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                Jorge Edgardo Sapia


La Construcción de Espacios Simbólicos de Resistencia: Madres de Plaza de
Mayo y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.




                                                  Dissertação      de     Mestrado
                                                  apresentada      ao     Instituto
                                                  Universitário de Pesquisas do Rio
                                                  de Janeiro como requisito parcial
                                                  para a obtenção do grau de
                                                  Mestre em Sociologia.




Marcelo Gantus Jasmin (Orientador)




Maria Alice Rezende de Carvalho




Beatriz Schmidt de Araújo


Rio de Janeiro, 2004




                                                                                 1
2




                              ÍNDICE
INTRODUCCIÓN                                                                     5

CAPÍTULO I
VIOLENCIA E TERROR COMO FORMA DE DOMINACIÓN                                      13

1)   Antecedentes de la Implantación de un Sistema de Terror                     19
2)   Características del Pronunciamiento Militar                                 23
3)   El Proceso de Reconstrucción Nacional y la Construcción del Silencio        29
4)   Las Bases del Consenso y del Disciplinamiento                               33
5)   La Desaparición como Metodología del Terror                                 37
6)   Detenidos Desaparecidos: nueva categoría jurídica                           45

CAPÍTULO II
EL RESULTADO NO ESPERADO

1)   Las Organizaciones de Derechos Humanos                                      50
2)   La Construcción del Sentido y la Contención                                 56
3)   La Comisión de Familiares de desaparecidos y Presos por Razones Políticas   60
4)   La Construcción de un Espacio Público: Madres de La Plaza de Mayo            66
5)   Marchas y Contramarchas: Ofensiva Represora                                 77
6)   Apretando el cerco                                                           81

CAPÍTULO III
LOS PASOS PREVIOS

1)  En Busca de Apoyo Internacional                                               84
2)  Los afectados y el Campeonato Mundial de Fútbol                               87
3) El proyecto Massera y los Liberados de la ESMA                                 94
4) Los Petitorios como Forma de Lucha                                              96
5) Rompiendo el silencio: la Internacionalización de sus Denuncias                 99
  a) Clausuras del Espacio Público y Contención                                  105
  b) El crecimiento del movimiento                                               107
  c) Las relaciones entre el MDH y la Iglesia Católica                           114
6) La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)                         123
   a) El Arribo de la Comisión y sus Consecuencias                               124

REFLEXIONES FINALES                                                              136

                                                                                 149
BIBLIOGRAFÍA




                                                                                     2
3




                               RESUMEN


       El trabajo discute el proceso de formación y consolidación -durante el último
régimen autoritario en la Argentina – de dos entidades de defensa de los derechos
humanos: Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Madres
de la Plaza de Mayo. A través del desarrollo de una acción social de movilización y
denuncia testimonial permanente se constituyeron en la primera y principal forma de
resistencia al autoritarismo
       La implantación de una cultura del miedo, con su carga de incertidumbre,
privatización y aislamiento, fue superada con la construcción de un movimiento social
que acabó tornándose protagónico en la fase de colapso del régimen y en los primeros
años del gobierno democrático que heredó la responsabilidad de resolver las cuentas
del pasado. Mostramos también el papel que juega en el inédito juzgamiento a las tres
Juntas de Comandantes y en la reciente movilización por la abolición de las leyes de
Punto Final y Obediencia Debida.
       Se discute por lo tanto, el papel del no olvido y la reivindicación de una justicia
para todos que permita re-encantar un mundo desencantado por prácticas destituidas
de valoración ética y colectiva. Se observa una acción en la cual la fuerza de la
memoria pueda funcionar como mecanismo de desconstrucción de la impunidad.




                                                                                        3
4




                   AGRADECIMIENTOS


       Agradezco especialmente al profesor Renato Lessa quien siempre me estimuló a
la realización de este trabajo. Fue ese también el comportamiento del profesor Marcelo
Jasmin quien no sólo me reabrió las puertas de la institución, aceptándome como
orientando, como se empeño personalmente para que se aceptara la defensa de esta
disertación.
        A Vicente de Paulo Batista , Jorge de Paula Paixão y Milton Temer que me
ayudaron con sus críticas y valiosas sugestiones.
      Agradezco especialmente a Mario Vidal que desde Buenos Aires acompañó en
trabajo desde su retomada y se encargó de municiarme con importantes informaciones.
      A Conceição Chermont Sapia cujas sugestiones fueron particularmente importantes
para la finalización del trabajo.
      Quiero dejar constancia de mi reconocimiento al Centro de Estudios Legales y
Sociales que abrió las puertas de su Programa de Documentación para pudiese realizar el
levantamiento del material periodismo que sustenta este trabajo.
    Y finalmente mi especial reconociendo al IUPERJ, institución que siempre ofreció
todo el apoyo necesario.


    Resta compartir con todos las alegrías de la entrega y reconocer que son todos míos los
errores y lo limites de este trabajo.




                                                                                         4
5




INTRODUCCIÓN



            El resultado no esperado del intento de refundación
capitalista implementado en el cono sur de América Latina en las décadas
de sesenta y setenta fue la formación de un movimiento de defensa y
promoción de Derechos Humanos, hasta entonces inédito en la región. Su
formación alude, a un tipo de respuesta específica al proyecto de
dominación política autoritaria fundado en la sistemática violación del
derecho a la vida. El “sistema de Terror” implantado por el régimen
autoritario provocó un significativo silencio social, producido por un a
creciente percepción de miedo. Silencio social, que a menudo fue
interpretado o re-significado en el monólogo gubernamental, como
expresión de consentimiento de la sociedad a las directivas y a las
prácticas emanadas del régimen.


            La formación de un movimiento colectivo dedicado a la
defensa y promoción de Derechos Humanos constitu ye la primera y
principal forma de resistencia al autoritarismo. A su vez, su formación
enmarcará -con variables grados de imbricación - las relaciones de las
diversas   entidades que constituyeron el Movimiento de Derechos
Humanos (MDH) con        el régimen y con la oposición política. Esta
relación conflictiva, radical y permanente se expresará en Argentina,
principalmente, a través de la constitución y desarrollo de entidades
formadas por familiares de las víctimas del “sistema de terror”. La
ausencia de un programa de asistencia jurídica que limitase los efectos
perversos del régimen autoritario permitió que la acción desarrollada por
esos   grupos   embrionarios   se   caracterizase   por   un   proceso   de
movilización y denuncia testimonial permanente, que acabó siendo
responsable por la pro yección del tema de los Derechos Humanos.




                                                                          5
6

              Esta experiencia contrastó con la situación similar vivida en la sociedad
brasilera posterior a la intervención militar de 1964. En este contexto, diversos actores
desempeñaron un rol importante en la         formulación de denuncias permitiendo dar
resonancia pública a un problema -prisiones, torturas y desapariciones- que exigía
tratamiento silencioso. Papel protagónico desempeño, por ejemplo, la Comissão
Nacional dos Bispos do Brasil        (CNBB), manifestando, a través de documentos
oficiales, su denuncia y su claro repudio a las sistemáticas violaciones que ganan
intensidad en el período comprendido entre los años 1968 y 1974. A su vez, la creación
de la Comissão Arquidiocesana de Justiça e Paz permitió – a través de su departamento
jurídico – que se ofreciese asistencia jurídica a las familias afectadas por la represión.
Situación semejante pudo observarse en el contexto del régimen autoritario chileno
con la creación de la Vicaría de Solidariedad. Estas instituciones, inclusive, ofrecieron
en sus respectivas realidades, un espacio físico que sirvió como punto de referencia y
que ayudó en la superación del proceso de atomización de los afectados permitiéndoles
romper la situación de aislamiento social.


              En el caso argentino las entidades se constituyen y adquieren
relevancia y trascendencia a partir del esfuerzo denodado que imprimen
madres, esposas y abuelas cuyos hijos, compañeros y nietos fueron
salvajemente arrancados de sus hogares por quienes, en nombre de la
“cristiandad occidental”, se erigieron en cruzados del buen orden de
nuestras inquisiciones contemporáneas. Así, ante el abismo abierto por la
acción del secuestro de un ser querido y por encima de la violent a
ruptura de vínculos afectivos, la madre sale a la calle para indagar, para
buscar, para exteriorizar su dolor en medio a una sociedad cada vez mas
silenciada por el terror, cuando no por la complicidad de algunos y el
consentimiento de no pocos, con los objetivos que encarnaban quienes,
desposeídos de toda valoración ética, acechaban en las sombras,
escudados por la mentira y por la impunidad.


           Yo recalco que es la madre la que sale a la calle, no solamente
           por el motivo que el padre pueda ser el sostén económico de la
           familia, sino por que hay una fuerza interior que hace que la
           madre salga a defender a su hijo. Sin fijarse en lo mínimo si
           ella participaba ideológicamente en la lucha de su hijo, si




                                                                                        6
7

            estaba o no de acuerdo que su hijo era militante político o si,
            cuando se lo llevaron, ella sabia que era un militante político,
            representante de fábrica o de universidad... en absoluto, eso
            no impidió la defensa de la vida de su hijo. Corriendo todos
            los riesgos, exponiendo su vida como ya la expone una madre
            cuando da a luz a su hijo. Y creo que el primer acto de amor
            de una mujer, es el acto de dar vida a un hijo, corriendo el
            riesgo de la propia vida. Y yo creo que eso se da después,
            nuevamente, cuando nos llevan a los hijos. (Entrevista con
            Maria del Rosario Cerruti, fundadora de la Asociación de
            Madres de la Plaza de Mayo)


               La situación de extrema incertidumbre provocada por la
eficiente política de desapariciones dará lugar a una forma de acción
social de resistencia de carácter afectivo que comienza a gestarse en el
ámbito familiar, entendido como espacio básico de solidariedad. Esto
sugiere y explica el carácter inédito de la movilización y sus particulares
modalidades de acción: coraje, perseverancia y tenacidad, elementos que
permitieron ir abriendo los diques que contenían el silencio social y,
así, superar el aislamiento inicial que el régimen se encargaba d e
reforzar.


               La soledad, el desamparo y la incertidumbre que tomaba
cuenta de las familias victimadas, fueron superados en la medida de la
construcción de lazos solidarios entre los afectados, que derivaron en la
formación de entidades de movilización          y denuncia de la política
represiva. El     paso hacia la superación del       aislamiento orientó la
formación de los primeros núcleos de afectados que originaron el
Movimiento de Derechos Humanos (en adelante MDH) y, desde los
cuales, en función de su constitución heterogénea, se plantearon desde el
comienzo estrategias de acción diferenciadas en lo ateniente a la difusión
y   denuncia    de   las   violaciones   cometidas   por   el   Estado.   Esa
heterogeneidad permite visualizar, en el periodo estudiado, la existencia
de diversos conflictos y tensiones resultantes de las también diversas




                                                                            7
8

orientaciones políticas; de las tareas asumidas por cada uno de los
organismos; de las diferencias de personalidad y estilo de liderazgo. 44

                  De cualquier manera, el resultado del labor de estos
organismos, la centralidad que tubo el tema de la defensa y promoción de
los Derechos Humanos en la fase de colapso del régimen autoritario 45 y
en los primeros años del gobierno democrático que heredó la
responsabilidad de resolver las cuentas del pasado, muestran el carácter
de revelador histórico del MDH. A su vez, la trascendencia de su acción
con relación a valores resultó en el desarrollo, a lo largo del país, d e
innumeras agrupaciones de derechos humanos en fábricas, sindicatos,
escuelas y universidades. Esa es también una de las características que
puede ser apreciada en las diversas sociedades del cono sur como
resultado de los procesos de transición política que ocurren en los
ochenta. Se trata en realidad de la actualización de la ciudadanía
entendida, básicamente, como el derecho a tener derechos 46, abriendo
espacio inclusive, como sugiere Touraine, para la “invención” de nuevos
derechos producidos por los nuevos movimientos sociales que aparecen
en la contemporaneidad. 47


           A parte de la introducción y de la conclusión, esta disertación se
divide en tres capítulos. El primero ex amina los antecedentes y las
características del régimen militar implantado en la Argentina en marzo
de 1976, como parte de un pro yecto autoritario diseminado en el cono sur
de América Latina en la década de 70. Resguardando las diferencias
necesarias, rescatamos de la reflexión de Hanna Arendt, 48 entre otras
nociones,         la idea explícita en la categoría de “enemigo objetivo” –

44
   Sobre las diversas fuentes de conflicto entre las diversas entidades véase JELIN, Elizabeth. 1995, “La
política de la memoria: el Movimiento de Derechos Humanos y la construcción democrática en la
Argentina”.
45
    Sobre los diversos procesos de transición de regimenes autoritarios ver O`DONNELL, G. y
SCHMITTER, F. (1988) (org.) Transições do Regime Autoritário: Primeiras conclusões. São Paulo. Ed.
Vértice.
46
   Véase LAFER, Celso (1991) A Reconstrução dos Direitos Humanos. São Paulo, Companhia das Letras.
p. 206-207.
47
   Sobre el papel de los nuevos movimientos sociales véase TOURAINE, A.(1994) Crítica da
Modernidade.
48
   Véase ARENDT, Hannah (1979) As origens do totalitarismo: Totalitarismo o paroxismo do poder.




                                                                                                       8
9

categoría central en su análisis sobre el anti-semitismo y a respecto del
totalitarismo – para mostrar como el régimen autoritario construye el
consenso interno a partir del cual legitima su pro yecto de dominación.
Examinamos también el papel de la violencia, entendida inicialmente,
como la intervención física voluntariamente impuesta sobre un individuo
o grupo sobre otro individuo o grupo con el objetivo de destruir o dañar
físicamente un oponente real o potencial, y del terror, en la construcción
del silencio social que el autoritarismo exige.


          Nuestro propósito es mostrar como el carácter masivo de la
represión contra los sectores populares perseguía el doble objetivo de
someter y silenciar, por medio del terror, a la sociedad. La represión
directa aunada a un proceso de intimidación colectiva permanente,
parecía indicar la escasa posibilidad de que su poder pudiese ser
contestado. Utilizamos las categorías desarrolladas por el Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS) – uno de los organismos que
constitu yen el MDH – en el sentido de indicar que para la imposición del
silencio social contribu yó la bipolaridad de la estructura represiva, su
“doble fase de la normatividad". Es decir, la instrumentalización de una
represión legal asentada en el mítico discurso de la existencia de una
“guerra sucia” que ponía en funcionamiento diferentes mecanismos de
intimidación, represión y disciplinamiento, engarzados con la existencia
“de un sistema paralelo normativo de carácter secreto, aplicado por
unidades regulares, subordinadas a las máximas jerarquías militares 49.”
Se trató de la implementación, como muestra Arendt, de un poder oculto
y de un poder que oculta a través del uso permanente de la mentira. De
esa forma, la proximidad de la violencia y de la mentira como
dimensiones de la coerción, tienen para Arendt, consecuencias que son
destructivas de la comunidad política, una vez que ambas impiden la
libertad de la acción conjunta. Finalmente, mostramos, la construcción
de una nueva metodología represiva en la región y el surgimiento de una
nueva categoría jurídica: Detenidos Desaparecidos.

49
  Documento sobre la Desaparición Forzada de Personas elaborado por el Centro de Estudios Legales
y Sociales CELS, 1982




                                                                                                9
10



             En el       capítulo segundo,           mostramos como la angustia y la
     incertidumbre provocada por la política de desapariciones da lugar a la
     formación de un movimiento de defensa y promoción de derechos
     humanos, constituido          principalmente por familiares afectados por el
     terror estatal. Hacemos una breve reseña de los organismos de Derechos
     Humanos, cuatro de ellos pre-existentes al golpe militar - y mostramos
     como se procesa el surgimiento un nuevo actor colectivo, de naturaleza
     espontánea y defensiva, que acaba poniendo un límite preciso al accionar
     coercitivo del estado. Su identidad fue siendo construida mediante la
     realización, o mejor diciendo, a través de la invención de un a
     multiplicidad de tareas: denuncia; protesta pública en una sociedad
     privatizada por el miedo; divulgación de la información                              sobre l a
     dimensión del terror; apoyo y solidariedad con las victimas e
     internacionalización del tema de los Derechos Humanos. Se trata de una
     identidad social construida en una lucha por la vida y por la libertad; se
     trata por lo tanto, como enfatiza Marilena Chaui, de la “invención de la
     comunicación” desarrollada por una acción de resistencia a los
     mecanismos disciplinares 50.             El presente trabajo se concentró en la
     formación      de    un    sujeto      colectivo      determinado,         sin    llevar   en
     consideración el proyecto económico que sustentó la implementación d e
     ese proceso de terror. Por eso acompañamos, específicamente, la
     construcción, el desenvolvimiento y la consolidación de dos organismos
     de afectados: Madres de la Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos y
     Desaparecidos por Razones Políticas. Será a partir de la re-construcción
     de esa memoria, que es también la memoria de la                       construcción de un
     espacio público que esa memoria evoca que el presente, tal vez, pueda
     ser reordenado. Como sugiere Hanna Arendt en la Condición Humana, la
     acción vista como actividad específicamente humana, en la medida que se
     empeña en “preservar cuerpos políticos crea las condiciones para la
     memoria, es decir, para la historia” 51.


50
  La autora discute los procesos de invención de la comunicación en su trabajo Conformismo e
Resistencia (1986).
   51
      ARENDT, H. (1991) A Condição Humana. Rio de Janeiro. Forense Universitária.




                                                                                                10
11



           En el capítulo tercero,               discutimos las tareas realizadas por los
 organismos ante la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos
 Humanos (C IDH). Mostramos el impacto de la C IDH sobre la sociedad y
 sobre el movimiento, permitiendo su crecimiento a partir del año d e
 1980. Pretendemos mostrar la centralidad que el tema adquiere durante la
 transición política caracterizada, en este caso, como de colapso. Veremos
 como la temática de los Derechos Humanos se proyecta sobre el primer
 gobierno constitucional; el papel que él juega en el inédito juzgamiento a
 las tres Juntas de comandantes y la posterior promulgación de las leyes
 de Punto Final y de Obediencia Debida.


             Es oportuno agregar que el trabajo privilegió el método de
historia de vida 52. Así fue posible ingresar                         y vislumbrar los procesos
sociales que se encuentran en la base de la interacción cotidiana; de la
misma manera, permitió una mejor comprensión de la percepción, de las
representaciones y de los significados atribuidos por los actores
estudiados a su propia experiencia individual


             A su vez y avanzando algunas conclusiones, discutimos la centralidad y el
 retorno de un tema - Derechos Humanos - que pareció perder su fuerza convocante
 después de años de aplicación de diversas políticas de cuño neoliberal que llevaron al
 país al borde de la desintegración. Como enfatiza Adam Przeworski: “El concepto de
 derechos humanos constituye un acuerdo entre las fuerzas políticas de dejar algo fuera
 de la política, esto es, fuera de los conflictos entre intereses y valores que dividen a la
 sociedad53”. De esa manera y considerando que el contenido de los derechos humanos


 52
    Entendemos por historia de vida, una técnica de análisis que toma el discurso del actor como verdadero,
 esto es, el significado e interpretación del actor de su acción y posición en determinados contextos y
 situaciones. Su discurso requiere todavía, un trabajo de complementación y contextualización por parte
 del investigador, con otras fuentes de datos, informaciones y documentos ( lo que Dentzin llamó de
 método de triangulación). La discusión en torno del método de historia de vida y su retomada por la
 ciencias sociales incluye una amplia literatura en áreas como Antropología, Sociología, Historia y
 Sicología. Su carácter interdisciplinario (que es parte del propio discurso del actor) posibilita la
 interpretación de los datos desde perspectivas diferentes y a la vez permite convertir la historia oral en una
 fuente importante de investigación. Los trabajos de Daniel Bertaux, (1981); Aspásia Camargo; V. Lima y
 Lucia Hipólito (1983); Norman Dentzin (1978), dan cuenta del carácter interdisciplinario y de la
 importancia del método.
 53
    PRZEWORSKI, A. (1995) Juicio, Castigos y Memorias. Buenos Aires, Nueva Visión. P. 15.




