LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
Trasocmun tema 4.1 complementaria
1. IV
4.1.- TRABAJO SOCIAL Y CONTEXTOS URBANOS.
El contexto urbano.
El contexto urbano se ha analizado tradicionalmente con variables como densidad,
diversidad y diseño de la trama vial (Boarnet & Crane, 2001; Cervero, 2003; Crane,
2000; Ewing & Cervero, 2010; Ewing et al., 2006; Handy et al., 2005; Kitamura &
Mokhtarian, 1997). Está definido por un espacio configurado, que puede ser más o
menos continuo, característica que incide en facilitar la fricción entre personas
(Grannis, 1998; 2009). Este espacio configurado puede condicionar el movimiento
de los individuos en los distintos lugares de la ciudad que ocupan (Hillier & Hanson,
1984; Hillier, 1996; Netto & Krafta, 2001), y constituir el escenario donde se
desarrollan actividades de interacción social entre los individuos (Fan & Khattak,
2009).
Grannis (2009) amplía esta perspectiva, revelando que la red de calles peatonales
también influye en la forma en que la población se organiza. Es decir, la continuidad
del espacio urbano de las calles peatonales actuaría promoviendo la interacción
social; sería relevante en la elección de los lugares de residencia por un
determinado grupo social, permitiría una mayor fricción de contactos entre vecinos
y aumentaría la probabilidad de interacción pasiva entre individuos de
características sociodemográficas semejantes.
En esta misma línea, la teoría de la Space Syntax (Hillier & Hanson, 1984; Hillier,
1996) postula una relación simbiótica entre la configuración espacial y las
actividades humanas, suponiendo que el espacio -cuya forma encierra una
geometría y una topología- está configurado por la organización y vinculación entre
distintos subespacios continuos que establecen un determinado patrón de
conexiones.
2. IV
De esta forma, la noción de una red socio espacial sirve para entender la
configuración del sistema social y urbano de actividades como un constructo social
correlacionado (Netto & Krafta, 2001). El movimiento que se desarrolla en función
de la red de calles en la ciudad, conformada por un espacio configurado medible y
que Marshall (2005) denomina como rutas, permite establecer un patrón de
movimiento. Este, a su vez, puede describir el comportamiento de los individuos en
las interacciones y actividades que se desarrollan en esos espacios continuos, y los
modos de transporte utilizados para moverse en él.
El contexto urbano constituye un soporte relevante en la conformación y
mantenimiento de las comunidades individuales (Grannis, 2009), sirviendo de
catalizador de actividades e interacción social; por ejemplo, parques o centros
comerciales cercanos a los lugares de residencia facilitarían la actividad social
conjunta en el contexto familiar (Fan & Khattak, 2009). Aunque la interacción y la
actividad social implican un desplazamiento desde un lugar a otro, no solo interesa
el barrio de residencia de las personas estudiadas, sino también el contexto urbano
constituido por el "espacio de movimiento" que conforma la ruta de viaje para
acceder a una actividad social dada.
Este espacio tiene como soporte la red de calles donde se localizan las residencias
de los individuos (red de calles del barrio), junto con la red construida a partir de los
desplazamientos de los individuos, como producto de las interacciones y
actividades sociales entre los integrantes de su red social (red de rutas de viaje).
Esta perspectiva permite establecer un vínculo o superposición entre la estructura
de las redes personales y la red vial (Marshall, 2005), configurada a partir de las
rutas de viaje, producto de las interacciones sociales de los individuos.
3. IV
La ciudad en su forma material se halla configurada como un espacio que congrega
múltiples y diversas prácticas urbanas; en donde sus protagonistas principales se
focalizan en actores sociales que interactúan en el espacio y aún más en soportes
virtuales que bien pueden ser identificados por la vinculación entre las instituciones
del sistema político y organizaciones sociales e individuos que promueven variadas
demandas y actividades.
La generación de recursos económicos a través de la explotación del medio natural,
produce procesos urbanos que se vinculan con factores de índole socio-
demográfico tales como la inmigración, o la tasa de crecimiento vegetativo,
mayormente observable en las áreas periféricas locales. Así se configura una
demanda de mayor necesidad cuantitativa y cualitativa de un espacio urbano que
los contenga integralmente, pero que sin embargo devienen en una situación crítica
o de escasez (Aguirre, L.; Levín, M.; 1996)
La intervención profesional.
