3. 3
JORGE MANRIQUE (h. 1440-1479)
Nació hacia 1440 en Paredes de Nava
(Palencia).
Tanto su vida como su obra están
profundamente marcadas por su
pertenencia al clan, en el que destacan las
figuras de su padre, Rodrigo Manrique,
maestre de la orden de Santiago, y de su
tío paterno, el famoso poeta Gómez
Manrique
Era miembro de una de las familias más
poderosas de la sociedad castellana,
entroncada con el antiguo linaje de los
Lara.
Murió en 1479, en Santa María del Campo,
a causa de una herida recibida en un
enfrentamiento menor.
4. 4
JORGE MANRIQUE (h. 1440-1479)
En su formación literaria son importantes las
relaciones con su tío Gómez Manrique, así como sus
vivencias en los ambientes cortesanos,
principalmente el de Toledo.
En estos círculos cortesanos se escribe sobre todo
poesía amorosa dentro de los cauces de la escuela
galaico-portuguesa, todavía inspirada en el amor
cortés.
Conservamos una cincuentena de poemas suyos, de
tema amoroso, que se ajustan a las normas de la
poesía cancioneril, aunque Manrique rechazó el
exceso de referencias cultas y se inclinó por la
naturalidad y los juegos de ingenio.
Además conservamos tres poemas burlescos y de
carácter moral, las Coplas a la muerte de su padre y
dos estrofas de un poema inacabado. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
5. 5
La poesía amorosa de Jorge
Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
6. 6
JORGE MANRIQUE (h. 1440-1479)
La poesía amorosa de Jorge Manrique es todavía
continuadora de temas e ideas característicos de
una lírica cortesana que repite moldes anteriores.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
En sus versos encontraremos un denso compendio
de la concepción del amor cortés:
La idea del amor como servidumbre y adoración, con
el endiosamiento de la amada.
El amor como fuerza irresistible que arrastra a la
razón y a la voluntad.
El amor como contradicción y lucha íntima: dicha y
dolor, vida y muerte, guerra y paz…
7. 7
JORGE MANRIQUE (h. 1440-1479)
Innovaciones
en la poesía
de Jorge
Manrique
El mundo jurídico medieval y la vida de la milicia ofrecen modelos
para la construcción alegórica y la expresión metafórica.
Recurre a sus experiencias personales como fuente para sus
materiales poéticos.
Innovaciones petrarquistas, como el uso de antítesis y paradojas
para describir el amor.
Abandono de la poesía cultista, erudita y recargada.
Tendencia a una mayor concisión, con el uso de figuras de dicción
—sobre todo de repetición— y el conceptismo como recurso con
su sutileza y su ingenio, sus juegos de palabras y de ideas, sus
antítesis y sus paradojas, con su compleja retórica, en fin.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
8. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
8
«DICIENDO QUÉ COSA ES EL AMOR»
DE JORGE MANRIQUE
9. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
9
Es amor fuerza tan fuerte,
que fuerza toda razón;
una fuerza de tal suerte
que todo seso1 convierte
en su fuerza2 y afición;
una porfía3 forzosa
que no se puede vencer,
cuya fuerza porfiosa4
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.
Es placer en que hay dolores,
dolor en que hay alegría,
un pesar en que hay dulzores,
un esfuerzo en que hay temores,
temor en que hay osadía5;
un placer en que hay enojos6,
una gloria en que hay pasión,
una fe en que hay antojos7,
fuerza que hacen los ojos8
al seso y al corazón.
1. Seso: razón, sensatez.
2. Fuerza: inclinación inevitable.
3. Porfía: intentar con tenacidad algo para lo que se encuentra
resistencia.
4. Porfiosa: obstinado, terco. Derivado de porfía.
5. Osadía: valor, valentía
6. Enojos: molestias, enfados, situaciones desagradables.
7. Una fe en que hay antojos: una confianza en que hay dudas.
8. El amor cortés sostenía la idea de que el amor era espiritual,
por tanto, entraba en el corazón y la cabeza del amante a través
de los sentidos menos físicos, es decir, la vista (en este caso los
ojos) el oído y el olfato.
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
10. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
10
Es una cautividad
sin parecer las prisiones9;
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen razones;
una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qué es la cosa
que desea tanto ver.
Es un modo de locura
con las mudanzas10 que hace:
una vez pone tristura11,
otra vez causa holgura12:
como lo quiere y le place.
Un deseo que al ausente
trabaja13, pena y fatiga;
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
temiendo pena que diga.
9. Sin parecer las prisiones: sin que se vean las cadenas.
10. Mudanzas: cambios.
11. Tristura: tristeza.
12. Holgura: regocijo, alegría.
13. Trabaja: atormenta.
14. Toque: se refiere a la piedra de toque con la que los orfebres y
joyeros comprobaban la calidad de los metales preciosos,
especialmente el oro, aunque también sirve para la plata. De ahí la
alusión final al «falso sobredorado».
Todas estas propiedades
tiene el verdadero amor.
El falso, mil falsedades,
mil mentiras, mil maldades,
como fingido traidor.
El toque14 para tocar
cuál amor es bien forjado,
es sufrir el desamar,
que no puede comportar
el falso sobredorado.
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
11. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
11
Es-a-mor-fuer-za-tan-fuer-te 8 a
Que-fuer-za-to-da-ra-zón 7+1 b
u-na-fuer-za- de- tal-suer-te 8 a
Que-to-do-se-so-con-vier-te 8 a
En-su-fuer-za- y a-fi-ción 7+1 b
U-na-por-fí-a-for-zo-sa 8 c
Que- no- se- pue-de- ven-cer 7+1 d
Cu-ya-fuer-za-por-fi-o-sa 8 c
Ha-ce-mos-más-po-de-ro-sa 8 c
Que-rién-do-nos- de-fen-der 7+1 d
Quintilla
Quintilla
La estrofa empleada es la copla
real, formada por dos quintillas.
Una quintilla es una estrofa de cinco versos de arte menor con rima consonante. La rima queda a
voluntad del poeta, siempre que cumpla las siguientes condiciones:
- No puede haber más de dos versos seguidos con la misma rima.
- No puede quedar ningún verso suelto (sin rima)
- Los dos últimos versos no pueden formar pareado.
