren aprender”
(Walter C. Sellar)
“La tarea del educador moderno no es podar las selvas, sino regar los desiertos” (Clive Staples Lewis)
4. ¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú
llevaste por la Tierra.
Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi
ternura de todos los instantes.
Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo
de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando
me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé.
0Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es
carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a
dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más.
Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de
cada hora por él.
Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos.
Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo
poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi
vida.
¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi
doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos; pero
Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo.
Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.
Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.
Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no
lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de
cada hora.
Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda con dolor, para
saber que he corregido amando!
Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su
atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más
horas que las columnas y el oro de las escuelas ricas.
Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que enseñar y amar
intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el
costado ardiente de amor.
5. Estoy convencido de que hay que seguir trabajando
por lo que queremos, en lo que nos corresponde a
todos, creo que para eso es la vida, es construir
esperanza, abrir horizontes, tender puentes hacia
un futuro mejor, sembrar alegría y construir
esperanza invocando nuestras utopías y trabajando
tenazmente por realizarlas hasta el último día de
nuestra vida.