1. Juan Pablo De Marco
ANALISIS DEL PERFIL DE ELISA TUYARÉ
“Me salvó de la muerte saber hablar ruso”
(El título sale de lo común. Que a una persona lo salve de la muerte hablar una
lengua es poco común, y un título así capta al lector de inmediato. Porque si
bien todos cuentan lo inhumano de esa experiencia; personaliza)
Traductor alemán preso por el ejército soviético
Richard Ganss fue reportado a Siberia durante la Segunda Guerra Mundial por ser
soldado del ejército alemán. Estuvo preso por seis años pero no fue torturado, ya que
era útil por ser de los únicos que sabían hablar alemán y ruso. 60 años después
Richard recuerda esa horrible circunstancia, y agradece estar en el Uruguay con su
esposa Anneliese, en su casa en Malvín.
(El primer párrafo presenta al personaje directamente. Quizás una forma mejor
de enganchar al lector, es con alguna situación que haya vivido en Siberia y
como segundo párrafo sí este que va primero; -al estilo del reportaje visto en
clase: "La muerte imparable"-)
Luego de la Primera Guerra Mundial, Alemania había quedado destruida. Las
empresas quebraron, no había dinero y la tasa de desempleo era muy elevada. En ese
contexto de pobreza surge la voz de Adolf Hitler. El político alemán no tardó en
ganarse a la masa y su poderío creció con rapidez. “Nosotros no sabíamos el mal que
estaba haciendo este hombre, no supimos de todas las atrocidades hasta finalizada la
Segunda Guerra Mundial. Mi padre, por ejemplo, era simpatizante de Hitler, y no podía
creer que hubiesen existido los campos de concentración, él decía que era todo
mentira”, afirmó Anneliese.
(Hay información de contexto histórico. Luego, quizás se podía haber
intercalado con un párrafo más entre cada párrafo, para darle ritmo a la escritura
y que no sea sólo lo que cuenta explicado en tercera persona.)
“Nunca tuvimos problemas con los judíos, éramos indiferentes, pero no eran queridos,
ya que tenían los mejores negocios y vendían las cosas más caras. La gente les tenía
envidia”, confesó Richard. (Frase de Richard que por primera vez habla y cuenta la
relación con los judíos. Esto muestra que el estilo del perfil es bien crónico,
demuestra momento a momento cada acontecimiento importante en su vida y de
lo que entendía importante de lo que sucedía en esa época en su país).
Fue reclutado por el ejército alemán cuando tenía 21 años de edad. Todos los
hombres que estuviesen en buenas condiciones debían alistarse como soldados. Por
esa razón, al comienzo de la guerra, el padre de Richard le sugirió que se presentara,
antes que fuera convocado, porque eso le permitía elegir el sector que quisiese.
2. Juan Pablo De Marco
Años atrás, en el liceo había estudiado varios idiomas – inglés, ruso, francés y latín- lo
que nunca pensó que iba a tener tanta importancia. En el ejército comenzó a trabajar
como telegrafista. Se lo mandó a Berlín, a la Escuela Militar de Lenguas, para mejorar
la escritura del idioma ruso, idioma que les servía mucho a los alemanes.
Luego de un año de estudio acompañó al ejército alemán cuando éste invadió Rusia.
El mismo día que atentaron contra Adolf Hitler -una bomba puesta en su escritorio
explotó sin cumplir su cometido debido el grosor del mueble- él fue aprisionado por los
rusos. Muchos de sus compañeros fueron fusilados. Él iba a sufrir con la misma
condena si no hubiese gritado “momento, momento, mi madre es rusa”. Esa invención
le salvó la vida. (Muestra la importancia del personaje y también combina
contexto histórico con la vivencia particular sobre ese hecho; que en definitiva
termina siendo partícipe. Aquí sube el tono de la narración.)
Lo llevaron como prisionero a Siberia, y estuvo ahí seis años (1944-1950). Él era de
los más jóvenes. Cada cautivo tenía una actividad. “A mí me tocó trabajar como
traductor en las oficinas. Otros trabajaban en la cocina, en la limpieza y en las minas.
Me salvó la vida saber hablar el idioma de mis captores. Como era de los pocos que lo
sabían, me necesitaban. Por eso tenía ciertos beneficios, gozaba de una habitación
más amplia y mayor cantidad de comida”. Lo cuenta con tranquilidad y un tanto
emocionado.
Lo que más sufrió en esos años fue el clima, el tipo de alimentación y el estar lejos de
su familia. En verano la temperatura sobrepasaba los 40° y en invierno los 40° bajo
cero. “Yo todavía sigo sintiendo el frío de Siberia”, afirma Richard sentado en su
amplio sillón con una estufa prendida a su lado. Usualmente, todos los días
almorzaban y cenaban sopa de pescado con un trozo de pan. Podían tomar té cuando
quisiesen porque los japoneses les mandaban grandes cantidades. No había ni fines
de semanas ni días festivos. Todos los días eran iguales.
Los rusos nunca los agredieron físicamente, si hacían algo mal los castigaban
dejándolos sin comer o mandándolos a las minas a trabajar. No fueron maltratados,
sino que, hasta se hizo amigo de los guardias. A veces iba con ellos al pueblo que
quedaba cerca de allí a tomar algo. No estaban encarcelados, porque sabían que no
podían escapar. No había ni trenes ni vehículos en los cuales pudiesen huir. Si lo
hacían, morían. No iban a resistir el frío y estaba lleno de lobos salvajes en las
inmediaciones, que aullaban ferocemente por las noches.