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
12. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
12
Es amor fuerza tan fuerte,
que fuerza toda razón;
una fuerza de tal suerte
que todo seso1 convierte
en su fuerza2 y afición;
una porfía3 forzosa
que no se puede vencer,
cuya fuerza porfiosa4
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.
Por su contenido y por su estilo, este poema es muy representativo de
la lírica cortesana de tipo amoroso.
Se trata de una definición del amor en la que Manrique se va
centrando en cada uno de sus aspectos más significativos.
La fuerza del amor: el amor como una fuerza poderosísima que es
imposible de contener, evitar o dominar.
Esta idea de la fuerza del amor se desarrolla a través de la políptoton
(repetición de la misma raíz con distintos morfemas flexivos): «fuerza,
fuerte, fuerza (del verbo forzar), forzosa». De esta manera, a través de
la repetición se acentúa la idea del poder del amor.
Manrique insiste en que todo y todos se someten al amor: «toda
razón» (v.2); «todo seso» (v.4) y que la lucha contra él es, por una
parte, inevitable («porfía forzosa») y por otra, imposible de vencer:
«que no se puede vencer». Incorpora, además, la idea del amor cortés
de que el amor se hace más fuerte cuanta más resistencia se oponga:
«hacemos más poderosa/ queriéndonos defender».
La fuerza del amor
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
13. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
13
Es placer en que hay dolores,
dolor en que hay alegría,
un pesar en que hay dulzores,
un esfuerzo en que hay temores,
temor en que hay osadía5;
un placer en que hay enojos6,
una gloria en que hay pasión,
una fe en que hay antojos7,
fuerza que hacen los ojos8
al seso y al corazón.
En esta segunda estrofa se centra en el carácter contradictorio del
amor: fuente de placer y de dolor.
Los sustantivos abstractos y concretos de estas construcciones
constituyen varias antítesis (contraposición de términos
semánticamente contrarios): «placer/dolor; dolor/alegría;
pesar/dulzor; esfuerzo/ temor; temor/osadía; placer/enojos;
gloria/pasión» que insisten en el carácter contradictorio del amor.
Esta idea del amor como experiencia mixta de placer y gozo se acentúa
con el empleo de la anadiplosis (repetición de uno o varios elementos
finales de un verso o de un grupo sintáctico al comienzo del siguiente):
«dolores» (v.1)/ «dolor» (v.2); «temores» (v.4) / «temor» (v.5)
Para ello el poeta realiza una enumeración (sucesión de elementos
relacionados entre sí) de sustantivos abstractos que representan la
naturaleza del amor. Esta enumeración, además, es presentada en una
construcción paralelística o paralelismo (repetición de construcciones
similares en dos o más versos):
un + sustantivo abstracto + en que + sustantivo abstracto/concreto.
Este tipo de definición del amor se denomina «juego de opósitos» y es
típica del amor cortés.
El amor como placer y
dolor
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
14. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
14
Es una cautividad
sin parecer las prisiones9;
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen razones;
una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qué es la cosa
que desea tanto ver.
La tercera estrofa se centra en el amor considerado como una prisión
que, lógicamente, conlleva la pérdida de la liberta.
Los versos 3 y 4 muestran una construcción paralelística que insiste en
que la pérdida de la libertad no es voluntaria y no responde a la razón.
Los versos 6 y 7 insisten en algo que va a ser considerado en el amor
cortés la prueba definitiva del amor: los celos; por ello se insiste en
que la «sospecha celosa» es «causada por el querer».
Los dos primeros versos insisten en que el amor es una prisión
metafórica porque no aparecen por ningún lado las cadenas.
El amor como prisión
Finalmente, los últimos versos hablan de que esta pérdida de libertad
provoca una «rabia deseosa», oxímoron con la que el poeta define de
nuevo la contradicción entre la pérdida de libertad y la necesidad de
ver a la persona amada.
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
15. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
15
Es un modo de locura
con las mudanzas10 que hace:
una vez pone tristura11,
otra vez causa holgura12:
como lo quiere y le place.
Un deseo que al ausente
trabaja13, pena y fatiga;
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
temiendo pena que diga.
La idea del amor como una locura estaba ampliamente extendida en la
época. El amor se consideraba una enfermedad psicosomática que, de
no ser tratada, conducía a la muerte de los enamorados.
Los síntomas del amor que aparecen en este texto son: un estado de
ánimo inestable que oscila entre la alegría y la tristeza sin motivo. Lo
que viene expresado por el paralelismo: «una vez pone tristura/ otra
vez causa holgura» con la antítesis «tristura/holgura».
El amor como locura
Se insiste también en que estos cambios son inesperados e
involuntarios: «como lo quiere y le place».
La segunda quintilla habla de otro de los síntomas del amor: el dolor
irresistible ante la ausencia del amado en los dos primeros versos,
expresado por la acumulación de tres verbos que significan
sufrimiento: «trabaja, pena y fatiga»
Los tres últimos versos se centran en la actitud del amante ante la
presencia de la amada: el silencio obligado por la discreción que
exigía el amor cortés.
Es destacable la estructura paralelística de los versos 5-6 y 7-8 que
muestra esta secuencia: el ausente muestra deseo que le produce
dolor y el presente muestra recelo ante el temor de revelar su secreto.
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
16. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
16
DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR
Todas estas propiedades
tiene el verdadero amor.
El falso, mil falsedades,
mil mentiras, mil maldades,
como fingido traidor.
El toque14 para tocar
cuál amor es bien forjado,
es sufrir el desamar,
que no puede comportar
el falso sobredorado.
Esta es la estrofa final que concluye la definición: se establece una
antítesis entre el verdadero amor y el amor falso.
El amor falso está definido por medio de hipérboles: «mil falsedades/
mil mentiras/ mil maldades» y los conceptos de falsedad, mentira,
maldad, fingimiento y traición.
Conclusión: el
verdadero amor
El amor verdadero se presenta mediante la metáfora de la «piedra de
toque» que permite diferenciar lo verdadero de lo falso.
Para el amor cortés, la piedra de toque, es decir, el hecho que permite
diferenciar si un amor es verdadero o es falso es el «sufrir el desamar»,
es decir, el sufrimiento por amor.
17. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
17
GLOSA DEL MOTE «NI MIENTO NI ME ARREPIENTO»
DE JORGE MANRIQUE
18. 18
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
Pág. 71
1. Porfío: del verbo «porfiar» intentar con
tenacidad el logro de algo para lo que
se encuentra resistencia.
2. Contiendo: del verbo «contender», que
significa disputar, debatir, altercar.
3. Contienda: el sustantivo procedente del
verbo anterior. Significa lidia, pelea,
batalla. Disputa, discusión, debate.
19. 19
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
Pág. 71
Tema del poema
El amor como lucha interior y como algo
incomprensible.
Es un tema típico del «amor cortés»: el
amor como paradoja, como lucha de
contrarios. Por ello no es extraño que el
poeta utilice diversos recursos para
explicar el conflicto emocional en el que se
encuentra.
20. 20
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
Pág. 71
Polisíndeton: repetición de conjunciones
para unir varios elementos.
En este caso, Manrique emplea la
repetición de la conjunción copulativa
«ni» que sirve, por una parte, para crear
ritmo en el texto —no olvidemos que este
texto se cantaba— y por otra para marcar
la contradicción en que vive el que ama
sin ser correspondido.
21. 21
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
Cada una de las conjunciones divide el verso en
dos mitades que contienen elementos opuestos
o contradictorios. Lo que Góngora llamará siglos
más tarde «agudeza por contradicción»
mentir
decir
estar triste
reclamar
fiar
vivir
ser ajeno
vencer
esperar
arrepentirse
desdecirse
estar contento
consentir
desconfiar
morir
ser mío
porfiar
desesperar
22. 22
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
Antítesis: contraposición de palabras o
grupos sintácticos semánticamente
contrarios.
mentir
decir
estar triste
reclamar
fiar
vivir
ser ajeno
vencer
esperar
arrepentirse
desdecirse
estar contento
consentir
desconfiar
morir
ser mío
porfiar
desesperar
23. 23
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
En la segunda parte del poema el juego
verbal casi se hace «trabalenguas» o
«trabamentes». En suma, el conceptismo
de la poesía cortesana.
El poeta indica que su amor es una lucha
consigo mismo. Ante un amor que le
proporciona tanto sufrimiento, lo racional
sería dejarlo, pero él no puede. Nadie
entiende que no lo haga, ni siquiera él
mismo.
24. 24
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
En la segunda parte del poema el juego
verbal casi se hace «trabalenguas» o
«trabamentes». En suma, el conceptismo
de la poesía cortesana.
En esta segunda estrofa, el poeta dice que
él sabe perfectamente lo que quiere y lo
que desea, pero no consigue comprender
por qué su amada no le corresponde y no
acaba de creer que está tan enamorado.
«Quien siempre quiere que muera» se
refiere a la amada.
Hipérbole amorosa: «morir de amor».
25. 25
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
Políptoton: repetición de una misma raíz
con diversos morfemas flexivos.
El efecto de «trabalenguas» se consigue mediante el
empleo de la políptoton. En este caso repite:
• contiendo: 1º singular presente indicativo del
verbo contender.
• contienda: sustantivo procedente del verbo.
• entiendo: 1º singular presente indicativo del verbo
entender.
• entienda: 3º singular presente subjuntivo del verbo
entender.
• quiero: 1º singular presente indicativo del verbo
querer.
• quiera: 3º singular presente subjuntivo del verbo
querer.
• quiere: 3º singular presente indicativo del verbo
querer.
• querer: infinitivo simple.
• muera: 1º singular presente de subjuntivo del
verbo morir.
• muerto: 1º singular presente de indicativo del
verbo morir.
26. 26
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío1,
ni espero ni desespero.
Conmigo solo contiendo2
en una fuerte contienda3,
y no me hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.
Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
Políptoton: repetición de una misma raíz
con diversos morfemas flexivos.
De esta forma, la estrofa queda estructurada en cuatro
ideas:
- Lucha: contiendo/contienda
- Incomprensión: entiendo/entienda
- Amor: quiero/quiera/quiere/querer
- Muerte de amor: muera/ muero.
El poeta, además, utiliza los modos verbales para
indicar su situación amorosa:
- Modo indicativo (el modo de la realidad) para
indicar su situación actual y real: contiendo,
entiendo, quiero, quiere, muero.
- Modo subjuntivo (modo del deseo y el temor) para
indicar sus deseos o temores: entienda, quiera,
muera.
27. 27
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Ni –mien-to- ni -me a-rre-pien-to, 8 a
ni –di-go- ni- me- des-di-go, 8 b
ni es-toy- tris-te- ni- con-ten-to, 8 a
ni –re-cla-mo- ni –con-sien-to, 8 b
ni- fí-o –ni- des-con-fí-o; 8 c
ni –bien- vi-vo- ni- bien- mue-ro, 8 d
ni- soy –a-je-no- ni- mí-o, 8 e
ni –me- ven-zo- ni- por-fí-o1, 8 e
ni es-pe-ro- ni –de-ses-pe-ro. 8 d
Con-mi-go- so-lo- con-tien-do2. 8 a
en- u-na –fuer-te- con-tien-da3, 8 b
y –no- me ha-llo- quien- me en-tien-da, 8 b
ni –yo- tam-po-co -me en-tien-do. 8 a
En-tien-do y –sé- lo- que- quie-ro, 8 c
mas- no- en-tien-do- lo -que –quie-ra. 8 d
quien- quie-re- siem-pre- que- mue-ra. 8 d
sin –que-rer- cre-er- que- mue-ro. 8 c
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
Quintilla
Redondilla
COPLA MIXTA
Redondilla
Redondilla
COPLA
CASTELLANA
28. 28
Glosa a su mote «Ni miento ni me arrepiento» de Jorge Manrique
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán Pág. 71
Estrofa de 5 versos de arte menor
que riman a gusto del poeta: no más
de dos versos con la misma rima y los
dos últimos no forman pareado
Quintilla
Redondilla
COPLA
MIXTA
Redondilla
Redondilla
COPLA
CASTELLANA
Ni –mien-to- ni -me a-rre-pien-to, 8 a
ni –di-go- ni- me- des-di-go, 8 b
ni es-toy- tris-te- ni- con-ten-to, 8 a
ni –re-cla-mo- ni –con-sien-to, 8 b
ni- fí-o –ni- des-con-fí-o; 8 c
ni –bien- vi-vo- ni- bien- mue-ro, 8 d
ni- soy –a-je-no- ni- mí-o, 8 e
ni –me- ven-zo- ni- por-fí-o1, 8 e
ni es-pe-ro- ni –de-ses-pe-ro. 8 d
Con-mi-go- so-lo- con-tien-do2. 8 a
en- u-na –fuer-te- con-tien-da3, 8 b
y –no- me ha-llo- quien- me en-tien-da, 8 b
ni –yo- tam-po-co -me en-tien-do. 8 a
En-tien-do y –sé- lo- que- quie-ro, 8 c
mas- no- en-tien-do- lo -que –quie-ra. 8 d
quien- quie-re- siem-pre- que- mue-ra. 8 d
sin –que-rer- cre-er- que- mue-ro. 8 c
Estrofa de 4 versos de arte menor,
que riman el 1.º con el 4º y el 2º con
el 3º. (abba)
29. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
29
GLOSA DEL MOTE «SIN DIOS, Y SIN VOS Y MÍ»
DE JORGE MANRIQUE
30. Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
30
Yo soy quien libre me vi,
yo quien pudiera olvidaros;
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí
sin Dios, y sin vos y mí.