Teniendo en cuenta estas realidades que acompañan la vida de los pobladores, el
trabajador social tiene la posibilidad de iniciar los primeros acercamientos
conducentes al conocimiento de las familias. Propiciando como misión fundamental
la recuperación de los derechos ciudadanos y la reconstrucción de los vínculos
sociales, a través del pleno uso de los circuitos institucionales, o de las redes
parentales o vecinales, en los sitios en donde se desarrolla la vida social.
Sin embargo, lo que Robert Castel analiza de la actualidad con respecto al impacto
que el nuevo modelo económico produce sobre vastos sectores de la ciudadanía
mundial, no es una sociedad en la que el poder explota en la economía y oprime en
la cultura, sino una sociedad en la que se desafilian a vastos sectores de la
población. Para este autor desafiliación no es sólo exclusión, ya que esta última
puede hacer creer que se trata de una ausencia de relación social; en cambio la
desafiliación para Castel, es una desvinculación con dependencia del
4. IV
centro; aparece desde el momento en que el trabajo se ha convertido en un bien
escaso, con tendencia a serlo cada vez más. Cabe entonces preguntarse desde el
Trabajo Social, cómo propiciar intervenciones que procuren el acceso a esos
derechos y a los vínculos sociales expuestos. Es por ello que antes de enunciado
el diagnóstico se comienza el proceso de intervención en tanto proceso de
explicación; de búsqueda de la lógica, de los motivos que dan lugar a los hechos. A
través del método de intervención colectiva, que ofrece nutridas posibilidades de
resolución de problemas sociales, se desarrollan diversas formas y modalidades de
inserción con la población; convirtiéndose en una herramienta óptima para la
reconstrucción del vínculo social.
La primera tarea es la de encontrar cuáles estructuras vinculares pueden
reconstruirse o restablecerse para superar el problema. Cómo se puede amortiguar
el sentimiento de exclusión personal-barrial. Cómo facilitar la construcción de
nuevos vínculos sociales que eviten el camino de separación o aislamiento. Y, por
último, qué necesidades comunes expresadas por todas las familias que formen
parte del asentamiento o vecindario en cuestión puedan comenzar a trabajarse para
la conformación de un proyecto participativo, conducente a lograr los objetivos
profesionales enunciados más arriba.
La primera acción profesional consiste en el acercamiento individual familiar, para
comprender el grupo humano. A partir de allí lograr que se desplieguen ante la
mirada profesional la amplia gama de situaciones problemáticas personales más
recurrentes entre la población de vecinos. Esta doble estrategia -individual y
colectiva- implementada para lograr el conocimiento del sector, permite realizar una
primera aproximación en la que se puedan conocer ciertas cuestiones referidas, por
un lado, a los aspectos del entorno material; y por otro, a las características de los
sujetos sociales.
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En relación al entorno material se deberá tener en cuenta:
- la situación legal respecto a la tenencia de la tierra;
- la disposición espacial de las viviendas en los predios;
- el tipo de construcción y el estado de conservación de las viviendas;
- la dotación de servicios domiciliarios: agua, luz, cloacas; recolección de
basura;
- los accesos al asentamiento; las calles; el transporte y su frecuencia;
- las instituciones del barrio;
- la existencia de lugares de recreación comunitarios, como plazas o parques;
entre otros.
En cuanto a las características de los actores sociales se deberá considerar:
- la distribución de la población en el sitio;
- la cantidad de hogares y su composición;
- las condiciones de salud;
- el nivel educación al alcanzado por los adultos y jóvenes;
- las actividades laborales discriminadas por sexo;
- el trabajo de menores;
- la situación alimentaria de los niños y adultos;
- los lazos de parentesco;
- la existencia actividades de cooperación entre los vecinos: redes solidarias;
- la presencia de algún tipo de organización barrial, como por ejemplo clubes;
asociaciones de vecinos.
