Los trastornos del control de impulsos se caracterizan por la incapacidad de una persona de controlar impulsos de realizar actos dañinos. Pueden deberse a trastornos psiquiátricos, demencia, daño cerebral o el efecto de drogas. Incluyen condiciones como piromania, ludopatía, cleptomanía y trastorno explosivo intermitente, donde la persona siente tensión creciente hasta cometer un acto para luego experimentar placer o alivio.