Sin Dios, porque en vos adoro,
sin vos, pues no me queréis,
pues sin mí ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros,
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios, y sin vos y mí.
31. 31
Con dolorido cuidado,
desgrado, pena y dolor,
parto yo, triste amador,
de amores desamparado,
de amores, que no de amor.
Y el corazón, enemigo
de lo que mi vida quiere,
ni halla vida ni muere
ni queda ni va conmigo;
sin ventura, desdichado,
sin consuelo, sin favor,
parto yo, triste amador,
de amores desamparado,
de amores, que no de amor.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
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Coplas a la muerte de su padre
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE
Corriente
literaria sobre
la muerte
Las Coplas a la muerte de su padre son una elegía en la que la
experiencia dolorosa de la muerte de Rodrigo Manrique
conduce al poeta a una meditación en torno a la vida y la
muerte, tras la que propone a su padre como modelo de
caballero cristiano.
Elegía
Se sitúan dentro de una extensa corriente literaria que se
ocupa del tema de la muerte, pero alejándose de la frialdad
cultista y cargada de erudición que pesaba sobre este tipo de
poemas.
Esta literatura reflejaba la permanente preocupación por la
muerte que se sentía en el convulso periodo de la Baja Edad
Media (guerras, hambrunas, epidemias, revueltas…)
Se extiende una visión macabra y truculenta de la muerte, que
provoca pavor, corrompe lo que había sido bello y destruye las
glorias que se levantaron en vida. Un ejemplo son las Danzas
de la muerte.
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: EL SENTIDO DE LA MUERTE
Las Coplas no se pueden entender si no se entiende el momento histórico en
que nacen, tanto en la perspectiva social como en la individual del autor.
Quiebra de la
sociedad feudal
Provoca una fuerte crisis espiritual y de valores. Dicha
crisis conlleva una pérdida del sentido tradicional
cristiano de la muerte que pasa a ser concebida como una
fuerza siniestra que arrebata y aniquila al hombre
aterrado.
Visión aristocrática
de Jorge Manrique
Jorge Manrique intenta volver a integrar el hecho de la
muerte en la visión aristocrática del mundo y para ello
ofrece a través de su padre un ejemplo de perfecto
caballero cristiano, sereno y conforme con su muerte.
Idealiza a su padre que, de noble intrigante, pasa a ser un
modelo de caballero cristiano en su vida y en su muerte,
para enaltecer al individuo y a la propia casta.
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: TÓPICOS
Jorge Manrique sintetiza el pensamiento que sobre este tema se aprecia tanto en la
literatura como en las predicaciones. Si bien desecha la visión siniestra de las Danzas de
la muerte, va a recoger una serie de lugares comunes:
La idea de la muerte Se presenta como una realidad incuestionable, de la que el
hombre tiene certeza absoluta.
Destaca su poder igualitario: la vida impone diferencias,
pero la muerte iguala a todos los seres humanos.
La llegada de la muerte es imprevisible e ineludible.
En consonancia con el tópico de la consolación, Manrique la
muere aparece como una intermediaria del más allá,
mensajera de una vida mejor, que se dirige cortésmente a
don Rodrigo, animándolo a que acepte su destino con
felicidad y entereza, pues está a punto de abandonar los
engaños del mundo.
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: TÓPICOS
El mundo como
vanidad de
vanidades
Este tópico arranca del Eclesiastés. La vida terrena se considera
vana, inútil y solo tiene valor si sirve para lograr la vida eterna en
el cielo.
Interrogación retórica en la que se pregunta dónde han ido a
parar los personajes famosos por sus glorias y se pregunta
también por el paradero de las cosas pasajeras: belleza, riqueza,
juventud, poder, etc. Se trata de un tópico de origen bíblico.
El tiempo transcurre inexorablemente y nos conduce a la
muerte. Es inaprensible e irreversible: se nos escapa de las
manos. Se relaciona con la idea de que el tiempo pasado fue
mejor que el presente y que el futuro hay que darlo por perdido.
Tópico del
Ubi sunt?
Tópico del
Tempus fugit
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: TÓPICOS
Tópico de la
Vita flumen
Es la conocidísima imagen del poema que equipara la vida
humana con un río (así el curso del río sería la vida y su
desembocadura en el mar, la muerte) y la identificación del
caudal del río (grande, mediano y chico) con la riqueza de los
seres humanos.
Tópico de
Homo viator
Se traduce como «El hombre caminante» o «El hombre viajero».
Según este tópico, la vida es un viaje que nos va cambiando y
purificando, transformándonos en personas más sabias y
maduras, conforme atravesamos por distintas experiencias.
Jorge Manrique plantea este tópico por medio de una alegoría: la
vida es el camino o el viaje, caminar es vivir, errar o equivocarse
de camino es pecar, llegar al destino es morir, la posada donde
descansar del viaje es el cielo.