“En una ocasión nos mandaron a juntar pares de zapatos que iban a ser enviados a
través de barcos a la gente más necesitada. Con unos amigos ideamos el plan se
separar los pares y enviar todos los de un pie derecho en un barco y los del izquierdo
por otro. Lo hicimos como broma pero fuimos descubiertos y cada uno recibió una
pena. A mí me condenaron a 25 años de prisión”. (Alterna con una anécdota que
muestra la atrocidad de esos campos de concentración con un hecho un tanto
pintoresco, si se quiere, marcando un quiebre en el tono de los hechos que
fueron realmente fatales.)
Cuando era prisionero se comunicaba con su familia a través de cartas. Eran pocas y
cortas. En ese momento tenía una novia, llamada Edith, con quien decidió deshacer el
noviazgo porque no sabía cuánto tiempo iba permanecer encerrado. Cada vez fueron
menos frecuentes las cartas y los padres al no recibir noticias de Richard, lo dieron por
muerto. Por lo tanto, un año y medio antes de ser liberado, los padres abandonaron
Alemania con un grupo de menonitas que se dirigían a Paraguay. El barco se averió y
tuvieron que desembarcar en Uruguay.
(Vuelve al tono narrativo que intenta transmitir lo brutal de lo sucedido)
3. Juan Pablo De Marco
El optimismo es lo que le hizo seguir con vida. Nunca creyó que iba a morir, siempre
supo que iba a ser liberado. No le permitió a su cuerpo ser débil, no se enfermó nunca
estando prisionero. Sin embrago, cuando fue soltado decayó varias veces. "Das
schliemste da zu sein, war da zu sein"- lo peor de estar ahí, era estar ahí- afirmó con
mirada triste. (Aspectos de su personalidad y pensamientos que encierran a
Richard Ganns y que aportan a la tónica narrativa en modo de crónica)
Luego de finalizada la guerra, en los años 50, se lo liberó y regresó a Alemania muy
delgado y sordo de un oído, debido a una granada que explotó cerca de él. En ese
momento se entera que sus padres se habían ido a Uruguay y decide venir con ellos.
Mientras tanto, comienza a trabajar en Berlín en un almacén.
Allí conoce a su actual esposa. “No teníamos mucho dinero después de la guerra. Mi
madre me había pedido que fuera a comprar algunas cosas y él me atendió y me llenó
el carro. Yo sabía que mi madre me iba a matar”, explicó Anneliese. Luego de ese
momento, se vieron en el cine. Él estaba con dos chicas y ella había ido sola. Richard
se deshizo de las mujeres y fue a hablar con Anneliese. Se llevaban diez años de
diferencia. Él la invitó a tomar el té. Después de la salida, la acompañó a su casa y se
despidió. “No me besó, yo no entendía por qué no lo había hecho”, contó divertida.
Luego le confesó que tenía gripe y no la quería contagiar. Dos semanas después le
pidió matrimonio.
En el Uruguay les costó mucho adaptarse. Ninguno conocía el idioma, pero Richard
contó con la ventaja de haber estudiado latín, así que no le fue tan difícil. Anneliese
dejó a toda su familia en Alemania y los extrañó mucho. Comenzaron trabajando en el
Colegio y Liceo Alemán, él en la parte de mantenimiento y ella en la cantina. Tuvieron
dos hijos, Cristina y Peter.
En la actualidad vive con su esposa en una casa en Malvín. Pequeña pero acogedora,
Richard pasa los días en su sillón que da a la ventana, por lo general, leyendo.
Cuando los días están lindos se sienta en el patio, lleno de plantas y flores, que
mantiene con esmero. Con 88 años sigue encargándose de arreglar su jardín con la
ayuda de su esposa. “A él le gusta hacer las cosas por sí mismo, es dedicado y
detallista”, cuenta su nieto Alejandro.
Siempre abrigado, aunque el día amerite una simple remera, se preocupa porque
todos los presentes estén cómodos. “Tome asiento”, “siéntese aquí que tiene mejor
vista”, “¿no tiene frío?, esas son las frases que realiza a los visitantes. A toda persona
extraña le comienza a contar sobre su participación en la guerra y no para de hablar
sobre ello hasta que alguien lo corte. “Hitler era el diablo”, comienza a decir con
decisión. (Quizás lo espantoso de haber vivido esa experiencia hace resaltar
rasgos de su actual personalidad, esto se transmite en este párrafo con
especiales tratos de cuidado a los de su alrededor y a la propia entrevistadora)
Su esposa lo atiende con dedicación, se preocupa de que este lo más
confortablemente posible. 58 años de casados, él la mira con sus ojos celestes y
sonrisa tímida y dice “aquí está la mujer de mi vida, voilà”.
(El final habla de lo que vive actualmente, que podría estar bueno en otra parte
del perfil. Una buena forma de cerrar es en alguna secuela, o consecuencia que
le pudo haber dejado semejante hecho, que obviamente lo marcó para toda su
vida.)
Comentarios:
4. Juan Pablo De Marco
Hubiese sido mejor que en algunas partes divida por temas para no aburrir al lector. Si
bien es interesante, las frases de impacto que tiene, como por ejemplo “Lo peor de
estar ahí, era estar ahí”, o “Hitler era el diablo”; pueden servir como forma de titular y
estructurar las diferentes partes del perfil.