Prueba libre de Geografía para obtención título Bachillerato - 2024
Arquitectura del barroco
1. Republica Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación
Universitaria
Instituto universitario politécnico “Santiago Mariño”
Facultad de arquitectura
Sede Barcelona
Arquitectura del
Barroco
Autor:
Josue Echeverri
Julio 2020
2. Arquitectura del barroco en España
Arquitectura barroca en España, arquitectura barroca española o
arquitectura del Barroco español son denominaciones
historiográficas habitualmente utilizadas1 para la arquitectura del
Barroco que se produjo en el territorio actual de España durante
el siglo XVII y los dos primeros tercios del siglo XVIII
la influencia del manierismo de El Greco fue mínima en España.
La aparición temprana de un estilo barroco naturalista se debió a
la influencia de Italia.
La arquitectura barroca española es, ante todo, ornamentación
(recargamiento decorativo: churrigueresco). Esta ornamentación
no se limitará al interior, como en Italia, sino que se desborda en
la fachada , a la que acaba sepultando. Una especie de “ Horror
vacui ” parece dominar a los artistas del pleno barroco español,
desplegando una enorme imaginación en el cubrimiento de
fachadas y paramentos. Entre los elementos formales
desarrollados, destacan el estípite y el baquetón.
Hospício de San Fernando, Madrid. Pedro
de Ribera, 1722.
3. La arquitectura española de principios del barroco menudo sigue el
patrón del estilo severo silenciado del monasterio-palacio de El
Escorial (1563 hasta 1582), cerca de Madrid, como en el Palacio del
Buen Retiro (comenzado 1631, ahora destruido) en Madrid. La
fachada de Cano para la catedral de Granada (diseñada en 1667)
contiene elementos clásicos, pero, en su decoración de la superficie,
señala el camino hacia el desarrollo del estilo rococó. Los edificios
barrocos más adornados se encuentran en Andalucía. El Hospital de
Sevilla de Los Venerables Sacerdotes (1687-1697), diseñado por
Leonardo de Figueroa, es típico. En el resto del país el estilo
churrigueresco, un modo barroco violentamente exuberante llamado
así por la familia Churriguera de arquitectos, es evidente en los
edificios ricamente adornadas en Barcelona, Madrid, y especialmente
Salamanca.
Arquitectura del barroco en España
Al finalizar el siglo XVII ya se han abandonado las antiguas
influencias, y los arquitectos se lanzan a la creación de un estilo
mucho más movido , caracterizado por el empleo de columnas
salomónicas, frontones curvos y partidos, molduras acodilladas,
decoración naturalista, textiles, escudos recortados, etc..
Torre del Reloj de la catedral de
Santiago de Compostela. Domingo de
Andrade, 1676-80
4. Abundancia de elementos decorativos: los frontones (tanto
triangulares como semicirculares), se parten y adquieren formas
curvas o mixtilíneas, abundancia de hornacinas, ventanales con
forma ovoide (oculi), empleo de orejeras, espejos , carteleras,
ménsulas y esculturas.
ESTÍPITE Tipo de soporte que genera, por su forma especial,
sensación de inestabilidad al ser extremadamente estrecho en su
parte inferior . Algunos tienen forma de cariátide.
Se emplea, con frecuencia, el trampantojo, un recurso que, a
través de la pintura, simula un espacio arquitectónico que se
abre sobre el muro.
Materiales: piedra, mármol, ladrillo, estuco, bronce
5. Dinamismo compositivo y movimiento aplicado a la arquitectura
La arquitectura barroca pretende otorgar a sus estructuras
dinamismo compositivo, en lugar del carácter reposado
renacentista. El movimiento será una de sus búsquedas
principales. Esto se aplicará, por ejemplo, en el uso de
ondulaciones para muros interiores y fachadas, así como
también en las columnas.
Proyección arquitectónica policéntrica
Las edificaciones barrocas poseen diversos centros o ejes
constructivos según la complejidad del diseño. En lugar de
restringirse a figuras con un único eje central, como el círculo, el
cuadrado y la cruz griega, crean un efecto policéntrico mediante
otras figuras o mediante nuevas y atrevidas combinaciones de
las figuras mencionadas.