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39. 39
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: TÓPICOS
La inestabilidad
de la Fortuna
La Fortuna, representada por una mujer que hace girar su rueda
determinando el destino de los hombres.
Adquiere una enorme difusión por las convulsiones sociales y
políticas de los siglos XIV y XV. Con esta preocupación enlazaba la
literatura de caídas (casos) de hombres poderosos y excelsos. La
realidad misma proporcionó un ejemplo que se convirtió en
emblemático: la caída del privado del rey Juan II, Álvaro de Luna.
Jorge Manrique considera que existen tres vidas:
Las tres vidas
La vida eterna
o verdadera
Es la que espera a todo buen cristiano en el
cielo si ha cumplido con su obligación en la
tierra.
La vida de la
fama
Se perdura a través del recuerdo y la memoria
que se deja en las gentes. Es un rasgo
prerrenacentista, al igual que la Fortuna
La vida
terrenal
Es solo un tránsito a la vida verdadera, la
eterna.
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: EL SERMÓN MEDIEVAL
Son múltiples los conceptos y valores antiguos integrados en la ideología
caballeresca y cristiana dominante en la Edad Media que son formuladas por
Jorge Manrique. Y en este sentido, las Coplas han de ponerse en relación con
el sermón:
Recursos estilísticos Formas exhortativas, estilo expositivo, sentenciosidad…
Composición
Explicación mediante ejemplos, ideas que se despliegan
pasando de lo abstracto a lo concreto, división en tres
partes de los temas…
Didactismo
Sentido cristiano de la vida, primacía de lo espiritual
eterno sobre lo humano, menosprecio del mundo,
consideración de la muerte como un tránsito hacia la vida
eterna, etc.
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42. Coplas I-XIII Coplas XIV-XXIV Coplas XXV- XL
•Habla de la vida terrenal y
de su fugacidad.
•Reflexión general sobre la
muerte, la fugacidad de la
vida y la inestabilidad de la
fortuna.
• Se recuerda la doctrina del
menosprecio del mundo.
•Es una reflexión universal, sin
particularizar.
•Alude a la vida de la fama.
•Alude a personajes históricos
relacionados con su padre.
• Aparece el tópico del UBI
SUNT?
• Esta parte se integra en la
biografía de su padre de la 3º
parte.
•Introduce la vida eterna,
ejemplificada en don Rodrigo
Manrique.
• Se centra en la muerte de su
padre y hace el panegírico del
mundo, exaltando sus virtudes
y sus hazañas.
• Se le compara con los
modelos de la Antigüedad y se
valora su vida militar.
•Diálogo del Maestre y la
Muerte: tópico de la
consolación
De lo general a lo particular
42
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: LA ESTRUCTURA
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44. 44
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: LA MÉTRICA
Manrique opta por el octosílabo, el verso por excelencia de la
lírica y el más cercano al estilo coloquial.
Octosílabos
La obra está compuesta por 40 coplas formadas por dos
sextillas unidas con rima consonante y esta estructura: 8a ,
8b, 4c, 8a, 8 b, 4c, 8d, 8e, 4f, 8d, 8e, 4f.
Copla de pie quebrado
o manriqueña
Es-te-mun-does-el-ca-mi-no 8 a
pa-rael-o-tro-quees-mo-ra-da 8 b
sin-pe-sar 3+1 4 c
mas-cum-ple-te-ner-buen-ti-no 8 a
pa-raan-dar-es-ta-jor-na-da 8 b
sin-e-rrar 3+1 4 c
par-ti-mos-cuan-do-na-ce-mos 8 d
an-da-mos-cuan-do-vi-vi-mos 8 e
ya-lle-ga-mos 4 f
al- tiem-po-que-fe-ne-ce-mos 8 d
así-que-cuan-do-mo-ri-mos 8 e
des-can-sa-mos 4 f
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El estilo de las Coplas
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46. 46
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: EL ESTILO
Es un estilo sencillo, lejos de la grandilocuencia y la
afectación de la poesía del momento, las Coplas destacan por
su naturalidad estilística y el lenguaje llano.
Naturalidad
Manrique desecha los cultismos léxicos de los que habían
abusado sus antecesores, solo admite los cultismos léxicos
que ya habían arraigado en la lengua castellana o que acaban
asimilándose: presente, ficciones, senectud, juventud.
Renuncia a los
cultismos léxicos Utiliza palabras incorporadas al léxico del castellano, pero
con su sentido latino. Por ejemplo, «contemplar» con el
sentido de ‘reflexionar, meditar’ o el nombre «graveza» con
el sentido de ‘obstáculo, molestia’.
Orden natural del
idioma
Mientras que Mena y Santillana habían intentado imponer al
castellano la sintaxis latina, creando un híbrido extraño entre
las dos lenguas, Manrique apuesta por el orden natural de
nuestro idioma. No fuerza la sintaxis, solo introduce leves
hipérbatos por necesidades de la rima.
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: EL ESTILO
Manrique deja de lado los recursos eruditos y se centra en las
metáforas y las imágenes.
Metáforas e imágenes
Hay una continuidad de imágenes y metáforas:
• Vida como río:
• Curso del río: la vida
• Llegada al mar: la muerte
• Caudal del río: riqueza de los vivos.
• Vida como camino:
• Caminar: vivir
• Equivocarse en el camino: pecar
• Llegar a la posada: morir, ir al cielo.
Aparecen paralelismos y antítesis a través de los cuales se
van desenvolviendo el razonamiento: vida/muerte;
placer/dolor; presente/pasado ; cielo/suelo ;
corporal/angelical ; juventud/senectud; temporal/eternal,
etc.
Paralelismos y
antítesis
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COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE: EL ESTILO
Expresiones
exhortativas
Al principio y al final de la obra, como muestras del estilo del
sermón medieval.
Alternancia de formas
verbales
3ª persona para las exhortaciones.
2ª persona para las conclusiones.
Tensión entre lo
inmutable y lo
pasajero
El tópico del Ubi sunt? responde a este propósito.
