LA SEMANA SANTA
La Semana Santa
comprende, entre
otras , las
celebraciones del:
Domingo de
Ramos
La Misa del Jueves
Santo
Los oficios del
Viernes Santo
La Vigilia Pascual y
la Misa de
Resurrección
El Domingo de Ramos
En el Domingo de Ramos la liturgia
conmemora la entrada de Jesús en
Jerusalén con una procesión,
presidida por el sacerdote
celebrante.
Jesús, el Mesías enviado por Dios
Padre, entra en la ciudad santa
montado sobre un borriquillo.
Cumple así la profecía de
Zacarías cuando anunciaba:
• “Salta de gozo, Sión; alégrate
Jerusalén. Mira que viene tu rey:
justo y triunfador, pobre y
montado en un borrico, en un
pollino de asna” (Zac 9, 9).
La muchedumbre lo saluda gritando
“Hosanna”, que significa “sálvanos”.
Igualmente lo aclaman diciendo:
“Bendito el que viene en nombre
del Señor”. Jesús es aclamado por la
gente como el Mesías esperado por
el pueblo.
El Prefacio de la Misa que
sigue a la procesión
resumirá el sentido de toda
la Semana Santa diciendo:
“El cual, siendo inocente,
se entregó a la muerte por
los pecadores, y aceptó la
injusticia de ser contado
entre los criminales.
De esta forma, al morir,
destruyó nuestra culpa, y,
al resucitar, fuimos
justificados”.
El Jueves Santo
La Misa vespertina del Jueves Santo recuerda y actualiza aquí
y ahora aquella memorable Cena en la que el Señor, sabiendo
que tenía que pasar de este mundo al Padre, se entregó a sí
mismo, bajo las especies del pan y del vino y mandó que
perpetuásemos esta ofrenda en memoria suya.
“Hermanos, yo he recibido una tradición, que procede del Señor y
que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en
que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de
gracias, lo partió y dijo: ‘Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros. Haced esto en memoria mía’.
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar... Por eso, cada vez
que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte
del Señor hasta que vuelva” (1 Cor 12, 23-26).
Con anticipación, el Señor
acepta su muerte en
redención por la humanidad
pecadora y se da en comida a
los doce, mandándoles que lo
repitan a través de los siglos,
hasta que llegue el banquete
del reino de los cielos.
En cada Eucaristía anunciamos
su muerte, proclamamos su
resurrección y esperamos su
venida en la gloria.
El Viernes Santo
Según una antiquísima
tradición, la Iglesia no celebra
la Eucaristía ni en este día ni en
el siguiente.
• Los altares quedan desnudos
por completo:
• sin cruz, sin candelabros, sin
manteles.
La liturgia de la palabra
culmina con la
recitación dramatizada
de la Pasión del Señor
según San Juan.
La Iglesia cumple así con
su deber de anunciar a
los fieles, a los
catecúmenos y al mundo
entero la muerte del
Señor hasta su retorno.
“Había allí un jarro lleno de vinagre.
Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a
una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
• ‘Está cumplido’. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu”
(Jn 19,29-30).
Los sacerdotes y el pueblo fiel se ponen de
rodillas. ¡El Señor ha muerto en la cruz¡ De esta
forma, la liturgia nos traslada a todos
místicamente al Calvario...
La segunda parte
de la acción
litúrgica es la
adoración de la
cruz.
El beso que le damos
quiere simbolizar
nuestro
agradecimiento
porque, por la sangre
de Cristo, se ha
realizado la
reconciliación del
mundo con Dios.
Durante el Sábado Santo la Iglesia
permanece junto al sepulcro del Señor,
meditando su Pasión y Muerte, su
descenso a los infiernos y esperando por la
oración y el ayuno su Resurrección.
• Es un día de duelo por la muerte
del Señor
ORACIÓN
Mira, Señor de bondad, a
tu familia santa, por la
cual Jesucristo, nuestro
Señor, aceptó el tormento
de la cruz, entregándose a
sus propios enemigos. Por
N.S.J. Amén.
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