El Papa Francisco destaca la importancia de escuchar la Palabra de Dios a través de la lectura del Evangelio para fortalecer la fe. También habla sobre la necesidad de ser misericordiosos como Dios y tener un corazón grande que perdona en lugar de juzgar. Finalmente, enfatiza que la única confianza verdadera es en Dios y no en uno mismo o en las cosas materiales, de lo contrario se pierde la dignidad y el nombre.
2. El 17 de marzo dijo:
"La primera tarea del cristiano es escuchar la Palabra
de Dios, escuchar a Jesús, porque Él nos habla,
y Él nos salva con su Palabra.
El así también hace más robusta, más fuerte nuestra
fe”.
3. “Aprender a escuchar y mirar a Jesús”.
“En casa, ¿tenemos el Evangelio?
¿Y todos los días escuchamos a Jesús en el
Evangelio, leemos un pasaje del Evangelio?
¿O tenemos miedo de esto,
o no estamos acostumbrados?
4. Escuchar la Palabra de Jesús,
¡para nutrirnos! Esto significa que la Palabra de
Jesús es la comida más importante para el alma:
¡nos nutre el alma, nos nutre la fe!”
5. "Yo os sugiero que, cada día, dediquéis unos
minutos a leer un pasaje del Evangelio y ver
qué sucede. Escuchar a Jesús y esa Palabra
de Jesús cada día entra en nuestro corazón y
nos hace más fuertes en la fe”.
6. "Estamos invitados a escuchar a Jesús
y Jesús se manifiesta,
y con su Transfiguración nos invita a mirarlo .
Y mirar a Jesús purifica nuestros ojos y los prepara
para la vida eterna, para la visión del cielo”.
7. “tal vez nuestros ojos están un poco enfermos porque
vemos tantas cosas que no son de Jesús,
incluso que están en contra de Jesús: cosas
mundanas,
cosas que no son buenas para la luz del alma.”
Y así, esta luz se apaga lentamente y sin saberlo,
terminamos en la oscuridad interior, en la oscuridad
espiritual, en la oscuridad de la fe: a oscuras porque no
estamos acostumbrados a ver, a imaginar las cosas de
Jesús”.
8. El 17 de marzo también dijo:
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso”. Dice Jesús,
“no es fácil entender esta actitud de la misericordia”
porque estamos acostumbrados a juzgar:
“no somos personas que dan naturalmente un poco
de espacio a la comprensión y también a la
misericordia”.
9. Para ser misericordiosos se necesitan dos actitudes.
La primera es el conocimiento de sí mismo”:
saber que “tenemos tantas cosas que no son buenas:
¡somos pecadores!”. Y ante el arrepentimiento,
“la justicia de Dios… se transforma en misericordia y
perdón”. Pero es necesario avergonzarse de los
pecados.
10. Es cierto, ninguno de nosotros
ha asesinado a alguien,
pero hay tantas cosas pequeñas,
tantos pecados cotidianos,
de todos los días…
Y cuando uno piensa:
„Pero qué cosa, pero que corazón
chiquito: ¡he hecho esto contra el
Señor!‟.
¡Eso es avergonzarse!
Avergonzarse ante Dios y esta
vergüenza es una gracia:
es la gracia de ser pecadores.
Yo soy pecador y me avergüenzo
ante Ti y te pido perdón‟.
Es sencillo, pero es tan difícil
decir: „He pecado‟”.
11. A menudo, justificamos nuestro pecado
descargando la culpa sobre los demás,
como hicieron Adán y Eva.
“Quizás el otro me ayudó,
me facilitó el camino para hacerlo, ¡pero lo hice yo!
Si nosotros hacemos esto, cuántas cosas buenas
habrán, ¡porque somos humildes!”.
12. Y “con esta actitud de arrepentimiento somos más
capaces de ser misericordiosos,
porque sentimos sobre nosotros la misericordia de
Dios”,
como decimos en el Padre Nuestro:
“Perdona, como nosotros perdonamos”.
Así, “si yo no perdono,
¡estoy un poco fuera de juego!”.
13. La otra actitud para ser misericordiosos,
“es agrandar el corazón”, porque “un corazón
pequeño” y “egoísta es incapaz de misericordia”.