                                                                                                           11
12

no es algo dado, y si “un compromiso histórico contingente”, como nos indica el autor,
es probable que los mismos puedan ser observados en el futuro si se construye la
capacidad institucional de sancionar las violaciones cometidas y atentar para la
construcción de una democracia social que permita superar los patrones autoritarios de
la sociedad.


      Pensamos también que la permanencia de las Madres en el espacio público de la
Plaza de Mayo, insistiendo en la fuerte consigna de “aparición con vida”, permitió al
gobierno Kirchner la elaboración de un proyecto - aprobado por el Congreso - de
anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida - sancionadas durante el
mandato presidencial de Alfonsín. Los últimos movimientos indican que ahora tal vez
sea posible imaginar el cierre de las cuentas del pasado.


      Finalmente, resta aclarar, que los diversos testimonios utilizados a
lo largo del trabajo son resultados de veintiséis entrevistas realizadas
entre 1986 e 1987, con integrantes de las comisiones directivas de las
dos entidades estudiadas. Diez entrevistas fueron realizadas con
participantes que no ocupaban en la oportunidad ningún cargo directivo.
Las entrevistas tuvieron la forma de conversación, por lo tanto abiertas
y sin cuestionarios a la vista. La investigación de material periodístico,
que abarcó el período de enero de 1976 hasta diciembre de 1983, fue
realizada en el archivo del Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS).        Las   fuentes   utilizadas   incluyen        los   siguientes   medios
periodísticos: La Nación, Clarín, La Prensa, La Opinión e The Buenos
Aires Herald.




                                                                                   12
13




CAPÍTULO I

         VIOLENCIA Y TERROR COMO FORMA DE DOMINACIÒN


                  Como veremos, desde el periodo que precede a la intervención
militar, la utilización de la violencia aparece como atributo para la
consecución y manutención del poder político. La violencia fue utilizada
como instrumento de lucha por parte de organizaciones revolucionarias que
defendían una concepción de violencia que, en las aguas del marxismo, era
concebida como “partera de la historia” y, por otro lado, la violencia fue
frecuentemente utilizada como mecanismo de provocación y control social
por parte de grupos militares y para-militares.


                    Inicialmente entendemos por violencia la intervención física
voluntariamente impuesta por un individuo o grupo sobre otro individuo o
grupo. El objetivo principal es, por lo tanto, destruir o dañar físicamente un
oponente real            o potencial. Como sugiere Walter en su trabajo sobre el
sistema del Terror, la violencia puede ser utilizada para destruir, para
controlar o para punir. Si el control y la punición pueden ser vistos como
formas de poder, en contrapartida                           la destrucción no representa un
mecanismo de poder a no ser que sea utilizada directamente para controlar y
punir. 1 1


                    La utilización sistemática de la violencia apunta básicamente a
conseguir dos objetivos. Primero, como apunta Stoppino,                                la violencia
directa es “la que afecta de modo inmediato el cuerpo del que la sufre”,
permitiendo la destrucción de un enemigo real o potencial. Como
consecuencia             de esa acción ejemplar, es posible, en segundo lugar,
promover las bases para la obtención de consenso y obediencia a un
determinado tipo de régimen político.




11
     Walter, E.V. (1969) Terror and Resistance. A study of political violence. P. 15




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14

              En el verbete sobre violencia incluido en el Diccionario d e
Sociología y Política,               Mario Stopino sugiere que es posible separar
analíticamente el uso de la violencia en dos niveles. El primer nivel alude a
la producción y efectiva utilización de ese recurso de poder, es decir, la
violencia en acto. El otro designa la capacidad intrínseca de producir una
violencia futura conforme las circunstancias lo exijan, es decir, la amenaza de
la violencia. La primera ofrece resultados claros y precisos. La segunda
apunta a la obtención de comportamiento social previsible 1 2 . Resulta obvio
afirmar que la utilización de la violencia directa aliada a la amenaza, confirma
y ratifica la existencia de recursos así como                      la predisposición con que
cuentan los productores de esa amenaza para llevarla a cabo. Esta separación
analítica permite distinguir la violencia, del poder; este último puede ser
entendido como la capacidad de “modificar la conducta de los individuos o de
los grupos dotado por lo menos de un mínimo de voluntariedad”. El poder
puede mudar la voluntad del otro, “la violencia, en cambio, el estado del
cuerpo o de sus posibilidades ambientales e instrumentales” 1 3 . En este sentido
puede entenderse la afirmación de Hanna Arendt de que “o que jamais poderá
florecer da violencia é o poder”, o todavía, que solamente “a pura violencia é
muda, e por este motivo a violência, por si só, jamais poderá ter grandeza” 1 4 .
Esas ideas indican que la violencia apunta a la eliminación de la política
entendida por Arendt como constitutiva del campo de la libertad y, por lo
tanto, de la imprevisibilidad inherente a la acción humana; o como agrega
Celso Laffer, la política debe ser entendida como “campo de comunicação e
de interação que assegura, no âmbito de uma comunidade, através da
criatividade da ação, o poder do agir conjunto, resulta da condição humana
de pluralidade e de diversidade” 1 5 .


              En ese mismo camino Habermas 1 6 , al comentar el concepto de poder
en Arendt dice que
                          toda ordem estatal degenera numa dominação baseada na
                          violência, quando isola, por desconfiança, os cidadãos
12
   Cf. Stopino, Mario.(1982) Diccionário de Sociologia y Política. p.1672 e ss.
13
   Idem
14
   Arendt, Hanna. A Condição Humana.. p.35
15
   Celso Lafer. (1991) A Reconstrução dos Direitos Humanos. p. 252
16
   Jurgen Habermas. (1980), “O conceito de poder em Hannah Arendt”. in Habermas – Sociología, .p.105




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15

                              entre si, proibindo o intercâmbio público de opiniões. Essa
                              ordem destrói as estruturas comunicativas, as únicas nas
                              quais o poder pode surgir.

                En su análisis       sobre el totalitarismo, Hanna Arendt discute el peso,
la centralidad, que tiene              la noción de “enemigo objetivo”. Esta           categoría
designa         el grupo que en nombre de la ideología es, a priori, condenado a
desaparecer independiente del comportamiento de los individuos que lo
integran. O sea
                   o totalitarismo define seu inimigo ideologicamente antes de tomar
                   o poder(...)Assim, os judeus na Alemanha ou os descendentes das
                   antigas classes dominantes na URSS não estavan realmente sob
                   suspeita de ação hostil alguma; tinham sido declarados inimigos
                   objetivos do regime em decorrência de sua ideologia, e isto bastava
                   para serem eliminados 1 7 .

               De esa manera, explica, para el gobierno totalitário, el “enemigo
objetivo”          es    un     “portador de tendencias” como               el portador de una
enfermedad. La autora muestra que en la práctica,


                   o governante totalitário age como alguém que persistentemente
                   insulta outra pessoa até que todo mundo saiba      que ela é sua
                   inimiga, a fim de que possa - com certa plausibilidade – matá-la
                   em auto-defesa 1 8 .

                  En el periodo de que nos ocupamos, la violencia asume esa
dimensión          radical. La misma            fue    utilizada para sembrar el terror en el
conjunto de la población. Por terror entendemos con Walter, el recurso extremo
al que recurre un gobierno para mantenerse en el poder, ejerciendo una severa
coerción contra individuos o grupos de la sociedad.                     La situación de terror es
provocada por el grado de arbitrariedad e imprevisibilidad con que se utiliza la
violencia. Estas dos características amplían la gama de posibles víctimas,
regulando en la sociedad una serie de comportamientos y actitudes tendientes a
ocultar cualquier manifestación visible o postura crítica - por menor y más
tímida que sea - que denote la existencia de una posible oposición. El ejemplo
mas conocido de este forma de utilización del terror fueron los once meses de


17
     Hanna Arendt. (1979b) Totalitarismo, O paroxismo do poder.p. 178
18
     Idem. p.179




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16

la dictadura del Comité de Salud Pública                           comandada por los jacobinos
Robespierre, Marat y Saint-Just en la Francia post- revolucionaria (1793-1794).


                   A su vez, la arbitrariedad e imprevisibilidad con que pueden ser
aplicadas las sanciones acaba produciendo una sensación de miedo irracional a
ese poder. En su trabajo sobre el Terror en Argentina, Juan Corradi muestra que
el terror es una técnica de desorientación que tiene por objetivo privar a los
sujetos de oportunidad de calcular y poder prever las consecuencias de sus
actos. Y agrega, siguiendo las indicaciones de Arendt, que en realidad el terror
“es una forma de poder en la cual la conformidad no es garantía de seguridad.
Siendo su efecto principal la producción de un clima de ansiedad que resulta en
una cultura del miedo.” 1 9 En ese sentido puede comprenderse que el terror
acaba suspendiendo toda capacidad de reflexión y permitiendo, a su vez, que
se acepte como verdadero lo que no pasa de construcción ideológica.


                   Los comportamientos a que induce esta cultura del miedo se
evidencian en una completa abstención política; a seguir normas “lógicas” de
silencio, pues el discurso en estos contextos puede tornarse equívoco,
restringiendo de esta forma la interacción comunicativa y posibilitando el
aislamiento social. Por lo tanto, el ejercicio de la violencia y, principalmente, la
memoria y la amenaza de su retorno, permite maximizar los mecanismos de
control social con un mínimo dispendio de energía. En este sentido, O’Donnell
e Galli: muestran que:


                   El mecanismo operativo básico en la búsqueda de seguridad es el
                   miedo, expresión interiorizada de la posibilidad, fantaseada o real
                   de ser sometidos a sanciones imaginadas como terribles –
                   violencia, incluso pero no necesariamente violencia física. Una
                   consecuencia de ese miedo es la abstención. En lo más
                   interiorizado, ella se traduce en la autoprohibición de ponerse
                   frente al orden dado e interrogarlo en su validez; en el plano de la
                   acción, en las múltiples formas de auto censura, en los silencios, y
                   en la misma dificultad de ser algo más, o algo diferente a, el buen




19
     CORRADI, Juan (1982) “The mode of destrution: terror in argentina” en TELOS, nº 54 p. 63




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17

                  ciudadano o el buen hijo o el buen alumno y el buen empleado que
                  ese orden interpela. 2 0



                  Por lo tanto, la finalidad intrínseca del terror es destruir y reducir
anticipadamente toda forma de oposición potencial. Cuando un determinado
régimen político, sin reconocer límites legales, utiliza la violencia sistemática y
arbitrariamente como recurso óptimo de dominación y sobre todo cuando aparte
de la violencia directa, mantiene sobre sus súbditos la constante amenaza de
implementarla nuevamente y toda vez que la arbitrariedad del poder lo estimare
necesario, se constituye un proceso de terror. Walter indica que el proceso de
terror se nutre de tres elementos que lo componen y lo constituyen: 1) los
productores de la violencia; 2) las víctimas escogidas y 3) los probables blancos
o “enemigos sospechosos” de acuerdo con la categoría propuesta por Arendt.
Las víctimas o “enemigos objetivos” tienen su destino trazado. En el proceso
que nos ocupa y en la lógica del discurso oficial que enuncia una actuación
precisa “al enemigo sólo le espera la muerte” conforme se cansaron de repetir y
conforme sabemos que sucedió efectivamente. Los “blancos” se encuentran
insertados en el proceso de terror en grados variables e imponderables de
pertenencia, es decir, pueden o no tener identidades sociales específicas,
dependiendo de las circunstancias, cualquier uno puede tornarse un blanco dada
la arbitrariedad e imprevisibilidad con que actuaron los “mercaderes del miedo”
(según la feliz expresión de Corradi). Esos dos atributos generan, como sugiere
Walter, un miedo irracional que hace que desaparezca                                    toda y cualquier
evaluación lógica, que desaparezcan del universo de lo posible las preguntas que
puedan conferir un sentido a las situaciones vividas. Siguiendo este mismo
raciocinio Renato Lessa observa con pertinencia, a partir del testimonio de
Primo Levi, que la inexistencia de una lógica; de un ¿por qué? resulta en la
primera regla del método sociológico de una sociedad concentracionária,


                  Um mundo onde não há porquê é um mundo desprovido de relações
                  de causalidade estáveis, onde não há perguntas a serem feitas. O
                  porquê é uma exigência existencial, diz respeito à inteligibilidade

20
  O´DONNEL, G. y GALLI, C. (1980) “Sugerencias sobre algunos temas relacionados con la textura
celular de la sociedad, en particular, con la sociología del miedo” Relatório presentado al Social Science
Research Council.




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18

                do mundo. Um mundo em que a possibilidade do porquê está
                suprimida está radicalmente privado de sentido 2 1 .

                  Entretanto, vale la pena no dejar de lado la idea de que el terror
promovido por el Estado solamente es considerado arbitrario desde el punto de
vista de las victimas, una vez que desde del punto de vista del Estado es
“racional, selectivo, educacional y, sobre todo, permite un control social con
el máximo de eficiencia”, como muestran Loves y Anderson en su trabajo sobre
el terror en Hungria, y llaman la atención para el hecho de que para el régimen
“una victima es igual a cualquier otra(...)por lo tanto es la forma mas
democrática de control social 2 2 ”


                 El período particularmente intenso del proceso de terror destinado
a destruir toda forma de oposición, y durante el cual crece proporcionalmente la
percepción del miedo, designa una fase de terror. En Argentina, los índices
inusitados de violencia estatal se mantuvieron constantes durante la fase
reactiva 2 2 del régimen autoritario, es decir, desde el momento de su
implantación hasta el año de 1979, decreciendo a partir de entonces.


                 Cuando la violencia y el miedo que ella produce se circunscriben a
determinados grupos de la sociedad, como puede ser el caso de la violencia
racial, o contra minorías étnicas, o en núcleos determinados previamente
definidos como desviantes, queda definida una “zona de terror” y fuera de ese
círculo las relaciones sociales funcionan normalmente. Pero, cuando el terror se
expande sobre el conjunto de la sociedad, cuando penetra en sus tejidos más
celulares, cuando los individuos sienten que sus espacios públicos se achican
cada vez más, cuando como círculos concéntricos que se cierran dejan cada vez
21
   Lessa Renato, (2002) “Século XX em chave maligna” en Política e Cultura Século XXI, vol. 2 RRJ.
ALERJ-Relume Dumara. P. 68.
22
   LOVAS & ANDERSON (1982-83) “Terror in Hungry” en Telos-Winter. P. 79
22
   Manoel A.Garretón propone una periodización del régimen autoritario. Una primera etapa reactiva o
defensiva da inicio a un período de represión creciente – fase del terror en nuestros términos. Es esta
etapa se manifiesta el silencio, el miedo y el desaliento. El segundo momento tiene predominio la
dimensión fundacional. Producido el agotamiento o la incapacidad de implementar esa etapa, se plantea
un momento de crisis recurrente, período de administración de la crisis y, finalmente su momento
terminal. A cada etapa corresponderían diferentes percepciones del miedo. Comunicación presentada al
seminario “Cultura del Miedo” patrocinado por Social Science Research Council. Buenos Aires Mayo de
1985.




                                                                                                     18
19

menos salidas a los ex -ciudadanos 2 3 , estamos en presencia de un “sistema de
terror” o “terror total”. En un sistema tal, todo comportamiento se vuelve
equívoco 2 4 .       Por lo tanto, su eficacia depende principalmente del grado de
atomización social y, como sugiere Arendt, de la desaparición de todo tipo de
oposición organizada 2 5 .


       1) Antecedentes de la Implantación de un Sistema de Terror




           La característica de la permanente crisis política Argentina en el
siglo pasado se encuentra en la inexistencia de un acuerdo institucional que
permitiese una alternancia regular y legítima en el gobierno. Para explicar
esta situación           fueron recurrentemente utilizados los conceptos de
inestabilidad y empate político. Por inestabilidad, se entiende el resultado
de la confrontación entre diferentes fuerzas sociales, en donde la
movilización y participación de los sectores populares, esto es, la clase
operaria y las camadas empleadas y sindicalizadas de los sectores medios,
se encuentran directamente relacionados a las situaciones de crisis política,
impidiendo la formación de alianzas estables, suficientemente amplias y
capaces de sustentar un gobierno que ejerza plenamente sus funciones
constitucionales 2 6 . El empate político, caracteriza una situación en la cual
las diferentes fuerzas sociales y políticas mantienen constante su capacidad
de veto sobre los pro yectos de otras fuerzas políticas, sin contar, no
obstante, con la capacidad y recursos de poder necesarios para imponer, de
forma efectiva, sus propios proyectos políticos. 2 7




23
  La expresión es de O’Donnell y quiere designar el status de minoridad en que se encuentra la sociedad
en los regímenes autoritarios provocada por la suspensión de los derechos civiles y políticos.
24
     CORRADI, Op. Cit. P. 63 e ss.
25
   ARENDT, H.; Da violencia. Brasilia. UNB, 1985, p. 30
26
   Véase al respecto Velasco y Cruz, S. Instabilidade Política: o caso Argentino. 1955-1970. Tese de
Mestrado,Rio de Janeiro, Iuperj, 1969, p.20
27
   Cf. Portantiero, Juan Carlos “Economia y Política en la Argentina 1958-1973”, en Revista Mexicana
de Sociología, México, 1980.




                                                                                                       19
20

                Otra característica importante de ese período se encuentra en la
permanente “inversión pretoriana” 2 8 que asigna a las Fuerzas Armadas el
carácter de actor legítimo del sistema político. De acuerdo con Rouquie,
las Fuerzas Armadas no se presentan como un grupo de presión o de interés
corporativos sino como el eje de la vida nacional. Esa legitimidad fue
históricamente construida por el continuo apo yo que obtuvieron los
diversos      golpes       militares      de    los    sectores       que,     eventualmente,          se
encontraban ocupando el rol de la oposición política. 2 9

               La situación de crisis permanente y de inestabilidad política
encuentra sus orígenes en la década del 30 del siglo XX. Desde entonces y,
hasta la década de 80, la participación militar es constante. Esa presencia
autoritaria originó también diversas formas de protesta social y crecientes
insurrecciones populares con grados variables de violencia política que se
acentúa, en           los años sesenta y setenta 3 0 , con el surgimiento de varias
organizaciones que asumen la lucha armada como forma de resistencia y de
construcción del poder popular. Entre ellas, mencionamos al ERP (Ejército
revolucionario del Pueblo) brazo armado del PRT (Partido Revolucionario
de los trabajadores), inicialmente de origen trotskista y, posteriormente,
guevarista. La segunda organización que tendrá un poder de convocatoria
significativo es         la tendencia          revolucionaria de la izquierda peronista
                 31
Montoneros , organización de guerrilla urbana nacida en 1970 y
autodefinida como de extracción peronista- guevarista.


                 Los años de 1930, 1943, 1945, 1962, 1966 y 1976 señalan los
sucesivos derrocamientos de gobiernos civiles electos democráticamente; en

28
   Véase Huntington, Samuel, A orden política nas sociedades em mudança. São Paulo. Forense
Universitária, 1975, p.204.
29
   Rouquie, Alan, “Hegemonía Militar,Estado y Dominación Social” en Argentina Hoy.A. Rouquie
(comp.) Buenos Aires, Siglo XXI, 1982, p. 25.
30
   El Cordobazo de mayo de 1969, fue la primera movilización social espontánea que marco su repudio al
estado autoritario de la Revolución Argentina (1966-1973. Su importancia en la desconstrucción del gobierno
de Ongania , y en cuanto forma generalizada de protesta social, lo coloca como un divisor de aguas en la
movilización popular, Sobre el movimiento remito a Lucha de Calles, Lucha de Clases, trabajo colectivo. Ed.
La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1973. También Francisco Delich, Crisis y Protesta Social: Córdoba Mayo
de 1969. Ed. Signos, Buenos Aires, 1970.
31
   Sobre la organización político militar peronista Montoneros, véase el excelente trabajo de Richard
Gillespie, Montoneros: Soldados de Perón. Buenos Aires, Grijalbo e. 1987.. Sobre este periodo véase el
capítulo.4.




                                                                                                       20
21

rigor, sólo los procesos electorales de 1943 y de septiembre de 1973, con la
elección – en ambos pleitos - del General Juan Domingo Perón,                               fueron
realizados sin ningún tipo de prescripción electoral.


