2. Allá el hombre
primitivo, tosco, brutal, indolente, semi-
salvaje y retostado por el sol tropical, es
decir, el boga colombiano, con toda su
insolencia, con su fanatismo estúpido, su
cobarde petulancia, su indolencia increíble y
su cinismo de lenguaje, hijos más bien de la
ignorancia que de la corrupción; y más acá
el europeo, activo, inteligente, blanco y
elegante, muchas veces rubio, con su
mirada penetrante y poética, su lenguaje
vibrante y rápido (Samper, 1973: 386-187).
3. De un lado el pesado champán, barca
toldada de palmas secas, de 20 a 50 metros
de longitud y dos o tres de anchura,
especie de choza flotante, y montando por
multitud de bogas que gritan atrozmente y
parecen una legión de salvajes del desierto;
o bien la miserable ramada indígena
expuesta a la cólera de los vientos, las
invasiones de los reptiles […] abrigando
familias de salvaje fisonomía, fruto del
cruzamiento de dos o tres razas diferentes
(1973:387)
4. Nacido [el boga] bajo un sol abrasador; en
un terreo húmedo, inmenso y solitario, y
contando con una naturaleza exuberante
que lo da todo con profusión y en balde, y
que exagerando el desarrollo físico de los
órganos, debilita sus funciones y degrada su
parte moral; el boga, descendiente de
África, e hijo del cruzamiento de razas
envilecidas por la tiranía no tiene casi de la
humanidad sino la forma exterior y las
necesidades y fuerzas primitivas (1973:
403)