14. “¡Agrandar el corazón! „Pero yo soy un pecador‟.
„Mira qué cosa ha hecho éste, aquel….
¡Yo he hecho tantas! ¿Quién soy yo para juzgarlo?‟.
Esta frase: ¿„Quién soy yo para juzgar a éste?
¿Quién soy yo para hablar mal de éste?
¿Quién soy yo para? ¿Quién soy yo, que ha hecho
las mismas cosas o peores?‟.
15. ¡El corazón grande!
Y el Señor lo dice:
„¡No juzguen y no serán
juzgados! ¡No condenen y no
serán condenados!
¡Perdonen y serán perdonados!
¡Den y se les dará!‟.
¡Esta generosidad del corazón!
16. Y ¿qué cosa se les dará?
Les volcarán sobre el regazo una buena medida,
apretada, sacudida y desbordante.
Es la imagen de las personas que iban a recoger el
grano con el delantal y estiraban el delantal para
recibir más, más grano.
Si tienes el corazón grande puedes recibir más”.
17. “El corazón grande, no condena, sino perdona,
olvida” porque “Dios ha olvidado mis pecados;
Dios ha perdonado mis pecados. Agrandar el
corazón. ¡Esto es bello! Sean misericordiosos”.
18. “El hombre y la mujer misericordiosos tienen un
corazón grande, grande: perdonan siempre a los
demás
y sólo piensan en sus pecados.
„¿Has visto qué cosa ha hecho éste?‟.
„¡Tengo suficiente con aquello que he hecho yo y no
me inmiscuyo!‟.
Este es el camino de la misericordia que debemos
pedir”.
19. “Si todos nosotros, si todos los pueblos, las
personas,
las familias, los barrios, tuviésemos esta actitud,
¡cuánta paz habría en el mundo, cuanta paz en
nuestros corazones! Porque la misericordia nos
conduce a la paz. Recuerden siempre:
„¿Quién soy yo para juzgar?‟. Hay que avergonzarse y
agrandar el corazón. Que el Señor nos dé esta
gracia”.
20. El 18 de marzo dijo:
La Cuaresma, es un tiempo para “ajustar la vida”,
“para acercarse al Señor”.
" no hay que sentirse “mejor que los demás”,
como los hipócritas que “se disfrazan de buenos”
y no comprenden que “nadie es justo por sí mismo”,
puesto que todos “tenemos necesidad de ser
justificados”.
21. Todos, “tenemos necesidad de cambiar nuestra vida”,
mirar “bien en nuestra alma”
donde siempre encontraremos algo.
22. La Cuaresma es
precisamente esto, “ajustar la
vida”, acercándonos al Señor.
Porque Él,
“nos quiere cerca”
y nos asegura que
“nos espera para
perdonarnos”. Sin embargo,
el Señor quiere “un
acercamiento sincero”
y nos pone en guardia para
no ser hipócritas.
23. “¿Qué hacen los
hipócritas?
Se disfrazan, se disfrazan
de buenos:
ponen cara de imagencita,
rezan mirando hacia el
cielo, haciéndose ver,
se sienten más justos que
los demás, desprecian a
los demás. „Pero yo soy
muy católico, porque mi tío
es un gran benefactor, mi
familia es ésta,
y yo soy... he aprendido...
conocido a tal obispo,
a tal cardenal, a tal padre...
Yo soy…‟”.
24. Los hipócritas, “se sienten mejores que los demás.
Ésta es la hipocresía. El Señor dice: „No, eso no‟.
Ninguno es justo por sí mismo.
Todos tenemos necesidad de ser justificados.
Y el único que nos justifica es Jesucristo”.
25. “Debemos acercarnos al Señor, “para no ser
cristianos disfrazados, que cuando pasa esta
apariencia,
se ve la realidad, es decir que no son cristianos”.
¿que hay que hacer para no ser hipócritas?
la respuesta nos la da el propio Dios, cuando dice:
“lávense, purifíquense, alejen de mis ojos el mal de
sus acciones, dejen de hacer el mal, aprendan a hacer
el bien”.