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Coplas a la muerte de su
padre
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1
Recuerde1 el alma dormida
avive el seso2 y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto3 se va el placer,
cómo después de acordado
da dolor,
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
1. Recuerde: despierte
2. Avive el seso: reflexione
3. Presto: rápido.
Jorge Manrique inicia el poema con una
exhortación al lector, al que anima a que se
despierte y reflexione sobre la brevedad de la vida
y la llegada de la muerte.
Utiliza para ello un paralelismo y una antítesis, que
relacionan la vida y la muerte.
El poeta indica que el placer pasa muy rápido
(«presto») y que el recuerdo del placer
proporciona dolor. De nuevo aparece una antítesis:
placer/dolor.
Los dos versos finales son una expresión
sentenciosa, típica de la oratoria de los sermones.
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51. 51
2
Y pues vemos lo presente
cómo en un punto1 se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera2
1. En un punto: rápidamente
2. Por tal manera: del mismo modo.
Continúa dirigiéndose al lector en 1º persona
del plural para invitarle a que reflexione
sobre la fugacidad de la vida.
Aparece otra antítesis, esta vez entre el
presente, el futuro y el pasado.
El poeta pasa a la 3º persona con el
impersonal «nadie» en insiste en no dejarse
engañar creyendo que el futuro («lo que
espera») va a durar más que el pasado («lo
que vio»).
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52. 52
3
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en el mar
que es el morir:
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí, los ríos caudales,
allí, los otros, medianos,
y más chicos;
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Comienza la metáfora de la vida como río,
que se desarrolla en los tres primeros versos:
• La vida es un río
• El mar es la muerte.
La anáfora del adverbio «allí», que se refiere
al mar/muerte, refuerza la idea de que la
muerte es el final de todo.
La alegoría se mantiene al hacer
corresponder el caudal de los ríos con la
riqueza de las personas.
Los tres versos finales concluyen el tema del
poder igualador de la muerte.
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4
Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones
que traen yerbas secretas
sus sabores.
A Aquel solo me encomiendo,
a Aquel solo invoco yo,
de verdad,
que en este mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.
El poeta utiliza por primera vez la 1º persona
del singular para indicarnos que no va a
comenzar su texto con referencias a las
musas o los dioses paganos, como hacen los
poetas clásicos griegos y romanos.
El contenido de su poema y su mensaje es
esencialmente cristiano: por ello Manrique
se encomienda a Cristo, a quien alude por
medio de una alusión perifrástica: «que en
este mundo viviendo/ el mundo no conoció/
su deidad.»
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54. 54
5
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar,
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos cuando vivimos
y allegamos
al tiempo que fenecemos;
así que, cuando morimos,
descansamos.
Aparece aquí la segunda alegoría o metáfora
continuada. La vida terrenal (el mundo) es un
camino que conduce al otro (el cielo),
identificado como una «morada sin pesar»,
es decir, un lugar de descanso.
La referencia a «andar esta jornada» se
interpreta como vivir y «errar» tiene el
sentido de pecar.
Completa la metáfora indicando que la vida
es un viaje:
• partir es nacer
• andar es vivir
• llegar es morir, que equivale a descansar.
Las dos ideas de la muerte aparecen tratadas
de forma amable: la muerte es «morada sin
pesar» y morir es descansar.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
55. 55
5
Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Y aun aquel Hijo de Dios
para subirnos al cielo
descendió
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
A través de la anáfora («Este mundo»)
Manrique continúa el tema del
«menosprecio del mundo» (De contemptu
mundi)
La visión de Manrique es todavía medieval: el
mundo terreno no tiene ningún valor
excepto para conseguir la vida eterna.
Vuelve el poeta a emplear la 1º persona del
plural con la que hace partícipe de su
pensamiento a sus lectores.
La segunda sextilla contiene la antítesis:
subirnos/descendió y cielo/suelo con la que
desarrolla el tema de la redención cristiana
que viene resumida en la secuencia:
nacer/vivir/ murió.
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56. 56
7
Si fuese en nuestro poder
tornar la cara fermosa
corporal
como podemos hacer
el ánima gloriosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos a toda hora
y tan presta
en componer la cautiva,
dejándonos la señora
descompuesta!
En esta estrofa Manrique critica nuestra
preocupación por cuidar aspectos poco
importantes (la belleza corporal) y descuidar
lo espiritual (el ánima gloriosa angelical).
Emplea para ello antítesis: corporal/angelical.
Señala que si pudiéramos mejorar nuestro
aspecto externo lo haríamos rápidamente y
dejaríamos de lado nuestra alma. Utiliza otra
antítesis: cautiva (refiriéndose al cuerpo o la
belleza física) y señora (refiriéndose al alma).
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
Destaca este hecho con la exclamación que
ocupa toda la segunda sextilla.
57. 57
8
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos:
de ellas deshace la edad,
de ellas, casos desastrados
que acontecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.
Continúa el desprecio de las cosas terrenales.
Manrique señala que valen tan poco que las
perdemos incluso antes de morir.
Algunas de las cosas terrenales (la fuerza, la
belleza, la juventud…) se pierden con la
edad.
Otras cosas (la juventud, la belleza, la
fortuna) por desastres que pueden ocurrir.
Algunas de ellas, como la riqueza y el poder,
desaparecen «por su calidad», es decir, por
su naturaleza terrenal y efímera.
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58. 58
9
Decidme: la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.
Manrique vuelve otra vez a usar el
imperativo, dirigiéndose directamente al
lector.
Comienza el tópico del Ubi sunt?, que se
observa en la pregunta «¿cuál se para», es
decir, ¿dónde va a parar?.
Aquí se pregunta por el paradero de la
belleza, la juventud y la fuerza cuando llega
la vejez.
Se refiere a la vejez con la metáfora «el
arrabal de senectud», es decir, el barrio
extramuros de la ciudad.
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59. 59
10
Pues la sangre de los godos,
el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos
se sume1 su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
¡por cuán bajos y abatidos
que los tienen!
otros, que, por no tener,
con oficios no debidos,
se sostienen.
«La sangre de los godos» se consideraba la
más limpia y pura, la propia de la nobleza.
