1. Universidad Autónoma de Chiapas
Facultad de Humanidades
Campus VI
Lic. En Pedagogía
Nombre: Karina Isela Castañón Flecha
Semestre: 5¨ Grupo: C
Trabajo: Ensayo
Mtra: Elsa Velasco Espinosa
Tuxtla Gutiérrez Chiapas, 17 de septiembre de 2014
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Contenido
Introducción ...........................................................................3
Ciudadanía..............................................................................4
La crisis de la ciudadanía moderna ........................................5
Ciudadanía..............................................................................6
Conclusión ..............................................................................9
Bibliografía ...........................................................................10
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Introducción
Este ensayo se enfocara específicamente, en algunas temáticas que circundan
alrededor del concepto de ciudadanía los que escribieron acerca de ello,asi
también que fue lo que se plasma, en este sentido, el desarrollo de este
concepto se abordara partiendo desde sus diferentes concepciones,
articulando a ello las diferentes perspectivas históricas, educativas, y
políticas, que permita la idea de manera precisa y así concebir la ciudadanía,
exhibe y configura al sujeto en medio de una sociedad de derecho y
obligaciones, así también ver cada época,siglos,concepciones sobre la
ciudadanía ,como ha venido dando una transformación o también ver si ha
tenido un cambio.
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Ciudadanía
En este sentido, para hablar de ciudadanía, es necesario referirnos algunos
antecedentes para ubicarnos en la reflexión y análisis del mismo, para
entenderlo, primero sería necesario hacer un poco de antropología desde las
muchas disciplinas que existen y que esta de alguna u otra forma le constituyen
al ser humano.
Como decía Aristóteles (470-399 antes de J.C.)”El hombre es un ser social, un
individuo que necesariamente debe vivir, de una o de otra manera, en un ámbito
comunitario”. Por tanto, él eje de la comunidad (democrática) no puede quedar
definido por un determinado individuo o grupo, sino por el conjunto de
relaciones y vínculos que se conforman aun nivel lo más libre e igualitario
posible.
Desde el s. III a.C. hasta el s. III d.C. Para el escepticismo y el epicureísmo la
ciudadanía era una noción que había desaparecido de gobierno de las pequeñas
ciudades autosuficientes y autogobernadas, ahora, según tales escuelas de
pensamiento, la comunidad o colectivo humano al que podía pertenecerse eran
unas agrupaciones apolíticas de condiscípulos y amigos que tratarían de vivir al
margen del mundo. Pero este distanciamiento de la ciudadanía no se produjo en
el estoicismo, como vamos a ver, el cual, en contacto con el cristianismo
romano, fomentará la participación política y la noción de cosmopolitismo o
ciudadanía universal.
La ciudadanía realizaba sus agrupaciones fuera de lo política donde se ponían
de acuerdo en comunión con todos los ciudadanos, llegaban a un acuerdo con
base a las ellos no se metían, mucho menos proponían cada quien sabia con
quienes realizaba esas cuestiones, para ello la ciudadanía entra en ciertas
complicaciones, ciertamente por estas problemáticas que daban o acuerdos
minoritarios que se acaban entre los individuos.
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La crisis de la ciudadanía moderna
El retorno al ideal republicano de la Antigüedad promovido por el Renacimiento
preparó el camino para el advenimiento de la ciudadanía moderna en el siglo
XVIII, durante las Revoluciones Americana (1776) y Francesa (1789). La
construcción de la ciudadanía moderna tuvo que enfrentar tres problemas que
la diferenciarán de la ciudadanía antigua, en la que los derechos eran
reservados a los ciudadanos, y no todos los hombres eran ciudadanos.
El primero fue la edificación del Estado, la separación de las instituciones
políticas y de la sociedad civil en el interior de territorios más vastos, con una
población mucho más numerosa que la de las repúblicas antiguas. Recuérdese
que en la Atenas de los siglos V y IV antes de Cristo el número de ciudadanos
oscilaba entre 60.000 y 30.000.