26. “„socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano,
defiendan la causa de la viuda‟.
Ocúpense del prójimo: del enfermo, del pobre,
del que tiene necesidad, del ignorante.
Ésta es la piedra de parangón”.
27. “Los hipócritas no saben hacer esto, no pueden,
porque están tan llenos de sí mismos que están ciegos
para mirar a los demás. Cuando uno camina un poco
y se acerca al Señor, la luz del Señor le hace ver estas
cosas y va a ayudar a los hermanos.
Éste es el signo, éste es el signo de la conversión”.
28. "Ciertamente esta no es toda la conversión”, pues
esta es, en efecto, “el encuentro con Jesucristo”, pero
“el signo de que nosotros estamos con Jesucristo es
éste: atender a los hermanos, a los pobres, a los
enfermos,
como el Señor nos enseña”.
29. “La Cuaresma es para ajustar la vida, organizar la
vida, cambiar la vida, para acercarnos al Señor.
El signo de que estamos lejos del Señor es la
hipocresía.
El hipócrita no tiene necesidad del Señor,
se salva por sí mismo, así piensa, y se viste de santo”.
30. “El signo de que nosotros nos
acercamos al Señor con la
penitencia, pidiendo perdón, es
que nosotros cuidamos a
nuestros hermanos
necesitados”.
“Que el Señor nos de a todos luz
y coraje:
luz para conocer lo que sucede
dentro de nosotros
y coraje para convertirnos, para
acercarnos al Señor.
¡Es hermoso estar cerca del
Señor!”.
31. El 21 de marzo dijo:
Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su
apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del
Señor!”.
“el hombre que confía en sí mismo” será como
“un matorral en la estepa”, condenado por la aridez a
quedarse sin frutos y a morir.
32. Quién confía en el Señor “es como un árbol plantado
al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la
corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se
mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía
y nunca deja de dar fruto”.
33. “Solamente en el Señor nuestra confianza está
segura. Otras confianzas no sirven, no nos salvan, no
nos dan vida, no nos dan alegría”.
“nos gusta confiar en nosotros mismos, confiar en
aquel amigo o confiar en aquella situación buena que
tengo o en aquella ideología" y "el Señor se queda un
poco de lado”.
34. Esto, hace que el hombre se encierre en sí mismo,
“sin horizontes, sin puertas abiertas, sin ventanas”
y “no tendrá salvación, no puede salvarse a sí mismo”.
Eso le sucedió al rico del Evangelio, que tenía todo,
"era tan feliz"; pero "no se daba cuenta que en la
puerta de su casa, cubierto de llagas”, yacía un pobre.
35. El Evangelio dice el nombre del pobre: se llamaba
Lázaro. Mientras que el rico “no tiene nombre”.
“Esta es la maldición más fuerte de aquel que confía
en sí mismo o en las fuerzas, en las posibilidades de
los hombres y no en Dios: perder el nombre.
36. ¿Cómo te llamas?
Cuenta número tal, en el
banco tal. ¿Cómo te llamas?
Tantas propiedades, tantas
casas, tantas...
¿Cómo te llamas?
Las cosas que tenemos, los
ídolos. Y tú confías en aquello.
Este hombre es maldito”.
“Todos nosotros tenemos
esta debilidad, esta fragilidad
de poner nuestras esperanzas
en nosotros mismos o en los
amigos o sólo en las
posibilidades humanas y nos
olvidamos del Señor. Y esto
nos conduce por el camino…
de la infelicidad”:
37. “¿Dónde está mi confianza?
¿En el Señor o soy un pagano, que confío en las
cosas,
en los ídolos que me he construido?
¿Tengo todavía un nombre o he comenzado a perder
el nombre y me llamo „Yo‟?
Yo, mí, conmigo, para mí,
¿sólo yo? Para mí, para mí… siempre aquel egoísmo:
„Yo‟. Esto no nos trae salvación”.
38. Sin embargo, “al final hay una puerta de esperanza”
para aquellos que confían en sí mismos y
“han perdido el nombre”:
Al final hay siempre una posibilidad.
