2. Hoy comienzo a escribir mi historia. Tengo 16 años y vivo en el
Congo. Mi nombre no importa realmente, ya que tan solo soy otra
niña que sufre la violencia y esclavitud en esta zona de África.
Hasta los 11 años, vivía con mis padres, mi hermana mayor y mi
hermano en una pequeña casa construida con ladrillos de barro.
No era gran cosa, pero servía para subsistir, y éramos felices. Mi
hermana y yo no íbamos al colegio ya que eso era cosa de
hombres. De todos modos, yo siempre he querido aprender, así
que le pedía a mi hermano al llegar a casa que me enseñase lo que
había hecho cada día. Sólo pude aprender cosas básicas, como
leer y escribir, ya que mi hermano dejo el colegio a los 13 años
para empezar a trabajar en un taller con mi padre, y así ayudar en
casa. Mi madre no trabajaba, se dedicaba a las tareas del hogar, a
cuidar de nosotras, y a enseñarnos las actividades que debíamos
aprender a realizar correctamente para ser consideradas buenas
mujeres en el futuro.
10 de mayo
3. Nuestra apacible vida cambió drásticamente una tarde. Mi
hermana, mi madre y yo volvíamos del mercado cuando oímos
alboroto en nuestra casa. Al cruzar la puerta pude ver como mi
padre y mi hermano estaban arrinconados por tres hombre
armados con cuchillos. Estos le exigían a mi padre un gran pago,
ya que proclamaban que la tierra sobre la que estaba construida
nuestra casa les pertenecía. En cuanto notaron nuestra presencia,
dos de ellos corrieron hacia nosotras, y aunque intentamos huir,
no lo conseguimos. Agarraron primero a mi madre. Mi padre
intentó evitar lo que sabía que iba a ocurrir, pero los hombres lo
apuñalaron hasta que dejó de moverse. En este punto yo ya
estaba completamente horrorizada, y era incapaz de reaccionar.
Violaron a mi madre. Hicieron lo mismo con mi hermana y
conmigo. Golpearon a mi hermano, y después, decidieron que la
mejor forma de cobrar el pago sería llevándonos a mi hermano y a
mí. Me metieron en una furgoneta, y cuando tras varias horas de
viaje llegamos a nuestro destino, me hice consciente de que no
sabía cuándo volvería a casa ni cuándo iba a volver a ver a algún
miembro de mi familia.
4. Mi vida desde entonces ha transcurrido en un taller subterráneo
donde nos dedicamos a la fabricación de tejidos. Apenas vemos la
luz, ya que entramos a las 6 de la mañana y salimos a las 12 de la
noche. Para dormir nos llevan a una habitación sin camas, en la
que las 20 chicas que estamos aquí recluidas dormimos apretadas
unas contra otras en el suelo. Nos dan muy pocos alimentos, y no
puedes decir que estás enferma ni cansada, ya que su solución a
estos problemas es una buena paliza.
Os preguntaréis por qué me ha dado por escribir este diario. Pues
bien, una de las chicas más mayores que trabaja conmigo, Mayra,
me ha propuesto la idea de salir de aquí. ¿Cómo? El plan consiste
en esperar a encontrar un momento en el que uno de los guardias
este distraído, para atacarle todas juntas y tratar de huir. Volveré a
escribir aquí cuando haya novedades.
5. Anteayer intentamos la huida. Salió todo lo mal que podía haber
salido. En un cambio de guardia Mayra agarró una de las varas que
utilizamos para medir la tela y golpeó a el hombre con ella. No me
dio tiempo de reaccionar. El guardia agarro su pistola y disparó
repetidamente contra mi amiga. No pudimos hacer nada por ella.
Además, este pequeño acto de rebeldía tuvo consecuencias para
las demás también. Ahora sólo comemos una vez al día, en vez de
dos, y trabajamos más tiempo. Yo ya no sé qué hacer. Aparte de
haberme quitado a mi familia, Infancia y amiga, también me han
quitado toda la esperanza que me quedaba.
16 de mayo
6. Ayer pasó algo inesperado para mí. Estaba trabajando cuando me
tropecé y mi mano acabó en una de las máquinas de costura. Me
hice una enorme herida que necesitaba puntos. Supuse que este
sería mi fin, pero para mi sorpresa, el guarda me sacó del taller
para ir a que me cosieran. Creo que fue porque trabajo bastante
bien, y porque posiblemente no sean capaces de encontrarme
una sustituta rápidamente, y no se pueden permitir en estos
momentos reducir su producción. Bueno el caso es que salí al aire
libre por primera vez en muchísimo tiempo. Me dolían los ojos,
pero el olor a aire fresco era impresionante. Entonces me di
cuenta de que esta sería muy posiblemente la única posibilidad
que tenía de huir. En un momento de confusión comencé a correr
y no pare hasta que mis fuerzas me fallaron. Contemplé con
inmenso placer que había perdido a mi opresor de vista. Caminé
hasta que llegué a una ciudad, y allí hasta que encontré a un
policía. Les conté todo lo que había pasado y me llevaron a un
campo de refugiados.
4 de junio
7. Ya llevo más de dos semanas aquí. Me tratan muy bien, y estoy
con chicos y chicas que han pasado por cosas similares a mí. Ayer
vinieron las chicas que trabajaban conmigo, ya que gracias a la
información que le di a la policía, han sido liberadas. Esto es como
un sueño. Aquí han intentado localizar a lo que queda de mi
familia, y para mi gran tristeza, me han comunicado que mi madre
murió hace tres años y que mi hermano fue convertido en niño
soldado y también falleció. Mi hermana mayor sigue viva, y voy a
reunirme con ella próximamente. Nunca voy a poder olvidar todo
lo que he visto y lo que he pasado, y nadie va a poder devolverme
a mi familia o el tiempo perdido, pero he decidido que voy a
empezar una nueva vida, y de que voy a tratar de ayudar a
personas en mi misma situación. A partir de ahora, no voy a volver
a escribir aquí nunca más.
20 de junio