Como podemos darnos cuenta de estas separación, que existía era el caso de
que solamente los ciudadanos, solo eran los hijos de ambos padres atenienses,
lo cual por eso solo ellos podían estar, obtener, participar en la vida política, se
excluían las mujeres y personas menores de edad.
El segundo problema fue el régimen de gobierno. El ideal republicano retomado
por el Renacimiento es inseparable de la isonomía y de la igualdad. Este ideal
sólo se realiza en gobiernos democráticos o en gobiernos mixtos donde existe
un cierto arreglo entre la aristocracia y la democracia, como ocurrió en las
ciudades griegas y romanas. Sin embargo, el ideal republicano de la Modernidad
fue retomado en medio de sociedades que en su mayoría poseían gobiernos
monárquicos y aristocráticos.
En esta problemática que existía a través de los años, la ciudadanía tenía una
concepción bastante equilibrada donde se tomaba en cuenta la igualdad entre
los ciudadanos darle las mismas oportunidades a todos, porqué en ese entonces
existía el problema que solo para los familiares eran válidos.
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El tercer problema es que la sociedad pagana, politeísta y esclavista de la
Antigüedad nunca inscribió al Hombre en el derecho: los derechos humanos son
inexistentes. La esclavitud es incompatible con los principios cristianos de la
dignidad igual de los hombres ante Dios y con los derechos del hombre que
surgieron en el siglo XVIII a impulsos de las Revoluciones Americana y
Francesa.
Se reconoce claramente que como el hombre jamás conocía que en realidad le
correspondía realizar, al igual que no debía realizar se justificaba o tenía como
su protector en cualquier situación los principios cristianos este individuo
temía realizar lo que quería realizar.
Ciudadanía
En el siglo V a comienzos del siglo IV antes de J.C. la intención de los sofistas
consistía en educar a los ciudadanos en la actividad política, en hacerlos un
poco sabios, imbuirles del espíritu enciclopédico e ilustrado que ellos traían,
para que los ciudadanos pudieran también hablar de cualquier tema con
prolijidad y concisión, y así poder enfrentarse a los supuestos sabios que
ocupaban el poder.
Se trataba de poner a los ciudadanos a la altura cultural de los políticos
profesionales, para competir con ellos en condiciones de igualdad y evitar sus
engaños, y a la vez poder convencer a los demás gracias a esas mismas artes
aprendidas de los sofistas, los cuales querían educar a los ciudadanos en la
actividad política, en hacerlos un poco sabios-
Durante el siglo XIX (Platón;1994) “vio en el populismo el mejor argumento
contra la democracia y propuso como solución marginar al pueblo de la
participación, únicos capaces de definir el bien de la ciudad” Pero si la figura
del político se asocia tradicionalmente a la idea de sabio, en el sistema
platónico esa asociación no ha de ser una simple apariencia con la que engatusar
al pueblo, sino una realidad a partir de la cual afrontar la difícil tarea de
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definir el bien de la ciudad y realizarlo al máximo, aunque sea sin contar con la
opinión del pueblo.
Aun cuando el liberalismo ciertamente contribuyó con la formulación de la idea
de una ciudadanía universal, basada en la concepción de que todos los individuos
nacen libres e iguales, esta corriente de pensamiento, por otro lado, redujo la
ciudadanía a un mero estatus legal, estableciendo los derechos que los
individuos poseen contra el Estado. Es irrelevante la forma de ejercicio de
estos derechos, siempre que los individuos no violen la ley ni interfieran en el
derecho de los demás.
La cooperación social apunta sólo a facilitar la obtención de la prosperidad
individual. Ideas como conciencia pública, actividad cívica y participación
política en una comunidad de iguales son extrañas al pensamiento liberal.
La ciudadanía participativa es también esencial para la obtención de la acción
política efectiva, desde el momento en que ella habilite a cada individuo para
tener algún impacto en las decisiones que afectan el bienestar de la comunidad.
