… Pues bien Even-Ezer salio rápidamente del calabozo dejándome en una total incertidumbre con su variada información. Al salir sonrió burlonamente liahona (brujula) y señalo el libro – su risa se perdió por entre la pequeña selocia, a lo lejos pregono: “en la penumbra de la paloma no recordaras ninguna palabra de las que escuchaste tu y los diez y si las escribes perderán sentido” navega en el inmenso océano del libro cerca de la orilla o naufragaras”. Ban y Obscuri sola sub nocte per umbras. - al fin salí del calabozo (se me hizo una eternidad) otro par de noches estuve descansando en el hotel Tajur, el de la calle Toledo con Barajas, dedicado a mi improvisado trabajo de corrector y grabador de texto, bien espere a la madrugada, intente mi primera oración en la madre patria. Las advertencias de Even-Ezer me traían cierta especie de temor, entre nuevamente al castillo “Talabera” el nuevo letrero anunciaba “veda el venerable y sus glosas emirianenses, 66.000 palabras en la arena del río Cárdenas, 40.000 mas y terminara la faena”. Mas abajo en letras al carbón decía. Francisco de Asís y el Lobo, Clarabal el Caballo y el Papa, El sultán de Damieta, Lucero,… Los alumbrados ¡y que grande mi sorpresa!...”la complicación hermética de los sagrados textos sobre la creación y el fin del mundo” había sido arrebatada de su puesto. Ya nada casi justificaba mi permanencia en Sevilla. Una mezcla de emociones surcaron mi mente, leí el mensaje abandonado en el lugar del libro. “Maer Salal-Azbaz” (el despojo se apresura, la presa se precipita) recordé entonces que uno de los hijos de Isaías y la profetiza llevaba ese nombre. Un miedo aterrador se apropio de mi humanidad…”de estas calles que abandonan el poniente – una habrá, no se cual que he recorrido ya por ultima vez, indiferente y sin adivinarlo a quien prefijo omnipotentes normas de esta secreta y rígida medida (sobre la servilleta del café anexo al museo el poema limites de borjes) y el libro que ya he leído ojala y no por ultima vez.
… Pues bien Even-Ezer salio rápidamente del calabozo dejándome en una total incertidumbre con su variada información. Al salir sonrió burlonamente liahona (brujula) y señalo el libro – su risa se perdió por entre la pequeña selocia, a lo lejos pregono: “en la penumbra de la paloma no recordaras ninguna palabra de las que escuchaste tu y los diez y si las escribes perderán sentido” navega en el inmenso océano del libro cerca de la orilla o naufragaras”. Ban y Obscuri sola sub nocte per umbras. - al fin salí del calabozo (se me hizo una eternidad) otro par de noches estuve descansando en el hotel Tajur, el de la calle Toledo con Barajas, dedicado a mi improvisado trabajo de corrector y grabador de texto, bien espere a la madrugada, intente mi primera oración en la madre patria. Las advertencias de Even-Ezer me traían cierta especie de temor, entre nuevamente al castillo “Talabera” el nuevo letrero anunciaba “veda el venerable y sus glosas emirianenses, 66.000 palabras en la arena del río Cárdenas, 40.000 mas y terminara la faena”. Mas abajo en letras al carbón decía. Francisco de Asís y el Lobo, Clarabal el Caballo y el Papa, El sultán de Damieta, Lucero,… Los alumbrados ¡y que grande mi sorpresa!...”la complicación hermética de los sagrados textos sobre la creación y el fin del mundo” había sido arrebatada de su puesto. Ya nada casi justificaba mi permanencia en Sevilla. Una mezcla de emociones surcaron mi mente, leí el mensaje abandonado en el lugar del libro. “Maer Salal-Azbaz” (el despojo se apresura, la presa se precipita) recordé entonces que uno de los hijos de Isaías y la profetiza llevaba ese nombre. Un miedo aterrador se apropio de mi humanidad…”de estas calles que abandonan el poniente – una habrá, no se cual que he recorrido ya por ultima vez, indiferente y sin adivinarlo a quien prefijo omnipotentes normas de esta secreta y rígida medida (sobre la servilleta del café anexo al museo el poema limites de borjes) y el libro que ya he leído ojala y no por ultima vez.