Preferencia por la línea curva
La arquitectura barroca prefiere el uso de las líneas curvas y las
superficies ondulantes. En este sentido, abandona las líneas
rectas y las superficies planas.
Características de la Arquitectura
Barroca del Siglo XVII y XVIII
Borromini: Iglesia San Carlo alle Quattro Fontane,
Roma. Derecha: nótese la fachada curva con
nichos, hornacinas y óculos. Izquierda superior:
planta irregular. Izquierda inferior: cúpula.
6. Características de la Arquitectura
Barroca del Siglo XVII y XVIII
Preferencia por las plantas elípticas y mixtilíneas
Como consecuencia de lo anterior, en el barroco se prefiere el
uso de plantas elípticas, aunque también formas complejas
mixtilíneas, es decir, que combinan líneas curvas y rectas. Se
usan también formas de la naturaleza para la proyección de
plantas inusuales.
Búsqueda de la infinitud
El propósito del dinamismo fue diluir los límites espaciales y
crear un efecto de continuidad e infinitud mediante la forma
abierta, que implica el suavizado de líneas y volúmenes
segmentados. También se pretendió lograr este efecto por medio
de la decoración.
Plaza San Pedro, Vaticano, Roma. Derecha: vista desde la
basílica. Izquierda: vista satelital. Nótese el diseño elíptico
de la plaza
7. Riqueza ornamental e integración de las artes
El barroco admitió la riqueza ornamental de gran exuberancia,
una decoración que recargaba todo el espacio. Los arquitectos
se valieron de todas las artes, integrando arquitectura, pintura y
escultura en un todo complejo. Fueron válidos también los juegos
de espejos y las ilusiones ópticas (llamadas trampantojo), estas
últimas aplicadas en muros, bóvedas y cúpulas.
Uso de la luz en función de los efectos pretendidos
En lugar de optar por una luz diáfana y natural, la arquitectura
barroca se caracteriza por crear efectos atmosféricos mediante la
manipulación y regulación de las entradas de luz. La búsqueda
de los efectos del claroscuro es una constante.
Características de la Arquitectura
Barroca del Siglo XVII y XVIII
Interior del Palacio de Versalles. Salón de los
espejos.
8. En la Corte, durante el siglo XVII, se cultivó un barroco autóctono con raíces
herrerianas, basado en la construcción tradicional con ladrillo y granito, y el uso
de empinados chapiteles o cubiertas de pizarra, que se rastrea en el llamado
Madrid de los Austrias. El principal representante de esta línea fue Juan Gómez
de Mora. También destacaron los religiosos Fray Alberto de la Madre de Dios,
autor del monasterio de la Encarnación de Madrid y de los templos de Lerma,
Pedro Sánchez, autor de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, el hermano
Francisco Bautista, inventor de un quinto orden arquitectónico, compuesto de
dórico y corintio e introductor de las cúpulas encamonadas teorizadas por Fray
Lorenzo de San Nicolás, a quien se debe, entre otras, la iglesia de las Calatravas.
Buenos ejemplos del momento son la Plaza Mayor y el Palacio del Buen Retiro.
Este último, obra de Alonso Carbonel, fue casi totalmente destruido durante la
Guerra de la Independencia Española, aunque sus jardines aún se conservan
parcialmente en el Parque del Buen Retiro y algunas de las partes supervivientes
se convirtieron en el Casón del Buen Retiro y el Museo del Ejército. Otras
muestras de este sobrio estilo barroco del siglo XVII son la Casa de la Villa, el
Palacio de Santa Cruz, el Palacio de los Consejos, las iglesias de San Martín, de
San Andrés, de San Ildefonso de Toledo, de Montserrat, de San Isidro y los
Estudios jesuíticos anejos, el Monasterio de la Encarnación, las Descalzas
Reales, el convento de las Calatravas, de las Comendadoras de Santiago, etc.
La Arquitectura del Siglo XVII
Juan Gómez de Mora. Plaza Mayor
de Madrid. Siglo XVII.