Finalmente, la práctica de la ciudadanía democrática es crucial para la
expansión de la opinión política y para cotejar nuestros juicios, representando
en este sentido un elemento esencial en la constitución de una cultura política
vibrante y democrática (Passerin d’Entrèves, 1992)
Las compensaciones y prestaciones del Estado de bienestar implantaron las
condiciones capaces de hacer factible este planteamiento. Durante casi treinta
años, el desarrollo paulatino de un modelo de ciudadanía basado en el
reconocimiento de derechos sociales en áreas como la sanidad, la educación o el
empleo, dentro de un marco general de crecimiento económico sin precedentes,
contribuyó a que se expandiera la sensación de que era posible compatibilizar
las desigualdades generadas por el modelo de producción capitalista con la
promesa formal de la igualdad política de la democracia.
El viejo sueño de los teóricos del liberalismo tenía visos de hacerse realidad
por medio de la acción de un Estado garante del bienestar social y de la
universalización de los derechos cívicos, no sólo civiles y políticos, sino
también, y principalmente, sociales, al mismo tiempo, como ha señalado Rees
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(1995), su posición respecto a la ciudadanía social no es lineal, sino que
evoluciona paulatinamente hacia un menor convencimiento en la justificación de
los derechos sociales.
Dentro de toda esta gama de concepción nos damos cuenta que este autor nos
menciona sobre que un ciudadano tiene sus derechos, como también debe de
asumirlos no solo decir los tengo ya que este cada día va evolucionando,
considerando lo anterior se logra comprender que la ciudadanía también se
refiere a un conjunto de derechos y obligaciones que determinan el carácter
de las relaciones entre los individuos.
Esto también lo plantea Marshall retomando el marco de lo individual y lo
colectivo cuando dice “ciudadanía es un status que se concede a los miembros
de pleno derecho de una comunidad. Sus beneficiarios son iguales en cuanto a
los derechos y obligaciones que implica, el civil, el político y el social”
(1998:37).
A partir de la construcción y consolidación del individuo como ciudadano, que se
logra asimilar el carácter de este como sujeto de derecho que está inmerso en
una sociedad de iguales, un escenario donde él puede ejercitar y afirmar su
estatus de ciudadano, actuando en un contexto democrático de manera
individual, pero inmerso en un colectivo en el que pueda autorregularse y de
igual manera adquirir criterios necesarios para proceder, evaluando también a
otros.
Se logra aseverar que la ciudadanía se funda y se crea en la medida que todos
los individuos puedan tener los mismos derechos y las mismas oportunidades y
donde este pueda concebirse como un agente participativo que puede actuar en
el escenario democrático, erigiendo su identidad, consolidando su estatus de
ciudadano y construyendo su subjetividad política y de esta manera poder
ejecutar el accionar político en medio de su sociedad.
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Conclusión
Finalmente y aunque se podrían delimitar muchas más conclusiones a partir del
concepto de ciudadanía viendo u gran trayectoria sus modificación de una otra
concepción desde distintas épocas, como de diferentes autores , la ciudadanía
es el conjunto de derechos que tienen las personas como sujetos y los deberes
que de ellos se derivan, ha ido transformándose y evolucionando paralelamente
al desarrollo de la sociedad ,asi también estar inmerso de la sociedad siendo un
ciudadano es terriblemente complejo; requiere, además de habilidades,
conocimientos, actitudes y hábitos colectivos, no obstante, esto no significa
que ser ciudadano pues en la medida que se geste la participación, la
emancipación la igualdad, la dignidad, la exigencia de derechos .
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Bibliografía
ARATO A. e COHEN J. Sociedad Civil
Aristóteles, Política. Madrid, Gredos, 1994.
Teoría Social. Sociedad Civil e Democratizada. Ed. Del
Platón, Diálogos. Madrid, Gredos (varios volúmenes y fechas de edición según
Volumen).
Rey. Belo Horizonte. 1994.