En esta estrofa, Manrique alude a dos
desgracias que podían afectar a la nobleza: el
escaso reconocimiento («poco valer») y la
precaria situación económica («no tener»
Los nobles sin recursos económicos debían
ejercer oficios «no debidos», es decir, oficios
manuales prohibidos a los nobles.
1. se sume: se pierde.
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60. 60
11
Los estados y riqueza
que nos dejan a deshora,
¡quién lo duda!
no les pidamos firmeza,
pues que son de una señora
que se muda:
que bienes son de Fortuna
que revuelve con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni ser estable ni queda
en una cosa.
El poder y la riqueza son bienes efímeros e
inestables porque dependen de la Fortuna.
Los clásicos representaban a la diosa Fortuna
como una mujer sentada sobre una rueda
que gira a gran velocidad: de ahí que
Manrique diga que la Fortuna «revuelve», es
decir, da vueltas a las cosas en su rueda veloz
(«presurosa»)
El poeta tiene presenta la distinción
aristotélica entre bienes de fortuna (los
exteriores, como la riqueza y bienes de
naturaleza (los interiores, como la virtud.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
61. 61
12
Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso no nos engañen,
pues se va la vida apriesa
como sueño.
Y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá
que por ellos esperamos,
eternales
Manrique nos propone ahora que
imaginemos que tenemos suerte (fortuna) y
que las riquezas acompañen a sus dueños
hasta la tumba (la «huesa»)
La comparación de la vida, por su fugacidad,
con un sueño, es un tópico que procede de la
Biblia y enlaza con el deseo de que el alma
dormida despierte a lo espiritual.
Manrique establece una antítesis entre los
deleites terrenales / temporales y los
tormentos de allá (en el infierno) / eternales.
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62. 62
13
Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos
¿qué son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos?
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta,
sin parar;
cuando vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.
Los «corredores» son los soldados enviados
como avanzadilla del ejército para explorar el
territorio enemigo.
En esta estrofa, Manrique relaciona la vida y
la muerte con su experiencia en el campo de
la guerra a través de dos metáforas.
La muerte se convierte en la «celada», la
emboscada, en la que caemos.
Manrique indica que somos como soldados
que corremos hacia una trampa y que,
cuando nos damos cuenta, ya no hay
posibilidad de volver atrás. Manrique emplea
términos de la vida militar que él conoce tan
bien.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
63. 63
14
Estos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya pasadas,
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte
que a papas y emperadores
y prelados
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.
Los reyes poderosos, los papas, los
emperadores y los prelados (altos cargos de
la Iglesia) son tratados igual que los pastores.
Manrique insiste en el poder igualatorio de la
Muerte.
Carmen Andreu Gisbert - IES Miguel Catalán
Esta estrofa sirve de transición entre la parte
general de las Coplas y la siguiente. A partir
de la siguiente copla, Manrique comienza el
desarrollo del tema del Ubi sunt? y va
abandonar los temas generales para
centrarse en los temas próximos.
64. 64
15
Dejemos a los troyanos
que sus males no los vimos
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus victorias.
No curemos1 de saber
lo de aquel siglo pasado
que fue de ello,
vengamos a lo de ayer,
que tan bien es olvidado
como aquello.
El poeta prefiere hablar de casos de la
historia reciente del reino de Castilla.
Manrique quiere ilustrar el trato igualatorio
de la muerte, pero no lo hará hablando de
los héroes de Troya, ni de los romanos cuyo
poderoso imperio acabó desintegrándose.
1. Curemos: preocupemos.
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65. 65
16
¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón,
¿Qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán?
¿Qué fue de tanta invención
como trajeron?
Las justas1 y los torneos2,
paramentos3, bordaduras4
y cimeras5
¿fueron sino devaneos?
¿Qué fueron sino verduras
de las eras?
Manrique evoca la corte de Juan II de Castilla
y León y recuerda a los caballeros más
apuestos («galanes») y los disfraces con
bordados e invenciones que solían llevar en
sus ropas.
Manrique echa mano del tópico del Ubi
sunt? con el que los poetas latinos se
lamentaban de la desaparición de personajes
o de la pérdida de las cosas bellas o valiosas
producidas por el paso inexorable del tiempo
y la llegada de la muerte.
1. Justas: combates individuales entre caballeros, en los que se luchaba a caballo y con lanza.
2. Torneos: combates en grupos de caballeros en las mismas condiciones que en la justa.
3. Paramentos: eran las sobrecubiertas del caballo.
4. Bordaduras: los bordados en relieve con los que solían decorar los paramentos.
5. Cimera: adorno colocado sobre el casto del caballero.
Termina con la metáfora: sus vidas fueron
«verduras de las eras», es decir, hierbas que
se agostan enseguida.
66. 66
17
¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
y aquellas ropas chapadas1
que traían?
Se pregunta por el destino de los adornos de
las damas: sus tocados (sombreros), sus
vestidos y sus perfumes.
Manrique continúa aquí el tópico del Ubi
sunt?
1. Chapadas: adornadas con oro y plata.
Por último, se pregunta por la música y la
danza, es decir, por las fiestas de la corte.
Utiliza la metáfora del amor como llamas de
un fuego y se pregunta dónde han ido a
parar esos sentimientos.
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67. 67
18
Pues el otro, su heredero,
Don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halaguero,
el mundo con sus placeres
se le daba!
Mas verás cuán enemigo,
cuán contrario, cuán cruel
se le mostró:
habiéndole sido amigo
¡cuán poco duró con él
lo que le dio!
19
Las dádivas desmedidas,
los beneficios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,
los enriques y reales
del tesoro,
los jaeces y caballos
de su gente y atavíos
tan sobrados
¿Dónde iremos a buscallos?
¿Qué fueron sino rocíos
de los prados?
Tópico del Ubi sunt?
Enrique IV fue un rey conocido por su
falta de firmeza política y su apego a
los placeres de la carne.
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68. 68
20
Pues su hermano el inocente,
que en su vida sucesor
se llamó,
qué corte tan excelente
tuvo, y cuánto gran señor
que le siguió;
mas como fuese mortal,
metiole la muerte luego
en su fragua.
¡oh juicio divinal,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua!
21
Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que de él se hable,
sino sólo que lo vimos
degollado;
sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?
¿fuéronle sino pesares
al dejar?