9. En la arquitectura andaluza del siglo XVII destacan las fachadas
de la Catedral de Jaén, obra de Eufrasio López de Rojas que se
inspira en la fachada de Carlo Maderno para San Pedro del
Vaticano, y de la Catedral de Granada, diseñada en sus últimos
días por Alonso Cano. Su modernidad, basada en su personal
uso de las placas y elementos de claro acento geometrizante, así
como el empleo de un orden abstracto, la sitúan a la vanguardia
del barroco español.
En Galicia, el patrocinio e influencia del Canónigo de la catedral
compostelana, José de Vega y Verdugo, impulsó la introducción
de los formas del barroco pleno en las obras catedralicias2 lo
que propició que el nuevo estilo se extendiera por toda la región.
Supuso el tránsito del clasicismo de arquitectos como Melchor de
Velasco Agüero a un barroco caracterizado por una gran riqueza
ornamental cuyos primeros y destacados representantes fueron
Peña de Toro y Domingo de Andrade
Alonso Cano (traza). Fachada de
la catedral de Granada, último
tercio siglo XVI
10. La Arquitectura del Siglo XVIII
En el siglo XVIII se dio una dualidad de estilos, aunque las cesuras no siempre están claras. Por un lado estuvo la línea
del barroco tradicional, castizo o mudéjar (según el autor) cultivada por los arquitectos autóctonos y, por otro, un
barroco mucho más europeo, traído por arquitectos foráneos a iniciativa de la monarquía, que implanta un gusto
francés e italiano en la Corte. A la primera tendencia pertenecen arquitectos y retablistas tan destacados como Pedro
de Ribera, Narciso Tomé, Fernando de Casas Novoa, Francisco Hurtado Izquierdo, Jerónimo de Balbás, Leonardo de
Figueroa, Conrado Rudolf.
Buen exponente de la pervivencia del barroco tradicional en la Corte durante el siglo XVIII fue Pedro de Ribera, cuya
obra más destacada es el Real Hospicio de San Fernando en Madrid. De los Tomé (Narciso y Diego) destaca el
famoso Transparente de la catedral de Toledo y, como obra estrictamente arquitectónica, la Universidad de Valladolid.
El foco gallego estuvo magistralmente representado por Fernando de Casas y Novoa, cuya obra cumbre es la fachada
del Obradoiro de la catedral compostelana. En Andalucía destacaron dos focos: Granada y Sevilla. En el primero
sobresalió el arquitecto lucentino Francisco Hurtado Izquierdo, autor de los sagrarios de las cartujas de Granada y de
El Paular (Rascafría), y asimismo relacionado con una de las obras más deslumbrantes del barroco español, la
sacristía de la cartuja granadina. En Sevilla destacaron el zamorano Jerónimo Balbás, que propagó el uso del estípite
en Andalucía y la Nueva España, y Leonardo de Figueroa, autor de la remodelación del Colegio de San Telmo y de un
conjunto tan sobresaliente como el noviciado jesuítico de San Luis de los Franceses. Otro de los focos que gozó de
gran vitalidad durante el barroco fue el valenciano. Un destacado arquitecto fue Conrado Rudolf y una fachada
paradigmática es la del Palacio del Marqués de Dos Aguas (1740-1744), diseñada por el pintor Hipólito Rovira. En
Murcia, el gran renovador de la arquitectura fue Jaime Bort con el potente imafronte o fachada de la catedral (1737-
1754).
11. La Arquitectura del Siglo XVIII
A partir de 1730, el impacto del rococó francés se percibe en el barroco
español. Retablistas y arquitectos incorporan la rocalla como motivo
decorativo, aunque la emplean en estructuras de marcado carácter
barroco. Por eso, salvo en contados ejemplos, resulta arriesgado hablar
de la existencia de un auténtico rococó en España, pese a que a menudo
se han asociado los derroches decorativos dieciochescos a dicho estilo.
En el siglo XVIII, algunas iglesias levantadas en la Corte por arquitectos
italianos, como Santiago Bonavía, que trazó la iglesia de San Antonio en
Aranjuez o la iglesia de San Miguel en Madrid, trasladan a España
propuestas del barroco italiano en sus complicadas plantas alabeadas.