                La crisis terminal del régimen autoritario de carácter
tradicional encabezado en 1966 por el general                             Onganía y la re-
democratización del país, en marzo de 1973, durante el breve mandato
presidencial de Hector Cámpora, acentúan la movilización popular. Crece
también,      cuantitativamente,          la línea política de la guerrilla peronista
Montoneros. Ese crecimiento abre lugar para la ocupación de importantes
espacios políticos en el nuevo gobierno, lo que permite aumentar su
prestigio ante una militancia juvenil proveniente de algunos segmentos del
movimiento operario, de importantes segmentos de la clase media y del
sector estudiantil 3 2 .


                El retorno del General Perón al gobierno, después de 18 años
de exilio y de 18 años de resistencia peronista, produce un desplazamiento
y una pérdida de poder político de los sectores de la izquierda peronista
nucleados en las diversas ramas que respondían a la línea de la
organización Montoneros. Ese desplazamiento fue acompañado por una ola
de violencia desplegada por fuerzas para-militares en torno de la Alianza
Anticomunista Argentina, organizadas desde el Ministerio de Bienestar
Social     por iniciativa de Lopez Rega                   - súper Ministro, “vidente” y
secretario privado del general Perón. Las acciones de este grupo, es decir,
las constantes intimidaciones, atentados y diversas formas de coerció n
sobre     militantes       populares      y    buena      parte     de    la   intelectualidad,
contribu yeron a introducir             en la población las raíces del miedo y la
incertidumbre que se agudizarían pocos años más tarde.




32
 O`Donnel, Guillermo, 1966-1973: El Estado Burocratico Autoritario. Triunfos Derrotas y Crisis.
Buenos Aires, Edición de Belgrano, 1982, p. 464




                                                                                                  21
22

                  Si agregamos a este cuadro la violencia proveniente de las
organizaciones guerrilleras 3 3 , es posible entender que la ampliación del
círculo del miedo e inseguridad sentido                         por la población permitió la
construcción del no poco significativo consenso con que contó el nuevo
régimen en su fase de implantación.
              La muerte de Perón, en junio de 1974, abrió un vacío de poder. Su
liderazgo personal no fue heredado por el grupo que lo sucedió en el
gobierno. A su vez, ese vacío incentivó la lucha interna por la conducción
del complejo Movimiento Peronista, usando el recurso de la violencia como
forma de expresión y de presión política.


             Hacia fines de 1975 los señales de una nueva usurpación militar
son inequívocos, mismo faltando                       pocos meses para la realización de
elecciones generales anticipadas que permitirían la alternancia regular y
legítima y la busca de una solución pacífica, el golpe se presiente como
inevitable. Dos lecturas ganan densidad en la época. La primera, en clave
marxista, proveniente de las organizaciones guerrilleras, evaluando el
futuro golpe como una muestra de “la crisis definitiva del capitalismo
dependiente en la Argentina” 3 4 y, por lo tanto, como un claro síntoma de
la “agudización de las contradicciones” que acelerarían el desarrollo de la
lucha popular y la consecuente victoria de la revolución. La segunda
lectura, hecha por las Fuerzas Armadas y sus bases de apo yo, - inclu yendo
amplios sectores de la sociedad que habían conseguido olvidar rápidamente
el fracaso del último gobierno militar - entendían la futura intervención
como un paso necesario para acabar con el desorden social                                         que la
activación popular y el vacío político producido por la muerte de Perón
habían permitido. De esa manera, las Fuerzas Armadas responderán con
una violencia inusitada y con la implantación del terrorismo de Estado 3 5

33
   El EPR mantuvo su capacidad operacional prácticamente durante todo el gobierno de Perón. Los
Montoneros después del desentendimiento público con Perón en el acto del 1 de mayo de 1974, resuelven
pasar a la clandestinidad el 7 de septiembre de 1974 por entender que estaban agotadas todas las medios
legales de lucha. Esa decisión acabó militarizando buena parte de la estructura política de la organización.
Véase Gillespie. Op. Cit. P.205.
34
   Véase “Un balance de 1976” publicado en la revista mensual de la organización con distribución
clandestina Evita Montanera, de febrero de 1977.
35
  De acuerdo con la expresión empleada por la Comisión de Derechos Humanos de La OEA en su
informe sobre la situación de los derechos humanos en la Argentina. Esa categoría designa




                                                                                                        22
23



     2) Características del Pronunciamiento Militar.




         Ese cuadro de incremento de las acciones militares de las
organizaciones guerrilleras; de la furia desatada por los grupos de extrema
derecha en la etapa final del Gobierno de Isabel Peron 3 6 y de la represión
que desde el gobierno constitucional se imprimía contra los sectores
populares, dio lugar al diagnóstico de una sociedad enferma que requería
rápida y profunda intervención. Al mismo tiempo, en el segundo semestre
de 1975, las acciones emprendidas por el Ejército en el norte argentino –
con la anuencia gubernamental – con la finalidad de destruir                                    el foco
remante de la guerrilla rural ERP 3 7 señalaron el camino que seguirían los
agentes del miedo y la metodología que sería aplicada para ordenar y sanear
la sociedad una vez allanado el acceso al poder.


          A partir del 24 de marzo de 1976, la Fuerzas Armadas mostraron en
la práctica los elementos constitutivos del orden reclamado por importantes
sectores de la sociedad.              Desde entonces se avocaron, como veremos a
seguir, a la producción de un proceso de terror que generó aislamiento,
privatización y silencio social: atributos constitutivos de una cultura del
miedo 3 8 .


           La característica principal de este nuevo tipo de intervención militar
se encuentra en la completa marginalización de los aparatos, instituciones y
sistemas de mediación tradicionales. A su vez, los objetivos, previamente




básicamente, una práctica sistemática de detenciones forzadas, torturas, asesinatos y desapariciones
como practica de gobierno aplicada por el Estado. Consultar también Eduardo Duhalde, El
terrorismo de Estado en la Argentina. Buenos Aires, Eudeba, 1984.
36
   Las organizaciones para-militares que actuaron con rigor en los meses que antecedieron al golpe
fueron La Triple A y el Comando Libertadores de América.
37
   Como muestra Gillespie, la amenaza de la guerrilla era debilitada por el ocaso del ERP de orientación
guevarista ya durante e los meses que antecedieron al golpe y por su virtual desarticulación en los cuatro
meses posteriores al mismo.op.cit.pg 282
38
   Cf. Moreira Alves, Maria Helena, Estado e Oposição no Brasil (1964-1984), Petrópolis, Vozes, 1984.
p.169




                                                                                                      23
24

fijados, se encuentran fuera de cualquier plazo como explica el Vice-
Almirante Demetrio Casas:


                 El Proceso no tiene plazos y sus formales compromisos se
                 cumplen dentro de las previsiones que se establecieron en los
                 documentos básicos. No tiene fechas por cuanto es dinámico y
                 trascendente, en sus propósitos y objetivos. En función de ello
                 se producirán las sucesiones, las aperturas y las
                 convocatorias 3 9 .


              La explicitación de objetivos y la ausencia de plazos hacen qu e
desaparezca el carácter normalizador                         que adquirieron los              golpes
tradicionales.          Por lo tanto, no se trató de implementar ciertos ajustes
coyunturales, sino y sobretodo, de implementar profundas y definitivas
transformaciones en las normas de organización y administración de l a
dominación 4 0 . Otro elemento constitu yente es que el diagnóstico apunta a
caracterizar la crisis previa por la amenazadora activación política anterior.
Esta situación de amenaza, recuerda O´Donnell, alude al grado en que las
clases y actores dominantes, tanto internos cuanto externos, consideran
eminente la ruptura de los parámetros capitalistas                        y de las afiliaciones
internacionales voluntariamente buscadas por los líderes políticos del sector
popular 4 1


               Definida la amenaza, se torna necesario definir al enemigo
principal sobre quien recaerá, con inapelable rigor, el peso de la violencia.
Como fue común en los países del cono sur durante el período examinado, la
categoría acusatoria de subversivo sirvió para indicar la matriz generadora
del desorden y del comportamiento desviado. En la lógica discursiva del
régimen militar esta categoría de acusación política contiene otras
categorías más globalizadoras a través de las cuales generalmente se
cuestiona la propia humanidad de los acusados y, por lo tanto, se presentan


39
  Mensaje del Vice-Almirante Demetrio Casas leído en la Capilla Stella Maris el 24 de marzo
de 1980. Véase Convicción Buenos Aires Abril de 1980.
40
   Véase la ponencia de Noé, Alberto y Albizuri, Guillermo, “El síndrome del Cono Sur” presentada a
IPSA. RJ, 1982. p. 2. mimeo.
41
   O´´Donnell, G. “Desenvolvimento político ou mudança política? En Pinheiro, P.S. (coord.) O Estado
Autoritario e Movimentos Populares. RJ, Paz e Terra, 1980ª.




                                                                                                   24
25

como más adecuadas para la obtención de áreas de consenso en la
población 4 2 . Así, encontramos con frecuencia la utilización de términos
adjetivados que estigmatizan irremediablemente a las víctimas escogidas:
criminales; peligrosos delincuentes subversivos; ateos, que buscan con su
accionar destruir las bases del orden occidental y cristiano. Obviamente, se
excluyen de estas categorías los integrantes de los grupos para-policiales
que tuvieron importante papel en el crecimiento de la violencia y
subsiguiente miedo construido en el período que precede al pronunciamiento
militar. A título de ejemplo elegimos aleatoriamente uno entre la cantidad de
conceptos semejantes:


                 Mi concepto de subversión se refiere a las organizaciones
                 terroristas de signo izquierdista. La subversión de derecha no
                 es tal. El cuerpo social del país está contaminado por una
                 enfermedad que corroe sus entrañas y forma anticuerpos. Esos
                 anticuerpos no deben ser considerados de la misma manera que
                 se considera un microbio. A medida que el gobierno controle y
                 destruya la guerrilla, la acción del anticuerpo va a
                 desaparecer. Yo estoy seguro que en los próximos meses no
                 habrá acciones de derecha, cosa que ya está ocurriendo, se
                 trata sólo de una reacción natural de un cuerpo enfermo 4 3

              Dejando de lado las expresiones organicistas que apuntan a
justificar la necesidad de una profunda intervención quirúrgica en una
sociedad gravemente enferma 54, discursos de esa naturaleza tendían también
a responder a algunos medios de comunicación que, en ese momento,
comenzaban a expresar su desconcierto por la creciente ola de atentados
atribuidos a grupos de la derecha que actuarían paralelamente y sin control
del gobierno, 4 5 ejerciendo un rol que, en terminos weberianos, es                                      de

42
  Gilberto Velho discute el papel que desempeñan las categorías de acusación y rotulación en “Duas
categorías de acusação na cultura brasileira contemporânea” en Individualismo e Cultura, RJ, Zahar Ed.
1981, p. 59.
43
   Declaraciones vertidas por el entonces canciller Contra-almirante Augusto Guzzetti. La Opinión 3
de octubre de 1976
54
   Un excelente análisis del discurso político autoritario se encuentra en Emilio de Ipola e Lilina de
Riz, “Un juego de ‘cartas políticas”. Intelectuales y discurso autoritario en la Argentina actual” en
América Latina: Ideología y Cultura. Ed. FLACSO, San José, Costa Rica, 1982.
45
   Sin conseguir armar, en ese momento, el rompecabezas de la represión, el diario La Opinión
publica la materia del secuestro de Zelmar Michelini, ex Ministro y legislador uruguayo y del ex
presidente de la Cámara de Diputados de ese país, denunciando la existencia de “una subversión
paralela que busca minar al gobierno” y reclamando del Estado para que haga uso exclusivo del




                                                                                                     25
26

competencia del Estado, conforme dejara claro el presidente de Junta
general Videla:


                    Sólo el Estado, para el que no aceptamos el papel de mero
                    espectador del Proceso, habrá de monopolizar el uso de la
                    fuerza y, consecuentemente, sólo sus instituciones cumplirán
                    las funciones vinculadas a la seguridad interna 4 6

             Decíamos que la asimilación del “delincuente subversivo” como
agente reclutado por la conspiración comunista internacional sedimentó, al
interior de las Fuerzas Armadas, los componentes ideológicos que
permitieron su cohesión. Se trataba, en la evaluación militar, de una guerra
contra un poderoso enemigo externo que no permite que se hagan
concesiones ni claudicaciones. En este sentido, la distinción privilegiada
deviene de una definición de la política en los términos propuestos por Carl
Schmitt es decir, de la existencia del par opositivo amigo- enemigo. Como
muestra Bobbio,              a partir de esa definición el campo de origen y de
aplicación de la política “sería el antagonismo y su función consistiría en la
actividad de agregar y defender a los amigos y desagregar y combatir a los
enemigos” 4 7         Esa visión dicotomica de lo social elimina la posibilidad del
diálogo         y    exacerba       las    técnicas       de    vigilancia,       identificación    y
aniquilamiento del enemigo. Se trató pues, en última instancia, de eliminar
los irrecuperables delincuentes no consustanciados con el “ser nacional”,
conforme expresó,                 entre otros, el General Nicolaides, anticipando,
inclusive, futuras respuestas tendientes a “aclarar” la situación de las
personas desaparecidas:

                    El individuo que está comprometido con la subversión, que ha
                    combatido, es un delincuente para mi, irrecuperable. Si
                    intentara desligarse de ese compromiso, con seguridad le
                    cuesta la vida. Ese es el motivo por el cual mucha gente que
                    alguna vez militó en esas organizaciones, en la subversión,

monopolio de la fuerza al tiempo en que solicita el esclarecimiento del secuestro y de los que fueron
denunciados con anterioridad. Su director, Jacobo Timmermam no tardó mucho en descubrir que,
desafiando la lógica geométrica, las paralelas se juntaban en los campos de concentración
desplegados por el país. Cf. La Opinión 20 de mayo de 1976.
46
   Declaraciones Videla, presidente en ejercicio de marzo de 1976 a mayo de 1980 Cf. diario La
Opinión 20-5-76
47
     Bobbio, Norberto, “Política” en Diccionario de Política, México, Siglo XXI, 1982, p.1247.




                                                                                                   26
27

                continúa en ellas, más que por convencimiento, por temor a las
                represalias 4 8 .



               El hecho de tratarse de “delincuentes irrecuperables” permite que
se definan, con claridad, los niveles necesarios de violencia “reparadora”
requeridos para lograr la destrucción del enemigo y conseguir la tan deseada
seguridad nacional. Quien se encarga de definir la violencia reparadora –
con claridad meridiana - es nuevamente, el comandante de la Junta Militar:


                (...)daremos, día a día, la batalla en que estamos empeñados,
                hasta extirpar definitivamente a la subversión, protegiendo así
                a la comunidad agredida. Para eso, seremos todo lo duros que
                sea necesario. De eso no quepa ninguna duda 4 9 .



             Como se sabe, la resolución sobre la metodología represiva a ser
implementada fue adoptada por el comandante en jefe del Ejército en
reunión realizada en el mes de septiembre de 1975. En dicha reunión,
conforme declaró el general Camps 5 0 , fue definido tanto la clandestinidad
de la represión cuanto la necesidad del exterminio de los opositores 5 1


             Finalmente, resta apuntar la característica medular de esta nuev a
intervención militar. A diferencia de las anteriores experiencias autoritarias,
el autodenominado Proceso de Reconstrucción Nacional (en adelante,
Proceso) contó con absoluta homogeneidad de pensamiento de los cuadros de
la institución con relación al diagnóstico de la crisis preexistente.
Homogeneidad que, claro, no se encuentra a lo largo del Proceso. De manera


48
   Cf. La Opinión 12 de junio de 1976
49
   Mensaje de Videla dirigido al País. Cf. La Nación 25 de mayo de 1976.
50
   Camps,Ramón “Apogeo y declinación de la guerrilla en la Argentina” entrevista publicada por el
diario La Prensa el 4 de enero de 1981. Véase también Frantaline, Daniel y Caiati, Maria Cristina, El
Mito de la Guerra Sucia. Buenos Aires, CELS editora 1984, p. 32 y 33.
51
   En el momento en que retomamos este trabajo, vino a la luz entrevista concedida por el general
Ramón Dias Bessone, ex Comandante del II cuerpo y ex ministro del gobierno Videla, en la que por
la primera vez, un miembro del Proceso, asume públicamente, el acuerdo de exterminio referido en
la nota anterior. En la entrevista concedida a la periodista Marie-Monique Robin incluida en el
telefilm “Escuadrones de la muerte. La Escuela Francesa”, Bessone admite que 8000 personas
fueron torturadas y ejecutadas por la dictadura militar. Cf. el Diário Página 12. del 23 de agosto de
2003.




                                                                                                 27
28

que la evaluación previa, conjugada al aprendizaje de los errores cometidos
en las experiencias autoritarias anteriores, delimitó la metodología adecuada
para iniciar la transformación de las bases de la sociedad. Como sabemos, no
se trató simplemente de acabar con el desorden del gobierno peronista, po r
el contrario, no había normalización ni continuidad política posible. De
hecho, marzo del 76 debería marcar una nueva etapa histórica en el país.
Requiriéndose por lo tanto unánime conformidad sobre la metodología
adecuada para conseguirlo 5 3 . De esa manera, se firman las bases para la
construcción de un pacto de sangre en el cual actuaran en la guerra contra la
subversión todos los hombres en actividad en las Fuerzas Armadas.


         Retomando por             lo tanto, ese pacto de sangre remonta al mes de
septiembre de 1975 cuando                       se dispuso, por decisión de todos los
comandantes, el tipo de represión que se aplicaría. Se optó entonces por una
represión clandestina 5 3 . El referente que se tomó en esta opción fue sin
duda, la entonces reciente experiencia chilena. Como se recordará, el golp e
de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador
Allende se caracterizó por la extensión y dimensión pública de la violencia
aplicada. Esa característica no solo consiguió generar terror en la sociedad
–objetivo que se buscaba también en nuestro contexto – sino que, en
contrapartida, generó una significativa protesta moral por buena parte de la
comunidad internacional. Por lo tanto, el carácter sigiloso y clandestino de
la represión buscaba limitar el efecto no deseado por los agentes del miedo.
Por otro lado, se buscaba que en un futuro retorno al orden constitucional
los presos del régimen no fuesen nuevamente sueltos. Al mismo tiempo la
opción por la feudalización y clandestinización del aparato del estado y de
sus acciones tenían el objetivo de reducir la virtual condena del Papa. Esta

53
  Como observan Mignone (1986) y Frontalini e Caiati (1984) no todos los que participaron de la
reunión de septiembre del 75 concordaron con la metodología definida. Entretanto, no existen
todavía, informaciones fehacientes con relación a quienes o con cuales aspectos de la metodología
se establecía algún grado de discordancia. No se sabe, en última instancia, el destino de aquellos que
discordaron
53
  Nuevos documentos desclasificados por el Departamento de Estado norteamericano demuestran que el ex
canciller Henry Kissinger pidió en octubre de 1976 a la dictadura argentina que la masacre fuera rápida, para
impedir la condena del Congreso por violaciones a los derechos humanos. Los nuevos documentos fueron
presentados ayer en Washington por la principal organización no gubernamental especializada en la
desclasificación de documentos secretos norteamericanos sobre la represión en Latinoamérica, National
Security Archives. Cf. Diário Página 12 del 2 de diciembre de 2003.




                                                                                                         28
29

tesis fue apuntada por el ex detenido-desaparecido y ex director del diario
La Opinión Jacobo Timerman 5 4 y corroborada, recientemente, por las
declaraciones del General Besonne referidas en la página anterior.


             Es sabido que el empleo generalizado y público de la violenci a
tiene costos políticos acentuados. Por eso, el método acordado posibilitó el
mismo rigor eliminando la posibilidad de generar protestas, tanto en el
ámbito nacional cuanto internacional.                  Internamente contaban con la
percepción de caos generalizado, con la inseguridad producida por la crisis
económica previa y con el miedo por la seguridad personal que alimenta la
pasividad. Esos elementos fueron necesarios para llevar adelante la política
de exterminio. La clandestinidad de la represión permitió también, por lo
inusitado, por lo          novedoso, que amplios sectores de la sociedad
contribu yesen con su silencio al aislamiento de las víctimas indirectas de la
represión, conforme veremos              más adelante. Resta agregar            que lo toma
estado público es la amenaza de la violencia. De un lado, como comenzamos
a ver, tal amenaza se efectiviza a través de la lógica discursiva. Por otro,
como será mostrado adelante, a través de la ostentación de los recursos y de
la predisposición        para aplicar la violencia con el rigor necesario a los
posibles o eventuales disidentes.


