1. Prlmavera'84IMARIEL13
Include . e Out
M
Guillermo Cabrera Infante
Estuve tentado de titular esta mi intervención
(otra cosa no pOdla ser) imitando al inolvidable
Nick el Griego de Kiss me Deadly con su
exclamación entre sorprendida y aliviada en un
bufido: "BABABOOM." Pero pudo más la
exactitud y la exactitud bien entendida comienza,
como la caridad, por casa: una palabra como 'una
casa que es una casa de palabras. ¿Qué significa
boom, con simples minúsculas? Mi diccionario .
Collins, que pertenece en realidad al viejo Collins,
fabricante del machete de su nombre, padre de
Wilkie y abuelo de Joan Collins, tan deliciosa
como el tom collins que también inventó Old
Collins, dice Collins, ahora concocter de palabras,
cotelero, barbman, que boom, con minúscula,
quiere decir prosperar o causar prosperidad
vigorosa y rápida. ¿Tal vez nuestro boom, con be
de caja baja, quiera decir tal? También es un
ruido resonante y remoto. Creo que nos
acercamos a la diana de definición, ya que este
boom, todavía bajO, es comparado al retumbar del
trueno y a la salva de artillería, ambos ruidos
vacíos. Es además un periodo de gran crecimiento
económico. Pero más abajo se dice
misteriosamente que el boom, bien bajo, es una
barrera a una vla de agua. No encuentro más
definiciones dadas por Collins en su último
diccionario, pero senalo que la palabra va seguida
de otras dos que son apósitas y australianas:
boomer, canguro macho grande y boornerang,
que en su segunda acepción mi diccionario define
como una acción o declaración que retrocede
inesperadamente hasta su origen, causando de
paso dano al lanzador. Hay una palabra última o
ultimante: backfire, que como ustedes saben se
puede traducir por escape -como en la frase
ruido de escape, que es un pedo mecánico.
¿Pero qué quiere decir Boom, con mayúscula,
referido además a la literatura y en concreto a la
literatura latinoamericana? Antes de responder
quiero hacer otra pregunta, esta vez nada
retórica: ¿Qué quiere decir exactamente
latinoamericano? (Observen que al revés de ese
desastre que es Sartre (*) no pregunto ¿qué es la
literatura?) ¿Por qué esa América siempre tiene
que llevar ese calificativo por delante -o por
detrás? Hispanoamérica , lberoamérica, América
Latina- la última combinación , la más sonora, es
la más absurda . ¿Qué quiere decir aqul el
adjetivo latino? ¿Que h'abitamos el Lacio acaso?
¿Qué somos descendientes de Roma , hijos del
romance? La Latina de América debe de venir de
lata porque es eso lo que da. A menudo me dicen
que soy un escritor latinoamericano y si bien
acepto que me califiquen de escritor, capricho
cubano, no puedo admitir que me llamen latino. I
am not a Latin from Manhaltan but a Cuban from
Havana and I don't know that Señorita Donahue
who I,kes to call herself Dolores when she sings.
.'
JUAN BOZA: Caña Brava. Mayombero. (De la serie "El
Monte"). Técnica mixta, 1984.
Pero ¿hay algo más distinto a un cubano' que u,n
mexicano o un hijo de Nicaragua aunque sea
cardenal? Habrá cierto parecidO entre un cubano
'
y un dominicano (después de todo Cuba y la
Hispaniola fueron descubiertas por Colón de un
solo viaje) pero no máS que el que hay entre un
guatemalteco y un panameno, divididos por el
canal. Y si Cuba y Puerto Rico son de un pájaro
las dos alas, lo cierto es que todas las balas
parece recibirlas Cuba -o al menos los cubanos.
Aunque es cierto que los músicos puertorriquenos
de Nueva York junto con cubanos, exiliados todos,
han ganado una herencia musical que Cuba
derrochó y la han enriquecido en esa salsa que
suena exactamente como percutía La Habana
cerca de 1950. Pero esto es puro mimetismo: ni
siquiera los ancestros son los mismos. Así el único
isla
país que se parece en América a la
en que nacl es ese continente dentro de un
continente que' se llama Brasil, el genio enorme
metido en una botella verde. Pero Brasil no se
parece ni a Venezuela ni a Colombia ni al Perú,
,con los que tierre fronteras, ni mucho menos a
Bolivia, país hecho de estano. Paraguay y
Uruguay, como un verso de Lorca, riman en ay,
pero ahí termina toda relación posible. Los
uruguayos hablan como los argentinos (o tal vez
seria mejor decir que dominan el idioma de
Buenos Aires) y a menudo se acercan tanto que
logran un parecido que termina por ser identidad.
