La desigualdad persiste en muchos países de América Latina, no solo en la distribución de bienes materiales sino también en el acceso a la educación y las oportunidades laborales. La pobreza se define por la falta de condiciones para satisfacer necesidades básicas y el bienestar psicológico. Una mejor educación aumenta las posibilidades de empleo. Para reducir la desigualdad, debemos dar el ejemplo a través de nuestras propias acciones.