     3) El Proceso de Reconstrucción Nacional y la Construcción del
        Silencio


          Los      objetivos      básicos      del     autodenominado           Proceso      de
Reorganización Nacional se encuentran enunciados en el Acta Institucional
nº 1 y ratificados en una serie de Actas, comunicados, leyes y decretos
dictadas con posterioridad. La estructura de poder acordada para regir el
gobierno ha sido la formación de una Junta Militar integrada por los
Comandantes en Jefe de las tres armas, y presidida por el General                           del
Ejército Jorge Rafael Videla, compartiendo por igual la responsabilidad y la

54
  Testimonio de Timerman en el juicio movido contra las juntas militares en 1985. Véase también
Timerman, Jacobo. El Caso Camps, punto inicial. El Cid. Editor Barcelona, Caracas, .Buenos Aires.
1982




                                                                                             29
30

tarea de ordenar            el país. La Junta creó la Comisión de Asesoramiento
Legislativo (CAL) también integrada por tres oficiales superiores de cada
arma; esta forma organizativa respondió a un criterio proporcional que fue
conocido como la política de los treinta y tres por ciento. Dicho criterio fue
utilizado para dividir instituciones, vehículos de comunicación, zonas
operativas y prisioneros. A su vez, esa repartición del poder incidió en la
feudalización de la máquina represiva, feudalización en el sentido de
autonomia y descentralización del aparato represivo. Ese criterio de
proporcionalidad permite diferenciar la experiencia argentina de otros casos
nacionales, como el chileno o el brasileño por ejemplo, en donde una
institución especializada fue la encargada del proceso represivo 5 5 . En el
caso que nos ocupa, las Fuerzas Armadas como institución, así como la
fuerza policial en su conjunto, se encargaron de la aplicación y
administración de la represión. Ese principio organizativo creó no pocos
conflictos al interior de las instituciones, derivados de cuestiones de poder,
prestigio y dominación.


          Su objetivo prioritario – conforme fue indicado anteriormente – y
conforme se explicita en el Acta Institucional Nº 1, ha sido el combate a la
subversión como medida preliminar para la                             “Restitución de los valores
esenciales que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado, a
través de su ubicación internacional en el orden occidental y cristiano” 5 6 .


               Por la misma Acta Institucional se procede a la disolución del
Congreso Nacional, las Legislaturas Federal y Provincial. Se produce l a
remoción de los miembros de la Suprema Corte de Justicia; se suspende sine
die la actividad política y partidaria; colocan fuera de la ley cinco partidos
de la izquierda revolucionaria; se suspenden las actividades gremiales de
trabajadores,         empresarios           y    profesionales.          Intervienen          también        la



55
  En contraste con Chile y Brasil que resolvieron el problema de la disención militar y de su falta de
cordenación a través de la creación de servicios secretos fuertes e independientes, en el caso uruguayo y
argentino las rivalidades y conflictos entre los diversos organismos fueron cruciales para el aumento del grado
de incertidumbre y expansión de la represión. Cf. Gillespie. Op. Cit. p.176.
56
     Acta institucional nº 1 Cf. La nación 24-3-76




                                                                                                           30
31

Confederación General del Trabajo CGT 5 7 , confiscan sus obras sociales,
quedan disueltas las 62 Organizaciones y se procede a la detención de sus
dirigentes 5 8 .


              Este conjunto de medidas clausura el locus de constitución de los
sujetos sociales. A la vez de suprimir los derechos políticos quedan
suspensos los derechos individuales: de igualdad ante la ley, a la libertad,
particularmente de religión, al pensamiento, a la privacidad y a la
inviolabilidad de domicilio. Al suspenderse                         los derechos civiles y los
derechos políticos clásicos, como el derecho                        de votar y ser votado, de
participar en organizaciones político partidarias,                           así como organizar
movilizaciones y reivindicaciones políticas, impiden que se avance en las
reivindicaciones que puedan conducir a la conquista de derechos sociales
como, por ejemplo, la reglamentación de las leyes del trabajo, vacaciones y
jubilaciones, para seguir la secuencia propuesta en el clásico trabajo de
Marshall 5 9 . De esa manera, la suspensión de la política, entendida com o
práctica de mediación entre sujetos portadores de identidades colectivas que
encuentran en lo público el espacio privilegiado para debatir y negociar
diferentes perspectivas y visiones de mundo, anula plenamente los derechos
ciudadanos. Esa perspectiva habermasiana de “esfera pública”, entendida
inicialmente como “la esfera de personas privadas reunidas en un público” 6 0
en el cual las cuestiones que dicen respecto a la comunidad se presentan de
forma discursiva a través de argumentos racionalmente elaborados, no tiene
lugar en una sociedad autoritaria. En esta, desaparece el carácter de
mediación de la esfera pública, entre el estado y la sociedad civil, entre el

57
   La CGT es la representante nacional de los sindicatos y federaciones de sindicatos trabajadores y
sectores médios. Al movimiento sindical le cupo, desde 1955 hasta el retorno del peronismo al
gobierno en 1973, un doble papel Primero, como representante de la clase operaria y segundo como
único canal de expresión del movimiento peronista. Su capacidad de negociar directamente con el
Estado la colocó como interlocutora válida frente a todos los gobiernos implantados durante este
periodo. Su enorme poder de convocatoria e su capacidad en establecerse como mediador de
conflictos, legitimó y fortaleció su poder frente al Estado.
58
   La mayor parte de la dirigencia sindical fue detenida en la noche del Golpe y en los días
subsiguientes.
59
  Cf. Marshall, T.H. Cidadania, classe social e status. Rio de Janeiro, Zahar, 1967
60
  El modelo discursivo de espacio público se encuentra en Haberlas, Jurguen, Mudança Estrutural da
Esfera Pública, RJ. Biblioteca Tempo Universitário, 1986. El autor realizó un revisión de este concepto
en el artículo “O espaço público, 30 anos depois” En Caderno de Filosofía e Ciencias Humanas, UFMG,
Ano VII, n.12, abril de 1999.




                                                                                                     31
32

poder público y los intereses de la esfera privada. En una sociedad
plenamente constituida en donde se establece la interacción comunicativa,
los mensajes producidos en la arena pública requieren una constante
reinterpretación de los sujetos sociales. En cambio, en una sociedad
disciplinaria, se torna potencialmente peligroso exponer concepciones que
puedan dar margen a interpretaciones contradictorias a la normatividad
fácticamente instituida 6 2 . Siguiendo Brunner, en estas sociedades rige la
facticidad y no la normatividad del poder puesto que esta última tiende hacia
lo público residiendo “su fuerza en la adhesión a normas compartidas 6 3 ”


                Como muestra Foucault, las técnicas de disciplinamiento llevan
“Más que a la división masiva y binaria entre los unos y los otros, (el
disciplinamiento)           apela     a    separaciones         múltiples,        a   distribuciones
individualizantes, a una organización en profundidad de las vigilancias y de
los controles, a una intensificación y ramificación del poder” 6 4 . Para Max
Weber el concepto de disciplina incluye la “natureza prática da obediência
em massa,sem crítica e sem resistência” 6 5 . En una sociedad disciplinaria que
atomiza, individualiza y objetiva la obtención de un máximo de obediencia
por vía del sometimiento práctico de los individuos 6 6 , la no comunicación
será privilegiada, luego, la palabra se torna equívoca. En realidad, mas que
equivoca, la palabra queda soldada                     a un significado preciso, pierde su
carácter polisémico, su metaforicidad, su riqueza. En tal sociedad, los
mensajes no requieren ningún tipo de interpretación, son ordenes y como tal,
deben cumplirse. El orden disciplinario uniformizó a la sociedad; la silenció
hasta el limite del autismo; recortó ambiciones, proyectos y objetivos;
eliminó en definitivo la capacidad de soñar, elemento fundamental para la
producción de utopías. En fin, como nos recuerda Wanderley Guillerm e




62
   Brunner, J.J. “Ideología, legitimación y disciplinamiento: nueve argumentos” en Autoritarismo y
Alternativas Populares en America Latina. San Jose Ediciones FLACSO, 1982b,p.561.
5563
     Brunner, J.J. “La cultura politica del autoritarismo” en Revista Mexicana de Sociología nº2 Mexico,
1982b, p.80
64
   Foucault, Michel, Microfísica do poder. Rio de Janeiro, ed. Graal. 1979, p. 202.
65
   Weber, Max, Conceitos Básicos de Sociologia. São Paulo, Ed.Moraes, 1989, p.108
66
   Bruner, J,J, idem, p.81




                                                                                                       32
33

disecando la lógica del autoritarismo en sus Kantianas brasileras: “cuando
los príncipes hablan, los súbditos no piensan, repiten” 6 7




     4) Las bases del consenso y del disciplinamiento.


                 Dado el diagnóstico de la crisis social, cu yos síntomas se
expresaban en la activación política previa que fue dibujando el fracaso del
gobierno de Isabel, se optó por una rápida y profunda intervención que daba
cuenta de la visión dicotómica del mundo que caracteriza el discurso de las
FFAA: “La alternativa no ofrecía dudas: o los agentes del caos se hacían
cargo de la situación o las Fuerza Armadas asumían el poder político” 6 8 .


                 La intervención demandó un pro yecto político bifronte: de un
lado a través de la inscripción a un orden económico de corte liberal, por
otro, estimulando la privatización y aislamiento por medio de la producción
del terror, eliminando los enemigos reales y objetivos                              a ese proyecto
económico, silenciando por el miedo, al resto de la sociedad y avocándose a
la tarea de disciplinarla 6 9 .


                El régimen llevó adelante su estrategia a partir de dos
dimensiones político-ideológicas. Una dimensión defensiva,                                 sustentada
ideológicamente en la Doctrina de Seguridad Nacional, articulada a un
discurso que prometía el restablecimiento del orden en una sociedad que
venía desintegrándose por una violencia cotidiana y que generaba un estado
de naturaleza hobesiana. Esta situación de inseguridad fue sentida por
significativos sectores de la sociedad, lo que permitió que el advenimiento


67
   Wanderley Guilherme dos Santos, Kantianas Brasileiras, RJ Paz e Terra, 1984
68
   Mensaje de Videla. Cf. La Nación 25-5-1976.
69
   Juan Corradi observó que la peculiaridad de las experiencias autoritarias del cono sur radica en la
implementación de dos formas de violencia: la violencia del Estado terrorista y la violencia del mercado.
Op.cit.




                                                                                                     33
34

del golpe no causase demasiada sorpresa. O’Donnell y Galli 7 0 realizaron
una investigación el 1978, en la que se proponían entender los procesos de
mudanza resultantes de la violencia y represión aplicada por el régimen en
la vida cotidiana y en diversos micro-contextos. Querían también detectar el
nivel de percepción               que sus entrevistados tenían en la época de la
investigación con relación a momentos anteriores. La definición temporal
del período anterior fue dejada en abierto, permitiendo que los entrevistados
delimitasen el período. La mayoría de ellos coincidió en localizar ese
período anterior en los momentos que precedieron al golpe de estado. Es a
memoria del caos social sentida por la mayoría de la población, permitió al
régimen legitimar su discurso dicotómico y la práctica desarrollada que,
como vimos, tenía como premisas centrales el restablecimiento del orden en
una sociedad bastante convulsionada. En cierta medida, cualquier orden era
mejor de que ningún orden. Encontramos una situación en la cual, conforme
sugiere Pollak 7 1 , la memoria no es solamente recuerdo, sino que puede ser
también un proceso que puede recalcar, omitir o recodificar datos del
pasado.


                El Estado funcionó y se constitu yó también en su dimensión
fundacional 7 2 . Sobre esta dimensión, se construye el modelo de dominación
implementado. Modelo que permitirá promover una transformación radical
en las formas de producción y reproducción de la obediencia que se torna
efectiva, en el orden autoritario, mediante la reproducción de formas de
disciplinamiento de la sociedad civil. En este modelo de sociedad el orden




70
   Cf. O´Doneel, G. y Galli C, “sugerencias sobre algunos temas relacionados con la textura celular de la
sociedad y, en particular, con la sociología del miedo” Memo presentado al Social Science Research
Council, 1980
71
   Véase Michel Pollak. “Memória e esquecimento” en Estudos Históricos nº 3 1980. FGV
72
  Existe una basta literatura sobre el proyecto fundacional del autoritarismo nos remitimos, entre otros, a
Manuel Antonio Carretón. “En torno a la discusión de los nuevos regimenes autoritarios en America Latina”
Santiago,mimeo, 1979; Adolfo Canitrot, “”Teoria y práctica del liberalismo. Politica antiinflaionaria y
apertura económica en la Argentina, 1976-1981” en Desarrollo Económico, nº 82, Julio- setiembre, Benos
Aires, 1981; Juan Carlos Portantiero, “ Da crise do País popular à Reorganização do País Burguês” en
América Latina: Novas Estratégias de Dominação. Petrópolis, Vozes, 1980.




                                                                                                       34
35

resultante goza, como sugiere Brunner,                        de una legitimidad puramente
fáctica; las relaciones disciplinares se legitiman represivamente 7 3 .


                    El autoritarismo, al cerrar los canales de participación política
y de creación artística y literaria, inhibe cualquier forma de expresión que
no implique, como vimos, en un consenso tácito y silencioso. La mente
autoritaria está obcecada por la idea de que el mundo se presente con
claridad y nitidez. La sutileza, la contradicción, la pluralidad de ideas, la
polisemia de la palabra, la heterogeneidad comportamental confunde y
asusta, ultrapasa el límite de lo soportable. Por eso la respuesta eficaz es la
violencia. Al eliminar la política como práctica de mediación entre actores
en conflicto se elimina, por ende, toda tentativa de creación y disenso. De
esta manera, suprimidos los espacios públicos de resolución de conflictos, y
mediante la internalización individual y social del miedo a ser castigado
por un Estado omnipresente que vigila 7 4 y castiga se hace posible la
despolitización de la sociedad. La privatización de los espacios públicos es
una de las consecuencias de la internalización del miedo. Este opera como
elemento resocializante de actitudes pasivas frente a imposibilidad,
concreta o presentida, de esbozar cualquier forma de resistencia y, como
resultado, se tiene una visión enteramente gris, y mismo uniformizada de la
sociedad. De acuerdo con Delich:
                      Para la dictadura, restringir la sociabilidad es inicialmente
                      condición de seguridad, pero luego es condición de
                      perduración (...)La sociabilidad tiene por lo menos dos
                      funciones: por una parte es el vehículo de la solidariedad o
                      aislamiento y por otra parte expresa la magnitud de la
                      distancia social intrínseca a una estructura social. Cuando se
                      restringe el espacio de la sociabilidad, cuando se crea un
                      clima de sospecha y temor, se crean las condiciones que
                      empujan al aislamiento y por ende disminuye la solidariedad
                      social 7 5 .




73
     Bruneer, op. Cit, 1982ª, p.560
74
  Sobre esta face oculta Del terror y las complicidades sociales que alimentó ve el ensayo de
Guillermo O”Donnel. (1984), “Y a mi, que me importa?: notas sobre sociabilidad y política en
Argentina y Brasil. Mimeo.
75
  Delich, Francisco, “Teoria y practica política en situaciones de dictadura” en Revista Crítica y Utopía
nº 8, Buenos Aires, 1983, p. 15.




                                                                                                        35
36

        Diversos fueron las técnicas disciplinares 7 6 y los métodos utilizados
para     promover         la    privatización          de     las    relaciones        sociales;         la
individualización, también estimulada por el mercado, contribuyó, en suma,
para construir el orden y erradicar la subversión. Confrontación directa en
las calles; chequeo de vehículos; allanamientos de barrios enteros;
quinteos;       detenciones         masivas       para      averiguación        de     antecedentes;
secuestros; diversas formas de intimidación; tortura como practica
cotidiana; violación del secreto profesional (Sicólogos) y confesional;
violación de correspondencia; control de bibliotecas públicas y particulares,
dejando en ambos casos a criterio exclusivo de los particulares, hecho que
conduce a una desestructurante autocensura y, completando el cuadro, la
política de desapariciones 7 7


                 El disciplinamiento; la retracción hacia la esfera privada las
practicas de terror implementadas, y la clausura de la política marcando el
retroceso de los movimientos sociales explica también el silencio social que
el autoritarismo exige:
                 O silêncio é uma autodefesa oculta assassinato, oculta
                 assassino impune, oculta o que sabemos sobre o assassinato
                 e o assassino. O silêncio é uma estratégia de sobrevivência
                 numa sociedade repressiva 7 8 .

                Así, despojados los ciudadanos de su condición de tal,
destruidas las instancias mediadoras del Estado y de la política, ausente
76
  A título de ejemplo de esas medidas disciplinares podemos citar la reglamentación especial sobre
el comportamiento del alumnado en los colegios secundarios. Alunas: vestido, en o posible pollera
gris, blusa blanca o celeste, zapatos bajos, medias azules, cabello peinado y tomado,
DOCUMENTOS. Alumnos: Traje, cabellos cortos a dos dedos por encima del cuello de la camisa,
cara afeitadas, DOCUMENTOS. Cf. La Opinión 7-01-76. Sobre estas formas de disciplinamiento
en el ámbito educativo puede consultarse el trabajo de Carina Perelli. Presentado en el seminario
sobre el miedo. SSRC. Buenos Aires 1985. No está demás decir que en otros contextos celulares de
la sociedad como universidades y establecimientos fabriles fueron adoptadas medidas similares. A
pesar de parecer normas básicas de socialización implementadas en cualquier institución, es
necesario tener en cuenta que se trata de un contexto póst mayo del 68 y del “destape” producido
por la transición política anterior, es decir, la iniciada en 1973. De manera que esas “mínimas”
normas disciplinares tienen un peso significativo sobre el conjunto de los sectores juveniles en sus
ámbitos básicos de socialización: la escuela y la universidad.
77
   Una excelente pintura de ese clima de represión y autocensura puede verse en la novela del escritor
uruguayo Mario de Benedetti, Primavera con una Esquina Rota.
78
   Barraza, Ximena, “Notas sobre a vida cotidiana numa ordem autoritária” en América Latina: novas
estratégias de dominação. Petrópolis, Vozes, 1980,p. 155.




                                                                                                         36
37

todo conflicto legítimo, la política se hace imposible como práctica,
transformándose en una actividad privada. En otras palabras, en su propia
negación. La política también desaparece “cuando la confrontación toma la
forma de lucha ‘cuerpo a cuerpo” y también desaparece - como discut e
González Bombal - el derecho “cuando la punición no se realiza sobre el
supuesto delito, “sino que es la persona concreta lo que está en juego en el
acto de la punición” 7 9


               El orden fáctico no precisa de consenso para legitimar su acción
ya que crea los mecanismos necesarios para que el disenso no tenga
expresión social. Hoy sabemos que fue una represión sentida, presentida,
pero desconocida en su momento, inédita, clandestina. Visto que no se
conocían los engranajes del accionar “privado” del aparato represivo ¿De
qué manera se podría públicamente denunciarlo?


                La discusión adelantada en las páginas anteriores lleva la
investigación para el análisis de la consecuencia inesperada y más
significativa de ese orden y de esa lógica: la formación y consolidación de
un Movimiento de Derechos Humanos como primera forma organizada de
resistencia       al    poder      coercitivo       del     Estado.       Principalmente,          el
desenvolvimiento de organismos constituidos por familiares afectados. A
su vez, se trata de situar y explicitar la categoría a partir de la cual se
produce, aún ho y, un proceso de interacción conflictiva de los organismos
con el régimen y con los subsiguientes gobiernos constitucionales. La
categoría jurídica referida es la del Detenido-Desaparecido.




     5) La Desaparición como metodología del terror.