Asl escritores uruguayos como Horacio Quiroga y
Felisberto Hernández han acabado por adoptar la
nacionalidad argentina después de muertos -o
por lo menos así se declara en ciertos manuales
literarios que más bien parecen oficinas -de
pasaportes y patentes.
,
¿Qué queda? Ah sí, preguntarse en qué se
parecen Ecuador y Chile excepto en compartir,
como mitades de pan a la salchicha, a Perú con
mostaza. Ningún pals americano quiere parecerse
a esa minúscula república, maravillosa y original,
que fue la primera en esta parte del mundo en
liberarse de Europa, que tuvo preSidentes
'tempranos y reyestardtos, tiranosy cuidada nos,
que inventó el vodú, creó los zombles y recreó la
pintura primitiva. Todos ustedes han adivinado ya
que hablo de Haitl. Esa república en que Baby
-Doc obeso hereda a Papa Doc siniestro no
pertenece a América Latina, ni siquiera parece
quedar en América. ¿Son latinos los haitianos?
¿Es América Latina? ¿Es latina la palabra latina?
Nadie sabe. Ni siquiera se sabe cuándo se
empezó a usar un calificativo que parece
prestigioso y es en realidad una caricatura. Pero
alguien tan americano como José Martl; ya en la
segunda mitad del siglO XIX, se vela obligado a
hablar de Nuestra América. Es evidente que no
quería o no podla hablar de nuestra América
Latina. (Irónicamente, Mart! hacia esta distinción
' .
dos anos antes de que el congreso
norteamericano votara unánimemente decl2lrar a
Norteamérica los "Estados Unidos de América".
En Londres, donde resido, en Inglaterra, de cuya
' reina Isabel 11 soy súbdito (y que Dios y mi
derecho me guarden asl por muchos anos"),
alguien osó presentarme como un escritor
latinoamericano y tuve que decir enseguida con
ascendente esprit de I'escalier (afortunadamente
estábamos en un descanso) que yo no era un
escritor latinoamericano. "Soy inglés," precisé y
anadí: "Soy el único escritor inglés que escribe en
espanol. Además puedo hablar en la escalera."
The daring middle-age writer on the flying
landing. Pobrecito hablador en dos idiomas
diversos y' una sola lengua verdadera.
.Meanwhile, back
the Boom! están sus
2. PrllIUIyere '84IMARIEU4
orlgenes. ¿Quién inventó esa cosa loca, el Boom
con mayúscula? La primera vez que vi la palabra
más grande que en el diccionario fue en Boom
Town, la pellcula de la Metro Goldwyn Mayer, con
la belleza eterna todavla no marchita de Hedy
Lamarr, acompanada la lívida vienesa por Clark
Gable y Spencer Tracy, ellos dos siempre con el
fango por las rodillas, sólo que ese lodo trajo
polvo de estrellas y era, por supuesto, oro negro,
petróleo. ese maná americano invertido que sube
del suelo cuando todavla no era santo óleo de
Arabia. Pero qué me iba a interesar la frase
Boom Town y mucho menos la palabra Boom, con
mayúscula, cuando estaba La lamarr mayor que
las palabras, eHa que sabia a Viena, una ciudad
que significaba entonces pasteles, valses y el
Danubio Azul y no un extrano caso del Dr. Freud,
un alienista enajenado por la literatura que
terminó por reducir los complejos problemas de
las relaciones humanas a un simple drama griego
estrenado hace 2,500 anos. Pero ¿quién inventó
'el Boom? Ciertamente no el Profesor Freud, a
pesar del boom de la psiquiatrla que crea
pacientes americanos más rápido que Castro (éste
es el otro) fabrica sofás en USA. Tampoco Mr.