Y este hombre, cuando se dio cuenta que había perdido
el nombre, había perdido todo, todo, levantó los ojos y
dijo una sola palabra: „Padre‟. Y la respuesta de Dios
fue una sola palabra: „¡Hijo!‟.
39. Si alguno de nosotros en la vida, por solo confiarnos en
el hombre y en nosotros mismos, terminamos por perder
el nombre, por perder esta dignidad, ahora existe la
posibilidad de decir esta palabra que es más que mágica,
es más,
es fuerte: „Padre‟.
Él nos espera siempre para abrir una puerta que
nosotros no vemos y nos dirá: „Hijo‟.
Pidamos al Señor la gracia que nos dé a todos la
sabiduría de tener confianza sólo en Él,
no en las cosas, en las fuerzas humanas, sólo en Él”.
40. El 21 de marzo hablando del Evangelio en el que
Jesús relata la parábola de los viñaderos homicidas,
dijo:
41. Jesús se dirige para hacerles comprender “dónde han
caído”
por no tener “el corazón abierto a la Palabra de Dios”.
“este es el drama de esta gente, ¡y también nuestro
drama! Se adueñaron de la Palabra de Dios.
42. Y la Palabra de Dios se vuelve palabra de ellos,
una palabra según su interés, sus ideologías, sus
teologías…
pero a su servicio. Y cada uno la interpreta según su
propia voluntad, según su propio interés.
Éste es el drama de este pueblo.
Y para conservar esto, asesinan. Esto sucedió a
Jesús”.
43. “Los jefes de los sacerdotes y de los fariseos
comprendieron que hablaba de ellos cuando
escucharon esta palabra de Jesús. Trataron de
capturarlo y hacerlo morir”.
De este modo “la Palabra de Dios se vuelve muerta,
se vuelve prisionera, el Espíritu Santo está enjaulado
en los deseos de cada uno de ellos”.
44. Es exactamente lo que nos sucede a nosotros,
“cuando no estamos abiertos a la novedad de la
Palabra de Dios, cuando no somos obedientes a la
Palabra de Dios”.
45. “Pero hay una frase que nos
da esperanza.
La Palabra de Dios está
muerta en el corazón de esta
gente; ¡también puede morir
en nuestro corazón!
Pero no termina,
porque está viva en el
corazón de los sencillos,
de los humildes,
del pueblo de Dios.
Trataban de capturarlo,
pero tuvieron miedo de la
muchedumbre del pueblo de
Dios, porque lo consideraba
un profeta”.
46. “esa muchedumbre sencilla – que iba detrás de
Jesús, porque lo que Jesús decía les hacía bien al
corazón,
daba calor al corazón – esta gente no se había
equivocado:
no usaba la Palabra de Dios para su propio interés.
Sentía y trataba de ser un poco más buena”.
¿“Y nosotros, qué podemos hacer para no matar la
Palabra de Dios”, para “ser dóciles”, “para no enjaular
47. “Ésta es la actitud de quien quiere escuchar la Palabra
de Dios: primero, humildad; segundo, oración.
Esta gente no rezaba.
No tenía necesidad de rezar. Se sentían seguros, se
sentían fuertes, se sentían „dioses‟. Humildad y
oración:
con la humildad y la oración vamos adelante para
escuchar la Palabra de Dios y obedecerle”.
48. “Humildad y oración en la Iglesia, y así, no nos
sucederá a nosotros lo que le pasó a esta gente: no
mataremos para defender la Palabra de Dios, esa
palabra que nosotros creemos que es la Palabra de
Dios, pero que es una palabra totalmente alterada por
nosotros”.
49. El 23 de marzo en sus
palabras previas al rezo del
Ángelus dominical,
reflexionando en el
Evangelio de Jesús con la
samaritana, dijo:
“el encuentro de Jesús con
la mujer samaritana,
sucedido en Sicar, junto a un
antiguo pozo donde la mujer
iba cada día, para sacar
agua.
Aquel día se encontró a
Jesús, sentado,
„fatigado por el viaje‟.
El inmediatamente le dice:
„dame de beber‟”.
50. “De este modo supera las barreras de hostilidad,
que existían entre judíos y samaritanos y rompe los
esquemas del prejuicio en frente a las mujeres.
