Este documento discute los peligros de la adulación y las palabras lisonjeras. Advierte que aunque la adulación puede parecer agradable, en realidad perjudica a la persona y la dirige hacia la destrucción. También critica a los predicadores y profetas que usan palabras halagadoras en lugar de advertir sinceramente sobre el pecado y las consecuencias. En general, enfatiza que la adulación es insincera y está motivada por el propio beneficio del adulador en lugar de por el bienestar de la persona adulada.