Mayer, inventor de la MGM. Ni Goldwyn que
inventó a Mayer. Ni mucho menos Metro que
produjo Boom Town. Nuestro Boom para nuestra
América fue inventado en Buenos Aires -o en
esa otra capital de Argentina que es París. Fue en
una revista bonaerense, Primera Plana, en el ano
de gracia y desgracia de 1967, que vi por
primera vez la palabra Boom con mayúscula y
asociada a la literatura, concretamente a la novela
escrita más o menos en espanol desde el Río
Grande hasta la Patagonia. No sé por qué oscura
razón figuraba yo en una relación más o menos
exhaustiva -después de todo no habla por qué
cansarse componiendo esa lista: los nombres
elegidos eran sólo tres o cuatro, tal ,vez cinco, que
es un número mágico- de novelistas mas o
menos exiliados. Ciertamente yo era un verdadero
- exiliado pero no era un novelista, ni siquiera
habla publicado una novela ya que Tres tristes
tigres, impresa en ese ano fatal de 1967, nunca
fue novela y. siempre fue libro. Al menos asl lo
quise yo. Pero el escritor propone y el editor
fuera
dispone y fue éste quien decretó que
de ahora en adelante una novela. Fue esa revista
que dictaminó que ese libro mío debía figurar en
su lista y asoció mi nombre con el Boom. Desde
entonces el Boom fue para mi una invención
tango, solo que más ruidosa
argentina, como
aunque menos rltmica.
Hace apenas una semana tuve la ocasión de
encontrarme en Caracas, conminado por mis
editores espanoles, con el periodista del Rlo de la
Plata, ahora más poderoso en Venezuela que en
Argentina, tal vez porque el pals de la arepa es
más rico que la zona del m,ate. Hablé con este
periodista y antes de poder preguntarle (no hay
nadie más rápido en contestar que un
entrevistador) me dijo que yo estaba equivocado,
que él no habla inventado el Boom, con
mayúscula, llÍ la frase mágica "el Boom de la
novela latinoamericana." Esta invención infernal
la habla creado (y aqul su booming voice se
convirtió en susurro) Emir Rodrlguez Monegal en
Parls' en su revista Mundo Nuevo; Yo conozco
desde 1966 a Emir Rodrlguez Monegal, me
considero su amigo, he visitado París innúmeras
veces desde 1960 y colaboré en Mundo Nuevo
desde 1967 hasta el cambio en 1968, que es una
larga vida para una revista considerando el
barraje de propaganda adversa a que fue
sometida esa publicación desde su fundación -y
antes. Digo antes porque ya en 1965, de visita en
embajada de. Cuba en Parls, su consejero (no
conserje) cultural me confió que se preparaba una
máquina de magazine llamada con el terrible
nombre de Mundo Nuevo (tal vez, pienso, si la
.revista se hubiera llamado Nuevo Mundo otra
cosa hubiera sido), dirigida por un hombre cuyo
solo apellido era siniestro: Monegal. Sonaba a
Gothic horror: Melmoth, Udolfo, Otranto. No
olvidé este nombre maldito, no olvidé la revista
condenada antes de nacer, ni siquiera olvidé la
entrevista con el agregado acultural. Pero cuando
conocl a Monegal me pareCió todo menos
siniestro. Es más ,ni siquiera era zurdo. Era tal
vez un poco absurdo, a South American in Paris
que no era argentino aunque bailaba el tango con
pies tan sutiles que desmentlan su estatura y su
peso. Pueda confesar que entonces ni después 01
el estruendo del Boom en Mundo Nuevo. Me
resisto, por otra parte, a considera a Emir
Rodrlguez Monegal capaz de inventarla pólvora, "
el mosquete de pedernal y la
Para mí
el Boom fue siempre un ruido obsceno entr'e las
letras, pura publicidad
si se quiere
desleal.