También destaca el convento de las Salesas Reales, fundado en 1748 por
Bárbara de Braganza, y algunas obras de Ventura Rodríguez, fiel seguidor
del barroco romano en iglesias como la de San Marcos, en la que funde las
aportaciones de Bernini (San Andrés del Quirinal) y Borromini (San Carlo
alle Quattro Fontane).
Fachada de la Universidad de
Valladolid, 1716-1718.
12. El ascenso al trono de Carlos III en 1759 traería consigo la liquidación del barroco.
En la Corte, el rey llevó a cabo una serie de reformas urbanísticas destinadas a
higienizar y ennoblecer el insalubre Madrid de los Austrias. Muchas de estas obras
fueron acometidas por su arquitecto predilecto, el italiano Francesco Sabatini, en un
lenguaje clasicista bastante depurado y sobrio. Este clasicismo académico, cultivado
por él y otros arquitectos académicos, está preparando las bases del incipiente
neoclasicismo español. Los ilustrados abominaron de las formas barrocas
precedentes, por apelar a los sentidos y ser afectas al pueblo; en su lugar,
propugnaban la recuperación del clasicismo, por identificarlo con el estilo de la
razón. Las presiones que, desde la Real Academia de San Fernando, su secretario,
Antonio Ponz, trasladó al rey, desembocaron en una serie de Reales Decretos a
partir de 1777, que prohibieron la realización de retablos en madera y supeditaron
todos los diseños arquitectónicos de iglesias y retablos al dictamen de la Academia.
En la práctica, estas medidas suponían el acta de defunción del barroco y la
liquidación de sus variantes regionales, para imponer un clasicismo académico
desde la capital del reino.
Catedral de Murcia, Jaime Bort
1737-1754.
13. Gian Lorenzo Bernini
Es un artista total que destaca no sólo en su faceta de arquitecto sino también
como escultor y decorador. Su arquitectura se caracteriza por la síntesis, la
sencillez de las formas, el concepto teatral del espacio y el mensaje triunfal de sus
construcciones.
Trabajó bajo los auspicios de los papas Urbano VIII (1623-1644), Inocencio X
(1644-1655) y Alejandro VII (1655-1667), para los cuales realizó la mayor parte de
sus obras. En 1629, a la muerte de Maderno, fue nombrado arquitecto de San
Pedro, donde en 1624 organizaba ya el espacio bajo la cúpula de Miguel Ángel
disponiendo nichos en sus cuatro pilares. En el ábside principal,ideó un
transparente para el altar de la Cátedra de San Pedro, magnificando este lugar
simbólico del papado. Estas reformas se complementaron con la construcción de
un Baldaquino bajo la gran cúpula.
La basílica vaticana y la colocación del obelisco de Fontana en 1585 condicionarán la forma final de
la plaza de San Pedro. Bernini, después de varios proyectos, terminó por hacer rectos los dos
tramos más próximos al templo, para desarrollar después una forma oval en torno al obelisco como
eje espacial. La plaza adquiría forma con la construcción de una columnata, adintelada y formada
por cuatro columnas en fondo, en la que se empleaba el orden gigante y el orden toscano y que se
coronaba con esculturas.
14. Francesco Borromini
Con un temperamento más apasionado e inquieto que Bernini, va a dotar a sus
obras de un dinamismo inaudito, subordinado a una audaz fantasía y a su dominio
técnico, que crea conjuntos de grandiosos efectos lumínicos y espaciales. Sus obras
son iglesias de pequeño tamaño, de materiales modestos. Su fantasía creativa e
innovadora le lleva a crear elementos nuevos como capiteles con la volutas al revés,
a ondular con continuas curvas y contracurvas, con elementos cóncavos y convexos
las fachadas y los interiores. Transgrede totalmente el clasicismo, creando nuevas
proporciones y motivos ornamentales.
Claro ejemplo de este modo de hacer es su famosa iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane. En la Iglesia de San
Carlos de las cuatro fuentes (1638-1667) con planta elíptica y capillas radiales, utiliza el muro curvo en su interior
con elementos cóncavo-convexos, cubriendo el conjunto con una cúpula oval. En la fachada muy dinámica con
ondulaciones, dividida en dos cuerpos con columnas y profundas hornacinas con estatuas, rematada en la parte
superior con una balaustrada y un gran medallón oval, provocando fuertes efectos lumínicos.