Se refiere a don Alfonso,
hermanastro de Enrique IV,
muerto a la edad de 14 años tras
haberse rebelado contra su
hermano.
Se refiere a don Álvaro de Luna,
privado del rey Juan, a quien este
mandó ejecutar públicamente.
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69. 69
22
Pues los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
que a los grandes y medianos
trujeron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
que tan alto fue subida
y ensalzada
¿qué fue sino claridad,
que estando más encendida
fue amatada?
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Tantos duques excelentes,
tantos marqueses y condes
y barones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿dó los escondes
y traspones?
Y sus muy claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las atierras
y deshaces.
Juan Pacheco, marqués de Villena, y
Pedro Girón, marqués de Calatrava,
privados del rey. Girón llegó a obtener
permiso del rey para casarse con
Isabel, la futura reina, pero murió
envenenado.
Manrique se dirige directamente a la
Muerte, a la que presenta como una
temible enemiga.
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Las huestes innumerables,
los pendones y estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
a cualquier otro reparo
¿qué aprovecha?
que si tú vienes airada
todo lo pasas de claro
con tu flecha.
Manrique continúa hablando con la Muerte.
La flecha de la Muerte, muchas veces unida
a la guadaña, era el arma con el que la
literatura y el arte medievales solían
representar a la Muerte.
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En las estrofas XVI y XVII veíamos el mundo
cortesano, ahora estamos ante el mundo
guerrero —son los dos mundos de
Manrique— y vemos a una Muerte
vencedora de héroes y ejércitos en terrible
batalla.
La imagen de la batalla resulta viva por la
enumeración de los elementos bélicos y por
el empleo de polisíndeton.
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Aquel de buenos abrigo,
amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente,
sus grandes hechos y claros
no cumple que los alabe
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros,
pues el mundo todo sabe
cuáles fueron.
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Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
Y a los bravos y dañosos,
¡un león!
Tras pasar revista a los personajes de la realeza y nobleza castellanas de la primera
mitad del siglo XV, empieza Manrique a hablar de su padre, para establecer una
comparación con la vida y la muerte de todos ellos.
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Entramos ahora en la última parte del poema, la «elegía» propiamente dicha,
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En ventura, Octaviano,
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud, Africano,
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano,
Tito en liberalidad
con alegría,
en su brazo, Aureliano,
Marco Atilio en la verdad
que prometía.
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Antonio Pío en clemencia,
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia,
Theodosio en humanidad
Y buen talante;
Aurelio Alexandre fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra.
Como corresponde al panegírico, el tono es elogioso y lleno de admiración.
Manrique encarece las virtudes de su padre comparándolo con grandes
gobernantes y grandes sabios.
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No dejó grandes tesoros
ni alcanzó grandes riquezas
ni vajillas,
mas hizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
muchos moros y caballos
se perdieron,
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.
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Pues por su boca y estado,
en otros tiempos pasados,
¿cómo se hubo?
quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos famosos
hizo en esta dicha guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.
A su muerte, don Rodrigo no dejó
más que deudas, a las que en
algunos casos hubo de hacer
frente nuestro poeta.
A don Rodrigo le confiscaron dos
veces sus tierras por enfrentarse a
don Álvaro de Luna, pero luego se
reconcilió con el Condestable y las
recuperó.
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Estas su viejas historias
que con brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias,
agora las renovó
en senectud;
por su gran habilidad,
por méritos y anciana
bien gastada,
alcanzó la dignidad
de la gran caballería
del espada.
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Y sus villas y sus tierras
ocupadas de tiranos
las halló,
mas por cercos y por guerras
y por fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portugal,
y en Castilla, quien siguió
su partido.
Metafóricamente, Manrique dice que su
padre fue el pintor de sus propias
hazañas de juventud. Las historias eran
los textos ilustrados con pequeñas
viñetas o miniaturas. Su padre obtuvo la
orden de Santiago (una cruz roja en
forma de espada). Es interesante
comparar este concepto de senectud
con el de la copla IX.
Manrique llama tiranos a los nobles que
no aceptaron la elección de don Rodrigo
como Maestre de Santiago e incitaron a
la rebelión a las villas y fortalezas de la
orden, recuperadas por don Rodrigo
más tarde.
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Después que puso la vida
tantas veces por su ley
al tablero,
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero,
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña,
vino la muerte a llamar
a su puerta.
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Diciendo: — Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de acero
muestre su esfuerzo famoso
en este trago.
Y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.
Es interesante la anáfora «Después de»
con que refuerza la impresión de una
vida bien gastada, bien llena, Después
de jugarse la vida tantas veces por su
religión (su ley) y su rey verdadero
(Dios), don Rodrigo murió, como
consecuencia de un úlcera cancerosa el
11 de noviembre de 1476.
Manrique presenta a la muerte como
una dama que dialoga con su padre y
que lo trata con respeto y cortesía.
Llama la atención el contraste con que
se presenta ahora a la muerte. Frente a
la muerte cruda, airada y que se ensaña,
tenemos una «muerte amiga». A tal
hombre, tal muerte, nos dice Manrique.
Comienza ahora un auténtico «ars moriendi» o arte de morir de tradición medieval
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— No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de fama tan gloriosa
acá dejáis;
aunque esta vida de honor
tampoco no es eternal
ni verdadera,
mas con todo es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.
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— El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros,
los caballeros famosos,
con trabajos y aficiones
contra moros.
Metáforas:
La muerte como una batalla.
Las tres vidas: aquí la vida terrena, la
vida de la fama.
La exaltación de la fama es rasgo
renacentista, aunque Manrique indica
que no es la verdadera.
La vida eterna se consigue realizando el
trabajo correspondiente a cada
estamento.
Culmina así el «menosprecio del
mundo» y llega la aceptación de la
muerte.
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— Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramaste
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganaste
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis.
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— No gastemos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo.
Y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.
Don Rodrigo Manrique ha vivido como
le corresponde a un noble caballero, por
lo que es de esperar que vaya al cielo y
consiga la vida eterna.
El padre de Jorge Manrique muere como
un buen cristiano al aceptar su fin con
alegría (con voluntad placentera) y
acepta la voluntad de Dios.
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