        Intentamos demostrar en las páginas precedentes, que la característica
central del régimen militar puede ser encontrada en el empleo sistemático de
la violencia política como método adecuado para la obtención de niveles

79
 Cf. Gonzáles Bombal, “Nunca más, el juicio mas allá de los estrados”, en Juicio, Castigo y Memorias.
Buenos Aires, Nueva Visión, 1995, p.210.




                                                                                                   37
38

óptimos de producción y reproducción de obediencia. Vimos que la
implantación de un sistema de terror perseguía el objetivo de aislar y
atomizar a los individuos; desestimular los lazos básicos de solidaridad
social; destruir toda forma de organización social pre-existente o futura que
pudiese poner en duda los contenidos ideológicos implementados por la
política represora. La intensidad de la violencia aplicada contra los sectores
populares en la fase reactiva-defensiva                           del régimen,   propició la
instauración de un denso silencio social. De esta manera, el efecto
combinado de la represión directa, por un lado, y la permanente intimidación
colectiva, por el otro, parecían indicar la escasa probabilidad de que su
poder pudiese ser enfrentado.


                   El elemento constitu yente del “sistema de terror”, ha sido l a
elaboración e implementación de una política de desapariciones forzadas de
personas como metodología represiva. La bipolaridad de la estructura
represiva, según la conceptualización del                      Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), su “doble fase de normatividad” permitió el desarrollo de
esta metodología. Es decir, se instrumentalizó, por un lado, una represión
legal, asentada en el mítico discurso de la existencia de una “guerra sucia”.
Esto posibilitó la puesta en funcionamiento de diversos mecanismos d e
intimidación y disciplinamiento. Por otro lado, estos mecanismos se
engarzaban con la existencia de “un sistema paralelo normativo de carácter
secreto, aplicado por unidades regulares, subordinadas a las máximas
jerarquías militares 8 0 .”


               El carácter paralelo y secreto de la represión reforzó la imagen
ordenancista del régimen.                  Su intensa campaña propagandística y la
permanente intimidación colectiva                       han sido medios adecuados para
explicitar la amenaza y la predisposición de aplicar la violencia, toda vez y
contra quien se hiciese necesario. Estos medios agudizaron diversos
mecanismos de negación, tanto individuales como colectivos, frente a un
poder que            demostraba, con argumentos irrefutables, que la simple