Además de realizar la decoración interior de la basílica de San Juan de Letrán (1646) y el colegio Propaganda Fidei
(1647-1664).
Entre sus obras civiles son dignas de
mención la Columnata del Palacio Spada (1632) y la fachada posterior y la rampa del Palacio Barberini.
15. Louis Le Vau
Versalles fue sin duda la última de las grandes realizaciones de este gran
arquitecto de mediados del siglo XVII. Tras la Gran Diversión de 1668, Luis
XIV le confía a Le Vau, primer arquitecto del Rey desde 1654, la ampliación
del palacio de ladrillo y piedra de su padre Luis XIII. Del lado del patio,
construye en el mismo estilo las alas simétricas de las caballerizas y de los
comunes, pero opta por la piedra para rodear el antiguo palacio del lado de
los jardines. Esto es lo que se conoce como la famosa "Envoltura". Frente a la
estética francesa de tejados de pizarra del lado del patio, Le Vau privilegia el
estilo italiano de una cubierta invisible tras una balaustrada adornada con
trofeos y jarrones. Hardouin-Mansart, su sucesor, retomará esta estética y la
aplicará a las alas.
Antes de Versalles, Le Vau había trabajado para Luis XIV en Vincennes (pabellones del Rey y de la Reina), en
el Louvre y en las Tullerías. Frente al Louvre, construyó, siguiendo los deseos del Cardenal Mazarino, el
Collège des Quatre Nations (actual Institut de France). Tanto aquí como en Versalles, el arquitecto recurrió a
una estética clásica con toques barrocos en su decoración y diseño italianizante, características de la
arquitectura de mediados del siglo XVII, que retomaría en Versalles.
16. Nacido en París, estudió con su famoso pariente Francois
Mansart, de quien también heredó una vasta colección de planes
y dibujos . También fue enseñado por Liberal Bruant, diseñador
del hospital real en París conocido como Les Invalides, que
Mansart completó después de la muerte de Bruant. A la edad de
29 años, Mansart se convirtió en arquitecto oficial de Luis XIV, en
cuyo papel extendió por primera vez el castillo real de Saint-
Germain-en-Laye, antes de recurrir al rediseño y la extensión del
Palacio de Versalles. Aquí, durante el período 1678-98,
basándose en los planes de su predecesor Le Vau, diseñó el
nuevo Salón de los Espejos, el Gran Trianon, la Orangerie, así
como las nuevas alas norte y sur.
Jules Hardouin Mansart
Su posición preeminente como la más poderosa de todas. Arquitectos barrocos bajo Louis Quatorze , le dio
la oportunidad de crear muchos de los monumentos más importantes de la época y establecer el tono de
Late Arte barroco en Francia. Su enfoque para construir diseño influyó en arquitectos tan lejanos como San
Petersburgo y Constantinopla, incluidos Bartolomeo Rastrelli (1700-71). Murió en Marly-le-Roi a la edad de
62 años.
17. Ideal urbanístico que caracterizaron las obras de Haussmann
Entre la Revolución de 1789 y la renovación de Haussmann cambiaron los ideales de los parisinos:
de ser una ciudad políticamente motivada pasó a tener los propios de una ciudad centrista económica
y socialmente. La tecnología moderna como los ferrocarriles y las lámparas de gas eran mejoras que
la burguesía en auge podía disfrutar en un estilo de vida más cómodo. Con la renovación, se crearon
nuevos espacios en los que la burguesía hizo ostentación de su nueva riqueza, creando una
economía floreciente. Todos los ejemplos de cambios que acontecieron en París en esta época
pueden verse en representaciones de la ciudad. Hay dos perspectivas sobre el Barón Haussmann:
una la representa como el hombre que destruyó al París antiguo, y otra como el hombre que creó al
París moderno.
Gracias a esta intervención París se transformó, en menos de dos décadas, de ciudad medieval a la
más moderna del mundo.