El simple pedido de Jesús es el inicio de un dialogo
sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza,
entra en el mundo interior de una persona a la cual,
según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera
que haberle dirigido la palabra”.
51. “Pero Jesús lo hace, ¿eh?
Jesús no tiene miedo.
Jesús cuando ve una
persona va adelante
porque ama,
nos ama a todos,
no pasa de largo jamás
ante una persona por
prejuicios. Jesús pone a la
samaritana frente a su
realidad,
no juzgándola sino
haciéndola sentir
considerada, reconocida,
y suscitando así en ella el
deseo de ir más allá de la
rutina cotidiana”.
52. “La sed de Jesús “era una sed no tanto de agua,
sino de encontrar un alma sedienta.
Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana
para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en
evidencia la sed que había en ella misma”.
53. “La mujer queda tocada por este encuentro:
dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos
tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos”.
54. “¡también nosotros tenemos
tantas preguntas para hacer,
pero no encontramos el
coraje de dirigirlas a Jesús!
La Cuaresma es el tiempo
oportuno para mirarse dentro,
para hacer surgir nuestros
deseos espirituales más
verdaderos y pedir la ayuda
del Señor en la oración.
El ejemplo de la samaritana
nos invita a expresarnos así:
„Jesús dame de esa agua así
no tendré más sed‟”.
55. “La misericordia es más grande que el prejuicio,
esto tenemos que aprenderlo bien, ¿eh?
La misericordia es más grande que el prejuicio
y Jesús es tan misericordioso, tanto.
56. “El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que
la mujer fue transformada: „dejó su cántaro‟
y corre a la ciudad a contar su experiencia
extraordinaria. He encontrado un hombre que me ha
dicho todas la cosas que yo he hecho, quizás es el
Mesías”.
57. “¡Estaba entusiasmada! Había ido a buscar agua del
pozo,
y ha encontrado otra agua, el agua viva de la
misericordia que salta hasta la vida eterna. ¡Ha
encontrado el agua que buscaba desde siempre!, corre
al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba,
y anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le ha
cambiado la vida”.
58. “Porque cada encuentro con Jesús, nos cambia la
vida, siempre un paso más adelante, un paso más
cerca de Dios. Y así cada encuentro con Jesús nos
cambia la vida.
Siempre, ¿eh? ¡Siempre es así!”.
En este Evangelio, “encontramos también nosotros el
estímulo para „dejar nuestro cántaro‟,
símbolo de todo lo que aparentemente es importante,
pero que pierde valor frente al „amor de Dios‟.
59. Todos tenemos uno, todos tenemos uno o más de
uno, ¿eh? Yo les pregunto a ustedes, también a mí:
¿cuál es tu cántaro interior, aquel que te pesa,
aquel que te aleja de Dios? Dejémoslo un poco aparte
y con el corazón sintamos la voz de Jesús que nos
ofrece otra agua, otra agua que nos acerca al Señor”.
60. “Estamos llamados a redescubrir la importancia
y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el
bautismo y como la samaritana, ha dar testimonio a
nuestros hermanos de la alegría del encuentro con
Jesús; testimoniar la alegría del encuentro”.
61. “Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida.
También cada encuentro con Jesús nos llena de
alegría, aquella alegría interior que nos viene.
Y así el Señor hace estas cosas maravillosas.
El Señor sabe actuar en nuestro corazón cuando
nosotros somos valientes y dejamos aparte nuestro
cántaro”.
62. El 17 de marzo dijo a obispos:
"Ustedes, no tengan miedo de hacer esta contribución a
la Iglesia para el bien de toda la sociedad...
Pero si no existe la piedad, hoy en día hay pocas
posibilidades de entrar en un mundo de „heridos‟ que
necesitan comprensión, perdón, y amor. Por esto no me
canso de llamar a toda la Iglesia a la „Revolución de la
Ternura‟”.
63. "No se pretende sólo una evangelización
especializada ya que hay que hacer de cada
cristiano un protagonista porque si una persona
experimenta verdaderamente el amor de Dios que
salva,
no tardará mucho tiempo en salir a proclamarlo, no
esperará a que le den grandes lecciones o
64. " Cada cristiano es un misionero en la medida
en la que encuentra el amor de Dios en
Jesucristo...
en todos los bautizados es el Espíritu el que
lleva a evangelizar”.