80
     CELS, (1982) Desapariciones forzadas: elementos para una política.




                                                                                         38
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  • 1. 1 Jorge Edgardo Sapia La Construcción de Espacios Simbólicos de Resistencia: Madres de Plaza de Mayo y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Dissertação de Mestrado apresentada ao Instituto Universitário de Pesquisas do Rio de Janeiro como requisito parcial para a obtenção do grau de Mestre em Sociologia. Marcelo Gantus Jasmin (Orientador) Maria Alice Rezende de Carvalho Beatriz Schmidt de Araújo Rio de Janeiro, 2004 1
  • 2. 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 5 CAPÍTULO I VIOLENCIA E TERROR COMO FORMA DE DOMINACIÓN 13 1) Antecedentes de la Implantación de un Sistema de Terror 19 2) Características del Pronunciamiento Militar 23 3) El Proceso de Reconstrucción Nacional y la Construcción del Silencio 29 4) Las Bases del Consenso y del Disciplinamiento 33 5) La Desaparición como Metodología del Terror 37 6) Detenidos Desaparecidos: nueva categoría jurídica 45 CAPÍTULO II EL RESULTADO NO ESPERADO 1) Las Organizaciones de Derechos Humanos 50 2) La Construcción del Sentido y la Contención 56 3) La Comisión de Familiares de desaparecidos y Presos por Razones Políticas 60 4) La Construcción de un Espacio Público: Madres de La Plaza de Mayo 66 5) Marchas y Contramarchas: Ofensiva Represora 77 6) Apretando el cerco 81 CAPÍTULO III LOS PASOS PREVIOS 1) En Busca de Apoyo Internacional 84 2) Los afectados y el Campeonato Mundial de Fútbol 87 3) El proyecto Massera y los Liberados de la ESMA 94 4) Los Petitorios como Forma de Lucha 96 5) Rompiendo el silencio: la Internacionalización de sus Denuncias 99 a) Clausuras del Espacio Público y Contención 105 b) El crecimiento del movimiento 107 c) Las relaciones entre el MDH y la Iglesia Católica 114 6) La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) 123 a) El Arribo de la Comisión y sus Consecuencias 124 REFLEXIONES FINALES 136 149 BIBLIOGRAFÍA 2
  • 3. 3 RESUMEN El trabajo discute el proceso de formación y consolidación -durante el último régimen autoritario en la Argentina – de dos entidades de defensa de los derechos humanos: Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Madres de la Plaza de Mayo. A través del desarrollo de una acción social de movilización y denuncia testimonial permanente se constituyeron en la primera y principal forma de resistencia al autoritarismo La implantación de una cultura del miedo, con su carga de incertidumbre, privatización y aislamiento, fue superada con la construcción de un movimiento social que acabó tornándose protagónico en la fase de colapso del régimen y en los primeros años del gobierno democrático que heredó la responsabilidad de resolver las cuentas del pasado. Mostramos también el papel que juega en el inédito juzgamiento a las tres Juntas de Comandantes y en la reciente movilización por la abolición de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Se discute por lo tanto, el papel del no olvido y la reivindicación de una justicia para todos que permita re-encantar un mundo desencantado por prácticas destituidas de valoración ética y colectiva. Se observa una acción en la cual la fuerza de la memoria pueda funcionar como mecanismo de desconstrucción de la impunidad. 3
  • 4. 4 AGRADECIMIENTOS Agradezco especialmente al profesor Renato Lessa quien siempre me estimuló a la realización de este trabajo. Fue ese también el comportamiento del profesor Marcelo Jasmin quien no sólo me reabrió las puertas de la institución, aceptándome como orientando, como se empeño personalmente para que se aceptara la defensa de esta disertación. A Vicente de Paulo Batista , Jorge de Paula Paixão y Milton Temer que me ayudaron con sus críticas y valiosas sugestiones. Agradezco especialmente a Mario Vidal que desde Buenos Aires acompañó en trabajo desde su retomada y se encargó de municiarme con importantes informaciones. A Conceição Chermont Sapia cujas sugestiones fueron particularmente importantes para la finalización del trabajo. Quiero dejar constancia de mi reconocimiento al Centro de Estudios Legales y Sociales que abrió las puertas de su Programa de Documentación para pudiese realizar el levantamiento del material periodismo que sustenta este trabajo. Y finalmente mi especial reconociendo al IUPERJ, institución que siempre ofreció todo el apoyo necesario. Resta compartir con todos las alegrías de la entrega y reconocer que son todos míos los errores y lo limites de este trabajo. 4
  • 5. 5 INTRODUCCIÓN El resultado no esperado del intento de refundación capitalista implementado en el cono sur de América Latina en las décadas de sesenta y setenta fue la formación de un movimiento de defensa y promoción de Derechos Humanos, hasta entonces inédito en la región. Su formación alude, a un tipo de respuesta específica al proyecto de dominación política autoritaria fundado en la sistemática violación del derecho a la vida. El “sistema de Terror” implantado por el régimen autoritario provocó un significativo silencio social, producido por un a creciente percepción de miedo. Silencio social, que a menudo fue interpretado o re-significado en el monólogo gubernamental, como expresión de consentimiento de la sociedad a las directivas y a las prácticas emanadas del régimen. La formación de un movimiento colectivo dedicado a la defensa y promoción de Derechos Humanos constitu ye la primera y principal forma de resistencia al autoritarismo. A su vez, su formación enmarcará -con variables grados de imbricación - las relaciones de las diversas entidades que constituyeron el Movimiento de Derechos Humanos (MDH) con el régimen y con la oposición política. Esta relación conflictiva, radical y permanente se expresará en Argentina, principalmente, a través de la constitución y desarrollo de entidades formadas por familiares de las víctimas del “sistema de terror”. La ausencia de un programa de asistencia jurídica que limitase los efectos perversos del régimen autoritario permitió que la acción desarrollada por esos grupos embrionarios se caracterizase por un proceso de movilización y denuncia testimonial permanente, que acabó siendo responsable por la pro yección del tema de los Derechos Humanos. 5
  • 6. 6 Esta experiencia contrastó con la situación similar vivida en la sociedad brasilera posterior a la intervención militar de 1964. En este contexto, diversos actores desempeñaron un rol importante en la formulación de denuncias permitiendo dar resonancia pública a un problema -prisiones, torturas y desapariciones- que exigía tratamiento silencioso. Papel protagónico desempeño, por ejemplo, la Comissão Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB), manifestando, a través de documentos oficiales, su denuncia y su claro repudio a las sistemáticas violaciones que ganan intensidad en el período comprendido entre los años 1968 y 1974. A su vez, la creación de la Comissão Arquidiocesana de Justiça e Paz permitió – a través de su departamento jurídico – que se ofreciese asistencia jurídica a las familias afectadas por la represión. Situación semejante pudo observarse en el contexto del régimen autoritario chileno con la creación de la Vicaría de Solidariedad. Estas instituciones, inclusive, ofrecieron en sus respectivas realidades, un espacio físico que sirvió como punto de referencia y que ayudó en la superación del proceso de atomización de los afectados permitiéndoles romper la situación de aislamiento social. En el caso argentino las entidades se constituyen y adquieren relevancia y trascendencia a partir del esfuerzo denodado que imprimen madres, esposas y abuelas cuyos hijos, compañeros y nietos fueron salvajemente arrancados de sus hogares por quienes, en nombre de la “cristiandad occidental”, se erigieron en cruzados del buen orden de nuestras inquisiciones contemporáneas. Así, ante el abismo abierto por la acción del secuestro de un ser querido y por encima de la violent a ruptura de vínculos afectivos, la madre sale a la calle para indagar, para buscar, para exteriorizar su dolor en medio a una sociedad cada vez mas silenciada por el terror, cuando no por la complicidad de algunos y el consentimiento de no pocos, con los objetivos que encarnaban quienes, desposeídos de toda valoración ética, acechaban en las sombras, escudados por la mentira y por la impunidad. Yo recalco que es la madre la que sale a la calle, no solamente por el motivo que el padre pueda ser el sostén económico de la familia, sino por que hay una fuerza interior que hace que la madre salga a defender a su hijo. Sin fijarse en lo mínimo si ella participaba ideológicamente en la lucha de su hijo, si 6
  • 7. 7 estaba o no de acuerdo que su hijo era militante político o si, cuando se lo llevaron, ella sabia que era un militante político, representante de fábrica o de universidad... en absoluto, eso no impidió la defensa de la vida de su hijo. Corriendo todos los riesgos, exponiendo su vida como ya la expone una madre cuando da a luz a su hijo. Y creo que el primer acto de amor de una mujer, es el acto de dar vida a un hijo, corriendo el riesgo de la propia vida. Y yo creo que eso se da después, nuevamente, cuando nos llevan a los hijos. (Entrevista con Maria del Rosario Cerruti, fundadora de la Asociación de Madres de la Plaza de Mayo) La situación de extrema incertidumbre provocada por la eficiente política de desapariciones dará lugar a una forma de acción social de resistencia de carácter afectivo que comienza a gestarse en el ámbito familiar, entendido como espacio básico de solidariedad. Esto sugiere y explica el carácter inédito de la movilización y sus particulares modalidades de acción: coraje, perseverancia y tenacidad, elementos que permitieron ir abriendo los diques que contenían el silencio social y, así, superar el aislamiento inicial que el régimen se encargaba d e reforzar. La soledad, el desamparo y la incertidumbre que tomaba cuenta de las familias victimadas, fueron superados en la medida de la construcción de lazos solidarios entre los afectados, que derivaron en la formación de entidades de movilización y denuncia de la política represiva. El paso hacia la superación del aislamiento orientó la formación de los primeros núcleos de afectados que originaron el Movimiento de Derechos Humanos (en adelante MDH) y, desde los cuales, en función de su constitución heterogénea, se plantearon desde el comienzo estrategias de acción diferenciadas en lo ateniente a la difusión y denuncia de las violaciones cometidas por el Estado. Esa heterogeneidad permite visualizar, en el periodo estudiado, la existencia de diversos conflictos y tensiones resultantes de las también diversas 7
  • 8. 8 orientaciones políticas; de las tareas asumidas por cada uno de los organismos; de las diferencias de personalidad y estilo de liderazgo. 44 De cualquier manera, el resultado del labor de estos organismos, la centralidad que tubo el tema de la defensa y promoción de los Derechos Humanos en la fase de colapso del régimen autoritario 45 y en los primeros años del gobierno democrático que heredó la responsabilidad de resolver las cuentas del pasado, muestran el carácter de revelador histórico del MDH. A su vez, la trascendencia de su acción con relación a valores resultó en el desarrollo, a lo largo del país, d e innumeras agrupaciones de derechos humanos en fábricas, sindicatos, escuelas y universidades. Esa es también una de las características que puede ser apreciada en las diversas sociedades del cono sur como resultado de los procesos de transición política que ocurren en los ochenta. Se trata en realidad de la actualización de la ciudadanía entendida, básicamente, como el derecho a tener derechos 46, abriendo espacio inclusive, como sugiere Touraine, para la “invención” de nuevos derechos producidos por los nuevos movimientos sociales que aparecen en la contemporaneidad. 47 A parte de la introducción y de la conclusión, esta disertación se divide en tres capítulos. El primero ex amina los antecedentes y las características del régimen militar implantado en la Argentina en marzo de 1976, como parte de un pro yecto autoritario diseminado en el cono sur de América Latina en la década de 70. Resguardando las diferencias necesarias, rescatamos de la reflexión de Hanna Arendt, 48 entre otras nociones, la idea explícita en la categoría de “enemigo objetivo” – 44 Sobre las diversas fuentes de conflicto entre las diversas entidades véase JELIN, Elizabeth. 1995, “La política de la memoria: el Movimiento de Derechos Humanos y la construcción democrática en la Argentina”. 45 Sobre los diversos procesos de transición de regimenes autoritarios ver O`DONNELL, G. y SCHMITTER, F. (1988) (org.) Transições do Regime Autoritário: Primeiras conclusões. São Paulo. Ed. Vértice. 46 Véase LAFER, Celso (1991) A Reconstrução dos Direitos Humanos. São Paulo, Companhia das Letras. p. 206-207. 47 Sobre el papel de los nuevos movimientos sociales véase TOURAINE, A.(1994) Crítica da Modernidade. 48 Véase ARENDT, Hannah (1979) As origens do totalitarismo: Totalitarismo o paroxismo do poder. 8
  • 9. 9 categoría central en su análisis sobre el anti-semitismo y a respecto del totalitarismo – para mostrar como el régimen autoritario construye el consenso interno a partir del cual legitima su pro yecto de dominación. Examinamos también el papel de la violencia, entendida inicialmente, como la intervención física voluntariamente impuesta sobre un individuo o grupo sobre otro individuo o grupo con el objetivo de destruir o dañar físicamente un oponente real o potencial, y del terror, en la construcción del silencio social que el autoritarismo exige. Nuestro propósito es mostrar como el carácter masivo de la represión contra los sectores populares perseguía el doble objetivo de someter y silenciar, por medio del terror, a la sociedad. La represión directa aunada a un proceso de intimidación colectiva permanente, parecía indicar la escasa posibilidad de que su poder pudiese ser contestado. Utilizamos las categorías desarrolladas por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) – uno de los organismos que constitu yen el MDH – en el sentido de indicar que para la imposición del silencio social contribu yó la bipolaridad de la estructura represiva, su “doble fase de la normatividad". Es decir, la instrumentalización de una represión legal asentada en el mítico discurso de la existencia de una “guerra sucia” que ponía en funcionamiento diferentes mecanismos de intimidación, represión y disciplinamiento, engarzados con la existencia “de un sistema paralelo normativo de carácter secreto, aplicado por unidades regulares, subordinadas a las máximas jerarquías militares 49.” Se trató de la implementación, como muestra Arendt, de un poder oculto y de un poder que oculta a través del uso permanente de la mentira. De esa forma, la proximidad de la violencia y de la mentira como dimensiones de la coerción, tienen para Arendt, consecuencias que son destructivas de la comunidad política, una vez que ambas impiden la libertad de la acción conjunta. Finalmente, mostramos, la construcción de una nueva metodología represiva en la región y el surgimiento de una nueva categoría jurídica: Detenidos Desaparecidos. 49 Documento sobre la Desaparición Forzada de Personas elaborado por el Centro de Estudios Legales y Sociales CELS, 1982 9
  • 10. 10 En el capítulo segundo, mostramos como la angustia y la incertidumbre provocada por la política de desapariciones da lugar a la formación de un movimiento de defensa y promoción de derechos humanos, constituido principalmente por familiares afectados por el terror estatal. Hacemos una breve reseña de los organismos de Derechos Humanos, cuatro de ellos pre-existentes al golpe militar - y mostramos como se procesa el surgimiento un nuevo actor colectivo, de naturaleza espontánea y defensiva, que acaba poniendo un límite preciso al accionar coercitivo del estado. Su identidad fue siendo construida mediante la realización, o mejor diciendo, a través de la invención de un a multiplicidad de tareas: denuncia; protesta pública en una sociedad privatizada por el miedo; divulgación de la información sobre l a dimensión del terror; apoyo y solidariedad con las victimas e internacionalización del tema de los Derechos Humanos. Se trata de una identidad social construida en una lucha por la vida y por la libertad; se trata por lo tanto, como enfatiza Marilena Chaui, de la “invención de la comunicación” desarrollada por una acción de resistencia a los mecanismos disciplinares 50. El presente trabajo se concentró en la formación de un sujeto colectivo determinado, sin llevar en consideración el proyecto económico que sustentó la implementación d e ese proceso de terror. Por eso acompañamos, específicamente, la construcción, el desenvolvimiento y la consolidación de dos organismos de afectados: Madres de la Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas. Será a partir de la re-construcción de esa memoria, que es también la memoria de la construcción de un espacio público que esa memoria evoca que el presente, tal vez, pueda ser reordenado. Como sugiere Hanna Arendt en la Condición Humana, la acción vista como actividad específicamente humana, en la medida que se empeña en “preservar cuerpos políticos crea las condiciones para la memoria, es decir, para la historia” 51. 50 La autora discute los procesos de invención de la comunicación en su trabajo Conformismo e Resistencia (1986). 51 ARENDT, H. (1991) A Condição Humana. Rio de Janeiro. Forense Universitária. 10
  • 11. 11 En el capítulo tercero, discutimos las tareas realizadas por los organismos ante la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (C IDH). Mostramos el impacto de la C IDH sobre la sociedad y sobre el movimiento, permitiendo su crecimiento a partir del año d e 1980. Pretendemos mostrar la centralidad que el tema adquiere durante la transición política caracterizada, en este caso, como de colapso. Veremos como la temática de los Derechos Humanos se proyecta sobre el primer gobierno constitucional; el papel que él juega en el inédito juzgamiento a las tres Juntas de comandantes y la posterior promulgación de las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida. Es oportuno agregar que el trabajo privilegió el método de historia de vida 52. Así fue posible ingresar y vislumbrar los procesos sociales que se encuentran en la base de la interacción cotidiana; de la misma manera, permitió una mejor comprensión de la percepción, de las representaciones y de los significados atribuidos por los actores estudiados a su propia experiencia individual A su vez y avanzando algunas conclusiones, discutimos la centralidad y el retorno de un tema - Derechos Humanos - que pareció perder su fuerza convocante después de años de aplicación de diversas políticas de cuño neoliberal que llevaron al país al borde de la desintegración. Como enfatiza Adam Przeworski: “El concepto de derechos humanos constituye un acuerdo entre las fuerzas políticas de dejar algo fuera de la política, esto es, fuera de los conflictos entre intereses y valores que dividen a la sociedad53”. De esa manera y considerando que el contenido de los derechos humanos 52 Entendemos por historia de vida, una técnica de análisis que toma el discurso del actor como verdadero, esto es, el significado e interpretación del actor de su acción y posición en determinados contextos y situaciones. Su discurso requiere todavía, un trabajo de complementación y contextualización por parte del investigador, con otras fuentes de datos, informaciones y documentos ( lo que Dentzin llamó de método de triangulación). La discusión en torno del método de historia de vida y su retomada por la ciencias sociales incluye una amplia literatura en áreas como Antropología, Sociología, Historia y Sicología. Su carácter interdisciplinario (que es parte del propio discurso del actor) posibilita la interpretación de los datos desde perspectivas diferentes y a la vez permite convertir la historia oral en una fuente importante de investigación. Los trabajos de Daniel Bertaux, (1981); Aspásia Camargo; V. Lima y Lucia Hipólito (1983); Norman Dentzin (1978), dan cuenta del carácter interdisciplinario y de la importancia del método. 53 PRZEWORSKI, A. (1995) Juicio, Castigos y Memorias. Buenos Aires, Nueva Visión. P. 15. 11
  • 12. 12 no es algo dado, y si “un compromiso histórico contingente”, como nos indica el autor, es probable que los mismos puedan ser observados en el futuro si se construye la capacidad institucional de sancionar las violaciones cometidas y atentar para la construcción de una democracia social que permita superar los patrones autoritarios de la sociedad. Pensamos también que la permanencia de las Madres en el espacio público de la Plaza de Mayo, insistiendo en la fuerte consigna de “aparición con vida”, permitió al gobierno Kirchner la elaboración de un proyecto - aprobado por el Congreso - de anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida - sancionadas durante el mandato presidencial de Alfonsín. Los últimos movimientos indican que ahora tal vez sea posible imaginar el cierre de las cuentas del pasado. Finalmente, resta aclarar, que los diversos testimonios utilizados a lo largo del trabajo son resultados de veintiséis entrevistas realizadas entre 1986 e 1987, con integrantes de las comisiones directivas de las dos entidades estudiadas. Diez entrevistas fueron realizadas con participantes que no ocupaban en la oportunidad ningún cargo directivo. Las entrevistas tuvieron la forma de conversación, por lo tanto abiertas y sin cuestionarios a la vista. La investigación de material periodístico, que abarcó el período de enero de 1976 hasta diciembre de 1983, fue realizada en el archivo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Las fuentes utilizadas incluyen los siguientes medios periodísticos: La Nación, Clarín, La Prensa, La Opinión e The Buenos Aires Herald. 12
  • 13. 13 CAPÍTULO I VIOLENCIA Y TERROR COMO FORMA DE DOMINACIÒN Como veremos, desde el periodo que precede a la intervención militar, la utilización de la violencia aparece como atributo para la consecución y manutención del poder político. La violencia fue utilizada como instrumento de lucha por parte de organizaciones revolucionarias que defendían una concepción de violencia que, en las aguas del marxismo, era concebida como “partera de la historia” y, por otro lado, la violencia fue frecuentemente utilizada como mecanismo de provocación y control social por parte de grupos militares y para-militares. Inicialmente entendemos por violencia la intervención física voluntariamente impuesta por un individuo o grupo sobre otro individuo o grupo. El objetivo principal es, por lo tanto, destruir o dañar físicamente un oponente real o potencial. Como sugiere Walter en su trabajo sobre el sistema del Terror, la violencia puede ser utilizada para destruir, para controlar o para punir. Si el control y la punición pueden ser vistos como formas de poder, en contrapartida la destrucción no representa un mecanismo de poder a no ser que sea utilizada directamente para controlar y punir. 1 1 La utilización sistemática de la violencia apunta básicamente a conseguir dos objetivos. Primero, como apunta Stoppino, la violencia directa es “la que afecta de modo inmediato el cuerpo del que la sufre”, permitiendo la destrucción de un enemigo real o potencial. Como consecuencia de esa acción ejemplar, es posible, en segundo lugar, promover las bases para la obtención de consenso y obediencia a un determinado tipo de régimen político. 11 Walter, E.V. (1969) Terror and Resistance. A study of political violence. P. 15 13
  • 14. 14 En el verbete sobre violencia incluido en el Diccionario d e Sociología y Política, Mario Stopino sugiere que es posible separar analíticamente el uso de la violencia en dos niveles. El primer nivel alude a la producción y efectiva utilización de ese recurso de poder, es decir, la violencia en acto. El otro designa la capacidad intrínseca de producir una violencia futura conforme las circunstancias lo exijan, es decir, la amenaza de la violencia. La primera ofrece resultados claros y precisos. La segunda apunta a la obtención de comportamiento social previsible 1 2 . Resulta obvio afirmar que la utilización de la violencia directa aliada a la amenaza, confirma y ratifica la existencia de recursos así como la predisposición con que cuentan los productores de esa amenaza para llevarla a cabo. Esta separación analítica permite distinguir la violencia, del poder; este último puede ser entendido como la capacidad de “modificar la conducta de los individuos o de los grupos dotado por lo menos de un mínimo de voluntariedad”. El poder puede mudar la voluntad del otro, “la violencia, en cambio, el estado del cuerpo o de sus posibilidades ambientales e instrumentales” 1 3 . En este sentido puede entenderse la afirmación de Hanna Arendt de que “o que jamais poderá florecer da violencia é o poder”, o todavía, que solamente “a pura violencia é muda, e por este motivo a violência, por si só, jamais poderá ter grandeza” 1 4 . Esas ideas indican que la violencia apunta a la eliminación de la política entendida por Arendt como constitutiva del campo de la libertad y, por lo tanto, de la imprevisibilidad inherente a la acción humana; o como agrega Celso Laffer, la política debe ser entendida como “campo de comunicação e de interação que assegura, no âmbito de uma comunidade, através da criatividade da ação, o poder do agir conjunto, resulta da condição humana de pluralidade e de diversidade” 1 5 . En ese mismo camino Habermas 1 6 , al comentar el concepto de poder en Arendt dice que toda ordem estatal degenera numa dominação baseada na violência, quando isola, por desconfiança, os cidadãos 12 Cf. Stopino, Mario.(1982) Diccionário de Sociologia y Política. p.1672 e ss. 13 Idem 14 Arendt, Hanna. A Condição Humana.. p.35 15 Celso Lafer. (1991) A Reconstrução dos Direitos Humanos. p. 252 16 Jurgen Habermas. (1980), “O conceito de poder em Hannah Arendt”. in Habermas – Sociología, .p.105 14
  • 15. 15 entre si, proibindo o intercâmbio público de opiniões. Essa ordem destrói as estruturas comunicativas, as únicas nas quais o poder pode surgir. En su análisis sobre el totalitarismo, Hanna Arendt discute el peso, la centralidad, que tiene la noción de “enemigo objetivo”. Esta categoría designa el grupo que en nombre de la ideología es, a priori, condenado a desaparecer independiente del comportamiento de los individuos que lo integran. O sea o totalitarismo define seu inimigo ideologicamente antes de tomar o poder(...)Assim, os judeus na Alemanha ou os descendentes das antigas classes dominantes na URSS não estavan realmente sob suspeita de ação hostil alguma; tinham sido declarados inimigos objetivos do regime em decorrência de sua ideologia, e isto bastava para serem eliminados 1 7 . De esa manera, explica, para el gobierno totalitário, el “enemigo objetivo” es un “portador de tendencias” como el portador de una enfermedad. La autora muestra que en la práctica, o governante totalitário age como alguém que persistentemente insulta outra pessoa até que todo mundo saiba que ela é sua inimiga, a fim de que possa - com certa plausibilidade – matá-la em auto-defesa 1 8 . En el periodo de que nos ocupamos, la violencia asume esa dimensión radical. La misma fue utilizada para sembrar el terror en el conjunto de la población. Por terror entendemos con Walter, el recurso extremo al que recurre un gobierno para mantenerse en el poder, ejerciendo una severa coerción contra individuos o grupos de la sociedad. La situación de terror es provocada por el grado de arbitrariedad e imprevisibilidad con que se utiliza la violencia. Estas dos características amplían la gama de posibles víctimas, regulando en la sociedad una serie de comportamientos y actitudes tendientes a ocultar cualquier manifestación visible o postura crítica - por menor y más tímida que sea - que denote la existencia de una posible oposición. El ejemplo mas conocido de este forma de utilización del terror fueron los once meses de 17 Hanna Arendt. (1979b) Totalitarismo, O paroxismo do poder.p. 178 18 Idem. p.179 15