rn
-o
¿Qué es el Boom? YO no lo sé. Pero sí sé qué
no es. No es ni un movimiento literario ni una
nueva' concepción de la novela ni la conCiencia de
América que balbucea espanol. Quiero hablar sin
embargo de una congregación que conocí y a la
que muchos, incluyendo sus miembros, han
llamado Boom. No hace falta saber quién inventó
el nombre: por sus obras los conoceréis '-y no
me refiero a obras literarias. Se ha sena lado
1967 como el ano del nacimiento del Boom. Es
decir del momento en que crlticos que pU.eden
leer sin mover los labios (y son mucho menos de
lo que pueda pensar) observaron que en la
América más o menos hispánica había dos o tres
libros (fljense que no hablo de escritores sino de
libros, aunque hay críticos, más de lo que se
piensan, que no leen libros sino autores) que se
podían leer sin sonrojo, ausencia de bochorno en
la cara del critico no en la de los escritores. Ese
ano el mal lograda Miguel Angel Asturias se sacó
la lotería sin billete del Premio Nobel, ese ano
salió Cien años de soledad, ese ano, yo no quiero
olvidarlo, se publicó Tres tristes tigres. Pero en
realidad los cronistas (quiero decir los
componedores de cronologías) se olvidaban de
que cinco anos antes, es decir en 1962, Mario
Vargas Llosa había ganado un importante premio
espanol, el Joan Petit-Biblioteca Breve, dado por
la editorial catalana Seix-Barral. Era la primera
vez en mucho tiempo que un joven escritor
sudamericano habla ganado un premio de
primera en Espana. Era también la primera vez
que en Espana reconocían la novela
a menudo
sudamericana que tenia
asociadas con la literatura americana de entre
guerras: sólida, bien hecha, bien escrita, Pero ese
ano ocurrió otro acontecimiento literario que
senalarla hacia América del Sur: Jorge Luis
Borges ganarla, ex aequo con Samuel Beckett, un
premio aún más importante, vagamente conectado
con la editorial Seix-Barral, le Prix International
de Littérature. Todos mis amigos saben mi
opinión privada sobre Borges: no ha habido,
desde la muerte de Quevedo, escritQr semejanteque se exprese en espanol. Todos mis enemigos
saben mi opinión pública sobre Beckett: un
execrable epígono de Joyce y Kafka que se
merecía ese premio tanto como se merecía más
tarde el Premio Nobel. Pero no importa,
compartiendo el premio con Beckett, Borges era
un solitario que, como un poste en la carretera,
indicaba el camino: la dirección es hacia el sur,
senores. En América hay que moverse siempre al
sur para encontrar la literatura. Algunas de las
sena les estaban en Braille: como se sabe la mayor
parte de los crlticos no pueden ver. Borges
guiaba a los ciegos. Pronto el Argentino se
convirtió en figura de culto y, lo que es más
importante, en un escritor no sólo leido sino oído.
Detrás de Borges, por comparación a veces
ominosa, vinimos todos los demás. Fue en ese
ano de 1962, no cinco más tarde, cuando Borges
y Vargas ganaron sendos premios literarios
europeos, que comenzó el verdadero y a veces
excesivo interés por la literatuta, perdón,
latinoamericana: lo sientq, no hay otro adjetivo, no
por el momento.
En cuanto al Boom, que se inventó después y
en el que Borges, dada su estatura, no tenía
cabida, hay que decir francamente que se trataba
solamente de un club -no siempre para
caballeros, aunque tuviera ese letrero en la
puerta, cosa que pasa en los mejores clubs. y
éste no era ciertamente de lo mejorcito. El Boom
Club era una exclusiva sociedad de bombos
mutuos en que cada uno de sus miembros se
dedicaba a elogiar, a veces desmesuradamente y
con contraproducencia, al miembro que tenia al
lado, preferiblemente a la siniestra pues los
miembros del club profesaban un izquierdismo
'que era la enfermedad infantil del companerismo.
Curiosamente este club tenia, como un cupé,
ocupaban cuatro,
cinco plazas pero sólo se "
usualmente. Asl el quinto asiento quedaba
. vacante y los miembros o bien eleglan un nuevo
candidato o -como pasaba a menudo- era el
futuro candidato quien se elegla a si mismo. Como
. estos clubmen "eran todos escritores, la elección
'
era verbal y jamás se admitla a un nuevo
miembro por escrito. Lo qué no empece para que
el candidato, esta vez escribiendo, exclamara:
"Anch'io sono del Boome!" o frase parecida,
preferiblemente en espanol, idioma que alguno de
los miembros pareclan dominar. Hubo más de un
candidato que declaró pertenecer al Boom cuando
sólo conoela de vista -y a veces de oídas- a los
miembros que podían acogerlo en el seno de tan
augusta logia-o echarle bola negra . Llegó a
ocurrir que un presunto clubman , devenido súbito
buscador (y ya se sabe a lo que puede conducir el
ardor tardío: suele ser peor que el sarampión de
a
adulto), hizo una conquista en Valencia, (lo siento,
no puedo resistirlo: un levante. en Levante) que lo
siguió a Barcelona . Una vez en la capital catalana,
con todos los gastos pagados, la conquista se hizo
derrota, se perdió y no volvió a aparecer. Se
lamentaba asl el escritor latino ante la ausencia
de su amorcito ladino: "Pero ¿es que no sabe este
muchacho que yo soy un novelista del Boom?"
Claro la admisión real o supuesta a tan egregio
colegio no aseguraba victorias en el amor, aunque
pOdla proteger de algunos fracasos literarios.