65. El triple lugar que el
obispo debe
desempeñar con sus
fieles es: al frente, para
mostrar el camino a su
pueblo, en el centro
para mantenerlo unido y
neutralizar estampidas,
y detrás, para que nadie
llegue tarde o se
extravíe”.
66. “En cualquier caso, sean hombres capaces de
sostener, con amor y paciencia, los pasos de
Dios en su pueblo y valoren todo lo que le
mantenga unido, teniendo cuidado con los
posibles peligros,
pero sobre todo haced crecer la esperanza:
¡que haya sol y luz en los corazones!”
67. El 19 de marzo día de San
José dijo:
El sello distintivo de San
José, su gran misión;
es ser custodio.
La misión de San José es sin
duda única e irrepetible,
porque Jesús es
absolutamente único. Y sin
embargo, en su custodia a
Jesús, educándolo a crecer
en edad, sabiduría y gracia,
él fue un modelo para todos
los educadores,
especialmente para cada
padre.
68. San José es el modelo del educador y del papá, del
padre. Encomiendo a su protección a todos los
padres,
los sacerdotes -que son padres, ¡eh!- y los que tienen
un papel educativo en la Iglesia y en la sociedad.
69. Para los padres pido la gracia de estar siempre muy
cerca de sus hijos, dejándolos crecer, pero de estar
muy cercanos, ¿eh? Ellos tienen necesidad de ustedes,
de su presencia, de su cercanía, de su amor. Sean para
ellos como San José: custodios de su crecimiento en
edad, sabiduría y gracia. Custodios de su camino,
educadores. Y caminen con ellos. Y con esta cercanía
serán verdaderos educadores. Gracias por todo lo que
hacen por su hijos, ¡gracias!
70. Que San José los bendiga y los acompañe.
También algunos de nosotros hemos perdido al papá, se
ha ido, el Señor lo ha llamado… Podemos rezar por todos
los papás del mundo, para los papás vivos y también por
aquellos difuntos y por los nuestros, y podemos hacerlo
juntos, cada uno recordando a su papá, si está vivo o
está muerto.
Y recemos al grande Papá de todos nosotros, el Padre,
un Padre nuestro por nuestros papás: Padre nuestro…
¡Y tantas felicidades a los papás!
71. El 21 de marzo dijo:
los hijos son considerados “material de
descarte”, frente a la extendida
anticoncepción.
“A los niños, se los manda al remitente para
que no nazcan. Y a los jóvenes se los excluye
del sistema. ¡Estos jóvenes son candidatos a
la amargura y al suicidio!”.
72. “Hay que saber releer esto. Yo se lo adjudico en gran
parte al sistema de libre mercado que va excluyendo lo
que no sirve, sean los viejos o sean los chicos.
¡Estamos sacrificando las dos puntas, que son la
fuerza de un pueblo!”.
73. “el camino educativo es el único que puede prevenir el
desastre de la juventud por la drogadicción”.
“La educación y el deporte. El deporte es sano;
hay que practicarlo en cualquier lado, en la esquina de
casa o en el potrero.”
74. Recuerdo que los primeros cinco años de la primaria
los hice en un colegio del Estado, donde la maestra y
los padres dialogaban,
y los niños eran cuidados en la escuela y en la casa.
Esto que digo no es nostalgia, sino valores que se
expresaban de aquella manera. El deporte te enseña
generosidad, honestidad, a no mentir, a no trampear. No
concibo una educación sin deporte”.
75. En twitter dijo:
Aprendamos a decir “gracias” a Dios, a los
demás. Lo enseñamos a los niños, pero luego lo
olvidamos.
76. La enfermedad y la muerte no son tabú.
Son realidades que debemos afrontar en presencia de
Jesús.
77. Jesús es nuestra esperanza. Nada, ni siquiera el mal
y la muerte, podrá separarnos
de la fuerza salvífica de su Amor.
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Servicio Gratuito.
Que Dios te llene de bendiciones.
Y que permanezcamos unidos en el amor a
Jesús.