  • 16. 16 la dictadura del Comité de Salud Pública comandada por los jacobinos Robespierre, Marat y Saint-Just en la Francia post- revolucionaria (1793-1794). A su vez, la arbitrariedad e imprevisibilidad con que pueden ser aplicadas las sanciones acaba produciendo una sensación de miedo irracional a ese poder. En su trabajo sobre el Terror en Argentina, Juan Corradi muestra que el terror es una técnica de desorientación que tiene por objetivo privar a los sujetos de oportunidad de calcular y poder prever las consecuencias de sus actos. Y agrega, siguiendo las indicaciones de Arendt, que en realidad el terror “es una forma de poder en la cual la conformidad no es garantía de seguridad. Siendo su efecto principal la producción de un clima de ansiedad que resulta en una cultura del miedo.” 1 9 En ese sentido puede comprenderse que el terror acaba suspendiendo toda capacidad de reflexión y permitiendo, a su vez, que se acepte como verdadero lo que no pasa de construcción ideológica. Los comportamientos a que induce esta cultura del miedo se evidencian en una completa abstención política; a seguir normas “lógicas” de silencio, pues el discurso en estos contextos puede tornarse equívoco, restringiendo de esta forma la interacción comunicativa y posibilitando el aislamiento social. Por lo tanto, el ejercicio de la violencia y, principalmente, la memoria y la amenaza de su retorno, permite maximizar los mecanismos de control social con un mínimo dispendio de energía. En este sentido, O’Donnell e Galli: muestran que: El mecanismo operativo básico en la búsqueda de seguridad es el miedo, expresión interiorizada de la posibilidad, fantaseada o real de ser sometidos a sanciones imaginadas como terribles – violencia, incluso pero no necesariamente violencia física. Una consecuencia de ese miedo es la abstención. En lo más interiorizado, ella se traduce en la autoprohibición de ponerse frente al orden dado e interrogarlo en su validez; en el plano de la acción, en las múltiples formas de auto censura, en los silencios, y en la misma dificultad de ser algo más, o algo diferente a, el buen 19 CORRADI, Juan (1982) “The mode of destrution: terror in argentina” en TELOS, nº 54 p. 63 16
  • 17. 17 ciudadano o el buen hijo o el buen alumno y el buen empleado que ese orden interpela. 2 0 Por lo tanto, la finalidad intrínseca del terror es destruir y reducir anticipadamente toda forma de oposición potencial. Cuando un determinado régimen político, sin reconocer límites legales, utiliza la violencia sistemática y arbitrariamente como recurso óptimo de dominación y sobre todo cuando aparte de la violencia directa, mantiene sobre sus súbditos la constante amenaza de implementarla nuevamente y toda vez que la arbitrariedad del poder lo estimare necesario, se constituye un proceso de terror. Walter indica que el proceso de terror se nutre de tres elementos que lo componen y lo constituyen: 1) los productores de la violencia; 2) las víctimas escogidas y 3) los probables blancos o “enemigos sospechosos” de acuerdo con la categoría propuesta por Arendt. Las víctimas o “enemigos objetivos” tienen su destino trazado. En el proceso que nos ocupa y en la lógica del discurso oficial que enuncia una actuación precisa “al enemigo sólo le espera la muerte” conforme se cansaron de repetir y conforme sabemos que sucedió efectivamente. Los “blancos” se encuentran insertados en el proceso de terror en grados variables e imponderables de pertenencia, es decir, pueden o no tener identidades sociales específicas, dependiendo de las circunstancias, cualquier uno puede tornarse un blanco dada la arbitrariedad e imprevisibilidad con que actuaron los “mercaderes del miedo” (según la feliz expresión de Corradi). Esos dos atributos generan, como sugiere Walter, un miedo irracional que hace que desaparezca toda y cualquier evaluación lógica, que desaparezcan del universo de lo posible las preguntas que puedan conferir un sentido a las situaciones vividas. Siguiendo este mismo raciocinio Renato Lessa observa con pertinencia, a partir del testimonio de Primo Levi, que la inexistencia de una lógica; de un ¿por qué? resulta en la primera regla del método sociológico de una sociedad concentracionária, Um mundo onde não há porquê é um mundo desprovido de relações de causalidade estáveis, onde não há perguntas a serem feitas. O porquê é uma exigência existencial, diz respeito à inteligibilidade 20 O´DONNEL, G. y GALLI, C. (1980) “Sugerencias sobre algunos temas relacionados con la textura celular de la sociedad, en particular, con la sociología del miedo” Relatório presentado al Social Science Research Council. 17
  • 18. 18 do mundo. Um mundo em que a possibilidade do porquê está suprimida está radicalmente privado de sentido 2 1 . Entretanto, vale la pena no dejar de lado la idea de que el terror promovido por el Estado solamente es considerado arbitrario desde el punto de vista de las victimas, una vez que desde del punto de vista del Estado es “racional, selectivo, educacional y, sobre todo, permite un control social con el máximo de eficiencia”, como muestran Loves y Anderson en su trabajo sobre el terror en Hungria, y llaman la atención para el hecho de que para el régimen “una victima es igual a cualquier otra(...)por lo tanto es la forma mas democrática de control social 2 2 ” El período particularmente intenso del proceso de terror destinado a destruir toda forma de oposición, y durante el cual crece proporcionalmente la percepción del miedo, designa una fase de terror. En Argentina, los índices inusitados de violencia estatal se mantuvieron constantes durante la fase reactiva 2 2 del régimen autoritario, es decir, desde el momento de su implantación hasta el año de 1979, decreciendo a partir de entonces. Cuando la violencia y el miedo que ella produce se circunscriben a determinados grupos de la sociedad, como puede ser el caso de la violencia racial, o contra minorías étnicas, o en núcleos determinados previamente definidos como desviantes, queda definida una “zona de terror” y fuera de ese círculo las relaciones sociales funcionan normalmente. Pero, cuando el terror se expande sobre el conjunto de la sociedad, cuando penetra en sus tejidos más celulares, cuando los individuos sienten que sus espacios públicos se achican cada vez más, cuando como círculos concéntricos que se cierran dejan cada vez 21 Lessa Renato, (2002) “Século XX em chave maligna” en Política e Cultura Século XXI, vol. 2 RRJ. ALERJ-Relume Dumara. P. 68. 22 LOVAS & ANDERSON (1982-83) “Terror in Hungry” en Telos-Winter. P. 79 22 Manoel A.Garretón propone una periodización del régimen autoritario. Una primera etapa reactiva o defensiva da inicio a un período de represión creciente – fase del terror en nuestros términos. Es esta etapa se manifiesta el silencio, el miedo y el desaliento. El segundo momento tiene predominio la dimensión fundacional. Producido el agotamiento o la incapacidad de implementar esa etapa, se plantea un momento de crisis recurrente, período de administración de la crisis y, finalmente su momento terminal. A cada etapa corresponderían diferentes percepciones del miedo. Comunicación presentada al seminario “Cultura del Miedo” patrocinado por Social Science Research Council. Buenos Aires Mayo de 1985. 18
  • 19. 19 menos salidas a los ex -ciudadanos 2 3 , estamos en presencia de un “sistema de terror” o “terror total”. En un sistema tal, todo comportamiento se vuelve equívoco 2 4 . Por lo tanto, su eficacia depende principalmente del grado de atomización social y, como sugiere Arendt, de la desaparición de todo tipo de oposición organizada 2 5 . 1) Antecedentes de la Implantación de un Sistema de Terror La característica de la permanente crisis política Argentina en el siglo pasado se encuentra en la inexistencia de un acuerdo institucional que permitiese una alternancia regular y legítima en el gobierno. Para explicar esta situación fueron recurrentemente utilizados los conceptos de inestabilidad y empate político. Por inestabilidad, se entiende el resultado de la confrontación entre diferentes fuerzas sociales, en donde la movilización y participación de los sectores populares, esto es, la clase operaria y las camadas empleadas y sindicalizadas de los sectores medios, se encuentran directamente relacionados a las situaciones de crisis política, impidiendo la formación de alianzas estables, suficientemente amplias y capaces de sustentar un gobierno que ejerza plenamente sus funciones constitucionales 2 6 . El empate político, caracteriza una situación en la cual las diferentes fuerzas sociales y políticas mantienen constante su capacidad de veto sobre los pro yectos de otras fuerzas políticas, sin contar, no obstante, con la capacidad y recursos de poder necesarios para imponer, de forma efectiva, sus propios proyectos políticos. 2 7 23 La expresión es de O’Donnell y quiere designar el status de minoridad en que se encuentra la sociedad en los regímenes autoritarios provocada por la suspensión de los derechos civiles y políticos. 24 CORRADI, Op. Cit. P. 63 e ss. 25 ARENDT, H.; Da violencia. Brasilia. UNB, 1985, p. 30 26 Véase al respecto Velasco y Cruz, S. Instabilidade Política: o caso Argentino. 1955-1970. Tese de Mestrado,Rio de Janeiro, Iuperj, 1969, p.20 27 Cf. Portantiero, Juan Carlos “Economia y Política en la Argentina 1958-1973”, en Revista Mexicana de Sociología, México, 1980. 19
  • 20. 20 Otra característica importante de ese período se encuentra en la permanente “inversión pretoriana” 2 8 que asigna a las Fuerzas Armadas el carácter de actor legítimo del sistema político. De acuerdo con Rouquie, las Fuerzas Armadas no se presentan como un grupo de presión o de interés corporativos sino como el eje de la vida nacional. Esa legitimidad fue históricamente construida por el continuo apo yo que obtuvieron los diversos golpes militares de los sectores que, eventualmente, se encontraban ocupando el rol de la oposición política. 2 9 La situación de crisis permanente y de inestabilidad política encuentra sus orígenes en la década del 30 del siglo XX. Desde entonces y, hasta la década de 80, la participación militar es constante. Esa presencia autoritaria originó también diversas formas de protesta social y crecientes insurrecciones populares con grados variables de violencia política que se acentúa, en los años sesenta y setenta 3 0 , con el surgimiento de varias organizaciones que asumen la lucha armada como forma de resistencia y de construcción del poder popular. Entre ellas, mencionamos al ERP (Ejército revolucionario del Pueblo) brazo armado del PRT (Partido Revolucionario de los trabajadores), inicialmente de origen trotskista y, posteriormente, guevarista. La segunda organización que tendrá un poder de convocatoria significativo es la tendencia revolucionaria de la izquierda peronista 31 Montoneros , organización de guerrilla urbana nacida en 1970 y autodefinida como de extracción peronista- guevarista. Los años de 1930, 1943, 1945, 1962, 1966 y 1976 señalan los sucesivos derrocamientos de gobiernos civiles electos democráticamente; en 28 Véase Huntington, Samuel, A orden política nas sociedades em mudança. São Paulo. Forense Universitária, 1975, p.204. 29 Rouquie, Alan, “Hegemonía Militar,Estado y Dominación Social” en Argentina Hoy.A. Rouquie (comp.) Buenos Aires, Siglo XXI, 1982, p. 25. 30 El Cordobazo de mayo de 1969, fue la primera movilización social espontánea que marco su repudio al estado autoritario de la Revolución Argentina (1966-1973. Su importancia en la desconstrucción del gobierno de Ongania , y en cuanto forma generalizada de protesta social, lo coloca como un divisor de aguas en la movilización popular, Sobre el movimiento remito a Lucha de Calles, Lucha de Clases, trabajo colectivo. Ed. La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1973. También Francisco Delich, Crisis y Protesta Social: Córdoba Mayo de 1969. Ed. Signos, Buenos Aires, 1970. 31 Sobre la organización político militar peronista Montoneros, véase el excelente trabajo de Richard Gillespie, Montoneros: Soldados de Perón. Buenos Aires, Grijalbo e. 1987.. Sobre este periodo véase el capítulo.4. 20
  • 21. 21 rigor, sólo los procesos electorales de 1943 y de septiembre de 1973, con la elección – en ambos pleitos - del General Juan Domingo Perón, fueron realizados sin ningún tipo de prescripción electoral. La crisis terminal del régimen autoritario de carácter tradicional encabezado en 1966 por el general Onganía y la re- democratización del país, en marzo de 1973, durante el breve mandato presidencial de Hector Cámpora, acentúan la movilización popular. Crece también, cuantitativamente, la línea política de la guerrilla peronista Montoneros. Ese crecimiento abre lugar para la ocupación de importantes espacios políticos en el nuevo gobierno, lo que permite aumentar su prestigio ante una militancia juvenil proveniente de algunos segmentos del movimiento operario, de importantes segmentos de la clase media y del sector estudiantil 3 2 . El retorno del General Perón al gobierno, después de 18 años de exilio y de 18 años de resistencia peronista, produce un desplazamiento y una pérdida de poder político de los sectores de la izquierda peronista nucleados en las diversas ramas que respondían a la línea de la organización Montoneros. Ese desplazamiento fue acompañado por una ola de violencia desplegada por fuerzas para-militares en torno de la Alianza Anticomunista Argentina, organizadas desde el Ministerio de Bienestar Social por iniciativa de Lopez Rega - súper Ministro, “vidente” y secretario privado del general Perón. Las acciones de este grupo, es decir, las constantes intimidaciones, atentados y diversas formas de coerció n sobre militantes populares y buena parte de la intelectualidad, contribu yeron a introducir en la población las raíces del miedo y la incertidumbre que se agudizarían pocos años más tarde. 32 O`Donnel, Guillermo, 1966-1973: El Estado Burocratico Autoritario. Triunfos Derrotas y Crisis. Buenos Aires, Edición de Belgrano, 1982, p. 464 21
  • 22. 22 Si agregamos a este cuadro la violencia proveniente de las organizaciones guerrilleras 3 3 , es posible entender que la ampliación del círculo del miedo e inseguridad sentido por la población permitió la construcción del no poco significativo consenso con que contó el nuevo régimen en su fase de implantación. La muerte de Perón, en junio de 1974, abrió un vacío de poder. Su liderazgo personal no fue heredado por el grupo que lo sucedió en el gobierno. A su vez, ese vacío incentivó la lucha interna por la conducción del complejo Movimiento Peronista, usando el recurso de la violencia como forma de expresión y de presión política. Hacia fines de 1975 los señales de una nueva usurpación militar son inequívocos, mismo faltando pocos meses para la realización de elecciones generales anticipadas que permitirían la alternancia regular y legítima y la busca de una solución pacífica, el golpe se presiente como inevitable. Dos lecturas ganan densidad en la época. La primera, en clave marxista, proveniente de las organizaciones guerrilleras, evaluando el futuro golpe como una muestra de “la crisis definitiva del capitalismo dependiente en la Argentina” 3 4 y, por lo tanto, como un claro síntoma de la “agudización de las contradicciones” que acelerarían el desarrollo de la lucha popular y la consecuente victoria de la revolución. La segunda lectura, hecha por las Fuerzas Armadas y sus bases de apo yo, - inclu yendo amplios sectores de la sociedad que habían conseguido olvidar rápidamente el fracaso del último gobierno militar - entendían la futura intervención como un paso necesario para acabar con el desorden social que la activación popular y el vacío político producido por la muerte de Perón habían permitido. De esa manera, las Fuerzas Armadas responderán con una violencia inusitada y con la implantación del terrorismo de Estado 3 5 33 El EPR mantuvo su capacidad operacional prácticamente durante todo el gobierno de Perón. Los Montoneros después del desentendimiento público con Perón en el acto del 1 de mayo de 1974, resuelven pasar a la clandestinidad el 7 de septiembre de 1974 por entender que estaban agotadas todas las medios legales de lucha. Esa decisión acabó militarizando buena parte de la estructura política de la organización. Véase Gillespie. Op. Cit. P.205. 34 Véase “Un balance de 1976” publicado en la revista mensual de la organización con distribución clandestina Evita Montanera, de febrero de 1977. 35 De acuerdo con la expresión empleada por la Comisión de Derechos Humanos de La OEA en su informe sobre la situación de los derechos humanos en la Argentina. Esa categoría designa 22
  • 23. 23 2) Características del Pronunciamiento Militar. Ese cuadro de incremento de las acciones militares de las organizaciones guerrilleras; de la furia desatada por los grupos de extrema derecha en la etapa final del Gobierno de Isabel Peron 3 6 y de la represión que desde el gobierno constitucional se imprimía contra los sectores populares, dio lugar al diagnóstico de una sociedad enferma que requería rápida y profunda intervención. Al mismo tiempo, en el segundo semestre de 1975, las acciones emprendidas por el Ejército en el norte argentino – con la anuencia gubernamental – con la finalidad de destruir el foco remante de la guerrilla rural ERP 3 7 señalaron el camino que seguirían los agentes del miedo y la metodología que sería aplicada para ordenar y sanear la sociedad una vez allanado el acceso al poder. A partir del 24 de marzo de 1976, la Fuerzas Armadas mostraron en la práctica los elementos constitutivos del orden reclamado por importantes sectores de la sociedad. Desde entonces se avocaron, como veremos a seguir, a la producción de un proceso de terror que generó aislamiento, privatización y silencio social: atributos constitutivos de una cultura del miedo 3 8 . La característica principal de este nuevo tipo de intervención militar se encuentra en la completa marginalización de los aparatos, instituciones y sistemas de mediación tradicionales. A su vez, los objetivos, previamente básicamente, una práctica sistemática de detenciones forzadas, torturas, asesinatos y desapariciones como practica de gobierno aplicada por el Estado. Consultar también Eduardo Duhalde, El terrorismo de Estado en la Argentina. Buenos Aires, Eudeba, 1984. 36 Las organizaciones para-militares que actuaron con rigor en los meses que antecedieron al golpe fueron La Triple A y el Comando Libertadores de América. 37 Como muestra Gillespie, la amenaza de la guerrilla era debilitada por el ocaso del ERP de orientación guevarista ya durante e los meses que antecedieron al golpe y por su virtual desarticulación en los cuatro meses posteriores al mismo.op.cit.pg 282 38 Cf. Moreira Alves, Maria Helena, Estado e Oposição no Brasil (1964-1984), Petrópolis, Vozes, 1984. p.169 23
  • 24. 24 fijados, se encuentran fuera de cualquier plazo como explica el Vice- Almirante Demetrio Casas: El Proceso no tiene plazos y sus formales compromisos se cumplen dentro de las previsiones que se establecieron en los documentos básicos. No tiene fechas por cuanto es dinámico y trascendente, en sus propósitos y objetivos. En función de ello se producirán las sucesiones, las aperturas y las convocatorias 3 9 . La explicitación de objetivos y la ausencia de plazos hacen qu e desaparezca el carácter normalizador que adquirieron los golpes tradicionales. Por lo tanto, no se trató de implementar ciertos ajustes coyunturales, sino y sobretodo, de implementar profundas y definitivas transformaciones en las normas de organización y administración de l a dominación 4 0 . Otro elemento constitu yente es que el diagnóstico apunta a caracterizar la crisis previa por la amenazadora activación política anterior. Esta situación de amenaza, recuerda O´Donnell, alude al grado en que las clases y actores dominantes, tanto internos cuanto externos, consideran eminente la ruptura de los parámetros capitalistas y de las afiliaciones internacionales voluntariamente buscadas por los líderes políticos del sector popular 4 1 Definida la amenaza, se torna necesario definir al enemigo principal sobre quien recaerá, con inapelable rigor, el peso de la violencia. Como fue común en los países del cono sur durante el período examinado, la categoría acusatoria de subversivo sirvió para indicar la matriz generadora del desorden y del comportamiento desviado. En la lógica discursiva del régimen militar esta categoría de acusación política contiene otras categorías más globalizadoras a través de las cuales generalmente se cuestiona la propia humanidad de los acusados y, por lo tanto, se presentan 39 Mensaje del Vice-Almirante Demetrio Casas leído en la Capilla Stella Maris el 24 de marzo de 1980. Véase Convicción Buenos Aires Abril de 1980. 40 Véase la ponencia de Noé, Alberto y Albizuri, Guillermo, “El síndrome del Cono Sur” presentada a IPSA. RJ, 1982. p. 2. mimeo. 41 O´´Donnell, G. “Desenvolvimento político ou mudança política? En Pinheiro, P.S. (coord.) O Estado Autoritario e Movimentos Populares. RJ, Paz e Terra, 1980ª. 24
  • 25. 25 como más adecuadas para la obtención de áreas de consenso en la población 4 2 . Así, encontramos con frecuencia la utilización de términos adjetivados que estigmatizan irremediablemente a las víctimas escogidas: criminales; peligrosos delincuentes subversivos; ateos, que buscan con su accionar destruir las bases del orden occidental y cristiano. Obviamente, se excluyen de estas categorías los integrantes de los grupos para-policiales que tuvieron importante papel en el crecimiento de la violencia y subsiguiente miedo construido en el período que precede al pronunciamiento militar. A título de ejemplo elegimos aleatoriamente uno entre la cantidad de conceptos semejantes: Mi concepto de subversión se refiere a las organizaciones terroristas de signo izquierdista. La subversión de derecha no es tal. El cuerpo social del país está contaminado por una enfermedad que corroe sus entrañas y forma anticuerpos. Esos anticuerpos no deben ser considerados de la misma manera que se considera un microbio. A medida que el gobierno controle y destruya la guerrilla, la acción del anticuerpo va a desaparecer. Yo estoy seguro que en los próximos meses no habrá acciones de derecha, cosa que ya está ocurriendo, se trata sólo de una reacción natural de un cuerpo enfermo 4 3 Dejando de lado las expresiones organicistas que apuntan a justificar la necesidad de una profunda intervención quirúrgica en una sociedad gravemente enferma 54, discursos de esa naturaleza tendían también a responder a algunos medios de comunicación que, en ese momento, comenzaban a expresar su desconcierto por la creciente ola de atentados atribuidos a grupos de la derecha que actuarían paralelamente y sin control del gobierno, 4 5 ejerciendo un rol que, en terminos weberianos, es de 42 Gilberto Velho discute el papel que desempeñan las categorías de acusación y rotulación en “Duas categorías de acusação na cultura brasileira contemporânea” en Individualismo e Cultura, RJ, Zahar Ed. 1981, p. 59. 43 Declaraciones vertidas por el entonces canciller Contra-almirante Augusto Guzzetti. La Opinión 3 de octubre de 1976 54 Un excelente análisis del discurso político autoritario se encuentra en Emilio de Ipola e Lilina de Riz, “Un juego de ‘cartas políticas”. Intelectuales y discurso autoritario en la Argentina actual” en América Latina: Ideología y Cultura. Ed. FLACSO, San José, Costa Rica, 1982. 45 Sin conseguir armar, en ese momento, el rompecabezas de la represión, el diario La Opinión publica la materia del secuestro de Zelmar Michelini, ex Ministro y legislador uruguayo y del ex presidente de la Cámara de Diputados de ese país, denunciando la existencia de “una subversión paralela que busca minar al gobierno” y reclamando del Estado para que haga uso exclusivo del 25
  • 26. 26 competencia del Estado, conforme dejara claro el presidente de Junta general Videla: Sólo el Estado, para el que no aceptamos el papel de mero espectador del Proceso, habrá de monopolizar el uso de la fuerza y, consecuentemente, sólo sus instituciones cumplirán las funciones vinculadas a la seguridad interna 4 6 Decíamos que la asimilación del “delincuente subversivo” como agente reclutado por la conspiración comunista internacional sedimentó, al interior de las Fuerzas Armadas, los componentes ideológicos que permitieron su cohesión. Se trataba, en la evaluación militar, de una guerra contra un poderoso enemigo externo que no permite que se hagan concesiones ni claudicaciones. En este sentido, la distinción privilegiada deviene de una definición de la política en los términos propuestos por Carl Schmitt es decir, de la existencia del par opositivo amigo- enemigo. Como muestra Bobbio, a partir de esa definición el campo de origen y de aplicación de la política “sería el antagonismo y su función consistiría en la actividad de agregar y defender a los amigos y desagregar y combatir a los enemigos” 4 7 Esa visión dicotomica de lo social elimina la posibilidad del diálogo y exacerba las técnicas de vigilancia, identificación y aniquilamiento del enemigo. Se trató pues, en última instancia, de eliminar los irrecuperables delincuentes no consustanciados con el “ser nacional”, conforme expresó, entre otros, el General Nicolaides, anticipando, inclusive, futuras respuestas tendientes a “aclarar” la situación de las personas desaparecidas: El individuo que está comprometido con la subversión, que ha combatido, es un delincuente para mi, irrecuperable. Si intentara desligarse de ese compromiso, con seguridad le cuesta la vida. Ese es el motivo por el cual mucha gente que alguna vez militó en esas organizaciones, en la subversión, monopolio de la fuerza al tiempo en que solicita el esclarecimiento del secuestro y de los que fueron denunciados con anterioridad. Su director, Jacobo Timmermam no tardó mucho en descubrir que, desafiando la lógica geométrica, las paralelas se juntaban en los campos de concentración desplegados por el país. Cf. La Opinión 20 de mayo de 1976. 46 Declaraciones Videla, presidente en ejercicio de marzo de 1976 a mayo de 1980 Cf. diario La Opinión 20-5-76 47 Bobbio, Norberto, “Política” en Diccionario de Política, México, Siglo XXI, 1982, p.1247. 26