Pertenecer al Boom de alguna manera significaba
una suerte de gloria contemporánea. Posterity,
now, era el lema. No todos podían aspirar a esa
forma de inmortalidad instantánea que es el éxito,
pero algunos la 10graDan -aunque sólo fuera por
un momento.
Nunca pertenecí al Boom. Nunca quise
pertenecer. Cuando ef mismo periodista argentino
(cuyo solo contacto con la celebridad fue nombrar
al Boom, Boom) vino de Buenos Aires a hacer un
reportaje de grupo a los escritores más o menos
sudamericanos que vivíamos en Europa, se
encontró con tres candidatos para su colección
pública de autores americanos viviendo en
Londres. Uno de ellos era yo (tan renuente
gusano como renuente mariposa), que había
llegado antes a Londres, que me quedaría más
tiempo en Londres, que terminaría por vivir
permanentemente en Londres. El coleccionista
propuso una foto colectiva en Piccadilly. Yo me .
negué, no por Piccadilly ni por leicester Square
ni por horror a la asimetría del trío sino por la
companía forzada. (Para ellos, para mí.) El
reportero tomó la foto del dúo en el mismo
Picadilly Circus, bajo un cartel con la efigie
bigotuda Stajin pederasta-de Lord Kitchener
diciendo a cada muchacho que pasaba por la
acera: "1 want you ." A mí me retrató, manla de
moda, frente a una cerca decorada de King's
Road , que era memorable porque--desapareceria
pronto. para dar lugar "él un horrible edificio
imperecedero . La foto de los dos escritores del
Boom los muestra companeros, casi cómplices. Yo
estoy en mi retrato retraldo, solitario, vulnerable
como ante el paredón y a la vez absolutamente
libre_ No quiero clubes ni sociedades secretas,
mucho menos una sociedad en comandita, una
suerte de razón literaria y polltica. No firmo
manifiestos ni" escribo prólogos ni hago
declaraciones conjuntas. Es por eso que, pese a
las buenas razones de muchos, incluyendo esta
manana aquí, cuando me hablan del Boom y me
asocian con esta masonerla mlnima, siempre
respondo: "Include me out," repitiendo '
encantatoria una frase memorable.
Pero no todo en el Boom fue comedia o la
tragicomedia del bout Vargas-Márquez o
en Ciudad México, ganada por
knockout antes de sonar la campana por el
campeó.n peruano, quien prácticamente terminó el
Boom como lo habla inaugurado: con t,ln golpe de
suerte -o de arte, ¿quién sape? Sucedió que un
escritor sudamericano, que llevaba anos
escribiendo novelas de indios y de rlos, se enteró
que no podla pertenecer al Boom jamás y resolvió
esa dificultad suprema reproduciendo casi un
cuento famoso de Stevenson. El escritor,
desesperado ante la indiferencia del Boom
metafórico, creó un boom real y se disparó un tiro
en la sien, matándose en el acto y casi fundando
con su muerte el Club del Escritor Suicida -un
anti-boom, ese club del vivo.
Estos idus de marzo auguran o reportan la
muerte del Boom. El mismo titulo de este
simposio comienza por un requiem -que se
duda. Si Octavio Paz, uno de los pocos escritores
estimables de América, fuera un novelista, yo
dirla Requiescat in Paz y dejarla todo el ruido del
Boom en el silencio de su sabiduría. Estoy seguro
de que la literatura en espanol descansarla en las
mejores manos. Pero como soy un escritor que
, hace su ruido aparte, quiero terminar explicando,
si es que hay alguno que no lo sabe ya, que el
titulo de mi incursión (eso es lo que fue) no me
pertenece. Esa frase dichosa la dijo Sam Goldwyn
cuando querla acabar de salir de un deal
particularmente pegajoso. Es una lástima que el
de Boom Town
GOldwyn del trio de
no fuera este Uncle Sam sabio. Asl una vez más
el cine seria mi Delfos y a la "pregunta de qué
hacer con tanto Boom sin eco podrla
responderme: "'nclude yourself out."
• Ce calambour a lIé fail quand le philosophe élail encOI'f! "iWlnt. (N. del
A.)
GUILLERMO CABRE_RA INFANTE (Gibara, 1929) es
autor de una importantrsima obra narrativa, en la que
se destacan Tres tristes tigres, Vista del amanecer en el
trópico y La Habana para un infante difunto. Obtuvo el
Premio Biblioteca Breve. Se exiló en 1965 y
actualmente reside en Londres.