Teniendo presente que la misión fundamental del Trabajo Social en problemáticas
del hábitat urbano es la recuperación de los derechos ciudadanos y la
reconstrucción de los vínculos sociales, a través del pleno uso de los circuitos
institucionales, y de las redes parentales o vecinales, en los sitios en donde se
desarrolla la vida social de las personas, se considera necesario el estudio de las
redes extra domésticas existentes en la comunidad motivo de la intervención.
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El proceso de formación de redes de grupo de tipo comunitario se constituye por las
relaciones de intercambio y ayuda mutua entre los hogares. De tal forma se
establecen a manera de empresas con relaciones muy dinámicas, conformándose
nuevas formas emergentes de la relación social o de la organización de la
producción. Se trata de construir espacios en donde los sujetos sociales puedan
poner en común los problemas más sentidos, ya sean estos espacios privados, al
interior de cada unidad doméstica; o a través de las reuniones de vecinos, en el
tratamiento de los problemas colectivos; en los cuales los trabajadores sociales
actúen facilitando el contacto, el nivel de diálogo y los acuerdos necesarios para
decidir por donde comenzar a resolver sus problemas.
La técnica de reunión, con la presencia de los trabajadores sociales en el rol
clarificador y de apoyo, va a permitir desplegar el proceso que se inicia desde la
problematización de los temas hasta la resolución de varios de ellos en forma
colectiva y/o individual; evidenciando los distintos puntos de vista de los actores en
torno a cómo identifican los problemas, las prioridades y los modos o
procedimientos para resolverlos. Aquí es importante tener presente que estas
reuniones son un proceso que parte de la diversidad, en tanto cada participante es
un ser único, necesario para que exista cierto contraste de opiniones, pero a su vez
existiendo una cierta homogeneidad referida a que tienen algo en común.
“...Las personas, al hablar libremente y en un clima de confianza, traspasan
fácilmente el umbral de lo racional (lo asumido conscientemente), y expresan sus
opiniones más profundas, sentimientos, estereotipos, posiciones afectivas,
contradicciones, etc.”… El Trabajo Social y de acuerdo al desarrollo precedente, se
posiciona activamente, reflexionando sobre los hechos con sus protagonistas, para
descubrir a través del abordaje individual y colectivo sus marcos de referencia, y los
temas con significancia para la intervención profesional.
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Todo ello compromete cambios en la mirada profesional, en la capacitación de
competencias en técnicas de investigación social que transiten el amplio espectro
de la ocupación del espacio y sus problemas, el juego de los diversos actores en
torno a sus intereses sectoriales; en el lugar del análisis y la reflexión junto con las
personas, facilitando los encuentros entre los que comparten dificultades similares.
En este papel activo, pero no directivo, el trabajador social ayuda a descubrir o
expresar las capacidades diferenciadas que cada persona tiene y contribuir a que
las vuelque a través de la conformación de redes de intercambio de conocimientos
y habilidades, implementadas a partir del trabajo solidario y la ayuda mutua.
En síntesis, favorece la construcción y/o la reconstrucción del “sí mismo” a través
de la valorización de su propia vida, de su historia, al enfrentar los roles familiares y
laborales; y al restablecimiento de los lazos comunitarios entre los diferentes actores
sociales. De hecho, este “modo de hacer” Trabajo Social, centra sus propuestas y
pasos en torno al objetivo de alcanzar compromisos para resolver los problemas
específicos definidos colectivamente. Al planificar conjuntamente con los diversos
actores involucrados, el énfasis se centra en la comprensión y en el logro de
acuerdos entre partes interesadas y, no pocas veces, en conflicto; facilitando el
avance y la concreción de la propuesta. Es decir, sosteniendo a la organización
autónoma, favoreciendo la posibilidad de expresarse, de recuperar la palabra, y de
reivindicar la posición en cuantos participantes activos de la vida comunitaria.
Para dicha intervención se requiere tanto conocer la perspectiva micro como lo
estructural. Hoy, en este presente tan complejo de fin de siglo, no es posible llevar
a cabo intervenciones medianamente exitosas, sin recurrir a la perspectiva
interdisciplinaria por el nivel de complejidad que constituyen estas problemáticas;
tanto sea en el tamaño, dimensión o magnitud cuali-cuantificable de la comunidad
en cuestión.