  • 27. 27 continúa en ellas, más que por convencimiento, por temor a las represalias 4 8 . El hecho de tratarse de “delincuentes irrecuperables” permite que se definan, con claridad, los niveles necesarios de violencia “reparadora” requeridos para lograr la destrucción del enemigo y conseguir la tan deseada seguridad nacional. Quien se encarga de definir la violencia reparadora – con claridad meridiana - es nuevamente, el comandante de la Junta Militar: (...)daremos, día a día, la batalla en que estamos empeñados, hasta extirpar definitivamente a la subversión, protegiendo así a la comunidad agredida. Para eso, seremos todo lo duros que sea necesario. De eso no quepa ninguna duda 4 9 . Como se sabe, la resolución sobre la metodología represiva a ser implementada fue adoptada por el comandante en jefe del Ejército en reunión realizada en el mes de septiembre de 1975. En dicha reunión, conforme declaró el general Camps 5 0 , fue definido tanto la clandestinidad de la represión cuanto la necesidad del exterminio de los opositores 5 1 Finalmente, resta apuntar la característica medular de esta nuev a intervención militar. A diferencia de las anteriores experiencias autoritarias, el autodenominado Proceso de Reconstrucción Nacional (en adelante, Proceso) contó con absoluta homogeneidad de pensamiento de los cuadros de la institución con relación al diagnóstico de la crisis preexistente. Homogeneidad que, claro, no se encuentra a lo largo del Proceso. De manera 48 Cf. La Opinión 12 de junio de 1976 49 Mensaje de Videla dirigido al País. Cf. La Nación 25 de mayo de 1976. 50 Camps,Ramón “Apogeo y declinación de la guerrilla en la Argentina” entrevista publicada por el diario La Prensa el 4 de enero de 1981. Véase también Frantaline, Daniel y Caiati, Maria Cristina, El Mito de la Guerra Sucia. Buenos Aires, CELS editora 1984, p. 32 y 33. 51 En el momento en que retomamos este trabajo, vino a la luz entrevista concedida por el general Ramón Dias Bessone, ex Comandante del II cuerpo y ex ministro del gobierno Videla, en la que por la primera vez, un miembro del Proceso, asume públicamente, el acuerdo de exterminio referido en la nota anterior. En la entrevista concedida a la periodista Marie-Monique Robin incluida en el telefilm “Escuadrones de la muerte. La Escuela Francesa”, Bessone admite que 8000 personas fueron torturadas y ejecutadas por la dictadura militar. Cf. el Diário Página 12. del 23 de agosto de 2003. 27
  • 28. 28 que la evaluación previa, conjugada al aprendizaje de los errores cometidos en las experiencias autoritarias anteriores, delimitó la metodología adecuada para iniciar la transformación de las bases de la sociedad. Como sabemos, no se trató simplemente de acabar con el desorden del gobierno peronista, po r el contrario, no había normalización ni continuidad política posible. De hecho, marzo del 76 debería marcar una nueva etapa histórica en el país. Requiriéndose por lo tanto unánime conformidad sobre la metodología adecuada para conseguirlo 5 3 . De esa manera, se firman las bases para la construcción de un pacto de sangre en el cual actuaran en la guerra contra la subversión todos los hombres en actividad en las Fuerzas Armadas. Retomando por lo tanto, ese pacto de sangre remonta al mes de septiembre de 1975 cuando se dispuso, por decisión de todos los comandantes, el tipo de represión que se aplicaría. Se optó entonces por una represión clandestina 5 3 . El referente que se tomó en esta opción fue sin duda, la entonces reciente experiencia chilena. Como se recordará, el golp e de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende se caracterizó por la extensión y dimensión pública de la violencia aplicada. Esa característica no solo consiguió generar terror en la sociedad –objetivo que se buscaba también en nuestro contexto – sino que, en contrapartida, generó una significativa protesta moral por buena parte de la comunidad internacional. Por lo tanto, el carácter sigiloso y clandestino de la represión buscaba limitar el efecto no deseado por los agentes del miedo. Por otro lado, se buscaba que en un futuro retorno al orden constitucional los presos del régimen no fuesen nuevamente sueltos. Al mismo tiempo la opción por la feudalización y clandestinización del aparato del estado y de sus acciones tenían el objetivo de reducir la virtual condena del Papa. Esta 53 Como observan Mignone (1986) y Frontalini e Caiati (1984) no todos los que participaron de la reunión de septiembre del 75 concordaron con la metodología definida. Entretanto, no existen todavía, informaciones fehacientes con relación a quienes o con cuales aspectos de la metodología se establecía algún grado de discordancia. No se sabe, en última instancia, el destino de aquellos que discordaron 53 Nuevos documentos desclasificados por el Departamento de Estado norteamericano demuestran que el ex canciller Henry Kissinger pidió en octubre de 1976 a la dictadura argentina que la masacre fuera rápida, para impedir la condena del Congreso por violaciones a los derechos humanos. Los nuevos documentos fueron presentados ayer en Washington por la principal organización no gubernamental especializada en la desclasificación de documentos secretos norteamericanos sobre la represión en Latinoamérica, National Security Archives. Cf. Diário Página 12 del 2 de diciembre de 2003. 28
  • 29. 29 tesis fue apuntada por el ex detenido-desaparecido y ex director del diario La Opinión Jacobo Timerman 5 4 y corroborada, recientemente, por las declaraciones del General Besonne referidas en la página anterior. Es sabido que el empleo generalizado y público de la violenci a tiene costos políticos acentuados. Por eso, el método acordado posibilitó el mismo rigor eliminando la posibilidad de generar protestas, tanto en el ámbito nacional cuanto internacional. Internamente contaban con la percepción de caos generalizado, con la inseguridad producida por la crisis económica previa y con el miedo por la seguridad personal que alimenta la pasividad. Esos elementos fueron necesarios para llevar adelante la política de exterminio. La clandestinidad de la represión permitió también, por lo inusitado, por lo novedoso, que amplios sectores de la sociedad contribu yesen con su silencio al aislamiento de las víctimas indirectas de la represión, conforme veremos más adelante. Resta agregar que lo toma estado público es la amenaza de la violencia. De un lado, como comenzamos a ver, tal amenaza se efectiviza a través de la lógica discursiva. Por otro, como será mostrado adelante, a través de la ostentación de los recursos y de la predisposición para aplicar la violencia con el rigor necesario a los posibles o eventuales disidentes. 3) El Proceso de Reconstrucción Nacional y la Construcción del Silencio Los objetivos básicos del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional se encuentran enunciados en el Acta Institucional nº 1 y ratificados en una serie de Actas, comunicados, leyes y decretos dictadas con posterioridad. La estructura de poder acordada para regir el gobierno ha sido la formación de una Junta Militar integrada por los Comandantes en Jefe de las tres armas, y presidida por el General del Ejército Jorge Rafael Videla, compartiendo por igual la responsabilidad y la 54 Testimonio de Timerman en el juicio movido contra las juntas militares en 1985. Véase también Timerman, Jacobo. El Caso Camps, punto inicial. El Cid. Editor Barcelona, Caracas, .Buenos Aires. 1982 29
  • 30. 30 tarea de ordenar el país. La Junta creó la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL) también integrada por tres oficiales superiores de cada arma; esta forma organizativa respondió a un criterio proporcional que fue conocido como la política de los treinta y tres por ciento. Dicho criterio fue utilizado para dividir instituciones, vehículos de comunicación, zonas operativas y prisioneros. A su vez, esa repartición del poder incidió en la feudalización de la máquina represiva, feudalización en el sentido de autonomia y descentralización del aparato represivo. Ese criterio de proporcionalidad permite diferenciar la experiencia argentina de otros casos nacionales, como el chileno o el brasileño por ejemplo, en donde una institución especializada fue la encargada del proceso represivo 5 5 . En el caso que nos ocupa, las Fuerzas Armadas como institución, así como la fuerza policial en su conjunto, se encargaron de la aplicación y administración de la represión. Ese principio organizativo creó no pocos conflictos al interior de las instituciones, derivados de cuestiones de poder, prestigio y dominación. Su objetivo prioritario – conforme fue indicado anteriormente – y conforme se explicita en el Acta Institucional Nº 1, ha sido el combate a la subversión como medida preliminar para la “Restitución de los valores esenciales que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado, a través de su ubicación internacional en el orden occidental y cristiano” 5 6 . Por la misma Acta Institucional se procede a la disolución del Congreso Nacional, las Legislaturas Federal y Provincial. Se produce l a remoción de los miembros de la Suprema Corte de Justicia; se suspende sine die la actividad política y partidaria; colocan fuera de la ley cinco partidos de la izquierda revolucionaria; se suspenden las actividades gremiales de trabajadores, empresarios y profesionales. Intervienen también la 55 En contraste con Chile y Brasil que resolvieron el problema de la disención militar y de su falta de cordenación a través de la creación de servicios secretos fuertes e independientes, en el caso uruguayo y argentino las rivalidades y conflictos entre los diversos organismos fueron cruciales para el aumento del grado de incertidumbre y expansión de la represión. Cf. Gillespie. Op. Cit. p.176. 56 Acta institucional nº 1 Cf. La nación 24-3-76 30
  • 31. 31 Confederación General del Trabajo CGT 5 7 , confiscan sus obras sociales, quedan disueltas las 62 Organizaciones y se procede a la detención de sus dirigentes 5 8 . Este conjunto de medidas clausura el locus de constitución de los sujetos sociales. A la vez de suprimir los derechos políticos quedan suspensos los derechos individuales: de igualdad ante la ley, a la libertad, particularmente de religión, al pensamiento, a la privacidad y a la inviolabilidad de domicilio. Al suspenderse los derechos civiles y los derechos políticos clásicos, como el derecho de votar y ser votado, de participar en organizaciones político partidarias, así como organizar movilizaciones y reivindicaciones políticas, impiden que se avance en las reivindicaciones que puedan conducir a la conquista de derechos sociales como, por ejemplo, la reglamentación de las leyes del trabajo, vacaciones y jubilaciones, para seguir la secuencia propuesta en el clásico trabajo de Marshall 5 9 . De esa manera, la suspensión de la política, entendida com o práctica de mediación entre sujetos portadores de identidades colectivas que encuentran en lo público el espacio privilegiado para debatir y negociar diferentes perspectivas y visiones de mundo, anula plenamente los derechos ciudadanos. Esa perspectiva habermasiana de “esfera pública”, entendida inicialmente como “la esfera de personas privadas reunidas en un público” 6 0 en el cual las cuestiones que dicen respecto a la comunidad se presentan de forma discursiva a través de argumentos racionalmente elaborados, no tiene lugar en una sociedad autoritaria. En esta, desaparece el carácter de mediación de la esfera pública, entre el estado y la sociedad civil, entre el 57 La CGT es la representante nacional de los sindicatos y federaciones de sindicatos trabajadores y sectores médios. Al movimiento sindical le cupo, desde 1955 hasta el retorno del peronismo al gobierno en 1973, un doble papel Primero, como representante de la clase operaria y segundo como único canal de expresión del movimiento peronista. Su capacidad de negociar directamente con el Estado la colocó como interlocutora válida frente a todos los gobiernos implantados durante este periodo. Su enorme poder de convocatoria e su capacidad en establecerse como mediador de conflictos, legitimó y fortaleció su poder frente al Estado. 58 La mayor parte de la dirigencia sindical fue detenida en la noche del Golpe y en los días subsiguientes. 59 Cf. Marshall, T.H. Cidadania, classe social e status. Rio de Janeiro, Zahar, 1967 60 El modelo discursivo de espacio público se encuentra en Haberlas, Jurguen, Mudança Estrutural da Esfera Pública, RJ. Biblioteca Tempo Universitário, 1986. El autor realizó un revisión de este concepto en el artículo “O espaço público, 30 anos depois” En Caderno de Filosofía e Ciencias Humanas, UFMG, Ano VII, n.12, abril de 1999. 31
  • 32. 32 poder público y los intereses de la esfera privada. En una sociedad plenamente constituida en donde se establece la interacción comunicativa, los mensajes producidos en la arena pública requieren una constante reinterpretación de los sujetos sociales. En cambio, en una sociedad disciplinaria, se torna potencialmente peligroso exponer concepciones que puedan dar margen a interpretaciones contradictorias a la normatividad fácticamente instituida 6 2 . Siguiendo Brunner, en estas sociedades rige la facticidad y no la normatividad del poder puesto que esta última tiende hacia lo público residiendo “su fuerza en la adhesión a normas compartidas 6 3 ” Como muestra Foucault, las técnicas de disciplinamiento llevan “Más que a la división masiva y binaria entre los unos y los otros, (el disciplinamiento) apela a separaciones múltiples, a distribuciones individualizantes, a una organización en profundidad de las vigilancias y de los controles, a una intensificación y ramificación del poder” 6 4 . Para Max Weber el concepto de disciplina incluye la “natureza prática da obediência em massa,sem crítica e sem resistência” 6 5 . En una sociedad disciplinaria que atomiza, individualiza y objetiva la obtención de un máximo de obediencia por vía del sometimiento práctico de los individuos 6 6 , la no comunicación será privilegiada, luego, la palabra se torna equívoca. En realidad, mas que equivoca, la palabra queda soldada a un significado preciso, pierde su carácter polisémico, su metaforicidad, su riqueza. En tal sociedad, los mensajes no requieren ningún tipo de interpretación, son ordenes y como tal, deben cumplirse. El orden disciplinario uniformizó a la sociedad; la silenció hasta el limite del autismo; recortó ambiciones, proyectos y objetivos; eliminó en definitivo la capacidad de soñar, elemento fundamental para la producción de utopías. En fin, como nos recuerda Wanderley Guillerm e 62 Brunner, J.J. “Ideología, legitimación y disciplinamiento: nueve argumentos” en Autoritarismo y Alternativas Populares en America Latina. San Jose Ediciones FLACSO, 1982b,p.561. 5563 Brunner, J.J. “La cultura politica del autoritarismo” en Revista Mexicana de Sociología nº2 Mexico, 1982b, p.80 64 Foucault, Michel, Microfísica do poder. Rio de Janeiro, ed. Graal. 1979, p. 202. 65 Weber, Max, Conceitos Básicos de Sociologia. São Paulo, Ed.Moraes, 1989, p.108 66 Bruner, J,J, idem, p.81 32
  • 33. 33 disecando la lógica del autoritarismo en sus Kantianas brasileras: “cuando los príncipes hablan, los súbditos no piensan, repiten” 6 7 4) Las bases del consenso y del disciplinamiento. Dado el diagnóstico de la crisis social, cu yos síntomas se expresaban en la activación política previa que fue dibujando el fracaso del gobierno de Isabel, se optó por una rápida y profunda intervención que daba cuenta de la visión dicotómica del mundo que caracteriza el discurso de las FFAA: “La alternativa no ofrecía dudas: o los agentes del caos se hacían cargo de la situación o las Fuerza Armadas asumían el poder político” 6 8 . La intervención demandó un pro yecto político bifronte: de un lado a través de la inscripción a un orden económico de corte liberal, por otro, estimulando la privatización y aislamiento por medio de la producción del terror, eliminando los enemigos reales y objetivos a ese proyecto económico, silenciando por el miedo, al resto de la sociedad y avocándose a la tarea de disciplinarla 6 9 . El régimen llevó adelante su estrategia a partir de dos dimensiones político-ideológicas. Una dimensión defensiva, sustentada ideológicamente en la Doctrina de Seguridad Nacional, articulada a un discurso que prometía el restablecimiento del orden en una sociedad que venía desintegrándose por una violencia cotidiana y que generaba un estado de naturaleza hobesiana. Esta situación de inseguridad fue sentida por significativos sectores de la sociedad, lo que permitió que el advenimiento 67 Wanderley Guilherme dos Santos, Kantianas Brasileiras, RJ Paz e Terra, 1984 68 Mensaje de Videla. Cf. La Nación 25-5-1976. 69 Juan Corradi observó que la peculiaridad de las experiencias autoritarias del cono sur radica en la implementación de dos formas de violencia: la violencia del Estado terrorista y la violencia del mercado. Op.cit. 33
  • 34. 34 del golpe no causase demasiada sorpresa. O’Donnell y Galli 7 0 realizaron una investigación el 1978, en la que se proponían entender los procesos de mudanza resultantes de la violencia y represión aplicada por el régimen en la vida cotidiana y en diversos micro-contextos. Querían también detectar el nivel de percepción que sus entrevistados tenían en la época de la investigación con relación a momentos anteriores. La definición temporal del período anterior fue dejada en abierto, permitiendo que los entrevistados delimitasen el período. La mayoría de ellos coincidió en localizar ese período anterior en los momentos que precedieron al golpe de estado. Es a memoria del caos social sentida por la mayoría de la población, permitió al régimen legitimar su discurso dicotómico y la práctica desarrollada que, como vimos, tenía como premisas centrales el restablecimiento del orden en una sociedad bastante convulsionada. En cierta medida, cualquier orden era mejor de que ningún orden. Encontramos una situación en la cual, conforme sugiere Pollak 7 1 , la memoria no es solamente recuerdo, sino que puede ser también un proceso que puede recalcar, omitir o recodificar datos del pasado. El Estado funcionó y se constitu yó también en su dimensión fundacional 7 2 . Sobre esta dimensión, se construye el modelo de dominación implementado. Modelo que permitirá promover una transformación radical en las formas de producción y reproducción de la obediencia que se torna efectiva, en el orden autoritario, mediante la reproducción de formas de disciplinamiento de la sociedad civil. En este modelo de sociedad el orden 70 Cf. O´Doneel, G. y Galli C, “sugerencias sobre algunos temas relacionados con la textura celular de la sociedad y, en particular, con la sociología del miedo” Memo presentado al Social Science Research Council, 1980 71 Véase Michel Pollak. “Memória e esquecimento” en Estudos Históricos nº 3 1980. FGV 72 Existe una basta literatura sobre el proyecto fundacional del autoritarismo nos remitimos, entre otros, a Manuel Antonio Carretón. “En torno a la discusión de los nuevos regimenes autoritarios en America Latina” Santiago,mimeo, 1979; Adolfo Canitrot, “”Teoria y práctica del liberalismo. Politica antiinflaionaria y apertura económica en la Argentina, 1976-1981” en Desarrollo Económico, nº 82, Julio- setiembre, Benos Aires, 1981; Juan Carlos Portantiero, “ Da crise do País popular à Reorganização do País Burguês” en América Latina: Novas Estratégias de Dominação. Petrópolis, Vozes, 1980. 34
  • 35. 35 resultante goza, como sugiere Brunner, de una legitimidad puramente fáctica; las relaciones disciplinares se legitiman represivamente 7 3 . El autoritarismo, al cerrar los canales de participación política y de creación artística y literaria, inhibe cualquier forma de expresión que no implique, como vimos, en un consenso tácito y silencioso. La mente autoritaria está obcecada por la idea de que el mundo se presente con claridad y nitidez. La sutileza, la contradicción, la pluralidad de ideas, la polisemia de la palabra, la heterogeneidad comportamental confunde y asusta, ultrapasa el límite de lo soportable. Por eso la respuesta eficaz es la violencia. Al eliminar la política como práctica de mediación entre actores en conflicto se elimina, por ende, toda tentativa de creación y disenso. De esta manera, suprimidos los espacios públicos de resolución de conflictos, y mediante la internalización individual y social del miedo a ser castigado por un Estado omnipresente que vigila 7 4 y castiga se hace posible la despolitización de la sociedad. La privatización de los espacios públicos es una de las consecuencias de la internalización del miedo. Este opera como elemento resocializante de actitudes pasivas frente a imposibilidad, concreta o presentida, de esbozar cualquier forma de resistencia y, como resultado, se tiene una visión enteramente gris, y mismo uniformizada de la sociedad. De acuerdo con Delich: Para la dictadura, restringir la sociabilidad es inicialmente condición de seguridad, pero luego es condición de perduración (...)La sociabilidad tiene por lo menos dos funciones: por una parte es el vehículo de la solidariedad o aislamiento y por otra parte expresa la magnitud de la distancia social intrínseca a una estructura social. Cuando se restringe el espacio de la sociabilidad, cuando se crea un clima de sospecha y temor, se crean las condiciones que empujan al aislamiento y por ende disminuye la solidariedad social 7 5 . 73 Bruneer, op. Cit, 1982ª, p.560 74 Sobre esta face oculta Del terror y las complicidades sociales que alimentó ve el ensayo de Guillermo O”Donnel. (1984), “Y a mi, que me importa?: notas sobre sociabilidad y política en Argentina y Brasil. Mimeo. 75 Delich, Francisco, “Teoria y practica política en situaciones de dictadura” en Revista Crítica y Utopía nº 8, Buenos Aires, 1983, p. 15. 35
  • 36. 36 Diversos fueron las técnicas disciplinares 7 6 y los métodos utilizados para promover la privatización de las relaciones sociales; la individualización, también estimulada por el mercado, contribuyó, en suma, para construir el orden y erradicar la subversión. Confrontación directa en las calles; chequeo de vehículos; allanamientos de barrios enteros; quinteos; detenciones masivas para averiguación de antecedentes; secuestros; diversas formas de intimidación; tortura como practica cotidiana; violación del secreto profesional (Sicólogos) y confesional; violación de correspondencia; control de bibliotecas públicas y particulares, dejando en ambos casos a criterio exclusivo de los particulares, hecho que conduce a una desestructurante autocensura y, completando el cuadro, la política de desapariciones 7 7 El disciplinamiento; la retracción hacia la esfera privada las practicas de terror implementadas, y la clausura de la política marcando el retroceso de los movimientos sociales explica también el silencio social que el autoritarismo exige: O silêncio é uma autodefesa oculta assassinato, oculta assassino impune, oculta o que sabemos sobre o assassinato e o assassino. O silêncio é uma estratégia de sobrevivência numa sociedade repressiva 7 8 . Así, despojados los ciudadanos de su condición de tal, destruidas las instancias mediadoras del Estado y de la política, ausente 76 A título de ejemplo de esas medidas disciplinares podemos citar la reglamentación especial sobre el comportamiento del alumnado en los colegios secundarios. Alunas: vestido, en o posible pollera gris, blusa blanca o celeste, zapatos bajos, medias azules, cabello peinado y tomado, DOCUMENTOS. Alumnos: Traje, cabellos cortos a dos dedos por encima del cuello de la camisa, cara afeitadas, DOCUMENTOS. Cf. La Opinión 7-01-76. Sobre estas formas de disciplinamiento en el ámbito educativo puede consultarse el trabajo de Carina Perelli. Presentado en el seminario sobre el miedo. SSRC. Buenos Aires 1985. No está demás decir que en otros contextos celulares de la sociedad como universidades y establecimientos fabriles fueron adoptadas medidas similares. A pesar de parecer normas básicas de socialización implementadas en cualquier institución, es necesario tener en cuenta que se trata de un contexto póst mayo del 68 y del “destape” producido por la transición política anterior, es decir, la iniciada en 1973. De manera que esas “mínimas” normas disciplinares tienen un peso significativo sobre el conjunto de los sectores juveniles en sus ámbitos básicos de socialización: la escuela y la universidad. 77 Una excelente pintura de ese clima de represión y autocensura puede verse en la novela del escritor uruguayo Mario de Benedetti, Primavera con una Esquina Rota. 78 Barraza, Ximena, “Notas sobre a vida cotidiana numa ordem autoritária” en América Latina: novas estratégias de dominação. Petrópolis, Vozes, 1980,p. 155. 36
  • 37. 37 todo conflicto legítimo, la política se hace imposible como práctica, transformándose en una actividad privada. En otras palabras, en su propia negación. La política también desaparece “cuando la confrontación toma la forma de lucha ‘cuerpo a cuerpo” y también desaparece - como discut e González Bombal - el derecho “cuando la punición no se realiza sobre el supuesto delito, “sino que es la persona concreta lo que está en juego en el acto de la punición” 7 9 El orden fáctico no precisa de consenso para legitimar su acción ya que crea los mecanismos necesarios para que el disenso no tenga expresión social. Hoy sabemos que fue una represión sentida, presentida, pero desconocida en su momento, inédita, clandestina. Visto que no se conocían los engranajes del accionar “privado” del aparato represivo ¿De qué manera se podría públicamente denunciarlo? La discusión adelantada en las páginas anteriores lleva la investigación para el análisis de la consecuencia inesperada y más significativa de ese orden y de esa lógica: la formación y consolidación de un Movimiento de Derechos Humanos como primera forma organizada de resistencia al poder coercitivo del Estado. Principalmente, el desenvolvimiento de organismos constituidos por familiares afectados. A su vez, se trata de situar y explicitar la categoría a partir de la cual se produce, aún ho y, un proceso de interacción conflictiva de los organismos con el régimen y con los subsiguientes gobiernos constitucionales. La categoría jurídica referida es la del Detenido-Desaparecido. 5) La Desaparición como metodología del terror. Intentamos demostrar en las páginas precedentes, que la característica central del régimen militar puede ser encontrada en el empleo sistemático de la violencia política como método adecuado para la obtención de niveles 79 Cf. Gonzáles Bombal, “Nunca más, el juicio mas allá de los estrados”, en Juicio, Castigo y Memorias. Buenos Aires, Nueva Visión, 1995, p.210. 37
  • 38. 38 óptimos de producción y reproducción de obediencia. Vimos que la implantación de un sistema de terror perseguía el objetivo de aislar y atomizar a los individuos; desestimular los lazos básicos de solidaridad social; destruir toda forma de organización social pre-existente o futura que pudiese poner en duda los contenidos ideológicos implementados por la política represora. La intensidad de la violencia aplicada contra los sectores populares en la fase reactiva-defensiva del régimen, propició la instauración de un denso silencio social. De esta manera, el efecto combinado de la represión directa, por un lado, y la permanente intimidación colectiva, por el otro, parecían indicar la escasa probabilidad de que su poder pudiese ser enfrentado. El elemento constitu yente del “sistema de terror”, ha sido l a elaboración e implementación de una política de desapariciones forzadas de personas como metodología represiva. La bipolaridad de la estructura represiva, según la conceptualización del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), su “doble fase de normatividad” permitió el desarrollo de esta metodología. Es decir, se instrumentalizó, por un lado, una represión legal, asentada en el mítico discurso de la existencia de una “guerra sucia”. Esto posibilitó la puesta en funcionamiento de diversos mecanismos d e intimidación y disciplinamiento. Por otro lado, estos mecanismos se engarzaban con la existencia de “un sistema paralelo normativo de carácter secreto, aplicado por unidades regulares, subordinadas a las máximas jerarquías militares 8 0 .” El carácter paralelo y secreto de la represión reforzó la imagen ordenancista del régimen. Su intensa campaña propagandística y la permanente intimidación colectiva han sido medios adecuados para explicitar la amenaza y la predisposición de aplicar la violencia, toda vez y contra quien se hiciese necesario. Estos medios agudizaron diversos mecanismos de negación, tanto individuales como colectivos, frente a un poder que demostraba, con argumentos irrefutables, que la simple 80 CELS, (1982) Desapariciones forzadas: elementos para una política. 38