2. Orfeo y Eurídice
Orfeo era el músico
más extraordinario de
todos los mortales y
con su canto,
deleitaba a todas las
criaturas de la
naturaleza.
3. El día de su boda con Eurídice, la bella
mujer de quien estaba enamorado, cantó
mejor que nunca.
Todos a su alrededor parecían festejar su
amor con la misma alegría viendo a los
amantes paseando felices por la verde
pradera.
4. Sin embargo, la adversidad los acechaba en
el camino y se ensañaría con ellos una
serpiente venenosa mordió a Eurídice, quien
dejando escapar un grito de su garganta
cayó herida de muerte.
5. Orfeo, desesperado
trató inútilmente de
ayudarla pero ya era
tarde, el veneno se
había esparcido por
todo su cuerpo sin
darle tiempo a nada e
irremediablemente al
poco tiempo murió en
sus brazos.
6. Orfeo no pudo recuperarse de su profunda
pena y toda la naturaleza lo acompañó en su
dolor; las aves con sus agudos lamentos y
los árboles emitiendo extraños y lúgubres
sonidos con sus follajes.
No pudiendo soportar tanto dolor, decidió
bajar al Averno decidido a recuperar a su
amada.
7. Acompañado por un barquero atravesó el
oscuro pantano del Estigio, que separaba el
reino de los vivos del de los muertos,
iluminándose con una antorcha se hundió en
las oscuras profundidades de la morada de
los muertos.
En su travesía los macabros sonidos de los
fantasmas errantes, no lo desanimaron, él
iba tan decidido de hallar a su amada.
8. Encontró los rostros
ajados de las Furias,
y el perro Cancerbero
de tres cabezas que
custodiaba el palacio
de Plutón y
Proserpina, los
señores de los
muertos que se
encontraban
sentados en sus
tronos.
9. Se postró a sus pies y tomando su lira
comenzó a cantar una hermosa canción
sobre su perdida amada.
Todos los presentes lloraron al compás de
su triste canto y los reyes se apiadaron de él.
10. Eurídice fue llamada para que se presentara
en el salón del trono y al encontrarse ambos
amantes se abrazaron.
Plutón autorizó a Eurídice a regresar al
mundo de los vivos pero con una condición,
que Orfeo no girase su cabeza para mirarla
en su viaje de regreso, debiendo confiar en
que ella lo estaría siguiendo.
11. Orfeo, acompañado
del barquero regresó
por el mismo camino
lúgubre que lo había
conducido hasta el
Averno, mientras
atravesaban el río
Estigio, y pudo ver
una fuente de luz que
anunciaba la salida y
se apresuraron a salir
de la caverna.
12. Una vez afuera, Orfeo no pudo evitar darse
vuelta para comprobar si detrás de él venía
Eurídice, sin recordar que la condición
impuesta por los reyes del Averno era que
ambos tenían que estar afuera para poder
mirarse mutuamente.
13. Ni bien sus ojos se posaron en el bello rostro
de Eurídice, ésta le dijo adiós y desapareció
para siempre y Orfeo quiso seguirla pero
espectros fantasmales le impidieron el paso
y el barquero se negó a acompañarlo.
Desalentado, subió hasta lo alto de una
colina y allí comenzó a llorar
desconsoladamente.
14. Su lamento se fue convirtiendo en una triste
melodía que atrajo a los pájaros, animales y
árboles del lugar, que mientras lo
escuchaban trataban de protegerlo del fuerte
viento y de las inclemencias del tiempo.
FIN.