El plan urbanístico de Haussmann se basó en la ampliación de la ciudad histórica (París), que renovó
la red viaria, implementó nuevos sistemas técnicos y equipamientos.
Las grandes reformas urbanísticas propias del siglo XIX no fueron únicas de París, pero sí fue ciudad
pionera. Estas obedecían a unas necesidades objetivas tales como: incremento de la población,
exigencia de unas construcciones y un urbanismo más higiénico ante las epidemias como la peste o
el cólera, adaptación del centro de las ciudades a los nuevos medios de transporte como el
ferrocarril, etc.
18. Los cambios fueron posibles gracias a la mejora en la técnica y, además, a la adaptación
de las leyes, permitiendo la expropiación forzosa cuando el Derecho liberal tradicional
concebía la propiedad privada como un derecho ilimitado. Haussmann eliminó muchas
calles antiguas, serpenteantes y derribó casas de apartamentos. Las reemplazó con
avenidas, anchas vías flanqueadas por árboles, y creó extensos jardines por los que hoy
París es famoso. El plan de Haussmann incluyó también una altura uniforme de los
edificios y puntos de referencia como el Arco del Triunfo y el Gran Palacio de la Ópera.
La obra en paseos y jardines fue responsabilidad del ingeniero civil Jean-Charles
Alphand.
Pero, además de conseguir sus objetivos de mejoras sanitarias y de comunicación, la
renovación sirvió para finalidades políticas. Y por ello la obra de Haussmann fue
especialmente aplaudida por las clases enriquecidas, mientras que parte del pueblo
parisino sintió que las obras de Haussmann destruían sus raíces y conexiones sociales.
En primer lugar, logró desplazar a las masas obreras del centro de las ciudades a los
barrios de la periferia. La clase que más sufrió en el pasado las condiciones de vida
medievales del antiguo París se exilió en las periferias por la haussmannización, puesto
que los barrios bajos se limpiaron y substituyeron con apartamentos para la burguesía.
Y, en segundo lugar, el nuevo plan de la ciudad dificultaba revueltas como las de 1830 y
1848, por la vía de impedir físicamente la colocación de barricadas (fácil en estrechas
callejuelas medievales pero difícil en avenidas anchas) y facilitar la labor de las fuerzas
del orden a través del rápido desplazamiento por las calles y la colocación estratégica de
edificios oficiales como los cuarteles
19.
20. Ideal urbanístico que caracterizaron las obras de Fourier
Propuso la creación de unas unidades de producción y consumo, las falanges o falansterios,
basadas en un cooperativismo integral y autosuficiente. En esta forma anticipa la línea de
socialismo libertario dentro del movimiento socialista pero también líneas críticas de la moral
burguesa y patriarcal basadas en la familia nuclear y en la moralidad cristiana restrictiva del
deseo y el placer y por ende en parte al psicoanálisis. Así pues, el siglo XX encontró interés en
las perspectivas libertarias de cuasi-hedonismo como las de Herbert Marcuse y su
freudomarxismo, o las de André Breton, líder del movimiento surrealista.
En su proyecto de una sociedad socialista justa y feliz incorporó a la mujer como objeto de
reflexión dentro su proyecto utópico. Su tesis de que la situación de las mujeres era un
indicador del nivel de civilización de la sociedad fue literalmente asumida por el socialismo
posterior. A Fourier se le ha atribuido durante años el inicio de la utilización de la palabra
"feminismo" sin embargo estudios posteriores han demostrado que el concepto ya existía en el
vocablo médico francés del siglo XIX.6
Asimismo usó en 1837 la palabra féminisme; y seguidores de sus ideas establecieron
comunidades intencionales como La Reunión en Texas, Estados Unidos, y La Falange
Norteamericana, en Nueva Jersey, Estados Unidos, a mediados del siglo XIX.
21. Fourier afirmaba que el progreso de la humanidad sería a través de siete
fases que llevarían a la armonía definitiva: la confusión, el salvajismo, el
patriarcado y la barbarie eran las primeras; el período contemporáneo a su
época era la fase de la civilización, la cual se caracterizaba por la anarquía
individual y era una etapa de transición hasta llegar a los últimos estados, el
garantismo (sexta fase) y la armonía